Capítulo 48
Una gran ráfaga de viento hizo que muchas de las hojas de aquel cerezo peculiar volaran y empezarán a caer.
Cinco centímetros por segundo…
Es lo que tardan las hojas de cerezo en caer… aún no recuerdo en donde lo escuché, sólo tengo vagos recuerdos.
Tener a quien amar en parte, algo importante que hacer en la vida.
Pero por estos momentos… donde con seguridad puedes decir que te amas a ti mismo son por mucho lo más importante que hay que crear en los pocos cuadros de vida que existen.
También está bien el perderte de vez en cuando.
Necesitas estar perdido para poder encontrarte en un principio.
Recordando el rosado de aquel cerezo inolvidable… ¿Qué estará haciendo Jae?
Bien, ya tengo algo que hacer al regresar a Corea.
Decidí caminar un gran rato, desde aquel cerezo a aquella colina.
Estaba seguro de que el ocaso llegaría descendiendo la oscuridad poco a poco mientras yo alcanzaba mi destino, cosa que así fué.
La sorpresa fué ver a la Jeong y Nayeon japonesas en aquella colina.
Desde mi punto de vista eran las cosas más tiernas que podría haber visto.
A kilómetros se podría ver lo tan enamoradas que estaban.
Yo solo me limité a ver aquella tierna escena.
No le gusta interferir en las cosas de la vida, y mucho menos en el amor.
Es increíble lo entretenido que es ver a un par enamoradas pero que no dan el gran paso… es perfecto para una gran historia…
Estas dos me abrieron un poco la curiosidad, nunca supe cómo fué que las originales 2Yeon terminaron juntas.
Otra cosa más que hacer al llegar a Corea.
Cuando empezó a darme sueño me fuí caminando.
Al día siguiente renté una bicicleta y recorrí mucho más de lo que podría haber hecho a pie.
Aunque no se como es que conseguí que me rentaran una bicicleta, porque realmente sólo llegué a una tienda de reparación de bicicletas y hablé con el dependiente y conseguí tener una.
Cuando empezaba a planear una pequeña ruta desde el centro del pueblo las versiones japonesas del 2Yeon estaban pasando muy alegremente.
Dentro de mi me estaba derritiendo de lo tiernas que se veían.
Después de la distracción de edad dos empecé mi pequeña ruta.
En un mapa local vi que había una gran laguna y esa sería la que iría a visitar.
La flora de aquel camino era tan hermosa que por poco no me caigo de la bicicleta mirando a los lados.
Poco a poco iba acercándome a aquella pendiente desde donde se podía ver el lago mucho mejor.
Podía divisar grandes montañas a la lejanía confundiéndose entre la niebla en sus picos.
Al llegar noté que incluso había un pequeño lugar construido, las vistas, aunque daban algo de miedo, eran hermosas sin igual.
Dejé la bicicleta en aquel punto y decidí adentrarme un poco dentro del bosque, había un sendero desde aquel lugar.
Para ser un simple bosque irradiaba un aura mágica con cada paso en el que me adentraba.
Además de todo, podía ver claramente el ciclo de la vida a todo el alrededor.
Hubo una escena particular que me dejó sorprendido por un largo rato.
Unos cuantos zorros estaban en un lugar y gran parte de ellos estaban dormidos, no pensé que siquiera hubiera zorros en un lugar así, quizá esa fué la sorpresa.
Después de eso regresé a aquel pueblo lejano.
Empezó a llover de pronto, en mi camino terminé por empaparme completamente, aunque en vez de quejarme daba una sensación agradable.
Mientras regresaba y la lluvia me acompañaba en todo el camino sólo podía pensar en ella.
En esta larga travesía, o en parte, corta, lo único que quería ver es el camino que me lleve directamente a ella.
Con el tiempo debido a nuestros estilos de vida hemos estado más separados.
Y eso es algo que a ambos nos duele.
Pero… después de todo esto, empezó a florecer un pequeño arcoíris.
Esta vez voy a corregir todos los errores que he tenido.
Voy a intentarlo una y otra vez hasta conseguirlo… es lo mínimo que ella merece.
Estuve a punto de decirle adiós una vez… nunca más lo volveré a decir.
Cuando llegué al pueblo tomé una siesta y al despertar empaqué todo con intensiones de irme.
Cosa que haría no antes me despidiera de aquel buen señor de la tienda.
Caminé un poco hasta llegar a su tienda.
Cuando llegué el seguía ahí, aunque acompañado.
Me senté junto a unos niños pequeños los cuales estaban escuchando una historia de parte de él.
"Una vez… hace mucho, ella cruzó todo Japón para verme… puede que suene raro… pero eso hizo ella.
Era invierno, teníamos que estar separados debido a que en aquella época yo estaba en el ejército.
Cruzó todo Japón para verme porque recibió una carta donde le decía que solo me quedaban unos pocos días antes de partir a la guerra.
Yo nunca lo esperé, ella sólo llegó cuatro días después de la nada"
Me despedí de aquel buen señor y agradecí haberlo conocido.
En todo el camino a la gran ciudad donde tomaría mi vuelo de regreso a Corea estuve pegado a la ventanilla de aquel vehículo donde iba.
Incluso las vistas desde ahí podían ser mágicas.
Al llegar a Kyoto, la ciudad con aeropuerto más cercano de donde estuve, todo mundo empezó a reconocerme.
Estaba el pequeño hecho de que por saber japonés de gran manera y en todos los conciertos haber cantando muchas canciones japonesas mi fama no era poca.
Logré tomar mi vuelo después de una hora de caos en el aeropuerto.
Pensé que moriría dentro de tanta gente en ese aeropuerto.
Estaba a unas pocas horas de redimirme…
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