Debo admitir que, aún ahora, esto es una sorpresa para mí.

Varias veces me dijeron que «¿Asesina?» Tenía demasiado potencial para ser una novela completa o tener su propia continuación, y varias veces me sentí halagada por sus hermosos comentarios, pero dije que no volvería a adentrarme en este mundo tan crudo por las sensaciones que me produce escribirlo; después, pensé que esos sentimientos tan desagradables son porque es muy probable que esta historia, bajo sus propias circunstancias, puede ser realidad en el mundo en el que vivimos, pero esa charla la dejamos para otro día.

¿Qué me hizo cambiar de opinión? No lo sé. Simplemente sentía que lo necesitaba, y mis personajes me permitieron ver un poco más de sus historias hace poquito tiempo, y sentí que debía compartir eso con ustedes.

Gracias por estar aquí y por darme una oportunidad. Espero este pequeño trabajo, que hice con tanto cariño, sea de tu agrado.

También, quiero agradecer, particularmente, a Alden-Corey, por ayudarme a rellenar algunos espacios argumentales en el primer borrador de este libro (primero de muchos, como es costumbre en este perfil) Y sin saberlo, haberme dado ideas para complementar «¿asesina?»

⚠️En este libro encontrarás violencia explícita y algunas actitudes vastante cuestionables. Toda la historia es ficción: no busco promover nada de lo aquí expuesto. Cualquier crítica o comentario, porfavor realizarse bajo el mayor respeto. ⚠️

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Pese a que la nieta del ama de la casa había dejado de ser una niña hacía un par de años, la señora aún tenía la costumbre de ir a despertarla cada domingo con una tasa de chocolate como había hecho desde que quedó a su cargo.

Dejó la bebida en la mesita al lado de la cama y estuvo a nada de colocarla sobre uno de los libros de su nieta por accidente, corriendo el riesgo de arruinarlo.

Como no recordaba haberle comprado ninguno sin título en la portada, decidió echarle un ojo para asegurarse que a quien ella seguía considerando muy pequeña y débil para casi todo no estuviera leyendo cosas inapropiadas para su edad.

La mujer, que hasta entonces había estado sonriendo, se sintió desfallecer al encontrar los datos de su nuera muerta en lo que debió haber sido su propio diario personal.

Llamó a la muchacha que se suponía estaría durmiendo a unos pasos de sí con voz en grito, pero su única respuesta fue el sonido de la televisión un piso más abajo.

Cuando él marido llegó junto a ella, solo encontró a su esposa llorando abrazada a lo que había sido la nieta del matrimonio un par de horas atrás, una tasa de chocolate frío rota en el suelo y el diario de la mujer que había matado a su hijo quince años antes, abierto sobre la mesita de noche.