Capítulo XXIII
CAPITULO RE-SUBIDO
Cuando Lily y Peter entraron a la cafetería tomados de la mano, generaron un efecto de giros de cabeza generalizados en toda la población estudiantil.
—No entiendo por qué nos miran tanto —musitó Lily, molesta ante la atención inusitada que le prestaban— ¿es qué nunca han visto a un par de novios?
—Si han visto parejas cariño —dijo el chico abrazando a su compañera—, pero debes entenderlos, nosotros somos la versión más joven y sexy de Brangelina.
Lily no pudo contener la risa.
—Habla por ti Wallace —bajó la mirada— tal vez tú seas más sexy que Brad pero entre Angelina y yo no hay punto de comparación...
—Pensándolo mejor, tienes razón Lily —coincidió el castaño, ante lo cual la muchacha se entristeció un poco—. Si, tienes razón Lily, ¿sabes por qué?
La chica negó.
—Porque tú no necesitas todo el maquillaje ni los tratamientos ni muchos menos el botox que ella se inyecta en los labios para ser bella, porque tú eres totalmente perfecta sin eso...
La chica no pudo evitar sonreír, ella sabía que no era fea pero estaba clara en que cualquier chica era más bonita que ella, era una del montón.
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—¿En qué piensas Lily?
La pareja ya estaba sentada en su mesa almorzando y Lily se había quedado mirando a la mesa vecina, ocupada por su amiga Amy, Mary Elizabeth y los otros chicos que actuarían en la obra.
—Extraño mucho a Amy —respondió la chica con honestidad—. Extraño poder hablar con ella de todo...
—¿Por qué no le hablas cariño? —Preguntó el muchacho, preocupado por el semblante triste que el rostro de la castaña estaba adquiriendo.
—No sé Peter —contestó Lily mordiéndose el labio—, no he hablado con ella desde que fue a verme en el hospital hace ya casi un mes, así que supongo que nuestra amistad no era tan a prueba de todo, como yo creía
—No digas eso Lily —Dijo el muchacho, acariciando los nudillos de su novia— es más, deberías ir a hablar con ella ahora mismo.
—¿Tú crees? Cuestionó la muchacha, dubitativa.
—Sip —Respondió el aludido, sonriendo— estoy más que seguro.
La chica se levantó de su asiento y caminó hasta la mesa de su amiga.
—Amy... ¿podemos hablar?
La rubia alzó la mirada y se encontró con una nerviosa Lily, mordiéndose el labio.
La chica no respondió, sólo le indicó la silla del frente suyo para que se sentara.
—Okey... —Comenzó la castaña.
—No estoy enojada contigo Lily —le interrumpió la rubia— sólo estoy dolida —suspiro— me has estado apartando de tu lado y ya prácticamente no sé nada de ti, vamos, ¡ni siquiera me contaste lo de la foto! —Dijo levantando la voz— si me lo hubieras contado, yo hubiese podido ayudarte.
—Lo... lo siento —dijo la chica, mientras se tragaba un nudo en la garganta.
—No hay nada que perdonar Lily —dijo Amy, fijando en su amiga sus azules ojos— sólo no quiero que me alejes de nuevo, ¿te queda claro?
La chica no pudo evitar sonreír, se puso de pie, rodeo la mesa y estrecho a su amiga en un fuerte abrazo, ante los aplausos y chiflidos del resto de los ocupantes de esa mesa, incluyendo a Mary Elizabeth.
—Okey, no te emociones tanto —dijo la rubia— que aún tienes que contarme muchas cosas, incluyendo que hay con cierto capitán de cierto equipo de baloncesto —Le guiño el ojo, sonriendo en dirección a Peter.
—¡Trato hecho! —exclamó la castaña.
—De acuerdo, esta noche tú y yo tendremos una pijamada en mi casa donde hablaremos de todo —afirmó la rubia— y no acepto un no por respuesta, ¿de acuerdo?
—Okey —respondió Lily.
—Perfecto —dijo la rubia— a las ocho y treinta paso por tu casa.
Se levantó de la mesa seguida de Mary Elizabeth y el resto del grupo de teatro.
—¡Ah Amy! —Gritó la castaña antes de que su amiga se fuera— quiero pedirles disculpas, de no haber sido por mí, la obra se hubiese estrenado este viernes...
—No te preocupes Lily —dijo la rubia sonriendo— era lo menos que podíamos hacer, tú eras nuestra protagonista y no nos sentíamos bien sabiendo que no estarías en la obra, por puro capricho de la directora y de la comunidad escolar... es más, haremos algo más divertido en su lugar.
Se fue de allí sonriendo y Lily caminó hacia Peter para abrazarlo.
—Gracias Peter, muchas, muchas gracias —dijo, antes de darle un beso corto.
—No hay nada que agradecer Lil —dijo abrazándola por las caderas—. ¿Vienes hoy a mi casa en la noche? Mi mamá va a preparar lasaña, y, además —le susurró al oído— extraño dormir abrazándote.
La chica sintió una fuerte emoción recorriendo su espina dorsal, la ronca voz de Peter al susurrar en su oído, no ayudaban en nada a sus hormonas adolescentes.
—Será otro día Wallace —susurro ella en respuesta— eso es lo que más he extrañado en estos días.
Se besaron de nuevo en los labios para luego salir de la ya casi vacía cafetería abrazándose.
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—Lily, Lily.
Peter había esperado a su novia para llevarla a su casa, y ella se había quedado dormida durante el trayecto. Desde que ocurrió el ataque, Sonia le había prestado su auto al muchacho para que no dejara sola a Lily.
—¿Uhm? —musito la castaña, adormilada.
—Ya llegamos bebé.
La chica terminó de despertar y se bajó del auto, precedida por su novio, luego de que éste le abriera la puerta.
—¿Puedo pasar?
Lily ya había cruzado el umbral de su casa, dejando del otro lado a su novio.
—Uhm... no sé Peter... mami no está.
—Prometo irme antes de que Laura llegue —Dijo el chico poniendo su mejor cara de cachorrito tierno.
Lily no pudo aguantar la risa y, tomando la mano de Peter, entró a su casa, cerrando la puerta tras de sí.
La pareja subió las escaleras que conducían a la habitación de la joven besándose, cuando llegaron a la recámara, Lily entró primero y el muchacho la siguió, cerrando la puerta con seguro.
—A mami no le gusta que hagamos eso mi amor —murmuro la chica, con la respiración acelerada.
—Lo... lo... sé... —Dijo el chico mientras repartía besos en el cuello de su novia— hoy quiero ser rebelde.
La chica sonrió ante esas palabras y, enredando sus dedos en el cabello de su novio, intensificó el beso.
En menos tiempo del que hubiesen podido esperar, los jóvenes perdieron por completo la cordura. Peter comenzó a meter la mano por debajo de la sudadera que la chica llevaba, al tiempo que Lily hacia lo mismo con su camiseta.
—Te... te amo Lily.
La chica mordió ligeramente el labio del muchacho, haciendo que la sonrisa de este se ampliará.
El chico guió con cuidado a Lily a la cama y, sin romper el beso, se recostó suavemente sobre ella.
—Lily —dijo Peter separándose ligeramente de los labios de la chica, poniendo sus manos a ambos lados del rostro de la chica— ¿me dejas continuar?
La chica lo vio fijamente a los ojos, muy en su interior ella tenía la certeza de que eso iba a suceder tarde o temprano, que deseaba que fuera él y que él la cuidaría, pero por otro lado, la sensación de repulsión que sentía ante cualquier tipo de contacto íntimo por lo sucedido con Joshua y con el chico de la tormenta estaba muy metida entre los pliegues de su conciencia ya que, aunque no quisiera aceptarlo, esos dos personajes habían llegado a su vida para robar su inocencia.
A pesar de eso, la chica insistió un poco más, no iba a darles el placer a esos tipos de destruir su vida ni su relación con Peter, así que, en respuesta a la interrogante de su novio, intensificó el beso y comenzó a jugar con el dobladillo de la franela del chico.
—Li... Li... Lily... me estás matando —exclamo un excitado Peter justo antes de que la chica le quitara la parte superior de su atuendo.
—Te amo Peter —dijo la chica mientras besaba el hombro de su novio con pasión.
El chico no pudo más, se había controlado demasiado pero cada beso, cada caricia, cada toque de Lily no hacían nada por ayudar a su cordura, y así fue como terminó por quitarle la sudadera que la chica llevaba.
Y así fue cuando comenzó el final.
En cuanto Peter comenzó a acariciar la sensible piel de los pechos de la chica, ella comenzó a revivir mentalmente el ataque, y, en especial, las palabras de Joshua cuando éste estaba haciendo lo mismo que estaba haciendo su novio.
La chica comenzó a llorar en silencio, estaba dividida entre el deseo de que su novio le hiciera olvidar su pasado y el asco que su mente le hacía sentir ante esa situación. Justo cuando Peter levantó la mirada para ver si ella aprobaba que le quitara el sujetador, se encontró con el rostro lleno de lágrimas de la muchacha.
—¿Lily...? —Comenzó—, cariño...
La chica no pudo contenerse más y terminó derrumbándose en los brazos de Peter.
—Lo... lo... lo siento —dijo entre sollozos.
—Shh —le interrumpió el chico— chiquita, ¿por qué te disculpas, ah?
—Por... porque tú querías y... y... aunque tú me pediste que te detuviera, yo...
—Tú no lo hiciste... y eso si me enoja Lily, ¿por qué dejaste que siguiera si, claramente, no querías?
—¡Es que si quería! —Chillo Lily.
El chico se le quedó mirando, pensativo.
—Es... es por Joshua, ¿cierto?
La chica no pudo responder, se largó de nuevo a llorar, Peter había dado justo en el clavo.
—Lily, amor, mírame —el castaño sostuvo la barbilla de la chica para hacer que lo mirase— Lily, tranquila mi amor, tranquila.
—No puedo Peter —murmuro la chica— no puedo calmarme cuando sé que tú tienes necesidades que, evidentemente, no puedo cubrir.
—Lily, bonita —beso su coronilla— lo único que yo necesito es que me ames, que me regales una sonrisa, que me beses, hasta que me critiques cuando te digo que apesto en química —sonrió— del resto, todo esto —dijo apuntando a la ropa que se habían quitado y que estaba esparcida por el suelo de la habitación—, no podría importarme menos —Le dio un beso en los labios—. Lo único que necesito es que tú seas feliz.
Lily volvió a llorar, está vez de felicidad.
—¿Qué hice yo para merecerte Peter? No sé qué hice yo de bueno para que quieras tan siquiera considerarme alguien en tu vida.
—¿Sabes lo qué hiciste, Lily? —dijo mirando los llorosos ojos de su novia— me regalaste la dicha de saber que, a pesar de que la vida apesta a veces, si una persona me regala una sonrisa, todo va a mejorar, y más si esa persona eres tú.
La chica lo abrazo y le dio un beso, lento y perfecto para luego acomodarse en su pecho.
—Antes yo quería que eso pasará en Nueva York, un mes antes de mi graduación en la universidad, y luego de que mi novio me pidiera matrimonio.
—¿Y ahora? —Preguntó Peter mientras trazaba círculos en la espalda de la chica.
—Ahora... ahora quiero que seas tú —afirmó Lily, mirándole a los ojos— no importa cuándo ni dónde, sólo quiero que seas tú.
El muchacho miró a la chica, sorprendido por su respuesta.
—Para mí hubiese sido un placer que tú hubieras sido la primera, pero ese no es el caso.
—¿Quieres hablar de ello? —Preguntó la muchacha preocupada por el gesto triste de su novio.
—Nunca se lo he contado a nadie —dijo el chico, mirando a un punto fijo del techo— pero tú me has contado todo y, creó que es justo que tú lo sepas.
Lily acaricio la mejilla de Peter, haciendo que sus intensos ojos se clavaran en ella.
—Cuando tenía ocho, Gillian ya no vivía con nosotros y mis padres siempre eran invitados a fiestas y, como yo era muy hiperactivo, no podían llevarme con ellos, así que decidieron contratar a una niñera. Todo era genial al principio, ella me ayudaba con mis tareas, me leía cuentos, jugábamos todo el tiempo y veíamos televisión hasta tarde.
El chico se detuvo, suspiro y se sentó en la cama, haciendo que Lily le siguiera, sentándose frente a él.
—Pero una noche, todo cambió —continuó Peter—. Esa noche, yo fui a dormirme temprano porque había estado practicando baloncesto y estaba agotado, mi niñera aprovechó eso para traer a su novio a mí casa para bueno, tú sabes, acostarse con él, pero en su lugar, el chico aprovecho la visita para terminar con ella, ella quedó destruida después de eso y, cuando ese tipo se marchó, ella entró a mi habitación.
Peter se detuvo de nuevo, mirando los pliegues que se hacían en la sábana esta vez.
—Ella se metió en mi cama y... comenzó a tocarse. Yo desperté al sentir el ruido y el movimiento y me quedé helado ante semejante escena... intenté salirme de la cama, pero ella se dio cuenta y, tomándome la mano, me obligó a quedarme ahí con ella y... a tocarla.
Lily se llevó las manos a la boca, sorprendida ante tal confesión.
—¿Qué... qué más pasó? —Logró preguntar la muchacha.
—Cuando al fin terminó, la chica se levantó de la cama, me dio un beso y se fue. Yo me quedé confundido pero no dije nada, supuse que no había nada de malo en eso, pero, cuando esas cosas se repitieron una y otra vez, y, sobre todo, cuando ella comenzó a tocarme, supe que eso era malo.
La chica acaricio el rostro de Peter, ahora era él quien lloraba.
—Yo nunca les conté a mis padres, sabía que era una violación lo que esa muchacha hacía, pero, cómo decir: «Hey papá, Hey mamá, ¿sabes que la niñera me obliga a hacerle cosas y que ella también me hace cosas cada vez que nos dejan solos? » O mejor, «saben, ya no soy virgen, mi niñera me ha obligado a tener sexo con ella desde hace mucho».
El chico comenzó a llorar y Lily solo atinó a abrazarle, sorprendida ante lo que éste chico acababa de contarle. Ella pensaba que lo único que tenían en común era que ella, al igual que la hermana de Peter, había sido maltratada, pero no, también tenían en común que, tristemente, ambos habían sido víctimas de abuso sexual.
El chico comenzó a besarla y ella se dejó llevar, ambos necesitaban el uno al otro para curar sus heridas; con cada pieza de ropa que se quitaban, sentían algo que iba más allá que una sensación tan superficial como lo era la lujuria, ya que, en su lugar, sentían que sus almas se entrelazaban, curándose lentamente sus heridas en el proceso.
Cada caricia, cada beso, los hacia explorar cada nuevo rincón de su mente, borrando además cada sombra de dolor que se cernía sobre ellos, creando, en el caso de Lily, un dolor diferente, un dolor que con lentitud, con la misma lentitud y paciencia con que Peter la exploraba, se iba convirtiendo en algo que sólo podía definirse como placer.
Cuando todo acabó, ellos habían dejado de ser dos para convertirse en una sola alma que, entre gemidos y gritos ahogados, se demostraban su amor en la forma más carnal, pura y espiritual que conocían.
—¿Te sientes bien? —Preguntó Peter cuando ella se acomodó en su pecho.
—Sí —susurro ella— sólo estoy cansada —respondió la aludida, besando los pectorales de su novio, entrelazando sus piernas con las de él.
—Descansa cariño, yo cuidaré de ti.
—Buenas noches Wallace, te amo —musitó la muchacha, sintiendo como sus parpados se hacían más y más pesados.
—Buenas noches Albright —murmuro él en respuesta— te amo mucho, mucho, mucho.
Y eso fue todo lo que dijeron antes de que Morfeo, en sus brazos, se los llevara a ambos en medio de recuerdos de lo que había ocurrido entre ellos y que se quedarían grabados para siempre en sus corazones.
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