Capítulo XXI
CAPÍTULO RE-SUBIDO
—Y bien Peter, ¿ya estás un poco más tranquilo?
Sonia y su hijo iban rumbo a su casa, habían dejado el hospital atrás casi veinte minutos antes, Greg se había marchado también pero él se fue a la estación de policía, debía ponerse al corriente con la investigación.
—¿Uhm? —Preguntó el chico, que iba totalmente distraído, su mente viajando hacia las palabras y acciones de Lily.
—Qué si ya estás más tranquilo —respondió la mujer con una risita burlona.
—Si... creó que si —musitó el chico en respuesta.
—Hijo... ¿qué va mal? Estas muy callado y pensativo.
El castaño dudó unos instantes en responder.
—Uhm... nada… mejor dicho, todo —dudó— uhm, mamá... no lo sé —Admitió— estoy confundido.
—¿Quieres contarme? —preguntó la mayor con sutileza.
—Verás mami —comenzó el chico— cuando Lily despertó, me emocioné tanto que intenté robarle un beso, internamente sabía que estaba mal, que la estaba presionando demasiado, pero yo, como todo iluso, creí que ella también quería lo mismo, pero no, todo lo contrario, lo que ella hizo fue rechazarme, exigiéndome que me alejara de ella.
La mujer le dedicó una mirada comprensiva.
—Cariño, supongo que estas molesto o triste pero debes entenderla... ella ha pasado por mucho y debe estar muy confundida, tratando de recomponer todo lo que está roto en ella, sólo es cuestión de tiempo para que esa chica vuelva a ser la Lily que recuerdas, ¿me explico?
El chico asintió y suspiro, solo esperaba que su madre estuviese en lo correcto.
Llegaron a su casa cuando los últimos rayos del sol surcaban el horizonte, parecía que era más tarde pero, habían sucedido tantas cosas y en tan poco tiempo que cualquiera creería que el día se había congelado.
Al llegar a su habitación el chico se dio un baño, se cambió de ropa y se colocó una franela blanca y su pantalón de deporte negro, se tiró en la cama e inconscientemente se abrazó a la almohada donde Lily había apoyado la cabeza el día anterior... todavía olía a ella así que se abrazó a la almohada, dejándose embriagar por el aroma de vainilla que las fundas emanaban, tratando de sentir que lo que estaba abrazando era a Lily y así, en medio de pensamientos de risas, besos, cabellos castaños y perfume de vainilla fue dejando que el sueño se lo llevará poco a poco.
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—¡Está sopa de pollo está deliciosa mami!
El chico se acababa de levantar, había dormido una hora más o menos y ahora se preparaba para cenar y posteriormente hacer sus deberes.
—Gracias hijo, como sé que estás un poco triste, supuse que una buena sopa de pollo te animaría, como siempre lo hace —le guiño el ojo.
—Por momentos como estos es que digo que no me voy a casar mamá —rió el castaño— ¿qué otra mujer me va a cuidar como tú?
—Seguro Lily lo va a hacer —se burló ella.
—No lo sé mamá... después de lo que pasó hoy, no sé si ella querrá estar conmigo.
—Tranquilo querido —dijo acariciándole la espalda— ya verás que sí, solo dale tiempo y espacio.
—Lo haré —sonrió con pesar— lo único malo es que me va a tocar trabajar en la tienda para pagar un vestido que seguramente desapareció.
—Eso te pasa por tratar de conquistar a una chica a fuerza de regalos —se carcajeo la mujer.
—Si claro mamá —rodó los ojos— con este cuerpo y este rostro no necesito de regalos para conquistar —bailó las cejas graciosamente.
—Oh querido, no cambies nunca... le alegras el día a cualquiera.
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—Lily, tienes que comer —Le regañó Laura— ¿o es que quieres quedarte hospitalizada por mucho tiempo?
—¡Lo que quiero es morirme mamá! —Lloró— ¡déjame sola! —gritó.
Luego de que Laura saliera de la habitación, Lily se derrumbó, se sentía rota, no sólo física sino emocionalmente, y, el hecho de que su mamá, cuando entró a la habitación donde estaba internada, lo primero que dijo fue «al menos me quedas tú» y que luego le explicó que Joshua la había abandonado, le hirió profundamente, ¿cómo asumir las palabras de su madre sin antes haber aceptado que se le estaba considerando un jodido premio de consolación?
Se quedó reflexionando sobre todas las cosas que le habían pasado ese día: despertar siendo abrazada por Peter, que Sonia la considerará lo suficientemente importante para contarle un secreto familiar muy valioso, Peter pidiéndole que se mudara con él, la fotografía alterada, la burla y los rumores que ella generaron, la fría mirada de Peter, la conversación con Brandon, la expulsión... los golpes de Joshua y sus compinches... las amenazas que recibió... el dolor paralizante que sentía en su cuerpo cuando Joshua y compañía la dejaron tirada y esperando su muerte, que lo primero que vieran sus ojos al volver en sí hubiese sido Peter llorando por ella, todo, todo.
Lo que más dolor le generaba era que Peter estaba involucrado en sus mejores y peores momentos de su día, siendo el causante de los mismos si de los momentos buenos sé trataban o siendo el menos triste de sus momentos malos... y lo peor era que tenía que alejarlo de su lado, para protegerle.
—¿Te gusta ah? ¿Te gusta perra?
Joshua estaba acostado sobre la adolescente, manoseando sus pechos; los compañeros del hombre habían hecho una pausa de la paliza para drogarse, pausa que Joshua utilizó para sacar afuera sus deseos morbosos, tomando ventaja del hecho que ella no podía moverse por culpa de sus costillas rotas.
—¡No! —Gritó la chica— ¡nunca me gustó, no me gusta y jamás me va a gustar que me toques jodido loco!
—Ah claro —dijo Joshua poniéndose a horcajadas sobre ella y tomándola del cuello— que yo te lo haga te desagrada pero si lo hace el tal Peter te encanta.
—Nunca lo hemos hecho —admitió la chica, tras recuperar un poco el aliento— pero créeme, cuando lo haga, voy a vivir el mejor momento de mi vida, ¡mal nacido!
La chica juntó toda la valentía que tenía de reserva y le empujo con fiereza para luego escupirle.
En ese momento los compañeros del hombre volvieron, él se puso de pie y entre todos empezaron a patearla...
—¡Nunca maldita! ¡Nunca vas a ser feliz con ese bastardo! —Gritó el hombre mientras le pateaba la espalda, siendo esas patadas las que originaron la lesión renal que ella tenía— si tengo que matarlo, créeme que no me va a temblar el pulso —sonrió de lado— creó que tú sabes mejor que nadie que no estoy jugando.
Ese comentario le hizo perder la última gota de auto control que tenía y rompió a llorar, si bien era cierto que perder la vida de esa forma era horrible, nada era peor que la simple idea que, por culpa del amor que sentían el uno por el otro, Peter tuviera que morir... No lo permitiría, si lograba sobrevivir, no dejaría que eso pasará, incluso si debía alejarse de él.
Por ese motivo rechazó el beso que éste quiso darle, si nada de eso hubiera pasado, ella le hubiera devuelto el beso, por ese motivo ella le habló tan severamente, de Joshua no haberle amenazado con la vida de Wallace, se hubiera apoyado en él para superar su dolor.
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Ya ha pasado una semana del incidente y todo ha seguido su rumbo, Laura se tomó una licencia de dos semanas para cuidar a su hija, las investigaciones han estado estancadas pues cada vez que le preguntan a Lily la identidad de los atacantes, la chica rompe en llanto, víctima de un ataque de pánico.
Por su parte, Peter ha permanecido alejado, respetando el espacio de Lily, los primeros dos días intentó ir a verla pero no pudo, la chica ordenó expresamente que no lo dejarán pasar a su habitación, él estaba convencido que, al haber dudado de ella y no haberla defendido de las ofensas de sus compañeros del equipo, había arruinado toda oportunidad de relación con la castaña.
Por otra parte, se vio obligado a trabajar para pagar el vestido, finalmente la muchacha al salir expulsada de la escuela, lo había dejado encerrado en su casillero además de que, cuando fue a entregarlo en la tienda, la encargada dijo que ya no podía aceptarlo pues había llegado una nueva colección y no podía exhibir el vestido junto con el resto de los trajes que vendía.
El viernes fue el partido de baloncesto, previo al mismo le dedicaron unos minutos para enviarle deseos de pronta recuperación a Lily, con el coro escolar con Mary Elizabeth en la delantera cantando la canción favorita de la joven.
El equipo de Peter ganó, con una inspirada participación de su capitán. Al término del partido le hicieron una entrevista para la televisora local y le preguntaron a quien le dedicaba el triunfo, a lo que él respondió que se la dedicaba a «una chica de ojos castaños y perfume de vainilla que le robó el corazón».
Ya era domingo y por fin el muchacho estaba libre del trabajo, sus padres estaban planeando una salida de campo cuando Sonia recibió una llamada de una desesperada Laura.
—Hola Laura, ¿cómo te va?
—Mal Sonia —sollozo la mujer de ojos verdes del otro lado de la línea— Lily está bastante alterada, acabamos de llegar del hospital y está rompiendo cosas —de fondo se escuchaban gritos, gruñidos y objetos cayendo, parecía que en lugar de una adolescente, había un animal enjaulado— ¿puedes decirle a tú hijo que venga? Lily no quiere calmarse, ni siquiera porque está lastimada... y tengo miedo de que se haga más daño...
—Okey Laura, tranquila, Peter y yo ya vamos para allá.
—¿Qué sucede amor? —Preguntó Greg acariciando los nudillos de su esposa.
—Si mami, ¿qué pasa? ¿Le pasó algo a Lily? Estás muy alterada —Dijo Peter, nervioso ante la expresión descolocada de su madre.
—No lo sé hijo —dijo la mujer encogiéndose de hombros— al parecer está pasando por un ataque de ira y Laura no puede controlarla, me pidió que te llevara para ver si tú logras que se tranquilice.
—No creo mamá —dijo el joven bajando la mirada— ¡ni siquiera ha querido hablar conmigo en todos estos días! — Gritó, lleno de frustración.
—¿Y te darás por vencido tan rápido hijo? —Preguntó su padre con una risita— vamos hijo, ¡anímate! Está es tu oportunidad —le guiñó un ojo.
Sonia y Peter se despidieron de Greg y se marcharon a casa de Lily.
Al llegar a su destino, se encontraron con una escena salida casi de una película de terror: Laura estaba en el porche de la casa, llorando descontroladamente, meciéndose hacia adelante y atrás y tapándose los oídos, mientras que los gritos de rabia provenientes del interior de la residencia servían de banda sonora.
—¡Oh mi Dios! —Exclamó Sonia— no sabía que esto era tan grave...
—No te preocupes mamá, voy a tratar de averiguar qué es lo que sucede, tú quédate cuidándola —ordenó el adolescente, mirando a Laura con restos de rencor acumulado.
Entró a la casa y subió las escaleras de dos en dos, no tuvo necesidad de tocar, la puerta estaba abierta.
Su mandíbula parecía que se caería al piso al observar todo el lugar: los montones de hojas que la chica tenía pegado en la pared, ahora yacían en el piso, rotos e ininteligibles obviamente, la bola de nieve que la chica tenía en la mesita de noche al lado de su cama y el móvil que colgaba del techo compartían el mismo destino, al igual que varios frascos de perfumes.
—¡Lily! —Exclamó el castaño con un tono de voz más alto del que pretendía usar— ¿qué se supone que estás haciendo?
La chica poso sus ojos en él, su gesto se descolocó por completo, parecía un ciervo encandilado por los faros de un auto, su respiración era agitada y, por el dolor en sus costillas, apenas podía respirar.
—Qué... ¿Qué haces aquí? —titubeo.
—Yo... yo vine a arreglarte...
Esas palabras y el gesto del chico de fragilidad y honestidad hicieron que el muro que Lily había pretendido levantar desde la amenaza que le dio Joshua el día del ataque, se derrumbaran haciéndose añicos.
—¡Peter! —exclamó la chica entre sollozos, antes de fundirse con el castaño en un abrazo— yo... yo... lo sien...
—Shh no, linda —interrumpió el chico de ojos marrones que ahora estaban comenzando a inundarse— no tienes nada de que disculparte... si alguien debe pedir perdón aquí soy yo por haber sido un idiota y hacerte sentir menos... te juzgue, te hice a un lado y no te defendí de mis amigos... si tú no hubieras sobrevivido yo...
La chica se puso de puntillas y empujo el rostro del chico para que pudiese quedar lo más a su altura posible y así poder besarle. —No pienses en ello cariño —secó las lágrimas del chico que comenzaban a surcar su rostro— ahora estoy aquí y eso es lo que importa, estoy aquí y estaré contigo mucho tiempo.
Se abrazaron otra vez y se besaron de nuevo en los labios, por más que intentarán, no podían alejarse, se necesitaban, mucho más de lo que alguno podía ser capaz de admitir.
—Lily — dijo Peter aclarando su garganta y sentándose en la cama de la chica, haciendo un espacio para que ella lo imitara— ¿por qué hiciste todo esto? —Preguntó señalando el desastre en que se había convertido esa habitación.
—Porque —suspiró— porque me duele vivir Peter, me duele vivir y saber que para mi madre no soy más que un premio de consolación.
Comenzó a contarle como su madre le dijo que al menos se conformaba con que ella estuviera viva, como veía llorar a Laura todas las noches que pasaron en el hospital mientras que ella fingía dormir y como Laura le dijo durante todo el trayecto a casa que, lo único que necesitaba para ser completamente feliz, era que Joshua volviera a casa.
La chica rompió a llorar y se cobijó en los brazos del muchacho que le miraba frunciendo el ceño y apretando los nudillos, lleno de rabia y frustración ante el trato tan desarraigado de Laura para con su hija.
—Cariño... sé que no debo preguntarte esto, y sé también que no puedo obligarte a que me respondas pero... ¿fue él, verdad? ¿Fue Joshua quién te atacó?
Como en todas las ocasiones en que la policía le había preguntado, la chica rompió a llorar de manera descontrolada, los oficiales a cargo del caso no lograban entender por qué pasaba eso, al menos no por completo, pero Peter si lo entendió: sus sospechas eran ciertas, Joshua había sido el atacante pero la muchacha había quedado tan asustada, tan traumatizada, que no podía hablar.
—Ya cariño, ya —dijo acariciando la espalda de la chica y acunándola en sus brazos— tranquila bebé, ya pasó, yo estoy aquí, tranquila, tranquila.
Poco a poco Lily fue relajándose y acostándose en la cama para poder dormir, ésta vez, llevándose consigo al muchacho quién no podía poner resistencia. Cuando la chica estaba a punto de dormirse, Peter estuvo a punto de marcharse, pero la voz de una adormilada Lily, le hicieron detenerse.
—Peter quédate conmigo, por favor —dijo la castaña mordiéndose el labio— no quiero dormir sola, necesito que me abraces.
El chico sonrió ampliamente para luego quitarse los zapatos y acostarse al lado de Lily, quién no demoró demasiado y apoyó su cabeza en el pecho de Peter.
—Buenas noches Wallace. —musitó la chica.
—Buenas noches Albright —suspiró— te quiero.
Los chicos se quedaron dormidos y abrazándose, ante la mirada sorprendida y soñadora de sus madres, quienes habían subido a averiguar qué había sucedido y porque se había acabado el ruido que provenía de la habitación. Ellos, sin darse cuenta cómo ni porque, estaban curando y arreglando las heridas que tenían muy dentro de su corazón, no era simplemente cariño o atracción, era algo más profundo, real y verdadero.
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