
Capitulo 9
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La luna y las estrellas.
Alya.
Me deje caer en una de las sillas de la biblioteca con un libro de química en mis manos. Hubo varias fórmulas que no entendí y pasaba de preguntarle al profesor en medio de la clase para llamar la atención.
Abro el libro y busco el tema. Al dar con él, tomo mi cuaderno y empiezo a tomar apuntes de algunas cosas con un lápiz.
Pasados pocos minutos mi estomago rugió, así que saqué el sándwich que me había preparado como todas las mañanas, a diferencia que esta vez ingerí la mitad sin problema.
- ¿Qué es lo que te traes con Elián?
Levanto la mirada del libro y veo a Edan sentándose frente a mí con su ceño ligeramente fruncido.
- Eh, ¿hola?
- Si, hola, lo siento, pero te hice una pregunta.
- ¿Perdona?
- Si, ¿Qué te traes con mi hermano? Lo he visto varias veces esperarte a la hora de salir y hoy te vi llegar con él.
¿Hermanos? ¡Claro, por eso me daba un aire familiar!
- ¿tu hermano?
- Si Alya. El chico que te...
- Si, te escuche la primera vez, pero no sabia que era tu hermano.
- ¿Cómo que no...? Bueno no importa, ahora lo sabes... respóndeme.
- ¿Y yo porque debería darte explicaciones de mi vida?
- Solo quiero advertirte. Elián no es tan bueno como aparenta ser, así que debes ir con cuidado Lya. él sabe cómo hacer que te encariñes y después alejarse sin más y no quiero que te lastime.
Se levanto y salió tan rápido como llego dejándome desconcertada.
¿Lo diría en serio?
Al salir de clases me encontré nuevamente con Elián (creo que no es novedad) y paseo mi mirada por todo el lugar. Doy con la mirada de Edan en nosotros con los ojos entrecerrados y el ceño ligeramente fruncido y le frunzo el mío.
¿Qué le pasa?
Al llegar a la tienda de donas no pude evitar preguntarle.
- Oye Elián. Yo... tengo un compañero de clase que se llama Edan, tú... ¿lo conoces?
Fue estúpido que preguntara eso, ya Edan me había dicho que era su hermano...
- Edan... - dice el nombre como si lo estuviera saboreando - ¿Cuál es su apellido?
- Ehh, bueno... creo que es Ryder.
No lo creía, estaba muy segura de eso.
- Ah, ya veo... Si, nos conocemos, es mi hermano. ¿pasa algo con él?
¿Debería decirle que me dio una advertencia de él? Probablemente no. Pero ya que.
- Bueno, él... me dijo que no debería confiar en ti. - susurro apartando mi mirada de la suya.
- ¿Y te dio un motivo?
- No.
- ¿Y vas a creerle si no te da un motivo?
- Es que, sonaba muy seguro de ello. Y veras, Edan y yo... éramos muy buenos amigos y se cuando habla en serio.
- Claro, tiene sentido. - recibe las donas pagando por ellas y salimos del lugar. - ¿Tienes que regresar ya a tu casa?
Revise la hora en mi celular. Sabía que papá hoy no pasaba a almorzar a casa porque había hablado con él y seguramente mamá estaba sola con Ana.
- No, ¿Por qué?
- ¿Te parece si almorzamos en el Diner y te explico?
El Diner es un lugar al que iban muchas personas. Por lo que no me negué a ello. Al llegar pedimos una mesa y nos entregaron la carta que no ojee mucho porque ya sabia lo que iba a pedir.
- ¿Solo vas a pedir eso? - preguntó al ver que pedí un mousse de chocolate y agua.
No me sentía preparada para decirle de mi problema alimenticio, aunque probablemente sospechara de ello al ver mis brazos muy delgados o mis pómulos hundidos.
- Si, no tengo mucha hambre, con eso será suficiente.
- Muy bien... veo que te gusta mucho el chocolate. - le informa al camarero lo que comeremos y empieza a hablar. - ¿Recuerdas que te dije porque fue que no vivía con mis padres?
Recuerdaba que dijo que lo encontraron una vez drogado, y al estar en ese estado no recuerdaba mucho, pero si el que le provocó una herida leve a su padre al intentar quitarle algo de su mano. - Asiento dos veces y este continúa.
- Bien, voy a hablarte de la historia desde el inicio. Yo solo... espero que me dejes contarte todo.
- De acuerdo, te escucho.
Voy a contarles esto como si lo narrara él. Así que aquí va.
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Elián.
2 años atrás.
El saber que probablemente reprobaría mi penúltimo año escolar, era el detonante que me faltaba para arruinar mi día. Papá detestaba de cierta manera que hubiera reprobado más áreas en tres meses que en toda mi vida escolar.
Pero no podría culparlo, saber que el hijo en que tenías altas expectativas te defraudo de todas las formas posibles no es algo de admirar.
- No me jodas Elián. ¿De verdad estas tirando toda tu vida por eso?
Aparte la mirada con algo de vergüenza, quizás tenía razón y debía dejar lo de la fotografía para seguir con su negoció. Aunque no es lo que quería, es lo que debía.
- ¿Qué pretendes hacer con tu vida en el futuro si continúas bajando tus notas? La maldita fotografía no te va a dar dinero suficiente y si sigues reprobando va a ser muy difícil que encuentres una buena universidad.
- Pero es lo que quiero. Mamá siempre me dijo que tenía que hacer lo que me apasionara y para las notas solo tengo que organizar mis horarios para que no se crucen con los de...
- Deja. de. pensar. en. eso. La fotografía no vale la pena.
- Claro que vale la pena papá.
- Vete. A la mierda. - gruño mientras pasaba ambas manos por su cabello. - esto es solo un capricho que tienes por culpa de tu madre.
- No lo es, y si mamá lo dijo es porque...
- Tu madre ni siquiera tiene uso de razón para opinar. Y por su culpa tus horarios se están cruzando.
- Las clases de fotografía son en la tarde, estudio en la mañana y sólo cuido de ella en la noche. Si tengo que dejar de asistir a clases en la mañana por ella lo voy a hacer.
- ¡Bipolar Elián! ¡Tiene un maldito trastorno bipolar! ¡¿Que mierda vas a poder hacer tú?!
- ¡Ayudarla!
- ¡Tu madre ya tiene ayuda aquí, no le pago una maldita enfermera para que tú te la pases metido en su habitación! Vas a dejar a tu madre en paz y solo verla en las noches, dejar la fotografía y usar las tardes para tus tarea. Vas a empezar a subir tus notas para estudiar administración y seguir con el negocio.
Me frustraba que quisiera seguir con eso importándole poco lo que le estaba diciendo sobre mis gustos.
- ¿Por qué sigues insistiendo? Te dije que no quería estar toda mi vida encerrado en una oficina cuando tengo la oportunidad de explorar mientras hago lo que amo.
- ¿Amor? Y una mierda Elián.
- ¡Si, amor! ¡Lo que se supone que deberías sentir por mamá, pero prefieres dejarla encerrada todo el día en una maldita habitación, vigilada por una enfermera con la excusa de que tiene Bipolaridad! - me levanté del asiento sin poder soportar más.
- ¡TUS ESTUDIOS SON MÁS IMPORTANTES!
- ¡MAMÁ ES MÁS IMPORTANTE PARA MI QUE CUALQUIER OTRA COSA!
Abandone el salón dirigiéndome a mi habitación. Entre dando un portazo, olvidándome por completo de que mi hermano esperaba por mí.
- Él también se siente mal ¿Sabes? - dijo este observándome desde el sillón ubicado al lado de la puerta.
- Si, todo se reduce a lo que ustedes sienten pero, ¿Dónde quedo yo? También tengo sentimiento y me duele ver a mamá en ese estado. No voy a permitir que él la lleve a un centro psiquiátrico solo porque no sabe cómo lidiar con ella.
- Pero es lo mejor para todos. ¿Acaso no viste como actuó cuando paso por su fase maníaca?
- Fue porque olvidó su medicación. Pero si nosotros ayudamos a que la tome cuando debe, ella seguro...
- No va a cambiar de decisión. Lo sabes ¿no? Por más que lo intentemos, el no va a cambiar de parecer.
- Si, lo sé. - me dejo caer en la cama mientras mi hermano me observaba - pero voy a intentar ayudarla igual.
Días después de la discusión, traté de asistir más a clases para no enojar a papá pero aun así para él, yo seguía siendo su peor migraña. Mamá llegó a un punto donde la oía sollozar, y murmurar lo mismo siempre que pasaba por su habitación.
No merecen esto. No es fácil para ellos ni para mí. Quisiera poder ayudarles.
Papá no me permitía entrar en la habitación y nos informó a mi hermano y a mí que el fin de semana pasarían unas personas por ella. Era jueves, lo que quería decir que solo faltaban dos días para eso, y que por más que yo lo intentará no iba a cambiar de decisión.
La mañana del viernes no asistí a clase, quería hablar con mamá, o intentar hacerlo, pero por más que lo intentara no podía abrir la puerta. Y tampoco escuchaba a mamá. Su enfermera, quien le dejaba las comidas y revisaba su estado llegó pasada las 8:30 de la mañana para dejar su desayuno.
Esa era mi oportunidad, pero mi yo de 18 no esperaba encontrarse con esa imagen. Mi madre hecha un ovillo en una esquina del suelo entre su cama y la pared.
- ¿Mamá? ¿Mamá qué te pasa? ¿Sandra por qué ella no se mueve? - mire desesperado a la enfermera tratando de encontrar respuesta.
- Yo... n-no lo sé, quizá, fue el medicamento.
Sandra se acercó a ella e intentó moverla. Aun así mamá no reaccionaba. Puso dos de sus dedos en su pulso y al ver como el rostro de Sandra palideció, sentí que mi mundo caía en picada por un precipicio.
- No respira... Elián, tu madre no tiene pulso.
Empecé a murmurar tan rápido que dudaba que Sandra estuviera entendiéndome.
- Podemos llamar una ambulancia. Llamare una ambulancia, ella estará bien, solo... solo t-tengo que llamarla y va a mejorarse ¿verdad? Ella v-va a estar aquí otra vez como si nada hubiera pasado y nosotros...
- Elián. No podemos hacer nada.
Señaló una esquina de la habitación y seguí su dedo con la mirada. Había un pequeño frasco blanco tirado en el suelo con dos pastillas sobresaliendo de él.
- No. No. No. Mamá no pudo hacer eso. Ella no...
Tomé el frasco en mis manos y comprobé que solo había esas dos pastillas en él, cuando Sandra tan solo ayer había dejado en esta habitación ese frasco nuevo.
Ni siquiera estaba seguro de si estaba permitido dejarle un frasco de pastillas a una persona enferma!
- S-sandra. Por favor dime que esto es un sueño. - tan solo podía susurrar mientras sentía mi cuerpo desfallecer y me dejé caer lentamente junto a la pared. - ella no está muerta. No puede estarlo.
- Lo siento. - susurró al tiempo que una lágrima rodaba por su mejilla.
Me negaba a aceptarlo, pero era algo demasiado evidente. Sandra llamó una ambulancia, luego a papá y me dijo que le avisara a mi hermano de eso, pero mi cuerpo seguía sin reaccionar. Solo podía ver la figura de mi madre tendida en el suelo, su rostro pálido, sus labios sin vida, sus párpados algo violetas, solo confirmaban lo que estaba tratando de negarme a mí mismo.
Debajo de la almohada de la habitación donde mamá dormía, había una pequeña carta que encontré ahí esa misma noche al quedarme a dormir... o bueno al intentarlo.
No sé cómo empezar esto así que... trataré de ser breve.
Se que no es la mejor decisión, pero no sé qué más hacer. No quiero ir a un centro psiquiátrico y estar en estas cuatro paredes con solo la luz de la lámpara me agobia demasiado.
Es difícil soportarlo para mí, pero sé que es más difícil para ustedes tener que cargar con mi responsabilidad. Por eso... estoy tomando esta decisión de liberarlos de un gran peso.
Cariño. No maltrates a tus hijos por no ser lo que tú quieres, ellos lo intentan cada día ¿Sabes? Al venir a hablar conmigo los veo derrumbarse por la presión a un punto en que se quedan dormidos en mi regazo. Intenta comprenderlos un poco más. Por el amor que me tuviste alguna vez, y por el amor que tuviste al verlos en aquella habitación de hospital por primera vez...
Elián. Mi Eli. Estoy agradecida contigo por tratar de que mis días en esta oscura habitación fueran menos grises. Aunque la mayoría de las veces solo quedará en eso... vagos intentos. No dejes de luchar por lo que quieres, me gusta como brillan tus ojos al hablar de eso que tanto amas.
Estoy orgullosa de ti, admiro todo lo que haces y el gran hombre en el que te has convertido.
Edan. Mi pequeño saltamontes. Recuerdo la primera vez que te vi en aquel hospital, supe que mi amor por ti iba a ser incondicional igual que con tu hermano. Me enorgullece ver el esfuerzo que pones por lo que quieres, aunque a veces seas algo impulsivo. Se que escojas lo que escojas como profesión, vas a destacar en ello.
Me enorgullece decir que tú y Elián son mis hijos. Y ver que aunque nunca supe ser madre al final di lo mejor de mí.
Los amo. Y voy a cuidarlos desde donde sea que esté.
No me extrañen demasiado y cada vez que vean el cielo, hablen con la luna o la estrella más brillante. Ahí estaré yo para ustedes.
Espero algún día puedan perdonarme por esto...
Firma Emily Vera.
El día del velorio no podía dejar de culpar a papá por lo sucedido, aunque muy en el fondo sabía que no era responsable de la decisión de mamá. Ella dijo en la carta que no la extrañáramos demasiado, pero para mí era imposible no hacerlo cada noche.
Salía al jardín de la casa a hablarle a la luna de mi día como si fuera ella, y cuando estaba muy nublado le hablaba al cielo vacío, porque aún así me sentía escuchado.
De un momento a otro, mi vida dio un giro. El alcohol era mi mejor amigo, y las drogas mi mejor aliada. Edan ya no sabía qué hacer para ayudarme y trataba de cubrirme siempre que llegaba drogado para evitarme los regaños de papá. Cuando estaba en ese estado por momentos sentía a mamá junto a mí. Y mi vida no iba tan bien pero al menos papá había dejado de meterse conmigo... o eso fue lo que creí.
- Mírate, cada día te ves más hundido en un maldito pozo ¿Te quieres morir acaso?
Estaba recostado en el sofá de casa, llevaba la camisa de mi uniforme desabotonada hasta la mitad de mi torso, descalzo y con una cerveza en mi mano derecha.
- Si puedo llegar con mamá no me importaría hacerlo.
- ¿No ves el daño que te haces Elián?
- El mismo que le hacías a mamá al encerrarla en la habitación.
Sus ojos se apretaron con frustración y al abrirlos logre ver como mueve sus labios diciéndome algo.
No logro entender lo que dice. El tener Marihuana y alcohol en mi sistema me hace oír y ver distorsionado.
- Papá, no estoy para tus regaños ¿sí?
- Te los vas a... ¿Estás drogado? ¿en serio?
- Da igual.
Intento quitarme la cerveza pero logre esquivar su agarre y así estuvimos por unos segundo hasta que sin querer golpeó la botella con la pequeña mesa haciendo que esta se rompa en varios pedazos y el poco contenido que había en ella callera en la alfombra.
- ¿Esto es lo que quieres enseñarle a tu hermano?
- Edan ya está grandecito para saber que es bueno para él y que no.
- ¿Y tú? ¿No lo estás?
- Si, y es por eso que estoy decidiendo hacer esto.
Le enseñe la bolsita con el contenido blanco en mi mano izquierda. ni siquiera recordaba quien me la había vendido, pero la había encontrado minutos atrás en el pantalón de mi uniforme. La cara de papá se tornó de rojo por el enojo.
- Dame. Eso.
- No. Es mía.
Forcejeamos por la pequeña bolsa y al sentir que iba a lograr quitármela intente darle un manotazo con mi mano derecha olvidando el pico de botella entre mis dedos provocándole una cortada leve.
- Ashh... Maldita sea Elián, - sacudía su muñeca de arriba abajo tratando de aliviar el dolor, al ver la sangre escurrirle palidecí. - Eres una mala influencia para tu hermano. Si quieres echar a perder tu vida, hazlo. Pero lejos de mi casa.
- Perdón. Yo no quería...
- Espero llegar mañana en la tarde y no ver tus cosas aquí. No me importa si vas a quedarte en la calle o en un maldito basurero.
A veces es mejor no decir nada, y esta vez tomaré esa opción. 🤐
Gracias por gastar unos minutos de su tiempo en leerme, lxs quiero. 🖤
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