Capitulo XXXVIII
CAPÍTULO RE-SUBIDO
Un par de horas después le dieron el alta a Lily y los chicos emprendieron su camino al hotel, donde los padres de Peter les estaban esperando.
—Bien chicos, ahora es nuestro turno para dejar las cosas en claro.
Ante esa frase, el muchacho reaccionó de forma grosera, poniendo los ojos en blanco y gruñendo por lo bajo.
—¡Peter! —le riñó Lily.
—Déjalo hija —pidió Greg—. Peter, sé que no quieres volver a hablarnos a tu madre o a mí, pero, por favor, por una vez, trata de escucharnos.
—Está bien, está bien, lo que quieras —exclamó el muchacho con fingido cansancio, gesto ante el cual su novia reaccionó dándole un codazo.
—¡Auch! —se quejó.
—Te pasa por grosero —Lily se encogió de hombros y le sacó la lengua.
—Okey chicos, suficiente —les retó Sonia, ingresando a la habitación—. Lily, te traje algo de ropa para que te cambies, cuando estés lista, hablaremos.
La muchacha tomó la ropa que Sonia le tendía; media hora después el suéter de Peter y el jean manchado de sangre fueron remplazados por un top y un pantalón de chándal, ambos en color negro.
—Bien, ¿que nos quieren decir?
Lily salió del cuarto de baño y se sentó en la cama al lado de Peter y entrelazando sus manos con éste, quien se encontraba apostado mirando fijamente a Greg y a Sonia sin hablar.
—Bueno chicos —comenzó Greg— ustedes decidieron irse a vivir juntos, entonces les preguntaré sin rodeos, ¿dónde van a vivir?, lo preguntó porque, si mal no recuerdo, tú —dirigió su mirada a Peter— estás viviendo con Hillary, y no creó que le haga gracia que lleves a tú novia a vivir contigo, ¿o sí?
—Y yo tampoco quiero ir a vivir con ella —intervino Lily.
Peter bajó la mirada, precisamente estaba pensando en llamar a Hillary para informarle esa situación.
—Buscar un departamento allá debe ser complicado —dijo Sonia—, por eso, queríamos proponerles algo.
—¿Qué será? —preguntó Peter con desconfianza.
—Bueno... estuvimos buscando un departamento acá para que Lily pueda vivir mientras que te logras mudar y encontramos uno en Cleveland, allí un par de chicas están buscando una compañera de cuarto y, cuando le contamos tu caso, estuvieron de acuerdo a que te quedarás con ellas sin pagar nada.
Sonia se le quedó mirando a Lily, analizando su reacción.
—¿No será muy abusivo de mi parte? —la castaña clavó su mirada en el piso, avergonzada.
—¡No que va! —sonrió Greg— esas chicas son muy alivianadas —dijo, ganándose una mirada airada de Sonia, su esposo estaba arruinando todo— o al menos eso parece —completó el teniente, nervioso.
—Uhm, okey —susurró la adolescente.
—¿No será mucho tiempo, no? —preguntó Peter— digo, esa amabilidad de las chicas solo será por un tiempo, ¿no?
—Las chicas no tienen problemas en que Lily pase una temporada con ellas —respondió Sonia con una sonrisa.
—Perfecto... —comenzó la adolescente.
—Igual —interrumpió el muchacho— solo será por unas dos o tres semanas —dijo, mientras abrazaba de forma sobre protectora a su novia.
—Como tú digas, hijo —Greg y Sonia se pusieron de pie para despedirse—. Nos vamos, llamaremos a las chicas para comunicarles su decisión, con permiso.
Cuando se quedaron a solas, Peter abrazó a Lily y se acurrucaron en la cama.
—Entonces… ¿te irás a vivir con estas chicas?
Peter no quería que su novia se fuera a vivir con otra persona que no fuera él, temía que, si ella se hacía amiga de estas chicas, decidiera cambiar de opinión y quedarse a vivir con ellas.
—Sip, así es —la chica soltó una risita al ver la expresión de su novio—, ¿estás celoso, Wallace?
—Si, si lo estoy —asumió el— no entiendo porque no te quieres mudar conmigo de una vez.
—¿Y vivir con tu ex novia? —dijo con ironía—, gracias, pero no gracias.
—Lil… —comenzó Peter.
—¿A que le temes Peter? ¡por favor!, ¡no voy a enamorarme de ellas, Wallace!
El chico abrió los ojos como platos ¿de verdad su novia pensaba que sus celos eran sobre eso?
—Lily —le acarició la mejilla— no estoy diciendo que te enamoraras de esas chicas, cariño, solo tengo miedo…
—¿Miedo de que? —preguntó la aludida, enojada.
—¡Miedo de que te hagas amiga de estas chicas y decidas quedarte a vivir con ellas! —gritó el muchacho— ya te fuiste de mi lado una vez ¿Qué te impediría que lo hicieras de nuevo?
Lily logró comprenderle, Peter era lo más parecido a un héroe que ella conocía, sin embargo, el realmente era un adolescente inseguro como cualquiera, a pesar de todo, esa confianza y egocentrismo no era más que una máscara para ocultar sus debilidades.
—No te dejaré de nuevo —susurró aquella, acariciándole la mejilla— me mudaré contigo en cuanto consigas un nuevo departamento donde podamos vivir solos tú y yo ¿de acuerdo?
Se miraron a los ojos unos instantes y luego comenzaron a besarse. A medida que el beso persistía, sus hormonas se iban alborotando, comenzaron un festín en su cuerpo, poco a poco se fue incrementando sus ganas de más pero, cuando el muchacho comenzó a subir el dobladillo del top de su novia, la cordura volvió al cuerpo de ésta.
—No… no puedo, Peter —murmuró— no puedo, lo siento —bajó la mirada, avergonzada.
—Está bien, cariño, está bien —dijo el castaño, besando la coronilla de su compañera.
—¿Podemos acurrucarnos? —musitó la chica, con un sollozo ahogado.
—Claro nena —dijo el chico mientras pasaba un brazo por encima del cuerpo de su novia—, ¿sabes algo?
—Nop, dime.
—De todas las cosas que espero que vivamos juntos en Chicago, esta, acurrucarnos, es lo que más anhelo.
—Te amo, Peter —dijo la chica antes de besar la mejilla de su novio.
—Yo más, chiquita, yo más —murmuró él en respuesta, antes de quedarse dormido.
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—Bueno, aquí vamos.
Al día siguiente Lily, Peter y los padres de este emprendieron su camino a la casa de las chicas donde viviría Lily una temporada, los adolescentes estaban nerviosos, los mayores, en cambio, estaban emocionados y felices.
—No hay nada que temer cariño —Sonia alentó a Lily para que bajara del auto—, ya vas a ver, esas chicas te agradaran.
—¿Usted cree? —preguntó ella con nerviosismo—, no soy muy de tener amigas… o amigos en realidad —bajo la mirada— la única amiga que he tenido es Amy.
—¡Ay ya basta! —la voz de una chica salió del interior de la casa— ¡Lily, baja de ese auto y ven para acá!
El corazón de Lily se llenó de emoción, no iba a vivir con un par de desconocidas como ella creía ¡viviría con sus amigas Amy y Mary Elizabeth!
—¿Amy? —preguntó.
—¿Quién mas, chica linda? —inquirió la aludida, riendo— te dije que no te ibas a librar de mi tan fácil…
Lily no dudó ni un segundo más y corrió al lado de su amiga para luego fundirse en un abrazo. Mary Elizabeth salió de la casa al ver el escándalo y se encontró con Peter y sus padres contemplando la escena más hilarante de todas: Amy y Lily estaban haciendo un pequeño baile ridículo, que no era más que un ritual de ambas.
—¿Qué hacen aquí? —chilló Lily—. No pensaba que te mudarías para acá.
—Yo tampoco —respondió la rubia— pero la única universidad que le dio cupo a mi esposa preciosa fue la de acá, así que…
—Espera, espera —interrumpió Lily— ¿Escuché bien? ¿Dijiste tu esposa?
—Si, así es —Mary Elizabeth se acercó a ellas— lo primero que hicimos al graduarnos fue viajar a Las Vegas y pues, nos casamos —alzó la mano para mostrarle su anillo de bodas, acto que Amy imito antes de plantarle un beso en los labios.
—¡Que hermoso! —suspiro Lily.
—Y pronto seremos tu y yo —Peter se acercó a su novia y le dio un beso en la coronilla— ¿Qué onda, chicas?
—Hey Peter —le saludó Amy— ¿nos vas a dejar a tu novia para que la cuidemos?
—Si —acordó el— pero solo serán dos o tres semanas, ¿de acuerdo?
—De acuerdo —respondió Mary Elizabeth— y no te preocupes, la cuidaremos y no vamos a dejar que nada le pase.
—Deja a Lily respirar un poco, Peter —intervino Sonia—. Ella también necesita pasar tiempo con sus amigas, ¿no crees Lily?
—Si —respondió la aludida— pero me encanta que Peter se preocupe por mi —le dio un fuerte abrazo a su novio.
—Este par es incorregible —musitó Amy—. Ven, chica enamorada —apuntó a la castaña— vamos a ver si te gusta como decore tu habitación.
La chica sonrió en respuesta y trotó hasta ponerse del lado de su amiga, sin despegarse de su novio.
Cuando llegaron a la habitación, Lily comenzó a sentir como sus ojos ardían, llenos de lágrimas, de una forma u otra, Amy y Mary Elizabeth se habían encargado de hacer una réplica exacta de la habitación que compartía con Laura cuando vivía con ella.
—En cuanto nos mudamos aquí —comenzó Mary Elizabeth— pensamos en llamarte e invitarte a pasar unos días aquí pero tú nunca respondiste nuestras llamadas, pero nunca perdimos las esperanzas de que vinieras y por eso decidimos amoblar una habitación solo para ti, así que si, desde siempre has estado invitada a vivir con nosotras.
Lily se soltó de la mano de Peter y corrió a abrazar a sus amigas.
—Gracias chicas —dijo soltando un sollozo— es bonito saber que se preocupan por mí.
—Siempre, hija —hablo Greg, viendo en Lily un pequeño reflejo de Gillian— siempre nos preocuparemos por ti, y no solo Amy, Mary Elizabeth o Peter, Sonia y yo también lo hacemos, te adoramos hija y, a pesar de que Laura no ha sabido quererte, tu mereces estar rodeada de amor.
Lily soltó una risita.
—Gracias suegro —dijo, provocando que el pequeño brillo de emoción de los ojos de Peter se engrandeciera.
—Bueno, bueno, chicos —intervino Amy—. Yo tengo hambre ¿y ustedes?
Todos soltaron una carcajada y así, entre risas, se fueron a almorzar en un centro comercial.
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—Bueno, ya debemos irnos —habló Greg, luego de que hubieran estado un rato viendo un partido de baloncesto en la sala de estar de la casa de Amy— hijo, tu mañana debes volver a la universidad, ¿cierto?
—No te vayas, Peter —Lily miró a Peter, quien estaba asintiendo, y se aferró a su brazo— quédate un día más.
—Nena, debo irme —respondió el muchacho, con pesar— mañana hay práctica en la tarde y si no voy, mi entrenador me guindara.
—¿Y si te vas mañana? —intervino Mary Elizabeth.
—No amiga —respondió el castaño a la morena— aunque quiera, no puedo; debo tomar un autobús y el viaje es muy largo, con suerte podre descansar un par de horas mañana antes de que me tenga que ir a la práctica.
—Puedes llevarte mi auto —resolvió a decir Amy, al ver el semblante triste de Lily— puedes dormir aquí e irte antes del amanecer a Chicago. Yo misma me ocupare de despertarte.
Lily miró a su novio con ojos suplicantes, y este no pudo hacer otra cosa diferente a aceptar.
—Está bien —dijo— pero tu auto te lo entregó cuando venga a buscar a Lily, antes no puedo ¿te parece?
—Está bien, siempre y cuando lo cuides.
—No te preocupes Amy, Peter cuidara tu auto, ¿no es así, Peter? —presionó Lily.
—Por supuesto —respondió el aludido.
—Bien, resuelto el caso, nosotros si nos vamos —dijo Sonia antes de besar a Lily y abrazar a Peter— gracias por comprendernos, siempre serás mi hijo, ¿de acuerdo? —susurró en el oído del castaño.
—Siempre, mami —respondió el aludido conteniendo un sollozo— te amo —dijo— los amo a ambos —tomo de la mano a Greg.
—Gracias, hijo —soltó Greg, abrazando a Peter y secando una inoportuna lagrima que estaba saliendo de sus ojos.
Amy y Mary Elizabeth miraban la escena sin comprender y le hicieron señas a Lily para que les explicara, a lo que Lily les respondió gesticulando que luego lo haría.
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—¿Sabes que quiero que hagamos cuando vayamos de camino a Chicago?
Lily y Peter yacían acostados en la cama de la primera, abrazados.
—Dime, preciosa —respondió el aludido, acariciando el torso desnudo de su novia, torso que el mismo se había ocupado de desnudar y besar minutos antes.
—Quisiera pasar por Las Vegas —respondió la chica, trazando con sus dedos círculos en la espalda desnuda de su novio— no quiero que lo que… que lo que acaba de pasar —admitió, con un leve sonrojo— sea algo impuro, quiero que estemos casados para cuando lo volvamos a hacer.
Peter sonrió, Lily era la chica más inocente, pura y hermosa que había conocido.
—¿Por qué no mejor…? —dijo mientras se daba vuelta, dejando a la castaña encima de él— ¿Por qué no mejor esperamos a que estemos en Chicago y, ya allí, nos vamos a un juzgado y pedimos que legalicen nuestra relación?
—¿Se puede? —preguntó la castaña, dudosa.
—Claro preciosa, vamos a estar viviendo juntos, así que prácticamente será como un matrimonio… y será más legal que una boda oficiada por un gordo Elvis.
Ambos comenzaron a reír ante la escena.
—Sip, es lo mejor —acordó ella.
—Te amo Lily lo, y no veo la hora en que seas la señora Wallace.
—Y yo no puedo esperar la hora en que te conviertas en el señor Albright.
Ambos rompieron a reír ante la ocurrencia que ella había tenido.
—No, hablando en serio —dijo Peter tras haberse tranquilizado un poco— podemos hacer eso pero también podemos vivir un tiempo juntos antes, ya sabes, para ver si lo nuestro marcha bien…
—Mientras no nos convirtamos en un par de extraños que tienen relaciones todas las noches solo para no tener que hablarse… —espeto Lily, dejando al descubierto su mayor temor.
—No te preocupes Lil, eso jamás va a pasar.
—¿Me lo juras? —preguntó aquella, centrando sus ojos miel en los brillantes ojos marrones de Peter.
—Lo hago, preciosa, lo hago.
Ambos se fundieron en un tierno beso y se quedaron dormidos.
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