24. Secret language.
Hi~ Siento que muchos quedaron con miedito porque Shorter se nos aparece hoy de manera más confrontacional pero de verdad, este capítulo es muy dulce y yo lo sentí muy reparador en relación al canon, no sé, a mi personalmente me conecto harto así que espero que les deje una impresión bonita también.
Mil gracias por tanto.
Existen muchos lenguajes del amor. Si bien, la mayoría suele glorificar los toques físicos (y en especial el sexo) hay diferentes maneras de expresar afecto, por ejemplo: a través de las palabras o la escucha al igual que se puede hacer con actos de servicio, con tiempo de calidad o con lo que haga feliz a esa persona tan amada.
Aunque ha sido un desafío encontrar como pareja su propio lenguaje del amor, al mismo tiempo Ash aprecia que ha sido sencillo dado que lo tenían acordado desde mucho antes, no lo llamaban de esta manera, por supuesto, era un consenso silencioso en el que Ash debía seguirle insistiendo a Eiji sobre los peligros de ese mundo de violencia y a cambio Eiji le insistía con más ganas el quedarse a su lado.
Terco. Irracional. Desquiciado.
La primera vez que vislumbró dicho lenguaje fue cuando lo vio saltar, nunca lo olvidó porque se elevó y muy alto, el cielo estaba iluminado con los tiernos rayos del amanecer e incluso en aquel mugriento callejón siendo acorralados por Marvin y Arthur, Eiji lo deslumbró tanto por la metamorfosis de aquel chico retraído y temeroso a una declaración inquebrantable por la libertad, como por su silueta grácil surcando los cielos igual que un ave, Ash solo se pudo quedar desconcertado, boquiabierto, con Skip arrojando porras y saltando a su lado, el momento se grabó fuertemente en su corazón, aun así Aslan no define como lenguaje del amor la escena por sí misma, sino lo que significó.
Esa fue la primera vez que alguien me ayudó sin pedir nada a cambio.
Y de ahí no hizo más que crecer hasta llegar a un para siempre incluso si él le pidió un solo por ahora.
Por supuesto, Ash también encontró la manera de comunicar su amor.
Lo hizo al usar su cuerpo como escudo cuando Blanca le disparó por las ventanas, lo hizo al dispararse un arma en la cabeza sin titubear, al entregarse a Dino con tal de protegerlo, al atravesar de ida y de vuelta el mismo infierno y desatarlo si hacía falta. Pero sobre todo, lo hizo al dejar de ser un leopardo.
Sí.
Todos tienen un lenguaje del amor secreto.
¿El de Shorter por ejemplo?
La comida.
Y justamente a eso se remonta hoy.
—Aslan, cariño. —Claro, no está solo en esto y le fascina la manera en que Eiji ha tomado la iniciativa envolviendo su cintura entre sus brazos, presionando su boca contra su hombro (es bajito, sin subirse a un banco no llegará más arriba) siendo mimoso y exigiendo atención—. ¿Cómo vas?
—Creo que bien. —Es su primera vez cocinando una comida real e incluso se ha amarrado el horrible delantal de Nori Nori para complacerlo—. Creo que Shorter no morirá intoxicado.
—Eso es bueno. —Lo han invitado a almorzar para finalmente hablar entre los tres y aclarar las cosas.
—Lo es.
—Ash. —Eiji le reclama atención en ese abrazo y más que satisfecho se la da con una sonrisa coqueta.
—¿Qué sucede, onii-chan? —Canturrea dándose vueltas, acomodando sus palmas con firmeza sobre la cintura de su amante quién solo se muerde el labio alternando su vista entre su rostro y su atuendo ¿quién diría que esto le interesaría? Vaya fetiche—. ¿Te gusta lo que ves?
—Me encanta. —Eiji se corre lentamente hacia delante—. ¿Pero sabes que me encantaría aún más?
—¿Qué cosa? —Susurra deliberadamente bajo y sensual.
—Tener el control del almuerzo, me estás estresando.
—¡Eiji! —Gimotea aunque ¿qué más podría haber esperado de un maniático por el control?—. Creo que es mejor que me enseñes a hacerlo, dijimos que empezaría a ayudar con las labores domésticas.
—Sí, pero no justo cuando Shorter viene a almorzar.
—Eiji. —Regaña—. Si nosotros nos comimos sus patas de pollo, él puede comerse mi arroz quemado.
—¡Ah! ¡Asumes que te quedará quemado!
—Ya deja de preocuparte por eso.
Ash cierra la olla del arroz y lo pone a fuego lento para darle su atención plena a su esposo que acabó inflando las mejillas y esbozando un puchero en señal de protesta, de seguro cree que me convencerá con esa cara, piensa, es cierto, sabe que tarde o temprano acabará cediendo y cualquiera juraría que con su intelecto superior dejaría de morder el anzuelo que Eiji le lanza, pero no, ni siquiera tiene que ponerle algún señuelo para que se enganche por mero masoquismo en luchas que ya están perdidas.
—¿Qué? —Sin embargo, que la contienda esté perdida no significa que no pueda saborear la victoria antes de morder el polvo—. ¿Por qué me miras así?
—¿Así cómo?
—Es difícil de explicar. —Y claro que Ash lo sabe.
Ha quedado frente al nipón y se ha tenido que inclinar un poco para que sus narices se rocen, aunque ese no es el plato principal, lo que verdaderamente lo tiene absorto es su pulgar deslizándose encima de cada una de sus facciones, paseando desde sus mofletes con grasa de bebé, por sus cejas espesas, por su nariz de botón, sus labios temblorosos y expectantes por un beso, hasta detrás de su oído, él aprovecha de acomodarle un mechón y de repente, aparece un sentimiento que lo vuelca, lo arrastra y lo zambulle sin previo aviso.
Orgullo.
Ash está orgulloso de los dos.
—Solo me sorprende. —Entonces contesta, se separa, no mucho sino un poco, lo suficiente para que sus narices dejen de tocarse pero no lo suficiente para dejar de saborear su calidez—. Antes me daba miedo tocarte, quería hacerlo, más de una vez quise hacerlo.
—Lo hiciste en prisión.
—Cuando me enamoré fue diferente. —Finalmente lo dice, incluso esa vez que entregó a Dawson y toda la investigación alrededor del banana fish solo pudo arrodillarse frente a su cama, cruzar ambos brazos en la sábana y rezar para que no le hicieran daño y lo mismo en el hospital, no pudo ni siquiera darle la mano mientras pronunciaba esas palabras. Sa-yo-na-ra. Nunca se sintió digno—. Quería pero no podía tocarte, estaba aterrorizado.
—Ash.
—No por ti. —Le explica—. Antes pensaba que si te tocaba mi pasado se arrastraría hacia ti como si fuera una plasta y te ensuciaría hasta asfixiarte, me dio miedo contagiarte.
—Tú no...
—Aun lo hace. —Interrumpe—. No me ahogo en esos pensamientos ahora, pero mi miedo sigue ahí.
—Ash. —Pero como Eiji es un imprudente que carece de autocuidado, entrelaza esa mano que posee sobre su mejilla y la lleva directo a su boca para presionarle un beso, Ash siente a su rostro arder por tan ínfima y adorable muestra de amor—. Te amo, cuando me tocas me haces sentir seguro y amado.
—Pero...
—Tú también me haces sentir limpio con tus toques, es como si renaciera. —¿Renacer? Ja.
—Realmente eres increíble. —Suspira rindiéndose—. Ni siquiera me dejas escalar, ¿dónde se fue esa chispa de drama en nuestra relación?
—Ya no quiero drama. —Eiji se cuelga de su cuello igual que un koala—. Quiero algo reconfortante.
"Quiero".
Le gusta que Eiji quiera cosas y sea directo con ello, ha sido un avance importante en mayor parte lo ha logrado porque su esposo inició su propia terapia y en parte porque se siente más seguro tras esa charla que tuvieron en la mansión de Yut-Lung. Quiero. Quiero. Quiero. Y si Eiji quiere algo ¿quién es para negárselo?
—¿Algo reconfortante? —Aslan tararea y aprovecha la posición en la que están—. Tengamos nuestro baile de bodas entonces.
—¿Eh? —Sus ojos oscuros parpadean igual que una lechuza—. ¿Baile de...?
—Sí. —Ash se rasca la nuca, apenado—. Sé que no tuvimos la boda más romántica del mundo gracias a mí pero me gustaría ir cambiando eso de a poco.
—No hay música.
—Usa tu imaginación, onii-chan.
—Pero...
—¿O acaso no puedes hacerlo? —Sus pupilas se encienden con ese mismo fuego fiero que conquistó su corazón cuando lo vio saltar el muro, este que grita a los cuatro vientos: ¡claro que puedo hacerlo!
—Pruébame, Callenreese. —El aludido sonríe.
—Tú lo pediste. —Porque a veces es Eiji quién muerde el anzuelo.
En primer lugar desliza sus dedos entre los de su esposo con suavidad, procura ser cuidadoso cuando solo quiere disfrutar de la calidez de Eiji limpiándolo o al menos, haciéndolo sentir como cree que él se habría sentido en una vida más normal, no deja que esto lo ahogue, sino que apoya su palma libre sobre la espalda del nipón, quien se sobresalta y se endereza, ambos sostienen una mirada, entonces empieza a guiar y Eiji lo sigue a ciegas. Por supuesto, es diestro en la danza y en toda habilidad social que Dino considerara útil para presumir y aunque en un inicio pretende desplegar sus dotes de forma magistral, pronto se descubre a sí mismo nervioso.
Está nervioso por bailar con Eiji.
Le da tanta risa.
Ash sabe que ha hecho cosas mucho más íntimas con más hombres de los que recuerda, aun así acá está con las mejillas calientes, los pasos endebles y las manos sudorosas intentando guiarlo, Eiji debe de estar impresionado con el baile, lo ve en sus ojos, es una suerte ya que no tiene idea de qué hace.
Tienes un cerebro que funciona como un computador, pero no eres capaz de pensar cuando tiene que ver con él ¿eh?
—¿Te lo imaginabas así? —No le importa, lo único que importa es tener a Eiji balanceándose con esa sonrisa que detiene el tiempo, hace girar el mundo al revés y roba corazones.
—No estoy tan seguro. —Eiji solo se deja guiar acurrucándose cada vez más contra el pecho de Aslan.
—¿Te hubiera gustado una boda japonesa?
—No me importa en realidad el tipo de boda, mientras fuera contigo.
—Oh. —Es turno de Ash de quedarse sin palabras—. ¿Tenías eso en mente cuando nos casamos aun sin aclarar nuestros sentimientos?
—No tenía nada claro todavía. —Sonríe con melancolía.
—¿Qué ibas a hacer sino funcionaba?
—Simple. —Conoce esta sonrisa maliciosa—. Hubiera vaciado tus cuentas bancarias como venganza.
—¡Ah! Por favor. —Resopla—. ¿Cómo podrías haber vaciado mi cuenta bancaria si ni siquiera puedes pronunciar bien mi nombre?
—¡Lo pronuncio bien! —Se queja y eso les cuesta el ritmo—. Ash.
—Ahora dilo sin la "u".
—¡Ash!
—¡Salud! —Y claro que el bastardo lo pisa saboteando todo el ambiente romántico que tenían—. En serio eres un mal perdedor.
—Yo no perdí, tú me molestaste.
—A ver. —Lo desafía—. Pronuncia mi verdadero apellido, necesitas poder hacer eso si consideramos cambiarlo de verdad.
—¿Lo estamos considerando cambiar de verdad? —Aunque antes esto habría sido una catástrofe ya anunciada acerca de ser un mal esposo y estar infiriendo por Eiji y bla, bla, bla, ahora se lo toma más calmo y lo ayuda el tono pícaro que usa—. Primero ponme un anillo.
—¿Qué tal si te pongo otra cosa antes?
—¡Ash!
Entonces se besan tontamente sin dejar de bailar o de musitar cosas sin sentido, Eiji se necesita alzar en la punta de sus pies para acortar la distancia, pero francamente Aslan está demasiado embriagado con el dulzor de sus labios como para fastidiarlo porque diablos, besarlo debe ser lo más maravilloso del mundo y ni siquiera es que sean caricias intensas o al otro extremo demasiado retraídas, acá solo hay labios presionando labios por el mero placer de poder hacerlo y quererlo hacer, acá hay sonrisas, dientes, manos entrelazadas, vueltas a medio ritmo, besos que a veces se sienten más como choques de dientes y quejas que se amortiguan en suspiros.
Le gusta esto.
Le gustan los diferentes besos de Eiji.
—¿Qué es ese olor? —Pero como siempre, su amante es un matapasiones y se separa—. ¡La comida!
—Mierda. —Es muy tarde cuando corren a la cocina, todo se ha quemado.
—Ash.
—Podemos pedir a domicilio antes de que Shorter llegue.
—¿No notará la diferencia? El Chang Dai prepara comida muy auténtica.
—No, ni siquiera lo notará.
Piden Panda Express.
—Entonces... —Shorter finalmente llega y el almuerzo no demora—. Ustedes cocinaron esto ¿cierto?
—Absolutamente todo.
—Ajá. —Shorter picotea los fideos con suspicacia y no es necesario que se quite los lentes para notar su desagrado—. Porque Buddy está jugando con una caja de Panda Express por allá.
—Coincidencia. —Aslan concluye apretando la palma de un Eiji igualmente incómodo y preocupado.
—Me tomó por sorpresa su invitación. —Shorter se aprecia visiblemente tenso sobre el respaldo de la silla, su frente está empapada de sudor y los lentes se resbalan por el castañeo de dientes, es poco usual vislumbrar ansiedad en la encarnación del relajo—. ¿A qué se debe el honor?
—Tenemos que hablarte de algo.
—¡Ah! —Grita levantándose de la mesa—. Finalmente me invitarán a ser parte de su relación, lo veía venir, no estoy seguro de qué pienso sobre el poliamor pero no me cierro a nada.
—¿Qué? —Ash y Eiji se miran totalmente confundidos.
—Lo siento, el humor estúpido es mi defensa. —Se deja caer en la silla—. Y siento que me han estado evitando este último tiempo.
No se equivoca.
Ash entiende mejor que nadie lo injusto que es cargar con la culpa de algo que está fuera de su control y es involuntario para más remate, no puede culparlo por lo que hizo a raíz de la droga así como tampoco puede culpar a Griffin por inyectarse en Irak y terminar prácticamente hecho un cascarón vacío, por supuesto que lo comprende y lo racionaliza con suma frialdad, no lo evita por rencor ni por reprochar alguna acción de su pasado, si buscan culpables puede empezar con Dino, sin embargo, Ash se siente culpable por dispararle. Incluso si se lo pidió. Eh ahí el elefante del que Max habló. Lo siento por ser un mal amigo, tengo miedo de que me resientas, no quiero que me odies, por favor, te necesito tanto.
¿Podemos seguir siendo amigos?
¿Eso estaría bien contigo?
—La comida está deliciosa, Eiji. —Aun así, Shorter lo intenta y es directivo con quién mayor distancia concibe.
—Ash la preparó. —Eiji ni siquiera lo mira a los ojos y el tema es complicado, Aslan quiso comprender lo qué pasó entre ellos y no obstante, el propio Eiji solo sabe que apareció con una cámara rota luego de una reexperimentación—. No yo.
—Ya veo.
Sofocante. Distante. Incómodo. Doloroso.
Shorter sale a tomar aire, Ash lo sigue.
No se dicen nada, Shorter le alcanza una botella de cerveza que se robó de la cocina para que brinden apoyados en el barandal del apartamento, Ash la recibe, sus dedos de inmediato dejan cinco marcas por el frío de la bebida, ni siquiera tiene sabor a alcohol real, no es de su marca preferida, es de estas que Eiji compró porque es necesario tener variedad para los invitados, Ash, aun así, se la bebe callado con su mejor amigo.
Shorter ni siquiera impresiona interesado en la cerveza, está apoyado con los codos en el balcón, las rodillas flectadas y su peso en la barandilla mientras observa directamente el corazón de Uptown sin estar viendo nada en realidad, parece atrapado en su mente o mejor dicho, atrapado en un calabozo.
—Me sorprende que tengas un lugar tan fino. —Es lo que refiere, el viento está tan frío que su aliento se transparenta escondiendo una sonrisa melancólica, los dedos de Shorter se han pegado contra el vidrio—. No te hubiera imaginado jamás en uno de esos barrios codeándote con un montón de gente rica.
—Shorter. —Hay un deje de culpa en su voz porque Ash es consciente de la diferencia que existe con los demás miembros de la pandilla y por eso justamente planea darles parte del dinero, si alguien lo merece son las personas que lo apoyaron a pesar de todo—. ¿Si tú pudieras...?
—Me seguiría quedando con Nadia en el Chang Dai. —El bastardo lo leyó con suma claridad—. Jamás me proyectaría en esta clase de ambiente.
—¿Sí? —Ash alza una ceja apoyándose a su lado, deja que sus manos cuelguen al vacío mientras que balancea su botella de cerveza—. Un pajarito me contó que estabas muy cómodo en la mansión Lee.
—¡Ah! —El rubor en sus mofletes lo delata—. Es solo porque estoy colaborando con su investigación.
—Ajá.
—¡Es cierto!
—¿Entonces por qué aprecias la necesidad de defenderte? —Ash esboza una sonrisa de comemierda que le asegura la victoria en esta batalla verbal—. Te quemaste tú solo.
—Tú y las malditas deducciones. —Shorter gimotea desmoronándose en la baranda—. Lo que quería decirte es que nunca te hubiera imaginado en esta clase de vida pero me alegra verte así, cuando te conocí eras apenas un mocoso ¿sabes? Y lo entiendo, la vida es una puta, también he estado vagando en la calle desde que tengo memoria para cuidar a Nadia y he visto a críos como Sing atrapados aquí.
—Shorter.
—Pero siempre deseé que tuvieras una vida mejor, sabía que el pensamiento era ingenuo porque lo más probable es que tú y yo acabáramos muriendo sin que al mundo le importara un carajo, pero al volver a mí mismo cuando todo se acabó vi que no era así, vi que cambiaste, no sé, soy malo con ese rollo de las palabras, solo, estoy feliz por ti, bro.
Pero Ash nunca podría haber cambiado sin Shorter a su lado.
Antes de Shorter era un asesino a sangre fría.
Blanca le enseñó a matar con una eficacia mayor a la de un sicario profesional con menos de 14 años bajo la orden de Dino, le enseñó cómo reaccionar y matar de la manera más rápida, eficiente y limpia posible llegando incluso a ser reconocido por su tutor como una bomba de tiempo pero aun con este "talento" nunca nadie le enseñó cómo contenerse a sí mismo, no es un secreto que odiara matar, de hecho eso enfurecía bastante a Golzine, más era incapaz de contenerse a sí mismo, no podía ni sabía.
Fue en esa época dónde era un cúmulo de odio en el reformatorio cuando estuvo a punto de clavarle un palo de billar a Frankie para matarlo que Wong intervino y le explicó cómo tomarse las cosas más calmado, ¿pero quién carajos se creía ese calvo? Como si fuera tan fácil hacerlo ¡como si nunca antes hubiera...! Pero pudo hacerlo, finalmente alguien le mostró cómo detenerse, ja, ni siquiera supo todo lo que provocó en Ash y desde ahí se quedó a su lado siendo su mano derecha.
La primera persona que no lo lastimó y a la que Ash se permitió querer luego de lo vivido con Griffin.
Yo...No puedo más. Libérame.
—Te disparé.
—Ash.
—Te disparé y lo lamento.
—Ash. —Shorter se quita los lentes de sol, sus ojos se encuentran cargados de miles de cosas que le es imposible pronunciar. Lo siento también, te quiero, me siento horrible, esto es jodido—. No fue...
—Sé que no fue mi culpa ni tuya. —Se adelanta recordando la conversación con Max—. Pero de igual forma sé que es jodido permanecer cerca de personas o de cosas que te recuerdan cosas que duelen.
—Lo es, es jodido.
—Así que no te culparía por no querer ser más mi amigo. —¿Podemos seguir siendo amigos?—. Y si alguien entiende de estas cosas soy yo, no es correcto que finjamos que no pasó, pasó, dolió y duele.
—Ash. —Entonces su voz va in crescendo igual que una canción en pleno clímax—. Si quisiera olvidar no estaría cooperando con Yut-Lung para recordar las cosas, ¿no es así? —Ash permanece en silencio sin quitarle los ojos de encima por muy difícil que sea verlo—. Lo que pasó, lo que hice y lo que todos ellos nos hicieron es malditamente enfermo pero no es nuestra culpa, éramos conscientes del riesgo que asumíamos y elegimos correrlo, tú no me obligaste, lo hice porque quise.
—Pero te puse en una posición dura entre tu familia y nosotros, debí anticipar lo que los Lee harían.
—Ash.
—Te disparé. —Ash también lo suelta, es cortante y frío—. Yo te disparé.
—Yo te lo pedí.
—Shorter.
—Eres mi amigo. —Lo dice con una voz dura que contradice su expresión repleta de fragilidad, lo ha tomado de los hombros asegurándose de que lo escuche y lo escuche de verdad—. Puedes llamarme cabeza de mármol, burlarte de mí cocina, criticar mi manera de vestir, burlarte de mis flirteos que ni siquiera resultan y tener una actitud de gato caprichoso (y hostil), pero hagas lo que hagas no dejarás de ser mi mejor amigo. —Sus ojos escuecen, ansía llorar, la primera vez que colapsó fue después de encenderle fuego al laboratorio ante la mera idea de que quisieran profanar el cerebro de...
—Te has vuelto blando.
Gracias, no sé qué haría sin ti, eres mi mejor amigo y te quiero, te necesito, tienes que vivir lo bastante para que te pueda molestar por quedarte calvo, tienes que hacer esa familia que tanto has soñado y tienes que convertirte en el sucesor del Chang Dai, tienes que vivir y mierda y me alegra que de nuevo escojas vivir a mi lado. Gracias. Salvaste mi vida cuando me di por muerto.
—No te pongas a llorar. —Al parecer, lo lee con suma claridad porque sus jades arden y arden mucho.
—¿Quién diablos querría llorar por esto? —Shorter le revuelve el cabello—. ¿Estamos bien?
—Estamos mejor que nunca. —Y le ofrece chocar los puños—. Finalmente te puedo molestar ¿acaso creíste que pasaría por alto los chupones que Eiji tiene en el cuello?
—Oh. —Carajo, lo olvidó.
—Y eso que no te gustaba. —Tararea llevándose las manos a la nuca.
—Cállate.
—Gay de closet.
—Mira quién habla, bastardo de dudosa heterosexualidad.
—A mucha honra.
Ríen y están bien de verdad.
Eiji solo mira con añoranza desde el sofá con Buddy dormitando en su regazo, le da un poco de pena.
Puede que no tenga derecho porque han vivido y sobrevivido espantos mucho más terribles en aquel mundo de asesinatos, no obstante le atormenta haber matado indirectamente a Shorter, así lo siente y duele como el infierno, sabe que nada borrará esos horrores que lo arrastran una y otra vez adentro del calabozo, al cuarto de Dino o incluso la biblioteca, sabe que lastimó a quienes ama, sabe que aun sino sostuvo un arma es un asesino, no tiene voz ni voto para pedir redención, aun así, también ansía arreglar las cosas con Shorter.
¿Tiene el derecho?
¿Alguna vez lo ha tenido? Jamás se ha dado este espacio para sufrir, para hacer un duelo ya que sus pérdidas fueron hartas. No, sus problemas no son menos terribles que los del resto. No, no necesita estar todo el tiempo bien ni puede. No, no es un ángel salvador ni un ser perfecto ni ninguna mierda así, ¡basta de idealizarlo!, de ponerle el mundo encima. Es un ser humano y le duele y puede dolerle, y puede llorar porque su amigo murió aunque fuese una actuación arriba de él, algo murió de verdad ese día, llámese la inocencia que Golzine le quitó en ese cuarto aun sino fue una violación o aquella sensación de suma vulnerabilidad, eso que lo abofeteó y le mostró lo verdaderamente pequeño que es.
Y tiene el derecho a cambiar esas cosas.
Tiene el derecho amar a Ash, a ser apoyado y a ser amigo de Shorter si así ambos lo desean, lo tiene.
Así que le pide hablar a Shorter a solas, Ash lo entiende y lo mira rebosante de orgullo mientras coge a Buddy hacia el cuarto, claro que el cachorro lo muerde y ladra porque aún se están acostumbrando a su dinámica de padre e hijo, pero tiene fe en que tarde o temprano se entenderán.
—Eiji. —Se siente mejor finalmente confrontando sus miedos, dejando que retumben igual que el eco fantasma de una bomba atómica que una vez estallada solo deja un silencio mortífero—. Hola.
—Hola.
Hay silencio.
Hay mucho silencio.
—Shorter. —Hay silencio cuando el bombardeo cesa—. Lo siento. —Empieza a formular lentamente todas esas cosas que se ha estado guardando y que nunca dejaron la mansión de Dino.
—No entiendo por qué te disculpas. —Shorter no es brusco, están en el comedor sentados enfrente del otro separados a centímetros que impresionan miles de kilómetros—. No entiendo por qué... no deberías tener que disculparte.
—Tengo la impresión de que me tienes miedo. —Eiji no encubrirá más el problema, está cansado y sino habla va a terminarse desangrando, debe suturar la herida antes de que sea tarde, él también quiere sanar a su manera, quiere estar bien igual que Aslan—. De que aún tienes recuerdos horribles de mí y por eso... —Sus dedos se hunden en los bordes de su muñeca, aprietan su camiseta, en lugar de hundirse en la suavidad de la tela, se pegan—. No sé si es correcto acercarme a ti.
—Oh Eiji. —Lo llama con la voz quebrada y suave, es dulce, Shorter siempre ha sido dulce y protector con él—. Lo siento también.
Lo siento por no cuidarte, lo siento por lastimarte, lo siento por no saberlo arreglar antes.
—¿Me odias? —Eiji finalmente se arranca la daga y la lanza con brusquedad, sabe que luce patético, sus ojos están cristalinos y apenas logra sostener el contacto visual, está listo para ser aborrecido, rechazado y hasta insultado.
—Eres mi amigo. —Pero definitivamente no está listo para esto—. ¿Cómo podría odiarte? Te quiero.
—S-Shorter.
Entonces lo abraza, lo abraza con fuerza, sus abrazos son distintos a los de Aslan, Shorter lo estrecha con dureza contra su pecho como si quisiera esconderlo ahí dentro, dándole un refugio contra todas las explosiones que lo mantienen despierto, le acaricia los cabellos más cortos de la nuca, tirita, tirita y no puede evitarlo porque su amigo es cálido, su corazón late y están vivos. La cicatriz de la bala se siente a la perfección aún bajo su camiseta, la mandíbula de Eiji castañea, se ha quedado congelado, debe responder al tacto o pensará que es indeseado.
Así que lo hace.
Corresponde con brusquedad al abrazo, se aferra con desesperación a la espalda de Shorter y hunde su cara llorosa contra su hombro, huele el perfume exageradamente masculino que Ash tanto odia, están bien, están bien ahora, están vivos todos, están a salvo y aún si deben acarrear con las secuelas y recién las están tratando en terapia se acabó, no más Dino, nadie les hará daño, nadie le quitará a Aslan de su lado, nadie volverá a drogar a Shorter, nadie les disparará, no más bombas ni explosiones ni horror. Están a salvo de verdad.
—Eres mi amigo. —Shorter empieza y le alza el mentón procurando que esta vez no haya disociación por verse a los ojos, es gentil en el toque porque Eiji siempre le ha despertado este instinto protector de hermano mayor y es terrible disimulándolo—. No debí sacar mis conclusiones apresuradas, pensé que me evitabas porque... —Necesita ponerlo en palabras—. Te intenté matar.
—¡No es verdad! ¡No tenías opción!
—Aún si estuve bajo el efecto de la droga debí darte miedo. —Eiji encoge sus puños sobre las rodillas antes de asentir, es una mímica trémula y vulnerable—. Debí acercarme a aclarar las cosas antes, a decirte que eres importante para mí, que te quiero y que lo siento, lamento mucho todo lo que pasó pero me daba vergüenza verte a la cara, no quería que me odiaras y al final...tú creíste que te odiaba.
—Nunca podría odiarte.
—Lo mismo va para mí, nunca podría odiar al chico que sacó del closet a Ash.
—¡Te estoy escuchando! —El rubio grita desde el cuarto.
—Qué susto. —Shorter rueda los ojos y abraza a Eiji de los hombros—. ¿Sabías que desde Cape Cod te estaba saboreando? Fue ahí cuando pensé: ah, voltearon al homosexual homofóbico, vaya ironía.
—¡Es todo! —Ash entra furioso al cuarto—. ¡Tú te lo buscaste, bastardo!
Ash inicia una pelea con los cojines en la sala de estar en la que Eiji acaba involucrado como un daño colateral, sin embargo, ríen y juegan y tontean.
Por primera vez, pueden comportarse como niños.
¿Me dio mucho confort que finalmente aclararan las cosas con Shorter de manera más directiva? Sí, extrañaba la dínamica más fluida entre ellos y como Max lo dijo, es necesario tener esta clase de conversaciones incomodas y dolorosas para que la herida sane bien y empiece a cicatrizar, sino siempre se quedará abierta. Mañana, mañana, mañana~
Nos vemos en Cape Cod.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro