Suficiente
—Y entonces...—dijo sin más. Yuya seguía escuchándolo con toda la atención que tenía—Le grité—hizo otra pausa—, le dije que no iba a hacer lo que me pedía, que lo que estaba haciendo por mi vida, las cosas que me había dado simplemente no eran nada y que...—suspiró—y que lamentaba ser una decepción de hijo.
—Yuto...—dijo desde la otra línea. El de ojos grises miró hacia la ventana del apartamento, hacia el mar de luces que se encontraba en su ventana—No eres una decepción de hijo, solo quieres tomar un camino distinto. Eso no es malo.
—Lo es para ella.
—Pero no lo es para ti—dijo con un tono comprensivo—, solo estás haciendo lo que siempre quisiste, ¿qué tiene es de malo?—Yuya estaba con la boca muy cerca al teléfono, casi como si estuviese en la oreja de Yuto hablándole desde allí.
—Que cuando vuelva...—suspiró nuevamente—Cuando vuelva va a hacer mi vida un infierno—negó mirando al vacío—y no podré hacer nada para evitarlo.
—Puedes...—hizo una pausa, una para tratar de pensar en lo que diría—Negarte de nuevo Yuto, ella no controla tu vida de arriba abajo, ¿verdad?—se le notaba cierto nerviosismo en la voz—Ella tiene que entender que tú no quieres... ser un nadador y que quieres ser escritor. No puedes rendirte a ella Yuto—dijo calmado tratando de hacer lo mejor posible por animarle—Puede que sea tu madre pero... no creo que nadie tenga que negártelo, nadie tiene porque arrebatarte tu felicidad. No deberías... dejarla. Tu felicidad es escribir, cuando te subiste ese día que ganaste... te veías realmente feliz... Ella no... no tienes porque...
—Gracias Yuya—le dijo cuándo el otro parecía no saber cómo seguir. No iba a culparlo, nunca lo haría tampoco—. Me has animado, de verdad, muchas gracias.
—No hay de que, siempre puedes contar conmigo, te apoyaré en las decisiones que tomes—le dijo con un tono afectuoso, uno que el chico de ojos grises necesitaba—. Oye Yuto...—dijo el de la otra línea después de una pausa, como si hubiese meditado un poco antes de hablar—¿Quieres que vaya a acompañarte?
La sonrisa de Yuto no podría haber sido más risueña.
—Yuya, no—negó al controlar sus emociones—. No vengas—negó—, ahora no. Es muy tarde para ti, yo me veo contigo en la mañana—terminó su frase y después pensó un poco en lo que había dicho—. Si es lo que quieres, claro.
—No, Yuto, en serio no tengo problema para ir—dijo tratando de insistirle—. Y creo que lo necesitas—dijo algo más seguro. Quizá porque sabía lo mucho que Yuto había luchado contra su madre y todo lo mal que podía llegar a sentirse por lo mismo.
—No, iré mañana a tu casa, en la mañana—suspiró nuevamente—. Lo prometo.
—Yuto...
—Estaré bien Yuya, lo prometo—dijo con aparente tono calmado—. Yo... me iré a dormir, es mejor que cuelgue ya—dijo él algo acelerado—. Nos vemos mañana Yuya—y lo hizo. Colgó. Lo había hecho, había luchado contra sus sentimientos de la mejor manera. Sus mayores deseos en esos momentos se habían suprimido y eso estaba perfecto.
Tenía que tener un límite con Yuya, sabía que hacer más de la cuenta podría no ser algo que ayudara a su relación. Yuto lo sabía, ellos no eran nada más que amigos. Y tenían que tratarse más como tal, tenían que ser lo que ellos mismos se habían definido. Porque ellos siempre lo habían querido así, como amigos, como dos personas que simplemente se apoyaban en los momentos en lo que lo necesitaran, aquellos que se tendrían el uno al otro hasta que más pusiesen. Porque era lo mejor, porque esa era su opción, porque no podía aspirar a más. Porque las señales que le daba Yuya, esas señales tan pequeñas que calaban en su mente y que le daban tantas esperanzas que parecía explotar, no significaban.
Yuto sabía cómo se comportaba el otro, no lo conocía enamorado por suerte, pero si conocía que lo que estaba haciendo por él no era tan especial. El de ojos grises intuía que el otro sería así con cualquiera que se volviese un amigo íntimo de él, que lo haría si tuviese a más amigos como él. Realmente lo especial que tenía no era más que un simple estado de privilegio. Yuya no tenía a nadie más cercano que él, Yuya no compartía tanto tiempo con sus otros amigo como lo hacía con él. Y allí, en la ventana de su apartamento mirando hacia las luces, entendía su posición. Sabía que no era más que una persona muy cercana a él y que, quiéralo o no, iba a terminar solo siendo eso. Amigos, buenos amigos, de eso que eran y lo que seguiría siendo.
A veces Yuto se sentía realmente mal por no poder hace más que simplemente estar allí. Estaba tan cerca pero tan lejos de él, tan apartados en el sentido que él más quería y unidos donde podían hacerlo. El de ojos grises jamás tocaría de siquiera a Yuya, él nunca lo haría, no si él no lo quería.
Terminó reprimiendo lo que su mente le decía sobre el chico de ojos rojos y sus problemas con la madre, y se fue a otra parte del hogar para intentar distraerse. Pero era imposible. La información empezaba a quedarse en lo a más hondo de su alma, a no dejarle de oprimir y a recordárselo para que lo respetase. Porque eso es lo que quiere, guardarse todo, que el sufrimiento dado porque Yaya no lo ama este guardado en su corazón. Soportarlos era aún peor. Y someterlos, combinado con el hecho de que tenían una fascinación por ponerse persistentes cada vez que él les pedía desaparecer, se estaba volviendo imposible.
Negó con la cabeza mientras llegaba a su habitación. Cuando entró miró a su armario y se dijo que quizá la mejor manera de dejar de pensar en sus problemas con la relación que tenía con Yuya era organizar aquel hoyo negro que había. Prendió la luz en un gesto automático y se dijo a su mismo que no saldría de esa habitación hasta terminar de hacer lo que se había propuesto.
Sin embargo, más tarde en la noche, cuando sonaría el teléfono que daba con la portería, se levantaría y abandonaría la habitación casi a corriendo. Porque una vez sonara, cuando dice el primer tono, él sabría quién era. Porque no importaba como, no importaba el porqué, siempre terminaba contradiciéndose sobre las cosas que decía sobre Yuya o las promesas que se hacía. Nunca podía resistirse.
----------------------
Cuando Yuya volvió a subir a su habitación, Yuto se levantó de inmediato, con el corazón en la garganta.
—¿Cómo... está todo?—preguntó algo nervioso, esperaba no haber hecho ningún mal por haberse quedado. Yuya asintió ligeramente.
—No estaba molesta—dijo algo aliviado. Yuto notaba que había llorado hace poco y como sus ojos lo delataban—, solo... solo creía que tú y yo...—el de ojos grises se acercó ligeramente al otro, parecía más tranquilo, pero también consumido por la impresión—Creía que tú y yo éramos novios así que... quería hablar conmigo sobre eso, porque yo... no le había dicho. Entonces se había confundido por ello.
—Pero, ¿todo bien?—preguntó dando un par de pasos hacía él—¿Sería mejor que me fuera?—Yuya negó suavemente y sonrió.
—Ella va a traerte una donas—dijo moviendo sus ojos y por fin levantando su cabeza con una sonrisa—, dijo que quería acompáñanos a estar aquí, así que me preguntó que si tu quisieras algo—Yuto ya tenía una pequeña sonrisa en su cara y sus ojos parecían algo más iluminados—, así que le dije que te gustaban, fue a comprar unas cuantas.
—Gracias.
—No hay de qué—se quedaron un momento en silencio mientras esperaban que el otro dijese algo. Algo para romper la delicada tensión que había en el ambiente.
—Oye—dijo el de ojos grises sonrió suavemente—, vamos, hay que hacer que las matemáticas te entren un poco—Yuya abrió los ojos y negó de manera insistente. Había un contraste en sus ojos, su expresión denotaba algo de gracia y podía considerarse cómica, pero los dos rubíes que tenía no parecían querer ocultar de una buena vez que había llorado. Quizá la presión de aquella conversación le había hecho mal.
—Creo que deberíamos parar por hoy con las matemáticas—propuso—. Aún tenemos tarea de Biología y sé que no haremos nada cuando lleguen las donas—Yuto soltó una risita nerviosa sabiendo que era verdad—. Vamos por la tarea de biología.
—Bueno, bueno—el de cabellos negros y morados negó ligeramente. Se empezó a dirigir hacia el estudio donde tenían regados los cuadernos y las cosas. Cuando siguieron estudiando y mirando las cosas, Yuto no puso evitar notar como sus ganas de abrazarlo y de decirle que todo estaba bien trataban de ser desvanecidas por su mente basándose en el hecho de Yuya no estaba mal, que aquello solo había sufrido un golpe momentáneo y que no pasaba nada más. Su corazón también se veía habado por su mente, el sentimiento de querer hacer cualquier cosa se desvanecía en la situación.
Lo muy bueno para él, era que incluso sin ese abrazo, el sentimiento no iba a irse.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.
El de ojos grises aún no sabía de su clase de Artes, era extraño que se tardase, pero no era como si pusiera hacer nada. Solía pasarle y no era nada del otro mundo. Apenas llegaban a los cinco o diez minutos de espera. No era nada en realidad, ese día el entreno era más tarde, casi en la noche. No tenía nada de qué preocuparse. Solo serían un par de minutos esperando allí en la puerta como todos los lunes y después se irían a casa ambos juntos. Pasando por las vías del tren como si nada y hablando de cualquier cosa trivial que se les viniese a la mente.
Le vibró su celular en el bolsillo de repente. Arrugó un poco la mirada y se dispuso a verlo. Solo hizo mala cara de nuevo.
"De: 2017001233
Para: 378 4158599
Crees que sería una buena idea hacerte un ritual de purificación? Porque estás podrido por dentro, demasiado."
Yuya lo eliminó. Pero antes de volver a guardar su celular le había llegado otro. Y después otro más.
"De: 2017001233
Para: 378 4158599
Conseguí uno hace poco en internet, pero a pesar de que es de alto rango, creo que a ti no te haría nada escoria. Lo mejor que te mereces es la muerte. Estúpido demonio"
"De: 2017001233
Para: 378 4158599
Deberías dejar de existir, esos malditos ojos vacíos que tienes deberíamos presionarlos hasta que estén muertos y no quede nada más de su maldita existencia. Te liberaría eso del demonio que tienes dentro tuyo?"
Yuya apretó su celular, ni siquiera debería de estar leyendo eso. Debería de ignorarlo, debería de dejarlo pasar. Yuri se lo había dicho en alguna de sus charlas, si les daba el gusto de que se sintiera mal solo iban a hacerlo más. Apretó su labio, pero empezaron a llegarles más mensajes.
"De: 2017001233
Para: 378 4158599
No, no lo sería, sabes porque? Porque eres una escoria sacada directamente del inframundo. Nada de tu condenado cuerpo está a salvo, estabas mejor solo. Ya comenzaste a afectar a los demás"
"De: 2017001233
Para: 378 4158599
No tenías porque arruinar esta escuela. TODO ES TU CULPA!"
"De: 2017001233
Para: 378 4158599
DEBERÍAS DEJAR QUE TE PURIFIQUEN MALDITA ESCORIA"
Yuya puso su celular en modo avión y negó con la cabeza. Esos mensajes, esas cosas calaban en su mente. Calaban en su ser. Se llevó una mano a la cara y trató de respirar mejor. Sin que se le vinieran las lágrimas. Sin que nada le pasara. Yuto estaba por llegar y todo iba a estar mejor. Siempre las cosas iban a estar mejor.
Pero no esta vez.
—¿Crees que un modo avión va a cambiar el hecho de que eres un Demonio?—preguntó uno de ellos. Yuya se quedó totalmente en silencio sorprendido de que lo hubiesen descubierto—Nada cambiará a la escoria que eres. Nunca.
—Yo...
—¿Crees que solo por borrar lo que te hacemos vas a cambiar algo?—preguntó de nuevo Yuya retrocedió ligeramente y el Bully sonrió. Sus compañeros rodearon al de ojos rojos en un círculo—Bah, no puedes cambiar lo que eres. Lo único que haces es hacernos mal rato aquí. Tu presencia, toda tu condenada presencia es una molestia—bufó lleno de confianza y se le acercó al otro que no parecía reaccionar, conteniéndose de salir huyendo. Y le había pasado antes, si se iba, solo lo haría peor—. Una molestia para nosotros y para todo aquel que pisa esta escuela—Se acercó más.
—No...
—¿Qué?—dijo el bully, estaba amenazadoramente cerca a Yuya—¿Qué no eres una molestia? ¡Pero si eres el mayor estorbo que me he encontrado!—exclamó—No eres más que eso, para nosotros y para este lugar—lo miró directo a los ojos—. ¿O no? ¿O me vas a decir que las cosas no han empeorado por tu culpa?
—No—dijo en un hilo de voz. La llama parecía querer volver—, no lo es.
—Oh, ¡por favor!—dijo en tono burlesco—Todos sabemos lo que haces a tu alrededor. Todos los profesores están siempre encima de nosotros, parece que ya nadie quiere a este pobre grupo de amigos en el colegio, y esto no podía ser más tu culpa, tu iniciaste todo esto. ¿Crees que no me di cuenta de que le dijiste a un profesor que tu mesa estaba llena de garabatos y que nosotros éramos los culpables?—alzaba la barbilla cuando hablaba—¿Me crees imbécil pedazo de mierda? ¿Sabes los malditos problemas que tenemos por tu culpa ahora? Tú nos haces la vida imposible en ese lugar, y pensé que ya te había dejado muy en claro cuáles eran las consecuencias de eso, ¿verdad?—Yuya apretó sus puños al recordar sus googles—Pero parece que no lo recuerdas, claro, un demonio como tu creando tantos destrozos como se va acordar una amenaza de un simple humano. Quizá deba recordarte algunas cosas.
—Yo no he hecho nada—negó—. Basta.
—¿Nada?—repitió—¿Qué no has hecho nada?—preguntó. Pareció ofenderse del hecho de que Yuya estaba mirando hacia otra parte, como si estuviera perdido. El bully lo empujó—¡¿Qué no has hecho nada?!—Volvió a hacerlo esta vez con más fuerza, tirando a que Yuya se cayera—¡Tú y tu maltita presencia deberían dejar de existir!—Y volvió a empujarlo—Te he mostrado una y otra vez eso, pero parece que no me entiendes—lo acarró entonces por el cuello de la camiseta—. Quizá debería de usar otros métodos.
La llama se prendió del todo.
—¡Suéltame!—y se alejó de él empujándolo con su fuerza ganada del gimnasio y de acrobacia. El otro no se contuvo y también lo empujó, pero Yuya no retrocedió tanto como en veces anteriores—¡Deja de empujarme!
—¡Te empujaré todo lo que yo quiera!—gritó molesto de que alguien le devolviera el golpe—¡Te lo mereces escoria!
—¡No! ¡Déjame en paz!
Y entonces el bully retrocedió por inercia, la boca y la nariz se le iban a llenar de sangre en los próximos segundos. El puño de Yuya había dado justo en el blanco. Como debió de ser hace mucho tiempo atrás.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.
*Huye de Wattpad*
Ahre no awa, sé que no me van a hacer nada awa, o al menos eso espero. Wueno, wueno, esto se compone owo no quiero decir mucho, solo que ocmo siempre las amo y las adoro por seguir leyendo esto qwq
Les dejo un Yuya enojado por aquí owo, y mejor me voy awa
¡Nos leemos!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro