Capítulo 47
Una semana después de aquel momento decidí tomar algunos conciertos más y posteriormente irme de vacaciones otra vez.
Realmente estaba volviendo a caer en la rutina de ciclos y todo estaba empezando a dejar de tener sentido.
Los conciertos fueron de maravilla y me quedaban al rededor de dos semanas libres antes de la grabación del próximo drama.
Decidí ir a Japón otra vez, pero esta vez, a algún lugar donde no me conocieran, y si llegara el remoto caso de que me conocieran que ni hubiera señal telefónica.
Aunque eso es difícil ya que además de que Japón es pequeño, su señal móvil llega hasta gran parte de Corea e incluso una pequeña parte de Rusia.
En fin.
Tomé una lista con los pueblos más desconocidos de Japón, y también poco poblados y los revolví y elegí uno.
A decir verdad ni yo podría leer o decir como se decía ese pueblo, he estudiado mucho pero el kanji de ese pueblo era más chino que cualquier otra cosa.
Cuando llegué a aquel pueblo lejos de la mirada turística mi sorpresa es que era muy bonito, no demasiado grande ni muy pequeño.
Era perfecto en pocas palabras.
Busqué un rato algún hospedaje y aunque tarde medio día logré encontrar una habitación.
Después de desempacar y acomodar un poco decidí salir a caminar un poco.
Caminé a decir verdad mucho, las vistas a primer plano eran hermosas, algo limitadas pero hermosas.
Cuando me dio sed caminé hacia una tienda un tanto antigua, un señor ya de gran edad estaba sentado frente a aquella tienda.
Cuando entre estuve gran rato viendo que podría tomar, puesto que en Japón hay miles de bebidas diferentes, pero que redundantemente recaen por ser, o te verde, café o alguna gaseosa.
Aunque, dentro de la gama de gaseosas hay cosas muy, muy extrañas, es como una ruleta rusa de sabores.
La dependienta tenía un extraño gran parecido a Jeong, me le quedé viendo disimuladamente un largo rato.
Cuando por fin me hice la idea de que Jeong se encuentra en Corea con las demás y no atendiendo una tienda en un pueblo lejano decidí comprar.
Empecé a tomar lo que podría decir que es te verde, supongo, estaba sentado en una pequeña banca al lado de la silla de aquel señor.
De un momento a otro no se como pero empezó un monólogo sobre cómo era su esposa y abuela de la Jeong japonesa, ya fallecida.
Al orden de sus palabras podría describir al ser más hermoso y angelical sobre la faz de la tierra.
En un punto de la historia note que su voz empezó a quebrarse poco a poco, intentando no llegar al llanto.
Después de unas cuantas anécdotas de el yo empecé a hablarse sobre Momo.
Fué una tarde entretenida a decir verdad.
Estaba empezando a oscurecer cuando me despedí de el y emprendí un camino hacia una colina que veía desde el pueblo, quizá sería un buen punto de vista.
Y no me equivocaba, realmente era hermosa la vista.
Obviamente no eran un gran Tokyo, ni la fusión contemporánea de Kyoto, pero era algo que valía la pena de ver en la vida antes de morir.
A decir verdad, soy fan de los pequeños momentos de la vida, cosas que para muchos, la mayoría pensarían que es algo inútil o sin sentido.
La vida sólo se refleja a través de un gran y largo espejo, y todos los momentos son sólo eso, momentos.
No vivimos todo el tiempo enamorados, ni alegres, ni tristes.
Las emociones y situaciones son sólo momentáneas, y por eso hay que vivir.
De todos modos una vida completa de felicidad terminaría por aburrir.
Una llena de amor te terminaría asqueando.
Por otra parte, una completamente triste sólo crearía más tristeza interna.
Volviendo a la hermosa realidad que tenía frente a mi decidí tomar una foto y guardarla.
Con respecto a Momo, me había dicho que me extrañaba últimamente, y era mutuo, pero necesitaba vacaciones, ella lo entendió cuando expliqué el como me sentía.
Al día siguiente fuí otra vez a comprar a la misma tienda y para mi sorpresa volví a caer en una gran conversación con el abuela de la Jeong japonesa, de la cual no conozco el nombre pero que ya apodé de esa manera.
En un punto del cual ya estaba perdido note que había otra chica al lado de mi.
Era una vivida copia de Nayeon.
¿Es un sueño real esto o cómo?
Además, era el contrario en cuanto a personalidad.
Era calmada, paciente, agradable.
Tanto que incluso aquel señor en un punto se refirió a ella como la vivida imagen de la que alguna vez fué su esposa y abuela de la Jeong japonesa.
Y hablando de la Jeong japonesa, ella justamente también se había sentado frente a su abuelo y parecíamos niños pequeños escuchando historias.
Cuando noté la conexión entre aquellas dos me fuí, además de que ya estaba empezando a oscurecer.
Por suerte compré una guitarra y pude alcanzar el ocaso en aquella colina.
Pase toda la noche escribiendo acordes y en gran parte incluso letras...
Sería mentira decir que gran parte era para una persona.
Volví a mi habitación y al día siguiente visité todo lo que aún no había visto.
Había un peculiar árbol de cerezos.
Florecía fuera de su estación habitual.
Por lo que sólo se divisaba un gran campo con las ramas de docenas de cerezos desnudas mientras que había uno que se encontraba en su máximo esplendor.
En ese momento recordé el por qué de que mi color favorito sea el rosado.
- Nota -
Me quedé sin ideas, sorry.
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