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10. Bath.

Hola mis bonitos lectores~ Llego hecha bolsa, destruida, derrotada pero no del todo porque logramos llegar al 1/3 de la dinamica, yei, el capítulo de hoy de hecho quedó más ligero de lo que tenía previsto porque tuve que dividirlo en dos partes por así decirlo para darle la importancia correspondiente a lo que estaba pasando, así que hoy y mañana nos quedamos más con Eiji.

Espero que les guste~

—Ei-ji. —Ash canturrea su nombre como si fueran dos sílabas, lo hace con un acento pesado y áspero digno de los americanos pero a la vez lo pronuncia con una ternura inefable, es casi como si estuviera rezando—. Cariño.

«Cariño».

Todavía no se acostumbra a los apodos empalagosos.

—Mi lindo y adorable esposo. —Finalmente los ojos cafés dejan el papel amarillento junto a las letras entintadas para posarse en Aslan, podría estar leyendo las noticias en la tablet si tanta urgencia tiene pero Eiji conoce a cabalidad sus mañas y su favoritismo por leer en físico—. Mi bonito y dulce esposo.

—¿Qué quieres? —Alza una ceja sin inmutarse, sus dedos arrugan suavemente el ejemplar del diario y aunque no lo admitirá, estaba buscando el artículo de Ash y Max aunque no comprenda nada sobre política o economía. Es realmente inteligente, se recuerda, realmente podría hacer lo que él quisiera.

—¿Acaso debo querer algo para ser cariñoso contigo? —Están sentados frente a frente, es temprano y Ash ya ha devorado todo su desayuno—. Eres cruel con tu atractivo, humilde y extraordinariamente intelectual esposo ¿sabes?

—Ash.

—Realmente no te iba a pedir nada. —Finge inocencia—. De hecho, me iba a ofrecer a ir de compras contigo.

—Tú también comes en esta casa por si se te olvida. —Sus dedos se hunden más y más bajo el diario.

—Lo sé, pero tengo un bonito amo de casa que me ayuda con eso.

—¡Ash!

—¿Qué? Incluso deberías recibirme con algún traje sexy o algo así.

—En serio eres imposible. —Gruñe y de repente ir a la universidad suena tentador por el mero placer a fastidiarlo y obligarlo a independizarse en las labores domésticas y no puede ser que le siga lavando la ropa a un hombre adulto con dos manos buenas sin embargo ¿a quién engaña? Lo hace feliz mimar a Ash, le ha tocado crecer demasiado rápido, está bien dejarlo ser un niño—. ¿Hay algo que necesites comprar?

—Sí, me hace falta un shampoo nuevo y alguna bomba de baño.

—¿Una bomba de baño? —Eso es raro, Ash suele odiar esa clase de cosas ostentosas y de hecho son mucho más del estilo de Yut-Lung—. Eso es inusual.

—Sí, estaba pensando que podríamos bañarnos juntos. —Eiji parpadea una. Dos. Tres. Cuatro veces.

—Claro.

—¿En serio?

—Sí, siempre me baño con mis amigos, no es la gran cosa.

—¿De verdad?

—¡Claro que no! —Gimotea levantándose de golpe, acomodando el diario sobre la mesa—. Ash, ¿en qué estás pensando?

—No es para tanto, somos hombres.

—Sí, pero...

—Probablemente no tenga nada que no hayas visto además, quizás mucho más grande y viril que el tuyo pero nada más. —Si antes su ojo tenía un tic ahora parece a punto de explotar con este bastardo desvergonzado, no tiene ni la menor idea ¿verdad?—. Anda, incluso podrás ver si soy rubio ahí abajo.

—Ash.

—Por favor ¿nunca te has duchado con otros hombres?

Es cierto, en más de una ocasión ha asistido al onsen tanto en contexto de viaje escolar como alguna vieja andanza con los supuestos amigos, también es verdad que las duchas eran obligatorias para los equipos deportivos, Eiji no es ajeno a la desnudez y por esto fue tan sencillo pedirle ver si sus cabellos eran rubios incluso ahí abajo (aunque fuera en broma) ¿el problema? Es que Eiji ahora es totalmente consciente de su enamoramiento por el lince de Nueva York, cree que ha sido obvio del inicio, intentó enterrar sus emociones o al menos hacer vista gorda, pero Ash ha estado más físico, aun sin entender el razonamiento tras las acciones de su esposo sí sirvió para que Eiji entendiera algo:

Está perdida y profundamente enamorado de Ash.

Desde el inicio.

Desde siempre y para siempre.

Desde el instante en que lo vio quedó paralizado por su belleza surreal, no porque Ash fuera atractivo de sobremanera, sino que había algo en sus jades que mordía su corazón, como si tras esa implacable frialdad al extenderle la pistola diciéndole que había matado gente como si nada se ocultara algo de lo que aún no tendría entendimiento y poco a poco entendería. Lo vería en la suavidad que Ash tenía para tratar a Skip y en la admiración del niño. En cómo a pesar de ser desconocidos Ash dejó su arma y recibió una paliza con tal de que Arthur no lo matara, en cómo pensó en entregarse para asegurar su seguridad. Una y otra vez. Lo vio. Algo más allá de esta fachada. Algo oculto en el beso. Algo tímido, intermitente e inocente que brillaba cuando le enseñaba a usar un arma o se reía con Shorter o hasta llamaba a Max "viejo" y chillaba ya que se sabía una sola línea de la canción. Algo que brilló más que nunca estando en Cape Cod y viendo las cartas de su hermano. Aslan. Ahí lo comprendió.

Su gélida manera de liderar y su imparable fuerza de voluntad, todo era para cubrir su alma tan frágil.

Le pareció muy cruel.

Gracioso ¿no? Tú eres mucho más inteligente, grande y fuerte que yo, pero siempre sentí que tenía que protegerte.

Desde ahí se prometió quedarse a su lado independiente de lo que pasara, junto a esa determinación también surgió la necesidad de protegerlo, necesidad que solo era otro nombre para "amor". Lo ama y es imposible seguirse negando, por eso se encuentra tan contrariado por esas peticiones, en primer lugar le enorgullece de sobremanera que Ash esté eligiendo recuperar el control de su cuerpo viendo con qué se siente cómodo y con qué no. En segundo lugar, le honra ser quien lo acompañe para cada tarea tan íntima. En tercer lugar, Eiji ansía estar ahí. Pero están sus propios sentimientos que vuelven todo más complicado. Eiji sigue siendo un hombre ahí abajo.

Un hombre que tomará un baño con el hombre de quien está enamorado, de quién se siente atraído.

¿Qué pasa si reexperimenta? ¿Qué pasa si lo repudia?

No cree poderlo soportar.

—La terapeuta me recomendó exposición. —Pero Ash lo está intentando, fue a una sesión de terapia incluso estando desesperanzado—. Y cree que ir paso por paso ayudará.

—¿Paso por paso?

—Sí, ya sabes... —Sus mejillas se ponen rojas y muy rojas—. Te di la mano sin problemas así que creo que estoy listo para verte desnudo.

—¿Tienes que decirlo así? —Eiji se tapa la cara totalmente avergonzado, no lo hagas la gran cosa se repite a sí mismo—. Se pueden malinterpretar tus palabras sino eres más claro.

—Somos esposos, quiero verte desnudo.

—¡Ash!

—¿Qué más claro que eso podría ser? —Eiji suspira.

—Esto es algo que necesitas para entender... —No sabe cómo seguir sin fragilizar ni invalidar a Aslan.

—Sí. —Se prometió ser su red de apoyo incondicional—. Quiero intentar hacer alguna de esas tontas técnicas de Grounding y tú eres mi zona segura así que podría salir bien. —Y Ash se hace tan pequeño al otro lado de la mesa, es en estos momentos que piensa en ese niño muerto de miedo disparándole a su entrenador que lo estuvo violando más de un año—. No te sientas obligado ni nada, perdón, no quería que esto sonara a una imposición, trataba de poner el tema casual, no obstante, salió terrible.

—Ash.

—Olvida lo que dije, no sé en qué estaba pensando.

—Hagámoslo. —Así que se arriesga—. Podemos hacerlo.

—¿En serio? —Y sus ojitos verdes brillan tanto.

—Sí pero no creo que sea buena idea hacerlo desnudos si te recomendaron ir progresivamente, creo que para partir podemos empezar metiéndonos en la misma tina e ir viendo.

—¿Para partir? —Su sonrisa es burlona, felina—. ¿Eso significa que habrá más de una vez, onii-chan?

—Realmente eres insoportable.

Insoportable y todo, van juntos al centro comercial.

Es extraño, los chicos (especialmente Bones) se quejan del carácter impasible de su jefe, sin embargo para Eiji nunca ha sido de esa manera, ha aprendido a atesorar y a desglosar sus mañas infantiles tal como las fragilidades de las rosas: su temor a las calabazas, lo ofendido que se pone si insultan a uno de sus autores terriblemente aburridos, los berrinches que arma si come algo que odia, el ritual a la hora de tirarlo de las sábanas, cómo ama molestarlo con la edad o canturrea onii-chan o esposo con tal de garantizar su sonrojo, cómo en secreto le gustan los toques de piel y darse más estas libertades como ahora: Ash le está dando la mano por el centro comercial. Es lindo. Es bastante lindo.

—¿Deberíamos comprar algún aroma en específico? —Eiji pregunta ya que teme que Ash aprecie lo intenso que está latiendo su corazón con estos acercamientos.

—Un aroma que me mantenga en el presente, tiene que ser eso, algo que reactive algo en mí. —Sus ojos se oscurecen con rencor—. Y no de manera desagradable, no puede ser un perfume de hombre.

—Entendido. —Eiji odia inferir de dónde viene esa mirada, es malditamente frustrante que reduzcan a Ash a una cara bonita para la satisfacción propia, ¡no!, Ash es mucho más, su belleza genuina radica en lo más profundo de su alma, en su corazón, en su personalidad, en las peculiaridades que lo hacen de Aslan ser Aslan. Sus cuatro espinas—. ¿Qué tal calabazas? Podría resultar, tienes una historia muy importante que te une a ese aroma, es una buena idea.

—¿Calabazas? —Ash palidece—. Es una terrible idea.

—Es un recuerdo que te reconforta bastante ¿no?

—Sí, pero...

—¿Por qué no solo admites que es una buena idea? —Y claro que ese comentario le pega en el ego.

—Quiero oler algo que me guste, no algo que odie.

—Pues no encontrarás bombas de baño con olor a mostaza. —Su esposo entorna los ojos, casi como si no creyera su osadía al ofenderlo.

—Tengo más aromas que me gustan.

—Tienes razón. —Eiji se acerca a la vendedora—. Disculpe.

—¿En qué los puedo ayudar, caballeros?

—¿De casualidad tiene bombas de baño con aroma a cadáver de leopardo? —La sonrisa cordial tirita en el rostro de la vendedora hasta deformarse en una mueca.

—¿Perdón...?

—Sí, es que mi esposo quiere oler algo que le guste y está loco por los cadáveres de leopardo aunque si tiene algo que huela a Holden también lo tomamos.

—¡Eiji! —Y la humillación pública definitivamente vale la pena si el imponente lince gimotea rojo por esa confrontación tan infantil—. Me estás haciendo quedar extraño.

—¿Tiene algo que huela a biblioteca? O sino a perrito caliente.

—Para. —Le advierte apretándole aún más la mano.

—¿O sino qué?

—¿Tiene algo que huela a Nori Nori? Mire, es ese pajarraco horrible que mi esposo tiene en la camisa aunque pueda parecer un fetiche, plaza sésamo también funciona o si tiene una bomba de baño que huela a mierda. —Ash sonríe—. Perdón, quise decir natto, aunque es básicamente el mismo olor.

—Cruzaste la línea.

—Puedo cruzarla más todavía. —Ash le sonríe con coquetería acomodando sus palmas en su cintura para atraerlo de manera desafiante, hay una chispa maliciosa e infantil ardiendo en sus jades—. Dilo.

—Ash. —Le advierte.

—Desafíame aún más.

—Ash.

—¿Tiene algo que huela a anciano?

Por supuesto, los corren de la tienda y regresan al apartamento con las manos vacías, ¿le sorprende? No realmente, en teoría fue su culpa, conoce el carácter jodidamente orgulloso de Ash y cómo nunca se rinde ante los desafíos, era obvio que le seguiría el juego sin embargo ambos regresan aguantando las carcajadas y luchan por ver quién hizo enfadar aún más a los otros clientes. Es lindo, ama la forma en que de lince feroz pasa a un gatito mimado. Lo ama.

—¿Sino tenemos bombas de baño hay otro aroma que te funcione?

—Tú. —La respuesta es tan directa y abrupta que le sube el corazón hacia la garganta, Eiji parpadea, sus pies intentan retroceder, más, se encuentran anclados frente a Ash—. Tu eres ese otro olor.

—No estoy seguro de a qué huelo.

—Supongo que no te quedará más opción que sentarte cerca. —Eiji ríe para disimular el pánico entre sus latidos cada vez más erráticos—. Pero si vamos a hacer esto quiero que seas capaz de decirme si te sientes incómodo o quieres parar. —De pronto, el pánico se transforma en calma.

—Ash.

—Tu consentimiento es tan importante como el mío incluso si hacemos eso para practicar Grounding y tener avances terapéuticos, puedes decirme que "no", no quiero ir sanando a costa de tu bienestar.

—Lo sé. —La calma devela un amor inefable—. Vamos.

No quiero perderte. Haría lo que fuera por ti.

Dijo eso cuando le pidió ir con él a Japón, expresando por primera vez sus anhelos de querer proteger a Ash sin importar el precio, no sabía cómo, Eiji no tenía recursos ni inteligencia superior, por eso, lo único que pudo pensar fue en sacarlo de ese ambiente, porque si se lo llevaba con él, lejos de Nueva York quizás esos fantasmas que tanto lo carcomen no lo alcanzarían. Sí, sabía que era ingenuo y hasta tonto de su parte pensar así y Ash lo miró cómo si estuviera hablándole de algo irreal, lo vio con ojos tristes y una sonrisa melancólica dando por hecho que Eiji abordaría el avión solo y Ash moriría. Pero Eiji no mintió. Haría lo que fuera por Ash. Se meterá a una bañera. Esconderá su enamoramiento. Lo soportará todo ya que lo ama y el amor lo hace valiente. Todo menos dejarlo ir. Eso no puede. No es tan fuerte para...

Niega intentando concentrarse en el baño, debe meterse y desvestirse ante esos jades, aunque Aslan le dio la chance de meterse antes, ¿qué tan normalizado debe tener Ash el ser ultrajado para decirme eso con semejante facilidad?, fue lo que pasó por su mente. El recuerdo de Marvin. Las películas aun de niño. Los hombres que debieron mirarlo con lascivia. Eiji no quería ser uno más de esos y como le cuesta verbalizar estas cosas acá está: abriendo la puerta frente a un Ash escondido en el agua hasta la nariz, quitándose prenda por prenda (excepto sus boxers por su sanidad) con la ansía de expresarle lo importante que es su consentimiento genuino y la confianza que le tiene.

—Ah. —Aunque Ash está medio sumergido en el agua, hecho un ovillo contra un rincón de la bañera se puede vislumbrar el sonrojo en las orejas—. A veces olvido que eras deportista por el tipo de ropa que usas siempre.

—Ah. —Eiji se sonroja mil veces más—. Ya no estoy tan trabajado como antes, el salto de pértiga era bastante demandante para todos mis músculos ¿sabes?

—Sí, es que te ves bien, eso es todo. —Eiji bufa crispando un cabello.

—Lo dice el que se encuentra más marcado que un Max Steel. —Sus jades se abren de golpe, Eiji se mete al otro lado de la bañera aprovechando la conmoción, sus rodillas se rozan forjando una pared.

—¿De dónde sacaste eso?

—Sing lo dice. —Se burla—. Empezó a practicar boxeo porque ansía estar tan mamado como Shorter y tú algún día.

—Ese mocoso. —Ash se ríe, finalmente levantando su mentón del agua, la bañera está repleta y por ende, los dos se encuentran tapados hasta los hombros con espuma y sales de baño que encontraron en la gaveta a última hora—. Aunque me sorprende que te hayas fijado, onii-chan.

—Acá vamos. —El aludido se queja—. Ya te estabas tardando en molestarme.

—Es solo que no sabía que me mirabas con tanta atención, debo traerte loco.

—Ash. —Lo fulmina con la mirada—. Duermes con boxers.

—¿Y?

—Y tus boxers no te llegan hasta el estómago.

—Pero podrías no mirar.

—¡Te paseas por la casa en ropa interior! —Gimotea accidentalmente salpicándole agua a su esposo justo en la cara.

—¡Eiji! —Chilla.

—A veces me pregunto si andas así con los chicos.

—¡Claro que no! —Se defiende con un toque de histeria—. Los chicos son diferentes, no me imagino teniendo esta confianza con nadie que no seas tú.

—Ya veo. —Ambos se ponen tan rojos que el agua escalda—. Supongo que tiene sentido si pensamos que además estamos casados y todo eso. —Y Eiji ya no puede detener el tren de la verborrea, cállate.

—Creo que ya actuábamos como un matrimonio antes. —Ash se cepilla el cabello para atrás, se mira totalmente irreal e inalcanzable con las gotas cristalinas haciendo constelaciones en su piel angelical, con sus cabellos de campos de trigo crispándose hacia sus mejillas y sus ojos verdes vislumbrándose más verdes que nunca en un sentimiento imposible de describir—. Los chicos lo dicen.

—Sí, lo dicen todo el tiempo.

—Pero yo también lo pienso. —Su corazón está latiendo con tanta ferocidad que debe clavar las uñas en el fondo de la bañera para no hiperventilarse—. ¿Puedo empezarte a tocar? ¿Te incomodaría que hagamos eso?

—Estoy bien. —Traga duro—. Solo parte despacio.

—C-Claro. —Ash se arrodilla en la tina—. Detenme si te llegas a sentir incómodo o no te gusta lo que estoy haciendo.

—Lo mismo va para ti, puedes parar, Ash.

—Lo sé. —Sonríe—. Realmente lo sé contigo.

Van paso a paso.

Ash primero se inclina con timidez, hay un intenso rubor expandiéndose desde su nariz a sus mejillas, eso ayuda a calmar su corazón, es bueno saber qué no es el único nervioso, sus grandes manos flotan encima de sus rodillas con una expresión tan adolorida que Eiji no precisa de palabra para intuir esas cosas que deben estar escalando en la mente de su esposo. No soy digno. No quiero mancharte dado todos mis pecados. No quiero ensuciarte. Por eso, es turno de Eiji de inclinarse, no toca hasta obtener el consentimiento explícito de sus ojos y solo ahí sus dedos se deslizan entre el agua y el jabón, ahora el chico tímido que solía disculparse hasta por respirar es quién guía a Ash a través de su cuerpo, van desde sus piernas, pasan por su vientre, se detiene en su torso, todo el tiempo lo hace con preguntas guiadas para que el ejercicio sea satisfactorio. ¿Cómo es la temperatura? ¿Cómo se siente contra su mano y bajo el agua? ¿Está más frío o más cálido? ¿A qué huele? ¿Puedes describírmelo con muchos detalles? Ash obedece.

Y así, su cuerpo simplón e incluso aburrido se convierte en un soneto narrado por la voz de Ash Lynx.

Apenas lo puede soportar.

Pero no deja que la tensión en su corazón lo distraiga, de cierta forma es masoquista tener al hombre que ama diciéndole estas palabras dulces sin ser correspondido. Pero se prometió hacer lo que fuera por Ash y Ash ha sufrido tanto. Basta. Basta. Ya no quiere verlo pelear más.

Lo deja tocarlo.

Hacer y deshacer con su cuerpo.

Se siente bien y Eiji se siente culpable por lo bien que se siente.

¿Eso me convierte en alguien igual a Dino?

¿En alguien peor?

Sus ojos escuecen ante el pensamiento, para ocultar su dolor y para cederle totalmente el control al lince prefiere sentarse en su regazo y puede sentir cómo Ash acomoda su nariz en su cabello mojado para aspirar de su aroma casi como si lo tranquilizara, sus fornidos brazos se encuentran abrazándolo de la cintura, sus caderas están juntas y agradece que aún los separe la ropa interior, puede que para Ash esto sea una manera de reconectarse con su cuerpo y recuperar el control, pero Eiji, Dios, Eiji es gay y virgen y está semi desnudo con el chico que le gusta. Un chico que violaron desde niño. ¿Y cómo se sentiría sabiendo que esto puede excitarlo? Asqueado.

Probablemente lo odie.

Probablemente Eiji sea el sucio.

Porque Eiji sigue siendo un hombre y teniendo un pene por más que lo trate de ignorar ahora ¿acaso se tendría que avergonzar por lo que es? Eiji nunca se sintió culpable de ser un hombre. Hasta ahora.

—Me gusta esto. —Ash lo musita mimoso en un bostezo, parece que se relajó más de la cuenta y lo siente en la ligereza que cobra su agarre—. Es lindo, no pensé que lo lograría.

—¿Fue muy difícil?

—¿Qué cosa?

—Tocarme. —Es vergonzoso decirlo—. Soy un hombre ¿sabes?

—Sí, pero tú eres seguro.

—Ash.

—Eres Eiji. —Musita, Eiji arroja la nuca para atrás y están muy cerca, los brazos de Aslan lo arrastran aún más pegado e incluso un poco de agua cae por la fricción—. Eres mi esposo de bolsillo.

—¡Ah! ¡Eres un bastardo!

—¡¿Bastardo?! —Gimotea haciéndole cosquillas porque es un tramposo—. ¿Quién te corrompió con esa clase de insultos?

—¡Tú! —Ríe sin aire y a lengua suelta tratando de resistirse—. ¡Tú lo hiciste! Eres una mala influencia.

—¿Lo soy? —Su mirada es pícara, basta de un movimiento para que Eiji quede debajo de Aslan, toda su espalda se encuentra contra la tina mientras que su esposo lo ha encerrado, su silueta brilla contra las gotas de agua que danzan en su piel y su belleza es etérea—. Porque puedo ser peor.

—A-Ash. —Las manos del lince se deslizan por su ombligo, la estimulación es demasiada y Eiji muere.

Es una erección.

Una maldita erección.

—¿Eh? —Pero Ash sonríe y esa sonrisa maliciosa no le gusta—. ¿Qué tenemos acá? —Sus dedos se enganchan en el elástico de su boxer, esto se está poniendo demasiado peligroso, no es que lo desee puesto que Ash está flácido y aun así roza sobre su erección como si fuera una obligación satisfacerlo.

—Ash, quítate de encima, debo salir. —Quiere llorar.

—Creo que te emocionaste demasiado. —Pero en vez de hacerle caso se sienta sobre su regazo.

—Esto está yendo muy rápido, estás cruzando la línea. —Intenta levantarlo, más, la brecha corporal se lo impide y Ash tiene el control.

—¿Por qué no solo lo aceptas? —Ash se inclina hacia su oreja, su voz es aterciopelada, sus labios se derriten contra su cuello provocando que cada fibra se estremezca y su dureza duela aún más—. Te encantan los niños pequeños.

—¿Qué?

No. No. No.

No puede estar pasando esto, por favor, es una pesadilla. No lo quería así. Quería que fuera especial.

—Mira lo duro que estás por un mocoso, eres todo un pervertido. —Los dedos de Ash se hunden en su cabello para tirarlo hacia atrás, sus jades se encuentran vacíos, como si no estuviera mirando más a Eiji ni estuviera en el cuarto de baño—. Pero estoy acá para ti.

—Ash, me duele. —Eiji solloza, sus ojos se han atiborrado de lágrimas y no puede mantenerse calmo, pero lo que le duele no es el tirón de pelo o la manera tan agresiva en que Ash lo está tocando, sino que...—. ¡Para!

—Entonces dime, papa. —Ash sonríe—. ¿Qué quieres hacerme?

Eiji llora.

Ash está vacío.

Al final, es peor que Dino.

Okey chiquillos, nos pasó algo similar en el flufftober y repetiré un poco más las mismas notas. Los síntomas del PTSD son involuntarios e intrusivos y generan bastante malestar, por lo que "echarla la culpa a Ash" no corresponde, tampoco a Eiji, esto más que nada fue una cuestión de timing y por eso jodí tanto con la ayuda profesional. Cuando abrimos muy rápido cosas para las que aun no tenemos herramientas puede ser contraproducente, lo mismo si necesitamos abrirlas pero no las abrimos nunca. Esto por supuesto, marca para el propio Ash un golpe de realidad sobre que en verdad necesita aceptar esa ayuda y en Eiji fomenta su capacidad para poner límites, no por culpa de Ash, de nuevo, sino a raíz de la culpa que él empezara a sentir. Mañana podremos profundizar más en el chiquito, que el golpe al final le llegó a él. Y por mucho que Eiji ame a Ash no es trabajo de nadie aguantar, las redes de apoyo se queman, hay que cuidarlas y más con estos tipos que son redes de apoyo mutuas.

Nos vemos mañana~

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