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26. Sounds from above.

Hi~ Se los tiro temprano hoy pero siento que este capítulo es bien ambivalente porque por un lado, nos da un buen respiro para procesar todo lo que ha pasado y tener un momento tonto donde simplemente no pasa nada, pero al mismo tiempo, nos deja un atisbo de dónde están los conflictos del final, con Eiji sobretodo porque con Ash lo veremos aún más adelante. ¿Qué me queda por decirles? Nos atrasamos dos días pero acá seguimos en el evento.

Gracias por tanto.

—Oye, dulzura. —El silencio se apodera del bar, nadie se atreve a respirar o a mover un solo músculo ante semejante descaro, Eiji alza sus ojos brillantes de la jarra de cerveza para mirarlo, está vistiendo un suéter en matices crema junto a un chaleco café que combina con sus pantalones, si bien siempre se ve adorable, esta noche luce injustamente bonito—. Te invito una cerveza.

—No, gracias. —Es cortés al rechazarlo—. Como verá, ya tengo una.

—Es solo una excusa para hacerte compañía.

—No necesito compañía.

—¿Acaso viniste con alguien? —Shorter está sentado a la izquierda de Eiji, estaban recuperando esa amistad tan valiosa que pausaron a raíz del abismo emocional con el alcohol de catalizador antes de que aquel oportunista interrumpiera—. Porque no veo ningún anillo ni algo similar, anda preciosura.

—De hecho tengo un anillo.

—¿Entonces dónde está?

—Acá.

—Ah. —Entonces Eiji alza su mano mostrando una reluciente sortija, el diseño es sencillo y pulcro a pesar de la exuberante cantidad de dinero que Ash tiene, optó por una banda de oro con un grabado de sus nombres y la fecha de la boda al reverso—. Lo lamento mucho, mi error.

—No se preocupe, le pasa a cualquiera.

—Aunque a juzgar por el anillo su esposo debe ser muy generoso y tener un gusto impecable, lo veo en esta joya. —Sus dedos se deslizan debajo del mentón de Eiji—. Y en la argolla, por supuesto.

—Oh, tiene un muy buen gusto, créame.

—¿Eh? —Sonríe de manera felina—. También se escucha como alguien sumamente guapo, humilde, probablemente con un IQ superior y una belleza...

—¡Ya! —Sing gimotea del otro lado de la barra—. Ya entendimos, tienen anillos de matrimonio y no necesitan sacárnoslo en cara cada cinco minutos.

—Pero si vinimos para eso.

Entonces Ash sale del papel para abrazar con libertad a su esposo, no se sienta en el taburete, apoya la cadera contra la barra de madera, el ambiente es vintage y tiene un toque refinado, decidió subirle el nivel a la locación para poder celebrar como corresponde la compra de sus sortijas de boda y dada la ocasión también prefirió arreglarse (su hermano no le perdonará que use converse con una polera sucia para la redención de su boda) por lo que se acomodó un crop top naranja con líneas verdes en un patrón de cuadrille arriba de una camisa de cuello alto negra que acentúa la palidez con un efecto de piel de porcelana, impresiona etéreo, galante, incluso lo confundieron con un modelo por lo largo que parece gracias al pantalón de tiro alto. Sabe que se ve bien y por la mirada de Eiji, sabe que igual lo piensa. Feroz. Salvaje. Inhumano.

Verdaderamente hermoso, como si hubiera nacido aristócrata.

—Te ves bonito, Ash. —Se lo dice casi como si le leyera la mente, lo hace natural, ni siquiera necesitó de un trago para soltar semejante cursilería enfrente de todas las pandillas de la ciudad y de repente, su cara quema y su corazón palpita en sus orejas y es impresionante cómo Eiji consigue que se apene con cumplidos tan simples en comparación a los halagos que solía recibir en la alcurnia, aun así, cree que estos son mucho más significativos—. Eres tan bonito.

—¿B-Bonito? —No obsceno. Ni puta. Ni una fantasía. Bonito.

—Sí, eres muy bonito.

—¡Ah! —Bones grita del otro extremo del bar—. ¡El jefe se ruborizó! —Y quiere matarlo aquí mismo.

—Cállate, ¿acaso no le temes a la muerte? —Kong lo regaña.

—Eiji me cuida, es el esposo del jefe. —Si bien, Ash podría seguir irascible por semejante humillación (ya que sus hombres parecen perderle respeto con la presencia de Eiji), el apodo le gusta en demasía por lo maravilloso que resume su relación.

«El esposo del jefe».

Todas quieren ser la chica del jefe. Bueno, no es que me interesen.

Ash lo dijo en serio esa vez puesto que siempre estaba más que preparado para morir, sabía que era una mala idea arrastrar a alguien a esta senda, por eso, incluso si nunca clarificaron la naturaleza de su relación le lanzó esa advertencia. No puedes seguir cerca mío o acabarás como ella. No soportaría verte en peligro. Sin embargo, helos acá. Es ridículo, todavía lo piensa porque desde dónde lo analice ellos eran dos líneas paralelas pendiendo cerca de la otra y destinadas a no encontrarse jamás, Aslan sabía que Eiji pertenecía a Japón y él a los dulces brazos de la muerte.

Pero Eiji...

Cada vez que sus caminos se alejaban él se encargaba de volverlos a juntar a la fuerza, conocerse ya fue un milagro, fue Skip quien aceptó la entrevista en su nombre después de todo, esa yuxtaposición en sus caminos no se debía volver a repetir. Pero entonces sostuvo su arma. Usó un fierro putrefacto para volar en los cielos. Lo visitó en el hospital. Lo visitó en prisión. Fue por refuerzos. Se quedó a su lado. Se sintió responsable. Lloró cuando lo lastimó. Vivió horrores. Vio violencia y conoció al asesino que realmente era pero Eiji nunca dejó ir esa yuxtaposición hasta que dejaron de ser líneas paralelas.

Vaya cabeza dura.

Terco. Irracional. Jodidamente impredecible.

Libre.

—Te ves feliz. —Shorter es quién se desliza a su lado, está vistiendo un atuendo menos feo que esos que presume usualmente aunque la combinación de una camisa hawaiana púrpura sobre una polera verde sigue siendo dolorosamente visual, más, lo deja pasar cuando lo concibe colgarse con un brazo alrededor de su cuello mientras el otro balancea una botella de cerveza—. Ya era hora de dárselo al fin y al cabo, me estabas preocupando.

—Tarde o temprano le compraría un anillo. —Se encoge de hombros desviando sus ojos a la etiqueta de la cebada y arrugando inmediatamente el ceño, es de esas que Shorter adora y le saben a gasolina cuajada, si bien no es de gustos refinados (porque amaba llevarle la contraria a Dino) hasta él aprecia la existencia de límites.

—Aunque eso no compensa el fiasco de la boda.

—Oye. —Frunce el entrecejo quitándole una cerveza—. Mi boda no fue un fiasco.

—Ash. —Su voz se endurece—. Andabas con una camisa manchada con mostaza y los zapatos llenos de mugre.

—Sí, pero...

—Y luego lo llevaste a la biblioteca y a comer al carrito de la esquina donde se enfermaron, acabaron en el hospital por culpa de esa mostaza casera, ¿cómo eso no es un fiasco? —Ash se muerde el labio.

—Leímos el guardián entre el centeno y eso fue romántico.

—Es todo, le diré a Sing que se lo robe.

—¡Shorter! —Gimotea—. ¡Ya! Sé que no fue la mejor boda del mundo, ni la mejor luna de miel ni el mejor inicio de relación, ni tampoco la mejor confesión... —Se calla a sí mismo, indignado—. ¿Acaso nada me sale bien cuando se trata de Eiji? Porque esto ya parece un patrón.

—No funcionas bien cuando se trata de él, te lo confirmo. —Shorter tararea deshaciendo el contacto para poder beberse su cerveza de un solo trago—. Nunca entendí bien qué te pasaba con él, ¿sabes? En Cape Cod ya sospechaba, pero nunca entendí por qué específicamente Eiji.

—¿A qué te refieres con eso?

—A que siempre estabas rodeado de personas y muchas se te insinuaron, siempre creí que no tenías interés en el tema y mucho más por la hostilidad que mostrabas cuando alguien se te acercaba, creo que te estoy intentando preguntar qué fue lo que te gustó de Eiji, se me ocurren varias cosas, incluso hizo latir mi corazón cuando se me tiró encima para que lo salvara del ratón.

—Bastardo. —Ríe entre dientes recordando el momento—. Al principio tampoco lo entendí, además de ser un bebé ingenuo en un mundo de violencia era tan ¿normal?, o esa fue mi primera impresión.

—¿Entonces qué lo hace tan especial ahora?

Ash sonríe.

Comprende el cuestionamiento de Shorter porque solía haber un solo objetivo en la mente de Aslan: matar a Dino y recuperar su libertad. Por mucho que odiara ese tipo de vida fue lo que le tocó, nunca se habría atrevido a cuestionar porque estaba condenado, había sangre en sus manos y si bien, tenía que pagarla se aseguraría de arrastrar a Dino al infierno. Hasta Eiji por supuesto. Eiji no solo atravesó sus defensas y vio a través de este pensamiento tan destructivo sino que le ofrecía una salida distinta cada vez que hablaban acerca de ir a Japón o no ser un leopardo y poder cambiar su destino, siempre que lo hacía Ash lo miraba con añoranza, era inconcebible ¿por qué alguien lo guiaría sin que hubiera ganancia de por medio? Era ingenuo y aun sabiéndolo, nunca lo rechazaba, en el fondo quería creer en esas fantasías.

¿Por qué Eiji se volvió tan importante entonces?

Simple, porque Eiji lo trató como una persona.

No solo eso, Eiji también representa ese deseo de liberar su alma, quemar su pasado y renacer libre.

—Porque es un idiota. —Dice en su lugar por temor a sonar cursi.

—Ajá. —Shorter no se lo traga—. ¿Entonces no tuvo nada que ver su cara bonita o su trasero cuando le metiste la lengua en prisión y le diste un agarrón? —Niega indiferente—. Vaya, debes ser todo un profesional para que eso no te afectara ni un poco.

—Me sacrifiqué para contactarte. —Finge calma porque no caerá en las provocaciones del contrario aunque le alegra que otra vez tengan la confianza para hacerlo, extrañaba esta clase de relación, me hiciste tanta falta.

—Gay reprimido.

—¡Mira quién lo dice! Tú... —Aquí cae en la cuenta—. Te vestiste mejor de lo usual, apestas a colonia barata y hasta te bañaste ¿por qué estás tan arreglado?

—Por nadie. —Sus ojos lo delatan cayendo sobre un punto fijo en el bar, Ash no quiere ver, presiente quién será, prefiere subsistir contento en su ignorancia en lugar de clavarle un clavo extra a su ataúd.

—¡Yue! —Pero un Eiji borracho interrumpe sus planes—. ¡Estás acá!

—¡Mi Eiji!

—¿Acaba de llamarlo "mi Eiji"?

—Amigo, te lo quitó. —¿Y cómo contradecirlo si Eiji se restriega mimosamente con sus mejillas rojas a causa del alcohol y un aire más empalagoso que el de costumbre?—. Es un borracho feliz.

—¿Tú crees? —Hay una vena palpitando en su ojo cuando ve una sonrisa repleta de veneno escurrir mientras abraza al nipón igual que si se tratara de una presa—. Tienes un gusto asqueroso en chicos.

—¿Estás seguro? Porque un tiempo tuve un crush contigo y probablemente con Eiji. —Ash lo asesina con la mirada—. ¿Es mi culpa que todos sean tan guapos a mi alrededor?

—Te extrañé tanto, mi Eiji.

—Él no es...

—Mi lindo esposo provisional, la madre de mi hijo adoptivo, el mejor amigo con quien tengo relación de dudosa heterosexualidad, mi bestie de traumas mentales, mi amante, mi Eiji. —El nombrado solo se acurruca en un estado de plena felicidad mientras pide mimos y tal vez eso le da un poco de celos.

—¿Podrías dejar de llamarlo así?

—Ah. —Yut-Lung lo mira de arriba hacia abajo con desdén—. No te había visto ahí, Lynx, un disgusto verte como siempre.

—Como te decía. —Ash gruñe intentando separarlos en vano—. Deja de llamarlo así o de intentarme robar a Buddy.

—Buddy me ama porque tiene buen gusto. —Espeta—. Y bien, si deseas le puedo decir a Eiji de otra manera. —Ash entrecierra la mirada anticipando una trampa—. Puedo decirle onii-chan.

—¡Es todo!

Lo odia.

Sabe que le dijo a Blanca que no se metería con Yut-Lung si tampoco lo buscaba, sin embargo el tipo ha hecho lo imposible por provocarlo y de una forma muy diferente al impasse que los atrapaba con los acontecimientos del banana fish, no, acá se ha encargado de ser sañoso, infantil, dramático, muy histriónico, histérico y lo peor: a quitarle el favoritismo de Eiji y de su propio cachorro. Ugh. ¿Cuántos años tiene? Recién va por los 18, se dice a sí mismo. Tal vez Yut-Lung siempre fue así y nunca lo pudo expresar con libertad por su clan, con sus hermanos daba la impresión de sumisión y perfección y si bien, ambas eran una fachada para que lo subestimaran, Ash entiende lo que es ser una farsa.

Mierda.

Sería sencillo decir que Yut-Lung es un chico malo y vanidoso porque aprecia a la perfección que ese lado que eligió junto a Golzine estaba mal, aun así, salvó a Shorter y ahora está restregándose contra Eiji igual que un mocoso molesto que quiere sacarle pica por haber conseguido el peluche más lindo de toda la juguetería.

—Ash, vamos a bailar. —Entonces Eiji se lo pide con ternura—. Por favor. —¿Y cómo decirle que no a un Eiji borracho?

—Sino lo sacas tú, lo sacaré yo. —Yut-Lung tira veneno.

—Vamos.

Ash se lleva a Eiji.

Yut-Lung se apoya contra la baranda del bar viendo cómo la pareja se abre paso entre los pandilleros y es una imagen llamativa, es lindo cómo Eiji se siente más desinhibido con Ash mientras que Ash al parecer ha ido apaciguando sus propios traumas por los toques más atrevidos e íntimos que muestra al danzar con su esposo, se miran como si fueran el mundo del otro, entonces cavila. Incluso sino era una relación oficial durante los eventos con la mafia se miraban así y por eso fue tan sencillo atacarlo donde le dolía. Le alegra dentro de todo verlos bien.

Todos han cambiado, todos menos él, ¿quién es Yut-Lung sin el deseo de venganza? A diferencia del lince de Nueva York se ha quedado flotando. Perdido. Solo. Sin nadie que lo movilice a ningún lugar.

—Tenías razón cuando me dijiste que no me parecía en nada a Eiji. —No le quita la mirada a la pareja quienes ahora se están dando las manos tontamente, bailando uno frente al otro—. En serio lo traté de odiar, míralo, tiene cara de ser odiable.

—Yue.

—Además, Sing siempre habla de él y eso solamente me irritaba ¿qué carajos me importaba que Eiji le cocinara natto y se viera lindo mientras lo hiciera? O qué era bueno jugando videojuegos o qué le estaba enseñando japonés, me valía una mierda, pero no, Sing me ponía el tema una y otra vez dado que veía lo mucho que me molestaba, es un bastardo.

—¿Qué cambió? —Shorter sigue a su lado prestándole más atención de la que desearía, los hombros se están rozando y a causa de la diferencia de altura con suerte le llega al cuello—. Luces encariñado.

—Creo que la vez que adoptó a Buddy. —Está seguro—. Di por sentado que había tenido su infancia igual que un cuento de hadas y no fue así, por eso lo ayudé y nos hicimos amigos (además del deleite que le genera molestar a Ash) me gustaría asemejarme un poco más a él.

—Cuando dije eso estaba herido. —Lo admite—. Recién me había enterado de que eras del clan Lee y tus acciones me hicieron juzgarte mal.

—No creo que me hayas juzgado mal.

—Lo hice.

—No lo hiciste.

—Sino no me habrías insistido tanto para que te ayudara, creo que eres como Ash en ese sentido y eso me hizo sentir aún más estúpido por no darme cuenta antes, te traté injustamente olvidando al clan que tenías detrás.

—Sí, bueno, mis hermanos eran una mierda.

—Debió ser duro para ti vivir con eso.

—No. —Lo frena temiendo que esto desate una catarsis desagradable—. Córtala, no quiero que me trates así, no soy un niño.

—Lo hiciste bien. —Pero Shorter le acomoda una palma en la cabeza—. Lo hiciste muy bien. —Y Yue quiere llorar, mierda, ni siquiera ha tomado alcohol para echarle la culpa, no obstante, ver a la pareja derrochando miel sobre la pista de baile despertó un deseo jodidamente infantil. Yo igual ansío eso.

—Cállate. —Le pide encogiéndose dentro de su camiseta e intentando esconder el brillo en sus ojos.

—Aww, ¿te conmovieron mis palabras? —Shorter le da una sonrisa coqueta—. Sabía que eras lindo.

—¡No! —Grita retrocediendo—. Realmente te odio.

—¿Me odias lo suficiente como para ir a la pista de baile?

—¿Eh? —De pronto su cara está roja y sus ojos delatan su impresión, ¡es frustrante!, él es un experto en el arte de la seducción, está entrenado para eso, fue criado para eso ¿por qué diablos Shorter lo puso todo baboso con una simple pregunta? No tiene sentido—. ¿Por qué tendría? —Dice el orgullo.

—Porque parece que te mueres por ir. —Responde la sagacidad.

—Yo no...

—Anda. —Shorter toma su mano—. Apuesto que nunca antes has bailado.

—¡Claro que sí! Asisto a muchos eventos de élite ¿sabes?

—¿Y eventos con amigos? —El más joven rueda los ojos y toma su palma con una mala gana fingida.

—Bien. —Suspira—. Te haré el honor.

—Vamos.

Y mientras ellos coquetean, Eiji está teniendo el tiempo de su vida.

Sí.

Le gusta que el bar sea pequeño y solo hayan personas conocidas rodeándolo, se siente seguro y no solo eso, sino que se siente amado en lugar de reprochado por ser quién es, se deja embriagar en el sentimiento mientras las cálidas luces doradas los empapan, Bones está cantando a todo pulmón, a pesar de las críticas por lo desafinado que suena a Eiji solo le gusta, le gusta esa sensación de ligereza como si finalmente la carga que tantos años hubiera estado acumulando poco a poco se le disolviera lejos. Se siente suficiente esta noche. Sí, sabe que hay días y días, que probablemente la invalidación regrese junto a un episodio depresivo pero ahora tiene un maldito anillo y está bailando con el chico del que estuvo perdidamente enamorado años.

Ash impresiona sentir lo mismo y lo confirma cuando lo atrae para que bailen juntos, le encanta esta sensación de firmeza y deseo que sus manos transmiten al tocar con más confianza sus caderas, por fin no hay más culpa por ser una pareja masculina, se concibe amado e incluso sexy en esa candorosa fricción que ha empezado entre ellos dos.

—Mis compañeros siempre hablaban de lo bien que lo pasaban en las fiestas, yo no podía ir porque debía cuidar a mi hermana y a mi papá cuando estaba en la casa, pero siempre quise saber cómo se sentiría estar en una. —Sus jades se suavizan igual que sus toques, las manos de Eiji están enrolladas alrededor del crop top y le gusta cómo le sienta la prenda—. Es divertido. —Concluye—. Es divertido.

—¿Esto compensa nuestra boda?

—No. —Gruñe amurrado—. Escuchaste a Griffin.

—Griff siempre encontrará excusas para regañarme. —Ash suelta el comentario con una casualidad practicada o eso piensa cuando siente a sus palmas recorrer con descaro su vientre, descender hacia su cadera y quedarse en su espalda baja, hay sudor goteando debajo de su flequillo.

—Tiene un punto. —Eiji intenta disimular el efecto que su esposo tiene junto al alcohol pero fracasa.

—¿Eh? —Su sonrisa es galante y eso le derrite el corazón—. ¿Acaso te sientes cautivado por mi baile de apareamiento?

—Es difícil no prestarle atención a tus pasos si acaban en mi trasero.

—Es lo que las parejas hacen. —Tararea—. ¿Te molesta?

—No. —Entonces sus manos aprietan con un poco más de fuerza—. ¡Pero tampoco te pases de listo!

—¿Yo? —Ash finge inocencia—. Nunca haría eso.

—Ajá.

—Pero sí debo admitir que te ves especialmente bonito con ese atuendo.

—Tú te ves más bonito.

—No, tú eres el más bonito.

—Tú eres el más...

Ash lo calla con un beso.

Pero Eiji solo ríe contra sus labios enrollando sus brazos alrededor de su cuello para perderse en Ash con suma devoción, siente el resqueme de alcohol impregnado en su lengua, escucha los latidos tan acelerados a pesar de la música resonando por los altavoces de la cantina, perece en su toque cálido, suave y adictivo de terciopelo mientras sus manos se deslizan juguetonamente en su camiseta negra hacia la orilla del crop top sin dejar de sonreír. Está feliz. Está realmente feliz. Puede que sea porque finalmente las cosas están bien con Shorter, porque Yut-Lung está bailando y actuando como alguien de su edad a su lado, por la sortija en su dedo, por los avances de ambos, por los pedacitos que van reconstruyendo juntos día a día o por su propio crecimiento. No sabe.

Pero está tan feliz que podría llorar, no lo hace, en su lugar bebe de ese instante, memoriza el aroma impregnado en el cuello de su amante más allá de su perfume, siente a sus cabellos dorados hacerle cosquillas cuando se inclina demasiado en el beso y se hunde en el roce intentando transmitirle cada emoción arraigada en lo más profundo de su alma, sí, es la misma emoción que plasmó en una carta.

«Mi alma siempre estará contigo».

Eiji no sabía que era posible ser tan feliz, así que lo besa, lo besa, ríe, lo besa y bailan mientras se ríen sin separarse de sus besos.

Cuando queda con la boca tan adolorida que ni siquiera puede seguir tomando se va por aire fresco.

—Vaya que es lindo.

Se dice para sí mismo contemplando el anillo y no porque necesitaran de uno para probar su relación ni para manifestar lo genuino de su amor pero sí, lo hace feliz y le da una sensación de mayor solidez.

Brillante. Sencillo. Inquebrantable.

O eso piensa hasta que escucha los sonidos desde arriba.

Es una pareja discutiendo en el segundo piso del bar, aunque no se escucha bien lo que se dicen las expresiones que ponen son amargamente familiares, un nudo se forma en su garganta hasta que su sensación se vuelve de asfixia, pronto sus manos están tomando el celular y su celular está llamando.

No contestes, no contestes, no contestes.

—¿Hola?

Dile algo.

—¿Hola? Si esta es una llamada de broma voy a colgar. —La borrachera se le quita de golpe, no sabe por qué acabó llamándolo o tan afectado por una discusión ajena, sin embargo...

—Papá.

Pasa un latido.

Dos.

—Eiji. —Su nombre transmite miles de cosas diferentes sin transmitirle nada en realidad—. Te iba a llamar.

—Sí. —Mentira, es mamá la que siempre llama, tú solo me evitas—. Ni siquiera tuvimos oportunidad de despedirnos antes de que volviera a Nueva York.

—Tú nos abandonaste. —Su voz se escucha cansada—. Yo estaba internado aun.

—Lo sé. —Eiji apoya su espalda contra la pared del bar, todo el resto de los sonidos se silencian para que se enfoque en la conversación, puede sentir su latido en la garganta y a sus piernas tiritando tal como gelatina, acaba encogido sobre sí mismo con muchas ganas de llorar, ¿por qué se saboteó esta noche así? Estaba feliz antes de llamarlo y más feliz que nunca—. Papá...

—Escuché que no entraste a ninguna universidad.

—Ah. —Su corazón se aprieta—. No... —Su padre suspira con pesadumbre del otro lado del teléfono.

—¿Hasta cuándo vas a seguir con esto?

—¿A qué te refieres?

—A qué no perteneces allá, lo entiendo, tu mamá es más abierta de mente con el tema y piensa que si te damos más libertad acabarás dándote cuenta tú solo de tus errores, pero yo no puedo entender por qué te estás desperdiciando allí, fui suave con el salto de pértiga y nunca llegaste a nada, no me opuse cuando quisiste ir con ese tal Shunichi a América, ni espeté cuando me contaste que tu sueño era completamente ridículo, ¿ser fotógrafo? Pero ahora meter a una jovencita en esto, ya déjala, en América saben jugar con ingenuos como tú.

—No me trates como idiota. —Sus ojos pican.

—Entonces deja de actuar como idiota.

—No te llamé para esto.

—¿Entonces para qué me llamaste?

—Porque mi psicóloga dijo que estaba teniendo progresos y que tal vez sería bueno retomar el tacto con ustedes pero...

—¿Psicóloga? —Mierda, se le salió el pensamiento—. Cuando tu madre me mencionó el tema pensé que estaba jugando conmigo, no que en serio fueras a desperdiciar tu dinero.

—N-No es un desperdicio de dinero. —De pronto, es pequeño.

—¿No? Si necesitas que alguien escuche todas las tonterías que dices y no te sirva de nada tenías al resto de tus compañeros de clase, aunque claro, ahora ni siquiera tienes ¿qué haces allá todo el día? Si no estás trabajando ni estudiando ¿te dedicas a ser su amo de casa o algo así? Yo críe a un hombre.

No.

Tú no "criaste" nada porque eso habría implicado estar ahí y tú jamás estuviste con la excusa de que debías hacer dinero para darnos una buena calidad de vida, nunca me conociste, nunca te esperaste que fuera una persona real que podía diferir de lo que tú pensabas. Tú no querías un hijo, solo querías poder presumir de lo perfecta que era tu familia, de lo felices que éramos cuando no nos conocíamos.

Tú no eres mi familia, Ash sí y me gusta ofrecerle un hogar.

—También es mi casa, debo mantenerla limpia.

—Siempre fuiste muy débil haciendo tareas que le correspondían a tu hermana o a tu abuela, siendo retraído y fantaseando todo el día, veo que ni siquiera la adultez te cambió.

—Ya. —Le ruega con las manos temblando en el celular—. Este había sido un buen día, por fin tengo una argolla de matrimonio y solo quería compartir esa felicidad... no sé, no sé por qué pensé que tal vez te alegrarías por mí o me extrañarías considerando que no hablamos desde hace mucho tiempo.

—¿Cómo podría alegrarme por esta fase de rebeldía? Regresa a casa de una vez.

—¿Y hacer qué, papá?

—¿Y qué tanto estás haciendo allá?

—¿Perdón? —Eiji parpadea, conteniendo las lágrimas.

—No estás trabajando, ni estudiando, te quedas todo el día encerrado en casa limpiando como todo un mantenido, chismeando con las amas de casa y viviendo a expensas del resto ¿no te da vergüenza haberte convertido en tu madre? No debí confiarle su crianza, mira cómo acabaron los dos, son toda una decepción ¿por qué no puedes parecerte más a los hijos de mis colegas? Hasta empresas tienen.

¿Por qué tendría que parecerme?

¿Por qué no solo...?

Rie.

Las personas dicen que te tomes tu tiempo y vayas a tu ritmo, no obstante, eso no es del todo cierto, porque sigue siendo reprochable o raro no seguir el estándar de los demás ¿entonces qué opción le queda? ¿vivir una vida que aborrezca pero que sea "correcta"? ¿vivir una vida que lo haga feliz, pero que siempre tenga que andar dando explicaciones como si fuera motivo de vergüenza? Aborrecía la homogeneidad de Japón, si se hubiera quedado allí probablemente habría cedido y estaría de novio con una chica incluso sino le atraen, habría aprendido a tolerarlo (lo que habría sido injusto para los dos, pero así son las cosas ¿no?), habría tenido hijos para hacerlos igualmente miserables, estudiaría una carrera que no fuera motivo de exaltación y se odiaría cada segundo por ceder a eso.

Acá al menos fue valiente para cambiar.

Acá fue lo suficientemente valiente para ser él mismo.

—Estoy haciendo cosas. —Se dice aunque es incapaz de concretarlas—. No es una pérdida tomarse tiempo para sanar ¿por qué tendría que vivir como si la vida fuera una carrera?

—¿Sanar qué? —Ríe—. No hables como si tuvieras problemas.

—No sabes si los tengo o no.

—Claro que sí, eres mi hijo.

—¡Ni siquiera me llamaste una vez desde que llegué a América! —Finalmente explota—. No escondí lo mal que la estaba pasando en casa, no quería ser una carga, pero luego de mi lesión no conseguía controlar mi propia depresión y no tenía ánimos de nada, nunca se las escondí, ustedes nunca vieron lo mal que estaba o si lo hicieron prefirieron ignorarlo ¿cómo crees que me sentí con eso?

—No me vengas a faltar el respeto, sigo siendo tu padre.

—No te estoy faltando el respeto, te estoy diciendo cómo me siento. —Hay lágrimas corriendo hacia su mentón y goteando hacia la poza que está bajo sus mocasines—. Inclusive el padre de Ash pudo...

—¿Ash? —Es cortante—. ¿Quién es?

—Él es...

Es la persona que amo.

—Tu madre me insinuó otra cosa extraña y más te vale que se haya confundido.

—Papá.

—Ni me importa lo que el padre de tu amigo pueda hacer o no, tú eres mi hijo, te estoy criando bajo mi propio entendimiento de amor. —Amor paternal ¿eh?

—Antes no eras tan duro conmigo.

—Antes no me avergonzabas tanto.

Eiji cae contra la acera escuchando el ruido blanco de su propia vida, no sabe cuándo las cosas fueron tan retorcidas entre ellos ni cómo empezó, lo ha pensado una y otra vez, tratando de encontrar este momento exacto para mantenerlo enfocado, más, es una aguja en un pajar y de pequeño sí recuerda haberse sentido amado, le encantaba escuchar las historias de su papá y ser su "campeón", recuerda que hasta lo acompañaba a comprar el diario solo para desviarse y que le comprara un helado, solían construir una vida tranquila en Izumo, él solía amarlo, Eiji lo sabe, él solía sentirse amado y jamás se lo cuestionó, no cuando era niño, no a esas alturas.

Y no sabe qué pasó.

No sabe cuándo apareció esa brecha pero sus siguientes recuerdos son amargos, son peleas por ser un mediocre en la escuela en dónde se frustraba porque no entendía, es su padre evitándolo furioso, es su padre teniendo poco tiempo hasta para desearle las buenas noches, es su padre viéndolo lleno de decepción ya que era un fracaso hasta en la pértiga, son gritos, Eiji no podía componerse después de la lesión y obviamente estaba mal porque quería y no tenía la fuerza de voluntad para sanar, son dos desconocidos que se toleran, no un padre y un hijo. Esa es la peor parte.

Que antes había un papá y lo amaba.

—Tu madre y yo iremos pronto para conocer a tu esposa.

—Papá.

—En serio, Eiji. —Suspira—. ¿Qué estás haciendo allá? Deja de perder el tiempo así, despierta.

—Pero estaba bien hace un rato, estaba tan feliz...

¿Mañana se nos viene feo con Eiji? Sip, pero al mismo tiempo, que se permita derrumbarse es mucho mejor señal que aguantar hasta explotar, así que haremos harto contraste mañana con los episodios previos como lo que pasó en el parque, ahora las cosas son bien diferentes de buena manera.

Nos vemos~

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