Capítulo XIII
CAPÍTULO RE-SUBIDO
El chico salió de su casa y comenzó a vagar por la ciudad, ni siquiera levantaba la mirada... era como si se hubiera convertido en un muerto viviente... como si le hubieran arrancado el corazón.
¿Por qué? ¿por qué la vida era así? se suponía que con el tiempo iba a poder olvidar lo ocurrido con su hermana, o que tal vez lo aceptaría, pero ahora, que sabe que el tipo que asesinó a su hermana era el mismo que estaba maltratando a Lily, le destrozaba... y lo peor es que él estaba claro, tenía que contarle esa verdad a Lily así que esa no era la duda, la duda era como lo tomaría ella, después de todo, no debía ser fácil aceptar que, quien quiere violarte es también un asesino...
Caminó sin rumbo fijo casi todo el día, de tanto en tanto se detenía para mirar a las parejas que pasaban por su lado, parejas de jóvenes, parejas con niños, hasta un par de parejas de ancianos con las que se tropezó cuando iba distraído, en fin, un universo de parejas, todos diferentes pero con una cosa en común: Más que felicidad, irradiaban libertad.
¿Alguna vez Gillian y Joshua se sintieron así? —se preguntó— ¿alguna vez yo también tendré a mi lado a alguien que me haga tan feliz, tan libre? ¿Lo logrará Lily? Lily, Lily... últimamente se había hecho un espacio en la mente y en el corazón del joven, quien quería creer que solo era porque se sentía culpable de haberla humillado durante mucho tiempo.
Sin darse cuenta del paso de las agujas del reloj, estaba comenzando a caer la tarde, ¿cuándo había sido la última vez que había salido de su casa sin haberle informado a sus padres hacia dónde iba? Tal vez debía remontarse un año hacía atrás, justo en el tiempo en que hizo aquel infame viaje a Nueva York, usando la tarjeta de crédito de su madre para rentar un auto.
Su mente estaba comenzando a viajar a esos días cuando vio a un chiquillo practicando baloncesto en una cancha cercana a la banca del parque donde se había detenido a descansar.
—¿Cómo te llamas bebé?
El chico se había dejado llevar por un extraño sentimiento que había nacido en su interior, una mezcla de curiosidad, ternura y ansias de proteger a aquel pequeño que apenas le llegaba a la cadera, y se acercó hacia donde el niño estaba jugando.
—Mami me dice que no hablé con desconocidos —dijo el niño tratando de ocultarse, un poco asustado.
—Y hace bien —sonrió el joven—, pero yo soy un amigo, no debes dudar de mi...
El chiquillo de ojos verdes y cabellos rojizos alzó la mirada y, ante el semblante sonriente de Peter contestó: —Me llamo Ed —extendió su manita en forma de saludo— ¿tú cómo te llamas?
—Me llamo Peter —dijo estrechando la mano del niño en respuesta— ¿Te puedo decir Eddie?
—Sip —dijo él aludido, haciendo que el castaño recordase de inmediato a Lily, ella también respondía así cuando algo le emocionaba.
—Uhm... ¿quieres que te enseñe a jugar? —dijo apuntando el balón en manos de Ed.
—¿Lo harías? —respondió el niño, con los ojos brillantes, llenos de ilusión.
—Claro Eddie —le sacudió el cabello—, por eso te lo ofrecí.
Sin decir nada más, comenzaron a jugar, al principio el niño no entendía muy bien las explicaciones del chico, pero no habían transcurrido ni quince minutos cuando Ed estaba haciendo pases y driblando el balón como todo un experto, ese niño sería su sucesor en el equipo sin dudas, pensó Peter en su fuero interno.
—Lo único que no puedo hacer es encestar —dijo el menor jadeando por el esfuerzo.
—¿Cómo qué no? —respondió el adolescente con una sonrisa— ven aquí.
Acto seguido, cogió al niño en brazos, comenzó a parlotear como si estuviera narrando un partido de baloncesto y el equipo para el que jugaba Ed estuviese perdiendo, cuando faltaba poco más de un metro de distancia al aro, comenzó a decirle al niño que encestara el balón para que pudiera ganar, petición ante la cual el niño respondió encestando la pelota y riendo emocionado.
—¿Ganamos? —preguntó Ed.
—Si Eddie, ganamos —respondió el castaño con melancolía.
Instantes después apareció la madre del pequeño. Luego de pedir y recibir todas las explicaciones que la situación ameritaba por parte de la mujer, se despidió de ambos, no sin antes pedirle al niño que practicara mucho.
Luego de que Ed se fue, Peter se quedó fijo mirando el horizonte... justo lo que acababa de hacer con ese niño fue lo mismo que, en su momento, hizo Gillian con él... si estaba buscando una señal, definitivamente ese gesto encajaba a la perfección... debía decirle a Lily lo que sabía de Joshua, y ella iba a tener que escucharlo.
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Lily estaba en su habitación conversando con Amy. Cuando le contó que había discutido con Peter y que estaba sola en casa, la rubia no tuvo mejor idea que ir a acompañarla, con varios tarros de helado de chocolate encima, como si se tratará de un caso grave de despecho por ruptura... ¿Es que su amiga no entendía que no se podía estar deprimida por un rompimiento cuando ni siquiera se había comenzado una relación?
Estaban hablando de la graduación, Amy le decía que iría desnuda, cubierta solo con la toga al igual que Mary Elizabeth y otros de sus compañeros, por su parte Lily le comentaba que eso era una locura, cuando comenzaron a tocar la puerta de la sala de manera insistente.
—¿Será tu mamá o Joshua? —preguntó la rubia.
—No, no lo creo, ellos tienen llave.
—Entonces, ¿estás esperando a alguien? —dijo levantando las cejas en forma picara.
—¿Qué? ¡No! para nada —dijo golpeándole el brazo—. No soy chica de meter a hombres a mi casa y lo sabes —sin querer su mente comenzó a viajar con las discusiones con su mamá—. No espero a nadie, y menos a estas horas.
—Okey, okey, ya entendí.
Se quedaron en silencio, tratando de imaginar quien podría haber llegado a casa.
—Voy a abrir —dijo Amy ante una nueva oleada de golpes a la puerta.
—¡No, no vayas! —siseó la castaña— ¿y si es un ladrón o un asesino?
—Creo que por ahí hay alguien que ha visto demasiado la televisión —replicó Amy riendo— debe ser alguien que necesita ayuda, capaz y se le dañó el auto y necesita un teléfono.
Intentó retener a su amiga pero no lo consiguió, Amy ya había salido de la habitación.
Otra ráfaga de golpes en la puerta, ¿qué demonios? ¿Quién tocaba tenía dolor de estómago y necesitaba un baño urgente o qué? —pensaba la rubia antes de abrir la puerta.
—¿Quién?
—¿Amy? —dijo la voz detrás de la puerta— Amy, dile a Lily que necesitó hablar con ella.
La chica se quedó de pie, desconcertada, ¿Peter había venido a casa de su amiga para pedir disculpas? Iba a ser testigo de la más romántica de las reconciliaciones —pensó emocionada.
—Gracias —musitó el chico cuando la puerta se abrió— ¡Lily! ¡Lily! ¡Necesitamos hablar!
La ansiedad estaba haciendo mella en el chico y ahora estaba hablando a los gritos.
—¡Lily!
—Hola Amy, ¿cómo estás? Yo estoy muy bien, ando buscando a Lily, ¿puedes decirle que venga?
La rubia lo miró de forma sarcástica, mientras soltaba toda esa perorata, como queriendo resaltar la mala educación que estaba mostrando.
—Perdona Amy, es que es urgente.
En ese momento Lily bajó las escaleras, preocupada por la demora de su amiga y molesta por el escándalo que había formado la persona que acababa de llegar, ¿quién se creía que era?
—¡¿Que son esos gritos?! —preguntó exasperada.
Peter se quedó mirándola fijamente... Él sabía que Lily era bonita, pero verla llevando una sudadera ancha con un hombro caído, dejando ver su clavícula, y un short tan minúsculo que no se sabía si era una prenda de vestir o una pieza de ropa interior lo descolocó, no, mucho más que eso, lo dejó deslumbrado.
—¿Peter? —preguntó la castaña, con ilusión, para luego recomponer su voz, todavía estaba dolida por la manera en que Sonia le había tratado —o no tratado en realidad— en la mañana —Vete Peter, creí haberte dejado claro esta mañana que no quería saber nada de ti o de tu loca familia.
El chico ni siquiera había escuchado aunque sea una de las palabras que Lily había pronunciado, se acercó hacia las escaleras, al ver que la chica no se alejaba ni se acercaba hacia él, caminó hasta donde estaba ella de pie, y, dejando un espacio de dos escalones para que pudieran estar casi a la misma altura, terminó de cerrar la distancia entre ambos, la jaló de la cintura, acto al que Lily respondió gritando un poco de la impresión antes de que el castaño terminará de cerrar la brecha que les dividía, dándole un beso en los labios.
Al principio, Lily intentó zafarse de ese beso, pero poco a poco fue dejando caer su coraza y terminó rendida ante las circunstancias, correspondiendo de la misma forma apasionada en que Peter había comenzado a besarla.
—De haber sabido que esto iba a pasar, invito a Mary Elizabeth para no sentirme como la tercera rueda de la carreta. —Dijo Amy, sacando a la pareja de su ensoñación.
—Perdona Amy, lo siento, —susurró la castaña, con las mejillas rojas, a punto de estallar—. De veras lo siento.
—No te disculpes conmigo —dijo aquella guiñándole el ojo—. Ve con Peter a hablar con calma, yo les aviso si llega alguien.
Lily bajo aún más la mirada, si eso era posible, y, como si no fuera poco, tenía toda la sangre concentrada en su rostro.
Tomó de la mano al chico y subieron las escaleras, ¡Wow! Ahora si podía decir que Peter era el primero en varias cosas, fue el primer chico a quien le dio un beso, fue la primera persona a quien le había contado lo que había sucedido con Joshua hace unas semanas luego de su cita con Gillian en el cementerio —apartando a su madre, obviamente— y, ahora, era oficialmente el primer muchacho que entraba a su habitación.
—No cierres la puerta, —musitó nerviosa cuando Peter entró a su habitación después de ella— muy bien, ¿Qué es lo que quieres?
Peter se había quedado absorto viendo las paredes y la decoración en general de la habitación, era una habitación mucho más pequeña que la de él, las paredes estaban pintadas con diferentes colores de la paleta del violeta y tapizadas con un montón de hojas blancas con escritos en ella, en el centro del techo había un pequeño móvil de mariposas como el que se usa en las cunas de los bebés y en el piso, había otro montón de hojas de papel, dispersas de manera desordenada.
—Son ideas para mi novela, —dijo la chica, sacando al castaño de su ensoñación—. Cuando me viene una idea, la anotó para que no se me olvide y algunas son tan buenas que las he colocado en mi pared, ya sabes, a falta de afiches de los grupos musicales de moda —dijo con diversión en su voz—, buenas son las frases de mi propia novela.
—¿Y esto? —preguntó tocando el móvil.
—Ah, eso —respondió ella con voz queda— es uno de los últimos regalos que me dejo mi padre antes de, bueno, tu sabes —se mordió la lengua para no llorar, siempre que le tocaban el tema de su padre, no podía evitar entristecerse sobremanera—. Bien Peter, basta de interrogatorios sobre mi habitación —dijo de forma exasperada— ¿Para qué viniste? Si es para decirme que vaya de nuevo a tu casa, te puedes ir por donde viniste.
El chico volvió a enfocar su mirada en ella, se encontraba tan distraído dentro de su propia burbuja que había olvidado por completo en donde estaba, y al lado de quien.
—Vine para que hablemos de algo que me acabo de enterar —dijo bajando la mirada—. Es sobre tu padrastro, Joshua.
Al escuchar esas palabras, la chica inmediatamente tomó de la mano a su amigo y lo instó a sentarse al frente suyo en la cama, si quería decirle algo, debía hacerlo mirándola a los ojos y a su altura, iba a tener problemas con la cervical de tanto alzar la mirada para poder verlo a la cara.
—Y bien ¿Qué es lo que sabes?
—Tu padrastro es un desgraciado, un maldito.
—Oh vaya pero que novedad —ironizó la chica—. Casi como si no lo supiera, Peter, eso ya me quedó claro hace mucho…
—No es eso Lily, verás...
En ese momento, una pálida Amy entro a su habitación casi corriendo, cerrando la puerta tras ella.
—¡Maldición! —susurró la rubia—. Lily, estas en problemas, tu padrastro acaba de llegar.
Lily se levantó de la cama como si de un resorte se tratara y comenzó a dar vueltas por la habitación, acomodando un mechón de cabello desordenado inexistente.
—¿Dónde está? —preguntó.
—En la sala —respondió la rubia—, está tan borracho que ni siquiera se dio cuenta que yo lo estaba mirando desde las escaleras.
—Como si no pudiese ser peor, Peter aquí y Joshua borracho en la sala, —murmuró la castaña— ¿estás segura de que no te vio?
—Muy segura —respondió su amiga— ahora lo más preocupante es ver como sacamos a Peter de aquí.
—Chicas, dejen de hablar como si yo fuera invisible —interrumpió el chico— y tu Lily, por favor, deja de dar vueltas, me estas mareando.
Lily le dedicó una mirada de pocos amigos.
—¿No entiendes que si Joshua te ve aquí nos va a matar a los tres? —medio gritó la chica— y no me preocupo por ti o por mí, pero creo que no puedo cargar en la conciencia con la muerte de Amy.
—Gracias —murmuró la rubia.
—Igual, —prosiguió el chico— mi punto es que no le veo problema a que Joshua me vea aquí contigo, me enfrentaré con él si necesito defenderte.
Lily y Amy se le quedaron mirando a Peter como si le hubiera salido una segunda cabeza ¿Ese chico que había dicho que la defendería era el mismo que hace no mucho tiempo se burlaba de ella? ¿Habían escuchado mal acaso? Ese plan de él convertirse en su héroe se estaba tornando en algo muy serio.
—No tenemos tiempo para que te quieras hacer el héroe defensor de doncellas indefensas. —dijo Lily clavando su mirada en sus ojos marrones oscuros—. Es hora de que te vayas.
Peter se le quedo mirando intensamente, si ella quería iniciar un duelo de miradas, él no se marcharía sin pelear.
—He dicho que me quedaré aquí —dijo el chico aprovechando que ella había mirado hacia otro lado ¡Já! Le había ganado—. Si quieres, me esconderé debajo de la cama o en donde tú quieras, pero no me marcharé y eso es lo último que diré.
Lily y Amy le dedicaron una mirada significativa y se apartaron un poco para hablar.
—Creo que él tiene razón amiga, si Joshua llega a atacarte de alguna forma como usualmente lo hace cuando esta borracho, bien podrías tener a alguien a tu lado para defenderte.
—¡No es eso amiga! —dijo alzando un poco la voz—. Es que… ¡Demonios! Si algo malo le pasa, creo que no sabré que hacer —dijo dedicándole una mirada de soslayo al aludido.
—¡Oh que lindo! ¡Mi amiga está preocupada por su novio! —dijo la rubia alzando la voz, haciendo que Peter volteará a mirarlas y sonriera de lado.
Lily le dedicó una mirada rabiosa y le dio un codazo.
—¡Auch!
—Eso es para que dejes de decir tonterías, ahora más bien ayúdame a idear un plan.
—Okey, mi idea es que le digas a Peter que se esconda bajo la cama y, cuando venga Joshua, él salga de su escondite y lo empuje por las escaleras, y ya, problema resuelto.
—¿Y piensas que va a ser muy agradable que lo acusen de asesinato? Definitivamente, ahora la que está viendo muchas telenovelas eres tú.
Se acercó a la ventana de su habitación y observó hacia abajo, para ella era una distancia muy alta, pero, quizás para él…
—¡Peter!
—¿Qué pasa? —respondió él— ¿Por qué gritas?
—¡No estoy gritando! —respondió ella, a lo que él alzó una ceja— okey, está bien, quizás si grité un poco —respondió bajando la mirada, llena de vergüenza—. Sé que lo que te voy a pedir es una locura, pero mira —dijo dándole un espacio para que este se asomara a la ventana—. Para mi es una altura muy grande, pero estoy segura que si tú saltas, no te sucederá nada.
—¿Estás loca? —siseó el muchacho—, mira, sé que dije que me iba a enfrentar con tu padrastro si necesitaba defenderte y sé que tu no me tienes mucha confianza en que pueda ganarle la pelea, pero créeme que si puedo —la miró con suficiencia—, y si ese no fuera el caso, igual, no tengo planeado que mi causa de defunción sea el suicidio.
En ese momento comenzaron a llamar a la puerta.
—¡Maldición! —murmuró Lily—, está bien Peter, escóndete bajo la cama, ya veré que hago.
—¡Lily! ¿Qué carajos estás haciendo?
La voz borracha de Joshua colocó a los chicos en estado de máxima tensión.
—¡Rápido Peter! ¡Ve debajo de la cama ahora! —murmuró la rubia—. Amiga, ve al baño, yo voy a distraer a Joshua mientras que te cambias —dijo señalándole un pantalón de ejercicio largo que estaba sobre la encimera de la cama—, capaz y se marcha y nos deja en paz por el resto de la noche.
Peter y Lily asintieron y, como si estuviesen sincronizados, comenzaron a hacer lo que Amy les ordenó de forma simultánea.
Hizo un par de respiraciones para tranquilizarse y abrió la puerta.
—Buenas noches señor Smith, ¿Cómo está?
—¿Qué haces tú aquí? —preguntó el hombre con acritud— ¿Dónde está Lily?
—Ella está en el baño cambiándose —dijo parándose entre la cama y la puerta de la habitación— nos pusimos de graciosas a comer demasiado helado de chocolate y pues, le causo una indigestión, y después ella necesitaba una ducha.
Peter se mordió la lengua para no reírse, tenía que admitir que esa había sido la excusa más cómica que había escuchado en su vida.
—Igual, no entiendo que haces aquí.
—¡Ah eso! —dijo Amy sonriendo nerviosa—. Ella me invitó a pasar la noche con ella, porque no quería quedarse sola.
—Bueno, ya no está sola así que te puedes ir.
—¿Qué demonios te pasa Joshua? —dijo Lily al salir del baño— ¿Quién te crees que eres para decirle a Amy que se vaya?
El hombre cruzó la distancia entre ambos, y la tomó del brazo con fuerza.
—Creo que no es necesario que sepas que no quiero que nadie te visite mientras estés viviendo en esta casa, así que saca a esa perra de aquí antes de que…
—¿Antes de qué? —preguntó Lily, desafiante.
—Antes de que ella también compruebe lo que es una buena paliza de mi parte.
Lily lo miró aterrada, sabía que él no se andaba con juegos y que, si se lo proponía, podía lastimar en serio a su amiga y por nada del mundo se lo iba a permitir.
—Uhm, Amy —dijo Lily con tristeza—. Creo que será mejor que te vayas.
—¿Qué? ¿Por qué? —preguntó Amy contrariada.
—Es lo mejor, créeme —la tomó de la mano y la guió fuera de la habitación.
Ambas chicas bajaron en silencio las escaleras, bajo la mirada vigilante de Joshua desde la puerta de su habitación.
—¿Ahora qué vas a hacer Lily? —preguntó la rubia, ya fuera de la casa, lejos del alcance de la mirada de Joshua.
—No lo sé amiga, algo se me ocurrirá.
—¿Qué fue lo que te dijo ah? ¿Con qué te convenció para que me corrieras?
—Te lo diré después amiga —murmuró la chica con la voz a punto de quebrarse—. Vete si, yo voy a estar bien.
—¿Segura? —Preguntó la rubia, contrariada y preocupada.
—Sip —mintió— ve, igual, me dijiste que ibas a salir con Mary Elizabeth, capaz y no es muy tarde para que continúen sus planes.
—No me quiero ir y dejarte así…
—Tranquila, todo va a estar bien.
Le dio un pequeño empujón a su amiga y ésta comenzó a andar, cuando ya se había perdido de vista, cerró la puerta de la sala y comenzó a subir lentamente las escaleras.
—¿Qué pretendías invitando a esa chica a la casa ah? ¿Quieres que me denuncien y me lleven a la policía? Mira niñita, para tu información, no es la primera vez que me acusan de algo y que no me pueden castigar —dijo riéndose, ante lo cual Peter apretó los puños, se había estado conteniendo demasiado y ya estaba a punto de explotar —. Y te puedo asegurar que, ni tu ni esa niñita, van a poder encerrarme en un calabozo, ¿te queda claro?
—Si —susurró la chica.
—¿Qué dijiste? —dijo el hombre apretándole los brazos con fuerza—. No te escuché.
—Dije que si me había quedado claro —dijo la chica tratando de soltarse de su agarre, ante lo cual Joshua la apretó con más fuerza—. ¡Auch! ¡Me lastimas!
Al demonio todos y todo, Peter iba a salir de su escondite.
—Lo voy a dejar ahí por hoy —dijo Joshua sonriendo perversamente—, tú mamá tiene que estar por llegar y no creo que le haga mucha gracia que me vea haciéndote lo que quiero —dijo metiendo la mano por debajo de la sudadera de la muchacha— me retiro.
Salió de la habitación dando un portazo y se fue, en cuanto lo hizo Peter emergió de debajo de la cama para encontrarse con una temblorosa Lily llorando en un rincón.
—Amor ¿Estas bien?
La chica solo se limitó a negar con la cabeza, Peter se acercó a ella rápidamente y le abrazó.
—¿Por qué Peter? —preguntó la castaña entre lágrimas— ¿Por qué no puedo tener una vida normal?
—Tranquila cariño —dijo besándola en la frente—, todo va a estar bien, tranquila, yo estoy aquí y no te dejare sola.
—¿Lo dices en serio? —preguntó ella.
—Muy en serio —dijo tomándola de la mano—. Ven, vamos a dormir, debes estar cansada, y no te preocupes, me iré antes de que me vean.
—¿Vas a quedarte a dormir aquí? —preguntó ella con nerviosismo.
—Si te demoras en quedarte tranquila, sip.
Ella le dio un beso en la mejilla y sonrió. Peter había cambiado su actitud con ella justo cuando más lo necesitaba y ahora, muy a pesar de ella misma, se había convertido en una parte muy importante de su vida, así que ¿Qué más da? Igual, esta sería otra primera vez que compartiría con él, sería la primera vez que durmiera con un chico abrazándola en su cama y no lo negaría, la sola idea le gustaba, le gustaba y mucho.
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