Encuentro
Todo se detuvo en ese instante. Apenas si pudo acordarse de cómo debía de respirar correctamente. Se sorprendió demasiado al oír esas palabras. No por quién las dijo, sino más bien por su simple existencia. Vaya que se había sorprendido, había sido su primer alago de acrobacia. Justo cuando creía que ese título se lo iba a llevar Yuto.
Sin embargo calló y se mantuvo quieto. Sintió su espalda ser atravesada por un escalofrío, sus latidos aumentar y sobre todo los pasos que se avecinaban hacia sí. No podía reaccionar. No obstante, eso no fue impedimento para que su miedo también creciera sobre su pecho de manera desbordante. Muchas cosas pasaron por su cabeza en aquel momento, que era alguno de sus acosadores, que era un ladrón, un violador, alguien con malas intenciones. Esa fue la razón principal de su exaltación cuando le tocó el hombro en un intento de amabilidad. Yuya se apartó sin pensarlo. Estaba temeroso, no hacía falta decirlo.
Aunque, la sonrisa cálida de ese desconocido le hizo calmarse.
—¡No puedo creer que hayas hecho eso!—comentó con alegría. Yuya se sonrojo levemente y apartó su mirada—Vaya que eres flexible y fuerte.
—Ah...—logró pronunciar. Jamás había visto a ese chico en toda su vida, esos ojos verdes claro... no se le hacían familiares en ningún caso. No le recordaba a nada—G-Gracias...—. Murmuró apenado. Generalmente esperaría burlas y risas, pero este chico que tenía en frente parecía muy sorprendido y fascinado porque había logrado pararse desde un arco. Se sintió alagado por un momento. Aunque, le resultaba extraño sentirlo gracias a las palabras de un extraño... En un parque solitario...
—¿Dónde aprendiste a hacer eso?—Le miraba con amabilidad y curiosidad. Yuya dudó sobre responder o no—¿Eres parte de la Academia o algo parecido?—El de ojos rojos miró al suelo y buscó opciones. Pero sólo quedó con dos posibilidades, el irse sin decir nada y parecer un grosero; o quedarse a charlar un poco pero con mucha precaución. Creyó que era mejor la segunda opción.
—Ah...—magulló desde su posición, le era algo difícil, no lo iba a negar, apenas y mantenía contacto con los demás, no lo evitaba, sólo los demás se alejaban de él. Se entristeció momentáneamente por ello—N-No... Aprendí por mi cuenta... y gracias a internet—. Añadió en tono bajo. El recién llegado parpadeó un par de veces con asombro, si antes le había dejado algo asombrado con la pequeña muestra de flexibilidad y fuerza, ahora estaba peor. ¿En verdad ese chico había hecho todo por su cuenta? ¿Sólo como un aficionado? Había de admitir que le vio antes haciendo equilibrio y dejándose caer sólo para volver a tener un soporte. Debía de admitir que le parecía admirable y desde hacía unas semanas había querido acercarse a él, pero no se le había dado la oportunidad, hasta ahora.
—¡Wow! ¿En serio?—preguntó con un asombro sincero. Yuya asintió todavía apenado, por instinto se agarró un brazo y lo apretó con fuerza—¿Y no estás practicando en ninguna parte? ¿En algún equipo? ¿Ni siquiera en tu colegio?—Se extrañó. El bicolor tomate negó con desánimo. Le encantaría poder hacerlo, quizás así conocería a más personas con su mismo hobby en su colegio. Era una fantasía simplemente imposible.
—N-No, en mi colegio no hay c-clase de acrobacia...—murmuró con la cabeza gacha y con su flequillo ocultando sus ojos. El de ojos claros apenas y pudo entenderlo. Sin embargo, al ver que negaba una chispa se encendió en su cabeza y sus ojos brillaron, una pequeña pero poderosa idea había cruzado por su mente y se negaba a irse.
—Y...—Alargó un poco la pronunciación de la letra mientras la mirada del otro se volvía a dirigir hacia él, junto con una ceja alzada—¿No te gustaría entrar a un equipo de acrobacia?—. Sus intenciones se podían ver a kilómetros, claro que quería que formara parte de su grupo, era lógico, sin embargo, no parecía haber interés artificial en sus palabras y mucho menos pretensiones ocultas. Todo parecía muy natural, parecía que en verdad tenía interés genuino en lo que Yuya había hecho. Quizás por el talento, quizás por las casualidades, sin embargo, el de ojos rojos decidió confiar en él. Una decisión, que más tarde dudaría mucho en haberla tomado.
—P-Pues...—murmuró aun inseguro—m- me gustaría, pero no sé... j-jamás he estado en uno...—admitió. Pensó que la amplia sonrisa que tenía en su rostro aquel desconocido desaparecería, se quitaría de allí y desaparecería para siempre. No obstante, este parecía pasar de todo lo que Yuya creía que haría la gente cuando le conociera, e hizo otra pregunta.
—¿Quieres unirte al mío?—su voz amable y su sonrisa casi le hacen decir que sí instantáneamente, pero no fue así, las inseguridades sobre el sujeto en cuestión y sobre la situación no le dejaba actuar con libre albedrío. En su mente se debatían las ideas de si eso era algo que él podría hacer. Quería decir que sí, quería dejarse llevar nuevamente por una ilusión que no estaba seguro si se cumpliría o no. Cómo cuando era niño y se dejaba llevar, cuando tenía verdadera diversión y podía hacer lo que quisiese sin tener miedo a ser juzgado—Se llama "Miami Sports". Somos todavía un grupo pequeño, sé que es un poco raro que me acerque a ti para ello, pero... ¡Me parece increíble lo que haces!
—Y-Yo... no estoy muy seguro...—Para este punto, dudaba más por el temor de no ser tan bueno como para entrar a un club de esos. Se volvió a apretar instintivamente el brazo con su mano y se mordió un poco el labio. No sabía qué hacer con certeza, su mente no pensaba de manera clara, pero entonces su voz volvió a resonar en su cabeza.
—Oh... Bueno—se llevó una mano por detrás de la nuca y se rascó—, si es eso... etto... ¡Ya sé! ¿Y si vienes a vernos? Tendremos una presentación en un concurso al aire libre mañana—. Propuso con amabilidad, Yuya no dijo nada, sólo se quedó allí, sin saber que hacer o decir. Las cosas se volvían turbias en su cabeza sin dejarlo ver con claridad. Eso le frustraba un poco. Y esta misma "neblina mental" no le dejó mirar en que momento él había sacado un volante colorido de alguno de sus bolsillos junto con un pequeño papelito—. Te dejo este volante por si tienes alguna duda y vas a asistir, y si necesitas cualquier información sobre el equipo puedes contactarme con el número que te dejé en el papelito. Mi nombre es Yugo—. Se presentó con una sonrisa resplandeciente y pura, estaba animado y de buen humor. Esto contagió a Yuya que le correspondió de vuelta. Pero antes de que pudiese agregar algo más, el celular de Yugo empezó a sonar, este lo miró rápidamente y se quedó asombrado.—¡Oh demonios! ¡Ya es hora! —Sin que comprendiera mucho porque, Yugo empezó su carrera para irse— ¡Debo irme! Hablamos después... eh...
—¡Y-Yuya!—gritó a la lejanía. El chico pareció escucharle porque alzó su mano en señal de despedida. El de ojos rojos no pudo evitar alzar la mano a la mitad del cuerpo y también realizar un movimiento para despedirse. Cuando le perdió de vista, se dirigió hacia sus cosas y se arrodilló al lado de estas sin poder creerse todavía lo sucedido.
Divagó en sus pensamientos, miró el volante con el número de celular, todo se le hacía muy extraño. Es como si lo que siempre hubiese querido le cayera de repente del cielo y se presenciara ante él de manera majestuosa y perfecta. No parecía tener sentido y hasta pensó en que podía ser una broma de mal gusto por parte de sus compañeros, pero lo descartó. Ellos sí que se pasaban, pero no conocían ese lado de él, no tenían ni la más remota idea de que existiese, ¿verdad? Empezó a temblar, la sola idea de que le pudiesen invadir su espacio personal y le quitasen lo único que le hacía sentir como él mismo, le aterraba de sobremanera. Pensó en arrugar los papeles que tenía al lado, en botarlos y olvidar todo aquello, seguir estando por su cuenta en las barras y nunca pertenecer a ningún equipo ni nada.
Estaba muy temeroso, pero entonces un pequeño recuerdo cruzó por su mente. Claro, ese chico si lo había visto, hace un tiempo, pero si le había visto. Fue una de las primeras veces que vino a las barras, aquellos tiempos en los que caerse era aún más común y llegaba a casa con muchos rasguños y raspones. En una de sus primeras caías se golpeó su cabeza accidentalmente al tocar el suelo. Las cosas que recordaba de ese día eran confusas, estaba aturdido, no había porque mentir. Él le había socorrido, también lo había dado un vaso de agua y algunos vendajes. Fue muy amable de su parte y Yuya le agradeció por ello a pesar de no haberle detallado bien. Desde ese día era muy precavido y siempre tenía unos vendajes en su maleta sólo por si acaso algo volvía a pasar. Claro... ¿eran el mismo verdad? Vaya... eso le dio sin dudas esperanzas de que fuese verdad. Sonrió ante esa pequeña posibilidad de que no fuese un broma y se emocionó por dentro.
—No, no...—negó en un murmuro dirigido hacia sí—Tengo que estar seguro...
-.-.-.-.-.-.-.-.
—Ah...—se oyó ese suspiro cuando por fin había terminado de hacer las 16 piscinas en estilo que le habían pedido. Estaba parcialmente cansado, no había nadado con ganas y se notaba, pero tampoco podía hacer algo contra ello, le habían obligado a venir como tantas otras veces.
—Bien, ahora te tocan 10 piques de 50 m a ritmo—dijo Ronald una vez se volvió a acercar al único presente de la clase. El aludido le dirigió una rápida mirada y después asintió, estaba medianamente exhausto y todavía no habían completado ni la primera hora. Sería muy largo y lo sabía, pero no había nada que hacer ya estaba allí, en medio del agua, en medio de algo que no le agradaba en lo absoluto. El entrenador arrugó un poco las cejas y se extrañó, Yuto solía hacer algún gesto de desagrado cuando le tocaba trabajo de velocidad, algo andaba mal con él. De seguro su madre le había hecho cancelar algo que había añorado y que estaba planeado para esa tarde. Lamentaba que aquello hubiese pasado, para ser sinceros, Ronald tampoco había querido venir, estaba al tanto de la situación de ese chico y quería dejar de entrenarlo, no tenía caso hacerlo con alguien que en verdad detesta nadar a manera de competencia. Pero no tenía más opciones, ese era su única oportunidad de trabajar—Yuto, ¿está todo en orden? ¿Tú madre te hizo cancelar algo muy importante?
—No es nada...—negó con algo de rabia escondida, no contra Ronald, sino contra la situación en la que se encontraba—Sólo iba a salir con un amigo es todo.
—¿Un amigo?—alzó una ceja—¿Y desde cuándo tú sales con amigos?—interrogó. Era muy raro, Yuto no era un asocial, pero tampoco salía, nunca lo hacía, y el que fuese a hacerlo le hacía extrañarse.
—Desde hoy...—contestó algo agresivo, no era su intención. El mayor lo pasó por alto, debe de ser molesto que la única vez que puedes y quieres salir con alguien, tengas que venir a hacer algo que no soportas y mucho menos te interesa.
—Entiendo... En ese caso no le veo sentido a que sigas entrenando—desde su posición flotante en el agua Yuto arrugó su frente con confusión—. Tienes algo que hacer, ¿no? Entonces ve y hazlo, no te preocupes por tu madre, yo me encargo.—Yuto parpadeó perplejo. ¿Eso de verdad estaba pasado?—¿Por qué sigues allí pasado? Adelante, ve con él.
Yuto no podía creer lo que había dicho.
-.-.-.-.-.-.-.-
Se dejó caer sobre la cama. Miró su celular e hizo contacto hasta llegar a la sección deseada. Se encontró frente a sí al teléfono de Yuto. Se mordió el interior de sus labios. Estaba nervioso, no sabía si debía o no, si estaba ocupado, o si no quería contestar, o si era mejor esperar hasta más tarde. El caso era que no sabía si debería o no. Se resignó, era una idea muy tonta, podía ir por su cuenta, no necesitaba que él le acompañase. Podría ir solo y no habría problema. Eso fue lo que decidió hacer. Pero justo cuando su dedo pulgar estaba por presionar la tecla de "atrás", una llamada entrante le exaltó. Su susto inicial fue grande y por accidente dejó caer el celular en su pecho. Rápidamente lo recogió y sin ver quién era contestó.
—¿H-Hola?
—Hola, Yuya soy yo—dijo una voz conocida al otro lado de la línea—, acabo de terminar de entrenar, creo que aún tenemos tiempo, ¿dónde estás?—Esto... era el destino, ¿verdad?
—Pues estoy en casa, puedo salir a la estación del metro si quieres...—propuso con una sonrisa, si quería esa salida, claro que quería estar con Yuto, y aprovecharía cualquier oportunidad que se le presentara.
—Me parece perfecto, pero ¿crees que es mejor que nos encontremos en alguna parte?—preguntó mientras subía unas escaleras—ahora mismo estoy en Estadio, ¿nos podemos encontrar aquí?—preguntó con emoción en su voz. Yuya asintió inconscientemente y respondió afirmativamente. Los dos se despidieron mutuamente. El de ojos rojos colgó con sus ánimos en el cielo, vaya que se había emocionado bastante. Se bajó de su cama se dirigió a su armario. Tenía que cambiarse. Sin embargo antes de que si quiera pudiese analizar la primera prenda un tono de mensaje salió de su celular. Pensado que había de ser Yuto lo abrió sin ver el proveedor.
"De: 234 0938548
Para: 289 3049408
No deberías existir"
Contuvo sus ganas de llorar y de lamentarse convenciéndose de que sólo era un mensaje. Unas simples 3 palabras, eso no podía amargarle el resto de la tarde, no como antes. Conteniéndose a todo borró el mensaje, teniendo en mente que todo iba a estar bien.
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