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2. A stash of...

Hi~ Bien tarde hoy, pero nunca derrotadas. Les advierto que la tramita avanza un poco lento en cuestión de AshEiji hasta el capítulo 4 así que no lo juzguen hasta ese entonces, me han aguantado peores, luego empezaremos a tocar poquito a poquito todo el PTSD y el tema de la familia de Eiji que será nuestro gran tema. Mil gracias por aguantarme otra dinamica, perdón por el spam.

Espero que les guste~

—¿Alguna vez has pensado en casarte?

—¿Eh?

—Matrimonio, Sing. —Eiji insiste—. ¿Alguna vez lo has pensado?

Deja escapar esas palabras con falsa casualidad, se encuentran revisando sus cartas de presentación para las universidades en el cuarto que da al edificio de Dino, le trae malos recuerdos de cierta forma pero es preferible a estar charlando en la sala de estar, realmente odia lo impersonal que se aprecian esos gigantescos sofás de cuerina y el elegante plasma, sin embargo, ni siquiera paga, ¿quién es para quejarse? Literalmente yace de allegado y si las viejas costumbres tardan en morir Ash le pedirá irse.

—¿Por qué pones el tema? —La voz de Sing se rompe por los nervios, están sentados lado a lado en el sitial más pequeño de todo el complejo con las cartas esparcidas al medio, aunque debería pedirle ayuda a Ash a causa de su genio superior las cosas están...

—Raras.

—¿Qué?

—Ash ha estado actuando raro desde hace un par de días, ¿tienes idea de qué podría estar pasando?

—N-No. —Hay un nudo en el chillido del más joven, los ojos oscuros penden desde sus cartas a algún punto azaroso en el cuarto y así sabe que es culpable—. Debe ser una coincidencia.

—Sing. —Su tono es duro—. ¿Le contaste nuestra conversación?

—¡No! —La boca del más joven se frunce en una línea mientras sus puños trepidan sobre sus rodillas con suma transparencia, Eiji suspira y arroja su espalda ante los mullidos cojines de colores, el aroma de Ash no tarda en hacerle cosquillas puesto que suele acurrucarse acá, más Eiji se fuerza a apartarse de aquella idea, está cansado—. Pero quizás hablé con Shorter y Shorter habló con Ash.

—¡Sing!

—¡Lo siento! —El pánico va in crescendo—. Pero en serio pienso que Ash es la mejor opción si ansías casarte con alguien.

—No es que lo quiera. —El cuerpo de Eiji pesa—. Es que lo necesito. —Finalmente concluye soltando todo el aire de sus pulmones sin vislumbrar una mejoría, acomodando su antebrazo contra su frente.

Matrimonio.

Sí.

Aunque su familia le inculcó cómo debía vivir según los estándares culturales que rigen a Japón o su propia expectativa a nivel sanguíneo a medida que creció entendió que no podría satisfacer la deuda que su apellido le dejó. En parte dado lo decepcionante que le resultó el matrimonio entre sus papás llegando incluso a tener tratos crueles y denigrantes entre ellos. En parte por la sexualidad reprimida que esconde desde la adolescencia. En parte, ya que no se ve con ninguna mujer y formar una familia se escucha más como un plan forzado que alguien le impondría. No obstante, su situación cambió y necesita estar casado dentro de un par de meses.

—¿No sería más fácil decirles la verdad?

—Lo sería. —Si tuviera una familia comprensiva—. Soy un adulto, no me pueden forzar a volver y sé todo eso.

—¿Pero...?

—Pero la mentira es demasiado grande como para detenerla. —Todo esto partió en una disputa por teléfono que tuvo con su madre, Eiji la entiende, obviamente está teniendo dificultades para aceptar que su plan se ha visto arruinado porque Eiji empezó a tomar el control de sus elecciones, más, tiene una persuasión que da miedo y en el candor del pánico eso fue lo único que se le ocurrió—. Se volvió tema dentro de mi familia extendida, es muy tarde para ceder.

—Entonces les dijiste que te ibas a casar.

—Ajá.

—Les dijiste que te habías quedado más de un año en América porque te enamoraste y que si ahora volviste fue para casarte con esa persona.

—Exacto.

—¡Eiji! —Sing le clava la mirada como si fuera una daga—. Se supone que eres el mayor, no te portes como un niño. —Y lo patea por encima del sillón para darle una lección que se traducirá en un tobillo hinchado.

—No tuve más opción. —Explica—. La familia es lo más significativo para ella, es la única razón válida por la que me dejaría quedarme acá.

—¿Le contaste que quieres estudiar?

—Sí, pero ni siquiera estoy inscrito todavía en la universidad. —Ni sabe qué programa anhela puesto que no es especialmente bueno para nada—. Y todavía está el dinero, aquí no me darán un préstamo porque soy un turista en teoría, así que una beca es mi única opción o la más factible.

—¿Por qué no le pides dinero a Ash?

—Porque no quiero ser una carga. —La familiaridad de las palabras arremete igual que una ola sobre sus entrañas, todavía recuerda cuando se lo dijo en Los Ángeles.

Serás una carga. Regresa a Japón.

Esa fue la primera vez que vio la brecha entre ellos, Ash se lo ordenó con una crueldad casual, la voz fría y una mirada que dio cuenta de la diferencia entre sus mundos. Esto no es un juego, quería decir. Este no es un lugar al que pertenezcas. Por supuesto lo sabía, aunque era el mayor Ash siempre tenía que protegerlo y estaba bien con eso pero oírlo decirlo tan directamente no solo lo hizo cuestionarse por qué vino en primer lugar sino que también lo rompió. Fue mucho más duro escucharlo de él que de cualquier otra persona. Aún lo sería. No quiere escucharlo. Nunca más.

—Cielos, ustedes los adultos. —Sing se tira a su lado en el sillón, sacándolo de su trance—. ¿Por qué no le pides a otro conocido que se case contigo?

—Intenté con la pandilla pero fue extraño. —Ríe al recordar las reacciones, no les explicó a cabalidad sobre su situación, más, todos dijeron que el boss los mataría si aceptaban—. Están descartados.

—¿Qué tal Cain?

—Se sintió halagado pero dijo que yo no era su tipo. —Acoda—. Aparentemente me faltan pechos.

—¿Con Shorter?

—No. —La respuesta es tan abrupta que los descoloca a ambos—. Todavía está en recuperación, no podría molestarlo con eso. —Ciertamente su risa nerviosa no ayuda a vender su mentira, diablos, le acompleja ser tan transparente aun en estas situaciones de vida o muerte ¿acaso no aprendió nada?

—Eiji. —Su nombre escapa duro, como si fuera una sola sílaba, algo que la gente quiere terminar de decir luego y ya, es como todos lo pronuncian, todos menos Ash—. ¿Qué pasó con Shorter? Inclusive Lao creyó que se había muerto a manos de Ash, no nos enteramos de la verdad hasta el final.

—No es nada.

—Eiji.

—No estoy listo para enfrentar eso todavía. —Entonces es sincero y el más joven valora la sinceridad más que nada, la gente tiende a subestimarlo a causa de su edad cuando es un jefe de pandilla.

—Bien. —Se resigna—. ¿Qué hay de mí?

—Tienes 14 años.

—¡15! —Gimotea—. ¡Tengo 15 años! —Y de repente, su rostro se encuentra totalmente rojo a causa de la vergüenza y la frustración, Eiji solo se dedica a darle una sonrisa suave y una mirada repleta de ternura antes de revolverle el cabello—. Soy un adulto.

—Sigues siendo muy joven para casarte.

—Podría ser tu prometido.

—Sing. —El nombrado se rinde—. Estoy bien, tengo hora pedida para ese programa de citas a ciegas.

—¿Cómo casarse con un desconocido será mejor?

—Al parecer es una cosa común en América, lo ven como una transacción, yo consigo que mi familia no me moleste más y de paso una visa mientras que el desconocido puede tener lo que anhele tener de mí.

—¿Lo que quiera? —Cara roja. Boca sudada. Corazón errático.

—Sí, cualquier cosa.

Los instintos de Sing se encienden como alarmas estridentes que remecen toda su mente ¿acaso Eiji no tiene ningún sentido de supervivencia o algo así? Y es que ni siquiera ve los peligros posibles ante esta situación, podría tocarle una pareja abusiva o mala o manipuladora o incluso podría ser alguien que esté metido en la trata de personas. Y no es que Sing busque ponerse catastrófico y sin embargo, no se arriesgará a perderlo, ha visto lo tranquilo y contento que pone al indomable lince, lo salvó en más de una manera, es la única persona con quién se ha mostrado vulnerable y abierto y asume que por eso incluso Shorter estuvo dispuesto a morir con tal de protegerlo.

Todos saben lo especial que es Eiji para Ash.

Todos menos Eiji aparentemente.

(Y Ash).

Luego están los sentimientos del propio Sing, Eiji fue el primero en tomarlo en serio en su rol de jefe e instaurar su confianza, además le ha dado un espacio para mostrarse vulnerable sin reprochárselo.

—Podría tocarte una mala persona ¿sabes? O podría pedirte hacer cosas que no quieras, te es difícil negarte a las personas y más cuando sientes que tienes una deuda.

—Eso... —No se puede defender—. Eso podría ser verdad.

—Acabas de salir de una situación dura, no te metas a la boca del lobo solo porque sí. —Gimotea al son que arroja la cabeza aún más para atrás—. Además ¿estás buscando a un hombre o a una mujer?

—Un hombre. —Es jodidamente vergonzoso confesarlo—. Debería estar buscando una mujer, es lo que esperan en mi hogar pero aun si es un matrimonio falso o por conveniencia espero que se sienta como si fuera mío, será mi primera experiencia amorosa después de todo y no sé hasta podría darme el valor para salir del closet y enfrentar a mi familia, es una buena oportunidad.

—¿Nunca has salido con alguien?

—No. —Sonríe con tristeza—. Así que si tengo que seguir con esto al menos quiero que sea un chico.

—Creo que Ash sigue siendo la mejor opción.

—Ash ni siquiera sabe que soy gay.

—¿Qué? —Sing frunce el entrecejo, incrédulo—. Pero si vivieron juntos durante casi dos años antes de que volvieras, creí que era un genio.

—No si se trata de esas cosas. —Ríe—. Quería decírselo, pero Ash parece tan incómodo e impotente con la homosexualidad que no tuve el valor de confesárselo, no se dio la oportunidad.

Es obvio en este punto, Ash es víctima de violencia y abuso sexual, existe un trauma arraigado dentro de su mente y su cuerpo que fue generado por hombres (en su mayoría) Eiji debería considerarse lo suficientemente afortunado por su cercanía independiente de la naturaleza de su relación, el vínculo es intenso e incondicional, sabe que Ash nunca lo odiaría pero luego dice cosas. ¿Eres un maricón o algo así? Usa esos apodos para referirse a Dino o Marvin y entonces una parte de sí mismo no puede evitar sentirse sucio.

¿Cómo se sentiría sabiendo que su "amigo" lo miraba y lo tocaba siendo gay? Es igual que Dino ¿no?

—¿Realmente estás bien casándote con un desconocido? —No.

—Sí. —Sing alza una ceja acusatoriamente—. No, pero no pienso volver a Japón y a la larga creo que mi plan es el más inteligente, incluso podría conseguirme a alguien que me pague la universidad con un poco de suerte. —Ash te podría pagar la universidad, Sing prefiere atrapar el pensamiento contra la punta de su lengua.

—Bien, bien. —Se resigna—. Déjame ayudarte con esos posibles candidatos, muéstrame.

—Creí que odiabas mi plan.

—Lo odio. —Eiji le extiende la carpeta—. Pero no dejaré que elijas a un feo.

—Eres un buen amigo.

—Lo sé.

Eiji entiende la estupidez de su plan, si tuviera el coraje necesario iría a Izumo y se plantaría enfrente de su familia sintiéndose orgulloso de quién es. Pero Eiji no está orgulloso de quién es ¿cómo podría? Si todo lo que hace lo hace terrible, incluso su carta, por poco casi mata a Ash, no tiene lugar en casa porque es el chivo expiatorio de su familia y tampoco pertenece a América, debe hallar su lugar pero está tan perdido. Trató de reconstruirse en su origen, no obstante, su mamá no tiene idea de lo que realmente ocurrió en Nueva York y de todas formas ¿para qué quieres terapia? No tienes ni un solo problema ni tampoco estás loco, deja de llorar. Así que sip.

Matrimonio con un desconocido.

—Estoy en casa. —La puerta del comedor cruje, Sing se fue hace un par de horas y su mente no paró de dar vueltas acerca de los candidatos o lo peligroso que es esto, bueno, enfrentó a la mafia, asume que nada puede ser peor ¿verdad?

—Bienvenido. —Sus jades escanean el apartamento mientras arrastra sus converse rojas al comedor.

—¿Estabas con los chicos?

—Con Sing. —Eiji atisba una basura en pleno campo de trigo que tiene de cabello, no se ve mal y de hecho, le da una apariencia adorable a su melena rebelde y rubia, algo mucho más como un nido de pájaros con ramitas y hojas enlazadas—. Espera, tienes algo acá.

—¡No me toques!

No alcanza a tocarlo cuando Ash lo golpea de la muñeca, no es un golpe real, es un roce acompañado de una mirada verde totalmente arrepentida, como si hubiera estado todavía encerrado en su mente y recién ahora entendiera dónde está.

—Lo siento. —Su voz se hace trizas—. No era mi intención, no estaba verdaderamente acá, Eiji ¿estás bien? ¿te dolió?

Ei-ji.

Como si fueran dos sílabas.

No como si fuera un trámite que acabar o algo carente de importancia, lo dice con su voz endurecida igual que todo americano pero tiene motas de acento de Massachusetts que ha aprendido a apreciar y le encantan. Lo dice como algo que debe ser atesorado. Saboreando cada letra, dejando que hasta se deslicen por su lengua. Y tal vez por eso lo hirió de sobremanera que lo apartara, porque Ash hace que se sienta especial y Eiji no sabe si está torciendo ese cariño.

—No me dolió, estoy bien. —Ríe dándole su espacio—. ¿Cómo te fue en la reunión con Max?

—Bien. —Ash no impresiona del todo convencido—. Es divertido ayudarlo con el periodismo, así no le quedan tan mal sus columnas.

—Ah, ya veo.

—Hice reservaciones para el fin de semana por cierto. —Sus ojos de gacela parpadean con sorpresa.

—¿Reservas?

—Sí. —Ash se rasca la nuca, hay una tenue capa de rubor avivando las mejillas y si no fuera por lo de antes habría jurado que es vergüenza y no frío—. No hemos celebrado como corresponde tu regreso, es una oportunidad para que salgamos juntos a un lugar agradable.

—Si lo dices así casi suena como una cita. —Mierda, se le salió.

—¿Eh? —Pero claro que el bastardo usa la oportunidad para molestarlo—. ¿Estás insinuando que te gustaría ir a una cita conmigo, onii-chan? —El aludido tensa el entrecejo y cruza los brazos indignado.

—No. —Brama—. No me gustaría ir a una cita contigo, de seguro eres el tipo de chico que me llevaría a una biblioteca pensando que es romántico.

—¡No! —Dice eso aunque luce sumamente atacado—. Yo no haría eso. —Resopla, ahora es Eiji quien debe fastidiarlo.

—Claro que lo harías y luego irías a cenar perritos calientes mientras citas a Hemingway bajo la luna.

—¡Eiji! —Gimotea—. ¡Eres un...!

—Ah. —Hasta que cae en la cuenta—. ¿Puedes mover la reserva para el otro fin de semana?

—Sí. —Ash entrecierra la mirada disgustado igual que un gato celoso—. ¿Tienes planes para ese día?

—Saldré con Sing. —En teoría no es mentira, Sing lo acompañará de ida y vuelta hasta la cita porque le preocupa que los candidatos sean extraños. Ja. Como si ellos fueran un grupo normal.

—¿Por qué siento que me estás escondiendo algo?

—Mira la hora. —Se aparta—. Debería ir a calentar la cena ¿no es así? De seguro estás con hambre.

—Eiji.

—No te preocupes, no es nada.

—Si tú lo dices.

Por supuesto, eso bastará para que Ash se quede tranquilo y deje hasta acá el tema ¿verdad?

Spoiler: Ash no se queda tranquilo y no es tonto y Eiji es un pesimo mentiroso. Pero yep, esas son nuestras circunstancias, más que nada lo que Eiji está intentando tantear son dos cosas: un motor que lo impulse a enfrentar a su familia y un apoyo al mismo tiempo, lo que nos lleva a nuestro supuesto matrimonio. Mañana veremos un poquito más de esto con los chiquillos de la pandilla que harto confort me dan y luego ya nos metemos de lleno en la boda, oh sí, pueden ser muy lentos el AshEiji en darse cuenta de sus sentimientos pero casados y todo.

Nos vemos mañanita~

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