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Capítulo 6.5 ✘ La carta

Aquella vampiresa consumida en su descanso, se encuentra en esa habitación, acostada sobre su cama mientras es vigilada por ese antiguo vampiro con atención.

Él sin dejar de verla, recuerda lo que acaba de pasar. Con ella, con su creación.

—Mi Señor, no es lo correcto —se atreve a hablar su informante situado a una cierta distancia de la cama, sin dejar de verlo y ver a esa vampiresa.

—Fue lo que causó Vlad

—Y ya recibió su castigo. En este momento está descontrolado. Ya me encargué de él, hizo lo que me pidió —Darkiel hace una corta pausa— bebió sangre mortal.

Esa última palabra causa una sonrisa maliciosa en ese antiguo vampiro dejando visibles sus largos colmillos.

—Lo tuve que sedar, no volverá a causarle más problemas mi Señor.

—Te equivocas, en el momento que se alimentó como es debido, ya existen —le responde y ladea un poco la cabeza —se atrevió a enfrentarme. Se atrevió a ser el donante de Elizabeth. —recupera su postura y gira a verlo— ella no debió probar su sangre.

—La señorita Elizabeth no lo volverá a hacer. Estaba sedienta, no es toda su culpa mi Señor —su informante mira con pena a la susodicha— ella está muriendo si le seguimos prohibiendo la sangre que necesita.

El vampiro sonríe con maldad y regresa la vista en ella.

—Y lo hará cuando sea necesario —levanta su brazo y esa pálida mano se situa en su frente— mi amada hija no recordará nada.

—Mi Señor, no lo haga —él se atreve a dar un paso al frente— ya es demasiado. Usted se debilitará.

—Es necesario —sentencia y aleja su mano de ella. Derek observa con atención su brazalete, basta con colocar uno de sus dedos sobre el objeto y recita en voz baja esa simple palabra que de forma sorpréndente; esta vez aparece un broche visible.

—Mi Señor, piense en las consecuencias —insiste su informante y con velocidad aparece del otro lado de la cama.

Luce más preocupado que el mismo vampiro.

Él lo ignora, con sus largas uñas abre el broche y se quita el brazalete hasta dárselo a su leal informante que sin más remedio, lo acepta.

Derek observa sus propias manos, su excesiva palidez resalta siendo evidentes venas que cubren sus brazos y termina en la punta de cada uno de sus dedos. Otras se extienden por su cuello, en su rostro, en especial bajo sus ojos. Mientras en el proceso, ese tono carmesi cambia completamente a un tono oscuro. Sus colmillos han crecido de gran tamaño, tal vez un poco estorbosos sin embargo son parte del vampiro monstruoso que es.

Su informante niega en desacuerdo sin embargo no se atreve a intervenir. Se limita a ver y esperar los resultados.

Derek gira a ver a esa vampiresa, con lentitud hace girar su cabeza del lado izquierdo dejando expuesto su cuello. Existe un gran riesgo, un posible descontrol sin embargo se obliga a actuar y con velocidad encaja sus colmillos en su cuello, sin ella quejarse al estar inconciente. Solo succiona unas cuantas gotas necesarias mientras se enfoca en ver todos sus recuerdos y enfocarse en lo más importante.

Ser vampiro le permite ver como si una película se tratase la vida de esa vampiresa en su época de humana.

Una inocente bebé es cargada entre los brazos de una humana: Sara. Ella la arrulla con una inmensa alegría en su rostro mientras ve a su hermana que rechaza cargarla.

—Es hermosa Aria

—No la quiero, es toda tuya hermana.

Ella gira a verla y la alegría se esfuma a una expresión triste.

—Nunca dejará de ser tú hija —emite Sara y regresa la vista en la pequeña bebé que con ojos abiertos, la observa— ¿Cómo quieras que se llame?

—Decide tú —Aria se niega a darle cariño, pues más difícil será para ella abandonarla.

Quisiera que se llamará Aylin

Aria la observa sin evitar una media sonrisa.

—Ana —musita— Ana Aylin.

El recuerdo cambia a una niña de diferentes estaturas en varias escenas siendo creada por su falsa madre pero el amor nunca le faltó.

Ignora la etapa de toda su vida de humana hasta detenerse en un momento importante para él:

Esa humana observa curiosidad a sus nuevos vecinos sin apartar la vista en uno en especial: Darren Collins.

Sin saber que el destino cambiaría su vida por completo, para bien, para mal terminaría rodeada de vampiros aunque las consecuencias serían muy altas hasta el punto de perder su humanidad y ser lo que tanto se negó a convertirse. Ser cómo Darren.

—Mi Señor, debe detenerse...

El vampiro escucha la voz de su informante muy lejana mientras sigue viendo cada uno de sus recuerdos con Darren. Revive sus miedos, sus tristezas y su felicidad al estar con vampiros. Revive sus lágrimas al verla sola en es ese bosque dolida por su partida. Revive su odio al sentirse utilizada. Se impresiona al ver su odio a ese vampiro esfumarse al verla cargar a su propia creación:

—Bienvenida al mundo, Ana Liz..

Miles de escenas distintas logra ver, donde recopila escenas/imágenes de su vida hasta este punto. Hasta que se obliga a alejarse y dar un paso atrás mientras regresa a la realidad y mira a esa vampiresa con la marca de sus colmillos en su cuello.

—¿Qué tanto vió mi Señor?

Él limpia de su barbilla todo rastro de sangre al igual que en su boca. Sin embargo la sed cada vez crece al querer volver a beber su sangre. Sin embargo, con esfuerzo se obliga a actuar.

—No me voy a arriesgar, Elizabeth no lo puede recordar ahora.

Dicho esto y coloca su mano en su frente. Cierra sus ojos y recita algunas palabras sin ella reaccionar.

—¿Borrará todos sus recuerdos? ¿Toda su vida mi Señor? —pregunta su informante con preocupación e interés.

Él sella el hechizo y abre sus ojos. Aleja su mano con lentitud y se dedica a verla.

—Recordará cuando tenga que hacerlo. —gira a verlo y extiende en su dirección su brazo. Darkiel asiente y le entrega de regreso su brazalete que enseguida él se coloca. Sus colmillos disminuyen un poco sin embargo siguen obvios a simple vista. Sus ojos regresan a ese tono carmesí —solo recordará lo que yo quiera  —sonrie con malicia— pero en este momento, se olvidará de mi sobrino.

—Mi señor, ha cometido el mismo error...

—Elizabeth no será débil —lo interrumpe él y baja su brazo. El brazalete rodea su muñeca sin ser visible el broche— Darren podría arruinar mis planes, no puedo acabar con su vínculo pero si bloquearlo.

—Es demasiado fuerte

Derek gira a ver a esa vampiresa y a su pesar, lo reconoce y asiente.

—Elizabeth solo recordará todo el tiempo que a estado con nosotros. Su anterior vida ya no existe.

—Entonces, ¿cuándo ella recordará mi Señor?

—Cuando su creador se lo permita. Solo él tendrá la solución. Dependerá una conexión —susurra lo último mientras se sumerge en los inevitables recuerdos.

Siglos atrás Derek Valentains caminaba con tranquilidad por los pasillos de ese Castillo. Solitario hasta detenerse al ver a sus dos hermanos un poco lejos. Con curiosidad los observaba, con atención los escuchaba. Se sentía excluido. Sentía interés al ver a esa vampiresa desconocida para él.

Hasta que sus ojos lograron verla de más de cerca al ella aparecer frente a él. Y más al tener que hablar con ella.

En el momento que la soltó, notó un destello en su anillo apenas tocar a esa Condesa. Recuperó su postura sin dejar de verla y admitir muy en el fondo: Que era lo más bello que en su eternidad había visto. Sin duda esa vampiresa resaltaba en un mundo de oscuridad.

Su compañía cada vez era con más frecuencia al punto de ese vampiro gozar de su grata compañía, dejar de sentirse solo y provocar los celos de ambos de sus hermanos, en especial en Vicens al verlo siempre acompañado de esa vampiresa.

Derek notaba un interés en su hermano y aunque ciertas veces quiso hablarlo con él, siempre existía alejania al Vicens negarse y preferir los consejos de Salvatore.

Cada vez Derek se negaba a aceptarlo pero esa vampiresa, le era tan especial:

—¿Me puede acompañar?

Quería negarse pero sus principios se lo impedían.

Con las manos detrás de espalda, se limitó a asentir. Ella sonriendo triunfante, dejando visibles sus largos colmillos se enganchó de su brazo y juntos caminaron  en dirección a su habitación.

—¿Qué necesita? —le preguntó al dejarla libre y cerrar la puerta detrás de él. Esa vampiresa se paseó con alegancia por la oscura habitación al encontrarse ambas puertas del balcón, cerradas. Pues la oscuridad no les era problema para lograr verse.

—Quisiera un poco de privacidad Derek —ella se volteó y lo observó sin disminuir su sonrisa.

Él notó esa barrera de protección que rodeó la habitación. Callando el ruido al exterior.

—¿Tan urgente es mi Condesa?

Ella se cruzó de brazos

—Crei que ya habíamos hablado de eso, solo Mellissa para ti Derek. —el tono rojizo de sus ojos brilló con intensidad al verlo.

Él asintió

—Mellissa ¿en qué le puedo ayudar?

—Quiero tu compañía

—Siempre la tiene

—No me estás entendiendo —con velocidad ella apareció frente a él— quiero tu eterna compañía —le sonrío— No me importa atarme a ti Derek. Así la Corte lo ordena, seré tu reina, tú serás su rey pero mi sacrificio significa algo más —ella libremente colocó su pálida mano con su anillo sobre su pecho— que no solo nos una una obligación Derek.

—Se está confundiendo

Él inexpresivo la obligó a bajar su mano. Avanzó por su lado hasta tomar asiento en la orilla de la cama.

Mellissa afectada se volteó, no le importó en fingir su rechazo.

—Nos unirá un trono, nada más.

—Derek no —ella dio un paso adelante— ¿No lo haz notado? Nuestro vínculo —él evitó darle una respuesta— estamos destinados a...

—Mellissa, no es así —la interrumpio— debe evitar todo eso. Bloquearlo.

Ella río sin ánimos y con velocidad se acercó a él.

—¿Niegueme que no siente lo mismo? —sujetó su mano con fuerza y rápidez y lo obligó a colocar su mano en su pecho— Solo tú haces que mi corazón sin latir, tenga efecto..es algo que no me explico cómo.

—Suficiente Mellissa —él bajó su mano con rápidez y lució molesto.

—¿A qué le temes Derek? —ella sin importarle colocó sus manos en sus hombros y se inclinó un poco.

—No me permito tener una debilidad —le respondió sin dejar de ver sus ojos carmesí— no cometeré el mismo error que mis creadores y traer a este mundo, más seres como yo.

—Todos los vampiros tienen una debilidad, Derek —ella se inclinó un poco más hasta estar apunto de rozar sus fríos labios— su alma —susurró tan cerca de su boca— y yo soy tú debilidad.

Mellissa selló sus labios con los suyos en un casto beso y enseguida se alejó. Sin embargo ese vampiro reaccionó, se olvidó de su juramento y con rapidez colocó su mano en su nuca y la atrajo a él hasta terminar por besarla con pasión.

—¿Se encuentra bien?

Derek reacciona al escuchar la voz de su informante que lo ve con atención. Se limita a asentir.

—Mi creadora, ni por tantos siglos puede olvidarla —agrega Darkiel.

—Y es algo imposible, he pagado muy alto las consecuencias —lleva sus manos detrás de su espalda— y mi error no lo va a cometer mi propia hija. —emite sin dejar de verla— cuando despierte, llévala a mi despacho —le ordena a su informante y después prosigue a irse con velocidad.

Darkiel asiente y con velocidad reemplaza su lugar mientras se agacha y revisa la marca en esa vampiresa.

—Lo siento Señorita Elizabeth, es parte el plan.

Enseguida aleja su mano y se encarga de borrar la marca de colmillos sobre su cuello. Al terminar, se dedica a esperar su despertar.

+++

    🦇 E L I Z A B E T H 🦇
Siento que despierto de un descanso eterno, que me llevó siglos y al abrir mis ojos me siento pérdida, muy desorientada mientras me cuesta reaccionar cuando algunas preguntas me invaden: ¿Dónde estoy? ¿Qué hago aquí? ¿Quién soy?

Dejo de ver el techo y ladeo la cabeza. Comienzo a recordar y recordar:

—Bienvenida a su habitación —me indica quien se a presentado conmigo como Darkiel. Me sonríe dejando visibles sus colmillos al igual que los míos.

Curiosa me adentro a la habitación y observo alrededor.

—Me gusta

—Esperabamos tanto su regreso señorita Elizabeth.

Pestañeo varias veces y regreso a la realidad.

Estoy en mi habitación, pero me siento extraña.

Regreso la vista al frente y con lentitud me incorporo en la cama. Acomodo mi vestido largo que se ciñe a mí cuerpo, nada exagerado, sencillo con un pequeño escote. El tono negro resalta mi pálida piel.

Poso la vista al frente mientras algunos recuerdos me invaden:

—Bienvenida a la eternidad, Elizabeth.

Padre... —por alguna razón esa palabra salió de mi boca al verlo a un lado de mí.

Le sonrío, siento mis dientes ¿colmillos? salir de mi boca sin evitarlo. Él me extiende su pálida mano y la acepto sin dudar. Dentro de mi hay algo que me obliga a obedecerlo. Veo mi propia mano igual de pálida que la suya y mis uñas tan largas y filosas que terminan en punta.

—Eres libre hija mía. —me dice al aterrizar en un suelo terrenoso.

Observo alrededor, veo con curiosidad un ataúd: ¿Yo estaba ahí? ¿Por qué? ¿Estoy muerta? ¿Qué soy?

—Un gusto conocerla —regreso la vista en él y me sorprende un poco al haber notado que ese cuervo ahora es un joven— estoy a sus órdenes señorita Elizabeth —hace una reverencia.

Le sonrío incomoda y desvio la vista al sentir una mirada fijamente.

—¿Quién eres? —ladeo un poco mí cabeza. Él no responde pero luce igual que el resto.

—Él es Vlad, tu hermano —escucho a ¿nuestro padre? decir —acabas de despertar de tu descanso de siglos hija, eres Elizabeth y eres una vampiresa.

Asiento varias veces

—Estas de vuelta —emite él y sorprendida me abraza— te extrañé tanto.

Lo alejo incomoda y poso la vista en mi padre.

—Derek Valentains —coloca sus manos detrás de su espalda— él es mi informante y tú lea compañero.

Les sonrío

>Me agradan<

—¿Por qué me despertaron? ¿Por qué estaba en un ataúd? —pregunto sin rodeos y veo alrededor— ¿Por qué estoy en mi propia tumba?

—Todas tus preguntas serás respondídas, pero antes tienes que acompañarnos, hija.

Asiento de acuerdo.

Padre y su acompañante salen de la profundidad. Le sigue Vlad con rapidez y entiende sus brazos en mi dirección al estar afuera. Confusa camino hasta la orilla y extiendo mis manos y sin darme cuenta, no se cómo lo hago pero mi cuerpo se mueve por si sólo y de un momento a otro, estoy fuera de la tumba. Veo con curiosidad alrededor viendo varias lapidas, mi vista logra leer varias.

Me suelto de Vlad y camino asombrada. Hasta detenerme y darme la vuelta. Me extraña no ver una lápida con mi nombre. Todo es tan confuso ¿Quién me dejó aquí? ¿Por qué?

—Vamonos, Vlad encargate.

A él lo escucho gruñir y al final asiente y acepta la orden de nuestro padre.

Antes de irme, leo varias lapidas: En memoria de Sara, Samantha, Lilith y antes de irnos, en el suelo, a una distancia lejos de mí tumba veo una placa destruida partida a la mitad sin embargo se puede leer con claridad: En memoria de Ana Aylin.

Meneo mi cabeza varías veces. Me obligo a no recordar eso. Mi padre se encargó de responder todas mis preguntas aunque me sigo sintiendo extraña aquí. Ahora sé lo que soy. Sé quiénes son ellos y sé el peligro que soy.

Desde un principio no me negué a su ayuda. La de todos. No me negué a seguir sus reglas y sobre todo aceptar la poca cantidad de sangre que me otorgan.

Muevo mi cabeza a un lado y deslizo mi mano por mi pecho hasta detenerme en mi cuello. La sed es presente, sigo deslizando mi mano por dicha zona al sentirme extraña al tocar a un lado de mi cuello. No siento dolor, ni tampoco toco algo inusual pero la sensación está ahí y no sé como explicarlo.

Enseguida bajo mi mano y mi vista se posa en la puerta al sentir su presencia cerca. Cada vez mis sentidos mejoran y hasta ahora, no hay un descontrol hasta que pruebo la sangre...

—Mi sangre...

Él sonido de la puerta al ser abierta me obliga a no recordar en lo que hice. Finjo una sonrisa al ver a Darkiel. Él todo este tiempo a sido mi leal compañero. Sé lo que es. En lo que se convierte y es tan agradable. Mi propio cuidador.

—Bienvenida Señorita Elizabeth...

—No vuelvas a decir esa palabra Darkiel —lo amenazo con seriedad y luego le sonrío divertida— no sé cuántas bienvenidas reciba.

Él sonríe y se adentra.

—¿Cómo se siente?

—Muy sedienta —me muevo hasta bajar mis pies al suelo —Darkiel, ¿dónde está Vlad? —le pregunto al verlo— él ¿está bien?

—No se preocupe, el señor Vlad se encuentra recuperándose. Bebió su primer sangre mortal. Pronto lo verá.

Asiento

—Lo que hice...

—No me debe una explicación —me interrumpe con serenidad— no es su culpa.

—¿Vlad me odia? —hago una mueca arrepentida.

—En lo absoluto

Sin embargo no le creo hasta averiguarlo.

—Señorita Elizabeth, no se culpe. Cualquier vampiresas es débil ante la sangre, es parte de su control y naturaleza.

—No quisiera ser débil o peor, dañar a otros. Es mi hermano.

—Deje de pensar en eso —Darkiel da tres pasos adelante— mi Señor, quiere verla en su despacho. Vaya, no lo haga esperar.

Dudo en ir

—Esta bien, ahora voy.

Me levanto y camino a la puerta sin antes darle un beso en la mejilla a Darkiel. Al alejarme, se convierte en cuervo y aterriza en mi hombro. Rio y con él, aún descalza camino a la salida.

—Me sentiría más libre si fuera como tú —le digo mientras bajo las escaleras, me sostengo del barandal aunque tengo mucho equilibrio.

Él me responde con un graznido.

Tengo que obedecer una importante regla: No salir de la mansión amenos que mi padre lo permita.

Por eso no lo hago, cumplo sus reglas aunque disfruté salir aunque sea un poco en el límite acordado con Vlad. Recuerdo nuestra caminata, nuestra plática que solo se basó en nosotros. Aveces me siento culpable, Vlad, siendo mi propio hermano, es extraño su interés conmigo aunque se lo advertí y él acepta nuestra relación de solo hermanos, me sigue pareciendo extraño y más la manera de comportarse con nuestro padre sin embargo, ambos se negan a decirme el porque.

Enseguida termino de bajar los escalones y me detengo al ver a Vlad frente a mí. No veo la marca de mis colmillos en su cuello. Quisiera arrepentirme, no debí hacerlo pero de verdad deseaba su sangre.

—Hola Vlad

—Elizabeth

Él emana una fuerza que me cuesta acostumbrarme que a él pertenece. Su aspecto lo delata y hay un brillo en sus ojos carmesí.

—Yo... lo siento

—No importa, esto es como una cadena. Tú te alimentas de mi y yo de alguien más —se encoge de hombros— son simples donantes.

Me hace una reverencia y se marcha con velocidad hasta perderlo de vista.

Desorientada me encuentro ante su actitud.

Darkiel vuela y grazna hasta convertirse y aterrizar en su forma más normal frente a mi.

—¿Qué le sucede?

—Su cuerpo está procesando el cambio, pronto volverá a ser el mismo.

—Me preocupa, Darkiel

—Me sorprende que sienta cariño por él.

Lo veo con el ceño fruncido.

Darkiel carraspea y evita a verme.

—Vaya con su padre, yo iré con su hermano.

—De acuerdo —me limito a decir. Le doy una última mirada y con velocidad corro hasta detenerme frente a esa puerta.

—Entra Elizabeth

Sin necesidad se tocar abro la puerta y me adentro hasta cerrarla detrás de mí.

—Darkiel me informó que me busca, padre.

Él asiente y me indica que me acerque. Lo hago, me acerco lo suficiente hasta quedarme a unos pasos de mi padre.

—Antes, te debes alimentar hija.

Veo con atención esa copa, puedo estar segura que su contenido es sangre ante el olor que emana. Sin embargo la rechazo. Dentro de mí, quiero alimentarme pero esta vez usando mis colmillos. Me dedico a verlo mientras él la baja un poco.

—Sé que no debo alimentarme así, que está mal que desee usar mis colmillos pero cuando lo hice con Vlad, no evito querer hacerlo otra vez —agacho la vista— lo siento padre pero sé que no debería alimentarme de mi... familia —alzo la vista— y no te juzgo pero no quiero ser así.

—Seras más fuerte de lo que crees Elizabeth. —me dice y deja la copa en su lugar.

Hago un esfuerzo en no ir tras ella y beber la sangre con desesperación.

Aparto la vista y la enfoco en él.

Es extraño pero aveces puedo controlarme. Aunque aún tengo preguntas curiosas ¿por qué soy la única que descansa? ¿Por qué me siento débil cada día que despierto?

—Necesito tu ayuda hija mía. —lo escucho decir cuando fija su vista en mi.

Evito ver su cuello que apenas es visible con la túnica negra que siempre lleva puesta.

>Hazlo, bebe de él<

>No puedo<

Lucho contra la sed y me obligo a ver su rostro.

Aunque aveces me he imaginado muchas veces haciendolo.

—¿En qué te ayudo?

Padre sonríe ampliamente siendo visibles sus colmillos. Con velocidad lo pierdo de vista hasta verlo aparecer detrás de su silla.

—Sientate Elizabeth —me indica lugar en su silla.

Con velocidad llego hasta él y con su ayuda me siento en la silla. Recargo mi espalda sin embargo enseguida recupero mi posición recta.

—Quiero que escribas una carta —me indica al colocar su mano sobre su escritorio. Sus largas uñas comienzan a hacer un ruido desesperante. Dejo de ver su mano y veo una hoja blanca a un lado con una pluma —Mi informante trajo todo lo necesario. Quiero que escribas lo que te dicte, lo haría yo mismo pero aún me cuesta hacerlo.

Giro a verlo y asiento.

—Lo haré

Regreso la vista en la hoja, el ruido se detiene. Tomo la pluma y la llevo a la hoja lista para escribir aunque ni siquiera recuerdo como es que estoy segura que sé ¿Me enseñaría mi madre? Conozco la historia, mi padre la perdió cuando yo aún era una niña. Por eso me protege, corro igual de peligro al igual que mi hermano. Ambos fuimos criados por nuestro padre todos estos siglos.

Él se endereza, escucho sus pasos hasta que se detienen y terminar por sentir sus manos en mis hombros.

—¿Qué escribo padre? —le pregunto mientras comienzo a escuchar y escribir cada palabra dicha por él hasta terminar. Sin soltar la pluma, la guío un poco más abajo— ¿Tú la firmaras?

—Seria lo correcto —lo escucho decir— demasiado obvio.

Enarco una ceja

—Firmala Elizabeth

—¿Para quién va dirigida? —le pregunto antes de hacerlo.

—Para un pariente de la familia.

—Me dijiste que no teníamos más familia —lo acuso causando el silencio. La carta me parece extraña.

—Existe aún, él es el único. Conoces la historia hija mía, perdí a mis hermanos

—Y a mi madre

—Exacto —hace una pausa— Es una invitación, solo quiero contarle de ti a mi querido... sobrino —me causa curiosidad— es también un Valentains.

Asiento sin darle tanta importancia.

Estoy apunto de firmar, apunto de iniciar con la letra E cuando mi padre me arrebata la hoja con velocidad.

—Cambie de parecer, lo haré yo mismo.

—Como prefieras

Escucho sus pasos, su vista esta clavada en la carta y hay maldad en su rostro al leer cada palabra.

—¿Se la darás en persona?

—Tengo un informante quién lo hará

Asiento y me levanto.

—¿Es todo padre? Quisiera retirarme

—Puedes irte Elizabeth.

Le hago una reverencia y con velocidad salgo de su despacho. Me detengo al cerrar la puerta y avanzo mientras el silencio invade la mansión. En este momento me siento extraña y sola.

Me detengo cerca de las escaleras, dudo en ir a mi habitación y con velocidad huyo hasta llegar a la esquina de la mansión. Me detengo y tras un vistazo alrededor, de no ser vista, abro la enorme ventana y salgo. Primero paso una pierna, después la otra mientras me sostengo y termino de salir y quedo en la orilla. Un paso en falso y caería al suelo desde esa altura sin embargo no es lo que quiero. Bajo la vista sin sentir miedo, de hecho no siento nada. Alzo la vista y pegada a la mansión, me muevo hasta llegar a la otra parte de la mansión y al estar lista, brinco y llego a un techo más bajo.

Me doy la vuelta y con velocidad me detengo en el centro hasta dejarme caer sentada con las piernas flexionadas.

Es lo más cerca que tengo de sentirme libre.

Poso la vista al frente, ese fastidioso sol está apunto de ocultarse más allá, muy lejos donde puedo ver un mundo que no tengo permitido conocer.

>Mundo mortal<

Recuerdo la explicación de mi padre pero en mi mente no está ningún ser humano que mis ojos hayan visto. Solo he escuchado... simples leyendas. Cosas que escucho de esos seres mortales y no sé que sean cierto o no pero despierta mi curiosidad.

Aparto la vida de ese bello panorama que admito que lo es cuando escucho el graznido de un cuervo.

Giro mi cabeza viendo a Darkiel salir de la ventana que hace un instante yo salí en su transformación de cuervo. Vuela hasta llegar frente a mí.

—Quiero estar sola Darkiel —le digo sin dejar de verlo— sé que siempre me acompañas o mi padre te pidió vigilarme pero en este momento prefiero la soledad —hago una pausa— no huiré, promesa.

Él grazna y ladea un poco la cabeza hasta seguir volando lejos hasta perderlo de vista.

>No es la primera vez que vengo aquí, varias veces soy acompañada por él o Vlad<

Regreso la vista al frente, ignoro esa sed que es presente en cada despertar y no se calma con nada, ni con pocas porciones de sangre.

Confieso que me siento extraña al aceptar lo que soy. Al sentir mis largos colmillos y puedo jurar el tono rojizo en mis ojos.

Con lentitud levanto mi mano en dirección al sol, en el inicio de mis dedos esa luz proviniente de los altos rayos, brilla. Sin embargo no siento calor, ni afectación al tener mi anillo que mi padre me a explicado su función. Quién me protege.

A pesar de mi baja temperatura, no siento frío aunque luzca pálida, helada y de cierta forma, muerta.

Bajo mi mano y observo con atención mi anillo.

Desconozco la vampiresa que soy. Todo es tan extraño. Mis recuerdos son nulos. Aunque esté enterada de mi historia.

Dejo de ver mi anillo y abrazo mis rodillas mientras enfoco la vista al frente donde veo cada vez el sol ocultarse.

Apesar de tener a mi padre, a Darkiel, a Vlad me siento sola.

>Necesito más familia<

Me pongo a recordar lo que mi padre me a contado. No hay más familia. Solo nosotros. No hay más Valentains a menos que...

Él

Niego varias veces

Tampoco me interesa conocerlo.

Lo que si que quisiera sentirme libre. Dejar de estar encerrada. Disfrutar mi eternidad y conocer un mundo que me es desconocido.

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