
Capitulo 7
¡Motocristo en Jesucicleta!
Alya.
Una semana entera.
Fue el tiempo que duro mi castigo. Papá le dijo que era algo sin sentido castigarme sin libros porque ya los había leído y podía buscarlos fácilmente por el celular, y que también era estúpido el motivo de mi castigo.
Castigada por no portarme como Elisa.
Mamá paso a pedirme unas vagas disculpas que estoy segura y fue papá quien le exigió que me las diera.
Tome mis cosas y las llaves para dirigirme a la puerta sin mirar a mi alrededor para subirme al carro de papá a esperarlos.
- ¿A dónde crees que vas? - mamá salió por el pasillo de la cocina.
- Al... ¿carro?
- De aquí no sales, hasta que no comas.
- Ay mamá, no finjas. Me dejaste muy claro que no te interesa mi vida en lo absoluto. Lo único que te importa es que no te deje en "vergüenza".
Sali sin darle tiempo a una respuesta. Suficiente tuve con el hecho de que me prohibiera hablar con mi hermana por ser "mala influencia" para ella. Me senté en uno de los asientos traseros y desbloquee mi celular.
Para los de mi instituto ya era irrelevante (otra vez) aunque para referirse a mi lo hicieran como "Lectora porno"
Muy original de su parte.
Edan estuvo toda esa semana intentando sacar algún tema de conversación conmigo y aunque trate de ignorarlo, pocas veces lograba incluirme en la conversación. Aunque no pasaba de los quince minutos y para el eran suficientes. Elisa seguía mirándome como si fuera yo quien la hubiera expuesto a ella ante el mundo, mis profesores aunque no dijeran nada, sé que me juzgaban con la mirada y yo... solo sigo existiendo.
No sé cuantos minutos pasaron y siento a todos subirse.
- Aliany, bájate. – Gruño mamá demandante.
- ¿Qué? ¿Por qué? - Note cómo papá también la miraba desconcertado.
- Te vas a ir caminando.
- ¿Qué dices Christina? – papá le frunce el ceño al igual que yo. - Aliany, no te vas a bajar.
- Se va a ir caminando. Y no quiero objeciones.
- Y yo ya dije que no se va a ir caminando sola.
- ¿Porque tienes que llevarme la contraria siempre?
- Y que, ¿Prefieres que acepte que la mandes caminando por un capricho tuyo? - siguen discutiendo cada vez algo más fuerte y escucho a Ana soltar un suspiro.
- Llevan así varios días. No sé porque fue, pero, sé que eres la culpable de todo esto - susurro para mí, aunque dudo que mis padres le hubieran dado atención si lo hubiera dicho fuerte.
Frustrada, abrí la puerta para acabar con eso, escuche a papá oponerse pero me baje de un salto, cerrando la puerta con bastante fuerza para hacer notar mi enojo.
Eso es Alya, muy madura.
Me fui por espacios alojados y al estar algunas cuadra lejos de mi casa escuché un trueno.
Esto debe de ser una broma. Justo cuando decidí no tomar una sudadera o un paraguas porque el pronóstico decía "día soleado".
Aunque prefiero mil veces la lluvia y el frio.
Di pasos largos mientras miraba el piso y jugaba a no pisar las líneas, al girar otra calle las líneas están más seguidas por lo que empecé a dar pequeños saltos. Otro trueno algo fuerte me hace soltar un pequeño respingo.
Sonrió al terminar esa calle sin pisar ninguna línea y me detengo en el semáforo.
- Sonara raro, pero te veías muy tierna haciendo eso.
Borro mi sonrisa de golpe y voltee a la voz. Era un chico que está de perfil a mí con una sonrisa supongo que igual a la que yo tenía hace un rato. El volteo hacia mí ampliando su sonrisa. Pero mi mirada esta en la sudadera azul que lleva puesta.
Era el chico que había visto caminar por la acera del otro lado del instituto.
Cuando quité la vista de la sudadera y subí a su rostro no pude evitar entreabrir un poco los labios.
Por las tangas de maría. ¿Es real este?
Sus ojos eran de un azul claro que hacía que sus pupilas resaltaran, su cabello iba despeinado, disparando se puntas hacia múltiples lados, haciéndolo lucir rebelde y era de un negro azabache casi azulado.
Sentía que lo había mirado antes, y no hablaba precisamente de cruzando la calle del instituto, sino de... mucho tiempo atrás.
- ... Ehh, ¿Hola? ¿Estás ahí? - Fue cuando note notó que me había quedado mirando su rostro descaradamente.
- Ah, sí. Hola.
- Te decía que...
- Si te escuche, tranquilo.
- Me llamo Elián.
- Un gusto.
El semáforo cambio a verde y cruzo la calle. Me gustaría poder ser un poco más sociable con los chicos pero recuerdo lo que me hizo uno y las ganas se me pasan. Además de que es imposible que un chico guapo me...
- No me dijiste tu nombre - escuche de nuevo a mi lado.
- Y no tengo que hacerlo.
- Esta bien, como quieras.
Creí que no iba a hablarme más, y es una lastima porque su voz es una de esas que te...
- Que no quieras decirme tu nombre no quiere decir que no pueda hablarte yo a ti. Me resultas familiar, pero no sé de dónde.
Tras un poco de silencio continua.
- ... Tengo veinte años, vivo... ni muy lejos ni muy cerca, mido... creo que metro ochenta porque fue lo que dio la ultima vez que me medí hace 2 años y me gustaría adoptar un gato.
Mi curiosidad le gana al hecho de que no fuera a hablarle, así que le pregunto.
- ¿Un gato? ¿Por qué?
- No sé, se me hacen lindos... aunque cuando crecen se vuelven amargados y duermen todo el día. - dijo esto último reflexionando.
- A mí me gustan, aunque más los perros.
- ¿Y tienes uno?
- No, mi mamá se volvería loca primero.
- Yo tengo uno. Podría dejártelo para que lo saques a pasear alguna vez. - subí la mirada a el entrecerrando los ojos.
- Eres consciente de que le ofreces eso a alguien que acabas de conocer, ¿verdad?
- Bueno, no tienes cara de que te guste matar a los perros.
Sonreí con la cabeza baja para que no lo notara. Podría llegar a caerme muy bien este chico. Aunque no debería confiar mucho.
- No, soy mas de asesinar mosquitos.
Al escuchar su risa me arrepentí un poco de haber dicho eso.
- ¡Mírate! Toda una chica mala. ¿Vas en Wisdom?
No me había dado cuenta de que ya íbamos pocas calles más abajo de mi instituto. Se me hizo muy corto el camino esta vez.
- Uhm...
- Yo también estudié ahí. Trabajo cerca en una tienda de fotografías. Puedes pasarte por ella cuando quieras.
- Claro. Gracias por... ¿acompañarme?
- Gracias por acompañarme tu a mí, chica sin nombre.
Se despidió guiñando un ojo en mi dirección y yo negué con la cabeza antes de cruzar el umbral.
El día transcurrió rápido, apuntes, actividades, tareas y a mi dándome igual todos.
Al final, no fue tan malo tener en cuenta el consejo de papá.
No voy a negar que el chico de esta mañana invadió un par de veces mis pensamientos, pero aclaro, solo fue porque sentía curiosidad por quien era... o eso me dije a mi misma ese día.
Tomé mis cosas y salí del instituto. Sabía que mamá no iba a estar aquí pero aun así doy un repaso por si decidió dejar su enojo de lado y aparecerse.
Pero no es ella a quien encuentro en mi recorrido visual, si no a Elián. Si, el chico de la mañana.
Seguro esperaba a su novia, hermana o amigo. Yo que sé.
- ¡Hey! ¡Pecas!
Volteé en su dirección y vi que es a mí a quien hablaba. Me llamo haciendo movimientos con su mano y me dirigí a él mirando a mi alrededor.
- ¿Me... hablas a mí? - entrecierro los ojos en su dirección.
- Sí.
- ¿Pecas?
- No dijiste tu nombre, así que estuve pensando en un apodo para ti toda la mañana.
¡Ay cosita!
- ¿Y qué haces aquí?
- Bueno, es mi hora de almorzar y pensé ¿querrá Pecas ir conmigo mientras hablamos de perritos? Probablemente no, pero puedo intentarlo. - Le di una sonrisa mirándolo fijamente a los ojos.
- Mi instinto de supervivencia me dice que no confié en ti.
- Te prometo que soy indefenso. – levanto sus manos en señal de rendición.
Todos suelen decir eso antes de lastimar.
- Claro. Que sepas que ante cualquier cosa que intentes, se defensa, y podría darte un golpe que te dejará tirado por un gran tiempo en el suelo.
- Lo tendré en cuenta Pecas. Entonces ¿quieres que te hable sobre mi perro?
- Ilumíname Elián.
- Oh, recuerdas mi nombre. Eso es bueno. - Camino en dirección hacia mi casa pero Elián me toma por la muñeca.
- Espera – me suelto de su agarre de un tirón por instinto y retrocedo dos pasos- Perdón, pero olvide mi celular en la tienda ¿me acompañas?
- Ah... bien.
Caminamos hacia la tienda, Yo iba con el ceño fruncido, los labios ligeramente apretados y la ligera sensación de incomodidad por su tacto antes. Retorcí esa parte de mi piel una y otra vez para hacerlo desaparecer. Veo la tienda a pocas calles de aquí. Y confirmo que no miente.
- Entonces... mi perro se llama Voldemort, es... – me río olvidándome por un momento de que no lo conozco.
- ¿Voldemort? ¿Cómo... el villano de Harry Potter?
- Es que es un Pug y su nariz me recordó a la de él en las películas. No te rías.
- Muy original tú. Además Voldemort no tiene nariz... o bueno, algo así.
- ¿Como le pondrías tú a un perro? ¿pecas?
- Es un nombre-apodo bonito, pero no. Creo que le pondría... Moon light si es hembra y Leo si es macho.
- No están mal, voy a considerarlos si llego a tener otro.
- Eso es plagio de ideas ¿Sabias?
- Si, pero será un secreto entre los dos.
Elián entro en la tienda rodeando el mostrador, va a una pequeña habitación y vuelve con el celular en su mano.
- Listo. - Retomamos el camino hacia nuestras casas mientras hablamos de perros.
- ¿Y tú perro es tan temido como el Gran Voldemort?
- No, pero se enoja si intentas quitarle su plato de comida. - Atravesamos la tienda de donas y mojo mis labios al ver unas de chocolates en la vitrina.
- ¿Quieres una? Podríamos comprar.
La tentación por asentir era grande, pero no quiero subir los kilos que he tratado de bajar en los últimos días. Aparte del recuerdo de los que hice con media que me comí en casa de Edan.
- Eh, no. Pero gracias. - murmure.
- Voy a comprar algunas, igual se me antojaron.
Entramos en la tienda y el olor hizo que mi estómago gruñera. Elián me mira de reojo con cara de "¿decías?" y compro media docena de chocolate, con chispas.
- ¿Vas a llevarle a tu familia? - veo que duda un momento antes de responder.
- Puede que pase por casa de mis padres a dejar algunas - murmura apartando la mirada.
- Oh, ¿no vives con ellos?
- No, desde hace 2 años vivo solo.
- ¿Querías conocer el mundo del adulto independiente? - borro mi sonrisa al ver su expresión de nostalgia.
- No, pero mi padre me...
Note como frunció el ceño y formaba una mueca con sus labios. Entiendo lo que es eso ya que lo hago seguido.
- No es necesario que lo cuentes, tranquilo.
- No es eso es que... bueno, eh...
- Entiendo, no te preocupes. – miro la dona en su mano y el estómago vuelve a rugirme - ¿me... podrías dar una? ¿Por favor?
- Sabía que ibas a pedirla en algún momento. Si no lo hacías iba a hacer que te las llevaras.
- ¿todas?
- Efectivamente.
Me tiende la bolsa y tomo una que trae crema y chispas de chocolate, justo de las que Edan llevo el día del trabajo. Le doy un mordisco y cierro los ojos unos instantes al sentir la invasión de chocolate en mi paladar.
Solo esperaba que no fuera a ponerme a vomitar en la calle.
- Veo que te gusta – abro los ojos y muestro una pequeña sonrisa para darle la razón - ¿Sabes? Normalmente vengo al trabajo en moto pero hoy descubrí que no tenía gasolina. Me alegra no haber ido a la gasolinera.
- Yo normalmente vengo en el auto de papá, pero mamá está enojada conmigo así que decidió que viniera caminando.
- Si quieres puedo dejar mi moto sin gasolina un día más. O podríamos venir en ella – Una moto y un desconocido... Claro que no. Me da una sonrisa ladeada y agrega – me gusto la compañía.
Llegamos al lugar en el que nos encontramos, él tomaba una calle diferente a la mía, así que esta era la despedida.
- ¿Nos veremos mañana? – pregunto poniéndose frente a mí.
- No se le, depende del clima. - finjo desinterés - Ah, gracias por la dona.
Solo me había dado un mordisco, pero la llevaba en mi mano envuelta con la servilleta.
- Fue con gusto pecas.
- Nos vemos Elián.
Cruzo el callejón hacia las calle de las líneas y siento su mirada en mi por unos segundo antes de salir en su dirección. Decido jugar a no pisar las líneas nuevamente hasta llegar a casa pero tras el primer salto perdí un poco las luces y sentí que todas empezaban a moverse.
No, por favor... aquí no...
Me recosté contra una pared por un par de segundos, aunque creo que fueron minutos y volví a retomar el camino sin dejar de sentir una pequeña molestia en mi garganta, pero no quería vomitar.
Al llegar a casa me bebi un vaso completo de agua y me senté en el sofá a esperar sentirme un poco mejor para subir a mi habitación.
Espere pacientemente a que mi padre llegara para hablar con él. Minutos antes de su hora de salida le envié un mensaje para que subiera a mi habitación cuando llegue.
Alya: Tengo algo importante que decirte. Por favor, sube a mi habitación cuando llegues.
Me quedo dormida a la espera de él, y me despierto cuando siento unos dedos rozar mi pelo.
- Ya estoy aquí Aly. Despierta.
Perezosamente me levante y cuando espabile, le hable de mis planes. Decidí ir a ver una psicóloga. Me daba miedo como pudiera llegar a reaccionar cuando un hombre volviera a tocarme. Me da miedo que en un ataque de pánico ponga en riesgo mi vida.
Y se que no puedo superarlo sola, así que estaba dispuesta a buscar ayuda y de paso retomar a mi nutrióloga.
Nuestra nena ha empezado el recorrido a su felicidad 👏
Estoy muy orgullosa de ella y bueno, para celebrarlo ¡Hay capitulo doble!
Así que pasen al siguiente 😉
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