12. Crisis.
Hi~ He estado pensando en una forma de poder abordar todos los temas que nos quedan pero sin sobrecargarlos de trauma y creo que optaré por escribir un capítulo fuerte rodeado de capítulos más domesticos para así hacerle honor al nombre del evento y que no les den miedo mis fluffs asjas pero igual, es bien dificil mantener un post canon doméstico dejando de lado la construcción psicologica de los personajes, está demasiado metida en mí el tener que trabajar eso, así que prometo que tendremos más altos que bajos, pero tendremos bajos. El capítulo de hoy es muy lindo, aunque priorizamos los temas que conversan ni crean que lo otro se olvida, no, no, acá acumulamos o enfrentamos. Pero hoy hay paz.
Mil gracias por el cariño.
Ash extiende su mano hacia el rostro de Eiji, sus yemas navegan desde la mata entintada suavemente aplastada contra la almohada hacia sus mejillas, están sonrosadas y develan una profunda vergüenza primeriza que hace que su corazón bombardee saltándose latidos. Uno. Dos. Hasta tres. Sonríen. No rompen el contacto visual y al contrario se enganchan más en el otro, sus piernas se hallan enredadas en una cama demasiado pequeña para dos adultos, sus cuerpos están cerca e irónicamente Ash sabe que esto es lo más cerca que ha estado de alguien. Sigue con su tarea en la cara del nipón, delineando sus mejillas de hámster obeso atragantándose de semillas hasta sus tupidas cejas, tensa los párpados solo para después navegar entre los racimos que tiene por pestañas, acaricia su nariz e incluso siendo la parte "más helada" de Eiji es cálida, todo Eiji es realmente cálido. Se para en sus labios, los presiona hasta hacerlo sonreír dulcemente.
Dios, sus sonrisas.
Ash mataría por esas sonrisas, Ash moriría por esas sonrisas y lo más importante: Ash viviría por esas sonrisas.
Cada día se encuentra a sí mismo más enamorado de sus sonrisas y cada día se encuentra a sí mismo descubriendo nuevas sonrisas de las cuales enamorarse: adormiladas, enfadadas, esas que confunde con pucheros en sus momentos de mayor concentración, las que mitiga al hacer una travesura (sobre todo si el bastardo lo viste con esos pajarracos feos en la espalda o lo molesta por sus libros), las que van acompañadas de risas, las que son chillidos, las que tienen hoyuelos, las tímidas, las rosadas, las que hacen constelaciones, las que escriben sonetos, las que aceleran su corazón, las que gritan cosas que no merece como aunque-el-mundo-entero-esté-en-tu-contra-yo-siempre-estaré-a-tu-lado, esas que hacen promesas sobre ir a lugares con nombres de Gremlins o esas que prometen para-siempres aunque se juró estar bien con un solo por ahora. Las sonrisas de Eiji. Su fulgor y su belleza de corazón.
—Estás enamorado de mí. —Ash dice—. ¿Cierto?
—Sí. —Y aunque su esposo luce con pena, no lo niega ni baja la mirada, de hecho, alza su palma para también acariciar su mejilla, su toque es ser bendecido con el sol tras estar una eternidad encasillado en una carcasa congelada, es esperanza, ternura, cariño e inocencia—. Estoy enamorado de ti, Aslan.
—Estás enamorado de mí. —Repite sin disimular su felicidad—. De todas las personas que hay en el mundo me elegiste a mí, de verdad eres un irracional, joder, debes estar loco.
—Ash.
—Eres un irracional que está enamorado de mí.
—¿Vas a repetirlo así todo el tiempo? —Finalmente la vergüenza lo consume y su rostro se ha puesto tan rojo que impresiona a punto de tirar humo por las orejas, orejas que claramente acaricia absorto.
—Me amas.
—¡Ash! —Eiji intenta tirarle un cojín y es en vano—. ¡Ya! Lo estás volviendo muy vergonzoso, tú igual estás enamorado de mí.
—¿Eh? —Crispa una ceja con coquetería—. ¿Quieres que nos centremos en eso? Porque también lo podemos hacer—. Su adorable esposo palidece al ver que el tiro le salió por la culata, pobrecito, aun no aprecia que nunca pierde—. Estoy muy enamorado de mi Eiji que adora la comida apestosa, tiene un gusto literario similar a un niño de cinco años, prefiere sacarle fotografías a pandilleros horrorosos en vez de al modelo que tiene al lado, es terco, es bonito, es mierdoso, es adorable, me trae bastante loco y lo amo, lo amo tanto. Eiji. Mi Ei-ji. Amor. Cariño. Sweetie. Bombón. Belleza.
—Para. —Eiji se cubre la cara con las palmas y Aslan lo interpreta como una invitación para deslizarse más cerca, quedando tan encima que ni siquiera resta espacio para el aire.
—Estoy muy enamorado de mi esposo.
«Esposo».
Finalmente puede usar la palabra en serio.
Ash sonríe para sí mismo, extiende su mano y la entrelaza con la de Eiji, rompiendo el escondrijo tan endeble tras el que pretendía ocultar sus mejillas rosas y sus ojos repletos de expectación, su corazón late con ferocidad apenas lo siente apretar de vuelta, es increíble lo sencillo que se ha vuelto el toque físico una vez ambos clarificaron sus sentimientos, pero tal vez, nunca se trató de un rechazo corporal sino que era algo más psicológico. No sabe. No le importa en estos momentos. Lo único que presenta relevancia alguna es atraer los nudillos de su amado esposo para plantarle una serie de besos ¿quién diría que sería tan natural esto?
Mierda, está tan feliz.
Es el sentimiento más feliz del mundo.
—Te amo Eiji. —Dice directo, ninguno rompe el contacto visual, gracias a eso puede vislumbrar cómo la conmoción florece en sus ojos pardos, oscuros cual noche de Halloween pero extraordinariamente cándidos como la infancia con Griff—. Te amo, te amo, te amo, te amo, te amo, te amo, te amo tanto.
—Ash.
—Te amo, te amo y estoy perdidamente enamorado de ti.
—No tienes que decirlo tanto, ¿sabes?
—Quiero decirlo por todas las veces que no lo dije.
—Yo también. —Eiji lo sostiene de las mejillas con seriedad—. También estoy enamorado de ti.
—Eiji.
—Te amo, te amo, te amo y te amo más de lo que podría expresarte, Ash. Te lo dije antes en mi carta.
—Pero...
—Era una carta de amor, siempre lo ha sido.
«Mi alma siempre estará contigo».
Ash debe esconderse en el hombro de su esposo porque ¿qué diablos con esta dualidad? Eiji no deja de sorprenderlo nunca. El chico que luce como un cervatillo perdido con su ropa de niño bueno y un bolso colgando en su pecho mientras se escondía detrás de Ibe. El chico que bromea sobre salchichas y verle los rubios de ahí abajo, le muestra el dedo del medio con tantas bolas que inclusive la pandilla quedó pasmada. El chico que ni siquiera le pudo pedir matrimonio y prefirió abrirse una cuenta antes que ser un problema. El chico que llegó con un hijo y le soltó que lo amaba. Este hombre sin duda es su perdición.
—Eres imposible. —Gimotea sin quererse separar, aspirando el aroma a suavizante de esos horribles suéteres y ¿a quién engaña? Sin los que podría vivir, en secreto le gusta usar Nori Noris aun si prefiere olfatear la axila de Shorter antes que admitirlo en voz alta.
—Entonces... —La voz de Eiji es un reflejo de su nerviosismo—. ¿Somos un matrimonio?
—Siempre hemos sido un matrimonio, tenemos el papel y todo.
—Sabes a lo que me refiero. —Ash sonríe, no hace falta que se alce para saber que está fulminándolo con la mirada, es tan fácil molestarlo, piensa. Piensa y ama—. ¿Somos una pareja real?
—Lo somos.
—Ah. —El corazón de Eiji se dispara, Ash lo escucha con suma claridad y eso que ni siquiera está tan cerca de su pecho—. Eres mi esposo.
—Estamos en una relación real, somos esposos.
—Vaya. —Se levanta para vislumbrar su sonrisa ¿qué no daría para mantenerla ahí? Floreciendo libre de preocupación alguna, pacífica y esperanzada—. Si vamos a ser una pareja necesito aclarar algunas cosas de antes para evitar malentendidos.
—¿Cómo qué cosas?
—Como que me gustas.
—¿En serio? —Ash hace énfasis en la pose que han cogido en la cama—. Nunca lo hubiera adivinado.
—¡Hablo en serio! —La pequeña mierda lo empieza a patear—. Me siento atraído por ti en diferentes niveles, eso incluye el físico, así que si me empiezas a tocar o te tengo muy cerca yo no...
—Lo entiendo. —Lo frena, sabe que es arduo decirlo considerando la reexperimentación anterior en la bañera—. Yo quiero comprender eso, me gustaría saber si soy capaz de sentir deseo sexual porque nunca lo he sentido, no con otra persona al menos.
—Ash.
—Hace años no tengo una erección con un compañero. —Lo suelta de golpe—. Los clientes tomaban y tomaban de mí, nunca les importó que yo me sintiera bien con lo que pasaba, de hecho, existió un periodo en dónde buscaba sentirme mal, quería ser lastimado, esa era la única expresión de amor a la que no era ajeno, me cuesta pensar cómo es el placer o el sentirse bien sin que esto me sea dañino.
—No tenemos que hacer nada que no quieras.
Eiji es seguro.
—Quiero intentarlo. —Pero las víctimas de abuso sexual no se tocan—. ¿Tú quieres intentarlo? Deseo que seas sincero con eso, no te sientas presionado. —Y siendo franco ¿quién querría darle su primera vez a un prostituto? Es casi hilarante que se lo haya preguntado. Ash está sucio. Eiji está limpio. Aslan debe quedarse para siempre en la posición de víctima en vez de sanar y rehacer su vida sexual puesto que así lo decidió el mundo. Debe resignarse no solo a quedarse ahí con sus heridas sino que además debe bordear el trauma encasillándose en una fragilización destructiva.
—Quiero. —A Eiji le basta un roce para detener la catástrofe, ahora son sus labios los que presionan el dorso de su palma—. Quiero intentar ir más allá contigo.
¿Por qué?
¿Por qué querrías eso?
—Porque te amo y quiero ir descubriendo poco a poco contigo. —Le responde casi como si le hubiera leído los pensamientos—. Pero pensando en la importancia de los límites, haremos esto solo bajo la guía de una profesional que nos oriente, no cederé en eso.
—Sí, sí. —Rueda los ojos—. Regresé con la momia.
—Estoy seguro de que tu terapeuta no es tan vieja.
—Toda una anciana sabelotodo. —Y la peor parte es que cuando volvió ella le sonrió como si hubiera dado por hecho que Ash retomaría eventualmente la terapia—. Tch.
—Ash. —El ambiente cambia—. Tú...
—¿Sí?
—¿Te gustan los chicos? ¿Te atraen físicamente?
El tema es complicado, por una parte está la vena de la homofobia internalizada que saboteó muchas veces su relación con Eiji porque sí, es duro procesar que está enamorado de un hombre si la mayoría de las personas que lo lastimaron fueron hombres: Dino, Marvin, Barba Azul e incluso su padre. Cada uno dejó una marca irreparable en su cuerpo y en su corazón. Lo hicieron con violaciones. Con el clic de la cámara mientras se reía como hiena. Con amor y confianza que luego apuntó en su contra. Con una relación de protección que nunca se dio. No es solo que físicamente los penes y los hombres en general sean los estímulos de mayor sensibilidad, es que todo lo asociado a ellos...duele un poco. De niño tomó el otro camino, de niño estaba hipersexualizado, se pregunta si eso lo haría más fácil. Pero por otro lado, ama a Eiji, le gusta tocar a Eiji, le gusta besar a Eiji, le gusta el cuerpo de Eiji y le gustaría poderlo explorar aún más.
—Me gustas tú. —Concluye—. Me gustas tú siendo un hombre.
—Estoy muy seguro de que no soy una orientación sexual.
—Estoy seguro de que sí. —Ash tararea con coquetería, sentándose contra el respaldo de la cama al mismo tiempo que acomoda a Eiji a horcajadas—. Estoy seguro de que lo eres todo.
—¿Está bien que estemos en esta posición?
—Está perfecto. —Susurra.
—Nuestras caderas están demasiado cerca.
—Sí, pero así puedo verte.
—Ash. —Su mano se desliza bajo el mentón de Eiji, están tan cerca que puede saborear la respiración cálida y errática de un corazón delator, quema, la estática quema y no de una manera intimidante ni desagradable, sino que tiene una leve chispa de adicción—. Iremos poco a poco, deja de presionarte.
—Lo dices por lo que pasó. —Infiere.
—Sí. —Eiji desliza sus dedos por su cuello, no es un toque brusco ni tampoco lascivo, es simplemente un mimo, una caricia realizada sin mayor importancia o esfuerzo casi como si estuviera en la segunda naturaleza de ese terco amarlo—. Quería hacerme un esposo normal rápido, sé que fue muy abrupto pasar directamente a la tina, pero pensé que si lograba eso estaría curado y que si estaba sano podría ser la persona que mereces, no creo que lo sea, no sé si algún día podré pero...
—Aslan. —Le encanta la forma en que su nombre parece tan genuino en su boca—. Nos merecemos.
—¿Nos? —Exacerba el plural.
—Nos. —Lo reafirma—. También siento que no te merezco, eres tan hermoso que no creo estar a tu altura.
—Hermoso. —Repite con tristeza la palabra—. Supongo que lo soy.
—Aunque eres hermoso de rostro no me refería a eso. —Sus dedos tientan juguetonamente, penden desde su cuello, enredándose con los cabellos más cortos y rubios de su nuca, bajan por sus hombros besando suavemente sus omóplatos hasta caer sobre su pecho, sobre su corazón, su alma, ese cajón repleto de todas esas cosas que le quitaron, con las que se ha ido teniendo que reconectar, es injusto, es injusto que él tenga que reconstruir las piezas que otros destruyeron—. Me refería a esto, tu alma, tu corazón, tu personalidad, todas esas cosas que te hacen ser tú.
—Eiji.
Gracias, me siento tan a salvo contigo.
Te amo.
—Creo que eso es lo que te hace tan Aslan. —Sus mofletes se sienten tibios y es gracioso ver también cómo esas primeras veces o experiencias robadas se han ido reescribiendo progresivamente—. ¿Dije algo demasiado atrevido? Me estás mirando...raro.
—Solo estaba pensando en lo afortunado que soy. —Sus dedos se deslizan hacia la oreja de su pareja para acomodarle un mechón de cabello, arde—. ¿Puedo decirte algo tonto? —Asiente—. No quiero que te ofendas con esto, entiendo si sientes rechazo considerando que he estado con hombres y con muchos de ellos.
—Ash.
—Pero creo que eres mi primer amor, Eiji.
—Pensé que te había gustado una chica en el pasado.
—Eso es diferente. —Le explica—. En ese entonces sabía que nunca haría nada, pero estando contigo las cosas se aprecian sólidas, realmente siento y creo que puedo hacer lo que desee e incluso renacer a tu lado. Quiero hacer las cosas bien. Quiero una vida que realmente sea mía. Me aterra, no sé vivir sino es con el trauma, desde que tengo memoria he estado sobreviviendo para matar a Dino, matarlo me daba fuerzas, pero estoy dispuesto a encontrar otras cosas si es contigo.
—Puedes. —Eiji se inclina, más y más cerca—. Podemos hacerlo.
—¿Puedo besarte? —Se muerde la boca, la mente de Ash ya está escalando a una serie de escenarios catastróficos en dónde Eiji lo mira asqueado por tener la osadía de quererlo manchar, ¿quién querría besar a alguien tan usado después de todo?
—¿Eh? —Más, Eiji solo lo mira con diversión y picardía—. ¿Sin pastilla esta vez?
—Sin pastilla.
Entonces Eiji deja caer el peso de su cuerpo sobre Aslan acercándolos aún más a horcajadas mientras que Aslan se aventura a explorar desde su cintura hacia la espalda, le gusta la forma en que sus vellos se erizan delatando lo inexperto que es en el tema, le gusta la manera en que Eiji baja su rostro hasta que sus narices se toquen y mire sus labios con un anhelo desbordante pero se niegue a extinguir la brecha para darle el control de la situación, le gusta sentir el revoloteo de las pestañas, su respiración danzando entre sus labios, tentándolo, llamándolo mientras que Eiji parece estarse muriendo gracias a la tensión acumulada.
Ash lo toma del mentón, no deja de mirarlo en ningún instante, ni siquiera cuando Eiji cierra sus ojos delatando su expectación y entonces lo besa. No hay pastilla ni patraña. No hay excusas. Ni mentiras. Solo son sus labios entre los labios de Eiji por el puro placer a quererlo besar. Es dulce, cálido, adictivo y todas las cosas que siempre se imaginó, tiene un resqueme de café que lo incita a besarlo profundo, apasionado y sin esfuerzo. Es extraño. Siempre se ha tenido que esforzar para satisfacer a los clientes o a Dino pero nunca nadie se preocupó por su propio bienestar. Acá no es así. Sin usar palabra alguna Eiji le está transmitiendo todo su amor en ese beso. Es suave, es calmo, es tierno, es algo que los dos están disfrutando en vez de un mero trámite, es distinto al beso de prisión y completamente opuesto a todos los otros besos que ha recibido. Es un primer beso. Es su primer beso real, genuino y deseado.
Un primer beso con Eiji.
Sonríe.
—Eiji. —Lo llama despacio procurando conferirle un significado absolutamente diferente al que tenía antes, transmitiéndole que no hay vuelta atrás para su relación y está dispuesto a enfrentarlo—. ¿Se sintió bien para ti?
—Me refrescaste la memoria. —Se burla—. Sabía que eras un buen besador y en serio te esmeraste cuando me pasaste la pastilla, no era necesaria tanta intensidad pero me gusta.
—Tú no estás tan mal. —Ash es un hijo de puta—. Aunque necesitas más lecciones.
—¿Eh? —Coqueto. Audaz. Descarado—. ¿Acaso tú me las darás?
—Podría. —Ash mete sus manos dentro del suéter y bebe de su piel cálida, le gusta tocarlo de verdad y puede hacerlo, no es una imposición de nadie—. Puedo ser un grandioso profesor para ti onii-chan.
El chillido irritado de Buddy interrumpe sus coqueteos.
Eiji entra en un estado absolutamente maternal en el que toma al cachorro entre sus brazos para así acunarlo en su regazo ignorando la posición en la que están, el perro se convierte en la tercera rueda.
—Se sentía solo, odia que lo ignoren.
—Debiste conversarlo conmigo antes de traer un hijo a nuestro matrimonio.
—Pero míralo. —Eiji lo alza hacia su cara—. Se parece a ti.
—No se parece en nada a mí. —Ash saca sus colmillos igual que un gato arisco—. Es un perro y nunca me gustarán los... —No obstante el cachorro le empieza a lamer deliberadamente la cara manchando el progreso de antes—. ¡Eiji! ¡Dile que pare!
—Aww, te ama.
—La única cosa que quiero que me babee eres tú. —El nipón alza una ceja, cabreado.
—Eso sonó poco romántico.
—¿Quieres que me ponga romántico? —Y vaya que es sencillo ser coqueto sin sobrepensar las cosas.
—Hazlo. —Pero Eiji le sonríe—. Te desafío.
—Yo no... —Y Ash entra en cortocircuito. Ding.
—¡Ah! Ese debe ser Max. —Ni siquiera escuchó el timbre a causa de la conmoción—. ¿Van a terminar el artículo en el comedor?
—Podríamos. —Los dedos de Ash tantean la cintura de Eiji—. O podríamos ignorarlo y así te seguiría comiendo en paz.
Buddy lo muerde y Eiji huye.
Bastardo.
Por supuesto Max entra y actúa casi como si estuviera en su casa dejando las cosas sobre la mesa de granita, estirando sus pies debajo de la mesa, tomando a Buddy encima de su lomo mientras el perro parece burlarse de que todos caen ante sus encantos menos él, no obstante, aprovecha la distracción para enrollar sus brazos alrededor de la cintura de su esposo, acomodar sus labios en esos mechones esponjados y entintados mientras ve cómo le prepara café a Max. Ash no es del tipo hambriento por las caricias físicas, pero Dios, debe admitir que desde que se confesaron no ha querido separarse del nipón ni un segundo, han estado en su burbuja de amor, le genera ironía que esto sucediera por una reexperimentación, supone que debería agradecer lo roto que se encuentra su cerebro.
—Ash, tengo que llevar a Buddy al veterinario. —Pero el aludido solo se restriega más cerca logrando que infle las mejillas y finja enfado (la curvatura de su sonrisa lo delata).
—No te vayas, el cachorro puede esperar.
—Tienen que vacunarlo.
—Max puede llevarlo. —El nombrado alza una ceja con una interrogante escrita en la cara, Ash lanza una mirada de dagas en respuesta—. ¿Verdad, anciano?
—Yo podría llevarlo, claro. —Ni siquiera el vejete impresiona saber qué ha respondido.
—¿Ves? Él lo lleva.
—Volveré pronto. —Eiji sonríe, dándose vueltas en sus brazos, quedando frente a frente.
—¿Lo prometes? —Ash apoya su frente sobre la del nipón.
—Lo prometo.
Entonces se besan una vez más, es algo fugaz y casto en comparación al previo, es solo un roce, boca contra boca y aun así, es lo suficiente para dejarlo con una sonrisa tonta trabajando en el artículo de Max.
—Ustedes se ven más unidos. —Cierto, él no sabe.
—Estamos casados. —Max parpadea sin reacción—. Nos confesamos, estamos enamorados, resultó ser correspondido.
—¿Y? —Sigue sin reacción—. ¿Cuál es la novedad de eso? Cierto, a veces olvido que todos sabían de su enamoramiento menos ustedes dos.
—¡Viejo! —Gimotea, más, Max se limita a sonreírle y a revolverle el cabello.
—Estoy orgulloso de ti, campeón.
Campeón.
Ash sonríe con tristeza, le cuesta procesar a Max portándose como todo un papá y más considerando los ejemplos de amor que tuvo, cuándo conoció a Max se predispuso a que intentara propasarse, no sería raro, el viejo se mostraba demasiado amable y compartían celda, Ash mejor que nadie entendía que la amabilidad tenía un costo y estaba preparado entonces descubrió su relación con Griffin junto con su investigación sobre el banana fish y la cosa cambió. Ash siempre trató de marcar una distancia y más al salir de prisión, pero Max siempre se aferró, al principio puede que haya sido por culpa o al sentirse indirectamente responsable del hermanito de Griff, más, no fue así hasta el final. Duele. Aun le duele que Max se porte así.
Quemó sus fotografías aunque le dijo que no importaba si las usaba, estuvo acompañándolo cuando lo violaron entre varios en prisión, se quedó conociendo el estado de Griff, lloró de impotencia la vez que Ash creyó que moriría de sida, Max siempre estuvo ahí y nunca lo culpó por provocarlos ni nada.
—Te ves más feliz. —Entonces lo valida, usa un tono suave junto a una mirada calma, Ash se pregunta cómo habría sido crecer con un papá así y le da pena su propia infancia—. Me alegro de que tuvieran el coraje para confesarse y aceptarlo.
—Fue a raíz de una reexperimentación. —Confiesa—. Me urgí demasiado para volverme normal, yo confundí a Eiji con Dino, fue horrible para los dos, creí que las cosas se acabarían ahí.
—Ash.
—Pero ayudó a que ambos sacáramos lo que teníamos guardado, me aterrizó e hizo que Eiji cuidara más sus límites, creo que es bueno en ese sentido. —Su mirada cae al regazo de Max—. Y el cachorro.
—¿Buddy?
—Sí, trajo a Buddy a nuestras vidas aunque no me acabo de acostumbrar. —¿Lo culpan? El perro es un destructor que le ha babeado las converse, ha orinado en sus jeans y le ha robado su lugar al lado del nipón, no le termina de gustar—. Está siendo una época de cambios, así se siente.
—Griffin. —Max deja caer el tema.
—No. —Ash lo cierra—. No, Max.
—Mereces verlo, quiere verte.
—Él no sabe nada de lo que pasé desde que se fue a la guerra. —Sus ojos escuecen al siquiera pensar en la reacción asqueada que su hermano tendrá al enterarse de cuántos lo tocaron y ultrajaron como una vulgar prostituta, nunca pudo convertirse en "una esposa digna" como diría Dino—. No le puedo hablar de todo lo que ha pasado estos años, el Aslan que él conocía está muerto.
—El Griffin que tú conocías también está muerto. —Y deja caer esas palabras con tanta seriedad que le revuelven las entrañas—. Eras muy pequeño para recordarlo realmente, pero sería una verdadera pena que te perdieras la chance de conocerlo, es una persona maravillosa que te adora infinitamente independiente de lo que hayas pasado.
—Fácil decir eso. —Ríe con tristeza—. Pero será diferente al momento de la verdad.
—Deberías darle una oportunidad.
—¡¿Por qué te importa tanto?!
Un pitido interrumpe la disputa in crescendo.
Max saca su celular.
Palidece.
Y le bastan cuatro palabras para hacer mierda su vida.
—Griffin tuvo una crisis.
¿Qué quiere decir este capítulo y por qué ahora? Porque no podemos construir nada sino es a base de sinceridad, así que si estos tipos realmente van a empezar a ser abiertos deben hacerlo en base a la honestidad y de ahí ir construyendo, el tema de Griff es lo que se viene fuerte como se habrán dado cuenta y es Eiji quien le ofrecerá cierto confort y claridad para aplacar esa catastrofe. Pero mañana se viene feo, no tanto como en el anterior, pero sí bien duro para Ash.
Nos vemos~
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