15. Junk mail.
Hi~ Viendo cómo me puedo poner al día con esto todavía, soy muy obsesiva cuando se trata de eventos y acabarlos a tiempo, tenganme paciencia y nanais. Pero centrandonos en el capítulo de hoy~ Ya se la saben, habrán muchos pensamientos intrusivos, catastroficos, mención de abuso sexual infanil pasado y un poco de disociación. Friendly reminder de que nada de esto es voluntario ni deseable y le genera mucho malestar al individuo para que lo tengan en consideración todo el tiempo. Pero es más que nada al comienzo, va bajando a medida que pasa el capítulo.
Espero que les guste~
[Junto con saludarlo le informamos que el tratamiento del paciente "Griffin Callenreese" ha avanzado a la siguiente fase, por lo que se le solicita como su tutor que venga para firmar el alta conjunta y así poder discutir el plan a largo plazo].
Ash lee el mail.
Una. Dos. Tres. Cuatro. Hasta cinco veces.
Lo borra.
No.
Este definitivamente fue un correo basura, es imposible que su hermano haya avanzado tan bien por la rehabilitación cognitiva y por ende, no tiene que preocuparse a dónde llevarlo, no lo quiere en su departamento, no lo quiere en su ciudad, de hecho no quiere compartir el mismo planeta, no porque Griffin haya hecho algo malo. Sin embargo. Traga duro, sus ojos escuecen. La cabeza le punza. Aprieta el puente de su nariz y se fuerza a contener las lágrimas, aborrece el mero pensamiento de que Griff es consciente de los abusos que ha sufrido, fue su grandiosa idea contarle y aunque empezó con una carta escueta y escamoteadora pronto se encontró a sí mismo escribiendo decenas.
Querido Griffin:
Fui la puta del entrenador a mis ocho años.
Mis amigos fueron asesinados luego de ser violados pero yo sobreviví, ja, Dino me decía que yo había nacido con talento natural para chupar penes, supongo que era verdad.
La policía no me creyó.
Papá me vio llegar a casa con la ropa desarreglada, él sabía lo que había pasado, mi camisa estaba hecha jirones, mis pantalones estaban empapados de sangre y orina, no traía ropa interior, él supo lo que pasaba y no hizo nada. Tenía miedo ¿sabes? Confiaba en el entrenador Wilson, él me invitó a su cabaña a jugar, estaba emocionado pero de repente cerró la puerta con llave y me tocó en todos esos lugares que me dijiste que eran privados y pasó. Pasó una y otra vez. Lloraba. Rogaba. Gritaba y siempre seguía pasando. Nadie vino a rescatarme, ni la policía, ni papá, ni Jennifer...ni siquiera tú.
Maté a mi entrenador con el arma de papá.
Cuando lo maté tu hermano también murió.
Contiene el llanto, más, la sensación es tan visceral que le revuelve las tripas.
Quiere vomitar.
—¿Qué? —Pero como necesita enfocarse en otra cosa para no dispararse al frente del hospital utiliza a quien tiene cerca para distraerse—. ¿Por qué me miras así?
—¿Así cómo? —Eiji mantiene un tono calmo a pesar de la agresión implícita en la cara de Ash—. ¿Es una mirada rara?
—Es una mirada de mierda. —Pero que linda forma de tratar al único ser humano lo suficientemente desquiciado como para quererlo acompañar en ese bodrio, es el esposo del año ¡ja! no solo hizo que le dispararan no una, sino dos veces, no solo le robó su primer beso con una puta pastilla, no solo lo hirió una infinidad de veces mandándolo de regreso a Japón y transmitiéndole que no poseía un sitio acá, no solo lo confundió con Dino en su primer toque íntimo (qué romántico) sino que le grita frente a un hospital—. Te ves como la mierda. —¡Cierra la puta boca de una vez!
—Sí, pues tú tampoco te ves como un modelo. —Pero Eiji se lo toma con ligereza porque ve lo mucho que está batallando para simplemente estar acá.
Respira. Respira. Respira. Habla.
—Lo siento. —Ash se encoge, está sentado en el mismo escalón de siempre—. Estoy siendo un patán.
—Esa no es novedad. —Eiji sonríe y se sienta a su lado—. ¿Qué? ¿No defenderás tu orgullo arrojando alguna broma sobre mi edad o algo así?
—No. —Su boca tiembla—. Hoy no.
—Oh, Aslan.
—No me llames con ese nombre.
—Ash. —Lo baja a tierra—. Mi dulce Ash.
—No soy dulce, soy un demonio, soy un asesino, soy un trauma en movimiento que no se parece en nada a lo que Griff... ni siquiera sé porque sigo vivo, mierda, ojalá me hubiera muerto en la biblioteca.
—Ash. —Por supuesto se arrepiente de inmediato al vislumbrar el dolor quebrarse en sus ojitos cafés pero a estas alturas su cerebro no está funcionando correctamente, ni su cuerpo, ni su identidad, ni su corazón, nada está bien ¿alguna vez lo ha estado?—. ¿Dónde está?
—¿Eh? —La respuesta lo descoloca y es como un flash en ese túnel de intrusión, está oscuro y gélido.
—¿Dónde? —Entonces Eiji lo toma de las mejillas para acercar sus rostros, no lo besa, no lo mima ni tampoco busca reconfortarlo, de hecho, está tocándolo como si estuviera investigando—. No, no soy capaz de verlo, creo que tienes problemas en los ojos.
—¡¿Ver qué?! —Grita cabreado.
—Lo monstruoso.
Oh.
—Definitivamente no veo a un demonio por acá, ni a un asesino, ni a un trauma viviente. —Su esposo curva la boca concentrado, es el mismo gesto que hace cuando lee palabras muy difíciles o al plasmar alguna fotografía, es lindo y suave y sirve para sacarlo de ese túnel—. ¿Quieres saber lo que veo acá?
No. No necesito escuchar tus mentiras de autocompasión ni ninguna de esas estrategias baratas que solo me aliviarán igual que una maldita autolesión.
—Sí. —No escucha a su mente—. Quiero saber.
—Veo... —Los dedos de Eiji se deslizan en su mentón, lo examina de cerca casi como si lo vislumbrara a través de una lupa—. Veo a alguien que pasa demasiado tiempo encerrado leyendo sus horrorosos libros de Holdens y cadáveres de leopardos en vez de tomar el sol o levantar el trasero del sillón para ayudar con los quehaceres del hogar. —Ash frunce las cejas visiblemente atacado por lo recién dicho, no permite que nadie se meta con su increíble gusto literario, no es su culpa que su pareja sea inculto en relación al arte—. Veo una boca que insulta viejos y odia el natto pero ama la mostaza y todas las cosas que no son buenas para su salud, veo a un odiador de Nori Noris, veo a un grosero.
—¡Eiji! —Gimotea—. ¿No me estás tratando de animar?
—No, yo dije que observaría. —El hijo de puta curva una sonrisa y continúa con su tarea—. Veo esos hoyuelos esconderse luego de una sonrisa, me encanta cuando ríes y te ves precioso cuando lo haces porque sonríes con la mirada.
—No lo había notado.
—Lo haces. —Musita—. Tu sonrisa es deslumbrante, Aslan.
—¿Qué más?
—Veo ojos que buscan ser amenazantes pero son francos e inocentes por más que lo odies, veo esas pecas que casi desaparecen por los años pero se ven bajo el sol sobre tu nariz, veo cabello dorado y me recuerda a los campos de trigo, veo mejillas que se ponen rojas aunque digas que no tienes razón alguna para avergonzarte, veo a alguien infantil, sabelotodo, arrogante y travieso. Veo a ese pequeño niño del que tantas veces me has hablado hecho un adulto, no cualquier adulto, lo veo transformarse en el adulto que tantas veces necesitó. Veo lo que en verdad eres y lo que seguramente Griffin mirará si le das la oportunidad antes de decidir por él.
—¿Cuándo...? —Está sin aire—. ¿Cuándo te volviste tan sabio?
—Te lo dije. —Eiji golpea hombro con hombro—. Deberías escuchar más seguido a tu onii-chan.
—No te digas así si estamos casados. —Dice asqueado—. Incestuoso.
—¡Ah! ¡Tú siempre lo dices! —Y qué fácil de molestar es Eiji—. ¡Eres terrible!
—Y tú eres un chillón.
—¡Ash!
—Salud.
Eiji lo golpea amurrado.
Ash ríe.
Ríe de verdad.
Si bien, enfadar a su esposo no es lo más prudente para una situación delicada lo ayuda a salir de su cabeza, se estaba ahogando porque a veces su pasado funciona así: como si cayera al fondo del mar.
Toda su vida lo descartaron como un ser sin corazón, hubo un momento en que se resignó a hundirse en su propia agonía, su pasado hizo de su cuerpo su ancla, su mente se distorsionó al extremo de oír la misma tonada rota una y otra vez. A Jim. Si alguien trata de hacerte lo mismo cállate y déjalo pero haz que te pague. A Shorter en el reformatorio. Cuanto menos te resistas, antes terminará y trata de mantenerte tan callado como puedas porque si haces mucho ruido solo los excitarás y durará todavía más. A Marvin. Froggy. Dino. Blanca. El entrenador. A todos los hombres que lo mataron. A todos los hombres que él mató. A Skip. A Griffin. Y de repente, es mucho ruido y ahogarse es una idea inclusive reconfortante ¿para qué luchar? Mejor no pelear y acurrucarse mientras se hunde esperando lo que se ha vuelto inevitable. Se pregunta si eso habrá sentido al desangrarse en la biblioteca, sabe que sí.
Porque así funcionan estas mierdas.
Intrusivas e involuntarias.
No te dejan pensar con claridad, es como estar hundiéndote en un mar tan espeso, asfixiante y negro que ni siquiera alcanzas a percibir tus propias extremidades, es una experiencia incorpórea, da terror padecerla y no poder hacer nada. Pero está bien, entiende que es esperable tener ese miedo, aun si apuesta su vida a que Griffin no reaccionará como Jim una parte suya teme que lo culpe por no haber puesto más resistencia, pero tenía ocho años y no sabía defenderse.
Hoy tiene más de veinte años y aunque aprendió a defenderse sacando garras y dientes, aún no sabe cómo defenderse de sí mismo.
Mierda.
—Tengo miedo. —Finalmente lo suelta y es reparador—. Tengo miedo de verlo, Eiji.
—Ash.
—Estoy aterrorizado.
—¿Qué te aterroriza? —Le gusta que lo pregunte y no lo dé por hecho, le gustan sus ojitos destilando amor, le gustan sus toques en sus mejillas, le gusta que esté acá. Gracias.
—No sé, esa es la peor parte, le escribí cartas a Griffin y le hablé de lo que había pasado, fue lo mejor.
—Ambos merecen empezar siendo honestos. —Lo valida.
—Exacto, fue lo mejor pero una parte de mí cree que al entrar Griff me mirará como... —Sus hombros son de plomo dentro de la polera, sus piernas son de cristal—. Como la gente me miraba: los policías, los vecinos, mis compañeros e incluso Jim. Todos me miraron con asco como si supieran exactamente dónde había estado y lo que había hecho y tenía la sensación de que habían muchas manos grabadas sobre mi cuerpo, manos que eran visibles para todos menos para mí. Manos que aunque no veía me tocaban a cada instante y supongo que nunca se fueron, no del todo.
—¿Crees que Griffin sentiría asco de ti?
—Nunca respondió mis cartas.
—Aslan. —Está usando "ese tono"—. Te respondió varias cartas, tú no has querido leerlas.
—¿Qué tal si esas cartas son cartas de odio?
—¿Crees que tu hermano se tomaría la molestia de escribirte decenas de cartas de odio y darse todo el trabajo de mandarlas desde el hospital solo para herirte?
—¿Pero qué tal si...?
—Para. —Eiji se zambulle—. Para. —Y lo tira a la superficie.
—¿Por qué debería parar?
—Porque no sabrás la respuesta hasta que vayas a verlo y a enfrentarlo por ti mismo. —Es injusta la manera en que Eiji puede decir esta clase de cosas tan crudas con ese tono tan gentil, así no se puede poner defensivo y si no se puede poner defensivo terminará yendo—. ¿Qué dices?
—Qué te odio. —Gimotea viendo como su esposo se levanta para extenderle una palma—. Te pediré una compensación cuando lleguemos a casa por hacerme esto.
—Te la daré. —Eiji canturrea—. Tendrás una buena y jugosa porción de natto.
—Estoy considerando el divorcio.
—¿Ah, sí? Entonces yo estoy considerando volver a la aplicación de citas.
—¡Ah! —Ash toma su mano—. ¡Bastardo!
Se arma de valor para ver a Griffin.
Max está esperándolos dentro del hospital, la preocupación opaca sus ojos con una capa lechosa, es acá donde nota lo viejito que en realidad luce su papá ¿lo culpa? No solo sobrevivió la guerra que le arrebató a Griffin, sino que tuvo que seguir con sus heridas abiertas para cargar con una familia, Max tiene muchos defectos como padre y esposo, los ha visto y ha escuchado, aun así, lo ve dando lo que más puede con un humor ligero y una sonrisa boba para ocultar esa profunda soledad, el corazón le duele al pensar en lo poco visto que debe sentirse, en lo duro que ha sido tener que lidiar con ambos hermanos. Quedó en el medio.
—Mocoso. —El adulto junta los labios con tanta violencia que las resequedades se desprenden como si fueran una segunda capa—. No seas duro con él. —Suplica.
—Viejo.
—Las drogas joden a cualquiera, es un tema que le duele mucho, Griff no fue débil al... él solo trataba de volver a casa con su hermanito menor. Si lo hubieras escuchado hablar de ti sabrías que te ama y te ama infinitamente sin importar por lo que hayas pasado o lo que tú puedas creer de ti mismo.
—¿Por qué me estás diciendo esto? —Esa no es la pregunta que quiere hacer, sino más bien un: ¿por qué me estás diciendo esto ahora?
—Porque temo que tengas idealizado a Griffin, eras un niño, no lo conociste en realidad, él hizo todo lo posible por llenar el papel de mamá y papá, pero más allá de eso ¿qué era? —Esa pregunta es una puñalada directo a su corazón, Ash sabe quién era Griffin en realidad, lo conoció como persona, pero ¿qué tanto le dejó entrever a tan inocente edad?—. Escúchalo, por favor.
—Debes querer mucho a mi hermano para preocuparte a sí. —Se le sale el pensamiento con tristeza.
—A los dos. —Afirma—. A ustedes dos aunque me traigan loco.
En retrospectiva es lógica su cercanía, si bien, Max tiene un punto válido al decirle que nunca conoció a su hermano a raíz de la brecha etaria, aprecia que lo conoció a través de varias cosas y sobre todo...
Las cartas.
Sí.
Griffin siempre escribía sobre Max con un tono tan afectuoso que incluso le agarró cariño sin siquiera conocerlo. Su relación es profunda. Inefable. Irrompible. Desde que Griff entró a terapia Max ha sido quien lo ha acompañado paso a paso y ha contenido su inseguridad sobre Aslan.
—Lo entiendo. —Entonces se resigna—. Lo prometo.
—Gracias.
—Estaremos afuera, cariño.
Ash entra.
Jade se encuentra con añil.
—Hola. —El saludo es cortante. Seco. Bruto.
—Hola, Aslan. —Su hermano luce absolutamente roto sobre la cama, sus puños están tensos encima de la manta, el electrocardiograma se ha disparado, ni siquiera tiene el coraje para sostener la mirada ¿lo culpa?, debe ser duro enterarse de que es una superestrella por las razones equivocadas. Te odia.
—¿Recibiste mis cartas? —Griffin esboza una sonrisa repleta de cosas perdidas.
—Sí. —Ash está petrificado en la puerta—. ¿Recibiste las mías?
—Sí.
—Ya veo.
—Sí, pero no las leí.
—Por supuesto que no las leíste.
Se quedan ahí sin saber qué más decir, su corazón se hace mierda ante el evidente rechazo que debe sentir su hermano, no sollozará, nunca permitirá que lo vea débil, por más que Eiji le diga que todavía existe inocencia las voces intrusivas son un agujero negro que le arranca pedazo por pedazo de carne hasta dejar un frágil esqueleto. No. No puede luchar más contra esto. Ver a Griff es demasiado jodido en estos momentos. Ver a Griffin sin que supiera por lo que ha pasado era peor, ¡ja!, pero ni siquiera le está hablando, lo odia, lo odia, debe odiarlo ¡sí! Y debe pensar que es un culo suelto igual que Jim.
Debes asquearlo.
Él no quiere a una puta de hermano.
Le das asco, le das asco, le das asco, le das asco, le das asco, le das asco, le das asco y estás tan sucio.
Ash aprieta los dientes y se cubre las orejas tratando de volver al hospital ya que incluso en ese cruel escenario hay una infinidad de cosas que anhela y merece saber. ¿Alguna vez se te pasó por la cabeza que dejarme con Jim era una terrible idea? ¿Acaso no sospechabas del entrenador? Tú eras un adulto y yo era un maldito mocoso ¿por qué tenías que irte a esa estúpida guerra? Prometiste volver, esperé cada puta noche que volvieras, te llamaba cuando estaba con hombres. Ayuda. Sálvame. Adivina: no me salvaste. Al contrario, cuando te encontré otra vez fui yo quién tuvo que hacerse cargo de ti, tuve que limpiar tu mierda y criarte como si fueras un bebé mientras de noche me prostituía, todo porque tus medicamentos eran costosos y no mejorabas. Lo odié. Te odié. Te odié. Te odié. Te odié tanto, eras responsable de mí, ni siquiera me contaste, me abandonaste, me dejaste, te busqué tanto ¿para qué?
Para esto.
Para verlo con una cara de absoluto asco en una pútrida cama de hospital, vaya, pero qué agradecido, ¿acaso no sabe que si no fuera por Ash seguiría en el agujero de dónde lo sacó? Malagradecido. Pero Ash no piensa nada de esto en realidad, es lo suficientemente perspicaz para saber que está tratando de odiar a Griffin para que no le duela tanto que él lo odie.
Al final del día, no anhela contaminar a Griffin con lo que es ni tampoco manchar a su preciado Aslan.
Eso pasa.
No odia a Griffin, ama a Griffin y le duele este reencuentro, quiere irse.
¿Qué hace acá?
—Da igual. —Dice dispuesto a irse, no es buen momento para pensar en esto, la sensación de niñito recién violentado es demasiado potente y está asfixiado.
—No te culpo por no leer mis cartas. —Pero entonces su hermano pronuncia esas palabras, tiene su mirada clavada en la pared, en un punto muerto y sus dientes están castañeando—. Te doy asco.
—¿Qué? —Alto. Alto. Alto—. Eso no tiene sentido ¿por qué me darías asco?
—Te dejé con el entrenador. —¿Por qué se está echando la culpa de eso? ¡No podría haberlo sabido!
—Pero yo quería al entrenador, no mentí en eso, ¡todos en el equipo lo queríamos!
—Y acabó siendo un pedófilo. —Griff prensa más los dientes—. Un pedófilo que violó a mi hermanito cuando yo debí estar ahí para protegerlo. —No seas tan duro, para, me duele escucharte hablar así de ti, lo único que hiciste fue cuidarme toda tu vida—. Debí estar ahí.
—¡No podías estar ahí! Fuiste a la guerra.
—¡No debería haber ido! —Esta es la primera vez que lo escucha gritar, Ash no tiene ningún recuerdo más allá del cadáver drogado en la silla de ruedas y ahora entiende las palabras de Max—. No debería haber salido de Cape Cod jamás.
—¡Saliste por mí!
—Salí porque soy egoísta.
—No es cierto, Jim es un papá de mierda y nos estábamos muriendo de hambre, tuviste que salir.
—Con mayor razón no debí haberte dejado con ese papá de mierda. —Griff lleva sus manos hasta la cara para empezar a tirar de su flequillo con una rabia tan violenta y acumulada que a Ash le recuerda a una olla a presión que estuvo demasiado tiempo cerrada—. ¡Mierda! —Se empieza a pegar con un puñetazo tras otro en la frente como si necesitara descargar la impotencia. Una y otra vez. Es violento y consigue que su entrecejo cruja y enrojezca.
—Para. —Pero Ash no quiere esto—. Te estás haciendo daño. —Ni siquiera se da cuenta del instante en que llega a la cama de hospital y detiene sus golpes—. ¡Para!
—¡¿Por qué?! ¿Por qué debería? —La cólera sangra en su voz—. Por mi culpa tú...
—No fue tu culpa.
—Lo fue.
—No podrías haberlo sabido.
—¡Debería haberlo sabido! —Grita y es acá cuando Ash se percata de que su hermano tiene lágrimas acumuladas en los ojos y está haciendo el mismo esfuerzo que él para no desgarrar en llanto ¿alguna vez lo vio llorar o lo escuchó quejarse? Todos sus recuerdos son de un Griffin feliz que probablemente estaba hecho pedazos por dentro—. Debería haberlo...
Griffin se rompe.
Llora. Maldice. Grita.
Ash quiere consolarlo, más, no se siente digno de abrazarlo considerando que ambos entienden todo lo que pasó y ¿para qué se miente? En el fondo teme que Griffin sienta asco y lo rechace en un golpe.
Si alguien trata de hacerte lo mismo cállate y déjalo pero haz que te pague.
—Perdón. —Gruesas lágrimas corren hasta su boca temblorosa—. Lo siento por ser un mal hermano.
Pero Ash no entiende.
¿Por qué diablos se culpa?
Si Ash está vivo es gracias a Griff y sí, lo violaron, lo rompieron, lo usaron y cuando se defendía recibía un castigo inhumano por atreverse a romper sus fantasías, la ha pasado mal y la está pasando todavía peor ahora que debe hacerse cargo de esos traumas sin resolver, vivir muchas veces fue un peso que no valía la pena y cree que por eso fue a la biblioteca. No porque anhelara la muerte. No. Fue sincero cuando le contó a Eiji sobre el leopardo pero sí le aterrorizaba el destino y ni siquiera porque pudiera volverse peor, al contrario tomaría eso como satisfacción autodestructiva, a Ash lo que le daba miedo era que las cosas pudieran mejorar. Ser amado. Amar. Tener que reconectarse con lo que enterró tan abajo en su corazón al darlo por muerto. Tener que conocer a su hermano.
A Griffin y solo al verdadero Griffin.
Tener que confrontar que efectivamente luego de todo lo que ha pasado pueden ser hermanos eso...
Eso es aún peor.
Y si bien, es válido que surjan sentimientos de odio mutuo y ambivalencias, Aslan no quiere que Griff cargue con la culpa porque ve lo duro que fue sobrevivir en la guerra, lo aprecia en sus ojos azules y bonachones pero que esconden una tristeza infinita de la que nunca se percató, Griffin tampoco era un adulto, ambos eran niños tratando de sobrevivir en una cabaña podrida, los dos fueron niños que tuvieron que ponerse el papel de adulto demasiado pronto y les arrebataron su inocencia. Vieron e hicieron muchas cosas de las que se arrepienten. Pero no puede dejar que cargue con eso.
Griff es la razón por la que vive está vida de mierda que cada día es un poquito menos de mierda, se la debe.
Y si han de buscar culpables pueden empezar por los abusadores, no por las víctimas.
—Tú no puedes hacerte responsable de lo que me hicieron. —Le sorprende cómo la intrusión se va, asume que los deseos (la necesidad mejor dicho) de consolarlo es mil veces más potente—. Tú nunca me hiciste daño, eres lo único bueno de mi pasado.
—Soy un asesino y un drogadicto. —Y acá está. Este es el Griffin real. No más idealizaciones. No más recuerdos glorificados, esto es todo—. Este soy yo ahora.
—Soy una puta y un asesino. —Entonces responde con la misma frialdad—. Este soy yo ahora.
—No fue tu culpa, tú no tenías más opción. —Su hermano lo defiende a la defensiva.
—Tampoco fue tu culpa. —Ash hace lo mismo—. No tenías más opción.
—¿Por qué...?
—Griff. —Ash se suaviza—. Para, no busques más culpables .
—Pero no es justo. —Su hermano se rompe y se dobla sobre sí mismo—. ¿Por qué...?
—Yo dejé de buscarlos hace mucho tiempo, creo que eso me pone mejor, así que por favor, detente.
—Lo entiendo. —Griff intenta mantenerse firme—. Lo entiendo.
Se quedan en silencio un par de minutos que impresionan una eternidad digiriendo esa conversación y aunque Aslan realmente quiere enterrar el tema no puede hacerlo sin preguntarle una última cosa:
—¿Me odias?
—Te amo. —No duda ni miente—. Eres mi hermanito bebé.
—Pero yo...
—Aslan... —Ahora es Griffin quien le acaricia la mejilla—. Eres mi hermanito pase lo que pase.
Mañana regresaremos un ratito con Eiji para abrir sus conflictos un poco más antes de volver con Griff porque el tema no se acaba acá, al contrario, recién comienza acá, pero juro que pasó lo más denso entre estos dos. Nos toca nuestro descanso más domestico y fluff.
Nos vemos~
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro