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Capitulo XXXVI

CAPÍTULO RE-SUBIDO

Lily se quedó dormida en el taxi que los llevaba al hotel donde se estaba quedando Peter. El muchacho sabía que la chica estaba mal, estaba sufriendo horrores  y no podía tan siquiera imaginar lo que sucedería cuando Laura llegara a la ciudad para autorizar la cremación de sus padres; él había escuchado la reacción de la mujer cuando los oficiales de la policía la llamaron para informarle lo ocurrido con los abuelos de su novia: lanzó improperios de todo tipo y, literalmente, afirmó que la persona que debía morir era su propia hija.

—Nena, ya llegamos.

Peter sacudió a la muchacha por los hombros ligeramente en cuanto llegaron a su destino.

—Lil —musitó de nuevo.

Lily le dedicó una mirada de confusión por unos instantes para luego descender del automóvil sin esperar recibir la ayuda de su pareja, Peter pagó lo que debía por el transporte y se puso de pie al lado de la chica.

—¿Vienes nena? —inquirió, sujetando de la mano a la aludida, quien literalmente se quedó clavada en la acera.

—Quiero ir a casa —soltó la adolescente en un susurro apenas audible.

—¿A Omaha? —preguntó Peter.

—A la casa de mis abuelos —respondió la aludida—. Llévame Peter  —dijo, con mirada suplicante—, llévame para allá, por favor.

Peter le dio una mirada de tristeza, ¿Cómo llevarla a ese sitio sabiendo que ella solo se rompería más apenas entrar a ese lugar?

—Lily Lo, no puedo llevarte allí.

—¿Por qué? —preguntó la muchacha en forma demandante— ¡yo tengo derecho a estar ahí!

—Sí, mi amor, tienes derecho, pero no podemos ir allí, esa casa está siendo investigada por la policía, están recogiendo muestras, huellas dactilares… simplemente es imposible que estemos allí.

Lily puso los ojos en blanco y entró al hotel, y, desatendiendo el llamado de atención de la encargada de la recepción del lugar, se dirigió a la habitación donde se quedaba su novio, quien tuvo que detenerse a dar explicaciones sobre la actuación de la adolescente antes de poder seguirla.

—Lily, mírame —ordenó el muchacho en cuanto llego a la habitación—, mírame, Albright.

—Voy a darme una ducha —alegó la muchacha en respuesta.

Peter no dijo nada más, sabía que debía ser paciente, cualquier persona hubiese reaccionado en forma negativa por el comportamiento de su pareja pero él no lo haría, sabía que si ella estaba actuando como una perra con él, era porque no sabía cómo lidiar con el dolor, el mismo había reaccionado de esa manera cuando se enteró de la muerte de su hermana.

Justo estaba comenzando a sacar de su equipaje un suéter para prestárselo a Lily cuando ella profirió un grito en el cuarto de aseo. Al escucharlo, Peter corrió enseguida para ver lo que había sucedido y se encontró con una escena triste y dolorosa: Lily estaba agazapada bajo el chorro del agua helada, con la ropa puesta —ropa que estaba llena de sangre, sangre de George y Liliana— y mirándose las manos mientras la sangre escurría de sus cabellos.

—Lil —comenzó el adolescente, preocupado ante el deplorable estado de su pareja— nena, mírame.

Lily no reaccionaba, sus hombros se movían frenéticamente al ritmo de sus sollozos.

—Nena, mírame —susurró Peter arrodillándose al lado de la muchacha.

—Nunca me voy a perdonar no haber estado allí, yo debía estar ahí… yo debí morir con ellos, yo…

Peter la interrumpió plantando un beso en sus labios, no iba a dejar que ella siguiera lastimándose de esa forma y lastimándolo a el mismo ¿acaso ella no podía entender que si moría, su vida jamás volvería a ser igual?, ¿acaso no podía entender que, si ella moría, él iba a morir con ella?

—Lily, si no estuviste ahí, fue porque Dios quiso que así fuera, ¿no crees  que la persona que les hizo a tus abuelos no lo tenía planeado? Estoy seguro que todo lo hizo para verte sufrir.

—¿Quién crees que pudo ser, Peter?, ¿Quién crees que quisiera hacerme tanto daño?

—Creo que fue Joshua, Lily —respondió el adolescente sin titubear— estoy seguro que fue él quien hizo esto.

Lily le miro frunciendo el ceño, confundida, sabía que Peter detestaba a Joshua tanto como sabía que su padrastro era un maltratador de mujeres, pero, ¿un asesino? Se negaba a creerlo.

—¿Podemos salir de aquí, Lily? —susurró el muchacho mientras cerraba el grifo del agua— no quiero portarme como nena pero, el agua estaba helada.

Lily soltó una risita, ni en un momento tan triste para ella, Peter dejaba de lado su misión de hacerla reír, y es que él era lo único que lograba hacer más llevadero la situación que estaba atravesando.

Se pusieron de pie y salieron del cuarto de baño, se despojaron de la ropa que llevaban puesta —acción que requirió de todo el auto control del muchacho para no salir disparado a besar cada milímetro de piel desnuda de su novia, quien, aunque pretendía negarlo, estaba en la misma situación que el adolescente— y se colocaron algo para dormir, el chico se colocó un bóxer limpio  y un pantalón de ejercicio, mientras que Lily solo pudo cubrir su cuerpo con suéter de su novio.

—Esta era otra de las razones por las que quería ir a casa de los abuelos —musitó la muchacha— no me siento cómoda durmiendo así, contigo.

—¿Por? —preguntó el muchacho— ¿no te gusta el suéter?

—Lo que no me gusta es esta sensación de querer besarte sin parar, Peter —admitió la muchacha, sonrojada totalmente— se supone que no debo estar teniendo tantas ganas de hacerte el amor ¡estoy de duelo, por el amor de Dios! —vociferó, molesta y contrariada consigo misma.

—Chiquita —susurró el castaño luego de haber cortado la distancia que lo separaba de Lily para luego abrazarla y besar su coronilla— a pesar de que yo también me muero de ganas por estar contigo, no lo haré, sé que todo esto es doloroso y no quiero agregarte algo más para que te llenes de confusión —le sujeto el mentón, haciendo que la muchacha elevara su mirada y enfocara sus pupilas miel en sus ojos— tenemos un montón de años para poder estar juntos como queremos por delante.

—¿Y si nunca puedo? —preguntó la adolescente, con un quiebre de voz notable— ¿y si no puedo entregarme a ti nunca más? ¿y si cada vez que lo estemos haciendo me recuerdo de mis abuelos?

—Si eso pasa —susurró el muchacho—, si eso llegase a ocurrir, no me importara pasar el resto de mis noches abrazándote, consolándote y sujetando tu corazón.

Lily le miró y, al notar la convicción de la mirada de Peter no le quedo de otra que rendirse ante las evidencias: Sin ella esperarlo, sin tan siquiera soñarlo, había encontrado a su alma gemela, a su complemento, a su otra mitad, y eso le gustaba tanto como le aterraba, le aterraba porque no sabía si ella pudiese llegar a quererlo de la misma manera ¿o ya lo hacía y se negaba a aceptarlo?

—Te quiero Peter, te quiero —dijo antes de fundirse en un ajustado abrazo.

—Lo sé Albright, lo sé —respondió el aludido, sonriendo con suficiencia.

Lily le dio un golpe amistoso en el hombro al muchacho para luego recostarse uno al lado del otro.

—Laura retiró la denuncia en contra de Joshua —musito la muchacha antes de dormir— ya la policía no lo está buscando.

—¿Qué dices? —preguntó el muchacho, visiblemente contrariado— ¿Cuándo?

—Según mi abuelo, cuando estábamos viviendo en casa de  tus padres lo hizo ¿Greg no te dijo nada?

Peter no respondió, solo corrió hacia su teléfono y con desesperación marco el número de la casa de sus padres, eso no era posible, si eso era verdad, sus sospechas de que Joshua asesinó a los abuelos de su novia eran ciertas, él era quien la buscaba, ella no estaba a salvo para nada.

Sonia se despertó asustada al escuchar el sonido del teléfono, Greg en cambio, se enojó ¿Quién en su sano juicio llamaba pasadas la una de la madrugada?

—Hola —gruño el hombre al atender la llamada— no sé quién eres, pero ¡no molestes!

—Papá, soy yo, Peter, sucedió algo grave.

Greg abrió los ojos como platos, el tono de voz de su hijo hizo que se alarmara en seguida.

—¿Qué sucede hijo? ¿Dónde estás?

—Estoy en Ohio, con Lily.

—¡¿Qué?! —pregunto el mayor, sorprendido.

—¿Qué sucede hijo? —intervino la mujer, arrebatándole el teléfono a su esposo.

—Mamá, estoy en Ohio, con Lily —respondió el muchacho, tratando de no sonar alterado para no preocupar a su madre— por favor, dale el teléfono a papá, necesito hablar con él.

—Hijo, no sé qué haces allí, no entiendo por qué lo haces, no quiero juzgarte porque sé que amas a la chica pero…

—Papá, papá, los abuelos de Lily acaban de morir, ¿okey? —soltó el adolescente sin ningún tipo de filtro— y creo que fue Joshua.

—¿Joshua? —preguntó el mayor, nervioso, él había decidido no contarle lo sucedido sobre la decisión que había tomado Laura de retirar la denuncia que pesaba contra el hombre, más que nada porque estaba molesto y decepcionado con Lily, por haberse marchado.

—Si papá, Joshua ¿Por qué no me contaste que Laura había decidido retirar la denuncia, ah?—Interrogó el castaño, molesto— ¿no pensabas que el mal nacido no aprovecharía su libertad para maltratar a Lily, así como lo hizo con Gillian? —al escuchar esas palabras, Lily miró a su novio con una mezcla de confusión y sorpresa, ¿había escuchado mal o de verdad Peter unió a Gillian y a Joshua en una sola oración? ¿Qué sentido tenía?

—Hijo, escúchame, lo siento… —musitó el hombre en respuesta ante el reclamo de su hijo— mira, tu madre y yo vamos saliendo para allá.

—No te preocupes papá, quédate viviendo tu maravillosa vida en casa —soltó el muchacho con ironía— mañana me llevaré a Lily a Chicago y ahora mismo le voy a contar la verdad, porque si, para tu información, me importa un bledo la dichosa investigación que está haciendo la Agencia Federal contra ese criminal, yo voy a cuidar a mi novia por mi cuenta —espetó antes de colgar el teléfono que luego lanzo contra el diminuto sofá que había en la habitación.

—No entiendo nada, Peter —dijo la chica— ¿Por qué le hablaste así a tu papá? ¿De qué investigación estás hablando? ¿Por qué mencionaste el nombre de Gillian mientras hablabas de Joshua? Explícame, por favor, necesito respuestas, ahora.

Peter se encogió de hombros y, tomando todo el aire que había en sus pulmones, lanzó un suspiro: nunca debió dejarse convencer por sus padres, Lily era la primera interesada en saber lo que había sucedido con su hermana y porque la libertad de Joshua era tan peligrosa para ella.

—Lily, te voy a contar todo pero solo te voy a pedir que no me interrumpas.

La muchacha se limitó a asentir, preocupada por la forma en que su novio se estaba refiriendo a ella, debía ser algo grave.

Peter terminó por contarle todo lo que sabía de lo que Joshua había hecho, como había enamorado a esas dos chicas indigentes y las había asesinado y como hizo lo mismo con su hermana,  con el agravante de que, al menos con las otras dos chicas, solo había pasado poco menos de un mes a su lado y no las había maltratado antes de asesinarla, caso contrario a Gillian, ya que con ella había convivido por casi un año , periodo de tiempo donde la chica había vivido un infierno de maltrato, tal y como ella, su novia, había vivido.

—¿Entonces Joshua es un asesino serial? —preguntó la chica, aterrada— ¿Por qué no me lo dijeron?

—Lil, cariño, ya te lo dije, se está haciendo una investigación federal, mi padre me dijo que si te lo contaba, podrías arruinar todo.

—No lo acepto —dijo la chica sacudiendo la cabeza en señal de negación— ¡y menos de tu parte! —reclamó la adolescente— ¿así se supone que pretendes cuidarme?, ¿dejándome a merced de un asesino  pervertido y loco? ¡Seguro ese bastardo fue quien asesino a mis abuelos, y ahora viene por mí! —chilló— ¡te odio, Peter, te odio!

Se levantó de la cama, se colocó su pantalón sin importarle que estuviese empapado y salió de la habitación y del hotel, no podía perdonarle esa imprudencia a Peter ¿Cómo él podía dormir tan tranquilo sabiendo que la vida de ella pendía de un hilo?

Salió a la calle y enseguida paso un autobús, se subió al mismo y comenzó a dar vueltas por toda la ciudad, llorando, herida, no solo sus abuelos habían muerto, sino que ese hecho fue por su culpa, si ella no hubiera estado viviendo con sus abuelos, nada les hubiera pasado, ese era al menos el pensamiento que su mente, traumatizada por tantos años de maltrato, le hacía sentir.

—Señorita, ya mi turno se terminó —dijo el conductor del autobús, luego de que la chica estuviese en la unidad de transporte durante casi dos horas, sin parar de llorar— ¿quiere que la lleve al hotel de donde la recogí?

Lily levantó la mirada y observó a su alrededor, fijándose en que estaba cerca de la parada del autobús donde le correspondía bajarse para llegar a casa de sus abuelos.

—Me quedaré aquí —musitó la muchacha con la voz quebrada— gracias y disculpe la molestia —dijo mientras le tendía el dinero para pagar el servicio al conductor.

—No te preocupes hija —dijo el hombre, sintiendo lastima por la condición de la muchacha.

Detuvo el autobús y la chica bajo del mismo, dando un ligero asentimiento.

Cuando la unidad de transporte se había marchado, Lily comenzó a caminar hasta la casa de sus abuelos. Al llegar, vio que el lugar estaba todo acordonado, sin embargo, se saltó todas esas medidas y se recostó en el suelo del porche de la casa, sintiéndose frustrada de que sus abuelos nunca le hubieran dado llaves de la casa.

La chica no supo en qué momento se quedó dormida, solo supo que se despertó siendo sostenida por los brazos de Peter, su novio, quien estaba sollozando a su lado.

—¿Peter? —musitó, sorprendida.

—Perdóname Lil, —sollozo el muchacho—, soy un idiota, nunca debí obedecerle a mis padres y nunca debí dejarte venir, tenía que llevarte a Chicago, conmigo, perdóname por ser tan débil.

Se derrumbó en sus brazos y Lily no pudo hacer otra cosa más allá de abrazarlo y besarle, estaba siendo egoísta —pensó—, se había enfrascado tanto en su dolor que no se había fijado en cómo estaba lastimando al chico que más amaba en la vida.

—Tranquilo amor, tranquilo —dijo acunándolo—. Perdóname tu a mí por haberte dicho todas esas cosas horribles que no sentía —acarició su cabello e hizo que la mirara— te amo, Peter, te amo con toda mi alma.

Se miraron a los ojos por unos instantes y luego unieron sus labios en un beso, urgente y necesitado, tal y como el primero, entrelazaron su tristeza y su miseria, tratando de curar sus heridas con aquel gesto lleno de amor.

—¡Eres una descarada! —gruñó la madre de la muchacha, que estaba llegando a la casa de sus padres y se encontró con esa escena de amor protagonizada por su hija y su novio—. Mis padres acaban de morir en este lugar, y tú ¿no hallaste otro sitio para revolcarte con el bastardo de tu novio?

Lily alzó la mirada, asustada y triste, además de sorprendida ¿Por qué su madre se refería así a Peter?

—¡No le permito que ofenda a mi Lily! —vociferó el adolescente, molesto y poniéndose  frente a su novia, como si fuera un escudo— ¡Le exijo que le pida perdón a mi novia!

—Ja ja ja —rió la mujer con sorna— ¿Quién te crees tú para exigirme nada, bastardo? —pronunció, recalcando la última palabra— antes de exigirme nada, ve y obliga a tus tíos que te digan la verdad sobre tus padres.

Peter le dedicó  a la mayor una mirada de confusión, mientras que Lily sujetaba a Peter del brazo, tratando de alejarlo de la situación, no sabía cómo, pero ya la mujer se había enterado del secreto de Greg y Sonia.

—¿No lo sabes? —pregunto la mujer con ironía.

—No te atrevas, mamá —dijo Lily retando a su madre.

—¿Qué sucede Lil? —preguntó el muchacho, desviando la mirada a su novia— ¿de qué está hablando Laura?

—Mi amor, vamos al hotel por favor.

—¿A que le temes Lily? —Escupió la mujer con odio— ¿acaso tú sabes que Greg y Sonia no son los padres verdaderos de tu novio, sino que son sus tíos? ¿Por qué no se lo dijiste, ah?

Peter miró a las dos mujeres sin poder dar crédito a lo que escucho, pero al observar el gesto apesadumbrado de su novia se dio cuenta de la verdad, por algo nunca había visto fotos de Sonia embarazada, por algo no podía comprender la juventud de su madre a pesar de que su hermana era diez años mayor que él, por algo su padre se ponía triste cada vez que él se aburría cuando le contaba historias de su hermano fallecido, por algo él no tenía ningún parecido a sus padres y Gillian tampoco.

—¡Nunca te voy a perdonar Laura! —chilló Lily— no solo destruiste mi vida, trayendo a un criminal a la casa, sino que ahora lastimas al chico al que amo, ¡eres la peor madre del mundo!

En ese momento ambas mujeres iniciaron un duelo de miradas que fue interrumpido de forma abrupta cuando la presencia del monstruo que atormentaba la vida de la adolescente se ubicó detrás de Laura, sosteniéndola por los hombros.

—Hola Lily, ¿Cómo estás? —interrogó Joshua con una sonrisa lobuna en su rostro

NOTA: la novela está disponible para su compra en físico en www.autoreseditores.com/ libro/4327/jessica-gonzalez/vida-en-linea.html

'>—Nunca me iré de tu lado Albright -dijo el adolescente antes de besar los labios de su novia-. Estaremos juntos Lily, siempre y cuando tú así lo quieras.

—Te amo Peter —susurró la muchacha— te amo más de lo que alguna vez podré admitir.

Peter no dijo nada más, lo único que quería era grabarse en su memoria esas palabras de su chica, sin importar lo que ella hiciera en un futuro, él jamás la alejaría de su lado… sin importar lo que pasará en su vida, ella siempre estaría con él, ya que, en su mente, se imaginaba a Lily como el ángel destinado a hacerle compañía por el resto de su vida, y no la dejaría ir.

—¿Peter?

—Dime Lily.

—¿Quién crees que está detrás de todo esto?

—No lo sé, mi amor. ¿Tú abuela no te dijo nada?

—No, solo me dijo «él te está buscando»

Peter abrió los ojos como platos ¿será que…? No, imposible, su padre le hubiera avisado.

—¿No te dijo nada más?

—No.

—Vamos cariño, vamos rápido, tengo que hablar con papá.

Salieron rápidamente de la estación de policía y tomaron un taxi para que los llevase al hotel donde el castaño se estaba hospedando. Si sus sospechas eran ciertas, ni siquiera en Chicago la vida de su novia estaba asegurada.

NOTA: la novela está disponible para su compra en físico en www.autoreseditores.com/ libro/4327/jessica-gonzalez/vida-en-linea.html

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