30. Feeling of doing nothing.
Hi~ En noticias nada relacionadas al fic, no alcance a estar dos meses sin trabajo porque hoy me hablaron de una pasantía y empiezo esta semana, pero alcance a participar en dos dinamicas seguidas durante ese tiempo más libre, ¿me arrepiento? Absolutamente no, fue el mejor uso de mi tiempo y me divertí mucho, ahora, es obvio que Mayo no es mi mes porque van dos años seguidos que no acabo a tiempo, pero detalles. Con respecto al capítulo, si bien, probablemente yo comparta el mismo odio que sientan en algunos momentos moderación con los insultos para no quemar a esta pobre mujer, siento que no quedo tan intenso como quería, pero ustedes juzgaran.
Mil gracias por tanto~
Eiji tensa las manos alrededor de un vaso de papel, la sensación es desagradable y gélida, no es nada lo que espera, pero bueno, considerando que él tampoco es lo que sus progenitores desean no posee voz ni voto para criticar a un café de a dólar ¿cierto? Sus pupilas navegan hacia la bebida, un remolino de espuma se está deshaciendo a medida que el vapor cesa y el azúcar cae al fondo, plac, plac, siente a los granos acomodarse unos arriba de otros, la forma le evoca a un iceberg asomando tímidamente la punta, sonríe ante la comparación, en estos momentos se siente así. Un iceberg de trauma. El niño que se hizo papá y mamá. El infeliz que se cosió una sonrisa. La sombra de sus papás. Mierda. Quiere vomitar.
—Cariño. —La voz de Ash es un ancla a la realidad—. Vuelve conmigo.
¿Dónde está?
En el aeropuerto, está sentado esperando que sus padres aterricen con Ash al lado, el toque se siente cálido aun si las palmas de su esposo son más frías por naturaleza, lo reconforta. Estarán bien. Confía.
—Lo siento, estoy nervioso. —Sus jades se suavizan a través del cristal, se ha puesto unos lentes para darse un aire más intelectual y profesional, el gesto francamente es adorable—. No quería venir aquí hoy, tengo ganas de hacer nada.
—Lo sé. —Aslan toma sus nudillos para llevarlos hacia sus labios, no lo besa, no en un principio, poco a poco va hundiendo su boca en un aleteo de mariposa sobre su anillo, lo hace sin quitarle esos jades de encima y eso es suficiente para que el mundo desaparezca—. Tampoco quería dejarte ir, te sentías calentito en la cama y podría haberme quedado acurrucado ahí toda mi vida.
—Entonces volvamos a acostarnos.
—Eiji. —Lo regaña.
—O tomemos un avión para ir a otro lugar, ¡sí!, podríamos tomar todavía el apellido de Max ¿verdad?
—Eiji.
—O podríamos verlos salir y no decirles nada, sería una buena anécdota para contar en casa, o quizás podríamos...
—Cariño. —Odia que lo llame con ese apodo y use ese tono tan dulce, nunca hizo caso cuando Bones se burlaba porque el temible lince suavizaba la voz y la mirada frente a él, no le hizo caso puesto que era común que le tomaran el pelo, sin embargo, un día lo notó—. Eiji.
Fue esa vez que Ash regresó tras quemar la mansión de Dino con la camisa chamuscada y totalmente rasgada dándole una apariencia de Rambo, su voz fue firme e inescrutable al dar órdenes, era un rey imposible de contradecir, un Dios, un líder igualmente temido y respetado, un depredador que lideró con una mirada fría y con tal inexpresividad que parecía casi ensayada, se veía como un chico distinto al que conocía, más, asumió que estaba endulzando su propia percepción por su sanidad, Ash carecía de motivos para ser blando, no era especial, por ende debía ser su percepción alimentada por Bones.
¿Qué sucede?
Sin duda eres un verdadero líder.
Solo son un montón de monos, como sea, vamos a comer.
Coincidencia, se dijo a sí mismo, no obstante, poco a poco se empezó a volver más consciente de las excepciones que Ash impresionaba tener para él, lo vio cuando le pidió que se quedara a su lado, no tenía que ser para siempre, aunque solo sea por ahora, lo volvió a ver al comprar el penthouse y con la vista de Nueva York a pleno apogeo le dijo que seguramente estaría preocupado si volvía, otra vez le pidió quedarse, lo hizo en la pelea, en las disculpas, en el reencuentro con una bata de doctor ante la mueca disgustada de Sing, en el subterráneo cuando lo salvó e incluso de antes, durante esa charla que entablaron con Ash en el hospital diciéndole que lo envidiaba ya que podía volar. Sí. Ash siempre tuvo un tono especial, más suave, benevolente, cálido y a la vez, visceral.
—Cariño. —Pero es injusto que lo use en estos instantes adrede, es tan injusto—. Ellos quieren verte, irá bien.
—No puedes saberlo.
—Puedo. —Miente y es un buen mentiroso—. Puedo saberlo.
—Ash... —Entonces Eiji realmente intenta calmarse y llena sus pulmones de aire, pretende ventilarse pero todo lo que consigue es aspirar el humo del aeropuerto—. Te ves lindo. —Suelta por instinto.
—¿Eh?
Las mejillas de Aslan se tiñen de rosa, está usando uno de esos conjuntos que vestía para jugar a ser padre e hijo Winston con Max, es una camiseta celeste bajo un suéter blanco con estampados suaves y geométricos en tonos pasteles, viste unos mocasines a la par de un denso abrigo café y un pantalón de tela que combina en la gama del gris. Los lentes y la coleta de lectura son el broche de oro y pese a ser la versión "ñoña" de su amante luce extraordinariamente guapo, las miradas descaradas de los pasajeros se los han hecho saber. Deslumbrante. Hermoso. Surreal. Y Eiji en comparación es aburrido y tan simple que parece que ni siquiera se arregló para ver a sus padres, vaya hijo escoria que poseen.
—¿Crees que quedé lindo? —Pero Ash se ve tan esperanzado.
—Eres lindo. —Eiji no quiere arrebatarle eso.
—¿En serio?
—Sí. —Suelta—. Aunque los lentes y la colita me resultan excesivos. —Sonríe para aligerar la tensión.
—Nada es excesivo para mis suegros. —Su esposo le arrebata el vaso de café sobre otro asiento para así poderle dar las manos—. Quería verme como si fuera el hijo de Max. —Arruga el ceño y sus lentes saltan cuando lo hace—. No, si fuera el hijo del vejete me vería como todo un delincuente, ugh, quise decir que quería verme como si fuera el hijo de Griff, él lo haría bien.
—Qué bueno. —Eiji tararea—. Porque todos los otros días te ves como el hijo de Max.
—¡Ah! ¿Estás insinuando que me veo como un delincuente?
—Estoy insinuando que las pistolas no son parte de la moda americana.
—Vaya, onii-chan. —Su sonrisa de comemierda le da un mal presentimiento—. No puedo evitar que haya una pistola siempre en mi pantalón y además ¿de qué te quejas? Incluso me pediste sostenerla.
—¡Ah! —Eiji enrojece hasta las orejas—. ¡Esa no! —No obstante, su sonrisa se ensancha aún más así que infiere que ha mordido el anzuelo.
—Entonces admites que me querías sostener la otra pistola.
—Ya no quiero hablar contigo. —Eiji intenta ignorarlo, más, su pareja es un gato mimado que muerde su mejilla hasta que le vuelve a prestar atención—. ¡Ash! No me dejes un chupón, mis padres no van a saber de nosotros hasta que se los cuente en la cena.
—Oh. —De repente, el ambiente cambia—. Cierto. —Y su corazón duele mucho ante la idea de negar lo mejor que le ocurrió en la vida ¿por qué debería avergonzarle? Peor ¿por qué de pronto su amor le avergüenza?—. Deberíamos sacarnos los anillos en ese caso.
—¿Qué? —La idea lo mata.
—Tus padres podrían sospechar.
—Sí. —Pero Ash tiene razón—. Tienes razón, deberíamos.
Así que se sacan los anillos.
Ash deja de ser su esposo y pasa a ser su ¿amigo? ¿conocido? ¿compañero? Eiji tensa los puños ante sus jeans, sus pies se pegan al asiento de plástico, no quiere verlo a los ojos, incluso sino reclama Eiji sabe que lo está decepcionando e hiriendo profundamente, Ash ha batallado día a día para así poder aceptar su propia orientación sexual, lo vio luchar, rendirse, maldecir y sufrir dada la impotencia ante cosas que las "personas normales podían hacer sin esfuerzo alguno y él no", poco a poco empezaron a construir un nuevo lenguaje juntos, ahora se siente como un retroceso, ni siquiera se están tocando o dando la mano y si bien, antes estaba acostumbrado, ya no. Está bien. Sus padres de todas maneras lo odiarán, solo vendrán para descargar su desprecio y cortarlo de su vida, da igual.
—¡Eiji! —Pero entonces...
Pero entonces...
Entonces. Entonces. Entonces.
—Estaba tan preocupada por ti. —Hay un par de brazos suaves rodeándolo del cuello mientras besos le son esparcidos en la coronilla de la cabeza, su madre no es una mujer expresiva, no desde que ha dejado de ser niño así que esta no puede... pero reconoce el aroma y poco a poco sus palmas penden hacia su espalda y completan el abrazo.
—Mamá. —Musita en su lengua natal con sus ojos ardiendo y la boca temblando, recuerda cada una de las veces que la necesitó muerto de miedo—. Mamá.
—Oh, Eiji. —De repente, se siente muy pequeñito contra el pecho de su mamá, esto no debería estar pasando, no, no, se supone que ellos deberían estarlo insultando y escupiéndole en la cara, así él los podría dejar ir y seguir con su vida, no deberían ser tan comprensivos—. Mi pequeño.
—Hola.
—Papá.
—Hola, campeón. —Mierda—. Ha pasado un tiempo, lamento nuestra última charla... —Su padre se ve tan enfermo que teme que una brisa lo haga cenizas y esto no debería ser así de nostálgico, duele.
Es que él estaba preparado para absolutamente todos los escenarios al enfrentar a sus progenitores.
A todos menos a ser amado.
—¿Y quién es este jovencito tan apuesto? —El inglés de sus padres es escueto y flojo, aun así, ambos se esfuerzan por hablarlo frente a Ash y eso hace que todo sea mil veces más terrible, ¿por qué hoy?
—Aslan Jade Callenreese, aunque pueden decirme Ash. —Se presenta en una reverencia que pasma a su mamá—. Es un placer finalmente conocerlos en persona, he oído mucho de ustedes.
—Qué jovencito más bien educado.
—¿Y quién eres para mi hijo? —Su padre es menos benevolente.
—Ash es mi...
Mi esposo.
Anda, dilo, puedes decirlo, por favor, dilo.
—Soy su compañero de piso. —Ash lo dice con una sonrisa totalmente calma, así Eiji lo sabe: lo hirió.
—Pero qué encantador. —Lo hirió en serio—. Gracias por venirnos a recibir.
—Sí, tenemos cosas que hablar con nuestro hijo.
—Primero los escoltaré a casa, también soy el chofer. —Aun si les guiñe el ojo juguetonamente, evita verlo.
El ambiente solo empeora cuando suben al auto, si bien Ash es cordial e impresiona haber encantado a sus padres con sus anécdotas americanas entremezcladas a la astucia juvenil, Eiji se percata de que algo anda terriblemente mal por cómo se encoge demasiado en el asiento del conductor y lo ghostea a lo largo del trayecto sin embargo ¿no es eso lo que pidió? Es Eiji quién lo incitó a silenciar la relación y por supuesto que lo entiende, más le da pena, porque su mano se siente vacía sin su anillo y profesa a su corazón marchitarse dada la ausencia de Ash, ¿así habría sido su vida en Japón? Atrapado en un closet pero al menos... al menos no es una decepción para mamá y papá.
—Vaya que es grande el lugar. —No sabe cuándo llegan a casa, más, su madre se pasea deslumbrada.
—Realmente eres un vividor. —Su padre por otro lado, no esconde su decepción—. Eiji... —Le suplica pero no sabe qué responder—. Esperaba más de ti, eres el hombre ¿cómo puedes vivir a costa de tu novia?
—¿Novia?
—Sí, tu prometida, la razón por la que vinimos.
Ellos aún creen que es heterosexual puesto que lo heterosexual es lo normativo en sociedad y él no tiene ningún motivo para ser especial, los papás no tendrían por qué andar anticipando que sus hijos quizás no quieran seguir el plan de mierda que les trazan o que quizás no quieran una familia o quizás no con una mujer, los papás no tendrían por qué andar tratando a los hijos como si sus problemas a pesar de todo pudieran ser reales ¿depresión? No digas tonterías, yo salí adelante con mucho menos y estoy bien, tu generación no aguanta nada, son unos débiles, no te ha pasado nada, aun si tu lesión te dejaba tirado por la pena, aun si llorabas todo el día, si no comías, si eras un zombie yendo a clases pero manteniéndote funcional, siempre manteniéndote funcional y cocinándole a tu hermanita ante lo mucho que ella te necesitaba, tus problemas no eran reales, no lo fueron cuando te paralizaste ni con las crisis de pánico que te empezaron a dar ni con el vacío crónico. Ja.
¿Problemas? Por favor, no me hagas empezar acá en América ¿qué tanto podría haberte pasado? Ni siquiera te alcanzaron a violar, no seas llorón, te desnudaron, ay pobrecito, tu pareja la tuvo aún más jodida pero no anda victimizándose por las calles para dar lástima ajena como tú. Asesino. Débil. Esa carga de la que nunca nos supimos deshacer. Solo cállate. Dale sexo. Mataste a Shorter. A Skip. Griffin sufrió un disparo por ti. Aslan casi muere por tu carta. Tu culpa. Tu culpa. Pero nosotros hemos tenido aún peores nuestras vidas y estamos bien así que cierra la puta boca ¡y sigue el futuro que te hicimos!
Es tu culpa que te ocurriera todo esto, mámatela como un hombrecito.
No. No. No. ¡Basta! ¡Ya!
Eiji había estado teniendo progresos en relación a esto y ha estado trabajando muy duro en validarse como para recaer ahora, no quiere retroceder, le costó mucho volverse a parar, por favor, hoy lo hizo todo bien ¿entonces por qué su cerebro no puede ser normal? Pero la intrusión ya está acá, Eiji tensa sus manos contra su flequillo intentando acallar las voces, son fuertes, son ruidosas y no se silencian.
—Este departamento de hecho es mío. —Ash habla cuando él no puede y lo trae de vuelta.
—¿Disculpe?
—Este departamento es mío, no de la novia de Eiji. —Pronuncia la palabra con suma amargura y con algo aún peor: aceptación, casi como si Ash hubiera estado esperando ese momento para dejarlo ir.
—Debes tener una muy buena posición.
—Podría decirse. —Ash tararea preparando té—. Pero Eiji no es un vividor, mi lugar sería un desastre sin él. —"Mi lugar" no "nuestro nidito de amor".
—Genial, es un amo de casa. —Su padre se tira en el sillón constipado—. Es tu culpa, él debía quedar a cargo de la familia como un hombre y tú lo afeminaste.
—¿Yo? —Su madre ríe con rabia—. ¿Quién crees que tenía que salir adelante para poder pagarte los tratamientos tan costosos? Es obvio que Eiji debía ser el papá y la mamá en la casa. —Han empezado a discutir en japonés, por ende, Ash no entiende nada—. Yo necesitaba una ayuda.
—¡Tenías a tu mamá para hacer las labores de mujeres!
—¡Mi mamá va a cumplir 85 años! Eiji también tenía que cuidarla.
—Grandioso, ahora el chico no puede entrar a la universidad pero puede jugar al amo de casa en un país que ni siquiera es suyo ¿estás contenta? ¡Es un fracaso de hijo y tú eres un fracaso como madre!
—Pues tú no eres mejor.
—Por favor permítanme servirles. —Eiji ni siquiera se ha despegado del rincón cuando Aslan llega al igual que una brisa con un agradable juego de té—. Estuve estudiando los sabores que podrían serles de agrado, espero haber acertado.
—Oh. —Sus padres se enternecen por el gesto—. Eres muy considerado, Aslan.
—Solo Ash, por favor. —Sonríe con galantería—. Y es un honor, sus opiniones son muy valiosas, ansío gustarle a los padres de mi... —Ash aprieta la bandeja con tristeza—. Compañero.
—Lamento que mi hijo sea una molestia acá.
—Eiji no es una molestia, nunca podría serlo.
—Ah... —Su papá al contrario de sus expectativas muestra una sonrisa validante—. Creo que podrías tener razón, lo siento si he sido muy duro contigo, Eiji, estoy tratando de cambiarlo.
¿Por qué ahora? Le duele mucho que precisamente en estos momentos, cuando está listo para soltar su vida y sus relaciones con Japón salgan con esto, porque ve el arrepentimiento genuino en la forma en que alguien tan orgulloso pide disculpas y reconoce su fragilidad o cómo su madre intenta incluso defenderlo ¿por qué ahora? Debería ser muy tarde, debería odiarlos, debería no importarle, así sería menos doloroso tener el encuentro, así podría elegir a Ash encima de... vaya esposo e hijo de mierda.
—Esto está delicioso. —Es extraño que su mamá alabe la comida de otra persona (especialmente al tratarse de un platillo natal) sin embargo, saborea fascinada lo que Ash ha preparado—. No esperaba que un jovencito mostrara tanto respeto por nuestra cultura.
—Muchas gracias. —Ash está sentado a su lado—. Estuve practicando semanas para poder aprender.
—Ah. —Eiji se rasca la nuca—. No sabía.
—Es que en serio los quería impresionar. —Sonríe aunque no lo mira, están sentados uno al lado del otro, Eiji extiende su palma arriesgándose a tomar la de su pareja, no los verán por debajo del mantel e incluso si es una tontería necesita sentir cierta seguridad o anclaje—. ¿Funcionó?
—Bastante. —Ash no responde a la caricia, no la rechaza ni la repudia, es peor, es indiferente—. Eres bastante diestro con la cultura japonesa.
—Muchas gracias.
—Tienes un buen rostro y eres bueno en las labores domésticas. —Su padre lo pone a prueba—. ¿En los estudios cómo te va?
—No es la gran cosa. —Es modesto y se encoge dentro de su suéter—. El otro semestre empezaré a asistir a la escuela de medicina en Harvard.
—¿Qué? —Eiji deja caer la cuchara—. No me contaste antes, ¿acaso no está en Massachussets?
—Ay hijo, no actúes como una novia celosa. —Su madre aligera el ambiente—. Tu amigo no tiene la obligación de contarte o consultarte ninguna decisión antes.
—¿Harvard? ¿Medicina? —Eso es suficiente para comprar a su papá—. Desearía que Eiji se pareciera un poco más a ti, él no pudo entrar a ninguna carrera porque insiste en ser fotógrafo, yo le digo que debe tener una carrera realista si quiere sobrevivir en este mundo, sus compañeros se fueron por negocios o heredando los locales de sus padres, pero él no, él se cree especial. —Frunce el ceño—. No lo quise decir con afán de herirte, es solo... es frustrante tener un hijo como tú.
—Ah.
—No lo dije queriendo herirte, solo... no eres lo que esperaba, Ash se parece más al hijo que quería.
—Perdón, papá. —Perdón por no ser lo que esperabas—. Sé que no te encanta la fotografía. —Y qué me compares ahora con Ash porque es malditamente genial y ha quedado en todo mientras yo puedo decepcionarte constantemente, lo siento por eso.
—¿Fotografía? Despierta, no tienes talento.
—Yo creo que las fotografías de Eiji son increíbles. —Ash no deja de sorber el caldo al decirlo—. Creo que las universidades se arrepentirán de sus decisiones cuando vean lo extraordinario que es. —Aun si está listo para palabras sañosas e incluso burlas de parte de sus progenitores.
—Vaya. —No está preparado para que escuchen a Ash—. Entonces deben ser muy buenas. —Pronto, sus ojos arden con una frustración desconocida—. ¿Podríamos verlas?
—Pero no quisieron verlas cuando se las ofrecí ¿por qué ahora sí?, ¿por qué cambiaron de opinión?
—Porque tu amigo dice que son buenas. —Y validan más a alguien que acaban de conocer que a mí.
¿Por qué la opinión de Ash pesa más que la de su propio hijo?
¿Por qué a él si lo ven?
El problema ni siquiera es que les guste Ash, al contrario le alegra de sobremanera verlo tan contento puesto que vislumbra lo importante que es para su pareja obtener la aprobación de sus suegros, vio cómo se esforzaba en aprender a cocinar platillos que pudieran ser de su interés y compró ropa que sabía que considerarían correcta, ha sido encantador, dulce e incluso les ha hablado algunos pedazos en japonés, desde donde se mire Ash ha sido perfecto y eso está bien, el problema es que sus padres parecen querer más a Ash que a su propio hijo, eso, eso se siente como una patada directo al vientre.
¿Por qué nunca es suficiente para su propia familia? ¿Por qué...?
—¿Terapia? —Ni siquiera sabe cómo diablos llegaron al tema, eso es peor a cuando estuvo disociado a raíz del trauma con Shorter—. No puedes estar hablando en serio.
—Papá.
—Eiji, ya hemos conversado esto antes. —Acá viene, casi puede saborear a su padre usando palabras mordaces sobre que sus problemas son basura, la terapia no sirve, acá viene a derrumbar los ladrillos que ha acomodado con tanto amor para construir su torrecita de sanación—. Hijo...
—Yo también estoy en terapia. —Ash interviene, ni siquiera está involucrado en esta charla si no que se encuentra al otro extremo del comedor con su mamá mostrándole sus libros—. Y creo que me ha ayudado bastante.
—¿Te ha ayudado? —Su papá se levanta con violencia del sillón—. ¿Acaso me estás contradiciendo?
Va a pegarme por débil.
Va a matarme.
¡Sí! ¡Sí! Casi puede verlo tomándolo de los hombros para hacerlo entrar en razón porque ¿psicólogo? Él nunca necesitó ir al psicólogo y por ende, es una porquería inventada, su papá se las arregla ¿acaso no son hombres? Son unos maricas débiles sino se las pueden arreglar solos ¡bien! Eiji se muere por escuchar eso, sí, quiere oírlos tirar veneno para así tener una excusa y echarlos a patadas, anhela un motivo los suficientemente válido para cerrar las puertas de su corazón y olvidar que lo amaron.
—¿En serio te ha servido? —Pero su padre no hace nada de eso.
—Sí, bastante.
—Oh, entonces creo que juzgué mal la terapia.
Eiji parpadea ido en el sofá, sus puños tiemblan sobre sus jeans, sus ojos pican mientras una emoción desagradable le enjuaga las tripas como si se tratara de detergente en una lavadora hasta dejarle la boca con sabor a cuajada.
—¿Por qué escuchas a Ash sobre la terapia? —Pregunta y se siente muy ínfimo ante la mirada oscura.
—Porque es Ash. —¿Por qué Ash tiene más validez que yo? ¿Por qué...? No entiendo, me duele, nunca imaginé que pasaría esto—. Ash es como el hijo que siempre deseé.
—Papá.
—Deberías aprender un poco más de tu amigo. —Le golpea la espalda—. Es todo un semental y sabe presentarse como tal, ojalá te asemejaras un poco más a él y no fueras tan...
—Tan Eiji. —Gruñe—. Termina la oración.
—No seas tan sensible, eso es de mujeres.
—¿Es en serio?
Eiji ríe sin saber cómo más reaccionar, está cansado de esas conversaciones que carecen de dirección en donde prometen que las cosas cambiarán y nada cambia. Alto. Sus padres han cambiado. Le están mostrando una disposición diferente y por ende, eso debería hacerlo feliz, ¿acaso nunca puede estar satisfecho con nada? Sus papás adoran a Ash. Es Eiji quién no cambia. Nunca lo hace. Vaya. Al parecer es el único leopardo dentro de esta sala. No ha mejorado nada. No ha aprendido nada. Está atascado.
Pero le da mucha pena tener que conciliarlo ¿cómo pueden ser tan violentos un instante y al otro ya estar tomando té con su esposo?, ¿cómo los mismos padres crueles pueden ser los papás amorosos?
Pero al menos aceptan a Ash ¿no? Así que podría gustarles como esposo.
—No puedo creer que no tengas una novia. —O eso pensaba hasta que ve a su madre sacar el celular.
—No es necesario, no se...
—Tonterías, voy a presentarte a un par de jovencitas de buena familia, Eiji nunca me hizo caso acerca de las chicas que yo le quería presentar, pero estoy seguro de que tú no perderás la oportunidad.
—¡Eso no es justo! Yo tengo chicas mucho más decentes que presentarle. —Y de repente, sus padres se han empezado a pelear para ver quién le presentará la mejor oferta a Ash—. Mis compañeros han tenido hijas cultas y con estudios.
—¿Compañeros? —Su madre ríe tumbándose en el sofá—. Pero sino vas a trabajar desde hace años.
—Mi jefe dijo que siempre tendría abierto un puesto para mí. —Su padre gruñe y hace tanto esfuerzo que se le escapa una tos de perro en conjunto.
—Por favor, vives en las nubes.
—¡No lo hago! —La discusión escala—. Todo sería más fácil si tuviera a alguien como Ash de mi lado, voy a presentarle algunas sobrinas jóvenes que tengo, le sienta bien la cultura japonesa.
—¿Tus sobrinas? ¡Ja! Son igual de vagas que tú, lo mejor será presentarle a varias candidatas. —Ante el mero pensamiento su corazón se hace trizas, Eiji no quiere imaginarse a Ash coqueteando con una chica y reparar en lo natural que se siente.
Todas quieren ser la chica del jefe.
Porque Ash era heterosexual desde un inicio, las personas que más daño le infringieron son hombres.
Pero Eiji ya no está dispuesto a renunciar a él.
Basta.
—Es mi esposo. —Se sobrepasa—. Ash es mi esposo.
—¿Qué?
—Es él a quién elegí para casarme, no es una chica.
Eiji aprieta con dureza sus párpados preparándose para el inminente rechazo, está bien, lo único que ha hecho desde que vino a América es prolongar su despedida inevitable, está listo, hizo lo que pudo.
—No. —Espetan.
—¿Perdón?
—Es imposible que Ash sea un desviado, es un buen chico. —Y definitivamente no estaba preparado para esto, ¿acaso están cuestionando su propia sexualidad?—. Ya no sabes ni qué decir para acaparar toda la atención ¿en serio estás difamando así a tu amigo?
—N-No es mentira. —Está llorando de la rabia—. ¡Tenemos anillos y todo!
Pero su anillo no está.
Eiji tantea una y otra vez dentro de sus bolsillos y lo perdió, lo perdió, lo perdió, lo perdió, lo perdió.
Cae de rodillas.
Las lágrimas corren inertes desde sus ojos hacia el suelo y arroja un grito tan lastimero que ni siquiera Buddy se atreve a acercársele porque esto no ha sido justo, nada ha salido como tendría, Eiji planificó en sesión con tanta cautela las cosas que quería que supieran sus padres y por las que debía empezar a hacer un duelo independiente de su respuesta, limpió con tanto amor sus heridas, fue duro sanarse siendo gentil porque sus propios padres le proveen un modelo super inestable de amor que colisiona en lados totalmente opuestos y ¿en qué diablos debería creer? Mientras su corazón se hace pedazos, mientras esas gasas que contienen su sangrado se desprenden, mientras agoniza lo ve, es claro como un cristal, ahí está. Es Eiji quien no quiere perdonar a sus padres.
Sí.
Lo mismo que pasa con Ash, es duro tener que aceptar emociones "desagradables" sobre gente a la que debería amar, sin embargo, acá está y mientras más lo ignora más se infecta, no está bien el que ellos vengan, finjan que no hicieron el daño que hicieron y ahora quieran partir de cero sin darle una puta disculpa antes. No pueden. No es justo para él. No es justo que no lo escuchen. Papá Ash es mi esposo y soy gay. Mamá nunca seré el hijo que quieres. Papá me cuestan las clases. Odio estudiar ni se me da bien. Me dan ataques de ansiedad en los exámenes. Papá lloro antes de ir a la escuela. No quería dejar el salto de pértiga. Sino salto me siento muerto. Me mataron al incitarme a renunciar a lo único que amaba. Mamá no tengo porque ser tú. Mamá no me corresponde cuidar a mi hermana. Mamá quiero ser un niño. Papá me sigues pasando a llevar. Mamá fuiste la primera persona a quien le conté sobre la depresión. Papá tú te reíste.
Y nunca podré perdonarles eso.
Perdón.
Pero no puedo.
Porque si me hubieran escuchado en ese entonces tal vez no estaría tan mal ahora y mi vida no sería una cuestión de lucha diaria, sino que sería una vida, pero no hicieron absolutamente nada, fue más fácil decirme que era débil y denigrarme por mostrarme vulnerable, pero creo que me agredían dado el miedo que tenían, no podían hacerse cargo de sus propios roles, entonces me abandonaron dando por muerto el tema de la depresión o la homosexualidad, sí, traté de decirles antes, traté de enviarles señal alguna pero seguían soltando comentarios hirientes y fue doloroso y horrible crecer siendo un niño hecho adulto. Papá he cambiado. Mamá he cambiado. Ustedes son los que no han cambiado e intentan convencerse a sí mismos de que sí.
—Eiji, cariño. —Las cálidas palmas de Ash sobre sus mejillas lo arrastran de regreso a la realidad, hay una punzada en su cabeza mientras poco a poco el cuarto vuelve a tomar forma ya que fue imposible digerir tanto odio—. Acá estoy, acá estoy.
—Ash. —Su nombre es un alivio.
—Sí. —Sus frentes se juntan—. Acá estoy.
—El anillo. —Lo recuerda—. Perdí el anillo.
—Lo encontraremos, no te preocupes.
—Lo siento por ser tan torpe, lo siento por...
—Shh. —Ash lo oculta dentro de su pecho—. Ya hemos hablado sobre las disculpas, no se las debes a nadie.
—¿Qué diablos está pasando acá? —Su padre los mira horrorizado, probablemente entendió que lo que le contó del matrimonio era verdad—. ¿Por qué ustedes...?
—Soy su esposo. —Ash reafirma sin soltarlo—. Soy su esposo y lo amo.
—Oh, Dios. —Su madre se pone pálida en el sillón.
—Estamos intentando ser abiertos, pero no nos pidas tanto.
—Esa es la cosa. —Balbucea para sí mismo—. No deberían tener que esforzarse tanto por amar a su hijo.
—Amar y aceptar son cosas diferentes.
—Tal vez para ustedes porque están acostumbrados a eso. —No se aleja de Ash—. Pero aquí me han aprendido a amar y aceptar como si fuera fácil hacerlo, así que el problema no debe estar en mí o al menos si lo está estoy intentando arreglarlo.
—Nosotros también estamos tratando, hasta vinimos acá a traerte de vuelta.
—No quiero irme de vuelta.
—No te estamos preguntando.
—Yo tampoco. —Finalmente se levanta—. Y creo que es momento de que se vayan.
—Eiji. —Advierte—. Tu vida es un desastre, para.
—Mi vida es algo que me debería gustar a mí, no a ustedes y sino pueden entender eso no deberían estar acá.
Así que se van.
Se van y le dejan el corazón un poco más roto de lo que estaba.
Si bien, se puede decir que los papás de Eiji vinieron con más disposición a veces no es suficiente y está bien si Eiji no los quiere o necesita en su vida en este momento, pueden cambiar, tal vez no, lo importante es que él se sienta más comodo con esa desición. Mañana vendría a ser el último capítulo, es bien largo y aunque quería hacer un epilogo en Cape Cod porque sino la cosa no es mía, siento que mañana cierra bien, así que seguramente nos quedaremos con 31 capítulos y ya.
Nos vemos y gracias por acompañarme tan lejos~
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