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5. Learning something new.

Hi~ Hoy tambien toco capítulo medio tempranito ¿recuerdan cuando les dije que ibamos a ir lento para algunas cosas y muy rapido para otras? Ya, van a cachar hoy a qué me refería. Estos capítulos que se vienen son bien tranquilos, fluff y relax dentro de lo que podemos en un canon, así que relajense a leer no más.

Mil gracias por tanto~

—¿Eso es todo? —Sus ojos repasan una y otra vez el papel que yace ante sus manos, los racimos tan oscuros como una noche de Halloween sin estrellas y tan cristalinos que se puede vislumbrar a través de ellos revolotean sobre sus pupilas con suma curiosidad, a Ash eso le resulta ciertamente adorable.

Bonito. Dulce. Suave.

Tan Eiji.

—¿Esperabas algo más?

—No, no. —Sus mejillas se tiñen con una leve capa de rubor que delata sus verdaderos sentimientos.

—¿Entonces?

—Es que a los estadounidenses les gusta todo tan grande, creí que las bodas eran de la misma forma.

—Usualmente las bodas son algo importante e implican una gigantesca celebración, pero en nuestro caso solo necesitábamos el documento y ya.

—Ah, sí. —Eiji se rasca la nuca, nervioso—. Cierto.

—¿Estás decepcionado?

—No. —Su mirada repasa otra vez el documento—. Es raro por fin estar casado, lo imaginé distinto.

—¿Distinto cómo? —La voz de Ash se suaviza junto a su mirada, acaban de salir del registro civil para hacerlo oficial, no es lo ideal y lo comprende sin embargo en teoría este matrimonio no es real y Ash no será el primero en darle importancia, las reglas quedaron más que claras—. ¿Eiji?

Y aun así...

Hay un sentimiento incómodo mordiéndole el corazón y es como si una parte de sí mismo se muriera por haber armado una fiesta gigantesca con trajes de novios, flores y todas estas cursilerías solo para vislumbrar la emoción asentarse en sus ojos de ciervo, Eiji tiene unos ojos muy expresivos que suelen mostrar al desnudo lo que siente y piensa, aunque le ha dicho más de una vez que son "comunes" e incluso considerados feos dentro de su cultura a raíz de su tamaño, Ash los encuentra deslumbrantes y definitivamente el casamiento lo está afectando. No debería pensar así de un amigo. De un hombre.

¿Cómo podría ser eso? Ash no es Dino.

—Yo te diré en qué podrías haberlo hecho mejor. —Shorter lo abraza por los hombros, ha sido testigo junto a Max para hacer oficial la ceremonia—. Primero podrías haberte puesto algo distinto, ya sabes que estas celebraciones son formales.

—¿Qué tiene de malo mi atuendo? —El chino alza una ceja, ofendido.

—Tu camiseta blanca de siempre, tus jeans rasgados y tus converse rojas, ¿es en serio?

—Sí. —La mano de Shorter se tensa peligrosamente sobre su cuello en un regaño—. No veo a Eiji en un traje tampoco.

—No, pero se colocó bonito. —El cumplido lo descoloca al punto que su mirada pende sobre la acera y si bien, Ash siempre ha detestado los cumplidos, Eiji impresiona nunca haberlos recibido ¿cómo es eso posible?—. Se colocó un suéter nuevo, su camisa está perfectamente planchada y sus pantalones están tan limpios que brillan, tú te ves como un pandillero sucio.

—¡Shorter!

—Tiene razón. —Max (su segundo testigo), se pone en su contra—. Podrías haberte arreglado mejor.

—No importa. —Pero Eiji se hace pequeño en su suéter azul y Ash sabe que también ansiaba ponerse galante y una parte de sí mismo estuvo una hora entera frente a su closet decidiendo y por supuesto, al final el autosabotaje lo gobernó, aun así, se arrepiente—. No es la gran cosa, es solo un trámite al que lo arrastré por mi falta de coraje.

—Oye, no hables así de ti.

—Así es, Eiji. —Shorter por primera vez le habla directamente—. Eres valiente.

—Ah. —El nipón ni siquiera lo puede mirar a los ojos—. Gracias.

La tensión es rara entre los dos, al principio trató de restarle importancia puesto que no se involucra en dramas ajenos, no obstante, se trata de su mejor amigo y su esposo, la situación lo amerita.

«Esposo».

Sonríe.

Suena extrañamente correcto.

—Bueno, debería volver a trabajar. —Y cómo esa palabra lo hace demasiado feliz y Ash es el enemigo de todas las cosas que le hacen bien, escamotea y busca la manera de huir—. Vámonos, viejo.

—¿Qué? —Max no se mueve—. ¿No vas a llevarlo de luna de miel o algo?

—No, es un matrimonio falso.

—Bien. —Shorter saca su celular—. Entonces no te molestará que llame a alguno de mis chicos para que le haga compañía, Sing se había ofrecido.

—El mocoso aún usa pañales.

—El mocoso algún día crecerá y será más alto que tú y yo. —Ash aprieta la mandíbula, no le gusta la imagen mental de un Sing adulto ya que cree que lo importunará, además podría estar confundiendo la admiración que siente por el nipón con un enamoramiento—. Pero Eiji merece celebrar.

Tch, supongo que puedo atrasarme en el trabajo un poco. —Cede—. ¿Entonces quieres ir a una...?

—Cita. —Shorter los abraza a ambos de la espalda y Eiji no tarda en tensarse, cada fibra de su cuerpo grita incomodidad aun si trata de disimularla—. Es una cita.

—Cita. —Ash se rinde—. ¿Quieres ir?

—Claro. —Eiji le da una sonrisa tímida y brillante—. ¿Por qué no?

Ash se derrite por esas sonrisas. Bonito. Etéreo. Deslumbrante. Es precioso.

Pero como no existe mayor placer que molestarlo, lo lleva a la biblioteca pública de Nueva York como luna de miel.

Sigue siendo su lugar favorito.

Y sí, tal vez debería remecer todos esos fantasmas que todavía no ha podido afrontar y se encuentran enterrados junto al cadáver de su niño en una cabaña abandonada, hasta se esperaría sufrir síntomas de evitación o hiperalerta asociados a su PTSD, más, no lo hace. ¿Por qué? Tal vez está acostumbrado a tanta mierda que ya nada le sorprende a su cerebro o quizás, la carta de Eiji impide que aquel lugar se mire impregnado de amargura, casi muere desangrado en una de las sillas, entonces recuerda, se iba a morir de verdad luego de todo esto ¿en qué estaba pensando? no lo comprende del todo a raíz de la amnesia disociativa que envuelve el evento.

—La biblioteca pública. —Ash le lanza una sonrisa de comemierda, quiere darle una cucharada sobre el incidente pasado en dónde Eiji dijo que esta sería una cita aburrida.

—Así es, onii-chan. —Pero Eiji está pálido y temblando frente a la edificación—. ¿Eiji?

—No he venido desde... —El nipón se abraza a sí mismo, encogiéndose en su suéter—. No he podido pisar este lugar.

—Oh. —Una punzada se incrusta en el corazón de Ash—. Lo lamento.

—Está bien. —Y claro que le dice eso, es Eiji y los Eijis casi nunca se quejan en voz alta sobre las cosas que genuinamente les duelen—. Estoy acá contigo ahora ¿no?

—Lo estás.

Entran y cree que es una buena oportunidad para reescribir el ¿trauma? (no está seguro) del japonés aunque al principio le cuesta comprender el motivo para que sea el más afectado, no obstante, todas esas cosas que conversó con Max remecen sus neuronas hasta que hacen sinapsis, es mutuo confesó. Porque así como Ash incendiaría el mundo por Eiji, Eiji iría de ida y vuelta a ese infierno solo por Ash.

—¿Dónde fue? —No tiene que terminar la pregunta para que lo desglose.

—Ahí. —Ash apunta el asiento, se lo sabe de memoria, no cree que sea la gran cosa pero los ojos de Eiji parpadean una. Dos. Tres. Cuatro veces.

—Ese es el lugar dónde yo me siento.

—¿Eh? —Hay candor en las mejillas del lince—. ¿Tu asiento?

—Sí, tú sueles sentarte mirando la puerta y yo dándole la espalda, te sentaste en mi asiento. —Ahora se acomodan en los usuales y de repente, la mesa se siente tan pequeña que apenas puede sostener el contacto visual, es ridículo, es un jefe pandillero y no se pondrá ansioso por un simple matrimonio.

—Supongo que quería sentirte más cerca en mis últimos momentos. —Lo dice con tanta casualidad que espera que su compañero no le tome importancia.

—Oh. —Más, Eiji tiene el rostro rojo y más rojo cada segundo—. Eso suena un poco romántico. —Ni siquiera pasa un minuto antes de que frunza el ceño—. Pero romántico malo e irritante.

—¿Romántico como Romeo y Julieta? —Sus mechones entintados rebotan por doquier al negar con la cabeza y la imagen le recuerda demasiado a un conejito esponjoso.

—Romántico como protagonista de una novela juvenil. —El insulto es un golpe en su estómago ¿qué diablos significa eso de todas formas?—. Das ese mismo aire que Edward en la secuela de crepúsculo cuando abandona a Bella ya que "era peligroso tenerlo cerca" y va en una misión suicida a exponerse al sol, su piel es brillante y se ve galante mientras lo hace, pero ¡ese no es el punto! ¡Eres un Edward!

—Eiji. —Le advierte profundamente ofendido.

—¡Eso no es romántico! —Gimotea—. ¿Por qué diablos te andas comportando como Edward?

—Pero Bella se mantiene a salvo ¿no? —No se leyó crepúsculo ni le interesa.

—Bella se anda tirando por acantilados para verlo y Jacob se la trata de robar.

—¿Qué diablos? —Suspira acariciándose el entrecejo exasperado—. ¿Por qué sabes eso? Es terrible.

—Noche de película con los chicos. —¿Le sorprende? No, ¿le decepciona? Siempre—. Pero hablando en serio ¿qué estabas pensando, Ash? —La pregunta lo toma por sorpresa, aun así, se niega a romper el contacto visual.

—No sé. —Su pecho se siente incómodo y sus manos pesadas sobre la mesa, los jades navegan hacia los vitrales que lo acogieron durante la tragedia—. No estaba pensando con claridad, me sentía muy cansado y sabía que no llegaría al aeropuerto contigo, así que deseaba sentirte cerca.

—Ash.

—Recuerdo que sonreí mientras me rendía. —La memoria aparece abruptamente—. Pero no fue un momento de paz o tranquilidad, más bien, fue de resignación, fue agridulce dejar ir mi vida así, pero tú estabas en un avión hacia Japón y al menos sentí que fui... —Amado—. Así que estaba bien acabar.

—Ash. —De repente la voz de Eiji sangra, sus manos se inclinan sobre la mesa, no lo toca hasta verlo asentir y dar su consentimiento silencioso, es apenas un roce de sus yemas sobre su palma, eso basta para desembocarle el corazón—. No quiero imaginarme una vida en la que no estés, creo que moriría de tristeza si algo pasara contigo, me romperías el corazón.

—¿Por qué? No he hecho más que darte problemas y meterte en este mundo de horrores que jamás tendrías que haber conocido.

—Pero me quedé por voluntad. —Eres terco—. Me quedé y me quedaría siempre y no me arrepiento ni un poco, volvería a pasar por todo esto otra vez para conocerte. Entonces, sácate de la cabeza eso de que mi vida sería mejor sin ti, mi vida es mucho más feliz porque estás en ella, no porque seas mi manera de aferrarme a algo o espere que me devuelvas un favor ni nada, me basta con tenerte aquí.

—Eiji.

—Te lo dije en mi carta ¿verdad? —Mi alma siempre estará contigo—. Eres la razón, Ash.

Mierda.

¿Cómo diablos es tan dual?

El mismo chico que parecía disculparse incluso por respirar en el bar pero le pidió sostener su pistola como sino significara nada, el mismo chico que fue incapaz de hablarle de su familia pero ahora lanza palabras de amor con tanta ligereza. Eiji es imposible. Y cuando hace esa clase de cosas o lo mira con tanta intensidad es inevitable sentirse como lo más valioso del mundo, es afortunado y lo comprende e independiente de la naturaleza de sus sentimientos, se permite tener esto. Sentirse amado y limpio y hasta libre. Tonto ¿verdad? Luego de Dino no tiene el derecho. Asesino. Prostituto.

Gracioso ¿no? Tú eres mucho más inteligente, grande y fuerte que yo, pero siempre sentí que tenía que protegerte.

—Tu carta parecía una confesión de amor. —Se le sale el pensamiento y Eiji se crispa contra el asiento de madera con un intenso rubor en las orejas—. ¿Por qué?

—Porque lo era.

—¿Qué?

—Tengo ganas de ir a leer un libro. —Y claro que el hijo de puta se levanta para huir, ¿escuchó bien?

No sabe, Ash podría darle en el gusto y permitir que se salga con la suya como regalo de boda y claro que no lo hace.

Es un terrible perdedor y es demasiado tentador molestar a su esposo, por ende lo sigue a través de los pasillos y esboza una sonrisa burlona al apreciar que no alcanza los estantes ni estirándose lo que más puede ni dando saltos hacia las repisas, es bajito y por esto escondía las pistolas sobre la alacena más alta, es adorable verlo en otro contexto por supuesto. Es tan lindo que no puede evitar quedarse mirando como solo sabe mirar a Eiji.

—¿Necesitas ayuda? —Sus cejas tupidas se arquean sobre sus ojos con tanta fiereza que hasta rozan sus pestañas, está intentando llegar hacia la sección de manga, es predecible—. Solo pídelo, sweetie.

—No, muchas gracias. —Lo asesina con la mirada, tiene un carácter mierdoso y eso es perfecto, Ash adora competir por quién tiene la peor personalidad.

—Cariño. —Entonces tararea solo para molestarlo, acomodándose al costado del estante, su espalda cae sobre los libros, su pierna se encoge en una postura coqueta, sus brazos se cruzan sobre su pecho y Eiji luce absolutamente irritado—. ¿Necesitas que tu esposo te salve? —La pequeña mierda levanta el dedo del medio en un gesto obsceno que le regresa, ja, ¿siquiera sabe con quién se está metiendo?

—No me trates como a una damisela en apuros.

—Siendo justos... —Ash se acomoda frente a frente, extendiendo su mano hacia el estante superior, está encima a propósito esperando ver su reacción nerviosa sin embargo es su corazón el que brinca por la cercanía—. Pasabas secuestrado.

—Ash. —Su nombre es una promesa—. Estás demasiado cerca.

—Hemos estado más cerca.

—Esto es diferente.

Y solo cuando baja la mirada comprende a lo que se refiere.

Eiji está encogido contra el estante, sus puños se encuentran crispados casi tocando el pecho de Ash, hay nervios escritos en la transparencia de sus ojos, pero también hay algo más. Sí. Es un sentimiento que el lince conoce a la perfección aunque todavía no consigue nombrar, es la misma chispa que vio cuando Eiji robó un auto de policía incluso siendo desconocidos, indomable cual ave volando muros pese a no tener alas, fiero al empujarlo para hacer de señuelo en las alcantarillas, incondicional solo extendiéndole los brazos cuando regresó del instituto de salud mental. Es el sentimiento que escribió en su carta y Ash lo vio con más claridad que nunca al hablar sobre Japón y soñar con finales felices. Es un sentimiento que Ash sabe qué significa y no puede ponerle nombre. No porque sean hombres, esto es más complejo que una homofobia internalizada, esto tiene que ver con cómo ese entrenador en quién tanto confiaba ensució a un niño y la mugre no hizo más que ramificarse, no le puede hacer eso a Eiji. Simplemente no puede.

Así que retrocederá, enterrará lo que hay acá así como se ha enterrado a sí mismo incontables veces.

—Ah. —Pero Eiji extiende su palma hacia su mentón, sus ojos atrapan los rayos dorados que se filtran a través de los vitrales y es despampanante, él queda boquiabierto ante semejante belleza, no puede creer que no sea consciente de lo precioso que es—. Tienes un poco de barba fantasma.

—¿Barba fantasma?

—Sí, apenas se ve bajo el sol.

—¿Eh? —El comentario es tan inesperable e irracional que solo sabe que la cara le arde, su toque es agradable, no se separa, le fascina la sensación de sus yemas deslizándose con ternura debajo de su mentón y está seguro de que si fuera un gato ronronearía—. No me había dado cuenta.

—La tienes. —Ríe—. Incluso tu barba es rubia.

Ash está tentado a decirle otra vez "ahí abajo también ¿quieres ver?", pero sabe que ese tiro le saldrá por la culata, por ende, se calla.

—No me había fijado en esos detalles en tu rostro. —Impresiona inmerso, deslizando sus dedos bajo los rayos del alba en un rostro que hace años perdió la vida—. Es raro aprender cosas nuevas, a veces creo que ya lo he aprendido todo de ti.

—S-Sí. —Su pulso es una locura—. Acá tienes el libro.

—Gracias, Ash. —Eiji es un sueño.

—Para eso soy tu esposo ¿no? —Hasta que...

—Ash. —Su tono se endurece y sus cejas se arquean—. Yo quería leer un manga.

—Ajá.

—¿Entonces por qué me bajaste un libro de plaza sésamo? —La indignación es tan bonita que asume que valió totalmente la pena.

—Porque es más adecuado para tu tamaño, onii-chan.

—¡Ash!

Por supuesto, la bibliotecaria los regaña, más no los saca por ser su primera advertencia, Eiji se sienta totalmente amurrado con el libro de plaza sésamo y aun así parte a leerlo, Ash no pretende prestarle más atención de la necesaria, está entretenido con su propia pila de libros bajo el albor de la lámpara blanca, sin embargo, Eiji se ve un poco bonito frunciendo el ceño y repitiendo las palabras en silencio, esforzándose de manera genuina en las actividades infantiles y debe ser la única persona lo bastante absurda para hacer algo así.

Y Ash podría molestarlo en relación a eso.

No obstante prefiere apoyar casualmente su mentón sobre su palma y permitir que sus jades pendan alrededor de toda la biblioteca hasta caer accidentalmente en Eiji, es costumbre estar tan consciente de este irracional a raíz de la constante amenaza a la que estaban sometidos, pero esta vez cree que lo puede ver diferente, esta vez realmente puede verlo. Sus pestañas proyectando sombras infinitas encima de sus mejillas, su cabello rebotando encima de sus cejas, sus labios en un puchero a medias sino comprende el texto, sus orejas cubiertas por un tenue rubor y sus ojos finalmente estrellándose con los suyos.

Pasa un latido.

Dos.

Tres.

—¿Qué? —No es agresiva la pregunta, solo curiosa—. ¿Por qué me miras tanto?

—Solo estaba pensando en lo extraño que es para mí compartir mi lugar favorito, ni siquiera Shorter podía molestarme acá, mucho menos la pandilla.

—Oh.

—No te disculpes. —Lo anticipa y en respuesta le da una sonrisa—. Estaba pensando que si yo viniera sin ti ya no sería un lugar especial.

—¿Estás diciendo que hago de la biblioteca un lugar especial?

—Estoy diciendo que todo lugar es especial contigo. —La cara de Eiji es un poema escrito en rosados y rojizos—. Alguien tiene que ser el enano ¿verdad?

—¡Ah!

Claro que el bastardo lo patea debajo de la mesa y Ash le sigue el juego, chocando esas relumbrantes converse matrimoniales contra los mocasines lustrosos, dándole rodillazos al soporte, tirando su pila de libros en medio de la guerra, por supuesto, los echan con un regaño bastante malhumorado y Eiji se disculpa con los párpados apretados y el pánico escrito en su rostro antes de gimotear a causa de su inmadurez (como si él fuera muy maduro) y regresar a casa. Ash no está enfadado con lo que pasó ni mucho menos amargado, de hecho, cree que aprendió algo nuevo.

Realmente le gusta estar casado con Eiji.

Mierda.

Así que oficialmente estamos casados de la forma menos romantica posible pero aún así, la más Ash Lynxs posible. Tenemos capítulos para que estos tipos se asienten a la vida de casados y vayan tanteando pasito a pasito el nivel de atracción que hay antes de la siguiente bomba, así que aprovechen.

Nos vemos mañanita~

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