¿Valiente y decidida? Sí, claro ¡una perraca calentorra! (Cap2)
El martes llego antes que Oscar al estudio, me avisa de que el metro va retrasado con un mensaje de whatsapp. Ventajas de vivir a dos calles del trabajo: yo con un corto paseo a pie llego siempre la primera.
Me siento en mi sitio con mi vaso de café para llevar traído de casa y doy pequeños sorbos mientras se enciende mi Mac.
Alguien golpea con los nudillos en la puerta. ¿Oscar se habrá vuelto a dejar las llaves? Abro la puerta.
— ¿Qué pasa, Sugus, te has vuelto a dejar las llav...? —me quedo a media frase al ver a David, mi sexy vecino de oficina, que está tan cerca que me da la sensación como si el aire hubiese desaparecido para ser reemplazado con electricidad. Me cuesta respirar con normalidad. ¿Qué efecto tiene en mí este hombre? Y, lo más preocupante: ¿por qué?
Él ajeno a todo esto que me ocurre, sonríe con media sonrisa algo tímido y es para comérselo.
— Hola... yo... quería pedirte ayuda con una cosa.
Yo en este momento le ayudaría con cualquier cosa y si fuera alguna cosa sexual ¡mejor! ¿en qué estoy pensando? Noto un calor subir por mi cuello y creo que voy a sonrojarme. Mejor no pensar en cosas sexuales ¡ya estamos otra vez!
Oh, Sofi ¡CONTROL!
— Sí, claro ¿en qué puedo ayudarte? —sonrío intentando parecer normal y natural.
— Es en la oficina, no entiendo cómo funciona el portero automático ¿puedes venir un momento?
— Emmm... claro.
Hago un esfuerzo enorme por apartar pensamientos obscenos de mi mente mientras cojo las llaves de mi mesa y salgo al rellano donde me espera con las manos en los bolsillos. Lleva unos tejanos negros y una camisa gris algo entallada que realza lo fibrado que está su cuerpo bajo ella nuevamente, lo cual no puede ser casual.
¡Este hombre se compra las camisetas pensando en matarme! ¡seguro!
Abre la puerta de su oficina, la puerta que hay justo frente a la mía y entramos. Nunca había estado en ella. Es bastante más amplia que la mía, pero tiene menos luz. Parece que la están decorando aún ya que tan solo hay unos muebles básicos. Se trata de un espacio diáfano y amplio, con 4 escritorios grandes enfrentados unos a otros, una sala de reuniones grande cerrada por cristal donde se puede ver una mesa grande con unas diez sillas y un montón de equipos informáticos por conectar. Pero a pesar de no estar acabado de amueblar ni decorar, ya empieza a tener un toque sofisticado y moderno. Muy elegante. ¿A qué me dijo que se dedicaban?
David cierra la puerta una vez he entrado y me doy cuenta de que estamos solos. Me rodea y señala algo junto a mí:
— Mira, el portero automático que yo tengo es este.
— Sí, es el mismo que tengo yo —digo con aires de experta descolgando el telefonillo— cuando alguien llame, simplemente descuelgas el teléfono y se enciende la pantalla para que veas quién es.
— Ajá ¿y para abrir?
David mira el aparato muy concentrado y muy cerca de mí. Noto otra vez esa energía extraña entre su cuerpo y el mío. Está muy bueno, eso salta a la vista. Pero me siento atraída hacia él por algún otro motivo que no consigo aclarar. He visto tíos buenos antes y no me he sentido así.
— Para abrir pulsas aquí ¿ves?
— ¿Este botón? Vale ¿y si no descuelgo el teléfono no puedo ver quién es?
— Sí, sin descolgar el teléfono puedes darle a este otro botón y sólo se encenderá la pantalla, muy útil cuando veas testigos de jehová y/o yonkis.
Se ríe y a mí se me dibuja una sonrisa en los labios.
— Perfecto. Muchas gracias. Es tan... antiguo... y me daba vergüenza llamar al servicio técnico, somos una empresa de nuevas tecnologías... eso no nos iba a dejar en muy buen lugar ¿sabes? —se ríe entre dientes.
— Un informático que no sabe usar un portero automático ¿eh?
— Sí... solo que no soy informático.
— Oh... perdona, di por hecho que lo eras.
Me quedo esperando a que diga algo más... o a que se desnude, cualquiera de las dos cosas me va a parecer bien, muy bien. Pero simplemente me mira y sonríe.
— Bueno, em... gracias... vecina.
— Sí, nada, para eso estamos, ya sabes...
O para CUALQUIER otra cosa que necesites...
Me abre la puerta y antes de que pueda moverme se inclina sobre mí. Estoy casi convencida de que esta vez sí que va a besarme ¿pero qué clase de fantasía se ha apoderado de mi mente racional?
De nuevo vuelvo a parecer tonta cuando me da dos besos inocentes y me dice "hasta luego" sin que yo apenas respire. Esto no puede ser casual, ha de tener el movimiento totalmente estudiado para despistar a su víctima y dejarla perpleja al borde del colapso.
Creo que ni contesto, simplemente me giro sobre mis talones sonriendo y camino hacia mi estudio respirando con dificultad. No soy capaz de articular palabra, por mucho que pienso en ello, no se me ocurre nada que decir.
Dentro me espera Oscar que está encendiendo su equipo y da sorbos a mi café.
— Eh... ¡que es transgénico! —le grito en broma. La voz me ha vuelto y mi cerebro vuelve a funcionar. ¡Ya es algo!
Se ríe tímido como si lo hubieran pillado haciendo una travesura y se sienta en su silla.
— Perdona, olía tan bien... no me he resistido a darle un sorbito.
— Tranquilo, puedes bebértelo si quieres...
Me siento en mi sitio mientras observo a Oscar que lleva el mismo look del día anterior solo que con una camiseta roja con dibujos de marcianos en negro.
— No gracias, yo no bebo soja, ya sabes, ni café en realidad.
— Está bien... —no quiero entrar en este debate sin fin sobre alimentación y conspiraciones gubernamentales.
Oscar se recoge los mechones rizados en una mini coleta y mientras se pasa la goma me pregunta:
— ¿Dónde estabas?
— Me ha llamado el vecino, no sabía usar el portero automático.
— ¿Y qué tal es? ¿de qué van?
— Es majo... es una empresa de nuevas tecnologías o algo así, no suelta prenda. Habrá que investigarlo.
— Ya me encargo yo de investigarlo.
Y sé a qué se refiere. Oscar aparte de ser un apasionado informático, tiene como hobby investigar a las personas o empresas. Debería dedicarse profesionalmente y cobrar por ello porque es realmente bueno el jodido.
Aun me acuerdo la ultima vez que tuve una cita y cometí el error de decirle su nombre y apellidos. Al día siguiente había dejado un informe sobre mi mesa sobre ese tipo, sus fotos de Facebook, los ocho perfiles alternativos que tenía, la cantidad de chicas con las que se comunicaba, comentarios en foros de porno, perfiles en infinidad de webs, su nombre real... no volví a contestarle al teléfono.
Aunque el peor hallazgo sin duda fue el de mi ex, Mark... recuerdo aún la sensación de quedarme de piedra al escuchar todo lo que había encontrado sobre él.
Estábamos en el bar de la Loles y aun era invierno. Al menos en esa ocasión, Oscar consideró que era mejor explicármelo cara a cara en vez de dejarme un informe sobre la mesa. Enterarte de que tu novio, con el que llevas varios meses saliendo, está casado y vive con su mujer es, como mínimo, una noticia difícil de digerir. Ahí Oscar estuvo avispado teniendo la decencia de llevarme al bar de la Loles y contármelo mientras tomábamos un té calentito.
Él no es de confiar en las personas mucho pero entiendo que con la facilidad que tiene para recabar información morbosa y datos oscuros en internet, no debe ser fácil tampoco.
Hacia las once de la mañana el estómago me ruge y me apetecen tostadas de la Loles. Habitualmente me traigo el desayuno pero es agosto y estamos casi de vacaciones, bajar a desayunar fuera me encanta y este mes me doy el capricho de hacerlo casi cada día.
— Sugus ¿bajamos a desayunar?
Se quita los auriculares y me mira dubitativo.
— Mmmm creo que paso, tengo que acabar de subir los productos nuevos a la web si los queremos presentar en sociedad a la vuelta de las vacaciones, además no tengo hambre.
— Vale, pues bajaré yo, si quieres te traigo una bebida llena de cafeína, azúcares refinados y leches transgénicas, que hoy he descubierto que son tu pasión más inconfesable.
—No, gracias, todo para ti, ya he arriesgado bastante mi vida bebiendo de tu vaso hoy, por cierto ¿no tendrás ningún virus contagioso no?
Me río mientras cojo el móvil y las llaves, paso de contestarle siquiera. La verdad es que es curioso que haya bebido de mi vaso con lo escrupuloso que es. Es de esos que pasa una servilleta por su vaso cuando comemos fuera.
Mientras sube el ascensor miro Instagram Stories y veo que Mónica ha subido un vídeo hace menos de una hora hablando de que el amor es un asco.
Nota mental: llamarla en cuanto llegue a la cafetería para ver qué le ha pasado con Luis, el rollete con el que llevaba un par de meses quedando. Ya le dije yo que ese chico no quería nada más con ella... que con llamarla cuando no tenía ningún plan mejor, se conformaba.
Entro en el ascensor y cuando se están cerrando las puertas, un brazo fuerte se interpone entre ellas y aparece David tras él. Parece casi una visión con esa sonrisa que me vuelve loca y el pelo algo despeinado, de lo más morboso.
¡Camión mátame ya!
— Hola de nuevo —me dice entrando al ascensor.
— Hola...
El calor me sube por el cuello. Otra vez tan cerca de este hombre. ¡Qué tortura es esta!
Hago como que sigo mirando el móvil pero las historias ni cargan, no hay cobertura en el diminuto ascensor. Bueno, no es tan pequeño, es que ahora que está él dentro, me falta aire. Empezamos a bajar y David me pregunta como quien no quiere la cosa:
— Oye ¿dónde se puede desayunar algo por aquí cerca?
Se recuesta sobre la pared de mi derecha y lo miro pensativa. Está tan guapo con esa camisa gris...
— Pues aquí mismo, en el bar de la Loles.
— ¿Vas para allí?
— Sí.
— Perfecto.
Sonríe y creo que da por hecho que ¿vamos juntos? Me pongo algo nerviosa de pensarlo.
Vamos en silencio hasta el bar de la Loles y al entrar, la dueña me saluda como cada día:
— Buenos días florecillas del campo.
David sonríe divertido ante el saludo de Loles pero no le dice nada.
— Hola Loles ¿cómo va?
— No me quejo que ya es bastante ¿verdad cielo?
— ¡Y tanto Loles! – le digo yo con tono cómplice – y tanto.
Voy a la mesa de la ventana donde me gusta sentarme y veo que David se sienta conmigo en la silla de enfrente, pues sí que tenia pensado autoinvitarse a mi desayuno sin previo aviso.
— ¿Te importa que me siente contigo? Quería aprovechar para preguntarte un par de cosas más del edificio, ya sabes.
A buenas horas ¡si ya te has sentado! Y yo encantada, que conste.
— Claro, no hay problema.
Loles se acerca con sus morros rosas y un moño rubio desecho en lo alto de su cabeza. La señora por más que deba estar más cerca de los sesenta que de los cincuenta, está genial y tiene siempre un aire juvenil y fresco. Además no sé por qué me recuerda a Meryl Strip.
— ¿Qué os pongo?
David me mira sin decir nada y decido pedir yo primera.
— Yo quiero un café con leche de soja y azúcar moreno.
— El desgraciao de cada día, vamos - aclara ella mientras apunta en su libretita.
David se ríe del comentario
— Sí, y las tostadas de cada día pónmelas también no sea que me de por innovar – bromeo con Loles.
— Perfecto ¿y a ti bollito, qué te pongo? —dice repasando con la mirada a David. A esta no se le escapa nada.
— Póngame lo mismo que a ella, por favor.
Loles apunta en su libretita y se va con paso coqueto hacia la barra. Vuelvo la vista a David y veo que está poniendo en silencio su móvil, tenemos el mismo móvil por cierto.
— Tienen leche normal también...
— Ya, pero yo siempre pido soja
Me sorprende y me quedo pensando en si será verdad.
— Bueno, ¿qué querías saber sobre el edificio?
— Vale, me has pillado, en realidad nada —dice levantando las manos en señal de inocencia— Pero quería conocer un poco más a mi vecina de planta.
El calor sube por mi cuello a gran velocidad y empieza a inundar mis mejillas. ¿Por qué? Si sólo me ha dicho que quiere conocerme...
Ufff, Sofía, empezamos mal.
David entrelaza los dedos de las manos sobre la mesa y me mira fijamente. Siento como si me traspasara y pudiera verme desnuda con esa mirada tan azul. ¡Vaya ojazos tiene el tío!
— Está bien-.. ¿qué quieres saber de mí?
¿De verdad quiere saber algo de mí? ¿qué tengo yo de interesante para un hombre así? Las debe de tener haciendo cola...
— Cuéntame, ¿de qué va tu empresa?
Me decepciona un poco su pregunta. Yo quería que me preguntara mi postura sexual preferida y esas cosas.
¿Hola? ¿esto es por el calor que hace? Sofía vuelve en ti.
— Mi empresa es una tienda online. Vendemos relojes.
— Uau. ¿Relojes? ¿De diferentes marcas quieres decir?
— No, tenemos nuestra propia marca —aclaro con orgullo.
— Me encantaría verlos ¿cuál es la web? —pregunta entusiasmado.
Saco una tarjeta de mi monedero mientras Loles nos deja los cafés en la mesa. Se la doy y la mira sujetándola entre sus manos.
— ¿Sofía Ribeiro? CEO de WOLF WATCHES ¡no me digas! ¿Son esos relojes con el logo de un lobo?
Asiento con una gran sonrisa ¡nos conoce!
— Sí, ya sé, son muy chulos, los llevan todos mis amigos.
— Uau ¿en serio?
— ¡Si! Van a flipar cuando diga que conozco a la CEO, todos querrán descuentos ¿sabes?
— Me siento halagada, cuenta con ellos.
Me guiña un ojo y Loles aparece con las tostadas con tomate, aceite de oliva y sal. Me encantan y tengo tanta hambre, que le doy un bocado algo más grande de lo que quedaría fino y delicado.
— ¿Y tenéis stock en la oficina? ¿podría pasar a verlos?
— Bueno... – digo tragando como puedo— tengo muestrario, pero el stock lo gestionan desde un almacén, no lo llevamos nosotros. Nosotros nos encargamos de la web, las redes sociales, la comunicación, las campañas publicitarias, etc..
— Ah ¡qué chulo! —se guarda mi tarjeta en la cartera.
— Sí, cuéntame qué haces tú.
Saboreo la tostada, está deliciosa. Él da un buen sorbo al café y empieza a explicarme:
— Nosotros tenemos varias líneas de negocios pero la principal es una plataforma online para tiendas e-commerce.
— ¿Y cómo es eso? ¿plantillas para tiendas online?
— Sí, algo así. Tenemos el servidor, los dominios, los diseños, nos encargamos de todo, quien quiere vender algo por internet paga una cuota mensual y sube los productos, nosotros nos encargamos de todo lo que es la web y demás. De forma muy resumida sería eso.
— Entiendo.
David come su tostada y aprovecho para preguntarle algo más yo:
— ¿Vives cerca?
— Sí, a pocas calles, de hecho he alquilado plaza de parking en el edificio pero aun no la he usado, prefiero caminar.
Eso me gusta.
— Yo hago lo mismo.
Sonríe y me parece demasiado. No puedo seguir aguantando su mirada, es tan profunda... y tan curiosa... Desvío la mirada a través de la ventana. Afuera la gente camina sin saber que yo estoy pasando esta crisis de identidad sexual extrema. Bueno, me refiero a que me ha empezado a gustar un hombre como no me ha gustado nadie en la vida.
— Dime, Sofía ¿hace mucho que estáis en este edificio?
— Pues, hará dos años pronto, estamos aquí desde que empezamos con el negocio.
— Nosotros hemos estado en un local en el polígono hasta ahora, pero necesitábamos estar más céntricos y más a mano para los clientes. Creo que vamos a estar muy bien aquí.
Si, desde luego... y yo más por tenerte al lado.
— Seguro – sonrío.
Loles se lleva los platos de las tostadas vacíos y yo juegueteo con la taza del café entre mis manos. Debería haberme pedido un vaso con hielo pero no era buena idea montar el numerito del café desparramado por toda la mesa con este hombre delante. Es pronto para que vea mi actuación estrella.
— ¿Cuántos sois en tu oficina? —me pregunta y da un sorbo a su café.
— Somos dos, Oscar y yo.
— Oscar ¿el sugus? es... ¿tu pareja?
— ¡No! —exclamo entre risas— Oscar es casi como un hermano, lo conozco desde los quince años, somos muy buenos amigos y ahora muy buenos socios.
— ¿Y qué piensa tu pareja de que estés a solas con tu mejor amigo todos los días?
Bien jugado, guapo.
Sonríe de lado y me dan ganas de morderle esos labios tan gruesos que tiene. ¡Uf! Es irresistible.
— No tengo pareja —confieso.
— Mejor.
¿Mejor? ¿cómo que mejor?
Dios, me está subiendo la temperatura de nuevo. trago con dificultad el café y le pregunto:
— Y dime ¿cuántos sois vosotros en la oficina?
— Somos ocho. Mis dos socios, cinco trabajadores y yo.
— ¿Y qué piensa tu pareja de que estés todo el día rodeado de... socios y trabajadores?
Suelta una carcajada y se le marcan los hoyuelos sexys que tiene.
— No tengo de eso. No se me dan bien.
— ¿Las parejas?
— Sí, las parejas, no son lo mío...
— No lo parece —le digo yo pensativa.
— ¿Ah no? ¿es que tengo pinta de novio formal? —se estira la camisa y posa como si fuera para una foto.
Yo me refería a que tiene pinta de que se le dan muy bien las relaciones. Y volver loca a cualquier mujer también. Se apoya sobre los codos acercándose a mi por encima de la mesa y espera expectante mi respuesta.
— No, la verdad es que de novio formal no... y... ¿qué es lo tuyo? —consigo preguntarle al final.
Su sonrisa se ensancha y parece que la conversación está tomando el camino que él desea.
— ¿Lo mío? sí, hay algo en lo que soy realmente bueno... algo que se me da muy, muy bien...
Cada palabra suena aún más sensual que la anterior.
Creo que me podría deshacer en cualquier momento. El calor sube hasta mis mejillas y no contento con eso, se concentra entre mis piernas sólo de imaginarlo. Me lo imagino en la cama, claro ¿de qué estamos hablando si no es de eso? Cruzo las piernas de forma automática.
—¿Sí? ¿Y de qué se trata? —digo natural y el tono me sale mucho más sensual de lo que esperaba.
David chasquea la lengua y contesta:
— Verás Sofía, no es algo que pueda explicarte, pero me gustaría demostrártelo si tú quisieras. Es algo que has de probar por ti misma y después podrás darme la razón o no.
Vale, estoy a punto de arder. Sus ojos brillan con mucha intensidad y aparece de nuevo esa carga eléctrica entre nosotros. El tío tiene una maldita aura sexual que me mata y creo que es culpa de esa carga tan densa, de los hoyuelos y del calor horrible que siento entre las piernas, que contesto sin pensar:
— Está bien.. ¿cuándo?
Me arrepiento en el mismo momento que las palabras salen de mi boca ¿desde cuando yo soy esta?
Él sonríe encantado de ser él mismo y muy habituado a esta clase de reacciones ¡claro! Con esos hoyuelos ¿quién se resiste?
— Así me gusta. Una chica decidida y valiente. Pues ¿esta noche? En mi casa.
¿¡QUÉ!?
— De acuerdo —las palabras salen solas de mi boca.
Loles se acerca tímida con la cuenta. Creo que David le impone a ella también con sus hoyuelos sexys y esa sonrisa maligna.
— Dime que serás igual de moderna ahora y aceptarás que te invite al desayuno.
Ya estoy sacando mi monedero del bolso pero David pone su mano sobre la mía y no me deja continuar. Me encanta su contacto. Me encanta sentirle tan cerca.
— Está bien —cedo con una sonrisa.
— Por lo de esta mañana, con el portero. Es lo mínimo.
— Gracias —sonrío y de repente me siento tímida y cobarde ¿acabamos de quedar para follar o me lo he imaginado yo con esta cabecita loca?
Paga y volvemos a nuestro edificio en silencio. Cuando se abren las puertas del ascensor, me deja pasar a mi primero. Muy caballeroso, pienso. Hasta que, una vez dentro, me giro y veo que está observando mi trasero descaradamente. Tose para disimular y se sube a mi lado con una sonrisa muy pícara.
Se me escapa una risa y observo por el rabillo del ojo que David se está mordiendo el labio inferior mientras me repasa sin discreción. Vuelvo a mirarme disimuladamente para ver si es que voy vestida rara o algo, pero creo que no. Llevo unos pantalones negros de pitillo con unas sandalias negras planas y una camisa de seda de manga corta color burdeos, de lo más normal, vamos. No voy muy escotada ni nada. Aunque se me marca que tengo buenas curvas con este look, eso es cierto.
Los segundos se hacen largos y densos. El calor me afecta a todo el cuerpo en general y siento cercana la posibilidad de tirarme sobre él y violarlo en cualquier momento. Por suerte llegamos a la séptima planta enteros e inmóviles y salgo primera, me dirijo directa a mi oficina.
— Gracias de nuevo por el desayuno —le digo mientras doy pasos hacia mi puerta.
Meto la llave en la cerradura y antes de abrir, me giro para decirle adiós pero en vez de verlo en su puerta, como me esperaba, me lo encuentro a pocos milímetros de mí. Con la mirada fija en la mía y totalmente decidido a hacer algo.
Me empuja suavemente contra la puerta y pega todo su cuerpo al mío. Me sorprende tenerlo tan cerca pero es una de esas sorpresas agradables. La mejor sorpresa que he tenido en mucho tiempo diría yo, sí, así de triste ha sido mi vida últimamente.
De tan cerca puedo percibir un perfume dulce y amaderado... mmm... Muy sensual, muy en la línea de todo él. Me coge un mechón de pelo y lo pone tras mi oreja con tanta delicadeza que casi siento un escalofrío. Y ¿después? Calor. Mucho calor invadiendo todo mi cuerpo hasta la última célula.
Sus labios gruesos, jugosos y sensuales se posan muy suavemente sobre los míos unos segundos antes de volver a separarse. Ha sido sólo un roce. Casi como si fuera casual. Casi como si no hubiera pasado más que en mi imaginación. Espera. ¿ha ocurrido realmente?
— ¿Acabas a las tres? —Me susurra poniéndome la piel de gallina.
Asiento. Aun puedo notar sus labios sobre los míos. Quiero acercarme y lamerlos como si fueran mi chupa-chup preferido.
Pero se aleja de pronto. Entra en su oficina y cierra tras de sí. Me quedo contra la puerta con cara de tonta, con la boca abierta y ardiendo a niveles desconocidos hasta el momento.
En ese momento la puerta se abre tras de mí y caigo al vacío. Suerte que Oscar reacciona rápido y me sujeta antes de que impacte contra el suelo.
— ¿Sofía? Pero... ¿qué haces?
Recupero la compostura mientras Oscar inspecciona el rellano.
— Nada, estaba abriendo y...
— ¿Abriendo? Hace rato que he escuchado las llaves y como no entrabas... ¿Qué hacías?
— Oh nada, estaba hablando con el vecino nuevo.
— Ah... ¿otra vez el vecino? —pregunta alzando una ceja con gesto desconfiado mirando hacia la puerta de la oficina de David.
Volvemos al trabajo y a medida que mi cuerpo vuelve a la temperatura habitual me doy cuenta de que yo no soy así. Yo nunca he quedado con un hombre para sexo. Conmigo siempre han tenido que currárselo mucho para llevarme a la cama ¿y ahora acepto al primer café? ¿qué va a pensar que soy? Valiente y decidida ha dicho, sí claro. Una perraca calentorra, eso es lo que debe pensar de mí.
Abro la aplicación de whatsapp en el ordenador y le escribo a Mónica:
Sofía: Código rojo, creo que se me ha sobrecalentado el cerebro por el calor, he quedado con un hombre esta noche.
Mónica me responde al momento:
Mónica: ¿Qué me dices? ¿Está bueno? Cuéntame más.
Sofía: Uf... para él crearon la expresión "estar bueno". Es terriblemente sexy tía, se me ha ido la olla.
Mónica: Haces bien ¡disfruta!
Y llámame en cuanto llegues a casa para contármelo todo
quiero los detalles escabrosos, y lo sabes.
Intento trabajar pero tengo la cabeza en otro sitio. ¿Cómo voy a ir a su casa por cierto? Si no sé ni dónde vive. Quizá lo mejor sea rajarme. Irme a casa y hacer como que todo era una broma.
Toco mis labios con los dedos ¿existe este hombre en realidad? ¿me ha besado? ¿ha pasado o lo he imaginado? ¿se me estará yendo la olla? ¿nadie más lo ha visto a parte de mi?
Dios... no será como la peli de una mente maravillosa ¿no? Que empiece a imaginar gente que no existe y cosas así. Intento dejar a un lado esta línea de pensamientos algo delicada y me concentro todo lo que puedo en el trabajo.
Hola equipo Vibrating!!!!
¿Creéis que existe? ¿O será que Sofi delira? 🤔 😆
Muchas gracias por seguir leyendo. No dejéis de avanzar al siguiente capítulo ¡se pone interesante! 😁
Carol
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro