Hi~ ¿Recuerdan que ayer quedamos como payasos con Ash en su juego de roles? Pues hoy me toco a mí, porque estaba bien orgullosa del uso del promp, sentí que fue donde más bonito me quedó y me di cuenta que no era "pasar a traves" sino pasar a traves de una cerca y yo no lo había leído completo, ni modo, nunca me salen bien estas cosas. Este capítulo es un poco la antitesis del de ayer, partimos feo, terminamos bonito.
Seguimos con Eiji~
Volvió.
Sí.
Pensó que lo había superado o al menos, que estaba mejor, no mucho, solo un poquitito, cada sesión creía que estaba poniendo un bloque que finalmente construiría algo y ese algo finalmente lo guiaría a que se validara a sí mismo, a que se quisiera más ¿en qué cuento estaba viviendo? Nunca ha estado peor en su vida, una llamada con su papá no debería haberlo afectado tanto, más se hizo pedazos la ilusión en la que estaba viviendo, de pronto se encuentra tan incapacitado por la vergüenza que yace hacia sí mismo que ni siquiera puede hacer las labores domésticas, asume que ya no es un buen amo de casa ¿verdad? No si el apartamento es un basurero.
Pero perdió el ánimo. Así de repente. No hubo una señal previa. Antes estaba bien. Estaba feliz por...
¿Acaso importa el maldito anillo?
Tiene que afrontarlo, su papá tiene razón, él no sabe qué diablos ha estado haciendo desde que vino a Nueva York, no trabaja ni estudia, está existiendo, varado, la máxima sensación de estabilidad sobre la que se sostiene es que está Ash. Pero Ash no puede ser su único soporte o su motivación para que las cosas fluyan a su alrededor. Ash tiene miles de universidades a las que podría entrar, se mantiene ocupado haciendo el traspaso con la pandilla. Shorter está en el Chang Dai. Yut-Lung pelea contra el gobierno chino. Sing es estudiante. La lista sigue y sigue ¿Eiji? ¿Qué es Eiji? ¿Quién es Eiji en realidad?
No saberlo es abrumador.
También le dije que eres un excelente fotógrafo.
Está el tema de la fotografía sin embargo ahora está aterrorizado de ir por esa línea, lo han rechazado tantas veces en las universidades que genuinamente duda que tenga talento y no quiere dejarlo ante los comentarios maliciosos, eso es lo único que lo mantiene cuerdo, si resulta que tampoco sirve ¿en qué se desahogará? ¿qué diablos hará con su vida? Y en algún punto esto se convirtió en una carrera, los demás participantes están tan lejos que ni siquiera ve sus sombras y Eiji ¿por qué no puede correr más? Todos están llegando a la meta, pero no, él sigue estancado en su línea de inicio, vaya, qué fácil para sus padres soltar todo eso, criticarlo, menospreciarlo, abrir sus heridas arrancando cada maldita costra hasta que sangre y luego dejarlo ahí. Tirado. Solo. Muriendo.
—Últimamente me he sentido muy...vacío. —Entonces empieza, su terapeuta le dio tiempo para que hablara cuando sintiera que pudiera hablar—. Estoy perdido, estoy tan perdido.
—¿Cómo sabes que estás perdido? Ayúdame a entenderte.
—Porque las cosas de pronto dejaron de tener sentido. —Eiji se acurruca a sí mismo en un gigantesco diván.
—¿Qué cosas?
—Todas.
—¿Qué es todo? —Eiji sonríe por la pregunta, le encanta que no infiera sino que le pida con gentileza dándole importancia a lo que dice, haciéndolo sentir que no es una molestia ni una carga ni que esto que están hablando es una porquería superficial—. Relátame un poco más si te sientes en seguridad.
—Todo. —Repite sin tener la voz suficiente para ponerlo de otra manera ¿qué es todo?, ¿tiene vida?
—Todo.
—Todo. —Frunce el entrecejo—. Lo siento, yo... soy tan...
—Ayúdame con ejemplos. —Su voz es tan calmada y dulce que solo logra hacerse un ovillo clavando sus uñas en los bordes de su camisa, intentando mitigar sus propios temblores—. ¿Qué cosas dejaste de hacer?
—La casa. —Empieza—. No he podido hacer nada, me quedo tirado todo el día en la cama, Ash tiene una comprensión que no merezco, veo lo preocupado que él está, no me quiere dejar solo y es jodido porque por un lado no quiero que me deje, no quiero estar solo, siento que no soporto quedarme a solas conmigo mismo pero por otro lado, no quiero ser un lastre, entonces quiero esforzarme y tratar de estar un poco mejor.
—¿Qué pasa cuando lo intentas? —Sus ojos pican, le sorprende cómo no ha dejado de llorar, el único descanso que yace de las lágrimas es cuando duerme pero al despertarse siguen ahí—. ¿Estás mejor?
—No. —Su boca tirita—. No lo logro.
—¿Qué pasa entonces?
—Intento levantarme a cocinar o a hacer algún quehacer doméstico, ser de utilidad, pero ni siquiera puedo dejar mi cama, hoy Ash me tuvo que traer a sesión, ni siquiera tuve fuerza para ponerme ropa y él me tuvo que ayudar, soy un hombre adulto, soy dos años mayor ¿qué diablos estoy haciendo en ese estado tan patético? Mis compañeros ya están en la universidad o heredando negocios pero yo...
—Eiji.
—Yo no sé nada.
Finalmente rompe en llanto.
Eiji se acurruca contra sí mismo en el sillón de terciopelo, sus codos están apoyados sobre sus rodillas para que sus palmas puedan cubrir sus ojos sin temor a que se caiga y es una sensación desgarradora la que punza en su corazón, porque construyó con tanto amor su sanación cada sesión colocando un nuevo vendaje en otra herida y sentía que funcionaba, pero de repente no solo le han arrancado sus vendajes sino que lo han herido mucho más dejándolo completamente desnudo, desamparado, muy magullado, dañado y su sensación de transgresión es tan fuerte que lo remonta a la cama de Golzine.
—Siento que partí tarde en la vida y ya es muy tarde para arreglarme o construir algo, todos nacieron con un mapa y yo no, yo no sé qué... no hay nada que me guste.
—La fotografía te gusta. —Encuentra la excepción e intenta mostrarle claridad en la catástrofe—. Ni siquiera intentes minimizarlo, me lo has dicho en varias ocasiones, amas la fotografía, es importante.
—Tal vez.
—Eres un artista.
—¿Un artista? —Eiji sonríe sin quitar sus manos de sus ojos, sus dedos escurren y escurren—. Vaya.
—¿Crees que es mentira? —Plic. Plic. Plac.
—Sí.
—Eiji.
—Porque no es algo real, sino tengo un trabajo o estudios de por medio la gente siempre lo verá con menos importancia de la que realmente tiene, amo la fotografía, es verdad, pero a esas alturas tengo miedo de seguir enviando postulaciones porque si agoto mis opciones y realmente no sirvo para eso ¿entonces qué hago? ¿qué hago subsistiendo en esta nada? Siento que mi vida es como un juego en donde tienes que elegir diferentes opciones para entrar en una ruta y me equivoqué tanto que acabé en un camino muerto.
—¿Qué sensación te da eso?
—Pena.
—Hay algo más que pena, lo escucho en tu voz. —Es verdad, está hirviendo como un caldo entre sus entrañas.
—Rabia. —Se quita las manos de la cara—. Me da rabia, estoy cansado de que me exijan tanto ¿acaso no me ven como una persona? No tengo porque esforzarme día a día en satisfacer una impresión de ángel o algo así de idealizado, no tengo que ser nada perfecto, ni siquiera hijo pero la gente sigue en ese tipo de pensamientos y dice comentarios dolorosos y cuando les hago saber mi malestar es peor.
—¿Por qué es peor?
—Porque... —Eiji tensa las uñas sobre sus jeans—. Porque dicen que para hablar conmigo tienen que caminar sobre cáscaras de huevos para no soltar nada que no me ofenda, pero es que... últimamente me cuesta hasta levantarme y en serio estoy esforzándome por recomponerme, aun así el único que parece verdaderamente valorarlo y verlo es Ash, eso es agotador.
—¿Tus amigos? —Su voz es suave.
—¿Qué pasa con ellos?
—¿Les has contado? Porque solo me estás refiriendo a Ash como tu red de apoyo, lo que si bien, nos muestra un avance inmenso, también podríamos expandirlo un poco más.
—No les he mostrado esto ¿cómo podría? —Aunque sospecha que ya se han dado cuenta y lo asume por el tono más suave que han adquirido los mensajes de Yue, por los constantes ofrecimientos para venir al Chang Dai a comer gratis o las peleas secretas de la pandilla—. Y estoy agotado de perderme.
Aun después de decir eso queda más.
Sigue llorando.
Ni siquiera es un llanto violento o florido como las crisis que posee Ash, el de Eiji es calmo, son gotas cayendo silenciosamente por su barbilla pero que no tienen final, las mira acumularse, las siente con cada parpadeo enredarse entre la punta de sus pestañas igual que rocío mañanero para caer sin más gloria entre las hojas de la pradera no obstante las hojas son altas y tan altas que nadie nota ese mar que está formándose en el suelo a menos que lo pisen. Ese es Eiji. Es un cúmulo de cosas mudas que matan en silencio, es un cáncer en su etapa terminal, es una herida con gangrena ¿lo peor? Él intentó tratarla correctamente y quienes más deberían amarlo en teoría lo sabotearon.
—¿Por qué te afecta tanto lo que tus padres digan?
—Son mis padres.
—¿Y qué tiene? Ha quedado claro que no son los padres que necesitas.
¿Por qué le afecta tanto?
Simple.
Porque los ama a pesar de todo.
La primera vez que se fue con Ibe fue para salir de su propia cabeza y alejarse de tanta toxicidad (que estaba normalizada además) en la familia incluso si eso implicaba dejar a su hermanita, nunca estuvo en buenos términos con su madre y desde que su papá fue hospitalizado la tensión empeoró, es que era imposible hacerlos felices a ambos: una madre demandando su hijo sobre quien delegar, un papá con un concepto tan rígido sobre lo que debería hacer un hombre en la sociedad que tomaba el alivio de su madre como un símbolo de debilidad y una fuente de decepción. Y aun así, los necesitó mucho.
Le dolió necesitarlos.
Dolió mucho.
Trató de ignorar esa sensación hasta que se convirtió en un vacío crónico en su corazón, durante este tiempo en América le tocó atravesar por situaciones malditamente traumáticas, aun comprendiendo en un nivel racional que su familia no le daría confort... los extrañó, extrañó a su mamita, a esa mamá que jugaba con él cuando era pequeño, le enseñaba sobre dioses y lo llevaba al templo, al padre que jugaba deportes con él y lo felicitaba por tener buenas notas revolviendo su cabello, alzándolo en el aire y haciéndolo sentir seguro. Extrañó a los papás que tuvo de niño. Y sintiéndose imposibilitado a no cargar más a Ash en ese entonces solo podía llorar.
—Estuve años acá y nunca les importé. —Entonces se arranca esa espina—. Y la pasé mal y hubieron situaciones en dónde no podía...y extrañaba a mi mamá, extrañaba mi casa, extrañaba mi cuarto, mi hermana, extrañaba mi país y la vida que tenía antes y quise ...no sé, lo lamento por esta mala sesión.
—No creo que fuera una mala sesión. —La terapeuta para de escribir—. Al contrario, pienso que fue una de las mejores sesiones que hemos tenido.
—¿Cómo? No hice más que llorar toda la hora.
—Porque no hiciste más que llorar toda la hora fue una de las mejores sesiones.
—Oh. —Se calma.
—Eiji, tus padres son un tema que todavía nos toca afrontar y tomará tiempo, pero es imprescindible que tengas voz al hacerlo, me pudiste referir cómo te sentías y enojarte y llorar por eso y a pesar del dolor te permitiste a ti mismo sentir el cariño por tu familia, incluso sino lo quieres sentir.
—Pero sería más fácil no sentir nada por ellos, encerrarlos en una caja para no volverla a sacar nunca.
—¿Crees que eso haría la diferencia?
—No.
—Eso creí.
—¿Entonces qué hago con esto? ¿Cómo...?
—Por el momento. —Le explica—. Pasamos a través de esto y vamos viendo, no solo la meta o tener un objetivo 100% definido importa, a veces nos conocemos mejor en el camino.
Pasar a través de esto.
Ja.
De cualquier manera su cabeza es un caos cuando sale del consultorio, no es que quiera sentirse mal para darle preocupaciones extras a sus seres amados, no obstante cree que así como sucedió cuando explotó y se fue con Yut-Lung, la llamada de su padre fue la gota que rebalsó el vaso en relación a su familia, es duro mostrarse más vulnerable, odia ver a Ash preocupado, aun así prometieron apoyarse mutuamente y está intentándolo, le cuesta, en serio le cuesta zanjar hábitos tan arraigados que hasta eran considerados parte de su personalidad, más, va de a poco.
Al menos lloriquear le sirvió de algo, se siente más ligero de cierta manera, drenado emocionalmente y físicamente hecho mierda pero con los sentimientos poco a poco cayendo en su sitio (o eso espera).
—¡Eiji!
—Sing, ¿qué haces acá?
—Vine a robarte. —Le sonríe apoyado en una motocicleta (que probablemente se la quitó a Shorter).
—¿Cómo supiste que estaría aquí?
—Ash estaba en reunión y se quedó pegado. —Su mirada se suaviza, así que en el fondo Sing sí notó lo mal que estaba y al entender que Ash no estaría disponible de inmediato, vino a hacerle compañía.
—Entonces tú viniste a secuestrarme.
—Así es. —Tararea—. Aprendí de Yue.
—Así veo. —Eiji ríe y de repente, se siente mejor.
—¿Entonces...? —Sing se sube de un salto a la motocicleta, los guantes friccionan sobre el acelerador provocando que el motor ronronee—. ¿Te vas a subir o tendré que ir por ti hasta allá, dulzura?
—Realmente Ash y Shorter son una pésima influencia para ti. —Suspira.
—Asegúrate de abrazarme fuerte para que no te caigas. —Eiji contiene una sonrisa contra el hombro de Sing y le cumple el capricho, hace mucho no sale del apartamento, de hecho, hace mucho no sale de su cabeza y esta impresiona ser una buena idea—. ¿Listo?
—Listo.
Sing acelera la motocicleta.
Después de lo vivido con Dino cree que es suficiente adrenalina para toda su vida, por eso, no es fan de las motocicletas ni de nada que implique exponerse de sobremanera, sin embargo, hasta Eiji tiene que admitir lo divertido que es montar el asiento trasero de Sing, puede escuchar a la brisa revolverle el cabello mientras las ruedas raspan el pavimento y el cielo se transforma en una acuarela de colores en matices pasteles iridiscentes. Por eso le fascina Nueva York. Sí. Es decadente. Violenta. Aslan suele llamarla un basurero. Pero Eiji cree que tiene estos atisbos de belleza surreal que lo compensan. Son estridentes y deslumbrantes. Son esos momentos dónde una sucia autopista se convierte en su pista hacia la libertad, son manos sudorosas contra el vientre de su amigo, son risas de niños perdidos con el ronroneo del motor.
Eiji despeja su rostro de la espalda de Sing para saborear el viento, tocar los colores y ahogarse en la adrenalina, llena sus pulmones de Nueva York y ventila las preocupaciones que hervían en su cabeza.
Lo importante es el camino también, entonces piensa.
—¿Qué tal? —Sing luce emocionado una vez llegan al puente Brooklyn, es el punto medio entre dos de sus ciudades preferidas y aun así, no suele frecuentarlo—. ¿Te gusta?
—Me gusta. —A pesar de que es un lugar turístico y atiborrado hay pocas personas a esa hora gracias al pronto atardecer—. Pero ¿qué hacemos acá?
—Vengo acá cuando quiero despejarme. —Sing responde sentándose en una de las vigas de un salto.
—¿Puedes hacer eso?
—Mientras no me descubran. —Por supuesto, no es una que da directamente a la orilla, es una viga enlazada a los inmensos soportes, aun así, ayuda a ver mejor la ciudad—. Te sorprendería la cantidad de influencers que intentan subirse a las que dan a la orilla, estas son seguras.
—Si tú dices. —Eiji se acomoda a su lado, está mucho más lejos del borde de lo que caviló, pero ama la sensación de estar teniendo un acto de rebeldía así que se permite saborear esta pequeña victoria balanceando los zapatos en el aire (es bajo, ya no toca el piso)—. ¿Crees que necesitaba despejarme?
—N-No. —Es un terrible mentiroso—. Tal vez yo necesitaba despejarme.
—Ajá.
—O tal vez... —Los ojos de Sing se alternan entre el cielo, el puente, sus propias manos sudorosas al viento hasta los ojos de Eiji, se quedan ahí, no los puede sacar de ahí—. Tal vez te noté mal.
—Sí. —Sonríe con tristeza—. He estado lidiando con muchas cosas últimamente. —Eiji frunce el ceño pensativo—. La verdad no es mucho, solo es mi familia.
—La familia puede ser mucho. —Sus palabras escapan entrecortadas, casi como si siguiera corriendo en la moto y le estuviera gritando para que lo escuche a través del motor—. Lao podía ser mucho, si bien, lo hacía siempre desde el amor y sus deseos de protegerme, era mucho.
—Oh.
—Sí.
Lao es un tema que todavía no han tocado bien.
Sing teme que Eiji lo odie a raíz de lo que Lao hizo, pero al mismo tiempo, es su hermano y carga con su muerte ¿acaso no tiene derecho a llorarlo? Pero es duro hacerlo si ante los ojos de todos sus seres amados quedó como un villano, al final, todos lo recordarán como quién trató de matar a Ash en vez de las otras miles de cosas que hizo. Sí, no fue el mejor hermano del mundo. Aun así... para Sing fue el mejor hermano del mundo, es complicado.
—¿Cómo estás en relación a eso? —Eiji arrastra las palabras lentamente, como si conllevaran un tipo de esfuerzo sobrehumano por el simple hecho de pronunciarlas—. Me refiero a Lao.
—Ah. —Sing se rasca la nuca—. Bien.
—¿Bien? —Alza una ceja—. Era tu hermano.
—¿Te importa? No tienes que fingir que te agrada después de todo, sé que lo resientes por lo que le hizo a Ash. —Sing parpadea procesando lo que dijo—. Lo siento, no sé de dónde...
—Lo sé. —Eiji lo abraza por los hombros—. Puede que mis palabras no ayuden mucho, pero en serio lamento tu pérdida.
—Yo no...
—Somos amigos, Sing, puedes apoyarte en mí para esto o al menos ser sincero, está bien. —Le abre un espacio para que pueda desmoronarse—. Estamos bien.
—¡No es justo! —Sing se arranca las lágrimas con un tirón del antebrazo, su cara arde y su respiración es errática—. Yo te vine a consolar a ti, no al revés.
—Podemos consolarnos mutuamente. —Bromea—. Pero te lo digo de verdad, si alguien sabe acerca de mostrarse bien frente al resto cuando por dentro no es así soy yo.
—Sé que contigo puedo no ser tan fuerte.
—¿Lo sabes?
—Claro que lo sé. —Sonríe con melancolía.
¿Por qué?
Porque Eiji siempre lo ha protegido, cree que es gracioso considerando quién de los dos es pandillero sin embargo Eiji fue el primero en defenderlo y no solo esto, lo defendió de Ash, gritándole al hombre más temido de toda la ciudad para regañarlo por darle una cachetada o por ser muy bruto al hablarle sobre el futuro de Downtown, por supuesto, Sing ya sabía que Eiji era genial desde que se conocieron en prisión y dijo que era amigo de Ash ¿amigo? El único amigo de Ash era Shorter y además, Eiji lucía completamente fuera de lugar en comparación a los demás, desde acá no hizo más que sorprenderlo por cómo enfrentaba a Yut-Lung o era capaz de domar a las bestias más temidas.
Terco. Imprudente. Increíble.
Lo dejó sin aliento.
Le dio una nueva experiencia, a diferencia de los demás Eiji nunca lo subestimó, al contrario, siempre mantuvo claro que lo respetaba como líder y aun así lo protegía, nunca lo trató como idiota, le confió la verdad sobre lo que había pasado con Shorter y su repentina desaparición así como lo que sucedía en relación al banana fish, Eiji es puramente genial y desata demasiadas sensaciones en su corazón.
—Confío en ti porque eres mi amigo. —Dice intentando sonar más adulto.
—Debe ser duro tener un amigo tan simplón.
—¿Ah? —Sing lo toma de los hombros abruptamente, no quería ser brusco, más resulta inconcebible que se refiera a sí mismo con semejante desprecio—. Eres el chico más genial del mundo. —Sostiene.
—Gracias. —Y nota que no le cree.
—¡Hablo en serio! —Gimotea y Eiji ríe—. ¡Tómame en serio!
—Lo hago. —Más, como no impresiona suficiente, sigue.
—Eres valiente, nunca temiste ir a la mansión de Yue aun siendo un histérico que lanzaba sus botellas contra la pared, te usaste a ti mismo de señuelo por Ash, incluso le pediste a Alex que te enseñara a usar un arma, eres inteligente también, sabes dos idiomas y eres bueno en la cocina, Shorter aun no puede ni freír un huevo y se supone que es cocinero. —El comentario lo hace sonreír.
—Sing.
—Eres bonito y amable y acogedor. —De repente, ni siquiera sabe lo que está diciendo pero su rostro está ardiendo y su corazón golpea con fuerza—. Me gusta pasar tiempo contigo, me gusta escucharte hablar incluso si son problemas, tu sonrisa, deseo verte reír más aunque entiendo que a veces puede ser necesario estar mal, realmente eres especial para mí, creo que eso trato de decir. —Un grito hace eco en su garganta una vez procesa todo lo que ha dicho—. ¡Para todos! ¡Eres especial para nosotros!
—Tú también. —Eiji golpea hombro contra hombro—. Eres especial para mí, Sing.
Pero incluso si dijo todo eso siente que no es suficiente.
Sí, Sing es inexperto en comparación, no sabe qué más sacar para hacerlo sentir mejor o mejor dicho, para que Eiji comprenda lo imprescindible, deslumbrante e irremplazable que es, Sing suspira, hunde los hombros dentro de la chaqueta, aprieta las vigas con sus puños.
Ash sabría qué hacer.
Yo no.
—Sé que no puedo reemplazar a Ash en estos momentos pero...
—Por supuesto que no puedes reemplazar a Ash. —Musita—. Al igual que nadie puede reemplazarte a ti, Sing.
—Oh.
—Estás bien siendo tú, no necesitas ser Ash.
Sus ojos escuecen, su boca tiembla, su corazón punza, realmente necesitaba esas palabras ¿verdad? Lao siempre quiso lo mejor para él e intentó actuar acorde a su ideal impulsándolo hacerse el sucesor de Shorter, enseñándole a reñir, convirtiéndolo en un sobreviviente a los 14, incitándolo a anteponer a su pandilla antes que a cualquier otra cosa y defenderlos con garras y dientes, Lao odiaba que fuera más neutral en ese sentido, Sing nunca tomó un bando entre Yue o Ash, actuaba según lo que asumía que era lo correcto y no le importaba el resto. La carga era pesada. Demasiado pesada, fue una carga que nunca pidió, incluso si podría haber dado un paso enfrente para arrebatarle el lugar a Ash, haber dejado que muriera por venganza o cobrarle a cambio de su ayuda, no lo hizo.
No quiso hacerlo.
Porque Sing no quiere ser Ash.
—Te pusiste sentimental. —Aprecia mucho que Eiji lo notara, Eiji es una de las pocas personas frente a las que puede comportarse acorde a su edad sin que deje de respetarlo—. Eso es un poco adorable.
—No soy adorable. —Sing rechista saltando hacia el piso—. Soy un hombre, ¿sabes? —No le permite contestar, Sing toma a Eiji de la cintura para ayudarlo a bajar.
—Sé que eres un hombre. —Eiji sonríe—. Y realmente me ayudaste hoy, antes de venir acá me sentía muy ahogado en mi mente por todo lo que está pasando en mi casa, me ayudaste a tomar aire fresco y a recordar algo que nunca debería olvidar.
—¿Qué cosa?
—Que no estoy solo en esto, me cuesta porque tiendo a afrontar las cosas así y en silencio, pero me daré el crédito de que hablar contigo hoy se siente como una victoria. —Sus ojos de ciervo se enfocan en el suelo a raíz de la vergüenza, todavía se siente pequeño con esta vulnerabilidad.
—Fue una victoria importante. —Pero Sing es validante y actúa como si no fuera la gran cosa pero al mismo tiempo, haciéndole ver que es la gran cosa—. Eiji...
—¿Sí?
—¿Entonces hoy fui algo así como tu héroe? —Le encantan estos momentos en donde solo tontean.
—Sí. —En donde solo son niños—. Hoy fuiste mi héroe, Sing.
—¡Ah! —El más joven se pone rojo hasta los oídos con una sonrisa brillante—. ¡Eso me convierte en alguien genial!
—Siempre has sido alguien genial.
Ambos se miran con complicidad antes de devolverse a la ciudad.
Cuando finalmente llega a casa...
—¡Ash!
—¡Eiji!
Su esposo salta del sillón para abrazarlo, aunque al principio se limita a sostenerlo contra su corazón y a presionarle besos por encima de la coronilla pronto lo debe sostener de las mejillas para entablar contacto visual, antes solía darle vergüenza que Ash lo viera tan fijamente puesto que su inseguridad en relación a su aspecto físico no tardaba en ahogarlo, Eiji nunca ha sido especialmente vanidoso sin embargo era doloroso acomplejarse hasta por sus ojos, ni siquiera quiere usar lentes por susto a que su imagen empeore aún más pero acá da igual, acá todo da igual menos Ash, Dios, Ash que no puede evitar suspirar con una paz incomprensible como si estuviera aliviado por el simple hecho de que Eiji esté sano y salvo en casa, a su lado.
—Lo siento por no haberte podido ir a buscar hoy, sé que fue un día duro, te prometo que hice todo lo posible para acabar rápido pero me quedé atrapado y...
—Aslan, cariño. —Eiji deja que lo acaricie, le gusta la sensación del pulgar de Ash delineando su cara, le gustan sus manos ásperas y heladas (tiene la presión de una niña) le gusta que lo toque—. Regresé sano y salvo, no pasa nada.
—Hoy no quería dejarte solo.
—No me quede solo. —Ash parpadea con curiosidad, dándole espacio para seguir—. Sing ya estaba esperándome afuera cuando terminé la sesión.
—¿Sing? —Ladea la cabeza—. ¿Fueron a Chinatown?
—Oh, no. —Eiji sonríe con malicia—. Me llevó en su motocicleta a Brooklyn.
—¡El mocoso no tiene edad para conducir!
—¡Tú ni siquiera tienes licencia para conducir!
—Tengo. —Sus ojos brillan con picardía—. Pero es falsa.
—¡Ash!
—Mierda, te extrañé tanto. —Entonces Ash se le arroja encima y ambos caen contra el sillón, Buddy está ladrando en el piso exigiendo atención, no obstante, como buen felino su amante se le restriega clamando mimos, se los da y empieza a cepillarle el pelo porque quedó aplastado—. Estás pasándolo mal, lo veo, entiendo que todos los papás pueden ser una mierda.
—Lo son. —Eiji suspira sintiéndose más ligero—. Me dio una recaída horrible.
—¿Qué puedo hacer para ayudarte a estar mejor?
—Esto. —Es honesto—. Por ahora solo necesito tu compañía. —Y Ash lo sostiene con tanta devoción que lo hace sentir como si fuera lo más valioso de todo el universo.
—¿Quieres contarme sobre tu sesión? —Eiji aprieta su boca.
—Me dijo que debería darle importancia al camino y lo estoy intentando pero a veces me siento tan perdido que ni siquiera sé para dónde va el camino, me gustaría que alguien me guiara en eso.
—Acá. —Ash entrelaza sus manos—. Acá estoy, hola.
—¿Y qué pasa si tú también te pierdes? —La preocupación es válida considerando lo malditamente duro que ha sido el proceso de recuperación del propio Ash—. ¿Qué pasa si ambos terminamos aún más perdidos?
—Entonces nos encontramos. —Ash presiona un beso en sus nudillos—. Siempre nos encontramos.
En esta vida. En la siguiente. En todas las que fueron. En todas las que serán.
Atravesamos juntos el camino.
Últimamente estoy demasiado encariñada con el personaje de Sing y la culpa es netamente de Massi (Aka:Brarroque) porque si bien, su comprensión y manera de plasmar el canon siempre es preciosa, sus Sings son superiores, asjas yo siempre lo hago chiquito, siento que soy muy mala para escribir la versión gol, pero me dio confort hacer este capítulo, me lleno una necesidad (¿o la genero?) En todo caso, mañana ya volvemos con Ash porque vamos cerrando la dínamica.
Mil gracias por tanto.
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