4. Packed lunch.
Hi~ Día 4 ¿vamos bien? Sorprendentemente sí. Les tiro tempranito el capítulo de hoy para poder morir un rato y luego seguir. Como les dije, este es muy relax y de transición un poco pero marca pie para algo importante y ya verán porque.
Espero que les guste.
—Eiji se va a casar.
—¿Eh? —Max frunce el entrecejo, sus manos se paralizan alrededor de los cubiertos, sus ojos chocan contra los jades pétreos que ocultan una vulnerabilidad infantil, le recuerda a Griff en cierto sentido.
—Eiji se va a casar. —Entonces repite con la boca tensa, sus codos se hallan anclados contra el mesón y aunque solo están ellos compartiendo un almuerzo en la oficina del New York Times, visten el estilo que usaban para fingir ser padre e hijo, se ve como un estudiante normal, especula para sus adentros.
¿Esta es la vida que Griffin quería para Ash?
¿Este es el hermanito que tanto amaba?
—¡Viejo! —Ash gimotea pateándolo debajo de la mesa, duele un infierno y de hecho, la punzada en su tobillo no se hace de esperar—. ¿Siquiera me estás escuchando? ¡Eiji se va a casar!
—Felicidades. —Max no descifra el punto, era esperable que terminaran casados por cómo se aman.
—¿Felicidades?
—Sí, me alegro por ti muchacho, felicidades.
—¿Felicidades? —A Ash le toma tiempo comprender hacia dónde el periodista está infiriendo, más, cuando lo hace su rostro no tarda en cubrirse de un intenso rubor—. No se casará conmigo. —Gruñe.
—¿No? ¿Entonces con quién? ¿Con Sing?
—¡No! —¿Por qué lo está afectando tanto de todas maneras? Son amigos—. Se va a casar con alguna clase de psicópata que quiere engañar a extranjeros bonitos para aprovecharse de ellos.
—Alto, ¿crees que Eiji es bonito?
—¡¿Dónde están tus prioridades?! —Lo vuelve a patear arrojando un gimoteo, su espalda cae contra la silla, no duele el golpe, se encuentra amortiguado por su pesado abrigo en tonos otoñales, su pelo dorado se esparce con salvajismo sobre su frente, enganchándose a sus anteojos—. Mierda.
—Chico. —Max intenta calmarlo—. Explícame.
—Eiji se va a casar con un desconocido.
—No entiendo.
—Yo tampoco.
—No. —Entonces el adulto se inclina, no lo toca, no se atreve a romper la barrera física que yace por ellos puesto que el único que lo tiene permitido es la razón de sus penurias—. ¿Puedes explicármelo del principio? Tú lo dijiste, soy un anciano y necesito que me hablen despacio para entender.
—Max. —Sus ojos verdes se suavizan transmitiendo tanta vulnerabilidad, ahí está el Ash del que Griff tanto le ha hablado—. Bien.
No fue su intención escuchar a escondidas, de hecho, Ash había llegado primero al cuarto para poder fumar en paz cuando Eiji de un portazo se metió a la habitación que comparten, se veía exaltado, su voz se encontraba plagada de desesperanza y eso encendió sus alarmas mentales, ¿qué era?, ¿acaso lo estaban chantajeando?, ¿Dino regresó del infierno para cobrar venganza con Eiji?, ¿Yut-Lung sabía que seguía vivo y decidió amenazarlo? Nunca deseó transgredir su privacidad y sin embargo Eiji tiene metido en la cabeza que es una carga y por ende, no expresa verbalmente sus problemas, por mucho que lo quiera Ash no puede leerle la mente, así que en vez de quedarse con la incertidumbre e hilarse un sinfín de escenarios catastróficos se quedó en silencio y escuchó.
No fue mucho lo que infirió, todavía no se ha puesto a estudiar seriamente japonés, pero sí entendió:
Boda. Prometido. Visa.
¡Estoy enamorado de mi futuro esposo y no me iré de acá!
«Futuro esposo».
El resto fue atar cabos sueltos y persuadir con gentileza (amenazas) a su pandilla para que confesaran todo lo que sabían en relación al tema. Sí. De pronto las fotografías de chicos cobraron sentido. Todas las salidas a citas. Los perfumes asquerosos que se le pegaban al suéter ¿qué tan íntimo se acurrucan esos sujetos con Eiji de todas formas? ¿se han atrevido a abrazarlo? ¿a hacer algo más? Alto. Eso no es lo importante, lo fundamental es que Eiji está buscando un prometido online.
—¿Cómo puedes estar tan seguro?
—Me creé una cuenta en la página para comprobarlo, efectivamente Eiji está buscando un residente de Nueva York para casarse y presentárselo a su familia. —Ash expele las palabras igual que un felino con una bola de pelo—. ¡Es que no tiene sentido de seguridad! Es peligroso que se case con un sujeto que conoció una vez en una cita ¿sabes? Eso no me gusta.
—Ah. —Max deja de lado su almuerzo casero—. Pues entonces la solución es obvia.
—¿Cuál?
—Cásate con él.
—¿Qué? —Sus ojos se abren de golpe, su corazón se empieza a saltar latidos dentro de su pecho, lo que Max está diciendo no tiene ningún sentido—. No.
—Piénsalo, si lo que te preocupa es la seguridad de Eiji ¿quién mejor que tú para mantenerla?
—No soy un maricón.
—Pero Eiji solo quiere a alguien para presentarle a su familia, ¿no es así? Nadie te está pidiendo que se casen en serio o que actúen como pareja.
—Sí pero...
—¿Y existe alguien lo suficientemente digno para que le confíes esa tarea?
—No. —Suspira—. Ni siquiera yo soy digno, ese es el problema.
—Ay, mocoso. —Max se inclina sobre la mesa, el vapor del café golpea su nariz, todavía deben acabar dos artículos para esta semana, no obstante, los problemas amorosos de su no-hijo son prioridad sin duda, es reconfortante verlo así de cierta manera, peleando contra su enamoramiento en vez de esa mafia corrupta—. ¿Sería tan malo que te gustara? Románticamente, me refiero. Prácticamente viven como una pareja recién casada en el condominio e inclusive los han llegado a confundir como novios.
—Sí, sería lo peor que le podría pasar.
—¿Para ti o para él?
—Max... —Su voz no es defensiva ni da cuenta de barreras, al contrario, es débil, se dobla y se tuerce, se hace trizas contra el piso—. Para.
—Ash.
—Por favor.
Y entonces lo ve.
Ve al niño del que Griff tanto le cuenta, ese que amaba el béisbol, vestía un uniforme que le quedaba dos tallas más grandes, no podía pronunciar bien su nombre cuando se cayeron sus dientes de leche y le decía Griffy en vez de Griffin. El niño que amaba los cuentos, su cabello se confundía con el trigal, sus ojos eran verdes y de un verde esplendoroso, un jade bajo el alba le dijo. Y luego ve al niño hecho adulto que violaron sentado frente a él. Ve lo mucho que le duele aceptarlo y lo mucho que no puede hacerlo, no todavía al menos, ve cómo las manos de millones de hombres tocan su cuerpo aun luego de la muerte de Dino o de su libertad. Recuerda al chico que violaron en prisión. A quién Fox sometió en la bodega vacía. Al niño que Dino vendió y vendió hasta que no quedó nada.
Me superaban en número. No puedo morir todavía.
¿Cómo puede pedirle que acepte algo en esas circunstancias? Y de pronto quiere llorar por no haber podido cuidar bien de él. Mi niñito. Mi Aslan. Max sabe lo destructivo que es aceptar un abuso sexual y aún más procesarlo, acompañó a Jessica en el proceso, todavía lo hace pese al divorcio consumado.
—Perdón, chico. —Baja la cabeza.
—¿Por qué?
—No te quería presionar.
—No lo hiciste. —Y otra vez vuelven al mismo semblante defensivo, el ambiente es incómodo y tenso al punto de resultar asfixiante.
—Ese almuerzo... —Así que cambia de tema.
—¿Qué hay con él?
—Es lindo. —De hecho, "lindo" se queda corto—. ¿Las bolas de arroz están acomodadas para dibujar un gato?
—¡Ah! —En un parpadeo regresa el niño de los ojos brillantes y el cabello de trigo con un rubor grácil sobre sus mejillas—. Ese bastardo, le dije que me dejara de mandar bento con formas raras. —Gruñe con palabras duras, más, la ternura de su sonrisa lo delata—. Es mejor que Nori Nori, supongo.
—¿Bento?
—Es el almuerzo que Eiji me empaca, sabe que no comeré afuera y odia que regrese con el estómago vacío a la hora de cenar, por eso se levanta cada mañana a prepararme algo diferente, a veces manda comida muy apestosa que dice que es buena para mi salud, pero siempre lo hace de una forma linda, a veces me escribe pequeñas notas y eso me anima, excepto cuando hace esos dibujos de pajarracos deformes, la mayor parte del tiempo solo me hace reír aun si me enfado.
—Parecen gustarte mucho los almuerzos de Eiji.
—Sí. —Ash mira la caja con devoción, las verduras todavía humean haciéndole agua la boca, el arroz está en un nivel perfecto de cocción: no lo suficientemente aguado ni demasiado gomoso—. Eiji será una maravillosa esposa, puede hacer comer a cualquiera, todavía me cuesta comer a veces y aun así siempre encuentra la manera de devolverme el apetito.
—La esposa de alguien más. —Entonces Max le da un empujoncito—. Supongo que Eiji le hará bento a su esposo de ahora en adelante.
—¿Qué? —Frunce el ceño—. ¿Por qué haría eso?
—Porque se va a casar.
—¿Y eso qué?
—Bueno, si va a pedir una visa los vendrán a visitar para comprobar que estén viviendo juntos y sean una pareja de verdad así que tendrán que pasar mucho tiempo pegados y acaramelados, siendo un dulce matrimonio. —Ah, la idea no le gusta para nada y lo transmite hasta en su respiración pero va a darle solo un poco más de impulso—. Te quedarás solo en ese penthouse.
—¿Solo? —Sus palmas se tensan alrededor de la caja de almuerzos—. Pero compré ese apartamento porque quería impresionarlo y darle...
—¿Darle?
—Quería darle un hogar.
Ash ríe.
Sabe que es tonto haberle querido dar un hogar ¿qué sabe sobre el tema después de todo? Fue puta durante su niñez y lo más cercano que tuvo de un hogar fue Griff, sin embargo, los recuerdos parecen tan lejanos y torcidos que ni siquiera está seguro de que sean reales y aún así por muy jodida que su mente pueda estar es todo lo que le queda, su cuerpo está sucio, Ash está sucio, el mundo se encarga de recordárselo constantemente a través de ínfimos e insignificantes estímulos que remecen huellas, huellas físicas, mentales o emocionales que deberían seguir dormidas. Ja. Entonces el contacto entre pieles se vuelve repulsivo y una limitante para construir una vida normal, no es voluntario, más, ante el toque ajeno su lengua se espesa con una cuajada vomitiva y sus tripas se remecen igual que hacían en el cuarto de hotel. Le pasa con todos. Con todos menos Eiji. Porque Eiji lo hace sentir...muy amado.
Y ser amado duele.
Así que prefiere decirse que no es merecedor de eso y por ende, lo correcto es dejarlo ir, no tiene el derecho de ser egoísta, casi muere por involucrarlo, Ash sabía que tenía que dejarlo ir. Pero no pudo.
—Mocoso. —Entonces Max se inclina porque probablemente lo vio muy encerrado en su cabeza, no acomoda sus manos encima de las suyas, ya anticipa cómo reaccionará—. Mereces ser feliz.
—Viejo.
—Y está bien que tu felicidad esté con Eiji. —Palabras dichas con suma ternura y suavidad—. Aunque no sean pareja o amigos o lo que sean, es obvio que ambos se aman.
Palabras que matan.
Duelen.
Sangran.
—Honestamente me sorprendió ver ese lado tuyo. —Max no se detiene, los dedos flotan encima de los de Ash mientras que aprieta la caja de bento—. Pero pronto todo comenzó a tener sentido, desde que te conozco Eiji siempre pareció ser tu prioridad.
—Lo es.
—Y viceversa. —Su corazón se estruja—. Tú siempre estás gruñendo y mostrando tus garras para así mantenerlo a salvo mientras que Eiji salta sin dudar al peligro incluso si puede costarle la vida, pienso que eso es amor, independiente del añadido que le quieras poner.
—No quiero que a Eiji le cueste la vida. —Max alza su mirada para analizar con cautela la oficina y lo hace con tanta lentitud que es evidente a lo que quiere llegar.
—Pero ya no le costará la vida ¿cierto? —Una sonrisa socarrona es esbozada con cautela—. Tampoco eres más "Ash Lynx" por ende, puedes darte el tiempo para sanar y amar sin presión.
—Eres un viejo de mierda.
—Y tú un mocoso de mierda.
Ambos ríen.
—Y hablando de matrimonios, deberías ir a visitar a Griffin ¿sabes?
—Alto. —Ash tensa el entrecejo—. ¿Qué tiene que ver con matrimonio? —Max se pone todo sudado y apestoso y Ash no tiene ganas de lidiar con esto ahora, ugh ¿por qué los vejetes son así de babosos?
—Nada.
—Mientes. —Se levanta—. Pero no hablaré de esto ahora.
—¿Lo irás a visitar? —Hay esperanza ardiendo en sus pupilas.
—No. —Sus hombros son de plomo, pero el plomo es una tumba de trauma—. No puedo, no todavía.
—Griff te amará independiente de lo que pienses.
—Max. —Lo detiene—. Hoy no.
Y se va.
Se lleva su bento por supuesto, Eiji se lo preparó con mucha dedicación y aunque todavía le sea difícil mantener un horario de comidas ordenadas y más considerando la anorexia que sufrió en la mansión de Dino, intenta no desperdiciar el trabajo de su compañero. Anhela distraerse en el estampado que tiene encima con ese horroroso pajarraco para no pensar en Griffin ya que Griffin es...no puede lidiar con tanto todavía, recién está procesando el tema de la boda y que Eiji pronto se irá con un troglodita desconocido, apuesta que ni siquiera será inteligente, no con 200 puntos de IQ al menos, ni apreciará esas peculiaridades que hacen de Eiji tan Eiji. Y mierda.
Max tiene razón.
Nadie cuidaría mejor de Eiji que él mismo, pero, pero, pero...
—Ash. —Pero la sonrisa adormilada en el sofá lo hace olvidarlo todo, su compañero se mira adorable con sus rizos encrespados hacia todas partes, sus ojos aún nublados por Morfeo y sus hoyuelos poco a poco floreciendo—. Bienvenido.
—Es malo que duermas en el sofá. —Ash suspira—. Puedes enfermarte. —¿Tu esposo se preocupará por tu salud de esta manera? ¿pensará que te ves absolutamente deslumbrante incluso con un rastro de saliva a causa del sueño? ¿entenderá tus horribles hábitos de anciano histérico?
—Estoy bien, no pasa nada.
—Te vas a casar. —Suelta la bomba y la expresión de Eiji es un poema.
—¿Qué? —Finge demencia y lo hace terrible—. No sé de qué estás hablando.
—Estás buscando esposo.
—Vaya, mira la hora, creo que... —Pero Ash se sienta en el sillón, usa su cuerpo para bloquearle toda salida posible y estrecha su brazo contra el respaldo para encerrarlo ¿cómo le dijo Shorter? Ah cierto, es un kabedon o algo así.
—Explícame.
Eiji suspira, resignado.
Y le cuenta.
Le habla de cómo no tiene el valor para enfrentar a su familia y cómo cree que esta es su oportunidad de imponerse, de la necesidad de una visa y las escasas opciones, del miedo que le da ceder y volver a Izumo, de cómo ha conocido a distintos pretendientes y la incomodidad. Le cuenta absolutamente todo lo que ha pasado y aunque Ash escucha con calma y respeto solo hay una pregunta retumbando en su mente.
¿Por qué yo no?
Yo lo haría mucho mejor que esos papanatas.
No anhela darle la razón a Max o a Shorter puesto que preferiría morir dos veces antes que eso, pero sí debe admitir que tienen razón en que es la opción más inteligente, ya comparten vivienda, poseen una rutina doméstica instaurada, existe un vínculo inefable de confianza, conocen las mañas mutuas, Ash tiene curiosidad de la familia de Eiji además y ese tema impresiona estar abierto para su esposo, sí, es mera decisión racional, no es que sienta una pequeña punzada de celos en su pecho al imaginar al japonés con alguien más, preparándole comida, arrastrándolo de la cama para despertarlo, siendo tan terco pero lindo, mostrándole esas sonrisas que derriten su corazón o sus ojos brillantes o incluso esas cosas que lo hacen tan insoportable. Si. Definitivamente no es eso.
¿Celos? Puff.
¿Qué es eso?
—Entonces básicamente lo que necesitas es a un Americano que se case contigo.
—Sí, pero solo será un trámite y ambos lo sabremos, nos casaremos porque así puedo postular para una visa de residente y tiene que estar respaldada aún así, es meramente profesional. La idea es que ambos salgamos ganando, hay candidatos agradables. —Pero Ash no cree que ninguno de los tipejos esté a la altura de Eiji.
—Realmente te quieres quedar en América. —Ash no se ha quitado de encima, no lo toca, pero está tan cerca que puede sentir la calidez de su respiración revolotear sobre sus propios labios—. ¿Cierto?
—Sí. —Eiji sonríe, no mantiene contacto visual—. Perdón.
Perdona por ser una carga.
Por favor no me hagas regresar.
—Eiji... —Las palabras de Max retumban una y otra vez por su cabeza, ni siquiera ha tenido el coraje para enfrentar a su hermano o a sí mismo ¿con qué derecho desea esto? Está sucio y la podredumbre carcome cada centímetro de su piel, alma y cerebro. Nunca será libre y aun así...—. Cásate conmigo.
¿Tenemos boda? Tenemos boda, les dije que la boda no será el problema, aunque claro ¿a qué costo? Además será demasiado Ash Lynx, ya cacharán a qué me refiere. Por otro lado, Shorter y Griff son temitas apartes y bien profundos a tocar.
Nos vemos mañanita.
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