Capítulo 52
Desde que murió su padre, Gale junto a su madre se han encargado del hogar con ayuda de los Everdeen.
La vieja propiedad de las gallinas había sido de la tía abuela Barb Azure, pero cuando ella murió el negocio de los huevos pasó a manos de su madre, y luego del accidente minero donde murió papá, el tío Icarus Denim compró un permiso para que pudieran ampliar el gallinero.
Fue trasladado de la Villa de los Vencedores hasta la casa de los Hawthorne en la Veta. Pagaron al señor Finlay, el carpintero del distrito, para que construyeran un nuevo gallinero un poco más grande para las gallinas y el gallo que eran propiedad de ellos.
Gale era quién a veces tenía el deber de comerciar los huevos con los Mellark y otros comerciantes que querían huevos en el pueblo.
—¡Hola Flann! — Gale sonrió al ver como Katniss se arrodilló ante el gran perro. Flann corrió hacia Katniss y empezó a lamerle la cara.
Katniss le rascó detrás de la oreja y Flann se tiró al piso exponiendo su panza, Katniss le rascó la panza y el perro sacó la lengua contento del amor que recibía.
Gale entró a la casa y saludó a su mamá. Ella le dio un besó en el hombro antes de recoger la caza de hoy. Dejó un conejo para el almuerzo y le entregó las vísceras de toda la caza para que la cocinara, era lo bueno de la cacería, con las entrañas alimentaban a Flann.
—Lávate las manos — dijo mamá pasandole el cuenco con agua y una pastilla de jabón — Necesito que vayas a entregar los huevos al señor Mellark y a la tienda de los Silk. También necesito que pases por donde los Carrol y le entregues la mermelada a la señora Victoria.
—Captado — contestó Gale mientras se lavaba las manos, tembló un poco ante lo fría que estaba, a pesar de ser enero aún había conejos desorientados y ardillas merodeando los bosques.
Miró hacia la ventana, Katniss había tomado una rama cubierta de nieve, tratando de alzarla lo más alto posible mientras Flann trataba de agarrar la rama.
Katniss resalta en el gris de la Veta en invierno, la nieve del piso en este lugar se manchaba rápidamente del hollín de carbón haciéndola gris, por lo que el pálido rubio del que Katniss rápidamente se hacía notar.
Gale se dio cuenta que Katniss no se daba cuenta del alcance de la belleza que era dueña. En el distrito se decía que las chicas Covey eran lindas, ya sea porque antes de la rebelión viajan por distritos, una chica del Ocho casada con un chico del trece. Una chica del Cuatro rescatada a caballo por un muchacho del Dos.
Su madre, Hazelle Dion, aún conservaba belleza juvenil a pesar de ser viuda y con cuatro hijos apegados a ella. La tía Calla Violet era linda, con una sonrisa amable y un aura encantadora, Prim que estaba destinada a ser linda como su madre.
La tía Lucy Gray a pesar de estar bordeando los ochenta años, tenía un brillo en los ojos que la hacía resaltar en el Distrito. Los mineros más ancianos siempre recordaban a la primera vencedora del Doce, diciendo que en su juventud era una verdadera belleza, una especie de ninfa seductora que podía poner a cualquier hombre de rodillas, al punto que por muchos años tenía al Capitolio envuelto alrededor de sus dedos.
Y Katniss, Gale solo podía imaginar lo bella que se volvería en los siguientes años, tan hermosa como las presumidas chicas profesionales del Distrito Uno. En la escuela decían que era linda, y solo uno había tenido las bolas para invitarla al Vertedero, ganándose una cachetada de Katniss.
Gale salió de la casa con las cubetas de cajas de huegos y los frascos de mermelada en el pequeño carrito que tenían para llevar las cosas hacia el pueblo.
—¡Nos vemos en la cena! — se despidió Katniss y luego miró a Flann —Nos vemos mañana, dulce perrito.
Cuando dieron algunos pasos, podían escuchar los lamentos perrunos de Flann al separarse de Katniss.
—Ese perro te ama más a ti que a mi, y eso que soy quien le consigue las vísceras que tanto ama — dijo Gale.
—Es un perro muy bonito — sonrió Katniss mientras caminaban hacia el pueblo, en su hombro colgaba su bolso de cacería con un par de ardillas para el panadero — A diferencia de la bestia en forma de gato que vive en mi casa.
—¿Y ahora que te hizo el gato?
—Anoche casi me asesina mientras duermo — se empezó a quejar — En medio de la noche sentí que algo me ahogaba, resulta que el maldito gato se durmió sobre mi cara.
Gale soltó una gran carcajada justo cuando llegaron al pueblo, ella continuó quejándose del gato hasta que llegaron a la panadería. Gale tocó la puerta trasera y se encontró con el segundo Mellark.
—Buenos días — saludó medio adormilado y revolviéndose el cabello rubio.
—El pedido de huevos — dijo Gale.
El hijo del panadero asintió con la cabeza y sacó los billetes de su delantal, mientras Gale entraba las cajas de los huevos en la encimera de la panadería.
Hizo el pago y miró a Katniss, ella le entregó las ardillas. El chico silbó y dijo: —Justo en el ojo.
—¿Que te puedo decir? — sonrió Katniss con orgullo hacia ella misma — Años de entrenamiento.
Mellark rió y le entregó las monedas a Katniss.
—Por cierto, Katniss — dijo Mellark, Gale alzó una ceja ante la familiaridad de su tono hacia Katniss — Phyl dice que no podrán entrenar mañana.
—Tiene que ser una broma — contestó Katniss con molestia — ¿Por qué?
—Lizzy, desde ayer ha sentido dolores en la espalda — respondió Mellark — Y Phyl quiere quedarse con ella por si el bebé decide llegar pronto.
—¿Pronto? — dijo Katniss — Lizzy tiene alrededor de 39 semanas, en cualquier momento ese bebé va a nacer. Y lo sé, porque soy yo quien está llevando su embarazo con mi mamá.... Dile a Phyl que le ponga paños calientes en la espalda para aliviar el dolor.
Gale recordó que Katniss estaba empezando su formación como partera, después de todo, ella era la hija mayor de la sanadora del distrito y la boticaria pasaría a ser suya. Aunque Katniss prefería atender a las embarazadas que a los enfermos.
Siguieron recorriendo el distrito y Gale se dio cuenta que Katniss ese día usaba un par de aretes de color cobre con pequeñas cuentas blancas.
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Molly Mellark-Silk nació a las 12:25 de la tarde el 25 de enero.
Katniss le limpio la nariz con la pera de goma para despejar su vía aérea. La bebé empezó a llorar mientras mamá recibía la placenta y Lizzy se quejaba del dolor.
Luego de algunos mientos, mientras limpiaba a Molly con paños húmedos, la pasó a los brazos de Lizzy, su cabello rubio fresa estaba despeinado pero una gran sonrisa adornando sus rostro.
—Hola mi amor — dijo Lizzy con la voz ronca por sus gritos mientras paria.
La bebé Molly al sentir la voz de su madre dejó de llorar y abrió su boca hacia los pechos de Lizzy. Mamá le ayudó a bajarle un poco el camisón y le empezó a explicar cómo la bebé debía agarrar el pecho para comer.
Al ver a la bebé Molly la parte de esta nueva enseñanza provocaba sentimientos confusos en Katniss y en parte reafirmaba su deseo de nunca tener hijos.
No había nada más retorcido que engendrar, cuidar y ver crecer a un hijo con el miedo de que sería arrojado a una Arena a morir.
Katniss nunca tendría hijo, la primera era porque ella quedara desfigurada cuando saliera de la Arena, si es que llega a salir, y nadie querrá casarse con una chica desfigurada. Incluso si llegara a casarse, el título de vencedora pondría una diana en la espalda de sus hijos como lo tenía ella y lo tenía su padre.
—Es una bebé acuario — sonrió Katniss dejando sus pensamientos pesimistas de lado — Y eso es una buena señal. Te prometo que pasado mañana tendré lista su carta astral.
Lizzy rió, Katniss salió del cuarto y bajó hasta la sala de la casa. Phyl, la señora Silk, la señora Mellark y el señor Silk la miraron impaciente.
—Es una niña preciosa — anunció Katniss.
Phyl la abrazó tan fuerte que la levantó unos pocos centímetros antes de darle un gran beso en la mejilla, la bajó para luego salir corriendo para conocer a su hija.
Katniss estrechó la mano de los señores Silk que tenían lágrimas en los ojos ante la noticia de que tenían una nieta. Y a Katniss le sorprendió ver a la señora Mellark contenta, y era raro, ya que esa mujer vivía con una expresión amargada desde que tiene memoria.
—Espero que un día tú también me des una nieta, Katniss Silver — le sonrió la señora Mellark.
Luego de aquello, salió hacia la panadería, entró por el patio y tocó la puerta siendo recibida por Peeta. Se abrazaron y la dejó pasar a la cocina, el señor Mellark estaba batiendo una masa y Rye cortando algo.
—Es una niña — les dijo Katniss y los Mellark sonrieron ante la noticia.
Katniss se despidió de Peeta con un beso antes de regresar con su madre.
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