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Hi~ Como les comenté, este capítulo sirve para que poquito a poquito vayamos entendiendo dónde estarán nuestras luchas con Eiji y también de donde vienen, porque igual es relativamente facil para externos ver la falta y decir cosas como "tienes que validarte o no pienses así" pero pensando que Eiji lleva toda una vida minimizandose, nop, no será tan sencillo y no pasará de un día para otro, así que, como todo en la vida, lo haremos con paciencia y amor y uno que otro porrazo, pero hoy no, hoy solo hay confort.

Espero que les guste~

—Estoy pensando en asistir a terapia. —Aunque quiere soltar la idea con firmeza porque comprende que es algo que merece, su corazón es un océano repleto de turbulencias que se refleja en el temblor que pende en su voz, no es una imposición la que suelta sino una pregunta ¿te parece bien que vaya?

—Terapia. —La palabra se repite con amargura—. No entiendo.

—¿Qué no entiendes?

—Por qué piensas en ir, eres normal. —Eiji traga duro aferrándose con firmeza a la carcasa del celular.

—Porque me estoy teniendo que adaptar a todo esto del matrimonio y ha sido difícil, Estados Unidos es distinto a Japón.

—Sigo sin entender, Eiji.

«Eiji».

Odia cómo su madre lo pronuncia casi como si quisiera decirlo lo más pronto posible para zafarse de la tortura, es distinto al: Ei-ji de Ash que lo hace sentir especial. Es severo. Indiferente. Decepcionado.

—Yo debería ser la ofendida acá. —La furia de su madre aumenta in crescendo, Eiji retrocede aunque no la tiene enfrente—. Tú te casaste con esa extranjera sin siquiera invitar a tu familia al matrimonio.

—Esa. —Repite con tristeza, su madre aún cree que es una mujer, si fuera lo suficientemente valiente le clarificaría ahora mismo la naturaleza de su matrimonio ¿pero cómo hacerlo? Su padre no da signo de mejoría y probablemente fallezca pronto, no debe darles más peso (menos si ni siquiera está allá).

—Terapia. —Entonces suelta en una risa amarga—. No entiendo qué tantos problemas sufres si eres joven y tienes el mundo a tus pies, qué habría dado yo por las oportunidades que tienes pero en vez de tratar de verle el lado positivo te ahogas en un vaso de agua.

—¿Un vaso de agua? —Ríe.

—Sí.

Mamá el primer día que llegué a América me secuestraron y me apuntaron un arma en la cara, pensé que moriría pero en vez de eso murió un niño y la culpa nunca se fue. Skip me sigue. Aun escucho esa voz tan inocente e infantil admirando a Ash. Mamá casi matan a Griffin porque me siguieron pero ni siquiera pensé esa posibilidad. Todos parecen tener normalizada la muerte a mi alrededor y si no me adapto rápido y aprendo a hacerlo o al menos a disimularlo Ash me enviará a Japón así que engañaré a quienes amo, les diré que estoy bien. Fingiré que no me duele ver a Ash llegar con la ropa empapada de sangre o apestando a pólvora. Fingiré que no me duele ser el único que no sepa nada. Que a veces despierto porque la culpa es una daga incrustándose más y más profundo en mi alma. Mamá...estuve a punto de ser violado y tuve miedo. Mamá, Shorter estuvo muerto un par de segundos arriba mío y lo único que recuerdo es su mirada aterrorizada. Mamá, casi matan a Ash por mi culpa.

Pero tienes razón, es solo un vaso de agua porque a ti se te ocurrió.

(E incluso si es un vaso de agua ¿acaso no me estoy ahogando?).

—Tengo muchos más problemas que tú y me las estoy arreglando bien. —Empieza, aunque aprendió que esta es la manera que su madre tiene de validarse a sí misma es dolorosa—. Cuido de todos acá.

—Sé que lo haces. —Intenta no enganchar con la discusión, un puño se forja alrededor de la camiseta porque recordar muchas cosas de golpe no le hace bien. Debe cerrarlas. Cerrarlas. Y cerrarlas. Paren.

—Tengo que cuidar de tu hermana, de tu padre moribundo y de tu abuela a la que además le quedan pocos años de vida mientras mi máximo apoyo está en el extranjero.

—No me corresponde ser tu apoyo.

—Eiji. —El regaño es evidente—. Eres el mayor.

—Sigo siendo tu hijo.

—Eres el mayor.

—Perdón. —Se resigna—. Tienes razón.

—Eres el hombre de la casa ahora que tu papá está agonizando pero en vez de hacerte cargo dándole una mano de ayuda a la familia que te crio toda tu vida, prefieres a una muchacha que conociste con Shunichi, ni siquiera le diste una oportunidad a las chicas que te quería presentar de buenas familias.

—Mamá, no me hubieran gustado.

—Claro. —Casi puede verla rodar los ojos—. Te gustan extranjeras, tu generación olvidó los valores.

—¿Qué tienen que ver los valores acá? —No enganches en la discusión.

—Apuesto que la embarazaste.

—¿Qué? —Eiji palidece ante el mero pensamiento.

—No se me ocurre otra razón para acelerar tanto la boda, la embarazaste ¿verdad? —Su mamá lanza un suspiro tan decepcionado que se le encoge el corazón, no sabe si le duele más la mentira que ella misma eligió creer o la cruda verdad. Mamá, mi pareja es un hombre—. Dime que no están pensando en tomar una solución americana.

—¿Una solución americana?

—Un aborto, ya sabes.

—Mamá. —Endurece su voz—. No embaracé a nadie.

—Bien. —Se calma sola—. De todas maneras los iremos a visitar a fin de año y lo mínimo que pueden hacer por nosotros es recibirnos, tu padre quiere ver la clase de mujer a la que desposaste.

—P-Por supuesto.

—Nos estamos viendo.

—Mamá. —La para—. ¿Por qué asumes que es una "ella"? —Y su silencio es tan prolongado y tajante que Eiji debe comprobar en reiteradas ocasiones desbloqueando la pantalla el curso de esta llamada.

—¿Qué tonterías dices? —Suspira, se escucha realmente cansada—. Estar tanto tiempo lejos de casa te está haciendo soltar cosas bastante desagradables. —Su corazón se estruja dada la negativa de su madre, es como si hubiera querido serle franco solo para encontrarse con un imponente muro, Aslan le dijo que podía atravesar los muros más altos incluso sin alas pero hasta él sabe que solo se acabará estrellando si insiste, por ende, deja el tema hasta acá—. Cuídate, Eiji.

—Cuídate, mamá.

Cuelga la llamada.

Se apoya un rato en el balcón con los ojos cerrados y los brazos flojos, se deja colgar entre los exóticos maceteros de la señora Owens mientras poco a poco se reincorpora a la reunión social, escucha a la música deslizarse bajo los grabados de mármol mientras su cabello se revuelve en la brisa y no puede evitar preguntarse cómo sería simplemente esfumarse junto a las hojas de las mosquetas. Sí. Aprecia racionalmente que nadie en la familia posee idea de lo que pasó realmente en América, Ibe prometió que guardaría el secreto no obstante la despreocupación es amarga, incluso si se supone que tendría que haber viajado solo por una semana y se fue más de un año poco supo de su familia, su mamá le dijo que tenía que lidiar con cosas más importantes como la enfermedad de su padre, consideró que fue un berrinche o una etapa de rebeldía nada más. Aún así, duele. Y duele aún más escucharla decir esta clase de cosas todavía. Su madre no tiene ni la menor idea de quién es su hijo.

Viceversa.

¿Esto es una familia? ¿Un grupo de desconocidos atados por sangre?

—Será duro lidiar con ellos cuando vengan. —Suelta el pensamiento deslizando el teléfono al bolsillo de su pantalón antes de recomponerse—. Concéntrate. —Se da ánimos a sí mismo, la reunión resulta ser fundamental para su inserción social en el círculo del condominio, por ende debe salir sonriendo.

Lo hace.

Regresa al penthouse de la señora Owens con su característica actitud suave, es bien recibido en esa comunidad de amas de casa, le sorprende que lo hayan aceptado tan sencillo considerando la brecha generacional, cultural y además su orientación sexual.

Vaya mamá, un grupo de abuelitas son más abiertas de mente que tú.

Suspira forzándose a mantener la sonrisa.

—Cariño, acá estás. —Pero es fácil sonreír si Ash lo llama con apodos empalagosos y le acomoda una mano en la cintura con semejante cuidado—. Las chicas nos están esperando para brindar.

—¿Las chicas? —No estima desde cuándo se han vuelto tan cercanos considerando que el encuentro que Ash tuvo con las amas de casa prácticamente se escondió detrás de su falda en el supermercado.

—Sí, vamos. —Pero le sigue la corriente.

Van con el resto de las amas de casa, les sirven alcohol y es impresionante lo fácil que es para Ash el engatusarlas con un papel de niño bueno que Eiji no sabe de dónde diablos salió, lo está molestando.

—Me sorprende que se hayan casado tan jóvenes. —Suelta una de las mujeres—. Ojalá mis hijos me dieran esa tranquilidad con sus parejas, es poco común en su generación.

—Sí, bueno. —Ash envuelve su mano con picardía, lo atrae en el sillón—. No quería estar más tiempo lejos de esa preciosura. —Lo musita con una voz deliberadamente ronca y baja provocando un rubor.

—¡Dios! Pero qué romántico. —La señora Owens se abanica el rostro con una revista—. Perdono eso de no haber sido invitada a la boda, pero no perdono no saber cómo se conocieron.

—¿Quieren saber?

—¡Por favor!

—Bien. —Ash esboza una sonrisa felina, está con su ropa de niño bueno (la que vestía con Max cuando fingían ser padre e hijo Winstons)—. Nos conocimos en un bar. —Bueno, en teoría no es mentira, se conocieron en una cantina a causa de la entrevista—. Eiji fue bastante directo con lo que quería y no anduvo con rodeos, su apariencia de bebé engaña.

—¿Directo? —No entiende.

—Sí, cariño, fuiste directo.

—¿Cómo?

—Apenas me vio me pidió sostener mi pistola, si entienden a qué me refiero. —Ash guiña su ojo con coquetería y de repente, Eiji quiere morir ahí mismo—. Y el resto fue historia. —Las amas de casa se alborotan en chillidos de emoción y es tan vergonzoso que espera que el sofá se lo trague acá mismo.

—No conocía ese lado tan atrevido. —La señora Owens le ofrece más champaña—. ¿Su primera cita cómo fue?

—Muy romántica. —Eiji alza una ceja confundido—. No solo lo perseguí por toda la ciudad para dejar en claro la seriedad de mis intenciones sino que lo rescaté, aunque el flechado acabé siendo yo luego de verlo volar, por supuesto. —Las mujeres se alborotan más y más y Eiji no sabe si vivió un secuestro en un universo paralelo porque no lo recuerda así de galante ¿qué diablos?—. Y ese flechazo fue tan intenso que acabé en el hospital.

—Sin duda son una pareja de tortolos enamorados, no me imagino a todas las citas que han ido, son tan afortunados.

—¿Citas? —Eiji está a punto de romper su burbuja al hablarles de Holdens y leopardos cuando...

—Por supuesto he llevado a mi bebé a conocer por doquier: Los Ángeles, Cape Cod, Manhattan y los lugares turísticos que caracterizan a la ciudad. —Aka la biblioteca pública, ¿en serio?—. Lo he llevado a los restaurantes más finos para que tenga la experiencia completa. —El carrito de perritos calientes que está a la vuelta de las estatuas de los leones, vaya sin duda tiene talento para adornar la realidad.

—Debes sentirte en la novena nube, Eiji.

—Por supuesto. —Lo fulmina en una mirada—. Hemos tenido tantas experiencias románticas juntos.

—Hubo un Halloween en que Eiji incluso se disfrazó para mí.

—¡Ah! ¡No lo hagas sonar extraño! —Gimotea porque conoce a estas mujeres y no anhela tener que lidiar con rumores de ellos.

—Se disfrazó de bruja para mí.

—¡Ya!

—No tienes nada de qué avergonzarte, cariño. —Pero está hirviendo hasta los oídos, ¿desde cuándo el deporte favorito de su esposo es molestarlo? Cierto, desde siempre, debió suponerlo—. Las chicas también deben tener una vida íntima emocionante como la de nosotros.

—Para. —Le ruega pero Ash le sonríe con maldad.

Esto es venganza por el natto de la mañana, está seguro.

Bastardo.

—¿Qué? ¿Quieres que les hable de la vez que me pediste ver mis rubios de ahí abajo? —Se atraganta con sus propios chillidos porque mientras Ash suelta la bomba él debe fregar los escombros sabiendo que es él quién se encontrará con estas señoras en el supermercado, no Ash.

—Eres de lo peor. —Masculla.

—También te amo. —Ash le besa la coronilla con una sonrisa burlona.

—Supongo que debo decirle a las demás chicas que se rindan. —Gladys (la otra ama de casa a la que es cercano) suelta el comentario—. Para mí siempre ha sido evidente lo enamorados que están, pero no tienes idea de la cantidad de ancianas que me han preguntado por el vecino rubio, galante y joven que vive en el penthouse para presentárselos a sus hijas e incluso a sus nietas, no tienen clase alguna.

—¿Es en serio?

—Sí, son todas unas desesperadas.

—Oh. —Se siente raro con esa idea, no es nuevo que Ash sea popular, ni tampoco debería extrañarle.

—Tendrán que aceptar que está felizmente casado.

—Sí. —Ash entrelaza sus manos—. Muy enamorado de su adorable esposo. —Para besarla con amor.

—¡Qué lindos son!

Pero Eiji se va de la conversación.

Y de repente, le empiezan a hacer sentido algunas situaciones vividas en el condominio incluso antes de que fueran una pareja real. Los comentarios. Las miradas. Las actitudes pasivo-agresivas de varias inquilinas al vislumbrar su cercanía con Ash. El mensaje era el mismo siempre: ¿qué hace alguien así de extraordinario con alguien tan corriente? Eiji es consciente de su apariencia ordinaria de la misma manera que es consciente de la belleza irreal de su esposo. Es deslumbrante. Despampanante. Es un jade bajo el alba y ni siquiera por lo "exótico" que podrían resultarle sus rasgos puesto que hay varios rubios de ojos verdes en América. Pero Ash tiene un verde que es un verde jade. Y es rubio pero este rubio cambia según el ángulo del sol. Y es suave. Y fuerte. Y bonito. Pero galante. Aslan es un bricolaje de cosas extraordinariamente preciosas que lo bosquejan.

Y Eiji es...

A papa le gustan las belleza salvajes como Ash. Los gatitos como tú deberían intentar ser más adorables.

Simple.

—Cariño, no las escuches. —Y por supuesto que la señora Owens lo descubre escondido en su cocina ya que su excusa de ir por copas limpias no fue verosímil—. No permitas que esas brujas te amarguen tu noche especial, solo están celosas de lo que no pueden tener.

—Estoy bien. —Miente.

—No tengas miedo, no tienes competencia.

—Estoy bien, de verdad.

—Ese chico está muy enamorado.

—Lo sé. —Ríe con amargura—. Aunque ni siquiera tengo anillo. —¿De dónde salió ese pensamiento?

—¡Lo del anillo es lo de menos! —Lo anima—. ¿Sabes por qué supe de su matrimonio inclusive antes de que me lo dijeras?

—¿Cómo lo supo?

—Por cómo te mira. —El rubor quema por sus mejillas—. El chico te mira como si lo fueras todo para él.

—Creo que está exagerando.

—Está loco por ti. —Su voz es maternal, aunque firme—. El chico desglosa adoración en cada palabra que te dedica, es evidente para todas nosotras y para esas oportunistas también y por eso, ni siquiera han dado la cara, saben que están derrotadas antes de la pelea.

—Él no... —Eiji se rasca la nuca encogiéndose hacia la elegante colección de vinos—. ¿No serían más sencillas las cosas con una mujer? —Joder, la conversación con su madre lo está empezando a afectar aunque está luchando con todas las fuerzas por ignorarla. Eres normal ¿por qué necesitarías terapia?

—¿Te preocupa algo?

—Tal vez. —Entonces la señora Owens corta el paso para deslizar un papel en el bolsillo de su camisa.

—Es un regalo. —Le guiñe el ojo—. Un cupón de descuento en mi tienda favorita.

—¿Eso qué tiene que ver? No entiendo.

—Qué no creo que una mujer sea el problema, creo que necesitas un poco de esto para sentirte más seguro. —Su palma tantea con suavidad el bolsillo—. Y no te sientas apenado, tengo más experiencia que tú en este campo, confía, esto funcionará.

—¿Qué es?

—Velo con tu esposo llegando a casa.

—Señora Owens... —Eiji se muerde el labio tratando de frenar las palabras—. ¿Cree que soy bonito?

—¿Eh? —Y lo que sale es tan vergonzoso que definitivamente está considerando aventarse desde su elegante balcón y así ahorrarse el futuro sufrimiento con su familia.

—No es nada. —Agarra una botella al azar e intenta huir—. Olvide lo que dije, por favor.

—Lo eres. —Pero ella suaviza su mirada—. Y creo que ni siquiera te das cuenta, tampoco debes ser consciente de la envidia que se junta a tu alrededor por lo mismo, no les hagas caso a esas codiciosas porque a diferencia de muchos matrimonios ustedes no necesitan de anillos para demostrar su amor sino que basta con mirarlos.

—Gracias. —Lo dice sinceramente—. Lo siento si la incomodé.

—Tonterías, chico. —La señora agarra una segunda botella de vino—. Esta fiesta es de ustedes, están finalmente dentro del club y deberíamos celebrarlo, no encerrarnos acá por unas envidiosas, vamos.

—Vamos.

Pero lo más agradable de la velada no es charlar con las amas de casa, si no ver a Aslan desenvolverse con comodidad entre los vecinos.

Lindo. Coqueto. Infantil.

Tan Aslan.

Al parecer no es el único que nota dicho avance puesto que Ash llega risueño a casa, ni siquiera logra abrir del todo la puerta cuando las grandes palmas de su esposo están en su cintura y de pronto está dándolo vueltas en el aire con una sonrisa que hace que su corazón explote y haga galaxias, universos y constelaciones enteras alrededor de tan adorable sonrisa. Así que ríe también y se deja llevar, sus caricias son suaves y dulces y no deja de girarlo, su pecho se inunda de un sentimiento... extraño, no es desagradable, al contrario es como si recién estuviera tomándole el peso a lo lejos que han llegado en su relación. Ash es su esposo. Ash lo ama. El mismo Ash que antes no se atrevía a iniciar un toque al sentirse indigno ahora puede besarlo y darle la mano y abrazarlo y girarlo.

Mierda.

Tiene ganas de llorar, sin embargo, en vez de eso prefiere enrollar sus brazos alrededor de su amante y darle permiso de arrastrarlo a la habitación, sabe que no harán más que besarse y explorar un poco bajo la ropa pero está bien, se toman su propio ritmo y le resulta maravilloso. Ash los lleva al colchón.

—¿Eh? —Y le sonríe con los ojos brillantes y maliciosos—. ¿Pero qué tenemos acá?

—¿Qué cosa? —Mientras su esposo trataba de desabrocharle la camisa se ha caído el cupón que les regaló la señora Owens.

—Vaya. —Aslan impresiona más que satisfecho con el descuento—. No sabía que eras tan descarado con tus insinuaciones, pero me agrada.

—¿Descarado? —Palidece imaginándose lo peor—. Déjame ver.

¿Por qué estas cosas le siguen pasando a él?

Es karma por el natto, lo sabe.

El cupón es para una tienda de lencería, por supuesto y ni siquiera le extraña que se lo haya regalado, bien conoce el carácter abierto de su vecina y lo liberal que es en cuestiones íntimas, pero...su mirada repasa las diferentes imágenes alrededor de la tarjeta, la mayoría es lencería femenina, es esperable que alguien tan deslumbrante como Ash esté con una mujer ¿no sería más fácil? Probablemente una compañera femenina tenga menos chances de despertar un recuerdo desagradable en su amante al sentirla más segura, no porque Eiji no sea una zona segura para Ash, sabe que lo es y se lo ha dejado en claro cientos de veces. Pero Eiji sigue teniendo un pene. Sigue siendo un hombre y eso es un tema en su relación, ni siquiera sabe si Ash se siente sexualmente atraído a su cuerpo y prometió que sería paciente.

Todas quieren ser la chica del jefe.

Pero duele un poco.

¿Acaso no lo está forzando? Ash sabe que le atraen las chicas ya que le atrajo una pero ¿los hombres? Usualmente son su fuente de miedo y dolencias, Eiji es un hombre, un hombre simplón además ¿qué le dirá su mamá al enterarse? De seguro embarazar a una mujer le parecerá más aceptable que tener un matrimonio homosexual.

—¿Eiji? —Ash es susceptible al cambio de ambiente y de inmediato se adecúa, al principio vacila, no lo toca, más poco a poco se da el coraje de sostenerlo de las mejillas—. ¿Qué pasa? De verdad pienso que te verías lindo en eso, no lo dije para molestarte.

—No soy lindo. —Se trata de alejar pero su espalda está contra la cama y Ash está encima mirándolo con súplica.

—Lo eres.

—No debo serlo. —Se explica—. Soy un hombre, no soy lindo, Ash.

—Eiji.

—Esto es muy complicado.

—¿A qué te refieres?

—¿No te sería más fácil estar con una mujer? Después de todo te gustó una chica antes. —Se profesa más que predispuesto a dejarlo ya que es lógico ¿no? Es injusto que Ash se fuerce a sí mismo a sentir atracción por un cuerpo que nunca le despertará nada, es momento de soltarlo mientras aun pueda.

—¿Quién te dijo algo? —Pero Ash no lo suelta—. Hablaste con alguien.

—¿Cómo...?

—Eres tan transparente onii-chan. —Canturrea aligerando la tensión—. ¿Qué fue lo que ocurrió para que te pongas así de catastrófico? ¿fueron las amas de casa?

—En parte. —No miente—. En parte no.

—¿Qué parte no?

—Hablé con mi mamá por teléfono.

—Joder.

—Sí. —Sonríe—. Lo sé.

Se quedan acurrucados sin intercambiar otra palabra por un tiempo, aunque nunca ha sido detallista en relación a su situación familiar sabe que Ash presiente lo complicada que es, por eso, se queda a su lado en un toque devoto, no lo presiona a hablar ni tampoco ignora el tema, le da su espacio para que ordene sus pensamientos hasta que se considere listo.

—Mi madre no tiene idea de que me casé con un chico. —Entonces solo lo dice—. Ella siempre tuvo esta fantasía en dónde me casaba con una mujer de familia correcta y tenía hijos.

—Oh. —Ash impresiona herido—. ¿Es lo que quieres tú?

—No. —Frunce el ceño—. Si quisiera eso habría buscado chicas en la aplicación pero las chicas nunca me han interesado de esa manera y si me casara con una no sería por mí sino por mi familia.

—Eiji...

—No se lo tomarán bien. —Suspira—. Quieren venir dentro de algunos meses.

—Si quieres podemos decirles que yo...

—No. —Lo detiene antes de que escale—. No quiero mentirles sobre quién es la persona más amada en mi mundo, pero no sé, supongo que esa conversación se metió en mi cabeza y sin querer escuchar que tenías tantas pretendientes me hizo sentir inseguro sobre lo que es bueno para nosotros.

—Esto. —Ash le presiona un beso sobre la coronilla de la cabeza antes de atraerlo, están todavía por el borde de la cama, no alcanzan la almohada pero no cree que haya lugar más confortante que esos fuertes brazos, así que se deja arrastrar—. Esto es bueno para nosotros.

—Ash.

—O al menos para mí.

—Para mí también. —Lo reafirma deslizando sus brazos hacia la espalda de su amado, completando el abrazo con un toque de mariposa que transmite calidez—. Me da miedo, no quiero que te aprecies forzado a sentirte atraído por mí ¿lo entiendes?

—Lo sé. —Ash apoya su mentón sobre sus cabellos esponjados—. Te prometo que te diría.

—Más te vale. —Eiji bromea.

—Además, para eso vamos haciendo cosas de pareja de a poco ¿cierto? Para conocernos en distintos sentidos.

—Sí. —Eiji se acurruca en su lugar seguro.

—Entonces... —Ash canturrea—. ¿Vamos a canjear el descuento?

—¡Ah! —Y claro que lo patea—. Eres un idiota.

—No lo estás negando.

Y Eiji no lo niega.

Porque quiere que al menos exista esa posibilidad más adelante.

Tengo atisbos de lo que será el capítulo de mañana y estoy enganchada con eso, así que ojala que salga bien y además del confort nos habra conversaciones, pueden relajarse por un par de capítulos.

Nos vemos mañanita~

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