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Programaremos juntas el homicidio (Cap1)




Cuando abro los ojos, mi respiración parece estar normalizada. Ya no me tiemblan las manos y los nudos que tenía en el estómago y la garganta han desaparecido. Tengo un poco de frío. Una azafata con cara simpática me sonríe en el asiento de mi derecha y me hace aire con un papel plastificado con instrucciones para el vuelo.

-       ¿Está mejor señorita Ribeiro? – me pregunta en voz baja la azafata.

-       Sí... - respondo por inercia sin pensarlo siquiera.

Observo que estoy recostada contra la ventanilla del avión y cuando miro a través del frío cristal solo veo nubes y más nubes.

-       Parece que ha perdido la conciencia durante unos minutos... - la azafata toma mi mano izquierda con delicadeza y busca el pulso en mi muñeca.

Yo la dejo hacer mientras intento entender qué está pasando. ¿Por qué estoy volando sola a Ibiza?

Busco mi móvil pero no lo veo.

-       ¿Y mi móvil? – le pregunto algo inquieta ¿lo habré soñado todo?

-       Lo hemos apagado y está en el bolsillo exterior de su bolso. Debo recordarle que no puede encenderlo hasta que aterricemos.

Parece que mi pulso le parece correcto y suelta mi mano suavemente conforme con lo que sea que haya contabilizado.

Se levanta de pronto del asiento vacío que tengo a mi lado y me recuerda nuevamente que estoy volando sola. No ha sido un sueño, es real. David no está aquí. Toco el asiento vacío con mi mano.

Los pasajeros cercanos me miran de reojo. La Azafata vuelve con un vaso de agua.

-       Tome, beba un poco de agua.

Me bebo el vaso entero con tal de no discutir. Tengo la boca seca además. Vuelve a sentarse a mi lado y me mira con gesto afable.

-       ¿Se encuentra bien?

-       Sí, creo que sí...

-       ¿David Colton era su acompañante?

Un escalofrío helado atraviesa mi sistema nervioso al oír su nombre.

-       S-sí...

-       No ha venido, le hemos llamado por los altavoces desde el mostrador del embarque repetidas veces pero no ha respondido a ninguna llamada, tampoco había equipaje facturado.

-       Ya...

Se sienta a mi lado sopesando mi expresión. Ha de ser un poema. Toma mi mano helada entre las suyas y me pregunta con un tono muy bajo y discreto:

-       ¿Por eso se ha alterado tanto?

-       Sí...

-       Esperaba que viniera ¿verdad?

-       Claro... tendría que estar aquí...

-       ¿Sabe si le ha ocurrido algo?

-       Sé que está bien... me ha escrito...

No sé ni qué contestarle, espero que no me pregunte más cosas.

-       De acuerdo... - parece que lo intuye porque deja de hacerme preguntas pero no suelta mi mano.

[Tripulación de cabina; en quince minutos comenzaremos maniobras de aterrizaje]

Parece que estamos llegando a Ibiza. Entre la crisis y el colapso en el que me he ido a otro mundo, me he perdido medio vuelo.

La azafata suelta mi mano con delicadeza y la deja sobre mi pierna.

Se abrocha el cinturón y comprueba que el mío sigue abrochado. ¿No tiene que ir a ningún sitio? ¿se queda a mi lado? La verdad es que lo prefiero.

¿Por qué David dice que no soy real? Sigo sin entender nada. ¿Cómo no voy a ser real? ¿Y cómo ha podido llegar a pensar eso? Si no soy real para qué me escribe... Y por qué no ha venido... No entiendo. Respiro profundamente y me doy cuenta que es por imitación. La azafata está haciendo respiraciones muy profundas y me invita inconscientemente a que yo también lo haga. Me mira sonriente cuando ve que respondo bien. Me calma respirar así.

-       Hemos valorado la posibilidad de administrarle un Diazepam pero hemos preferido no hacerlo. Es un vuelo muy corto y seguro que prefiere estar despejada al llegar... – me confiesa con suavidad.

¿Iban a drogarme? ¿con un tranquilizante? Menos mal que no lo han hecho.

-       Gracias... No era necesario...

-       Bueno, es protocolo... cuando hay un ataque de pánico a bordo...

¿Un ataque de pánico? ¿Eso es lo que he tenido?

-       Claro... lo siento, estaba muy nerviosa...

-       No se preocupe... seguro que en cuanto aterricemos lo podrá gestionar, sea lo que sea...

Suspiro sonoramente y vuelvo a mirar por la ventana. Ya atisbo la isla blanca entre las nubes. Siempre que la veo sonrío... suele significar que un gran viaje o una escapada alucinante está a punto de comenzar.

¿Qué puedo esperar hoy? Mi acompañante ha dicho que no soy real y me ha dejado tirada en un avión. No sé ni en qué hotel tenía reserva. No sé a dónde iré al bajar.

Empiezo a darle vueltas a la idea de tomar el primer avión de vuelta a Barcelona en cuanto aterrice e ir directa a la casa de David a pedirle explicaciones.

¿Qué no soy real? Pues que me lo explique a la cara. Verá lo real que soy cuando pique a su puerta y le cante las cuarenta.

De pronto paso de la tristeza a un enfado importante. ¿Cómo ha sido capaz?

Yo nunca hubiese dejado a nadie tirado en un avión... Ni siquiera ha sido capaz de llamarme. Me ha enviado un puto mensaje...

"Disfruta del viaje" dice.

Eso es de ser mala persona. No tiene otra explicación.

¿Qué puedo haberle hecho yo para que de pronto haya actuado así?

Pero si esta mañana me ha dicho que me quería ¡por el amor de Dios! ¿no será por eso? Porque no me sentía preparada para responderle...

¿Cómo va a ser por eso? No soy menos real por eso ¿no?

Analizo los últimos hechos que han ocurrido mientras estábamos juntos, lo que nos hemos dicho... Justo después del "te quiero" me ha dicho algo de que no se creía que yo fuera real. Empiezo a hacer conexiones mentales que dan algo de sentido a esas frías palabras.

¿Cómo ha sido? Intento recordar exactamente las palabras que él ha usado.

"Eres tan buena que quizá no seas real" creo que era. Algo parecido.

"Me parte el corazón que no seas real" decía en el mensaje. No puedo verlo, pero lo tengo grabado en la mente, eso sí que no se me olvida. ¿Entonces cree que no soy tan buena como pensaba? ¿es algo así? ¿y por qué iba David a pensar algo así de mí? Claro que soy buena. Soy buena persona, soy sincera, amable, me preocupo por los demás... ¡hasta reciclo!.

Por mucho que le doy vueltas no consigo entender nada. Así que lo dejo.

La azafata a mi lado sonríe en cuanto la miro, parece que sea mi tutora legal o algo así y tenga que controlarme hasta que estemos en tierra y deje de ser una amenaza para el vuelo.

Intento relajarme los últimos minutos del vuelo y mantengo los ojos cerrados concentrándome únicamente en mi respiración.

Cuando el avión toca tierra, suspiro aliviada. Por fin voy a poder encender mi móvil y aclarar todo esto.

Esperamos el tiempo prudencial, hasta que se apagan las luces de mantener los cinturones abrochados, y la amable azafata que me ha acompañado todo el vuelo se encarga de bajar mi maleta del compartimento y me acompaña hasta la puerta.

El resto de azafatas me saludan al pasar como si nada.

-       Buenas noches, gracias por haber volado con nosotros.

-       Gracias... - les respondo forzando una sonrisa que me sale muy forzada... casi siniestra.

La azafata-tutora-legal avanza por el finger con mi maleta y entiendo que me acompaña hasta el aeropuerto.

-       ¿En dónde se aloja? – me pregunta muy casual.

-       No lo sé...

-       ¿Tiene a alguien que pueda recogerla? – me mira con preocupación.

Pienso en Oscar. Él está en Ibiza. Claro, no sabe nada de que estoy aquí. Pero si le llamo por supuesto que me vendría a recoger. Sé que puedo contar con él pase lo que pase.

-       Sí... - le digo tras unos instantes pensando en ello – mi mejor amigo puede recogerme si le llamo.

-       Estupendo entonces.

Tal como salimos del finger y nos encontramos en el aeropuerto, la azafata me sonríe, me entrega la maleta y me estrecha la mano con firmeza como si cerráramos un trato.

-       Buena suerte Sofía.

-       Gracias... por todo...

En cuanto se marcha, busco un asiento libre donde sentarme y encuentro uno junto a la puerta de embarque por la que acabo de aparecer dentro del aeropuerto de Ibiza.

Lo primero que hago es buscar mi móvil y encenderlo. Mientras la manzanita se ilumina y se enciende mi Iphone, vuelvo a lo de respirar profundamente más que nada por eso de evitar otro ataque de nervios.

Cuando por fin se enciende todo, tengo tres llamadas perdidas de Mónica. Cuatro de Christian. Una de Lucas y cero de David.

Abro los mensajes.

19:10h Mónica: Corazón ¿qué ha pasado? ¿has embarcado?

19:10h Mónica: Tengo un mensaje rarísimo de David

19:11h Mónica: Oye, llámame en cuanto aterrices

19:11h Mónica: Espero que estés bien...

19:20h Christian: Sofi ¿qué ha pasado?

19:21h Christian: Llámame en cuanto aterrices

19:21h Christian: Por favor

Parece que tengo muchas llamadas por hacer. Miro el mensaje de David de nuevo antes que nada.

18:59h David: Me parte el corazón que no seas real. Disfruta del viaje.

Suspiro. En fin.

Se pone en línea de pronto. No sé si contestar o llamar. Creo que debo calmarme lo primero.

Me pongo de pie y empiezo a caminar tirando de la maleta sin saber ni a dónde voy. Respiro varias veces y me calmo. Vuelvo a sentarme donde estaba antes y me armo de valor antes de darle a "llamada".

Keep Calm Sofi... Esto ha de ser un malentendido... - me digo mentalmente mientras mi móvil llama a David – seguro que habláis y lo aclaráis... y os reís juntos de esta anécdota.

Escucho como da línea. Una vez, otra, otra... ¿¡Es que no va a contestarme!? ¿¡en serio!?

Miro la pantalla del móvil alucinada. Estoy llamándole y no responde. Pero si estaba en línea hace un momento.

Cuelgo y miro en whatsapp. Efectivamente sigue en línea. No me lo puedo creer. Me está ignorando la llamada. Así, tal cual. Ha visto mi llamada en su móvil y ha decidido ignorarla.

Mi siguiente llamada es a Mónica pero el móvil me responde con un mensaje automático que dice que está apagado o fuera de cobertura. Dios, Mónica... te necesito.

La tercera llamada que hago es a Christian, si me ha escrito es que sabe algo. Ha de informarme él... no puede ser que David no se digne siquiera a hablar conmigo.

¡Esto es muy fuerte!

Llamo a Christian y contesta enseguida

-       ¡Sofi! ¿Estás bien? – me pregunta preocupado.

-       ¡No! ¡Claro que no! – exclamo entre histérica y muy cabreada.

-       ¿Qué ha pasado? ¿dónde estás?

-       ¡En Ibiza! ¡Me ha dejado tirada en el avión y no me contesta al teléfono!

-       Qué me dices... - suena completamente sorprendido y alucinado.

-       Como lo oyes... ¿Tú sabes algo? ¿puedes explicarme qué está pasando? - le ruego.

-       Esto ha de ser un malentendido... - murmura casi como para sí mismo.

-       Eso pienso yo también – le doy la razón más calmada.

-       No sé nada, lo estoy llamando desde hace horas... no me contesta a mí tampoco.

-       ¿Y a Lucas? ¿sabes si ha hablado con él? ¿o con alguien?

-       No, Lucas tampoco sabe nada de él. Pensábamos que cogía el avión contigo esta tarde – comenta abatido.

-       Yo también lo pensaba...

-       De pronto le ha enviado un mensaje a Mónica, estábamos juntos tomando algo y no entendíamos nada.

-       ¿Qué decía el mensaje?

Quizá eso aclare un poco esta situación.

-       ¿Christian? – le pregunto tras un silencio por su parte.

-       Sí, sigo aquí... no recuerdo las palabras exactas.

-       ¿Dónde está Mónica? Pásamela - le pido. Seguro que ella sí que las recuerda exactas. O aproximadas ¡qué más da!.

-       Se ha ido al aeropuerto directa, ha dicho que cogería el primer vuelo que hubiese para Ibiza, no tenía casi batería y desde hace rato no responde así que entiendo que se le ha agotado ya del todo.

¿Qué Mónica quiere coger el primer vuelo? ¿por qué? No es tan grave esto ¿no? Bueno, es grave pero sobreviviré. Mónica es demasiado. Algo bueno hice en una vida anterior para merecerla.

-       No sé si habrá conseguido algún vuelo. No sé nada – Christian suena algo nervioso también.

-       Ufff.... – suspiro. Intento encajar las piezas pero algo se me está escapando. - ¿Qué decía el mensaje de David? - Vuelvo a preguntarle recordando que no me lo ha dicho aún.

Mientras tanto la gente pasa por delante de mí con sus maletas y sus sonrisas y yo estoy intentando recomponer mi vida. Es increíble.

-       No recuerdo las palabras exac... - empieza Christian pero le corto bruscamente:

-       ¡Déjate de palabras exactas! ¿qué decía el mensaje, Christian?

Se hace un silencio y parece que coge aire antes de contestarme. Me preparo para algo gordo.

-       Decía algo como "llama a Sofía... ha embarcado en el vuelo para Ibiza y yo no voy a ir"

-       ¿Y ya está?

-       Sí, solo era eso. Entonces hemos empezado a llamarte y a él también, pero tú aparecías fuera de cobertura y él no respondía a ninguna llamada.

-       No entiendo nada, te lo juro...

-       Te aseguro que yo tampoco... No es propio de David esto. – suspira contrariado - ¿Ha pasado algo hoy?

-       ¿Algo como para que me deje tirada en un vuelo a Ibiza? ¿Con un puto mensaje? – mi tono de va calentando igual que mi interior, es que no me lo creo - ¡No! Claro que no ha pasado nada... Esta mañana hemos desayunado juntos... se ha ido a casa para hacer la maleta... nos teníamos que encontrar a las seis...

-       ¿Y después el mensaje? ¿y ya está? ¿no ha pasado nada más?

-       ¡No! ¡nada más! Bueno sí – recuerdo con amargura – esta mañana ha pasado algo más.

-       ¿El qué? ¿habéis discutido?

-       ¡No! Me ha dicho que me quería, Christian. - Una lágrima rueda por mi mejilla al recordar ese momento. ¿Cómo puede haberse convertido algo tan dulce en lo algo tan amargo? - Y lo siguiente ha sido dejarme tirada en el avión.

-       No entiendo nada... He ido a su casa y no estaba allí. Me preocupa todo esto...

-       A mí también...

-       Bueno, voy a llamar a Lucas a ver si sabe algo nuevo, cualquier cosa, nos llamamos.

- Vale... hasta luego.

La llamada con Christian no aclara nada pero al menos me doy cuenta de que no soy la única que está flipando con todo esto. Ya es algo.

Bueno, he de salir del aeropuerto. Aunque sea he de salir a la parte de la entrada para comprar un billete de vuelta a Barcelona.

Me dirijo hacia la puerta arrastrando los pies, la maleta y el estado de ánimo. Algunas lágrimas ruedan por mis mejillas y paso de la tristeza a la rabia intermitentemente sin llegar a comprender nada.

Las puertas corredizas se abren y un montón de gente aguarda al otro lado. Esperan la llegada de amigos y familiares. Pienso en que debería estar cruzando esta puerta con David a mi lado. Impacientes por llegar al hotel y disfrutar de nuestra escapada juntos y en cambio la estoy cruzando sola... con el corazón a trozos y un dolor profundo que encima no consigo moderar.

Sigo avanzando como una zombie y paso por delante de toda la gente. Me da igual que algunas miradas me recorran con lástima. He de dar una imagen bastante triste. Me limpio las lágrimas con la manga de la camisa tejana intentando que no se corra todo el rimmel y una voz me sorprende tanto que me asusta y me paro en seco sobre mí misma.

-       ¡Sofíaaaaa! – gritan - ¡Sofíaaaaa!

No espero a nadie aquí. ¿Quizá es a otra Sofía? Pero la cosa es que la voz me resulta familiar. De pronto diviso a Oscar corriendo hacia mí y por inercia suelto la maleta y lo recibo abalanzándome sobre él prácticamente y abrazándolo con fuerza máxima.

- ¡Oscar!

Tal como sus brazos me rodean estrechándome en el abrazo comienzo a llorar como una niña.

-       Oscar... -  intento calmarme - ¿cómo...? ¿cómo sabias que...? ¿yo...?

-       Shhhh.... Tranquila... - me acaricia la espalda e intenta tranquilizarme.

Respiro con conciencia varias veces intentando recobrar el control sobre mi cuerpo y parece que funciona. Me ha dado hipo pero he podido parar el llanto. Me voy calmando. Me doy cuenta de que no recuerdo haber abrazado a Oscar antes. Como es tan así con sus espacios personales no creía que fuera buena idea nunca. Pero es muy agradable.

Me separo un poco y lo observo mejor. Lleva el pelo recogido en una mini coleta con algunos mechones furtivos cayéndole por el rostro. Me mira con cariño familiar y me siento de pronto reconfortada por su presencia. ¡Pero si aún no le había llamado!

-       Mónica me llamó antes de que se le acabara la batería... - me explica.

-       Ahhh... - consigo decir y busco un kleenex en mi bolso para limpiarme un poco la cara.

-       Solo llegó a decirme "Es una emergencia, Sofía va para Ibiza y algo ha ocurrido con David, no sabemos el qué... has de estar allí cuando aterrice" y luego se cortó la llamada – me cuenta preocupado observándome intentando desvelar el misterio.

-       Sí... yo... no sé qué ha pasado...

¿Qué le puedo decir? No sé mucho más que eso.

Mónica es demasiado buena por cierto. Qué suerte tengo de tenerla. Y Oscar también.

-       Ven, vamos... tengo el coche aquí afuera – coge mi maleta con una mano y me pasa el otro brazo por la espalda . Caminamos juntos hacia la salida mientras me limpio con el kleenex y recobro la compostura.

Un momento. ¿A dónde vamos? Me paro.

- Oscar... yo... quiero volver a Barcelona...

-       ¿¡Ahora!? – Oscar se para frente a mí y me mira como si estuviera loca.

-       Sí, ahora..

-       ¡Pero si acabas de llegar!

-       Ya lo sé... pero he de solucionar estas cosas...

-       Escucha – me corta y me coge por los hombros acercando su cara a la mía para que no me quede más remedio que mirarle atentamente – ahora vamos a coger mi coche, vamos a ir a cenar algo y vamos a tener una conversación tranquila tú y yo... Después miraremos vuelos y si te quieres ir, te vas mañana más calmada. ¿Está bien?

Supongo que es lo más coherente, tranquilizarme un poco antes de salir corriendo. Además si Mónica ha conseguido un vuelo es posible que esté volando hacia aquí. Vaya lío.

-       Está bien – suspiro rendida y reanudamos el paso hacia la calle.

En cuanto salimos el aire caliente de Ibiza mueve mi cabello y el aroma típico de la isla me inunda por completo. Ibiza huele a hierbas... a hierbas silvestres, a anís, a tomillo, a sal de mar... Es algo difícil de describir, pero tiene su propio olor y es muy característico. Enseguida ese aroma me conecta con miles de recuerdos maravillosos y me siento en parte feliz de estar aquí, aunque sea así y no como esperaba.

-       ¿Pero y Mónica? No sabemos si ha conseguido coger un vuelo... quizá esté llegando – le digo en cuanto llegamos a su coche.

-       No te preocupes por eso, ahora haré un par de comprobaciones y vemos en qué vuelo está si es que está en alguno, aunque dudo que haya encontrado vuelos, Sofi. En pleno agosto es difícil.

-       Ya... vale...

Me subo al coche de Oscar y él guarda mi maleta en el maletero. Es su Honda Civic negro. Se lo habrá traído desde Barcelona con el ferry. Suena una música electrónica cuando enciende el coche que suena con bastante volumen. Lo baja enseguida y me mira con una sonrisa.

Siempre escucha música así, desconocida, electrónica, extraña... A mí ya no me sorprende.

-       ¿Qué quieres cenar? – me pregunta mientras conduce saliendo del aeropuerto hacia la ciudad.

¿Cenar? Miro la hora y son las ocho y media. Es algo pronto para cenar, además con todo lo que está pasando tengo el estómago completamente cerrado.

-       No tengo hambre...

-       Iremos al McDonalds.

Pues vale. Afirmo mirándole divertida. No sabía que le gustara el McDonalds. Con lo orgánico que es él. Es realmente raro que haya propuesto eso.

Bajo mi ventanilla y disfruto de sentir el aire sobre la piel de mi cara. Huele a vacaciones... a sitio que me encanta... No puedo evitar sonreír sin darme cuenta. ¡Estoy en Ibiza!

Oscar apaga el aire acondicionado y baja también su ventana. Me guiña un ojo y sube la música.

[Aquí debería haber un GIF o video. Actualiza la aplicación ahora para visualizarlo.]

Esta canción la conozco. La pone siempre en el estudio. Dentro de todo lo raro que suele escuchar, es una de las que más me gustan. Me calma y me reconforta tener a Oscar al lado.

Lleva unos shorts tejanos por encima de las rodillas, una camiseta gris lisa y Converse negras, como siempre.

Una llamada de Christian me hace volver a recordar la pesadilla por la que estaba pasando hace unos minutos. Se me había olvidado al parecer.

-       ¡Christian!

-       ¡¡Cariño!! – exclama Mónica al otro lado de la línea – no he conseguido vuelos, quería ir para allá... ¿cómo estás? ¿qué ha pasado?

-       No lo sé... La verdad es que no lo sé... - le digo rendida.

-       Tranquila, ya me ha dicho Christian lo que habéis hablado... Oye, estoy sin batería pero ahora cuando Christian me lleve a casa miraré vuelos por internet y mañana estoy ahí.

-       No te preocupes... estoy con Oscar... me ha venido a buscar... gracias por eso...

Si no es por ella, allí estaría como alma en pena aún.

-       ¡Menos mal que el sugus ha respondido como debía! ¿te quedarás en su casa a dormir, verdad?

-       Ehh... no... - prefiero no dormir en casa de Oscar, necesito estar sola - Ahora miraré de reservar algún hotel.

-       ¿Reservar hotel? – pregunta Mónica confundida y Oscar me mira de reojo con el ceño fruncido mientras sigue conduciendo.

Oigo de fondo a Christian que le dice algo y le saca el móvil a Mónica de las manos.

-       Sofi, escucha, tienes reserva en el hotel DESTINO, no has de reservar nada, ve allí ¿vale? Conozco a los que lo llevan, ya he hablado con ellos y te están esperando.

-       Está bien... gracias Christian...

Es abrumador que tanta gente se haya preocupado por mí. Me siento agradecida y abrumada. Abandonada de mala manera como si fuera una bolsa de basura, pero reconfortada por ver que hay personas buenas que se preocupan por mí.

Es contradictorio pero siento ambas cosas a la vez. El ying y el yang.

Mónica vuelve a ponerse en el teléfono y me dice:

-       Escucha corazón, pase lo que pase... no tomes decisiones drásticas ni emprendas acciones de las que te puedas arrepentir... espérate a que llegue yo mañana y organizamos juntas el asesinato de David a conciencia.

Lo dice tan seria que empiezo a reír a carcajada limpia y Oscar me mira como si me hubiesen salido tres cabezas. Mónica también se ríe al otro lado y por un momento me siento bien. Es mágica, me hace reír en circunstancias en las que sólo tengo ganas de llorar.

-       Vale. Programaremos juntas el homicidio... pero no es necesario que vengas, mañana miraré vuelos para volver yo.

-       Bueno, de momento no tomes decisiones. Mañana volvemos a hablar y concretamos el plan de acción.

-       Está bien – acepto rendida. – te quiero...

-       Y yo a tiiiiii

Entonces Christian le quita el teléfono nuevamente.

-       Oye, nada de homicidios... esto hay que aclararlo... ha de ser un malentendido.

-       Sí, estamos de broma... lógicamente – aclaro.

-       Ya, pero yo estoy muy preocupado... no está en casa y no responde al teléfono, nunca ha actuado así, no es nada propio de él, algo le tiene que haber pasado.

-       Ya...

-       Bueno, descansa... Y si tienes noticias de él avísame por favor...

-       Lo mismo te digo... - le pido y suspiro.

-       Claro...

-       Gracias

Cuelgo el teléfono y Oscar lejos de interrogarme, sube la música y hace como si nada. Mejor. Aunque estoy segura de que durante la cena comenzará su tercer grado.

Os dije que no os haría esperar mucho y ¡aquí está! la continuación :)

Algunas habéis elaborado unas hipótesis sobre lo que le ha pasado a David muy creativas y me encanta.

En este capítulo aún no queda claro qué ha pasado pero podéis ver cómo avanza la cosa. Al menos por la parte de Sofía.

Muchas gracias por vuestras lecturas, votos y comentarios ❤️ ⭐️

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