Capítulo 17
Un par de horas después Jake se despertó con un bostezo. Abrió los ojos para ver que Allie seguía dormida a su lado. Sonrió al ver lo bien que estaba, pero esa sonrisa desapareció cuando miró al reloj que estaba colgado encima de la televisión.
─¡Hostia! Que llevamos ya dos horas dormidos.
Al oír el grito de Jake, Allie se despertó extrañada. Se sentó en el sofá y bostezó. Había dormido muy bien y Jake había tenido razón, eso era lo que necesitaba. Se sentía mucho mejor ahora que había dormido un rato...
─¿Qué pasa? ¿Por qué gritas? ─preguntó Allie, aún desperezándose de la siesta.
─Llevamos unas dos horas durmiendo, es posible que mis padres hayan llegado... Lo que me sorprende es que no nos hayan despertado.
En ese momento una mujer baja, un poco rellenita, de pelo rojo teñido hasta los hombros, se asomó por la puerta. Allie supo en ese momento que ella era la madre de Jake, porque el parecido era increíble. Los ojos verdes de la mujer brillaban como perlas, al igual que su enorme sonrisa. Llevaba un vestido de flores rosas que le llegaba hasta la rodilla y sobre él llevaba un delantal beige, lo que significaba que probablemente estaría cocinando.
─Oh. Hola, mamá ─dijo Jake sonrojándose.
─Hola, cariño. ─La mujer hizo una pausa y, con una sonrisa aún, miró a Allie─. ¿No nos vas a presentar?
─¿Qué? ¡Ah! Sí. ─Jake carraspeó, un poco nervioso por la situación─. Eh, mamá esta es Allie, y Allie ésta es mi madre, Lorena.
─Encantada de conocerte al fin, Allie. Jake nos ha hablado mucho de ti. ─Lorena envolvió a Allie en un abrazo cariñoso, y ésta se lo devolvió.
Estaba un poco incomoda ya que no pensaba que conocería a la madre de Jake tan temprano, ya que solo llevaban unas semanas saliendo, pero a la vez estaba contenta de haberla conocido, y de saber que Jake hablaba mucho de ella.
─Igualmente, Lorena ─respondió Allie, con una sonrisa.
─Bueno, ¿cómo es que os habéis quedado dormidos?
─Oh, nada... Es que Allie necesitaba dormir y...
─Me peleé con mis padres y Jake me dejó venir aquí a dormir. Al final, pues ha acabado durmiéndose él también... ─Terminó Allie, haciendo que Lorena se riera por la última parte y que Jake se sonrojase.
─Sí, eso mismo. Eh, es que no sé, tenía sueño y claro... ─Jake estaba más rojo que un tomate.
Estaba muriéndose de vergüenza en ese momento; no tenía planeado que sus padres le viesen con su novia, y aunque ya lo supiesen, le seguía dando vergüenza, sobretodo porque se había quedado dormido.
─No pasa nada, hombre. Estás bienvenida aquí cuando quieras, Allie. Puedes quedarte a cenar, si quieres.
─Vaya, muchísimas gracias Lorena, pero creo que debería regresar ya a casa. No quiero preocupar a mis padres ─dijo Allie bajando la mirada.
No quería volver ahí, pero conociendo a sus padres, si no volvía seguramente llamarían a la policía y eso era lo último que necesitaba en ese momento. Prefería tener una buena bronca de sus padres que tener que meterse en líos con esa gente.
─Como veas, querida. Cualquier otro día que quieras puedes venir, te esperamos con los brazos abiertos. Y mucha suerte con lo de tus padres, bonita, cualquier cosa nos llamas. ─Lorena le guiñó un ojo y desapareció de nuevo en la cocina.
─Muchas gracias ─respondió Allie antes de que desapareciese, contenta por lo agradable que era la madre de Jake.
Tenía envidia de que sus padres fuesen así, ojalá los suyos también lo fuesen. Suspiró, recordando que en ese momento tendría que plantarles cara. ¿Qué había hecho ella para merecer eso? Quería pensar que todo era un sueño, que sus padres en realidad eran como los de Jake, pero sabía mejor que nadie que sus padres nunca serían así.
─Bueno, supongo que me voy ya. Gracias por todo, cielo.
─No me las tienes que dar, pequeña. ─Jake acompañó a su novia a la puerta, la cual había insistido en que podía ir sola a casa y le dio un largo beso.
─Adiós, te quiero.
─Hasta mañana, te quiero.
Jake se quedó en la jamba de la puerta, observando como Allie se adentraba en la oscura noche. El sol ya había caído hacía unas horas, y el cielo ahora estaba cubierto por una espesa capa de nubes, que dejaba ver unas cuantas estrellas y parte de la luna llena. Cuando la perdió de vista en la noche, cerró la puerta lentamente.
─Es guapa tu chica. Se nota que os queréis mucho, así que no la pierdas ─dijo de repente el padre de Jake, que había estado espiándolos desde el salón.
─Sí. La quiero muchísimo papá... Demasiado. Y decir que es guapa es poco, es preciosa y eso aún se me queda corto. Es la perfección en persona ─susurró Jake, suspirando con una sonrisa en la cara mientras que recordaba momentos junto a su novia.
En definitiva, la quería como a nada y no tenía pensado dejarla ir nunca. El padre de Jake sonrió al ver que su hijo había salido a él. Un pequeño enamorado que pensaba en quedarse con la mujer de su vida para siempre, al igual que hizo él con Lorena. Sin decir nada más, su padre volvió a la cocina y Jake subió arriba a darse una ducha.
*****
Allie llegó a casa después de diez escasos minutos, aunque para ella han sido como diez horas de caminata. Dio gracias de haber llegado ya a su casa porque no sabía si iba a poder soportar un minuto más el maldito frío que se había apoderado de aquella nublada noche. Pero a la vez maldecía haber llegado ya allí, ya que sus padres iban a estar en sus talones todo el rato intentando averiguar dónde y con quién había estado las dos pasadas horas.
Pero Allie no era tonta, por lo que nada más abrir la puerta se dirigió con sigilo a su cuarto para que sus padres no tuviesen la oportunidad de pararle y hacerle un interrogatorio. Se quitó la sudadera que olía a Jake. Le encantaba ese olor. Sonrió al pensar en él... Quería estar con él ahora mismo, acurrucados en su sofá, dándose mimos y besos toda la noche, pero sabía que eso ahora mismo iba a ser imposible. Se puso el pijama y se volvió a poner la sudadera.
No tenía muchas ganas de dormir. Aparte de porque aún era temprano, teniendo en cuenta que normalmente conseguía dormirse hacia la una, porque acababa de despertarse de la siesta con Jake. Sabía que por eso iba a dormirse incluso más tarde que de normal. Decidió que iba a bajar a la cocina a cenar algo, porque estaba muerta de hambre, no había comido desde las dos de la tarde. Sabía que si sus padres estaban ahí iban a hacerle preguntas, pero iba a correr ese riesgo tan solo por comer un poco.
Bajó haciendo el menor ruido posible, pero al llegar a la cocina sus padres le oyeron. Sofía se levantó de la silla en la que estaba sentada y se asomó por la puerta.
─Mierda ─murmuró Allie entre dientes.
─Buenas noches, Allie. ¿Dónde has estado? ─preguntó Sofía, de brazos cruzados.
─Como si te interesara. ─Allie pasó por al lado suya para entrar en la cocina y coger algo para comer.
─Allie, lo sentimos mucho. De verdad. No sabemos qué mas hacer para que nos perdones... ─Su padre intervino.
─Pues el sentirlo no va a arreglar nada, tendríais que haberlo pensado antes y no haberme mentido desde el principio.
─Era por tú bien.
─¿Por mí bien? Habría sido mejor recibir la puta verdad en su momento, porque encima era una cría y seguro que segaría tan feliz al día siguiente, pero al menos lo sabría. Habría preferido sentir todo ese dolor de tan pequeña, antes que sentirlo ahora, añadiendo el dolor de que me hayan mentido durante toda mi vida. ¿Sabéis lo que duele eso? Mucho, no os imagináis cuanto. Y encima de mis propios padres... Y-yo no me esperaba esto de vosotros ─confesó Allie, las lágrimas formándose de nuevo.
─Pero es que ya te hemos dicho la verdad, Al. Ya te ha dicho tu padre que ya no sabemos qué hacer para que nos perdones.
─¿Otra vez me mientes? Seguís ocultándome más cosas, lo noto. Y poco podéis hacer para arreglar esto, a menos que tengáis una máquina del tiempo para ir al pasado y arreglarlo. Sino, no hay nada que podáis hacer.
─Pero, Al... ─suplicó Sofía.
─No. Ni pero ni pera. Habéroslo pensado antes. Yo solo quiero saber la maldita verdad, pero ya me he dado cuenta de que es algo imposible, dado que lo único que sabéis hacer es mentir.
─Señorita, esta no es forma de hablarle a tu madre. Yo no voy a seguir consintiendo este comportamiento, así que si quieres algo lo vas a pedir de buenas maneras, pero esas groserías no te van a llevar a ningún lado.
─Ah. O sea, ahora aparte de mentirme, también me amenazas, ¿no? Vaya par de padres que tengo.
─¡Te hemos contado la verdad, Allie! ¿Qué más quieres? ¿Que nos inventemos algo para que tú estés feliz? ¿Para que dejes de atormentarnos con la historia de las mentiras?
─¿Me estás vacilando? Lo que me estás diciendo es que yo os estoy atormentando con la "historia" de las mentiras ─escupió Allie, haciendo el gesto de las comillas─. Perdona, pero si vosotros no hubieseis empezado con ello, nada de esto estaría ocurriendo. Con lo cual, ¿de quién es la culpa? Vuestra. Es toda vuestra culpa, así que a mí no me metáis en ese caos que empezasteis vosotros.
─Eres tú la que te has metido en este caos, chiquilla. Y debíamos esconder todo eso. ¿O preferías vivir pensando que a ti podría atacarte también ese cáncer?
─¡Claro que lo hubiera preferido! Era una niña, al fin y al cabo no iba a entenderlo, no iba a preocuparme por ello. ¿Alguna vez habéis intentado poneros en mí lugar? ─Allie se quedó callada durante unos segundos antes de responder a su propia pregunta─. Qué tonta soy. No sé ni para qué pregunto si sé que la respuesta es que no. Os creéis que mi vida es fácil, que ser adolescente hoy en día es fácil, y que ser adulto no. Pero no es así, hay algo llamado empatía y creo que deberíais usarlo más a menudo. Eso sí, conmigo ya ni lo intentéis.
Enfadada, Allie salió de la cocina y se dirigió a su cuarto, reteniendo aún las lagrimas. Aunque estaba claro que ahora mismo había más ira dentro de ella que lágrimas. Cerró la puerta de golpe, haciendo que un enorme estruendo sonara por toda la casa. Se deslizó por ella hasta caer al suelo, como solía hacer ya muy a menudo. Las lágrimas caían como la lluvia, con rapidez y con fuerza, nunca parando de deslizarse por sus mejillas.
Poco rato después se levantó y se dirigió a su tocador, como ya hacía cada vez que estaba mal. Al sentarse se dio cuenta de que algo faltaba, por lo que fue a su armario, donde abrió el cajón en el que había guardado la navaja. La cogió junto con el álbum que había encontrado con las fotos de Raquel. No quería hacerlo, sabía que debía controlarse, pero su cuerpo le pedía a gritos que lo hiciese. Así que... Lo hizo. No podía aguantarlo más, necesitaba ese desahogo inmediatamente.
Pero en un abrir y cerrar de ojos sus brazos estaban llenos de heridas. Continuó cortando, pero esta vez en las piernas. Solo pensaba en la ira que le recorría el cuerpo. Ira, tristeza, melancolía... Esos sentimientos y más la carcomían por dentro y en lo único que pensaba era en morir. Sí, quería morir, al menos así creía que podría estar cerca de su hermana. Pero no era su hora de irse, aunque fuese lo que más quería en el mundo en ese momento.
Se empezó a marear, estaba perdiendo demasiada sangre. La navaja cayó a la moqueta, sin hacer ruido alguno. Con la vista borrosa, se miró las manos. Estaban rojas, llenas de sangre, al igual que toda ella. Ya no sabía si las lagrimas seguían cayendo o si había dejado de llorar. Ya no sabía si de verdad estaba viva, muerta o todo era un horrible sueño del que despertaría. Ya no sabía dónde estaba. La realidad se iba alejando poco a poco y aunque por un lado quería quedarse allí, por el otro estaba agradecida de que todo eso había terminado. Su respiración era irregular y poco a poco iba cesando... Hasta que cayó al suelo ella también. El ruido que hizo alarmó a sus padres, que sin dudarlo un momento corrieron hasta su habitación.
─¡Allie! Allie, ¿estás bien? ─gritó su padre mientras subía las escaleras a todo correr.
Abrió la puerta de golpe, para encontrarse con la imagen de su hija en el suelo, desangrándose. Corrió llorando hacia ella, sin saber muy bien qué hacer. Su madre llegó a la habitación unos segundos después y al ver la escena que se presentaba enfrente de ella, se llevó la mano a la boca, las lágrimas ya cayendo por sus mejillas. No podía creerse lo que estaba viendo, pero no había tiempo para procesar esa información. Corrió de nuevo abajo, sin cuidado. Se tropezó en el último escalón, pero por suerte consiguió mantener el equilibrio y no caerse. Tenía la vista borrosa, la cara empapada, y las manos temblorosas. Llamó al hospital y por primera vez en su vida bendijo el hecho de que vivían relativamente cerca del hospital, pues de esta forma la ambulancia vendría antes.
En escasos cinco minutos la sirena de la ambulancia se podía oír acercándose por su calle. Entraron el casa, preparados para llevarse a Allie, que ahora dormía en los brazos de su padre. Al ser enfermero, sabía lo que debía hacer en una situación así, así que ya se había encargado de detener el sangrado. Dos enfermeros la vigilaban en la parte trasera de la ambulancia, evitando que la sangre continuase saliendo. Por suerte, llegaron enseguida al hospital, casi más rápido de lo que habían llegado a su casa.
Los padres de la chica seguían a la ambulancia con el coche para llegar al hospital al mismo tiempo que ellos. Habían querido montar en la ambulancia, pero no había espacio para todo el mundo. Al llegar a la entrada del hospital, corrieron detrás de los enfermeros que llevaban apresurados la camilla al interior del edificio, pero unos enfermeros les denegaron el paso a ambos, por lo que se tuvieron que quedar en la sala de espera.
Los dos esperaron en la sala solos durante unos minutos que parecieron horas, hasta que llamaron a los mejores amigos de su hija. Ya habían llamado a Lucía y Javier, que habían llegado lo más rápido posible, cuando Lucía se acordó de algo. O de alguien, mejor dicho. No sabía si llamar a Jake, ya que Javi estaba allí también, pero debía llamarle porque era el novio de Allie. No tenía el número de teléfono del chico, pero los padres habían cogido el móvil de Allie por si acaso, y de ahí sacó el número. Quince minutos después de la llamada Jake entró por las puertas de del hospital, casi a punto de llorar.
Cada segundo se les hacía eterno y pronto cada segundo se convertía en minutos, y los minutos se convertían en horas. Pero al fin, una enfermera emergió de las puertas por las que habían llevado a su hija y se dirigió a ellos con una sonrisa. Les permitió entrar, pero tan solo a sus padres por el momento.
Ahí estaba ella en la camilla, vestida con un camisón blanco de hospital y con una sonda colocada en su brazo. El monitor que representaba los latidos del corazón de su hija hacía un ruido que enseñaba que los latidos eran estables, y era el único ruido que rompía el silencio, además de los sollozos de Sofía. La enfermera les había dejado solos unos minutos pero no tardó en volver para darle las malas noticias a esos dos pobres padres.
─¿Qué tal está? ¿Se va a recuperar? ¿Qué le pasa? ─Al padre de Allie se le corrían las lágrimas solas, necesitaba respuestas ya, no podía aguantar ver esta imagen durante mucho más tiempo.
─Me temo que tengo malas noticias, Señor Winston. Su hija... Está en coma.
Esas palabras drenaron por completo la vida que quedaba dentro de los padres de Allie. Ambos estaban pálidos, como si acabasen de ver un fantasma. Deseaban que todo esto fuese un sueño, pero a cada minuto que pasaba la realidad era más palpable. Su hija estaba en coma.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro