Vete ¡Olvida mi nombre! ¡Mi cara! ¡Mi Whatsapp! (Cap5)
El miércoles me despierto agitada y excitada a partes iguales en cuanto suena el despertador. Hago un esfuerzo por recordar lo que estaba soñando mientras me froto los ojos con las manos y me desperezo.
Sé que tenía algo que ver con David y con su sofá... ¿o era con su encimera? No consigo recordarlo del todo pero sé que era sensual y sexual, muy sexual. Una sonrisa se instala en mi cara el resto de la mañana.
— ¡Buenos días! —digo quizá con excesivo entusiasmo en cuanto entro al estudio.
Oscar me mira desde su sitio algo extrañado.
— Buenos días... ¡Cuánta energía! —alza una ceja interrogante
— ¿Cómo va? ¿qué tenemos para hoy?
— Hoy tenemos un día tranquilito. Las diseñadoras ya están preparando la campaña de otoño. Los fotógrafos avisados para la sesión. Solucionadas las incidencias con la web... Emmm ¿qué más? —se reclina sobre su silla pensativo mientras yo me siento en la mía.
— Vale... genial —le contesto cuando parece que no va a decir nada más— entonces me pondré con los contenidos para prensa. Me gustaría reforzar la campaña publicitaria del próximo trimestre ¿qué te parece?
— Sí, genial. Yo voy a reforzar la web ante intrusiones cibernéticas.
— ¿Otra vez? —le pregunto sorprendida alzándome en mi silla para poder verle la cara por encima de los Macs. Vive reforzando la web ante intrusiones y hackers.
— Sí —se ríe tímido y se pasa la mano por el pelo suelto que ya le llega casi al hombro— ya sabes que cada poco me gusta repasarlo y reforzarlo, nunca estamos lo suficientemente seguros
— ¡Contigo estamos más seguros que un banco! ¡Qué obsesión! —me río con él y vuelvo a sentarme.
Me concentro en los contenidos para la prensa del siguiente trimestre.
A las once de la mañana llaman a la puerta y se me acelera un poquito el corazón. La idea de que tras la puerta se encuentre David me acelera el pulso sin control.
Me levanto rápida para abrir y prácticamente corro hasta la puerta. Una vez delante me pongo bien la camiseta de tirantes negra que llevo y me atuso un poco el pelo que hoy he decidido llevar suelto a pesar del calor. ¡Cuánto hay que sufrir para estar guapa! Miro de reojo a Oscar que me mira intrigado desde su silla con el ceño fruncido y expectante. El pobre no debe entender nada.
Sonrío y abro la puerta intentando parecer lo más natural posible.
— ¡Hola nena! —entra Mónica como un torbellino y me abraza.
— Mónica ¿qué haces tú por aquí? —la abrazo también, sonrío y la miro en cuanto se separa de mí. Viene con un vestido cortísimo negro sin mangas bastante ajustado pero muy "casual". Un collar maxi plateado y unas sandalias con tacón negro. Su pelo rubio suelto y ondulado. Preciosa, como siempre, sin esfuerzo.
— Si Mahoma no va a la montaña... ¡Me tienes en ascuas!
Trae consigo una caja que intuyo se compone de donuts glaseados con diferentes coberturas y se me hace la boca agua solo de imaginarlo. Pero no quiero hablar con ella delante de Oscar, me gustaría hablarlo tranquilas, entre chicas y sin la negativa opinión de Oscar (suele tenerla de todos los hombres que me interesan, por norma). Aunque también con razón. Vaya racha llevo de perlas.
— ¿Bajamos a tomar un café? —le pregunto rápidamente
— Vale, bueno, yo traía el desayuno —explica enseñándome la caja de donuts.
— Genial, le dejamos uno a Oscar —le acerco la caja a Oscar y le ofrezco— ¿quieres?
— ¿Bollería industrial llena de azúcares refinados, químicos y colorantes? ¿a ti te ha dado un golpe de calor esta mañana? Aleja eso de mí ¡por lo que más quieras!
Mónica se ríe de él detrás de mí.
— ¡Cómo eres Sugus! la dulzura personificada —le dice Mónica con ironía.
— Y tú eres más como este donut —le contesta él señalando uno de la caja.
— ¿Me estás llamando dulce, deliciosa y apetecible? —pregunta ella apoyando una mano en su cadera, muy chula.
— Artificial y tóxica, en realidad.
— Vale... Bueno... ¿Vamos? —les corto antes de que entren en bucle.
— Vamos, no sabe lo que se pierde —bromea ella y le saca la lengua antes de cerrar la puerta tras de sí.
Bajamos en el ascensor comentando los colores de esmalte que llevamos puestos, ella rojo pasión y yo burdeos. Cuando llegamos al portal la puerta de la calle se abre y entra ¡David!
El pulso se me acelera y la sonrisa tonta vuelve a mi cara. Pero no va solo, va junto a un moreno con unos ojazos azules tan impresionantemente atractivo que casi sin querer capta mi atención. Es igual de alto que David, va con unos tejanos oscuros y una camisa negra muy formal. El pelo engominado hacia atrás y una sonrisa que sólo le falta enmarcarla con luces de warning. Lleva la palabra "peligro" escrita en la frente.
¡Dios! La imagen de estos dos hombres juntos es demasiado para mí en ayuno. Necesito desayunar antes de algo así.
— Buenos días señoritas —dice David y se para frente a nosotras.
— Hola —respondo como una tonta y una sonrisa se forma en mis labios.
— Este es Christian, mi socio. Christian te presento a Sofía —le dice señalándome.
— Oh, Sofía ¡qué ganas tenía de conocerte! —me dice muy contento mientras se acerca para darme dos besos.
— ¿Ah sí? —le pregunto sorprendida con una sonrisa. Me inunda un perfume fuerte y sofisticado cuando me besa.
— Sí, me ha hablado mucho de ti —dice señalando a David con la cabeza.
Mónica tose discreta pero me basta para entender lo que quiere.
— Perdón, ehh... Ella es Mónica. Mónica, él es David y...
— Y yo soy Christian, encantado —se adelanta y le da dos besos.
Saltan chispas entre ellos y David y yo nos miramos divertidos al notarlo.
— Encantada —responde ella coqueta a más no poder mientras le da dos besos también a David.
Una vez terminadas las presentaciones David está a mi lado y frente a nosotros Mónica y Christian que se vuelven a mirar.
— Perdona ¿te conozco? —le pregunta Christian muy seductor con una sonrisa de anuncio.
— Oh, ¿quizá por mi blog? Soy Monica de LovelyOne.
— Ahhh ¡por supuesto! Ya decía yo que me sonabas —dice Christian mientras da una palmada al aire.
— ¿Lovelyone? – pregunta David que parece no saber de qué hablan.
— Sí, es uno de los blogs más famosos de nuestro país.
Mónica sonríe satisfecha, le ha encantado oír eso de la boca de Christian, lo sé, aunque es totalmente cierto.
— Uau. No tenía ni idea, la verdad es que no conozco nada de este mundillo —se disculpa David.
— Tranquilo, suelen conocerme mucho más en el sector femenino —sonríe ella divertida.
— Bueno, no os entretenemos más —dice David, y Christian enseguida aprovecha para darle dos besos más a Mónica.
David se me acerca mucho para darme dos también a mi y antes de alejarse me susurra:
— Te recuerdo que mañana comemos juntos.
— Lo tengo presente —pestañeo coqueta y me regala una sonrisa encantadora.
— Un placer conoceros —Christian se despide de mi también y se van los dos hacia el ascensor.
Mónica me mira abriendo mucho los ojos cuando ya no nos ven y me susurra:
— ¡Pero bueno! ¿y esto? ¡Dime que el moreno no era el que te tiraste anoche por favor!
— ¡Mónica por dios! Espérate a que lleguemos a la cafetería —miro hacia el ascensor y confirmo que no nos han oído.
— Florecillas silvestres del campo ¿qué os pongo? —pregunta Loles con su cuaderno de apuntar y su boli rosa con purpurina y plumas, esta mujer cada día se supera con los complementos pastelosos.
— ¿Nos traes unos cafés con leche de soja y stevia? —pido yo.
— Y si te damos un donut glaseado ¿nos dejas que los comamos aquí? —le pregunta Mónica con cara de niña buena.
— Sí, pero me tenéis que dar el de fresa —dice Loles con una sonrisa que nos enseña todos sus dientes como el smiley de Whatsapp.
— Trato hecho —Mónica le tiende la caja y Loles se lleva su donut rosa a juego con su carmín.
— Cuéntamelo todo ahora mismo. ¡Es una orden! —dice volviendo la atención a mí muy seria y algo agresiva ¡Cómo es esta mujer!
Le explico a Mónica absolutamente todo y aun así me hace mil preguntas más. Siempre quiere saberlo TODO. Debería haber sido periodista en vez de bloggera.
— ¡No me digas que sabe hacer sexo tántrico! —exclama Mónica efusiva.
— ¿Sexo tántrico? ¿de qué estas hablando?
— Bueno, ya te lo contará mejor él... tía, te ha tocado la lotería... encima está para tomar pan y mojar...
Me alivia saber que ella también lo ve así de atractivo, así que no es que me haya vuelto loca, es que es él, que nos vuelve locas a todas.
— ¿Pero y el moreno? —pregunta cuando parece satisfecha con el tema David.
— ¿Christian? ¡yo que sé! Ha dicho que era su socio, yo es la primera vez que lo veo.
— ¿Y entonces no sabes si está soltero ni nada de eso?
— Pero bueno ¿cómo voy a saber yo eso? ¿qué ha pasado con el chico ese que estabas conociendo?
— Es historia.
Me quedo esperando a que diga algo más pero no. Engullo un donut glaseado con vainilla y Mónica uno con chocolate. Nos bebemos el café y me explica tras hacerle muchas preguntas que su exrollo en realidad tenía novia y no se lo había dicho.
— ¿Sabes? Me recordó un poco a tu historia con Mark —explica y baja su mirada algo triste.
— Pues has hecho muy bien de huir de ese rollo, ya has visto como suelen acabar esas cosas.
— Sí... nunca la dejan ¿verdad?
— No... no la dejan y quieren tenerte a ti en la reserva para cuando ella no tiene ganas de follar —mi tono va subiendo con cada palabra pero solo soy consciente cuando he acabado la frase. Aun tengo mucho resentimiento hacia mi ex, es evidente.
— ¡Puaj! ¡Asquerosos! —dice con una mueca arrugando la nariz y me hace reír.
— Así que borra su numero y olvídale... —le digo y acto seguido empiezo a cantar imitando a Pimpinela— por eso.. ¡vete! ¡olvida mi nombre! ¡mi cara! ¡mi whatsapp! ¡y pega la vuelta! —Mónica se parte— así se lo dije yo a Mark y ha funcionado, no ha vuelto a llamarme. Bueno, me ha llamado cien millones de veces, pero no le he contestado nunca y al final ha parado.
— Eso mismo he hecho yo también. Además el morenazo este me tiene impactada.
— ¡Cómo eres! Si apenas lo has visto dos minutos.
— Suficiente para saber que me lo tiraría en todas las posturas del kamasutra y algunas extra que improvisaría por él.
Me río algo abochornada por su expresividad.
— ¿Qué? Es verdad ¡Y tu harías lo mismo con el rubito! No digas que no, te conozco demasiado bien y he visto como os mirabais ¡cielo santo Sofi! Tienes que echarle un buen polvo para quitarte el mal sabor de boca que te dejó Mark-el-casado-asqueroso.
— Shhhh ¿quieres bajar el tono? —le pido mirando a las mesas que tenemos a los lados divertida.
— Aun no entiendo cómo no te lo tiraste anoche, pero haces bien, hacerte la dura es siempre un buen plan, en realidad te admiro ¡cómo has podido aguantar! Eres una crack. Deberían hacer estampitas con tu cara.
— Después de mis últimas experiencias tampoco quiero lanzarme a nada tan rápido.
— Te entiendo nena, haces muy bien, pero a este rubio deberías lanzarte rápido y sobretodo ¡desnuda! —da una palmada frente a mi cara para darle efusividad a lo último.
— ¡Mónica, por Dios! —nos reímos como niñas.
Volvemos al estudio tras nuestro dulce atracón de donuts y nuestra conversación con extra de picante.
Nos encontramos a Oscar mordisqueando una manzana, seguro que ecológica, muy concentrado en su trabajo con los cascos puestos.
— Bueno nena, voy al lavabo y me voy ya, te dejo trabajar —Mónica se dirige al lavabo cuando llaman a la puerta y se para en seco emocionada— ¡Son ellos! —exclama bajito.
— ¿Cómo van a ser ellos? —le pregunto inquieta mientras voy hacia la puerta.
— ¡Sí! ¡seguro! —dice ella convencida y se pone a mi lado peinándose un poco y adoptando una actitud natural ¿cómo lo hace la tía? Siempre está divina.
Abro la puerta y me sorprende ver que ¡encima tiene razón! David y Christian están al otro lado de la puerta mirándonos con unas sonrisas traviesas. ¿Cómo pueden ser tan atractivos? Dios, no sé ni que decir y eso que ahora me pillan desayunada y con cafeína en el sistema.
— Perdonad que os molestemos —dice muy educado Christian— es que os queremos invitar a un evento que hacemos el viernes por la noche.
— ¿Un evento? Suena bien ¿de qué se trata? —dice Mónica tomando el mando de la conversación.
— Es un evento laboral, en realidad... Queremos dar a conocer a nuestros clientes de la zona que tenemos la oficina aquí y hemos organizado un cóctel informal en la azotea a partir de las ocho, cuando baja el sol.
— Contad con nosotras —responde Mónica por las dos sin consultarme, pero me parece bien, que conste. Cualquier cosa que implique pasar un rato con David me parece bien, en realidad.
— Él también está invitado —dice David con mucha amabilidad señalando a Oscar que está con los cascos y no se entera de nada, o finge no enterarse.
— Genial, se lo diré —respondo yo y nuestras miradas se encuentran.
— Perdona, Mónica ¿me das tu numero? Me gustaría llamarte esta semana para comentarte algo sobre el blog —dice Christian muy natural.
— Oh sí, claro.
Mónica saca una tarjeta de su bolso, muy profesional ella (para tener un blog).
— Perfecto. ¿Os vemos el viernes entonces?
— Allí estaremos —confirma Mónica con su sonrisa de seducción masiva.
— Pues hasta el viernes, y que sepáis que nuestro evento acaba de ganar puntos con vuestra asistencia —dice Christian mientras se aleja hacia su puerta.
— ¡Qué exagerado! —ríe ella divertida y encantada por su comentario.
— A ti te veo mañana —dice David sin quitarme la vista de encima.
— Hasta entonces —le contesto yo muerta de ganas.
Cierro la puerta. Mónica se apoya contra la puerta y empieza a bailar moviendo las caderas y alzando los brazos en señal de triunfo. Oscar parece que vuelve a la vida.
— ¿Y ahora qué os pasa? ¿tenéis un subidón de azucares refinados? ¿queréis que pida una ambulancia? —pregunta con malicia quitándose los cascos.
— Nos acaban de invitar a una fiesta el viernes por la noche en la azotea —contesta Mónica emocionada.
— Hombre, tanto como fiesta... Han dicho coctel informal —corrijo a Mónica.
— ¿Quiénes eran esos? —pregunta Oscar.
— Los vecinos y tú también estas invitado —le digo señalándole con un dedo.
— ¿Los vecinos? ¿los de las webs? ¡pasando! Ya me han visto el pelo.
— ¡Mira que eres rancio cuando quieres! —le digo con tono amargo.
— Ya sabes que no me van las fiestas, ni los eventos, ni las relaciones con gente que no me interesa.
En fin.
Mónica se va, decide irse a la peluquería y reservar hora para el salón de belleza por la tarde. En mi próxima vida me pido ser blogger de moda. Oscar y yo trabajamos hasta las tres y salimos juntos del estudio. Mientras Oscar cierra con llaves, no quito el ojo de la puerta de en frente. Ojala se abriera justo en este momento, me encantaría ver a David antes de irme. Pero no. Bajamos en el ascensor. Oscar me da dos besos y se marcha a casa. Yo paseo hasta la mía y me tomo la tarde libre. Aprovecho para llamar a mis padres y ver qué tal están. Hago la compra, recojo un poco la ropa y poco más. Cuando estoy preparando la cena suena mi móvil.
21:09h David: te pienso...
La sonrisa de tonta que tengo en la cara, no tiene nombre. Y las mariposas que de pronto revolotean en mi estomago tampoco.
21:10h Sofía: yo a ti también... ¿qué haces?
21:11h David: estoy tumbado en mi terraza pensando en cuánto me gustaría que estuvieras aquí...
Las mariposas revolotean cada vez con más fuerza. La ilusión me invade y una alegría llena de amor propio me hace pensar en que él también me desea tanto como yo a él. Lo cual me sigue pareciendo, cómo mínimo, curioso. David es de esos chicos tan guapos y además encantadores, que podrían estar con cualquiera ¿qué habrá visto en mi? No me lo explico.
21:11h Sofía: ¿Ah sí? A mi también me gustaría...
21:11h David: ¿por qué no vienes ahora?
Ufff... las mariposas pasan a ser un tsunami que arrasa con todo a su paso. Una mezcla de nerviosismo y excitación me recorre. Por una parte, mi parte más salvaje supongo, me encantaría dejar la ensalada sosa que estoy preparando para cenar y salir corriendo hacia allí. Pero por otra parte, la más racional y asustadiza, creo que es demasiado pronto. Ayer cené en su casa y mañana hemos quedado para comer... no quiero correr tanto.
Me encanta su intensidad, me encanta que desee verme. Es algo que me gusta más de lo que podría imaginarme, pero me da miedo también. Todo eso de ser poliamoroso aun no he tenido oportunidad de entenderlo del todo.
21:12h Sofía: no puedo. Pero mañana comemos juntos ¿no?
21:13h David: Estoy contando las horas...
21:13h David: En serio. Faltan 17 horas :D
21:13h Sofía: jajaj
Miro el reloj y efectivamente. Me río yo sola en medio de la cocina mirando sus mensajes. Bolita se pasea entre mis pies ronroneando y pidiendo algo de cena.
Le pongo algo de pienso para que cene y acabo de aliñar mi ensalada, le añado un poco de salmón ahumado y unas tostaditas. Un vaso bien grande de agua fría y me lo llevo todo a la mesita del sofá.
No hay más mensajes por el momento. Me pongo el pijama después de cenar, leo un rato en la cama la novela erótica que tengo a medias y disfruto de una historia amena, sexy y divertida. ¡Me encanta Megan Maxwell! Cuando se me empiezan a cerrar los ojos, dejo el libro. Miro el móvil para ponerlo en modo avión y tengo un mensaje de David reciente:
23:58h David: buenas noches Sofía
Me encanta que me haya escrito solo para desearme buenas noches. ¿Somos así de intensos los dos? Porque a mi es algo que siempre me ha gustado y que nunca he tenido en una relación. Bueno cuando tenía quince años sí, pero en relaciones así más mayor ya no.
00:04h Sofía: buenas noches David :)
Me despierto el jueves contenta pensando en la cita que tengo a mediodía. Me arreglo un poco más de lo normal. Me peino, me maquillo y me voy a trabajar.
— Buenos días socia —Oscar me saluda con su sincera y cálida sonrisa desde su sitio en cuanto entro.
— ¿Qué pasa, Sugus?
— Aquí, currando un poco. ¡Qué ganas de pillar las vacaciones!
— Dos días sugus... dos días — le digo con dos dedos en alto y él responde con una sonrisa total.
La jornada junto a Oscar, pasa volando. Acepto una manzana que él me ofrece a media mañana y desayunamos juntos en la única sala que tenemos en el estudio. Una sala que hace las veces de sala de reuniones como de cafetería. Es pequeñita pero la tenemos bien equipada. Con una mini nevera y una cafetera Nespresso. En invierno le damos más uso porque solemos desayunar allí. Ahora en verano no sé por qué me apetece más bajar al bar de la Loles, me despejo más al desconectar del espacio de trabajo y ver a otras personas.
Mientras nos comemos la manzana y unas galletas de espelta integral (todo de Oscar) charlamos de cosas del trabajo. Me encantaría contarle que he quedado para comer con David, pero como suele reaccionar mal a estas cosas prefiero no hacerlo. Ya habrá tiempo de hablarlo si esto va a más. De momento somos vecinos de oficina que quedan para comer. Bueno... Y que se besaron hace dos días. Tengo tantas ganas de volver a besarlo...
Reanudamos el trabajo y no dejo de mirar el reloj. Estoy deseando que sean las tres, lo cual no es nada propio en mí. Suelo disfrutar de mis jornadas de trabajo y además suelo alargarlas más que desear que sea la hora de acabar. Pero hoy es especial. Un cosquilleo en el estomago me lo confirma cada vez que miro la hora.
A las tres en punto Oscar recoge sus cosas, me da un beso en la mejilla y se despide hasta mañana. Yo tardo un poco más en apagar el Mac.
Me miro en el espejo del baño, llevo unas sandalias negras planas, una minifalda negra bastante cortita y una camiseta blanca suelta de manga corta que pone delante "wild thing" en letras negras. Salvaje me voy a poner yo en unos minutos en cuanto le vea.
Me aplico un pelín de máscara de pestañas negra, bueno, quien dice un pelín dice tres capas, y cacao hidratante en los labios, no aplico color por si hay algún beso ¿habrá besos? Suspiro recordando sus labios. Lo deseo. Mucho. Me pongo un poco de perfume y lista.
A las tres y cinco abro la puerta del estudio y me lo encuentro en el rellano apoyado en la pared mirando su móvil. Alza la vista y me recorre entera. Me sonrojo, las mariposas revoloteando en mi estómago están liando una buena. Cierro con llave y cuando me giro hacia él me lo encuentro a pocos milímetros de mí.
Me falta el aire. Me empuja suavemente contra la puerta con una sonrisa juguetona y me besa. En el momento en que nuestros labios se encuentran siento alivio. Alivio físico y emocional. ¿Cómo podía desearlo tanto? Su lengua se abre paso despacio y busca la mía. Respondo encantada al beso mientras rodeo su cuello con mis brazos. Él me coge por la cintura y me atrae contra él. El aire se vuelve denso a nuestro alrededor y da paso a esa energía eléctrica que aparece entre nosotros. Le deseo. Cada minuto que pasa es peor.
Cuando separamos nuestros labios respiramos algo agitados pero sonreímos hasta con la mirada.
— No podía aguantar más sin besarte... —me dice mirándome fijamente a los ojos y recorriendo mis labios con su pulgar. Me derrito.
— Ni yo...
— ¿Vamos?
— Sí.
Me coge de la mano y bajamos juntos en el ascensor. Me pregunta por mi día y le cuento un poco lo que he hecho mientras bajamos al parking del edificio.
— ¿Tienes plaza aquí? —pregunto cuando salimos del ascensor.
— Sí, hemos alquilado varias plazas, al ser el centro hemos pensado que más nos valía tenerlas. Aunque no las usamos prácticamente nunca.
— Claro. Yo suelo venir andando cada día así que ni me lo planteé cuando alquilamos el estudio.
— Pues si algún día la necesitas, puedes usar la mía. No creo que yo vaya a usarla mucho en realidad. Ven, es este —dice señalando su coche. Un Audi A5 negro.
— Bonito coche...
— ¿Te gusta? Es nuevo
Nos subimos y mientras me abrocho el cinturón noto ese olor a coche nuevo que suele gustar tanto a todo el mundo, a mí no tanto, pero enseguida se me olvida en cuanto veo a David al volante. ¿Puede haber una imagen más sexy?
Este chico tiene algo que me atrapa. Me gustaría poder quedarme mirándole durante horas y analizarlo para entender qué es... ¿será su sonrisa? ¿su forma de hablar? ¿sus labios carnosos? ¿su actitud misteriosa y sensual? No sé... creo que es todo.
Arranca y me lleva a comer. No sé a donde pero tampoco me importa. Solo quiero parar el tiempo y disfrutar de esta imagen un poco más. Lleva unos tejanos cortos y un polo negro de manga corta. En los pies unas converse negras bajas. Muy casual. Muy sexy. Muy arrancable todo en el asiento de atrás. Ya se me está yendo la cabeza. Y eso que el aire acondicionado me mantiene muy fresquita dentro del coche.
— ¿Has ido alguna vez a un vegetariano a comer?
— ¿Tu casa cuenta?
— ¡No! – contesta entre risas.
— Pues entonces no —sonrío inocente.
— Este te gustará. Se está haciendo famosillo en Barcelona y a veces cuesta bastante tener mesa pero conozco a los dueños. Voy a menudo.
— Genial, me encantará probarlo.
Me mira con una sonrisa sincera, de esas que se le marcan los hoyuelos.
Verle conducir, con tanta seguridad, con ese punto algo agresivo pero sobretodo cuidadoso, me hace sentir cómoda y segura y eso me encanta. No me gustan nada las tonterías al volante.
¡Hola Equipo Vibrating!
¿Qué tal?
¿Habéis ido alguna vez a comer a un vegetariano? En el próximo capítulo iréis 😬
Gracias por seguir por aquí, valoro muchísimo cada comentario que me dejáis ¡me anima a seguir! ❤️
¡Nos vemos tras la comida en el vegetariano!
Carol
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