Capítulo 6
Allie estaba sin palabras. No se acordaba para nada de la llamada de Javier y le había pillado de imprevisto, pero debía disimular que estaba bien.
Respiró hondo una vez, tranquilizando su pulso y reunió el coraje suficiente para responder a su amigo. A pesar de ello, las manos le seguían temblando como si estuviese en medio de un terremoto.
─Hey, Javi, por fin llamas... ─contestó al fin, fingiendo una risa─. Pues estoy... Bien, ¿y tú?
─Sí, ya lo siento por tardar, estaba ocupado. No te importa hablar ahora, ¿no? ─Su voz temblaba y Allie pudo notarlo pero no le puso importancia.
Suspiró aliviada de que no se hubiese dado cuenta de que su voz estaba a punto de quebrarse, de que no se hubiese dado cuenta de que en realidad no estaba bien. Aunque en un tiempo se arrepentiría de no decir que estaba mal.
─No pasa nada, tengo tiempo. Tampoco tengo nada que hacer.
─Vale, como quieras. Pues bueno, sobre lo del... ─Javier se vio interrumpido por Allie, que le terminó la frase.
─Sí, lo del beso... ─dijo Allie en un susurro, insegura de sí misma.
Los pensamientos negativos le nublaban la cabeza y no era capaz de pensar en otra cosa más que en eso. "¿Y si me acabo enamorando de él? O peor, ¿él de mi? Es mi mejor amigo... Cualquiera de esas dos haría que nuestra amistad se joda... Aunque también cabe la posibilidad de que ambos nos enamoremos. Pero, ¿y qué si lo dejásemos? Esto está dejando de parecerme una buena idea. No. ¿Cuándo me ha parecido una buena idea?".
Pero lo que Allie no sabía en ese momento es que Javier ya estaba enamorada de ella desde hacía años y que llevaba esperando todos esos días de cada año hasta que llegara este momento. Y ahora que por fin había llegado... Todo saldría mal.
─Me lo he estado pensando y bueno, me ha parecido una buena idea, pero me ha surgido una duda.
─Vale, dime. ─demandó Allie, intentando no sonar muy brusca.
Los nervios aumentaron con el solo pensar de que le parecía una buena idea... ¿Cuál sería su duda? ¿Y si le pedía salir? Anduvo inquieta de un extremo al otro de su habitación, indecisa de qué hacer. Se sentó en el sofá, pero al rato se volvió a levantar. Y otra vez lo mismo, solo que esta vez en la silla. Y una vez más, pero esta última en el suelo.
De nuevo, respiró hondo. ¿Cuántas veces había recurrido a eso hoy? Demasiadas. Los segundos que tardaba su mejor amigo se le hicieron eternos y por un momento se pensó que la línea se había cortado pero la voz de Javier, que sonó al fin, le confirmó lo contrario.
─A ver cómo digo esto... Después del ─carraspeó antes de atreverse a decir esa palabra─, beso, ¿habría posibilidades de que hubiese algo más entre nosotros?
No. ¡No! Todo lo que se temía acababa de ser utilizado en una simple y corta pregunta. La respiración se le entrecortaba y su estado de shock era tan agudo que el teléfono cayó al suelo. Ella siguió inmovilizada por un segundo, sin saber qué debía hacer o decir. Poco después se dio cuenta de que el teléfono yacía en la alfombra de su habitación, por lo que se agachó de inmediato para recogerlo.
─¿Allie? ¿Qué ha sido eso? ¿Estás bien? ─La preocupación era clara en la voz de su mejor amigo y odiaba eso.
Odiaba que su mejor amigo fuese tan bueno. Odiaba que le hubiese hecho esa pregunta en el recreo solo por un estúpido capricho adolescente. Odiaba que ahora tendría que rechazarle, destruyendo así su amistad. Se odiaba.
─Sí, estoy bien, perdón. Había visto una araña, nada más y me he asustado... Ya sabes cómo soy con los insectos ─mintió, con una risa nerviosa, demasiado forzada, demasiado fingida. ¿Se lo habría creído?
─Ah, bueno, vale... Entonces, ¿puedes responder a mi pregunta? Por favor.
─Em, yo, esto... ─balbuceó Allie dubitativa─. Te llamo mejor mañana, ¿vale? Es que me están llamando mis padres y quieren que vaya ya. ¡Ya voy, mamá!
─Vale, Allie, como veas... Hasta mañana.
En ese momento Allie bendijo que sus padres no se encontraran en casa, porque el grito que había pegado les habría alarmado demasiado. Ya había colgado el teléfono, aliviada de haber acabado al fin con esa conversación, aunque era consciente de que la debería retomar en otro momento, cosa que no quería. Pero tampoco ella sabía que Javier en ese momento se encontraba tumbado en la cama, con lágrimas en los ojos, evidente del rechazo de su mejor amiga. ¿Qué le había hecho cambiar de opinión tan rápido? Joder. El estruendo que sonó al golpear la pared fue demasiado alto, pero nadie se alarmó por ello. En Javier eso era normal y a sus padres ya no les importaba esto.
El remordimiento de haberle mentido a su mejor amigo le estaba consumiendo a Allie, pero debía calmarse un momento y pensar en si de verdad había hecho mal o no. Con manos temblorosas y la vista nublada por las lágrimas que se estaban acumulando ya en sus ojos, marcó el número de la persona que más necesitaba en ese momento.
─¿Diga?
─¡Lucía!
─Allie, ¿qué pasa?
─Tía... He hablado con Javier y me ha preguntado que si después del beso habría algo más. No sé si se refería a un rollo sin más o a salir en serio pero le he dicho que mis padres me estaban llamando y que le llamaría mañana. ¡No sé qué hacer! Es que te dije que no era buena idea. Soy tonta. ─Las palabras salieron como una ametralladora de la boca de Allie, lo cual hizo que su mejor amiga se sorprendiese porque eso significaba que estaba nerviosa de verdad, aunque no le extrañaba nada, debida su situación.
Ahora se sentía mal ella por haberle obligado a hacer eso. Debería haberla dejado tomar una decisión premeditada, pero había sido la misma Lucía impulsiva de siempre y se había dejado llevar. Y por su culpa, su mejor amiga estaba metida en un aprieto del que no saldría tan fácilmente.
─Buf... Bueno, lo primero: tranquilízate. Lo segundo: No te gusta, ¿no? Entonces no salgas con él. Es así de simple.
─Pero es que no es tan fácil. Si le digo que no, puede que no me vuelva a hablar, porque aparte he sido yo la que se lo ha propuesto en un principio. Así que si le rechazo, voy a quedar como una completa gilipollas. Y no, no me gusta. Sabes perfectamente que me gusta Mike y...
─Sí, sí, Mike. Lo sé mejor que nadie, créeme. Pero, ¿quién sabe? Igual te acabas enamorando de Javier y, al fin y al cabo, sería lo mejor para ambos, porque sois perfectos el uno para el otro. Y además Mike no es bueno para ti, aparte de que estta con la Nica esa o como se llame, por no mencionar que ni siquiera te hace caso... Y antes de que digas nada; no te lo digo para joder, te lo digo porque eres mi mejor amiga y quiero que tengas lo mejor de lo mejor.
─Lo sé, Lu. Pero ya sabes la de veces que he intentado olvidarle pero es que no sé qué coño me ha hecho que no me lo puedo sacar de la cabeza y eso... Me mata.
─Pues no dejes que te mate, corazón, porque tu no debes morir por nadie. Te mereces que los chicos se mueran de ganas de estar contigo ─dijo Lucía con intención de hacer sonreír a Allie, cosa que consiguió─. Y si te das el beso con Javier igual hasta te olvidas de ese capullo y todo. Dos en uno. ¿No ves que genio soy? ─Otra sonrisa invadió el rostro de ambas amigas.
Lucía era la mejor en cuanto venía a sacar sonrisas y eso a Allie le venía de perlas siempre.
─En eso te doy la razón. Excepto en la última parte, lo de que eres un genio tendremos que discutirlo en otro momento... Pero volviendo al tema, puede que me haga olvidarle, pero también puede hacer que me enamore de Javi. ¿Sabes la de cosas que se me han ocurrido que pueden pasar si eso o algo parecido ocurre? No quiero perder su amistad.
─Lo entiendo perfectamente. Lo siento mucho, si es que esto ha sido todo mi culpa. Igual es mejor llamarle y decirle que ha sido todo un malentendido y ya está, caso cerrado.
─No te culpes tonta, tu solo estabas intentando hacer lo correcto. Aunque si no le llamo puede que se olvide...
─Sí, quizás. Mañana se aclarará todo, ya verás. Ahora ve y date una ducha que se te ve muy alterada.
─De acuerdo. Gracias por todo, Lu, eres la mejor. Te quiero ─se despidió Allie con una sonrisa en la cara, agradecida por los consejos que su amiga le había concedido.
─La mejor eres tu, tonta. Y yo sí que te quiero. Hasta mañana.
Allie dejó el teléfono en su sitio y se volvió a sentar en el sofá donde se encontraba hacía unos veinte minutos. Se fijó en que la caja seguí ahí y de repente se acordó de lo que estaba haciendo antes de que esas dos llamadas ocurriesen. La tristeza le volvió a invadir, pero era demasiado pesada para ella, así que decidió tomar el consejo que le había dado su amiga. Cerró la caja, pero la dejó en el sitio que ocupaba en el sofá y se dirigió al baño para darse esa deseada ducha caliente.
*****
Las semanas pasaron y el curso arrancó. Trabajos, exámenes, tareas... Tercero de la ESO era demasiado para Allie, pero aún le quedaba cuarto para pasar a bachiller. ¡Lo que le quedaba por delante! Acababan de empezar el curso y ya estaba deseando que se acabase. Bueno, ¿y quién no?
En ese tiempo ella y Javi no volvieron a hablar, para la suerte de ella. Pero lo que ella no sabía es que Javier seguía esperando esa llamada que llegaría "mañana".
"Quizás se le olvidó. Mejor para mi. Pero, ¿y si está enfadado y no me vuelve a hablar? Buf, no quiero perderle... Igual debería llamarlo como le prometí. Pobrecito", pensó la chica mientras que bajaba las escaleras para ir hasta el coche de su madre, que esperaba impaciente en el garaje.
─¡Allie! Vámonos que vas a llegar tarde ─gritó su madre por encima del sonido del motor, que estaba ya encendido.
─¡Ahora bajo, mamá! ─respondió su hija, subiendo de nuevo las escaleras.
¡Qué despiste! Se le había olvidado la chaqueta en su habitación. Rápidamente la cogió y bajó de nuevo las escaleras, para encontrarse con su madre en el coche. Le sonrió para disculparse por la tardanza y metió su mochila en el maletero. Y, a continuación, como cada día, se sentó en el asiento del copiloto. Todos los días era la misma rutina y estaba harta de ello.
Su padre ya se había marchado a trabajar una hora antes. Trabajaba de enfermero en el hospital más conocido de la ciudad y, al no tener horarios definidos, iba cuando le llamaban, que era casi la mayor parte del tiempo. Su madre, al contrario, llevaba a Allie al instituto antes de marcharse a la empresa en la que trabajaba. No era muy conocida, por lo que tampoco ganaba mucho, pero sí lo suficiente. Y, a diferencia de su marido, ella sí tenía horarios fijos, pero había veces que debía quedarse hasta tarde en reuniones de su trabajo, que era algo con muchos números y papeles, como siempre decía Allison.
Unos diez minutos después llegaron al instituto. Allie le plantó un beso en la mejilla a su madre como despedida y se apeó del coche para ir a por su mochila. No le dio tiempo ni de darse la vuelta cuando alguien la llamó.
─¡Eh, Allie!
─Buenos días, Lucía. ─Antes de que su mejor amiga pudiese contestarle siguió hablando─. Esta mañana he estado pensándolo y... No he oído nada de Javi desde la llamada esa. ¿Tu crees que se habrá enfadado?
─Oh, es verdad... A mi ya se me había olvidado, estoy siempre pensando en otras cosas. Y como hablamos todos los días y eso, pues no se me ocurrió que estaría enfadado ni nada.
─Tú en lo que estas pensando siempre es en Luke. Y sobre lo otro, ¿te habla? ─preguntó Allison incrédula por lo que su amiga acababa de decir.
─Cállate, anda... ─dijo Lucía sonrojándose─. Claro que me habla.
─A ti te habla y a mi ni siquiera un maldito hola. ¿Lo ves normal? Vale que no le respondí, pero tampoco era algo de mucha importancia... ¿No?
─Pues, sinceramente, no lo sé. Pero aparte, ¿no querías que se olvidara? Pues ya se ha olvidado. ¿No estás contenta?
─No, no lo estoy porque ya no me habla. Quería que se olvidara solo de lo que me preguntó... No de toda nuestra amistad, joder.
─Ya, también... Igual que le rechaces le ha ofendido, no sé. A ese tema, ¿por qué crees que quiere salir contigo? Sois amigos desde Dios sabe cuándo, así que, ¿por qué ahora sí quiere? ¿Y si le gustas? ─Lucía comenzó a divagar.
Pero lo que amabas pensaban que eran meras especulaciones por parte de la chica de pelo negro, en realidad eran verdades. Verdades como puños, que pronto caerían sobre la chica de pelo rubio, causando un gran dolor en su interior.
─No digas tonterías Lu, no le puedo gustar... Nos conocemos desde pequeños.
─¿Y eso que más da? Puedes haberle gustado desde entonces.
─No creo, sería raro...
─¿Por qué sería raro?
─Pues a ver, no pegamos para nada, somos mejores amigos y por último, pero no menos importante, ¿¡quién coño se fijaría en mi!?
─A ver, no seas tonta Allison. Eres una niña guapísima y punto. No me vuelvas con ese tema otra vez ─respondió Lucía indignada y haciéndole esos gestos que ella llamaba amenazantes y que Allie llamaba estúpidos.
Antes de que Allie pudiese responder a los gestos "amenazantes" de su mejor amiga, sonó el timbre para subir a las clases y así lo hicieron. Las dos primeras horas de ese exhaustivo martes eran ambas clase de artes, la única clase que a Allie le gustaba.
Ya habían terminado el primer tema de esa clase, que era la pintura. Habían hecho varios proyectos y trabajos; entre ellos, pintar un mural. Y hoy por fin, comenzaban un tema que a Allison le emocionaba: fotografía. Sabía que iba a ser un proceso doloroso, pero debía hacerlo, debía cumplir aquella promesa que hizo, y ahora se creía lo suficientemente fuerte como para realizarla.
─Bien chicos, como ya os dije el día pasado hoy vamos a hacer un poco de fotografía. ─Comenzó a explicar Luke─. Vamos a trabajar en parejas, ya que no hay suficientes cámaras para todos, pero los trabajos que os voy a asignar luego van a ser individuales. Ahora vamos a bajar al taller, en silencio, como os oiga hablar nos quedamos aquí las dos horas, ¿entendido?
Todos los alumnos asintieron, aunque sabían que aunque les dijese tales cosas nunca las cumplía. Iban siempre susurrando, como en ese momento y Luke nunca les decía nada. Se dirigieron a la puerta y bajaron al taller entre pequeñas risas, aunque los chicos ya estaban montando alboroto, como era de esperar.
Al llegar al taller los alumnos se colocaron por las parejas deseadas y el profesor repartió las cámaras. Allie cogió la cámara que le había entregado Luke y se quedó pensando. Era el mismo modelo que tenía guardado en la caja... La misma que le habían regalado hacía un año o menos. La tristeza invadió su cuerpo y se le humedecieron los ojos, pero lo disimuló rápidamente, fingiendo que bostezaba.
Por suerte, el tiempo se pasó volando y lo pasaron bien. En ese rato a Allie se le olvidó todo, porque estaba haciendo lo que más le gustaba. Diez minutos antes de acabar, Luke explicó lo que debían hacer para el próximo proyecto de fotografía.
─Bien, pues ahora os voy a explicar en qué consiste el proyecto. Lo primero, hay una parte obligatoria ─Al oír esto muchos alumnos suspiraron y se quejaron, cuando, en cambio, Allie sonrió, satisfecha de que por fin hacía algo que le gustaba en ese maldito colegio─, y también hay una parte voluntaria. En la parte obligatoria todos tenéis que sacar por lo menos cinco fotos de un tema en concreto y explicar por qué habéis escogido ese tema, ese ambiente... Y todo debe estar en papel, o sea, las fotos tienen que estar impresas, más la parte escrita. Os dejo hacer el diseño como queráis, si queréis ponerle portada le podéis poner, si queréis presentarlo en un A3, pues bienvenidos seáis, y etcétera. Eso sí, no os olvidéis de poner vuestros nombres.
»Luego, en la parte voluntaria, a parte de las fotos del trabajo, tenéis que sacar diez más. Solo que a éstas no hay que ponerles el por qué del tema ya que puede ser otro completamente diferente y, además, se entregan a parte. Si os apuntáis a la parte voluntaria estaréis participando en un concurso. Consiste simplemente en es: sacar esas diez fotos. Quien gane el concurso, tendrá un diez en la evaluación, el premio que entreguen y sus fotos serán colgadas por los pasillos del instituto, para que todo el mundo las pueda apreciar. Aquí tengo la hoja de inscripción, yo la paso y quien quiera apuntarse que ponga su nombre, apellido y curso. ─Terminó su discurso y pasó la hoja que había indicado a la primera mesa.
Pocas personas se habían inscrito al concurso, por lo que iba a ser más fácil ganar; pero entre ellas, aparte de Allie, también se encontraba Nicky. Que, a pesar de haber cambiado por su novio, aún seguía realizando todas sus tareas, fuesen obligatorias o no.
─Al, ¿te has apuntado al concurso ese? ¿En serio? ¿Trabajo extra? Si tu odias el trabajo extra... ─comentó Lucía mientras que subían a clase a dejar sus cosas.
─Y lo odio, pero tengo mis razones... Ya te las explicaré otro día ─dijo secamente, dejando a su mejor amiga a medias.
─Bueno, como veas...
Salieron de clase y ya no quedaba absolutamente nadie en los pasillos, ya que estaban todos en el recreo ya. Pero antes de llegar a las escaleras para bajar al patio, alguien las llamó.
─¡Allie! ¡Lu! Esperad.
Las dos se dieron la vuelta para descubrir quién les estaba llamando y era quien ambas creían que sería. Eso sí que era mala suerte.
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