32. Vida doméstica.
Hi~ Acá está lloviendo horrible así que se va a cortar el agua en una hora por estos lares (ya nos avisaron) y probablemente la luz, así que aprovecho a subirlo mientras aún puedo. Confieso que este epílogo realmente no era necesario pero yo tenía muchas ganas de sacarlo, así que henos acá. Mil gracias a todas las personas que le dieron amor a esta dínamica, pucha chiquillos, parezco disco rayado cuando se los digo pero en serio, sin el apoyo y el cariño de todos ustedes no creo que disfrutaría tanto escribir esto, tengo una fijación horrible en que Ash merecía vivir y que al mismo tiempo, esa vida implica hacerse cargo del trauma y pucha, espero que dentro de todo haya sido algo agradable para leer. Mil gracias por tanto. Creo que acá cerramos todos los cabos sueltos con todos los personajes, quedó medio larguito.
Los quiero muchito.
—¿Alguna vez has pensado en casarte? —Los ojos verdes pestañean una vez. Dos. Tres. Esos racimos prácticamente blancos aletean con suma gracilidad develando una emoción infantil y hasta inocente se atrevería a decir no obstante aquel atisbo de ternura no tarda en esfumarse para ser reemplazado por su semblante defensivo. Indiferente. Feroz. Cruel. Tan lince montaraz, tan poco gatito doméstico.
—¿De dónde viene el tema?
—No sé. —Shorter tararea, tiene una cerveza en una de sus manos, un sombrero de paja le cubre la cresta púrpura que suele alzarse con gracilidad mientras una espiga reposa entre sus dientes, Ash se atrevería a decir que el estereotipo aldeano es ofensivo, más, le sienta bien—. Solo me preguntaba.
—Escúpelo. —Claro que no se la deja sencilla—. Habla.
—Solo estaba pensando en cómo sería mi vida de casado. —Shorter abre una lata de cerveza y apoya sus zapatillas en los vestigios de paja, está sentado sobre un costal de maíz y la espuma escurre hacia las corontas dándoles un aspecto moteado—. Me puse a pensar en qué tipo de persona se sacará la lotería con mi carácter tan encantador y mi belleza sobrehumana.
—Si es una indirecta para que te proponga matrimonio es asqueroso. —Ash espeta, está sentado en el piso del granero de Cape Cod—. Mi respuesta es no, no quiero casarme contigo.
—¡No tienes tanta suerte!
—Eiji es mucho más bonito y no, él tampoco se casará contigo.
—¡Qué no era para ustedes!
—Si es una indirecta para mí tampoco. —Yut-Lung bufa—. Yo no pido matrimonio, a mí me lo ruegan.
—Con esa personalidad. —Ash gruñe entre dientes—. Dudo que tengas muchos pretendientes en la fila.
—¡Pues fíjate que sí, Lynx! —El más joven le avienta el sombrero de Shorter a la cara—. Además sino fuera tan encantador no tendría a Eiji de esposo provisional ¿verdad?
—Eiji no es tu esposo provisional.
—Lo es.
—¡No lo es!
—¡Eiji!
—¡Eiji!
—¿Ah? —El nombrado recién se da vueltas para prestarles atención—. ¿De qué están hablando? No los estaba escuchando porque estaba cepillando a Buddy. —El perro se encuentra recostado alzando sus patas al aire con la espalda en una pila de espigas, están todos ocultos en el granero y ¿el motivo? Simple. Ash no quiere ayudar a Max en la cabaña—. Le gusta que lo mimen.
—Porque lo tienes tan mimado se porta como se porta. —Ash chasquea la lengua al ver a su adorado esposo sentado junto a un Sing oficialmente más alto mientras el enorme Golden Retriever le menea su cola y a Ash no puede verlo sin gruñirle, más dicen que los hijos pasan por una adolescencia difícil.
—Estaba contándole a Lynx cómo a pesar de llevar dos años casados me adoras más a mí sobre todas las cosas.
—Yo no...
—¡Exacto! —Yut-Lung se levanta con histrionismo, estaba sentado sobre las piernas de Shorter quien luce molesto por la irrupción de los mimos—. Me quiere mucho más que a ti.
—No lo dejaste responder.
—Al menos yo le habría dado un anillo decente.
—No necesitaba un anillo "decente". —Eiji ríe—. Yo me habría casado con Ash con un anillo de papel.
—Tch, son asquerosos.
—Lo dice el que literalmente está sentado sobre Shorter.
—Sigue siendo un nivel más tolerable que el de ustedes.
Están en Massachusetts, Cape Cod.
Dos años posteriores.
Es la primera vez que se atreven a ir después de lo sucedido con Jim tanto por el duelo de su hermano sin procesar en relación a lo que debió haber pasado y no pasó y por la idea de ver a papá sin matarlo.
El proceso de Ash es...diferente. Si bien durante sus primeras visitas (tanto cuando Dino los perseguía como la discusión posterior) los fantasmas de su niñez no se reactivaron ni lo devoraron hasta dejarlo con sus huesos desnudos el timing ha cambiado, ha trabajado alrededor de su estrés post traumático a cabalidad en las sesiones, ha profundizado raíz a raíz de los síntomas, se ha expuesto donde evitaba y ha desarrollado un pensamiento más objetivo para quitarse los lentes negativistas, se encoge hacia el pecho de Eiji si despierta de una pesadilla, si hay una reexperimentación usa una habilidad en caso de emergencia o pide ayuda, si la hiperalerta escala aprieta el anillo, desde donde se vea ha avanzado más de lo que jamás habría soñado.
Está viviendo.
Es feliz, no todo el tiempo puesto que es inherente de la naturaleza humana estar algunas veces mal.
Pero es feliz, ¿quién lo diría?
Una vez me hablaste de un leopardo sobre el que leíste en un libro. Cómo creías que ese leopardo sabía que no podía regresar. Y yo te dije que no eras un leopardo, que tú podías cambiar tu destino.
No estás solo, Ash.
Estoy a tu lado.
Mi alma siempre estará contigo.
Sus ojos se humedecieron la primera vez que leyó esas palabras, recuerda que sus jades brillaron de esperanza, incredulidad, amor y miles de emociones que nunca antes había sentido y por ende, sabía que no podría denominarlas, no pudo hacer otra cosa que pararse y correr apretando la carta encima de su pecho. Sí. Sabía que le había dicho a Blanca que nunca lo volvería a ver, lo correcto era liberarlo, dejar que Eiji volviera a su propio mundo y estuviera a salvo. Pero Eiji. Eiji. ¡Eiji! No pudo concentrarse en nada que no fuera Eiji. Sus ojos de gacela. Su cabello esponjado. Negro. Las cosas oscuras le solían dar miedo y lo remontaban a la noche de Halloween con Griffin. Pensar en Griffin era doloroso. Creía que si evitaba las cosas dolorosas resistiría. Su vida era dolorosa. Pero Eiji. Dios. Eiji siempre encontró la manera de reescribirlo. Las cosas oscuras. Las fotografías. Los toques. El sexo. Los besos. La comida cuando tuvo anorexia. Las palabras. Eiji siempre estuvo ahí. Nunca le pidió nada a cambio. En la carta otra vez le dio un recordatorio al hablarle de ese leopardo.
Podía vivir, podía volver a casa, podía rescatar su humanidad, si estaba perdido podía ser encontrado.
Tal vez, las cosas estarían bien si Eiji estaba ahí.
Tal vez, podía cambiar su destino.
¿Por qué has bajado la guardia? Nunca lo haces, ¿por qué ahora?
Eso fue todo.
Bajó la guardia un segundo, un maldito segundo en su vida y...creyó que estaría bien morir, Eiji estaba a salvo y eso era todo lo que necesitaba y de todas maneras ¿qué clase de vida tendría? Había sufrido demasiado, la gente que sufre demasiado no merece vivir, deberían suicidarse y morir, al menos esto pensó mientras se desangraba en la silla, ¿para qué arreglarse?, ¿por qué arreglarse?, ¿por qué debía hacerse cargo? Él no se rompió. Él no se violó. Él no se forzó a matar. Él no se abusó. Era un niño. Jim le dijo que estaba bien si le pagaba.
¿Por qué debía lidiar con un trauma que él no ocasionó? Era injusto, tan injusto que eso casi lo mata.
Pero sobrevivió y se tuvo que hacer cargo, su terapeuta le explicó que muchas veces las personas no somos responsables de nuestras propias cicatrices sin embargo somos quienes las cargamos, sino se limpian correctamente somos nosotros quienes terminaremos incurables y ha sido una bazofia tener que hacerse cargo del niño temblando en la cama de su entrenador, la terapia es jodida, quien refiera lo contrario te está mintiendo, ha sido suicida, reactivante, intensa e insoportable, más considerando la naturaleza de su politraumatismo, muchas veces se arrepintió de no dejarse morir en la biblioteca.
—Creo que te ves bonito. —No obstante Eiji le ha acomodado el sombrero de paja en la cabeza, está sonriéndole y su sonrisa hace estrellas—. Sí, te ves como todo un pueblerino.
—Eso es ofensivo, onii-chan. —Tararea.
—¿Y no es ofensivo llamarme onii-chan a estas alturas del matrimonio?
—Es porque conozco tus fetiches. —Dice con picardía.
—Según recuerdo tú eras el que hacía pucheros ya que quería que "una maid" lo despertara a diario.
—Te verías muy bonito de maid.
—Ugh, son más asquerosos de lo que recordaba.
—¡Yue!
—¿Crees que somos asquerosos? —Ash abraza a Eiji y lo tira hacia su regazo, Eiji ríe apenas siente a sus labios presionarle el cuello e iniciar una secuencia de besos—. ¡No has visto nada!
—¡Ash! —Carcajea—. ¡Para! ¡Hace cosquillas!
—¡Basta! ¡Hay niños presentes!
—¡Yo quiero ver!
Sí, muchas veces se odió por no dejarse morir en la biblioteca, la vida es dura, jodida, traumática, se ha encargado de patearlo una y otra y otra vez estando en el suelo.
Pero muchas veces se agradeció por salvarse.
Vale la pena estar vivo, lo piensa al menos una vez al día porque: está casado, su mejor amigo todavía está vivo, su hermano se casó con su papá adoptivo (lo que suena mucho más turbio de lo que quiere pero es buen material para molestar a Max), cada día está un poquito mejor. Día tras Día. Días hechos años. Así que está en Cape Cod ya que debe ir por Aslan. No se dejará acá. No se volverá a abandonar.
—Me sorprende que nos hayas querido invitar a todos a tu casucha. —Claro todavía posee reticencia acerca de la inclusión de Yut-Lung a su grupo, más, Shorter está totalmente rehabilitado gracias a los trabajos que hizo con la droga así que de cierta forma se lo debe—. Podrías haber barrido la tierra o la mugre, pero asumo que es un digno reflejo de ti.
—¿Me estás llamando sucio?
—No. —Tararea—. Pero puedo oler la peste de tus camisetas de Walmart desde acá.
—Es todo, te vas de Cape Cod. —Lo echa—. Y te vas caminando, no haré que el viejo conduzca puesto que te crees de la realeza o algo así.
—Shorter. —Se vuelve a sentar en su regazo—. Bebé.
—Ash. —Su mejor amigo es un fácil—. Deja que se quede, lo dijo con buenas intenciones que debiste malinterpretar.
—Me acaba de llamar apestoso. —Gruñe sin soltar a Eiji.
—Bueno, los depredadores tienen aromas fuertes ¿no? Te está respetando, está reconociendo aquel potencial de lince que todavía tienes ¡deberías sentirte halagado! —Eiji amortigua una carcajada con el dorso de su palma y el corazón le duele, ¿incluso tú te pones de su parte?
—Si ustedes se terminan casando nuestra amistad se acaba. —Aslan le da un ultimátum amurrado.
—Bien, no necesita tu amistad si me tiene a mí.
—¡Ah! —Sing intervén—. Si ustedes se casan eso significa que seré el único soltero en nuestro grupo de amigos.
—Ya eres el único soltero del grupo. —Yut-Lung enfatiza—. Shorter y yo estamos en una relación aun sino es un matrimonio. —Amatista choca con jade—. Todavía.
—Bastardo. —Gruñe entre dientes—. Definitivamente no me puedo acostumbrar a ti.
—Es una lástima. —Tararea paseando sus dedos por su melena—. Buddy lo hace.
—¡Mentira! —Ash mira al cachorro—. Ven cariño, ven con papá.
Buddy va hacia Yut-Lung y le deja roto el corazón.
Traidores todos.
Más no se queda pegado en esta confrontación sino que la aprovecha para robarse a Eiji y así poderlo arrastrar al campo de trigo, sin duda la sensación es distinta al verano que pasaron comiendo comida chatarra y bebidas más grandes que sus cabezas antes de ir a nadar, algo se siente diferente o tal vez es el propio Aslan que ha cambiado, se toma un minuto para contemplar el escenario, no se detienen ni se sueltan las manos a través de las espigas y la sensación hace cosquillas, es un mar de oro líquido, le trae demasiados recuerdos y ya no por su propia infancia, sino por su libro favorito, Eiji tiene razón cuando se queja sobre lo irritante que es Holden, ¿por qué le gusta el personaje?
«Muchas veces me imagino que hay un montón de niños jugando en un campo de centeno. Miles de niños. Y están solos, quiero decir que no hay nadie vigilándolos. Solo yo. Y estoy al borde de un precipicio y mi trabajo consiste en evitar que los niños caigan a él. En cuanto empiezan a correr sin mirar adónde van yo salgo de donde esté y los cojo. Eso es lo que me gustaría hacer todo el tiempo. Vigilarlos. Yo sería el guardián entre el centeno. Te parecería una tontería, pero es lo único que de verdad me gustaría hacer. Sé que es una locura».
Por eso.
Ash quería ser su propio guardián entre el centeno, quería proteger a los niños de la crueldad adulta para que no tuvieran que crecer como él lo hizo, deseó ser el adulto que necesitó, suspira, no detiene su caminata a través del centeno y de pronto, la sensación de vulnerabilidad es grotesca, está acá de verdad, este es el paso final y está muerto de miedo.
¿Qué pasa si no logra enfrentarse a sí mismo?
¿Qué pasa si es muy tarde para salvarse?
¿Qué pasa si no se puede encontrar a pesar de todo?
—Aslan. —Más no está solo y joder, Eiji luce hermoso con su camisa blanca en el laberinto de espigas doradas, está lejos, no mucho, lo suficiente para que su sombra golpee las converse rojas—. ¿Quieres parar un rato?
—Sí. —Entonces su esposo camina de regreso y lo encuentra, no está solo en ese precipicio evitando que los niños caigan, hay alguien a su lado—. Quiero tumbarme un rato.
—Entonces hagámoslo.
Eiji no hace más preguntas ni necesita mayor explicación, se recuesta a su lado, su piel bronceada se aprecia casi dorada empapada por los rayos del sol, su cabello esponjado se vierte como tinta encima del pasto apenas Eiji se acomoda mirando al cielo, la imagen es tan pacífica que ni siquiera se percató del instante en que se acostó a su lado, no se han soltado las manos, se siente bien estar así, solo los dos contra el mundo, sonríe ante tan infantil idea, sin embargo, así lo concibe porque el centeno alto los esconde en su totalidad, podrían quedarse acá para siempre y ser girasoles, tal vez en otro mundo son girasoles y rosas o conejos y linces que a pesar de que nunca debían encontrarse sus caminos se acaban entrelazando.
—Ei-ji. —Repite ese nombre como si fuera un hechizo, una promesa, una carta con lágrimas y sangre.
—Aslan. —El nipón tiene los ojos cerrados y una sonrisa dulce casi como si enunciar su nombre fuera un motivo de goce—. Aslan. —Repite.
—Me gusta que lo digas así. —Ash se da vueltas para mirarlo, el trigo hace cosquillas y está frío sobre el piso a pesar del sol abrasador—. Haces que se sienta real.
—Es real. —Jade se entrelaza con cobrizo.
—Haces que me sienta real.
—Eres real, Ash. —Ash-u, nunca Ash—. Aslan Jade Callenreese, deseo que tu vida sea hermosa como un jade al amanecer.
—Eres cursi. —Ríe con las mejillas rojas, muy rojas—. Y todavía dices mal mi apellido. —Miente, pero es divertido molestarlo—. Sigues estornudando en algunas partes.
—Pues tú tampoco pronuncias muy bien el mío.
—Sería más fácil si solo fueras Eiji Callenreese. —Sus ojos cafés se abren en una melancolía dolorosa.
—Eso me gustaría. —Musita—. No creo que tenga derecho a ser un Okumura.
—Oh.
La relación con sus padres es complicada.
Sí.
Hubo un tiempo en que Eiji realmente trató de que las asperezas se limaran a raíz de sus expectativas culturales interiorizadas sin embargo lo sano fue dejarlos ir, eso no quiere decir que eliminó contacto con ellos en su totalidad, pero sí lo ayudó a darse cierto permiso para vivir la vida que quería, además ¿qué otra opción tenía? Tal vez antes habría acatado, tenía normalizada una dinámica familiar insana y estresante, su padre estaba en el hospital al borde de la muerte, su madre le delegaba las tareas y así poder "vivir su vida", al final, Eiji era mamá y papá para su hermana y soportaba y soportaba toda esa presión en silencio. Lo estaba matando. Era terminal. Luego se acumuló la pértiga. La lesión. Hizo lo mejor que pudo para iniciar de cero, más, en el primer día en América lo tenían secuestrado, costó pero aprendió a validarse.
Fue malditamente valiente el haber seguido adelante y haber tomado la decisión de estar para Aslan.
Le da un poco de risa, sabe que si no hubiera iniciado el tema del matrimonio habría cedido ante sus padres y habría vuelto para hacer una especialidad de la que estuviera "orgulloso", vivir una vida tan miserable como la de su familia, hacerse cargo de la casa, casarse con una de las chicas que su mamá tanto le insistía y se escucharía bonito, ajá, podría decir con orgullo que lo hizo todo en vez de apenas haber entrado a una universidad dos años más tarde, no obstante sabe que en ese camino profesaría un inmenso vacío, en realidad nada de eso le gusta, en realidad siempre habría deseado elegir, nunca se habría perdonado el haber sacrificado su libertad. Ahora es libre. Ahora vive una vida no esperable en relación a sus papás. Ahora están distantes y duele todavía.
Pero es feliz.
Está con Aslan e hizo su propia familia así que... tal vez Eiji Callenreese sea un nombre más apropiado.
O tal vez no ¿quién sabe?
—El otro día me llamaron. —Entonces empieza a hablar del tema porque si no habla se ahoga, Aslan se ha vuelto un oyente excelente además—. Te mandaron saludos.
—No quiero sus saludos. —Ash chasquea la lengua, es rencoroso y no los perdona por todo el daño.
—Me da pena que hayas querido llevarte bien con ellos y ellos...
—Eiji. —Lo toma de las mejillas y lo obliga a darse vuelta, algo de Cape Cod le resulta tan significativo en relación a su historia—. Nunca te disculpes por ser quién eres o por amar a quien amas.
—Sé que están intentando entenderlo, pero su manera de entenderlo es... —Una mueca se deforma en sus labios—. Dudosa.
—¿Dudosa?
—En la última llamada que tuve con mi papá me preguntó si acaso quería ser mujer, en su mente no existe la posibilidad de que un hombre ame a otro siendo ambos hombres, creo.
—Eso es una mierda.
—¡Lo sé! —Gimotea y Ash lo atrae hacia su pecho—. Al menos se escuchó genuinamente feliz acerca del tema de la universidad.
—¿Estás seguro de querer entrar? —No es crítico con sus palabras, desea entenderlo, se lo transmite a través de sus toques además, le gusta que acomode sus palmas con más confianza sobre su cuerpo, le gusta sentirlo más audaz y cómodo en el tema de la intimidad—. Estudiar no es el único camino.
—Me gusta porque Ibe-san me recomendó la facultad y él sabe del tema.
—¿Eh? —Ash presiona sus labios sobre su flequillo—. ¿Por qué siento que escuchas más a Ibe que a tu adorable esposo?
—Porque no tengo ningún adorable esposo.
—Eiji. —Advierte.
—Ah, sí lo tengo. —Su sonrisa de comemierda es una advertencia—. Yue.
—¡Es todo!
Claro que Ash se le tira encima incluso si están al medio del centeno, Eiji ríe intentando librarse dado que sus ataques hacen cosquillas, más, eso solo amplifica el deseo de su esposo por molestarlo, sabe que es de esa manera porque se le acomoda arriba y cuela las manos dentro de su camisa haciéndole cosquillas, es injusto, Eiji es sensible cerca de las costillas y al costado de la cintura, carcajea e intenta devolverle algún ataque extendiendo las manos, sin embargo de tanta risa sus ojos se nublan a causa de las lágrimas y apenas puede articular una palabra decente. Eiji ríe. Ríe. Ríe. Pide piedad. Su cuerpo se rinde debajo de Aslan y entonces...
—Eiji.
Aslan lo mira con esos ojos que solo son para Eiji y lo llama con esa voz que siempre usa para rogarle.
—Ash.
—Mi Eiji. —Las cosquillas se detienen y se convierten en caricias—. Estoy muy orgulloso de ti. —Hay trazos alrededor de su mentón que lo mantienen contactado al jade, no logra apartarle la mirada de encima a pesar del deslumbrante sol pueblerino, parece un ángel, es su primer pensamiento ante el halo dorado que se ha dibujado—. Gracias por venir conmigo.
—No te iba a dejar venir solo. —Eiji entrelaza sus dedos con los de su amado e intenta fletarse puesto que desea más cercanía, lo hace un poco y necesita usar sus codos para apoyarse en el suelo, aunque vale totalmente la pena si puede estar más cerca de Aslan—. No te tienes que obligar a nada, ¿sabes? Has hecho un progreso gigantesco y esto no define si sigues avanzando o no.
—Lo sé. —Besa sus nudillos—. Pero quiero intentarlo al menos una vez, estoy cansado de evitar mi inicio.
—¿No te da miedo?
—Estoy aterrado. —La vulnerabilidad se transparenta en sus jades—. Me da miedo de que todo vaya a ser en vano porque me encuentre y me da aún más miedo no encontrarme.
—Aslan. —Es turno de Eiji de sostener sus mejillas—. Acá estás, hola.
—Acá estoy. —Repite regresando antes de irse—. Hola.
—Te encontré. —Apoya su frente sobre la de su amado—. Te encontré otra vez.
—Me encontraste.
—Y acá estoy a tu lado.
—A pesar de todos los años. —Su voz se suaviza—. Sigues acá.
—Te prometí un "para siempre" y eso es un largo tiempo ¿verdad?
—Verdad. —Sonríe más calmo—. Nunca entenderé del todo porqué me lo prometiste, en serio creía que era suficiente un "solo por ahora" o mejor dicho, nunca me habría atrevido a exigirte más.
—Justamente por eso. —Le explica—. Porque no me exigiste nada, yo elegí dártelo deseando que al final me aceptaras.
—Terco. —Sus ojos son cariñosos—. Malditamente terco y un poco desquiciado.
—Ash.
—Te amo tanto.
Lo besa.
¿Siquiera existen palabras para explicar lo extraordinario que es besarlo? Lo duda, a pesar del tiempo que llevan casados cada beso es el primero, es gracioso, Ash tiende a ser quien le agradece por tomar las experiencias dolorosas y reescribir sobre ellas, la cosa es que para Eiji también son primeras veces todas estas que construyen juntos. Tomar un arma. Volver a volar. El beso en prisión. Cortar el grillete de las expectativas robándose el auto. Saltando al río. Haciendo amigos genuinos. Sufriendo. Siendo fuerte. Valiente. Terco. Siendo egoísta por primera vez y no dejándolo ir.
Sus manos se deslizan entre los cabellos de Ash mientras que vuelve a caer recostado sobre el campo de centeno, los labios de su amado son airosos, sus dedos ahuecan sus mejillas, es una petición: abre la boca si quieres que te bese bien. Así que lo hace, relaja sus párpados dejando que la boca de Aslan haga y deshaga lo que quiera, sus uñas se crispan sobre la camiseta blanca, se sobresalta, aún resulta demasiada estimulación sentir su lengua entre la suya, intenta seguir cómo puede el beso, pero todo el peso de su esposo está encima suyo y el sol ha empezado a calentar, Eiji desliza sus palmas y marca una hilera alrededor de su cuello largo mientras la estática los consume, se dejan perder en el trigal.
Ash lo besa como si fuera la primera vez.
La última.
Todas las del medio.
Lo besa como si su vida dependiera de este beso y Eiji corresponde sabiendo que en estos momentos lo hace ya que besar a Aslan, sentir las manos tocándolo por debajo de la camisa, rodar sobre espigas como si fueran unos tontos enamorados. Sonríe. Se deleitan con la electricidad ajena. Es adictiva, es húmeda, es caliente, es reconfortante pero sumamente sofocante. Hay fuego extendiéndose por esa piel bronceada hasta los latidos errantes, apenas puede escuchar su corazón entre los jadeos que se derriten contra su oreja y se amortiguan entre su boca. Eiji. Eiji. Ei-ji. Mi Eiji. Joder. ¿Qué importa eso que sus padres querían? La vida no valdría la pena sino hubiera Aslan en ella.
Así que lo besa. Lo besa. Lo besa. Sonríen. Ruedan. Se tocan. Se aman. Qué bien se siente amarlo.
—A-Ash... —Suspira arrojando la nuca hacia atrás, sintiendo a las espigas enredándose en su cabello.
—Estás poniendo una expresión muy linda en estos momentos. —Sus ojos verdes relumbran con un brillo malicioso que conoce demasiado bien, está excitado—. ¿Acaso quieres más?
—No podemos acá.
—¿Eh? —Sus palmas se pasean ojal por ojal hasta dejar su clavícula desnuda, los labios de Ash trazan un incendio desde su pecho hacia su cuello, deteniéndose justo en su manzana de Adán para morder.
—Hablo en serio. —Suspira—. Los chicos están cerca.
—Yo no los invité. —Espeta.
—¡Tú los invitaste!
—Sí pero... —Frunce el ceño intentando pensar una excusa—. Pero por cortesía, Griff me obligó dado que quería vacaciones familiares y todo el tema, pero yo no quería que nadie más viniera.
—Ash. —Advierte divertido, las palmas de Eiji se alzan para atrapar uno de sus mechones de oro, así lo puede acomodar detrás de la oreja, bonito, es muy bonito—. ¿Por qué no solo admites que querías tenerlos acá a pesar de todo?
—Porque no los quería. —Chasquea la lengua, voltea el rostro, el sonrojo sobre sus mejillas lo delata.
—Eres un tsundere. —Tararea—. Eres todo un tsundere, ese es el papel de Yue.
—¡Ah! ¡Deja de mencionar a satanás!
—¿Satanás? —Alza una ceja—. ¿Así tratas al casi marido de Shorter?
—Nunca aceptaré esa unión. —Ash se deja caer sobre el pecho del nipón igual que un gatito mimado exigiendo cariño, como entiende el mensaje no tarde en empezar a pasear sus dedos entre su cabello dorado, sintiendo cómo sus músculos se relajan progresivamente y la respiración se vuelve tranquila.
—Ash. —Una promesa. Un juramento. Un anillo—. ¿Realmente elegiste periodismo porque querías?
—¿Por qué lo preguntas? —Canturrea.
—Porque queda en la misma facultad que fotografía.
—Oh. —Los racimos de pestañas blancas se extienden para develar esos jades—. Eso fue casualidad.
—¿No querías ir a Harvard?
—No, yo nunca dije eso además de para impresionar a tus papás. —Chasquea—. Yo quería ir a alguna facultad que me permitiera estar cerca de las personas que son importantes para mí, Massachussets está muy lejos de eso, ¿quién escucharía las boberías de Shorter sino soy yo?, ¿quién haría el trabajo del viejo sino escribo sus columnas?, ¿quién sería el editor de Griffin? —Sus piernas se deslizan entre las espigas y ese toque aterciopelado lo deja necesitado de más—. ¿Quién te bajaría las cosas de los estantes muy altos?
—Sing. —Sonríe con malicia—. Ya es más alto que tú.
—¡Eiji! —Entorna los ojos en blanco—. No eres divertido, tu cara de bebé es engañosa. —Y como es muy maduro procede a pellizcarle una mejilla.
—¡Ash! ¡Para! —No duele, solo le gusta exagerar.
—Además, periodismo es algo que puedo hacer de cualquier lugar y es... compatible con la fotografía en caso de que quieras colaborar conmigo.
—Oh. —De repente su cara está roja y muy roja—. ¿Estás pensando en...?
—Tal vez. —Ash se esconde dentro de su pecho, apoyando su cara contra la camisa—. Solo me gusta poderme proyectar contigo nada más, es una idea.
—Ash. —Su corazón se hunde en sus entrañas—. Mi dulce Aslan.
—¿Tú estás bien con la fotografía? —La pregunta no es maliciosa ni tiene por objetivo la crítica—. Sé que no estabas convencido del todo y que te cuestionabas bastante tu talento.
—He dejado de hacerlo. —Se permite morir bajo el sol sangrante.
—Eiji. —Aprieta su mano en una señal de orgullo, aunque tiene las piernas clavadas al suelo, tiembla apenas su esposo se acerca para verlo cara a cara—. Mi valiente Eiji.
—Me gusta la fotografía, aunque me tardé más de lo que la mayoría se tarda en entrar a una facultad finalmente estoy ahí y me siento orgulloso del tiempo que tomé para sanar y de iniciar esa etapa de mi vida. —Falta algo—. Esta etapa de nuestras vidas.
—Debemos estar en sintonía en ese caso. —Ash ríe mirándolo como si fuera su misma alma, lo hace con el ceño relajado, con un brillo melifluo en sus pupilas, una sonrisa tímida—. Partimos y acabamos en Cape Cod, tiene algo de poético.
—Partimos juntos y terminamos juntos. —Lo reafirma—. Para siempre.
—Para siempre.
Se besan un poco más antes de volver a la cabaña, corren por el centeno, se persiguen, ruedan y se atreven a jugar como si aún fueran niños. Inocentes. Ingenuos. Puros.
Solía cuestionarse acerca de esta dualidad ya que su propio esposo no podía consolidarse, le hablaba de Ash y de Aslan como si fueran personas diferentes y por un tiempo, también se lo cuestionó, ¿cuál era genuino? Tú que matas sin piedad entre toda esa sangre y pólvora. Tú, que odias las calabazas y te sonrojas por eso. ¿Cuál es el real? ¿O eres ambos coexistiendo juntos, uno al lado del otro? Aunque lo más duro de eso era el punto de quiebre que eso ocasionaba, Ash era agresivo, se reducía bajo su fachada de asesino mientras que Eiji por otro lado, Eiji veía que era más que eso. Vio a través de Ash.
Sí.
Y por eso siempre trató de sacar su lado más humano a la superficie y así Aslan nunca olvidaría quién era realmente, quién podía ser. Lo dejó ser vulnerable, lo hizo reír, le permitió hacer el tonto, mostrar su personalidad mierdosa en todo su esplendor, lo dejó estar asustado y lastimado, Eiji miró lo herido que estaba aunque no pudiera admitírselo a nadie, ni a sí mismo. Aprendió a amar ambos lados pero más que nada, aprendió que ambos lados eran lo mismo. Por eso lo llena de orgullo haber vuelto, el lince feroz está listo para hacer las paces con ese gatito profundamente herido. ¿Y Eiji? Eiji ha hallado paz y ha dejado de cuestionar sus propias decisiones.
Su terapeuta tenía razón: es mejor vivir una vida que le guste que una "correcta".
Al diablo.
Así que van a esa cabaña tomados de las manos y se unen a la cena que Griffin y Max han preparado.
Están de vacaciones familiares, en Cape Cod.
Dos años después.
—Cariño ¿puedes alcanzarme la sal, por favor? —Max pregunta en medio de la cena, el ambiente es ameno aunque hayan tenido que juntar todas las mesas para caber al mismo tiempo.
—Claro, acá tienes, vejete. —Aslan no duda en extenderle el condimento con una sonrisa socarrona.
—¡No te estaba hablando a ti, mocoso! —Gimotea—. Le estaba hablando a Griff.
—No puedes usar apodos empalagosos con mi hermano.
—¿Por qué no? Estamos casados.
—Porque es asqueroso.
—Dices eso pero tú eres aún más asqueroso con Eiji. —El rostro de su amante devela una indignación profunda y sañosa—. Ah sí, los he escuchado hablar.
—¡No somos asquerosos! —Gruñe—. ¿Verdad, bebé? —¿Y cómo Eiji podría negarle algo a esos ojitos de cachorro pateado?
—Verdad. —Así que le da la razón apretando su mano por encima de la mesa, estos gestos físicos se han vuelto cotidianos en su relación sin embargo no dejan de ser especiales porque recuerda cuando sus padres vinieron de visita y cómo tuvieron que esconderse—. En serio te amo.
—¿Acaso me estás tratando de coquetear en plena cena familiar onii-chan? —Canturrea ya que sabe que le fastidia el apodo, años casados y sigue llamándolo así ¿es en serio?
—Compórtense. —Yut-Lung los patea por debajo de la mesa—. No vine a este horrible pueblucho solo para verlos babear sobre el otro.
—¿Por qué viniste?
—Shorter me obligó.
—Entonces tengo ese poder sobre ti. —El chino proclama—. No pensé que funcionaría.
—Y además me hiciste traer a Sing, mi esclavo no podía quedarse solo en casa.
—¡Amigo! —Chilla el más joven—. No esclavo.
—Amigo, esclavo, sirviente, peón y es lo mismo. —Sing suelta sus cubiertos y cruza los brazos encima de su pecho absolutamente amurrado—. De todas formas, dejen los apodos.
—Puedo llamar a Eiji como quiera, nuestro matrimonio es el más largo. —Ash alega.
—Tal vez. —Max lo confronta con una sonrisa pícara—. Pero nuestro compromiso fue el más extenso al durar casi una década.
—¿Quién diablos se compromete en Irak?
—Nosotros. —Max muestra sus sortijas relumbrantes—. Le prometí a Griffin que si salíamos iríamos a casarnos.
—¿Y tú aceptaste? —Ash no esconde su mueca de desagrado.
—No creí que saldríamos con vida. —Griffin se encoge de hombros con una sonrisa medrosa dejando a un Max absolutamente lastimado por esa confesión—. Aslan, fuiste mi razón para sobrevivir tantas atrocidades, muchas veces me quise dar por vencido y Max tuvo que ser mi pilar porque en ese lugar nadie podía sostenerse a sí mismo si quería salir cuerdo, cuando me dejaron de llegar tus cartas sentí que había perdido el motivo para seguir adelante y aun así, volver a ver tu sonrisa, tus ojitos brillosos, escucharte llamarme Griffy con tus dientes de leche recién caídos, esas cosas me salvaron.
—Griff...
—Cuando Max me propuso matrimonio fue otra razón para salir adelante, en ese entonces lo miraba muy lejano, como si fuera una fantasía o algo que podría pasarme en otra vida, pero Max ni una sola vez vaciló en relación a que lo lograríamos, eso me mantuvo esperanzado, inclusive hicimos nuestros propios anillos ¿lo recuerdas?
—Con las vendas que nos robamos de la enfermería. —Max sonríe con suavidad—. Lo recuerdo muy bien.
—Fue un gesto cursi.
—¿Cursi? —Sus ojos azules brillan con añoranza—. ¿Sabes cómo conocí a tu hermano, Ash? —Niega con la cabeza—. Leyendo una de tus cartas.
—¿Ah? —De pronto, Aslan está rojo y muy rojo—. ¡Griff! —Gimotea.
—Todos estaban al borde de la locura en ese entonces pero Griff... estaba sentado con una serenidad impresionante contra una de esas mugrientas tiendas que usábamos para dormir, tenía una carta en sus manos y sus ojos brillaban como nunca había visto brillar algo mientras leía y ahí fue cuando me enamoré de él irreparablemente, no entendía cómo alguien tan bueno podía estar en Irak.
—Por mi culpa.
—No fue tu culpa, Aslan. —Su hermano le extiende la otra mano—. Tomé mis decisiones, aun si me arrepiento de varias de ellas no puedo hacer nada para cambiarlas, pero lo que puedo hacer es tratar de elegir más sabiamente en el futuro.
—No veo cómo casarte con el viejo es más sabio.
—¡Mocoso!
—¡Griff, me está pateando! ¡Griff!
—¡Ya para!
Aunque Ash sigue chillando y quejándose acerca de lo insoportable que es Max, Eiji mira a través de tan endeble mentira, no es el único por supuesto, lo ve en esa risa cómplice de Shorter, en la sorpresa dentro de los ojos de Yut-Lung, en un gesto boquiabierto de Sing y por supuesto, en la sonrisa pacífica de Griffin, al final cree que esto significa tener una familia de verdad, es cierto y puede que sus papás nunca sean los papás que Eiji necesitó ni va a necesitar, no obstante ha construido una dinámica casi familiar entre personas valiosas. Se ha rodeado de personas que son mejores, no por el complejo de inferioridad ni nada similar, mejores porque quiere aprender de ellas.
¿Quién lo diría?
Recuerda cuando estaba metido en lo más profundo de su depresión y pensaba que no subiría, aquel entonces no pudo expresar claramente las necesidades por temor a ser una carga y estar saboteando el proceso de sanación de Aslan, sus padres llegaron a rasgar cada herida dejándolas repletas de pus e infecciones, le tomó mucho recomponerse y volverlas a limpiar, pero lo hizo y aprendió que aquella envidia que sentía porque todos "eran mejores que él" solo era un llamado a querer ser visto. Apenas Eiji logró verse a sí mismo entendió que el resto sí lo veía, no de la manera que esperaba tal vez pero sí de la manera que podían y eso era igualmente valioso, poco a poco dejó de idealizarse, se permitió mostrar y mostrarse lo más feo, irónicamente ahí fue cuando lo aceptaron en la universidad.
No siendo un ángel. Ni un soporte. Ni un hijo perfecto. Ni un santo. Ni tan incondicional. Solo fue Eiji siendo Eiji y ya. Bueno y malo. Luz y oscuridad. Todo y nada.
Ja.
Es bonito tener una familia y poder contar con ella.
—Chicos, hola.
El ambiente cesa. Las risas mueren. Los cubiertos se caen.
¿Qué hace acá?
—Jim.
—Están acá. —Ciertamente Jim luce incómodo clavado en la puerta de la cabaña, rascándose la nuca mientras la noche se come Cape Cod y el frío se cuela a través de las grietas—. Vi la camioneta afuera e intenté atar los cabos sueltos, vinieron de visita.
—Papá. —Ash tensa el agarre de manos, Eiji lo acuna con suavidad y ternura, lo trae de regreso, más entiende que su esposo no está así por su padre—. Hola.
—Hola.
—Jim. —Sino por Griffin—. Hace mucho no nos veíamos.
—Me enteré de que estabas vivo dado que Aslan me lo contó la vez pasada.
—Te llamaron del hospital. —Griffin no está preguntando, su furia es calma y progresiva igual que el clímax en una ópera, Eiji está demasiado familiarizado con esa sensación por ende, vislumbra que le va a explotar en la cara sino la atrapa antes—. Así que sabías que estaba vivo pero preferiste dejarme.
—No tenía los recursos para recibirte.
—¿Y Aslan sí? —Esta es la primera vez que se ven cara a cara, Griffin nunca quiso ni pudo verlo desde la visita anterior que tuvieron, no estaba mentalmente preparado—. Explícame ¿cómo mi hermanito de apenas unos 13 o 14 años estaba más capacitado para cuidarme que tú?
—No vine a pelear.
—Entonces no sé a qué viniste. —Las fosas nasales de Griff se contraen delatando la cólera escondida detrás de la gentileza en sus pupilas—. ¿A qué viniste?
—A la cena familiar. —El trío chino intercambia una mirada constreñida sin entender cómo intervenir en esta escena, Yut-Lung mira a Eiji a través de la mesa, se mantiene en silencio al hallar una negativa.
—No tienes asiento acá, Aslan no te quiere. —Griffin intenta endurecer su voz y volver fría su mirada.
—Griff. —Pero Ash intenta calmarlo del otro lado de la mesa—. Está bien si se queda, solo si también lo quieres.
—¿Puedo quedarme? —Jim luce viejo desde la puerta—. Por favor.
—Yo no... —La disyuntiva es obvia—. Puedes quedarte.
—Cariño.
—Está bien, Max. —Sonríe—. En serio.
Pero Eiji ve que Griffin se fuerza a decir eso a sí mismo y le es inevitable no empatizar con la situación.
Griffin por otro lado es un caos.
Odia a su papá.
No es que no haya tratado de hacer las paces con Jim, al contrario, Dios sabe lo mucho que ha tratado de hacerlo, puede perdonarle que haya sacado a su mamá para embarazar a una adolescente, puede perdonarle que lo haya descartado como basura tras la llegada de Ash, puede perdonarle lo borracho que se ponía tras el abandono de ambas mujeres, los insultos, los arranques de ira, la negligencia en relación a sus necesidades afectivas y físicas, el no haber sido un papá, la violencia y cómo Griff debía fingir que todo era un juego para que Aslan no pasara por eso.
Puede perdonar el hambre. El haber renunciado al colegio. El haberlo puesto a trabajar en la cantina. El haberlo dejado a su suerte en la cabaña. El menosprecio. El haberlo convertido en el saco de boxeo de sus penas. El dolor. La agonía silenciosa. Las carencias. El miedo. El no poder pagar las cuentas. El haber tenido que criar a un crío siendo uno todavía, el haberse enlistado en la guerra para conseguir dinero y oportunidades. Puede perdonarlo por obligarlo a ser padre y mamá y no proveerle ninguno.
Pero con Aslan...
—Te ves bien. —Jim no tiene tino y se sienta a comer—. Ya no debes estarte prostituyendo ¿verdad?
—Jim. —Gruñe entre dientes.
—No, ya no hago eso. —Ash se lo toma con calma, casi con humor—. Entraré a estudiar periodismo.
—Periodismo. —Ríe—. ¿Acaso quieres ser un muerto de hambre?
—Ya trabajo con Max de todas maneras, será lo más fácil. —Jim mira con una mueca grosera al otro lado de la mesa.
—Max. —Repite—. Eres al que le dice "papá".
—Ah yo... —Max se rasca la nuca y está sudando montones visiblemente nervioso—. Lo soy. —Logra sostenerlo al final—. El mocoso es mi hijo a fin de cuentas.
—Ja. —Jim abre una botella de cerveza usando el borde de la mesa—. No sería raro, su madre acabó siendo toda una puta de corazón frío, no era como la mamá de Griffin, Audrey era una dama, lástima que perdió su encanto con el paso de los años, se descuidó y se puso fea y gorda. —Sus ojos perdidos entre las arrugas lo escanean de arriba hacia abajo—. Tienes suerte de haber sacado mis genes, aun si eres marica te ves bien.
—¿Gracias? —Responde por inercia, más, escupe la palabra.
—La mamá de Griffin se escucha como alguien agradable.
—Sí, me arrepiento de haberla sacado por alguien veinte años menor, siendo honesto ni siquiera sé cómo se llamaba la mamá de Aslan, tenía un apodo hippie o algo así, pero Audrey era diferente, ella sí era una ama de casa como corresponde, me pregunto qué será de ella, nunca volvió a buscar a su propio hijo, supongo que no era tan buena mamá.
—Para. —Aprieta el tenedor y la mano de Max—. Deja de hablar de ella, no tienes derecho a hacerlo.
—No entiendo por qué te pones tan sensible si al final yo te crie.
—¡¿Tú me criaste?! —Se levanta de la mesa—. Por favor, me abandonaste a mi suerte ansiando que criara a Aslan y aprendiera a criarme a mí mismo.
—Yo crie a Aslan cuando te fuiste.
—¿Qué dijiste?
—Me escuchaste. —Jim le da un trago a la cerveza—. Yo tuve que hacerme cargo del mocoso cuando te fuiste a buscar marido a la guerra.
—¡¿Y cómo acabó?! —Carajo, Griffin se cubre la boca horrorizado por haberlo dicho—. Yo no quise...
—Pero qué bonito sacarle en cara la violación.
—Griff. —Ash luce tan herido.
—Lo siento, necesito tomar aire.
Se va.
Le da cólera ni siquiera poder huir bien, la silla de ruedas es difícil de manejar y aún no se acostumbra del todo a estar tan restringido y depender de otras personas (sobre todo de su esposo), al estar tan jodido por la droga no había hecho el duelo por sus pérdidas físicas o mentales, hoy tiene procesadas esas cosas, aun así, a veces llegan de golpe por estímulos pequeños e insignificantes y pum, otra vez está en Irak sosteniendo un arma, otra vez está dejando a Aslan, otra vez le falló, otra vez no lo salvó y cree que por eso es tan duro perdonar a Jim. Griffin sabía que no podía confiárselo pero en un acto de llámese esperanza, llámese desesperación, lo hizo.
Aslan parece estar bien con esto e incluso bromea cuando lo llaman "puta" sin embargo él no puede.
¿No lo volvería cómplice restarle importancia a la situación?
¿No lo está revictimizando al dársela?
Es complicado y de repente, una ola de angustia se alza en sus entrañas y se manifiesta en forma de lágrimas calientes, tensa sus puños sobre sus rodillas e intenta alejarse de la cabaña, falla, la silla de ruedas es vieja y no pasa por las asperezas del campo, así que debe quedarse ahí, frente a esa puerta entreabierta, maldiciéndose por no volver a tiempo, lamentándose por esos retrocesos. Estaba bien cuando llegamos, se reprocha a sí mismo.
Estaba bien...
Y ya no.
—Papá es todo un personaje ¿verdad? —Aslan ha salido a buscarlo y siendo franco, no quiere hablar de lo sucedido, aún sigue herido—. Trata de no tomarte a pecho lo que dice.
—¿Cómo me puedes pedir eso? —La impotencia es un martillo errante en su voz, lo golpea y golpea.
—Porque Jim me da pena. —Aslan se sienta al lado, ni siquiera logró arrastrarse muy lejos, se atascó en el pórtico de su casa mirando hacia los campos de trigo—. Es un viejo decrépito. —Espeta—. Max también es un viejo pero un viejo agradable, de esos que quieres ayudar a cruzar la calle porque dan ternura, Jim es un viejo desagradable y feo.
—Siempre ha sido eso. —No funciona.
—Griff, está bien que resientas a papá, pero si es por mí no lo hagas. —Ash se estira, no mucho, solo lo suficiente para apretarle la mano—. Ya he superado esas cosas.
—Aslan.
—No le guardo resentimiento, no le guardo nada.
—¿Cómo puedes...? —Tensa sus manos sobre sus rodillas—. ¿Cómo podría estar bien esto? Papá ni siquiera luce arrepentido.
—Está arrepentido, entendí que toda esa mierda es porque apenas puede tolerar la culpa.
—Culpa. —Ríe—. ¿Culpa de qué?
—Mejor dicho ¿de qué no siente culpa?
Griffin tensa su mano entre la de su hermano y enfoca su mirada en el cielo de Cape Cod, comprende a lo que se refiere, sabe que en cierta parte de sí mismo por muy mierdoso que sea Jim debe sentirse responsable puesto que fue su idea ¿cómo le dijo a Aslan? Si alguien intenta hacerte lo mismo cállate y déjalo, pero hazlo pagar, no le cabe en la cabeza qué tan jodido está para agredirlo, probablemente viene a raíz de su incompetencia sobre no haber amado ni protegido a sus hijos cuando lo precisaban o que no pudo evitar que Aslan fuera tratado como un criminal en vez de víctima, no obstante, Griffin sufre ante la idea de perdonarlo.
¿Por qué?
¿Por qué no lo puede dejar ir a pesar de que él mismo se ha logrado perdonar por enlistarse en Irak?
Tal vez es porque no ve un cambio genuino en Jim.
Sí.
Ve que lo intenta y ve lo duro que lo hace, sin duda la muerte de Jennifer lo despertó al mostrarle lo solo que se había quedado en la etapa más crucial de su vida o cómo eso lo ha movilizado para tomar una relación irreparable con sus hijos, más no cree que sea suficiente. Injusto con Jim, sí. Pero ¿acaso no debería haber estado enfadado con Aslan por haberse escapado de casa? En vez de eso le escupió al llamarlo "puta" y preguntarle sobre sus clientes. Quizás, Griff ha concluido que no alcanza, aunque Aslan impresiona estar bien con eso entonces ¿por qué él no?
¿Por qué no puede dejarlo ir?
Joder.
—No pienso en Jim como mi papá. —Entonces Ash suelta ese pensamiento con una falsa casualidad.
—Yo tampoco lo hago. —Griff ha apretado con tanta fuerza sus nudillos que se han blanqueado bajo la manta—. Nunca podría.
—Aun así, considero que no me faltó nada en la vida. —El mayor parpadea. Una. Dos. Tres veces. Ni siquiera logra encontrarle sentido a esas palabras—. No me mires así. —Su hermanito ríe—. Te estoy diciendo la verdad, no estoy endulzando las cosas, no necesité de papá ni de mamá.
—¿Por qué? ¿Cómo puedes decir eso?
—Porque te tengo a ti en mi vida, Griff. —Las palabras de Aslan se sienten como un puñetazo directo al estómago, una caricia de alma, un acuno al corazón—. Lamento que hayas sacrificado tantas cosas por mí pero si me preguntas por qué no le guardo más rencor al anciano es por eso, con los años he aprendido a dejar ir algunas cosas y soltar otras y sin duda el entrenador Wilson ha sido una de ellas.
—Aslan. —Wilson Carter. Escuchar ese nombre...
—Me lo solía reprochar mucho ¿por qué entré a esa cabaña?, ¿por qué no lo maté antes?, ¿por qué no corrí más rápido?, ¿por qué no luché más? Siempre sentí que luego de esa violación algo se murió adentro de mí esa noche, algo que se fue craquelando y ramificando con el paso del tiempo y al final me hizo olvidarme de lo que había pasado antes del entrenador, fue un antes y un después, un Aslan y un Ash, me costó volverme a sentir uno mismo y mierda, todavía me cuesta.
—Aslan. —Ahora es Griffin quien aprieta su mano y ha adoptado una postura protectora, si bien, su hermano lo ha dejado ser mucho más partícipe en el proceso de su sanación nunca es tan directo al hacerlo, esto es importante—. Lamento que hayas pasado por eso.
—Yo también. —Sonríe—. Y lamento que tú también hayas tenido que pasar por tanto Griff. Si estoy diciéndote todo esto es porque creo que debes hacer las paces contigo mismo, no sé mucho de Irak, pero por lo que tú y Max me han dicho es claro que los cambió, que esto nos cambió a todos, ¿cómo es que Eiji me dice?
—Eiji. —Repite el nombre porque adora cómo Aslan brilla cuando lo oye.
—Me dijo: los horrores que pasamos, las cosas que perdimos, las muertes que sobrevivimos no nos permiten volver a ser los mismos ya que son cicatrices irreparables, pero eso no implica que vivamos con las heridas abiertas o enemistados con nuestro pasado, deberíamos agradecernos incluso si hay decisiones de las que nos arrepentimos porque al final, somos quienes somos por ellos, es cursi y lo sé, pero Eiji adora repetir lo que su terapeuta le enseña y me hizo sentido.
—Sí. —Sonríe más calmo—. A mí también.
—Estoy muy agradecido con el Griffin que se enlistó en la guerra porque trajo a este Griffin. —Tensa aún más el agarre de manos—. Lo trajo sano y salvo a mí, vivo.
—Lo trajo bastante tarde. —Sonríe con un deje de aflicción—. Debió traerlo antes, así quizás estarías menos herido.
—Pero lo trajo de regreso. —Lo reafirma—. Y eso es todo lo que importa.
—Vaya. —Añil se encuentra con Jade—. Ya suenas como un periodista.
—Le debo eso al viejo. —Chasquea la lengua—. No sabes lo mucho que me insistió para que Alex se hiciera pronto el líder de mi pandilla, lo está haciendo bien, seguimos siendo amigos a pesar de todo.
—Eiji no te habría perdonado que hubieras seguido metido en el fuego. —Le advierte—. Y si ustedes tienen una pelea yo siempre estaré del lado de Eiji.
—¡Siempre te pones de su lado! —Lloriquea—. Pero las cosas están menos peligrosas en Nueva York y con la víbora de nuestra parte, dudo que alguien sea lo suficientemente suicida como para buscarle pelea a los chicos.
—Nunca te podré imaginar como líder pandillero. —Griff deja a su corazón descansar—. Tú siempre vas a ser mi hermano bebé te guste o no.
—Me gusta esa idea. —Admite con vergüenza—. Y sobre Jim no te fuerces, date tu tiempo, ve cómo te sientes.
—Bien.
—Y solo para que conste... —Ash se levanta listo para empujar la silla de ruedas—. No necesité otro papá porque para eso tengo a Max.
Cierto.
Max estuvo ahí.
Max no tenía ninguna obligación con Ash, por lo que le contó se conocieron por mera casualidad en prisión y al parecer, no tuvieron el mejor inicio, aun así, Max sabía lo importante que era su hermano y por eso lo acogió bajo su ala a pesar de su carácter arisco, Eiji tiene razón con lo que dice, no puede cambiar el pasado por más que quiera, es imposible advertirse a sí mismo para que no vaya, más, si no hubiera ido tal vez Aslan no seguiría vivo, nunca habría conocido a Eiji, Shorter, Max, ni a ninguno de sus seres amados. Es duro lidiar con cicatrices. Es verdad. Pero es más que eso y cree que aunque ha tomado tiempo está progresando en él. Física. Mental. Psicológica. Espiritual. Y emocionalmente.
Paso a paso.
Día a día.
Guerra a guerra.
Así que vuelven a la cena y los chicos se esfuerzan por hacerlos sentir bienvenidos y Max no le suelta la mano en ningún instante, Shorter hace alguna broma sobre robar gallinas con los dientes (historia que avergüenza a Aslan) mientras Eiji ríe y Jim...Jim también impresiona estarla pasando bien, Griffin ve a su padre y lo realmente viejo que está, no empatiza con él, no puede, más, tampoco quiere que su relación se reduzca al odio, no por Jim, sino por él mismo.
Griffin se merece hacer las paces consigo mismo.
—Estoy tratando de no odiarte. —Toma el valor para afrontar a su padre cuando la cena se termina—. Es más de lo que mereces y creo que estamos de acuerdo en eso pero a pesar de todo lo que has hecho, veo lo mucho que Aslan te ama y... y eso me duele ¿con qué derecho recibes ese amor?
—Lo siento. —Es la primera vez que escucha estas dos palabras de Jim—. Lo siento por no poder ser un papá para ti y para Aslan.
—¿Qué quieres entonces? Es muy tarde para ser un papá.
—No estoy tratando de serlo ahora, me quedó claro hace años con el mocoso, pero sí quisiera poder estar ahí de vez en cuando como ahora, están de visita, prometo que si me vienen a ver actuaré más abierto de mente, lo estoy intentando, joder, hasta me senté con tu esposo a ver un partido.
—A ti te gusta el fútbol.
—Sí pero tu esposo tiene un gusto de mierda para las cervezas. —Eso genuinamente lo hace sonreír.
—Es verdad. —Lo ha pensado más de una vez—. Max tiene un gusto terrible, yo... —Griffin se abraza a sí mismo—. Lo siento por ni siquiera invitarte a mi boda, no pudiste ir a ninguna ¿verdad?
—Está bien. —Jim se rasca la nuca incómodo—. Lo que siguen son las bodas de plata ¿no? Ahí quiero que me inviten.
—Eso es en mucho tiempo.
—La mala hierba no muere fácilmente. —Ríe refiriéndose a sí mismo—. Así que lo estaré esperando.
Griff asiente intentando procesar cómo se siente en relación a la idea y le sorprende la poca aversión que refiere en relación a Jim, sabe que una parte de sí mismo sigue esperando tener un papá porque a diferencia de Aslan que tuvo a Max, Griffin no tuvo a nadie en ese rol, pero tuvo a buenas personas, a personas valiosas, a personas que ama.
—Los padres son un tema duro ¿verdad? —Eiji suelta este comentario con una complicidad graciosa.
—No me hagas empezar.
—Por favor comienza, tenemos mucho de qué charlar.
Ambos ríen y desahogan sus penas parentales con una lata de cerveza, Eiji es un chico especial y de cierta manera lo entiende mejor que nadie en ese sentido. Hay papás de mierda. Hay papás que no se merecen ser papás. Hay papás que hacen que los hijos paguen los platos rotos. Hay papás que no pueden ser papás porque les queda grande y hacen de sus hijos los papás. ¿Qué hacen esos hijos en la noche? Brindan con cerveza mientras miran fotografías viejas.
Salud por esos hijos que siguen vivos.
Salud por esos hijos que sobrevivieron a los malos papás.
—Griff. —Aslan interrumpe la charla amena—. ¿Puedo robarme a Eiji un par de minutos?
—Puedes robarme. —Eiji alza los brazos de manera mimosa—. Róbame.
Así que Aslan aprovecha y se lo roba.
Vaya.
Caminan por Cape Cod tomados de las manos esa noche, sus huellas quedan marcadas en el centeno más, no importa, el trigo se vuelve a alzar y hacerles cosquillas, aunque hace frío puesto que el lago se encuentra cerca, Eiji está acurrucado sobre su brazo aplacando cualquier sensación desagradable, tomando un lugar, un recuerdo y un toque dañino para resignificarlos juntos. Juntos. Vaya. Si alguien le hubiera dicho a su versión de 18 años que su vida tomaría ese destino habría creído que se hallaba loco o delirante, antes la felicidad era algo impensable, algo que estaba lejano, a lo que nunca podría tener derecho al igual que la sanación. Pero ahora... viendo a Eiji con la nariz roja acurrucarse todavía más cerca con un anillo relumbrante en su mano, ahora cree que todo es posible.
Así que caminan en silencio hasta llegar al campo de béisbol, está listo para encontrarse a sí mismo.
Aslan se arrodilla, toca la hierba húmeda, huele el cuero de los guantes, escucha el susurro silencioso de la noche y de repente, se siente como si otra vez tuviera siete años y vistiera su uniforme de ligas menores, con Griffin gritando y aclamando desde las gradas, con los amigos felicitándolo. Ni siquiera sabía lo que tenía en ese entonces ¿verdad? Cuando desconocía lo que era una violación, la muerte y los adultos malos. Algo se rompió con el entrenador Wilson. Con Dino. Con todos los hombres que tomaron y tomaron de él, pero ahora...
—Lamento todo lo que has tenido que pasar, perdón por tardar tanto en venirte a buscar. —Ash se aparta de la hierba terminando su labor—. Gracias por traerme hasta acá, mocoso fuerte.
Ha plantado una flor.
Un girasol.
«Deseo que tengas una vida feliz».
—Estoy muy agradecido con ese niño por traerme hasta a ti. —Eiji se arrodilla a su lado—. Aslan, sé que esta vida doméstica no ha sido tan relajante como queríamos porque ambos tenemos heridas con las que estamos cargando y poco a poco intentamos sanar, sé que ha habido días en los que deseaste tirar la toalla, sé que hay días donde todo se siente como demasiado, sé que hay días donde parece que tocaste fondo, pero a pesar de eso, sigues acá, sigues acá y cada día creces y sanas un poco más aunque puedan seguirnos pasando cosas malas porque así es la vida.
—Eiji...
—Estoy muy agradecido de poder seguir haciendo una vida contigo, en las buenas y en las malas.
—Cariño. —Ash entrelaza sus palmas sobre la flor, la tierra se siente fría, sus ropas se han ensuciado.
—No importa la circunstancia, mi alma siempre estará contigo. —Afirma—. Te amo, te amo más de lo que alguna vez te podré expresar.
—Creo que tu carta lo dejó en claro.
—Sí. —Eiji sonríe sonrojado—. Creo que sí. —Esos ojos cafés lo vislumbran con tanto cariño que solo puede suspirar embelesado—. ¿Funcionó venir? ¿Te encontraste a ti mismo?
—Creo que nunca estuve tan perdido. —Le confiesa—. Creo que no podría haber estado tan perdido si tú me encontraste antes—. Te amo para siempre, Eiji Callenreese. —El apellido sin duda reluce su rostro como solo Eiji sabe iluminarse.
—Te amo para siempre, Aslan.
—¡Oigan! —El resto viene a la distancia—. ¿No quieren jugar un partido de béisbol?
—¡Son las tres de la mañana, viejo!
—Lo sé. —Max le tira una pelota—. ¿No le darás en el gusto a tu padre? —Ash entiende lo que ansía hacer al reescribir sobre el trauma, más, no se pone defensivo, al contrario...
—Mientras yo elija los equipos. —Lo acepta—. Pido a Shorter, a Eiji y a Griff en el mío.
—¡Oye! ¡Te llevaste a todos los buenos!
—¡Ah! —Sing gimotea—. ¡Yo soy muy bueno en los deportes!
Y ahí, en ese mismo campo de béisbol donde alguna vez murió y perdió todas esas cosas que amaba y no sabía lo valiosas que eran, ahí, es donde recién está partiendo su vida. Libre. Valiosa. Doméstica.
Deseo que tengas una vida feliz, Aslan.
Deseo que tu vida sea hermosa como un jade al amanecer.
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