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La conexión definitiva

Los latidos de su corazón bombeaban con fuerza, su sangre transmitía toda la adrenalina que su cuerpo expulsaba a causa de la emoción y la ansiedad del momento; trataba de inhalar con tranquilidad, pero el nerviosismo la carcomía por completo. Cerró los ojos.

—Vamos, chica..., esta es tu noche. Esta es la oportunidad que estuviste esperando por años... —abrió los ojos con determinación y frunció el ceño—, ¡es tu hora de brillar, Luna Loud! —y con una amplia sonrisa, la castaña salió al inmenso escenario.

Las ovaciones del público inundaban el estadio en el que se encontraba. Muchas pancartas sobresalían de las gradas; muchos fanáticos con los rostros pintados de morado hacían la señal del rock mientras sacaban la lengua y, al unísono, se pudo apreciar que todos dijeron el nombre de la estrella.

—¡Luna Loud! ¡Luna Loud! ¡Luna Loud!

La joven saludó de lejos a todos con la mano mientras se acercaba al centro del escenario. Ahí se encontraba un baterista, una bajista y otro guitarrista. Llegó al medio y tomó el micrófono con bastante entusiasmo.

—¡Cómo estás, Estados Unidos? —preguntó fuertemente mientras todos vitoreaban y exclamaban con gozo su felicidad, unas cámaras la enfocaban con precisión—. ¡Justo así los quería escuchar! ¡Están listo para esta noche?

Todos contestaron afirmativamente.

—¡Entonces que comience el espectáculo! —tomó su propia guitarra y, con un movimiento de su mano, expulsó una gran onda de sonido que no hizo más que emocionar a la multitud.

Agarró el micrófono y miró a sus compañeros, entre ellos Sam y Chunk, una siendo su pareja y el otro un amigo que la había apoyado hasta el final, ¿qué mejor agradecimiento que tenerlos en el concierto de su vida?

Contó hasta tres y Luna comenzó a cantar con el alma y el corazón, sin dejar atrás a sus amigos. Todos daban un excelente espectáculo y el público amaba a la banda, el mundo se presentaba extasiado y el movimiento dentro del estadio era imparable.

Pasadas unas cuantas canciones, Luna tomó el micrófono.

—¡Ha sido todo un honor haber podido estar aquí! —miró a sus compañeros y estos asintieron—. Así que, para cerrar con broche de oro, quiero dedicar esta canción a aquellos que me ayudaron a llegar hasta aquí: mi familia y mis amigos —sonrió ampliamente—. ¡Así que, a darle, chicos! —la muchedumbre exclamaba fuertemente con emoción y gozo.

Luna aspiró y cerró sus ojos, mientras recordaba todos los momentos que recorrió junto a su familia a lo largo de su vida; una vida que parecía deparar muchas cosas grandiosas y maravillosas; una vida la cual estaría dispuesta a darlo todo por quienes amaba..., aunque la vida tenía muchas sorpresas y detalles que la hacían lo que era: impredecible.

La castaña tomó el micrófono con mucho sentimiento y comenzó a cantar.

"La vida muchas vueltas da,
gira y gira sin cesar
; pero con ellos siempre vas a contar,
la familia es la que te hará volar"

Inició con el coro de la melodía, todos escuchaban con una sonrisa en sus rostros.

"En la tristeza y en la soledad...
Con una mano siempre contarás.
El amor abunda, pero no lo notas
Y cuando lo ves, por fin te asombras

Gestos y palabras de cuidado
arreglan todo lo arruinado.
A veces necesitamos ser salvados
y más por aquellos a quienes amamos.

La vida muchas vueltas da,
gira y gira sin cesar
; pero con ellos siempre vas a contar,
la familia es la que te hará volar

Primordial es la familia
Es la fuente de las maravillas
Es el colmo de las alegrías
E impiden que te rindas.

Son la base de nuestro éxito
Merecen todo mérito
Brindan alas a nuestros sueños
Pero también nos mantienen en el suelo.

La vida muchas vueltas da,
gira y gira sin cesar
; pero con ellos siempre vas a contar,
la familia es la que te hará volar"

La banda repitió el coro un par de veces más y terminó con la gente ovacionando y saltando, sí que estaban extasiados.

Luna respiraba con dificultad, pero su sonrisa se mantenía. Tomó el micrófono por última vez.

—¡Y eso es todo, Estados Unidos! ¡Muchas gracias! —y con la muchedumbre rogando a que no se fueran, la banda tomó sus cosas y salieron por la parte izquierda del escenario.

—¡Eso fue increíble! —comentó Sam con un desfalco de felicidad.

—¡Lo sé! Espero que sigamos creciendo y no tengo duda de ello —Chunk guiñó el ojo mientras hacia una seña con el dedo índice.

—Fue agotador —soltó Luna mientras esbozaba una grata sonrisa—, pero eso no quita lo grandioso que fue —Sam abrazó a Luna, ella correspondió. Chunk se unió al abrazo.

—Muchas gracias por la oportunidad, Luna. En verdad eres única, no sabría cómo pagarte.

—No tienes por qué, Chunk. De hecho, tú fuiste parte de mi inspiración, así que es más bien un pago mío por toda la ayuda que me has ofrecido.

—Oh —el rockero sonrió—, entonces solo puedo decir gracias —ambos rieron.

—Bueno, fue estupendo compartir el escenario con dos de las personas más importantes en mi vida, claro, sin contar a mi familia. Es principalmente por ellos que estoy aquí.

—Por cierto, ¿dónde están? —preguntó Chunk de repente.

—¿Eh? —Luna se desconcertó de la pregunta.

—Sí, Luna. Chunk tiene razón. ¿Dónde está tu familia? —la castaña se quedó desconcertada. No sabía la respuesta y eso la perturbó un poco.

—Pues..., en casa, ¿no? —respondió dudosa.

—¿No nos habías dicho que vendrían al concierto? —cuestionó la rubia tomándola del hombro.

—Luna, ¿te encuentras bien? —la chica denotaba algo de ansiedad y nerviosismo. Sentía que algo no iba bien.

—Sí, so-solo debo ir a descansar un poco —la joven negó con la cabeza. De pronto sintió fiebre. Se retiró de allí hacia los camerinos.

Sam y Chunk se limitaron a verse mutuamente, mas uno de ellos soltó una cuestión.

—Oye..., ahora que lo pienso..., ¿quién era el baterista?

—Pensé que tú lo conocías —repuso Chunk confundido.

—¿Siquiera lo viste?

—Sí, me recordó al hermano de Luna.

—¿Por qué lo dices? —Sam no pudo obtener la respuesta por culpa de un fanático que se había colado al escenario.

—¡Regálenme su autógrafo! —suplicó el muchacho.

Ambos rechistaron, pero no se negaron a la petición del muchacho.

Mientras tanto, en el camerino, Luna se veía algo frustrada en el espejo.

—Dios, ¿qué ocurre? —frotó el puente de su nariz. Suspiró—. ¿Dónde está mi familia? ¿Por qué no la recuerdo? —recargó sus codos en el mueble y posó su cabeza en ambas manos.

Quedó mirando su reflejo por un rato, se sintió desanimada momentáneamente. Sentía que algo le faltaba y tenía el presentimiento de que se trataba de su familia. Sam le dijo que ellos vendrían al concierto, entonces, ¿dónde estaban?

Los minutos pasaban y Luna no concebía ninguna respuesta dentro de su mente. Fue entonces que tocaron la puerta.

—Luna, soy yo, Sam —la dulce voz de su pareja la calmó por el momento.

—Pasa, Sam.

La joven abrió la puerta y se acercó a donde estaba sentada Luna. La tomó de los hombros.

—Tranquila, todo estará bien. ¿Por qué no les llamas? —aconsejó. La rockera se sintió torpe, ¡claro! ¿Cómo no se le había ocurrido antes?

—Que tonta, no lo había pensado —Luna entonces abrió uno de los cajones y sacó de allí un teléfono móvil de color purpura.

—Suele pasar, no te preocupes —soltó una ligera risa.

—Sí, estoy distraída —rio nerviosa. Suspiró.

La joven castaña desbloqueó su celular y se dirigió al ícono del teléfono. Buscó en los contactos a cualquiera de sus hermanas.

—Llamaré a Luan —pensó. Pulsó el número y lo colocó en su oído. Se recargó en el asiento mientras sentía las manos de Sam sobre ella.

Luna estaba un poco inquieta, el hecho actual la tenía un poco consternada; aunque con la llamada que iba a realizar se iba a tranquilizar. Cerró los ojos mientras escuchaba el tono que el teléfono emitía al llamar a alguien. Soltó un bufido, el sonido continuaba y continuaba.

—Luna, no te duermas. Esta noche será la mejor y no podemos llegar tarde —abrió los ojos al escuchar una voz distinta a la de Sam.

Sorprendida, se percató de que se encontraba en su habitación, sentada frente al espejo de su cuarto. Detrás de ella estaba Lincoln y, a un lado de la cama, Luan miraba extrañada a su hermana.

—¿Por qué me llamas estando dentro del mismo cuarto? —rio—. Parece que tiene el teléfono descompuesto, ¿entiendes? —soltó unas cuantas carcajadas. Lincoln rodó los ojos.

—Quizá iba a llamarle a Sam, Luan. Todos nos equivocamos algunas veces —hizo un gesto con la mano.

—Ya, ya. Solo era broma —salió del cuarto con una sonrisa, cerrando la puerta.

—¿Qué...? —Luna no entendía nada de lo que estaba ocurriendo.

—¿Todo bien, Luna? —el albino alzó la ceja.

—Sí, sí..., creo —se sobó detrás de la nuca.

—¿Estás segura? Te noto... distraída.

—Es que —silenció. No sabía exactamente qué decir al respecto—..., bueno..., nada realmente. Me alegra que estén aquí para mí —sonrió.

—Somos tu familia, ¡siempre estaremos contigo! —sonrió ampliamente—. En todo caso, entonces iré a arreglarme yo. Espero que no tengas problema —se dirigió a la puerta.

—No, para nada —le devolvió la sonrisa.

—Ahorita te veo —se despidió con la mano y salió.

Luna se quedó estática en el sitio, tratando de procesar lo que estaba ocurriendo. Se levantó para examinar el cuarto. Abrió un armario y se encontró con el vestuario que recién había usado para el concierto..., ¿o el que usaría? Ya no entendía muy bien. Regresó su mirada hacia la puerta.

—¿Qué está ocurriendo? —se preguntó a sí misma.

Fue hacia la puerta y tomó el pomo de esta. La giró, abriendo el acceso hacia el pasillo de la casa Loud; sin embargo, cuando cruzó esta, se topó con Chunk.

—Hey, cuidado, chica —soltó una leve risilla.

—¡Luna! —Sam corrió tras ella—. ¡Te encuentras bien? Empezaste a caminar por el camerino mientras susurrabas unas cuantas cosas.

La castaña volteó a verla. Se miró a sí misma y visualizó el vestuario que traía puesto: era el mismo del armario.

—Sam..., me siento un poco mal —tomó su cabeza—, siento que todo da vueltas —comentó con molestia.

—Oh, no —hizo una mueca—. Será mejor que descanses, Luna. Vamos al camerino: reposa. Chunk y yo iremos por algo para el dolor, ¿te parece? —la castaña asintió.

—No tarden —suplicó débilmente.

—No lo haremos —le dio un beso en su mejilla. Luna sonrió y, posteriormente, fue al camerino de nuevo mientras ellos iban por lo mencionado antes.

La castaña regresó de nuevo al asiento que se hallaba frente al espejo y se recostó en el inmueble, tratando de conciliar el sueño y, de esta manera, relajarse. Desafortunadamente, fue sacada de su intento al ser sacudida levemente.

—¿Ya volvieron? Eso sí que —Luna levantó su cabeza y pudo ver a Leni junto a ella—... fue rápido...

—¿Todo bien, Luny? —ladeó su cabeza—. Pareces enferma, podría ir a buscar unas...

—¡No, no! —agitó sus manos—. ¡Qué está pasando aquí? —se alarmó instantáneamente—. ¡Y qué haces aquí? —preguntó algo molesta.

Leni se apartó, asustándose en el acto. La rockera analizó su comportamiento, soltando un suspiro.

—L-lo siento..., es que... no sé qué pasa. Me siento confundida, ¿dónde estoy?

—En nuestra casa, Luna..., la casa de tu familia —recalcó Leni algo aturdida aún.

—Ya sé que estoy en la casa, Leni..., pero... no sé si esto es real —miró las paredes. Luna sudaba ligeramente; se acercó a ella y tocó su brazo. La tomó con calma, palpándola..., solo quería saber si era realidad.

—Leni..., ¿sí eres tú?

—Sí... —Luna parpadeó—, soy yo, Sam —Luna se alejó asustada.

—Pero ¿qué...? —había vuelto a donde estaba inicialmente.

—Luna, sé que te preocupa tu familia, pero para que me confundas con Leni es que tienes algo grave..., tal vez deberíamos llevarte con un doctor —sugirió. Luna siguió retrocediendo hasta llegar a su asiento. Se sentó y se limitó a abrazarse a sí misma—. Bueno, si quieres no. No sé qué esté ocurriendo, pero debes calmarte; aquí estoy para ti —se acercó a ella y la abrazó fuertemente.

Siguiendo en la incertidumbre, Luna la abrazó con fervor, cerrando los ojos en el acto.

—¿Dónde están, Sam...?

—Estamos aquí —abrió los ojos y Leni la estaba abrazando—. No seré muy lista, pero sé cuándo una de mis hermanas se siente mal —se apartó y se dirigió a la puerta—. Iré por ayuda, quédate aquí, ¿está bien? Es mejor estar sanos, tampoco queremos que te desmayes en pleno concierto —rio ligeramente.

—Eso sería... desastroso —comentó Luna en su inseguridad.

La castaña inició a sudar en mayor cantidad, la ansiedad y el temor la invadían y sentía que no podía hacer mucho al respecto.

—¿Qué está pasando? Esto no es normal, se siente muy real..., pero... al mismo tiempo no lo es, ¿dónde estoy? ¿En verdad estoy aquí o... estoy allá? —Luna volteó a todas partes. Se le ocurrió entonces llamar a la rubia con el mechón turquesa—. Sam..., ¿Sam...? ¡Sam! —gritó con intensidad, pero nada.

Ante tales llamados, la mayoría de la familia Loud se asomó por la puerta.

—¿Estás bien!

—¡Por qué tantos gritos?

—¡Quién anda ahí?

—¡Te salvaremos!

Todos entraron de improviso, solo para encontrarse a una desconcertada y perdida Luna.

—¿Dónde está el peligro? —cuestionó Lana algo confundida.

—Yo no veo nada —corroboró Lola, buscando por toda la habitación.

—Nada de nada —reafirmó Luan—. Todo está en su lugar.

—Luna, ¿te encuentras bien? Si quieres podemos llamar a los de tu concierto para decirles que no estás en buen estado —comentó Lori, acercándose a ella con una mueca de preocupación. La tomó por el hombro.

La chica no sabía cómo responder. Se hallaba perdida en su mente, estaba... desconectada. Luna cerró los ojos con fuerza y emitió unas cuantas lágrimas. Algo desesperada, se levantó de su asiento y exclamó.

—¡Dónde estoy? —extendió ambos brazos con fiereza sin importarle absolutamente quien se hallase a sus lados. Sin embargo, no hubo respuesta, al contrario, todo pareció haberse detenido.

Luna concentró su mirada en sus hermanas, eran como estatuas. Las veía con curiosidad.

—¿Qué carajo...? —fue interrumpida por un movimiento que alcanzó a percibir detrás de la puerta.

Luna pasó de largo a sus hermanas y salió al pasillo de la casa Loud.

—¿Hola? —no recibió respuesta, en cambio, una puerta entreabierta al final del pasillo fue lo que llamó su atención.

Luna se acercó hacia la habitación de su hermano. Al llegar, la puerta se cerró rápidamente, dejándola sorprendida. Tomó el pomo de la puerta y la giró para ingresar. Se adentró a la habitación, topándose con que ahora se encontraba nuevamente en el escenario en el cual acababa de realizar uno de sus mayores sueños.

La gente estaba inmóvil, algunos mostraban expresiones graciosas por el momento justo en el cual se quedaron quietos. Luna ignoró al público y siguió su camino, el sonido de una batería robó su atención.

Se acercó cautelosa hacia quien parecía ser la única persona (además de ella) en poder moverse. Se detuvo cuando la música dejó de sonar. Luna sintió que la había visto, mas no se alejó, porque esa persona era su única respuesta.

Fue cuando conoció al hombre que se había encargado de tocar la batería esa noche. Se trataba de un hombre peliblanco.

—Hola, Luna —se acercó lentamente a ella. El hombre portaba un vestuario formal, a pesar de que se trataba de un concierto de Rock and Roll.

—Hola..., ¿quién eres?

—Ya te has dado cuenta, ¿no? —señaló a su alrededor.

—Creo que es obvio —volteó a ver al público y se acercó al centro del escenario. El hombre la siguió por detrás.

—¿Te parece extraño esto?

—En definitiva, ¿a quién no se le haría extraño?

—Bueno, a mí no me parece extraño. Lo que debería preocuparte es el dónde estás.

—Tienes razón..., ¿dónde estoy? Y..., ¿quién eres tú? —repitió la pregunta.

—Estás atrapada, Luna. Tienes que salir de aquí, pero..., no hacia donde deberías. Tienes un destino diferente..., eres diferente. No mereces acabar donde ya estás.

—¿Y dónde estoy? —preguntó una vez más, denotando impaciencia.

—Tengo que irme, debo... atender unos asuntos —el hombre comenzó a alejarse.

—¡Espera! ¡Quién eres? —comenzó a correr hacia el hombre.

—¡Sigue la voz! —contestó en su lugar.

Luna arribó hasta donde creyó que se encontraba el hombre, pero lo único que pudo visualizar detrás del escenario fue el vacío. La castaña soltó un bufido lleno de resignación. Ahora estaba sola..., otra vez.

Regresó su mirada en dirección a los camerinos, necesitaba distraer su mente de todo lo que estaba ocurriendo. Encontraría a Sam, a pesar de que todo luciera quieto y sin vida; solo anhelaba sentir un poco de seguridad ante la situación.

Caminó hacia su camerino, pero una voz la detuvo en su andar.

—Luna... —la rockera volteó a una puerta que se hallaba a unos cuantos metros de su camerino.

Quien había pronunciado su nombre era la persona a la que justo estaba buscando. Saber que ella también se hallaba atrapada en ese tiempo congelado la hizo sentir aliviada, al menos no estaría sola.

—¡Sam! —sin pensarlo mucho, desistió de ir a su camerino para ir directo con su pareja.

Apresuró sus pasos hacia aquella puerta, la cual no tardó ni un segundo en abrir. Sin embargo, al otro lado de la puerta se encontraba una oscura y solitaria calle. Luna volteó para regresar, pero ya no había nada: la puerta se había esfumado, dejándola varada en un sitio totalmente desconocido para ella.

El miedo y el nerviosismo se apoderó de ella, seguía sin comprender con plenitud lo que estaba ocurriendo, ¿dónde estaba ahora? No lo sabía y eso la aterraba un poco, el aspecto de la calle tampoco ayudaba.

El silencio abundaba y el aire soplaba con fuerza. Había unos cuantos postes de luz que alumbraban el camino, pero no los suficientes como para sentir seguridad. Miró a ambos extremos y no había nada ni nadie.

—Luna... —la voz de la rubia la llamó de nuevo.

—Sam..., ¡Sam! ¡Dónde estás? —exclamó asustada de la situación—. ¡Ven, por favor!

—¡Luna!

—¡Sam! —volteó a donde provino la voz.

Un poco insegura, inició su trayectoria de nuevo. La voz de Sam la llamaba constantemente y esa era la única seguridad que tenía para seguir adelante.

Todo iba bien, a pesar de que la calle parecía no tener fin. El frío empezó a hacer de las suyas, haciendo que Luna temblara ligeramente, aunque eso no la hacía detenerse; tenía la esperanza de encontrar la luz entre tanta oscuridad, quería hallar el final de esta abominable alucinación.

—¿Luna? —una voz diferente provino del otro lado de la calle. La chica no pudo evitar voltear.

Una silueta familiar estaba de pie frente a ella, se encontraba muy lejos de donde estaba, pero, incluso así, consiguió reconocer esa silueta y la voz que esta emitió.

—¿Lori? —cuestionó confundida. Sentía que su percepción le estaba fallando y creía estar volviéndose loca..., aunque ya no sabía si eso podría ser cierto.

—¡Luna! ¡En verdad eres tú? —la silueta inició a correr desesperadamente hacia ella.

—Luna..., ¡ven! ¡Ven hacia mí! —exclamó la voz de Sam con intensidad.

—¿Huh? —confundida ante la situación, Luna no podía decidir su acción.

—¡Ven conmigo, Luna! ¡Ven conmigo! —rogó la voz. Luna apretó sus ojos con fuerza y, recordando lo que el hombre de cabello blanco le había dicho, siguió a la voz de su querida Sam.

—¡Luna, detente! ¡Qué haces aquí? ¡Creí que...! ¡Creí que...! —Luna volteó mientras corría para observar a la mujer que la estaba persiguiendo.

Sin duda alguna se trataba de Lori, pero ella se veía más grande. No tenía diecinueve años en lo absoluto. Al notar aquello, pudo percatarse de que ella no era su hermana, sino alguien más; pero, en ese caso, ¿cómo era que la conocía? ¿Por qué tenía una voz idéntica a la de su hermana mayor?

La mujer, por su parte, denotaba una inmensa tristeza. Soltaba unas cuantas lágrimas, las cuales recorrían sus mejillas sin piedad alguna: estaba vulnerable y mostraba una profunda e incomprensible aflicción. Luna pudo ver el dolor en sus ojos y pudo notar como ella se mostraba impotente al cerrar sus puños con fuerza, ¿qué había pasado con ella? Sentía curiosidad, se detuvo. No podía seguir corriendo sin saberlo..., no podía.

La rubia se fue aproximando más y más a la castaña. Mientras más se acercaba, más podía distinguir su rostro. Lori se encontraba demacrada, parecía no haber dormido en días, o incluso semanas. Traía puesta unos lentes y un suéter azul, el cual se hallaba levemente maltratado.

—Luna..., ven...

—No —repuso—. No me puedo ir, si alguien está aquí y necesita mi ayuda..., yo... no puedo negarme..., solo mírala —por alguna razón, Luna conectó con la mujer que estaba a escasos metros de alcanzarla.

La mujer de cabellera rubia por fin llegó hasta Luna y, sin darle siquiera oportunidad, la envolvió entre sus brazos.

—Lo siento mucho, yo no quería..., yo... lo siento tanto... —su voz estaba quebrada. Lloraba a cántaros.

Luna quedó conmocionada por tales palabras tan repentinas y llenas de dolor. No entendía mucho de lo que decía, así que se limitó a corresponder su abrazo. Lori la abrazó con más fuerza, estrujándola en el acto. Las lágrimas de la mayor iniciaron a humedecer la vestimenta de la rockera, pero a ella no parecía importarle mucho; tan solo ansiaba conocer su malestar.

—¿Qué sucedió? —cuestionó en voz baja, tratando de no sonar tan descolocada.

—Ustedes... se fueron por mi culpa. Yo... me quedé sola y... —la apretó con mayor fuerza—, la verdad..., todo fue por culpa de mi ambición —suspiró con resignación y pesadez.

—No entiendo, Lori..., ¿cómo que nos fuimos? —trató de comprender.

—Creí haberlos perdido para siempre, yo... —no pudo continuar hablando. Lori estaba realmente quebrada por dentro y solo podía aferrarse a Luna.

La castaña, por su parte, seguía conmocionada ante lo que Lori había dicho. Trataba de procesar lo que escuchó y solo podía sentir que no encajaba con ella y en el lugar en donde estaba.

—Lori... —la mencionada se apartó brevemente para observarla—, creo... que yo no soy quien crees que soy.

—¿Cómo? —preguntó confundida—. ¿No eres mi hermana, Luna? —alzó su mano para tocar su mejilla—. Bueno..., después de lo que ha ocurrido, yo... creo que entendería que no me recordaras —suspiró—. He sido una persona muy egoísta y por mi culpa ustedes ya no están conmigo —se apartó de ella—, pero... es posible que te ayude a recordar.

—Lori, ¿dónde están las demás? ¿Dónde está Lincoln? —cuestionó con cierta intriga.

—¿En serio no recuerdas nada? —alzó su brazo y mordió su suéter de la frustración—. Bueno..., la verdad ni siquiera sé cómo es posible que estés aquí..., es como ver a un ángel en carne y hueso, más después de lo que pasó —volteó y le dio la espalda.

—Lori, yo...

—Luna..., ven... —la voz la interrumpió repentinamente. La castaña volteó hacia la voz.

—Pero..., ¿qué hay con ella?

—Solo ven..., ella no es quien crees, así como tú no eres quien ella cree. Ven conmigo, no te alejes de mí —suplicó en voz baja.

—Luna..., ¿podrías perdonarme? —cuestionó Lori con un tono de voz afligido.

—Tú no eres quien debe contestarle, Luna —repitió Sam en la lejanía—. Ven, antes de que te quedes atrapada ahí —una pequeña luz emergió al final de la calle.

—Lori..., debo irme, pero puedo decirte que estoy segura de que esto... no solo dependió de ti —soltó solamente para tranquilizarla. Había escuchado mil historias sobre artistas que se culpaban y lamentaban de cosas en el pasado, pero la verdad era que nunca era su culpa en su totalidad. Basándose en ello, se limitó a sonreírle a Lori antes de marcharse.

—Luna..., no me dejes.

—Tengo que partir, Lori. Yo... no soy la hermana que conoces, eso creo —afirmó de manera dudosa mientras se alejaba de ella y se dirigía hacia la luz.

—Oh... —Lori, sin saber cómo reaccionar ante el comentario de la castaña, se limitó a observar cómo se iba y, repentinamente, se desvanecía de forma lenta—, ¿habrá podido ser un ángel? —se preguntó a sí misma, pero esa sería una cuestión que se contestaría otro día.

Luna ahora estaba divagando entre la luz para, de pronto, verse sumida entre la profunda oscuridad.

—¿Sam? —habló al aire esperando una respuesta.

—Por acá —la chica volteó y siguió su camino. Una nueva luz la estaba guiando.

Luna estaba realmente intrigada, ¿qué había sido todo eso? ¿En dónde estaba? ¿Por qué sentía como que flotaba? ¿Por qué todo era luz y oscuridad de manera tan radical? ¿Cómo era que encontró a una Lori tan diferente a la que conocía? ¿A qué se refería ella con que los había perdido a todos? En resumen..., ¿qué estaba pasando?

—Dios, ilumíname —pidió tomándose de la cabeza mientras continuaba su trayectoria hacia la nueva luz.

Ahora estaba un poco consternada y dudosa, ¿a dónde iría ahora? ¿Por qué la voz de Sam sonaba tan lejos, pero al mismo tiempo tan cerca? Solo quería llegar con ella y terminar de una vez por todas con esta inquietante y perturbadora pesadilla..., al menos eso creía ella que era.

Llegó a la luz y se halló rodeada de árboles y una inmensa cantidad de arbustos y demás flora local. Pudo ubicar de inmediato el bosque en el que se hallaba: era nada más y nada menos que Royal Woods.

—Por lo menos estoy en casa..., creo —comentó para sí misma mientras hacía a un lado unas cuantas ramas que le estorbaban el paso.

Un viento peculiar rodeó a Luna; era peculiar porque aquel viento parecía inspeccionarla detenidamente, recorriéndola más de una vez. La chica se abrazó a sí misma por el frío que el viento le estaba provocando, algo que este último no había tomado en cuenta.

Luna continuó su andar mientras el viento la seguía por detrás. Curiosa de ese fenómeno, la castaña volteó y pudo visualizar que el viento cargaba consigo unas cuantas hojas, las cuales se encontraban despedazadas. Del mismo modo, el viento se percató de que lo estaban observando y se escondió entre los árboles. Lo único que la chica pudo apreciar, fue como el sonido del viento se disipaba en los alrededores.

En un idioma que solo la naturaleza era capaz de comprender consigo misma, el viento se comunicó con los árboles y estos, a su vez, hablaron con las ardillas que vivían sobre ellos. Las ardillas murmuraban entre sí y una de ellas bajó de la copa de los árboles y se aproximó a las afueras de los bosques en donde se encontró con una pequeña y adorable niña de cabellos rubios.

La niña sintió la presencia de la ardilla y se agachó a su altura, extendiendo su mano para que esta se subiera. El animalito subió a la mano de la niña y ella se levantó.

—¿Qué pasó, amiguito? —cuestionó con intriga.

La ardilla chilló y la rubia asentía con la cabeza.

—¿Y cómo es? —la ardilla seguía chillando—. No lo sabes, ¿eh? Solo lo escuchaste por ahí. Bueno, entonces creo que deberé averiguarlo por mi cuenta —dejó al roedor en el suelo. La pequeña entró al bosque.

Regresando con Luna, ella admiraba el panorama en el que se encontraba. Nunca había visto el cielo más despejado, era como si no hubiera ningún tipo de actividad humana existente. Muchos animales estaban presentes y parecían no tener miedo, andaban campantes, recolectando comida. Nada alrededor parecía tomarle importancia a la presencia de la castaña, aunque los árboles se meneaban con suavidad, como si trataran de comunicarse con ella.

—Es hermoso —soltó Luna mientras esbozaba una sonrisa. Se acercó a uno de los árboles y posó su mano sobre él.

El árbol sacudió una de sus ramas y dejó caer una manzana. La chica se asustó de la caída tan repentina de aquel fruto. Lo recogió y lo examinó, se veía apetitoso y jugoso; el color rojizo era intenso y denotaba buena calidad. Dejándose llevar, acercó el fruto a su boca y lo masticó, dándole a su paladar un viaje de sabor.

—Wow —apartó la manzana de ella y la admiró de nuevo—, es... la mejor manzana que he probado en mi vida —admitió maravillada. El árbol se meneó, indicando felicidad; sin embargo, ella no entendía esas señales.

—¿Quién anda ahí? —preguntó una voz tierna. Luna se asustó de tan repentina aparición.

—Luna..., corre —la voz de Sam acudió al momento para auxiliarla.

Antes de emprender la acción, decidió ocultarse para ver de quién se trataba. Estando detrás de uno de los arbustos, Luna pudo observar como una linda niña se asomaba entre toda la arboleda. Parecía no tener más allá de 6 años, entre sus brazos se encontraba un oso de felpa de color negro, el cual portaba un curioso corbatín rojo; la niña estaba vestida con ropa de color lila y traía puesto un calzado negro.

—Nocturne, no hay nadie por aquí —miró a su oso de felpa.

Luna se extrañó de ver que la chica le había hablado a su peluche. Curiosa, siguió observando.

—Espera —volteó a donde se encontraba Luna—, puedo sentirla. Es una chica..., está muy cerca —paso a paso, fue acercándose a la posición de la rockera.

—Corre... —avisó Sam.

Luna, sin saber por qué, hizo caso a la voz de la adolescente y comenzó a correr lejos de allí.

—¡Hey! ¡Detente! —sin perder tiempo, fue a perseguirla.

—¿Por qué estoy huyendo de una niña? —preguntó la rockera algo confundida.

—No es cualquier niña —respondió la voz. Luna negó con la cabeza y se limitó a seguir su camino—. A la derecha —acatando lo dicho, dio vuelta.

La niña salió de improviso de entre uno de los arbustos, pero fue tarde porque Luna había dado vuelta a la derecha. Frunció el ceño y continuó con la persecución.

—¿A dónde me llevas ahora? —preguntó algo agitada.

—Te llevo conmigo.

—¿Y dónde estás? —no recibió respuesta.

—¡Detente! —ordenó la pequeña saliendo en frente de ella. Luna, asustada de tan repentina aparición, continuó su carrera dando una vuelta; sin embargo, la niña pudo ver el rostro de quien perseguía—. ¿Luna? —algo dentro de ella se iluminó—. ¡Luna! —corrió detrás de ella nuevamente.

—¿Cómo es que me conoce esta niña? —preguntó para sí misma.

—¡Hermana!

—¿Hermana? —volteó y vio a la pequeña una vez más, no la reconocía con plenitud de entre todas sus hermanas.

—¡Soy yo, Lily! —y el asombro de la rockera no se dio a esperar.

—¿Lily? —mas tropezó con una piedra que obstruyó su camino, cayendo adentro de un arbusto.

Lily corrió hasta el arbusto en donde tropezó Luna.

—Luna, por Dios, creí que ustedes estaban —hizo a un lado las hojas del arbusto, pero ya no había nada ni nadie allí—... muertos...

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—¡Ahhhhh! —el grito de la castaña resonaba dentro de lo que parecía un túnel estrecho.

Luna se llenó de desesperación al verse implicada en una caída que no tenía fin. Su corazón latía con fuerza y el miedo la invadía en su totalidad, cerró los ojos y apretó los dientes con terror. Se abrazó a sí misma con fuerza en lo que esperaba el final, el cual no tardó en llegar en cuanto inició a sentir ramas impactando contra ella.

Abrió los ojos de golpe mientras era recibida por hojas y ramas de un árbol que se posó debajo de ella. Chocó y se lastimó, cayendo hasta el suelo; por fortuna, todos esos choques fueron amortiguando la caída.

Luna soltó quejidos de dolor y se observó, notando que tenía algunas cortadas en su piel.

—Ay —se quejó al sentir un ligero ardor en sus brazos, eran heridas pormenores, pero eso no quitaba que era incómodo e inquietante. Se recostó a lado del árbol en el que había caído.

—Luna, debes continuar... —pidió Sam, cuya voz se escuchó que provenía del cielo.

—Me duele todo el cuerpo —admitió soltando un resoplido—, ni siquiera sé donde estoy o donde estás tú, ¿cómo se supone que te encuentre? —preguntó afligida. Sam no contestó de inmediato porque un sonido cercano interrumpió la conversación.

Una suave brisa acarició a la castaña, haciéndola voltear al sitio de donde provino el sonido. Algo adolorida, se levantó con dificultad. Caminó con pesar hasta una pequeña cabaña, en donde se encontraban dos niñas platicando a la luz de la luna.

En la puerta había un hombre que no paraba de ver a las pequeñas. Luna pensó que sería el padre de ambas, mas sus pensamientos cambiaron radicalmente al percatarse de que el rostro de aquél era inexistente. Asustada, retrocedió y decidió ignorar lo que acababa de ver.

El hombre entonces se acercó hasta las pequeñas.

—Padre, ¿sucedió algo?

—...

—¿Qué dijo? —cuestionó la otra niña pelinegra.

—Nada importante, Lucy..., solo una visita inesperada.

Luna caminó lejos de la cabaña, adentrándose más y más en el bosque. El recorrido era tranquilo, parecía que por fin podría tener un tiempo de calma y paz. Suspiró con pesadez, sobando su brazo izquierdo con resignación.

—¿Dónde estoy ahora? —preguntó desesperanzada, sabiendo que no recibiría ninguna respuesta.

—Estás perdida —aseguró Sam—, debes seguirme.

—Pero ¿dónde estás? ¿Por qué no me dices? —cuestionó con aflicción.

—Porque... —se escuchó un suspiro pesado—, perderías toda esperanza y es lo último que quiero que pierdas.

—¿Estoy muerta?

—Si lo estuvieras, ni siquiera podríamos hablar.

—Creí que los muertos podían llegar a comunicarse con los vivos por medio de sesiones espiritistas o cosas así.

—Eso no funciona, Luna, son puras patrañas esas cosas. Tú estás viva y estoy muy segura de ello —hubo un momento de silencio—. Solo quiero que regreses, me duele pensar que puedo perderte...

Luna se puso cabizbaja, tratando de comprender la situación. De pronto, las nubes se juntaron y un trueno resonó con fuerza; la lluvia inició, mojando a Luna de forma inevitable. El frío no tardó en hacer acto de presencia.

—¿Qué he hecho yo para merecer estar en esta situación tan extraña y deplorable? —se abrazó, al mismo tiempo que frotaba sus manos en contra de sus brazos para emanar un poco de calor. Aumentó la velocidad de sus pasos para encontrar refugio.

Finalmente, después de interminables minutos, consiguió llegar a las afueras del bosque. Ahora estaba en Royal Woods..., otra vez. Algunos establecimientos de comida se presentaron frente a ella, su estómago rugió.

—Qué hambre —exclamó posicionado sus manos sobre su abdomen. Introdujo su mano adentro de uno de sus bolsillos para ver si tenía dinero, pero no tenía nada—. Maldición —susurró.

Entonces, una persona se detuvo para verla con detenimiento.

—Disculpe, ¿es usted de la familia Loud? —Luna volteó a ver a aquella persona.

—Uh..., eso creo... —respondió dudosa. Ante todas las circunstancias que estaban sucediendo, se sentía bastante perdida y extrañada.

—¿Cómo se llama?

—Luna..., Luna Loud... —su estómago gruñó de nuevo.

—Veo que tiene hambre —sacó su cartera y de ahí extrajo un poco de dinero—. Déjeme invitarle algo de cenar, me gustaría platicar con usted.

Viéndose limitada en opciones, asintió.

—Por algo de comida no me importaría.

De este modo, fueron al restaurante que estaba justo en frente.

El tiempo benefició a Luna, pasando rápido para que la comida que había pedido llegara lo más pronto posible. Se encontraba degustando macarrones con queso junto a una bebida refrescante.

—Y, bien..., uhmm..., Luna... —la persona que había invitado la comida parecía algo confundida—, ¿recuerda los acontecimientos de hace unas tres semanas? —preguntó con seriedad, aunque con un tono de incredulidad.

Luna no prestó mucha atención, pero respondió de todas formas.

—Lo último que recuerdo fue estar cantando en un escenario en frente de todo Estados Unidos —siguió comiendo—, y eso que ni sé si fue real.

La persona la observaba con incredulidad y algo de cautela.

—¿Puede decirme los nombres de los integrantes de su familia?

—Sí..., pero..., ¿por qué quiere saberlo?

—Bueno, verá... —la persona se vio interrumpida cuando Luna sufrió de un leve dolor de estómago.

—Ugh..., lo siento. Deme un momento, voy al baño —se levantó y fue a donde había dicho.

—Perdóname —musitó Sam en la lejanía.

—¿Por qué? —susurró.

—Fui yo —comentó con algo de aflicción.

—Oh... —negó con la cabeza—, seguro lo hiciste por una buena razón —refutó mientras entraba al baño; aunque el dolor se disipó en cuanto había entrado—. Vaya, ya no me duele —comentó sorprendida—. En ese caso, creo que... —iba a volver con la persona que le había invitado la comida, pero al abrir la puerta del baño se topó con un estudio de grabación.

Por otro lado, la persona que había estado esperando a Luna, había estado anotando algunas palabras en una libreta, la cual dejó sobre la mesa para ver si la castaña se hallaba bien, pues ya había tardado.

"Luna Loud estaba con vida, ¿podrían los demás también seguir vivos?"

Regresando con la castaña, caminó desconcertada por el estudio. Observó que se encontraba en la grabación de una película a puerta cerrada; las pantallas verdes eran notables al fondo.

—Hora de descansar, muchachos —se escuchó el sonido de una palmada—. Y tú, Nancy Clum, te quiero bien preparada para mañana —rio a sus adentros.

—Uhmm..., disculpe, pero en serio está dejándome de dar gracia este asunto.

—Relájate, no es como si empezaras a creerte Nancy de verdad, ¿o sí? —el hombre soltó una carcajada burlesca—. Como sea, solo concéntrate en terminar: ya falta poco. No por nada soy de los mejores directores de la época.

—Eso es cierto —Luna reconoció la voz, a pesar de que sonara ligeramente diferente.

—Entonces, a descansar, mi estrella.

Luna se apartó y se ocultó detrás de unos estantes. Los pasos de la actriz se acercaban, aunque de forma lenta y desanimada. La rockera se asomó y pudo ver a una mujer de cabellera castaña claro. Se trataba de su hermana menor, Luan..., aunque se veía más grande en edad.

Luan soltó un ligero suspiro y entró a su camerino, lo hizo cabizbaja, denotaba cierta inseguridad en su rostro. Luna pudo notar aquello, parecía que su hermana estaba pasando por un mal rato.

—¿Qué le pasará? —pensó mientras salía de su escondite.

—Luna, no pierdas tiempo... —la voz de Sam la llamó. Luna volteó hacia el origen del sonido, el cual provenía de la puerta que daba acceso a la salida del estudio.

—Pero ¿qué hay con Luan? Se ve muy mal, debería...

—Ella no es Luan —afirmó cortante.

—¿Cómo lo sabes? Era ella, yo lo sé —repuso Luna observando hacia el camerino de la actriz.

—Yo... no sabría explicártelo.

—¿Qué...? ¿Cómo?

—Es que... es algo difícil. Me dijeron que no debía decirte porque —suspiró y soltó un quejido—... es complicado.

—Entonces trata de explicármelo, nada de esto tiene sentido, Sam..., lo sabes —agachó la mirada.

—Luna, yo... no puedo. No sé cómo —silenció—. Yo... solo no quiero perderte, ¿está bien? Confía en mí —la voz sonaba apagada.

Luna emitió un suspiro de resignación.

—Tampoco es que tenga muchas opciones.

—Pero, Luna, yo no te estoy obligando a venir... —se calló. Luna esperó a que continuara hablando, pero no hubo más: era como si se hubiera arrepentido de lo que había dicho.

—¿Y...? —Luna volteó hacia la puerta que se hallaba frente a ella, esperando una respuesta.

—Solo ven, por favor... —la puerta se abrió.

Luna abrió los ojos con asombro. Se levantó.

—¿Cómo...?

—Hey —la chica volteó por lo importunidad del joven director—, ¿qué haces acá? —sonrió malicioso.

Luna apreció al muchacho y parecía ser el típico hombre apuesto de las películas: cabellera rubia y ojos azules, aunque en su sonrisa se podía notar que sus colmillos eran ligeramente más grandes de lo ordinario.

—Lo siento, yo... crucé una puerta sin saber exactamente a donde me llevaría —una media mentira, porque ella creía que regresaría al restaurante donde estaba disfrutando de un apetitoso platillo.

El director se quedó observándola.

—Juraría haberte visto en alguna otra parte —posó su mano en su mentón—. ¿No eres acaso de la familia Loud? —hizo una expresión con su mano.

—Uhmm..., sí, ¿por qué?

—Mera curiosidad —volteó a ver hacia el camerino y regresó a ver a Luna de nuevo—. Bueno, no suelo dejar que personas ajenas a mis películas se entrometan en las grabaciones; sin embargo, haré la excepción contigo —puso sus manos detrás de su espalda—. Aunque agradecería que te fueras lo más pronto posible —pidió lo último con un poco de arrogancia en su voz.

—Vamos, hazle caso, Luna —pidió Sam. Luna negó con la cabeza.

—Espere un momento —el director volteó.

—¿Qué?

—¿Qué le pasa a Luan? ¿Por qué ella actúa tan... diferente?

El hombre le dio la espalda y soltó un resoplido.

—Si mi instinto no me falla —la vio de frente con una mirada llena de seriedad—, estás a punto de descubrirlo. Así que deja de andar molestando y termina tu excursión aquí de una buena vez —dicho aquello, se retiró de ahí.

—¡Hey! ¡No me puede dejar así! —exclamó con molestia, pero el director la ignoró por completó—. Demonios... —emitió un suspiro pesado.

—Tranquila..., deberías simplemente salir de aquí.

—Bueno, mientras pueda llegar contigo y terminar con esto de una vez..., por mí está bien —caminó hacia la puerta, pero se quedó quieta en cuanto sus pies quedaron a un paso de salir. Decidió cerrar la puerta por un momento.

—¿Qué sucede?

—Quiero entender, Sam. Es que —volteó y miró de nuevo hacia el camerino de Luan—... no lo entiendo, ¿qué está sucediendo? ¿En dónde estoy? Esto no es normal —miró a la puerta y recargó su frente contra la misma—. No es normal tropezar y caer de los cielos, no es normal abrir una puerta y encontrarte de repente en un estudio, no es normal que todos sepan qué pasa menos yo —colocó la mano sobre la puerta—. Sam, ¿qué está ocurriendo?

—Luna..., no puedo decírtelo.

—¿Por qué? ¿Acaso estoy muerta?

—Ya te he dicho que estás viva, por favor, confía en mí. Sigue adelante y encuéntrame.

—Sam... —cerró los ojos—, solo quiero que esto termine.

—Entonces sigue adelante, entre más pronto me hagas caso, más pronto saldrás de ahí.

Luna soltó un resoplido lleno de frustración.

—Muy bien, Sam..., lo haré —se despegó de la puerta para tomar el pomo de esta y abrirla.

Observó el exterior, quería fijarse esta vez en el destino que le depararía. La luz del sol daba con intensidad sobre la acera, parecía que por fin cruzaría una puerta normal. Sonrió, al menos sentía que ya no se vería involucrada en otro cambio radicalmente espontáneo. Suspiró con alivio.

—Bueno, Sam, guíame —pidió con una sonrisa mientras pasaba la puerta.

En lo que pasaba por la puerta, una mosca se cruzó en su camino, causándole molestia porque había rozado su rostro. Luna no pudo evitar parpadear y pasarse la mano por la cara para asegurarse de que ya no estuviera ahí.

Al terminar de despejarse, pudo ver que el lindo panorama que se hallaba frente a ella había cambiado por la oscuridad de la noche. Luna se despabiló para confirmar si lo que estaba viendo era verdad.

—Demonios, aquí vamos de nuevo —comentó molesta. Miró detrás de ella y, en efecto, la puerta por la cual había cruzado ya no estaba—. Maldita sea, ¡Sam? ¡Cuándo acabará esto? —preguntó con cierto cansancio en su voz.

—¡No desistas, Luna! Estás cada vez más cerca. Ten fe, continúa —lo último lo había dicho con un tono de tristeza; estaba suplicando—. No te rindas, yo estoy contigo —suspiró y soltó un sollozo.

—¿Sam? —Luna trató de comprender el cambio de actitud de la rubia—. ¿Por qué lloras?

—N-no lloro..., solo... estoy un poco afligida. Créeme que tampoco es normal para mí esto, pero me dijeron que solo debía motivarte a continuar. No sé dónde estás, Luna..., solo me dijeron que no te soltara por nada del mundo y no pienso hacerlo...

—¿Quiénes? ¿Quiénes te dijeron?

—No puedo decírtelo, no quiero decirte en donde estoy —su voz comenzaba a quebrarse—. Solo sigue adelante, Luna..., yo sé que puedes hacerlo.

—Sam —extendió su mano al cielo—, solo dame una pista, un indicio de donde estás.

—Luna... —hubo un poco de silencio. De pronto, Luna sintió su mano cálida, como si alguien la estuviera tomando—, estoy literalmente contigo..., es lo único que te puedo decir, ¿está bien?

Luna quedó impactada de lo que estaba sintiendo en su mano, cuando trató de cerrarla, sintió como si estuviera agarrando algo.

—Sam, ¿eres tú?

—S-sí. Soy yo, Luna... —sollozó—, continúa, por favor. Pronto saldrás de donde estás.

—Mu-muy bien..., yo... confío en ti —soltó la mano invisible de Sam y miró al frente con determinación—. Iré contigo —inició el recorrido nuevamente.

La noche era tranquila; sin embargo, ruidos de máquinas y gente exclamando de felicidad llamó su atención. Sin haberse percatado, se encontraba en una calle llena de casinos y bares, de los cuales salía y entraba mucha gente.

La rockera se sintió un poco fuera de lugar, sabía que se hallaba en un sitio algo peligroso, por lo que decidió seguir adelante sin prestar mucha atención a sus alrededores. La gente la miraba un poco extrañados, preguntándose qué hacía una menor en esos lares sin ningún adulto acompañándola, para su fortuna, nadie se interpuso en su camino para insinuarle cosas indebidas... o peor.

Dejó atrás esa calle, pero al dar vuelta a la esquina se encontró con una chica rubia que estaba entrando a un edificio.

—No me quiero imaginar nada —comentó Luna para sí. Entonces miró al cielo—. Sam, ¿ahora a dónde?

—Espera... —Luna se recargó sobre la pared del edificio en el que entró la mujer—, debes entrar ahí.

—¡Qué? ¡Es seguro?

—N-no lo sé...

—Sam...

—Luna, no te pasará nada. Recuerda que estoy contigo.

—Bueno —insegura, miró la puerta del edificio—. Está bien, seguro que cuando entre ahí yo voy a aparecer en cualquier otro lado menos en el interior de este sitio.

Luna abrió la puerta y cerró los ojos, esperando encontrarse en otro lugar distinto. Abrió los ojos y pudo visualizar un corredor y unas escaleras a la izquierda. Luna palmeó su rostro.

—Esto debe ser una broma, ¿por qué cuando quiero que esta locura haga efecto no pasa? —negó con la cabeza—. Maldición —miró a ambos costados.

El ruido de personas quejándose llegó hasta sus oídos, a la vez que una risa burlona se escuchaba con claridad. Luna se acercó a la habitación en donde estaban ocurriendo los hechos; la puerta se encontraba entreabierta.

—Muy bien, caballeros —la rockera asomó su ojo para ver lo que ocurría adentro—, última oportunidad para retirarse.

—¡Nunca! No puedo permitir que una simple niña me gane —contestó un señor de voz grave.

—Tengo años de experiencia en esto, ¡es imposible que puedas vencerme! Se me hace que estás haciendo algún tipo de truco.

—Uy, qué atrevidos —respondió la rubia con un tono de desagrado—. Solo admitan que no saben perder —sonrió con burla.

—¡No! Me niego a aceptarlo, ¡otra partida más!

—Como quieran —rio—. Jerry, ¿por qué no repartes?

Luna seguía observando la situación. La mujer parecía ser alguien muy astuta, no dejaba de observar a sus adversarios mientras que ella no dejaba de emitir esa sonrisa tan confiada en ella; parecía saber muy bien lo que haría. De hecho, sutilmente, introdujo una carta dentro de la manga de su playera.

—Hey, Jerry, pero reparte bien, aunque sea —se quejó mostrando cierta molestia en su voz.

—¿Qué? Pero si te di siete, conté bien.

—Pues parece que no —le mostró la cantidad de cartas que tenía.

—Cómo sea, aquí tienes —le dio otra carta y la mujer sonrió con malicia.

—Sí que es una tramposa —susurró Luna muy por lo bajo.

La rubia percibió algo detrás de ella y, al voltear, pudo ver que alguien se asomaba por la puerta. Se percató de que la persona que estaba del otro lado de la puerta había visto lo que había hecho, provocando que se alarmara.

—¡Hey! ¡Qué estás mirando? —cuestionó aquella mujer con bastante rabia en su voz.

Luna se asustó y salió corriendo de allí lo más rápido posible. La mujer saltó de su asiento y llegó a la puerta lo más rápido posible, abriendo la puerta. Al observar por el pasillo, vio como la chica salía corriendo.

—¡Oye, tú! —iba a salir a perseguirla, pero bastó que la rockera volteara a verla para reconocerla en su totalidad..., aunque para ella se veía joven y, ¿cómo no? Si Luna tenía diecisiete años. Esto desconcertó a la rubia—. ¿Luna?

La mencionada, aún aterrada de sentirse atrapada, decidió salir de ahí; aunque no desaprovechó en darle una mirada a la mujer que, juraría, tenía un aspecto similar al de su hermana Lola, pero obviamente más grande.

Lola apresuró sus pasos hacia la salida para asegurarse de que sus ojos no la habían engañado, pero al abrir la puerta que daba a la calle ya no había nada ni nadie en los alrededores.

—¡Oye! —gritó uno de los hombres de adentro—. Aún no hemos terminado con la apuesta, rubiecita.

La mujer, algo aturdida, volteó a ver al hombre.

—L-lo sé..., solo que no me gustan los intrusos... —mencionó algo descolocada.

—¿Intrusos? Si no había nadie afuera..., ¿o sí? —preguntó dudoso.

—¿Sabes...? Creo que... ya no lo sé... —suspiró—. Igual sería imposible que alguno de ellos supiera si quiera en dónde estoy...

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—¿Y ahora dónde estoy? —Luna miró hacia el cielo.

El sol vislumbraba con intensidad, indicando que era de día; infortunadamente para la castaña, los rayos que el astro emitía la lastimaban. Fue en búsqueda de un poco de sombra, pero no se hallaba nada que la pudiera cubrir en la redonda.

Detallando su entorno, podría decirse que no había nada ni nadie, estaba en medio de una tierra seca y sin vida; el sol era lo único a la vista y le provocaba ardor en la piel. La sensación iniciaba a ser molesta, así que decidió correr hacia donde fuera que el camino la pudiera llevar.

Las ondas de calor se hacían cada vez más fuertes, haciendo decaer gravemente el estado de salud de la castaña. El sudor se presentaba de forma abundante y su vista se alcanzó a nublar por las mismas razones. El cansancio era notable y la velocidad de sus pasos era cada vez menor, su ánimo iba en picada, al mismo tiempo que su consciencia.

—A este paso me voy a desmayar —declaró para sí misma.

—Un poco más, Luna... —la voz de Sam la animó.

Luna se pasó el antebrazo por el rostro para quitar un poco el sudor de su frente. Justo cuando creía todo perdido, un cartel de bienvenida a un pueblo la hizo sonreír.

"Bienvenidos a Royal Woods"

Se veía desgastado, aunque las letras eran todavía legibles. Luna apresuró como pudo el paso y para su alivio se encontró con una gran cantidad de establecimientos en donde podría reposar con tranquilidad.

—Al... fin —su mano se extendió a la primera puerta que había visto—. Sáquenme de aquí —suplicó acercándose a un puesto de comida.

La distancia se acortó con rapidez, pero algo le impidió avanzar: la puerta estaba atascada.

—No puede ser cierto —renegó con cansancio—. Vamos, probemos con otra puerta —replicó con fiereza para darse ánimos a sí misma.

Luna siguió probando con las diferentes estructuras que presentaba Royal Woods, pero ninguna parecía reaccionar a su profundo deseo de terminar con la tortura que aquel medio ambiente presentaba.

No se rindió, no podía después de todo; era una promesa que le había hecho a Sam. Con lo último que le quedaba, se acercó a una casa bastante grande, aunque solo de un piso. Posó la mano sobre la perilla y, para su fortuna, al girarla, se abrió la puerta.

Una brisa de aire frío la envolvió, el aire acondicionado estaba activo y ella no lo desaprovechó en lo absoluto. Se dejó caer al piso, casi desmayándose del esfuerzo sobrenatural que había hecho para llegar hasta ese lugar. Había sido una devastadora pesadilla que, gracias a Dios, había culminado.

Estuvo ahí media hora más, recuperando energías. Llegó un momento en que su cuerpo reaccionó, sintiendo ahora frío; al menos prefería sentir ese frío que el abominable calor que acechaba en el exterior..., aunque estaba segura de una cosa, esa temperatura no era para nada normal, ¿qué había con ese lugar que era así?

Se levantó exhausta por todo el recorrido y se despabiló. Se limpió el polvo de sus prendas con ayuda de sus manos y, posteriormente, se dedicó a explorar el sitio en donde estaba. Observando con perspicacia, pudo percatarse de que se trataba de un laboratorio realmente grande; sin embargo, también se hallaba una recámara y una cocina, al igual que un comedor y un baño.

—Alguien vive aquí —dedujo al ver su panorama.

Luna se adentró al único cuarto que había y no dudó en inspeccionarlo. Había una pequeña televisión junto con un reproductor de discos. A lado había una pila completa de películas, no les tomó importancia. Siguiendo con su curiosidad, se asomó a la mesita de noche que había a un lado de la cama (cuyo cobertor era verde) y pudo visualizar una fotografía enmarcada, siendo iluminada por la lámpara que estaba puesta en la esquina del mueble.

Abrió los ojos en grande, pues al tomar la fotografía entre sus manos, pudo ver que se trataba de su familia. Quedó desconcertada en ese momento; volvió a ver la recamara una vez más. Se levantó y fue al otro lado de la cama, en donde se encontraba una cajonera. Abriendo la misma, encontró varios objetos que podía asimilar con sus hermanas.

—¿Quién vive aquí...? —se preguntó repentinamente. Sin embargo, llegó a la conclusión de que podría tratarse de Lisa, nadie más que ella tendría ese repertorio tan extenso de fórmulas químicas saliendo de aquella puerta.

Aun así, todavía seguía una pregunta rondando en su mente, ¿qué había sucedido?

Salió por la puerta, pensando que podría hallar alguna respuesta a su incógnita anterior, mas para su sorpresa, se topó con el mismo hombre que la había sumergido en aquella desventura.

—¿Sabes...? Deberías haber muerto —declaró el hombre de cabello blanco sin dilación alguna.

Luna quedó destanteada por el repentino comentario que salió de los labios del hombre; quedó medianamente confundida y solo se limitó a observarlo con detenimiento. Entonces, se atrevió a preguntar de nuevo.

—¿Quién eres? —encaró directamente con algo de molestia.

—Me llaman "El Errante" —confesó finalmente. Se acercó a una de las matraces que contenía un líquido azul y lo tomó entre sus manos—. Es lo único que te puedo decir sobre mí..., por ahora —volteó a verla—. Y, cómo te decía, deberías haber muerto allá afuera.

—¿Por qué lo dices?

El hombre dejó el objeto en donde estaba y caminó por el laboratorio mientras le indicaba a Luna que lo siguiera a través de una seña que realizó con su mano. La castaña lo siguió por detrás hasta que llegaron a una pizarra, la cual contenía diversas noticias pegadas en la misma. Luna se acercó para leerlas.

—"La naturaleza cobró factura..., se quiebra gran parte de la capa de ozono..., se estiman temperaturas de hasta 55° C. El fin de la humanidad está cerca" —impactada, Luna dejó la noticia en donde estaba.

El hombre le señaló otra noticia, haciendo que Luna lo tomara también.

—"Virus mortal se expande a través de Europa, posible Pandemia" —dejó el periódico en la pizarra.

De esta forma, Luna pudo apreciar noticias del mismo calibre que señalaban un gran caos en la Tierra, haciéndola prácticamente inhabitable.

—¿Có-cómo...? —retrocedió unos cuantos pasos hacia atrás. Ahora ella también estaba sorprendida..., ¿cómo sobrevivió allá afuera?

—Podría arriesgarme a decirte que hay algo oculto en tu interior..., algo grande y magnífico que aún no has conseguido comprender del todo. Resguardas un poder bastante inusual dentro de ti, un poder que te ha permitido sobrevivir estas temperaturas extremas..., un poder... que te ha permitido viajar de una Tierra a otra —soltó el hombre sin más preámbulos.

Luna ahora sentía que se le encogía el corazón..., su respiración aumentó y el nerviosismo no tardó en consumirla por completo. Se miró a sí misma, tratando de comprender lo que se le había revelado.

—Cada vez que cruzabas una puerta o tropezabas..., sin darte cuenta viajabas a otra realidad, a otro mundo..., a otro cosmos —alzó la mano con fineza—. Has estado deambulando de un Universo a otro, es un poder bastante interesante..., pero... hay algo más que eso. Tú puedes hacer más que eso —El Errante se acercó a Luna y la tomó de la cabeza—. ¿Sabes por qué estás aquí? No fue casualidad, el destino te mandó aquí por una razón —señaló el panorama—. ¿Qué crees que ha estado haciendo tu hermana en todo este tiempo? ¡Tan solo observa! —la soltó para tomarla del hombro y dirigirla a uno de los escritorios de ahí.

El Errante tomó una libreta de notas en donde se expresaba con claridad que Lisa había estado realizando diversas pruebas con los únicos conejillos de indias que le quedaban. Apuntó también que había estado tratando de alterar la genética para que el hombre fuere capaz de sobrevivir en un ambiente tan hostil y severo..., sin embargo, ya no le quedaban más animales con los cuales probar..., así que haría su último intento con ella misma, aunque eso pueda matarla: al menos lo habría intentado.

—¿Dices que ella morirá? —preguntó bastante consternada por los hechos.

—A menos de que tú hagas algo al respecto —tomó la libreta y la dejó en donde estaba. Señaló todos los matraces y demás elementos que había en el laboratorio—. Tú eres la única que puede salvarla ahora. Si no haces algo..., ella y este Universo perecerán para siempre.

—¿Y cómo se supone que yo haga eso? ¡Yo ni debería estar aquí! Debo ir con Sam sin importar qué..., de seguro que todo esto es un sueño y solo estoy dormida..., quizá solo encontrar a Sam sea la única manera en la que despierte —algo alterada, decidió dirigirse a la salida de aquel laboratorio—. Solo abriré la puerta, la cruzaré y estaré en otro lugar..., sí, eso haré —tomó la perilla de la puerta y cruzó, pero solo sintió el horrible calor junto a los mortales rayos del sol; volvió y cerró la puerta—. Bueno, quizá si intento cerrar los ojos... —apretó con fuerza sus ojos y abrió la puerta, cruzó..., mismos resultados—. ¡Aaaghh! ¡Por qué no funciona? ¡Maldita sea! —azotó la puerta con fuerza.

—Sería irónico decir que eres tú misma quien está impidiendo que salgas de aquí —señaló el hombre acercándose a Luna con lentitud.

—¿Qué quieres decir? —volteó con cierta rabia y frustración.

—Sí, en el fondo, tú no quieres dejar en una muerte segura a una de tus hermanas.

—Pe-pero..., ella no es mi hermana..., ¿o sí? —miró al suelo y apretó sus puños con fuerza—. No entiendo..., no entiendo nada. T-Tú me dijiste que esto era otro mundo..., otro Universo. Eso quiere decir que ella técnicamente no es mi hermana..., ¿verdad? —frunció el ceño y lo miró con algo de furia en su ser, además de aún sentir una inmensa confusión sobre sus pensamientos.

—Aunque no lo fuera, tú sabes que no eres así —El Errante puso su mano sobre su hombro mientras tenía una mirada condescendiente—. ¿Serías capaz de dejar sola a una pobre mujer que solo anhela encontrar la cura definitiva a los males de esta tierra?

Luna desvió su mirada y emitió un suspiro pesado. Se recargó sobre la puerta y agachó la mirada mientras posaba su mano sobre su frente.

—¿Y qué se supone que haga? —hizo un ademán—. Yo no sé nada de química ni del cuerpo humano, ¡yo no sé nada sobre ciencia! Yo solo sé sobre la música y la pasión en el alma.

—Entonces enfócate en eso: en tu alma. Recorre todas las posibilidades, elimina los fallos y guíate a ti misma a la solución —el hombre tomó el rostro de Luna—. Debes expandir tus horizontes, debes ver más allá de lo que ves, debes enfocarte en el infinito y su gran gama de posibilidades..., debes separarte de la realidad para poder ver otras realidades —su dedo índice se colocó justo por encima del puente de la nariz de Luna—. Debes liberar tu potencial —la empujó con fuerza con su dedo, haciendo que retrocediera.

Luna sintió en ese instante como una parte de su ser se separaba. Un inmenso dolor de cabeza la inundó por completo, dejándola incapacitada por unos momentos. Se sentó y colocó su mano sobre el piso.

—¡Ahhhh! ¡Duele mucho! —exclamó mientras apretaba los dientes, tratando de soportar el inmenso dolor que había sobre su ser.

—¡No lo reprimas! Solo déjalo fluir sobre ti —Luna no supo a qué se refería con ello, mas el dolor se fue disipando hasta que solo llegó a sentir un constante hormigueo sobre su piel.

—¿Qué fue eso? —se sintió mareada de repente. Se despabiló y miró al frente.

—Ahora solo debes hallar la ruta correcta —ignoró su cuestión y le extendió la mano para que se pudiera levantar.

La castaña tomó la mano del hombre y se levantó. Puso su mano sobre su frente una vez más y negó con la cabeza.

—Gracias por —miró al frente, pero ya no se hallaba nadie—... levantarme.

Sintiéndose desconcertada por enésima vez, Luna solo se limitó a acercarse a donde se hallaban todas las matraces. Puso sus manos sobre el escritorio y vio a su alrededor. Vio que había una silla y optó por sentarse para meditar un poco.

—Entonces, ¿he estado viajando entre mundos? —miró hacia sus manos tratando de comprender lo que había estado viviendo hasta ese momento—. Es una locura total —miró al escritorio nuevamente, observando todo el papeleo que ahí se encontraba. Puso su mano sobre el mueble—, pero... no hay otra explicación más lógica..., es lo único que le daría sentido a lo que he estado viendo: Lily siendo una niña más grande, una posible Lola estafadora, Lori estando devastada por algo que hizo y que no comprendo, Luan siendo actriz de una película..., aquel hombre sin rostro —sintió un escalofrío recorrerla en cuanto recordó eso—. Todo siendo tan diferente, pero igual al mismo tiempo, ¿cómo sería posible todo eso si no se trataran de mundos diferentes? —analizó con profundidad—. Entonces..., eso quiere decir que estoy perdida en el cosmos —suspiró—. Quizá hasta regresar sea imposible, pero... mientras tenga mi esperanza puesta en hallar a Sam, supongo que entonces tendré una oportunidad.

La castaña soltó otro suspiro y volteó a ver la gran cantidad de objetos en el laboratorio; recordó que debía ayudar a Lisa con lo que fuera que estuviera haciendo... "la cura", dijo El Errante. Debía hallar la cura.

—¿Cómo se supone que haga eso? —denotó una expresión de frustración.

El dolor de cabeza regresó por unos segundos, provocando que Luna apretara los ojos con fuerza.

—Agh..., y este dolor todavía..., ese hombre me dejó peor que como... —cuando miró a su alrededor, pudo percatarse de que todo era color púrpura—, ¿qué demonios? —se miró a ella misma y era del mismo color—. ¿Qué ocurre ahora? —parpadeó unas cuantas veces y vio algo que la dejó atónita.

La castaña se visualizó a ella misma agarrando uno de los matraces mientras lo combinaba con otro, hacía lo mismo unas cuantas veces más y, finalmente, se vio a ella misma probándolo y muriendo en el proceso. Luna quedó aterrada ante lo que sus ojos habían visto, pero se calmó poco a poco al ver que ella aún se encontraba con vida.

—¿Qué carajos fue eso? —puso su mano sobre su pecho, todavía asustada de verse morir ella misma.

Su mente sufrió otra recaída de dolor, provocando que parpadeara de nuevo. Ahora pudo verse a ella misma tomando diferentes matraces y haciendo lo mismo que la última vez, mas ahora las combinaciones eran distintas. Desafortunadamente, el resultado final fue el mismo; sin embargo, Luna pudo comprender de una vez como iba funcionando el asunto.

—Creo... que ya comprendo —la rockera parpadeaba repetidas veces y varias versiones de ella misma estaban realizando diferentes combinaciones con elementos alternos y demás objetos en el laboratorio, en cuanto observaba que sus versiones morían, se concentraba en crear más—. Elimina las posibilidades... —se dijo a sí misma.

Una sonrisa se dibujó en el rostro de la castaña, una extraña euforia se asomó en ella mientras continuaba realizando diversas combinaciones en un plano dimensional en el cual podía ver todos sus futuros posibles pensados y por pensar.

Un éxtasis de adrenalina se presentó en su ser, pues estaba manejando un poder que no comprendía en su totalidad, mas lo estaba haciendo bien hasta el momento. Concentraba sus energías en hallar la ruta acertada y, tras muchos intentos, por fin lo consiguió.

—Este es —afirmó Luna mientras se acercaba a su silueta y comenzó a realizar las mismas acciones que ella hacía, pero en uno de sus movimientos, llegó a cortarse con una herramienta filosa que se hallaba sobre el mueble (algo que previó en su versión, pero que olvidó al tratar de imitar todo lo que hacía). Luna observó su dedo y maldijo a sus adentros, mientras una gota de su sangre caía sobre el matraz sin que se percatara.

Al fin, Luna concluyó lo que estaba haciendo, sin embargo, había realizado una ruta en la cual no se había concentrado en los efectos secundarios, pues se limitó a observar el futuro hasta donde no moría y, al contrario, sentía que era la cura para los problemas; aunque aquellos efectos serían trascendentales para la historia de Lisa Loud.

Luego de lo que pareció una eternidad, pudo por fin conseguir el cometido que se le había encomendado. Sin saber nada sobre las ciencias, a puro ensayo y error a vista de las miles de posibilidades. Después de todo aquello, Luna se sentó exhausta.

—Lo logré —sonrió.

—Lo hiciste muy bien —corroboró la cálida voz de Sam.

—¿S-Sam? ¿Estuviste aquí todo el tiempo?

—Siempre estoy contigo.

—Entonces..., ¿también viste a El Errante?

—No puedo verte ni ver lo que está a tu alrededor. Solo puedo escucharte y tener contacto directo contigo..., es lo único que puedo hacer.

—Oh...

—Pero, no te preocupes, ellos me ayudan a estar en una comunicación constante contigo, para que así no te pierdas. Aunque ellos también me dijeron que debías hacer lo que fuera que estabas haciendo ahí..., me dijeron que era importante.

—¿Quiénes son ellos? —repitió la pregunta una vez más.

—Yo... no puedo decírtelo, recuérdalo. Pero... —hubo una larga pausa—, algo me dice que lo descubrirás más pronto de lo que piensas.

—Ya quiero llegar contigo, quiero que esto acabe —suspiró—. Además, no entendí perfectamente lo que hice..., solo sé que se sintió... fantástico —declaró mirando sus propias manos, aunque aún se encontraba en la dimensión púrpura—. Ahora..., ¿cómo salgo de aquí? —se cuestionó algo confundida.

—Solo debes dejarte llevar, supongo.

—Bueno..., he terminado con lo que se supone debía hacer aquí..., así que ya debería poder irme —miró hacia la puerta—, me pregunto que habrá sido de los demás —comentó refiriéndose al resto de la familia.

—Quién sabe, Luna..., por ahora, ya has hecho lo que te correspondía. Quizá si continúas, todas tus dudas se resuelvan.

—Tienes... razón —no pudo evitar observarse una última vez.

El poder que ella tenía en su interior la llenaba de intriga y curiosidad, ¿quién era ella realmente? Pero más importante, ¿acaso todo aquello era real? Honestamente no comprendía muy bien del todo, solo quería que todo finalizara de una vez por todas.

Se encaminó hacia la puerta y la abrió, una fuerte ventisca le dio en el rostro, haciendo que apretara los ojos con fuerza. En el momento en el que volvió a abrir los ojos, pudo darse cuenta de que el color púrpura se había ido, todo era normal otra vez..., o eso creyó hasta el momento en donde vio que ahora estaba metida en un cuarto oscuro. Entrecerró los ojos, sus pupilas iban adaptándose a las penumbras y fue entonces que observó que se hallaba dentro de un almacén en donde se guardaban las cosas de limpieza. Frente a ella se hallaba otra puerta.

—¿A dónde habré ido ahora? —pensó caminando hacia la salida de las sombras, aunque se detuvo al llegar al acceso.

Fuera se podía escuchar a una gran cantidad de personas, por el timbre de sus voces, podía decirse que eran jóvenes. De pronto, sonó el toque de un timbre, muy parecido al de las escuelas. Aquello colocó a Luna dentro de un mejor contexto.

Al menos la escuela es un lugar más normal y corriente —declaró dentro de sus pensamientos. Tomó la perilla y la giró, saliendo del cuarto de intendencia.

En efecto, la castaña se encontró rodeada de una gran cantidad de estudiantes que cargaban sus respectivas mochilas y libros para dirigirse a sus respectivos salones. Para su fortuna, no llevaban puestos uniformes, algo que la calmó un poco sabiendo podrían llamarle la atención; un asunto que la dejaría en una circunstancia algo incómoda, pues no sabría explicar su presencia dentro de aquella escuela.

Así mismo, pudo reafirmar lo dicho por El Errante: ella estaba viajando de una realidad a otra sin saberlo y ahora era más notable al darse cuenta de que ya no había algo que le indicara que se encontraba en alguna especia de Tierra apocalíptica.

Despejando aquellos pensamientos, la rockera emprendió su camino en los pasillos de la institución. Observaba a grupos de amigos riendo entre ellos, a otros los veía muy estudiosos y otros solo platicaban con naturalidad.

Para Luna, ver todo eso le hizo sentir algo entristecida. A pesar de haber cumplido sus sueños a tan corta edad, se preguntaba cómo habría sido su vida dentro de una Universidad, aunque no negaba que estaba muy feliz de haber cumplido su más grande sueño junto a Sam y que en el futuro seguirían agarrando mayor fama; estaba satisfecha y no se arrepentía de nada..., aunque en el fondo, tras los sucesos que habían estado aconteciendo estas últimas horas, se sentía extraña. Era como saber que tal vez todo era una vil mentira.

—¿De verdad habré cumplido mis sueños? —se cuestionó súbitamente. Detuvo su caminar para reflexionar el asunto, poniendo una expresión seria—. ¿Será todo parte de esta aventura ilusoria? ¿Habré vivido una mentira? —reprimida en su sentir, Luna se quedó con aquellas incógnitas sin respuesta.

Soltó un suspiro. Negó con la cabeza y siguió su camino.

En su andar, la castaña vio algunos pósteres y carteles que anunciaban concursos y competencias hechas por la escuela, algunas artísticas y otras de materias complicadas, como las matemáticas. Sin embargo, las que más abundaban eran las competencias deportivas. Ese detalle le pareció curioso: football, soccer, baseball, basquetball, tennis, atletismo y la lista podía seguir y seguir; además, había uno que anunciaba las próximas olimpiadas que se darían el próximo año y estas decían que podrían ayudar al estudiante que demostrara mejor rendimiento en las competencias antes mencionadas para participar en dicho evento mundial.

—Una gran oportunidad —comentó para sí misma, pero se vio interrumpida por una chica que no observaba por donde iba, tropezando con ella.

—L-lo siento —se veía muy nerviosa, Luna no pudo contestarle porque se sintió levemente aturdida y en cuanto abrió sus ojos, la chica ya se había retirado de allí.

Fue un impacto sorpresivo —pensó destanteada.

Al ver a su alrededor, se percató de que ahora todo era de color verde lima. Asustada de tan repentino cambio, la castaña retrocedió un poco. Parpadeó por instinto y pudo ver una versión de ella misma caminando para el frente mientras chocaba con otra mujer, la cual se quejaba, pero parecía quedarse confundida al verla a ella.

¿Y ahora qué será esto? —apretó los ojos, el entorno se volvió rojo—. Es extraño..., no lo logro comprender —parpadeó y pudo visualizar a la misma chica con la que había chocado anteriormente, pero todo parecía ir en reversa. Se acercó hasta la misma mujer con la que había chocado en el ambiente verdoso, la joven se mostró furiosa, susurrándole algo en el oído y empujándola (todo esto sucedió de fin a principio, pues todo avanzaba en reversa). La chica siguió caminando en reversa, aunque su expresión era más tranquila antes de que chocara.

Luna apretó los ojos con fuerza, el ambiente cambió una vez más a un tono azulado cielo. Parpadeó los ojos y observó a la chica encarar a alguien que se acercó a ella, empezando a amenazarle.

Que horrible persona —meditó con molestia. Apretó los ojos para tratar de salir de aquellas visiones, pero retornó a la dimensión verde—. Agh, ¡ya! —parpadearía y vería de nuevo la irrupción que haría contra ella, pero en vez de eso, su versión no chocó con ella, mas ella sí vio a la otra chica que pareció hacerla enfadar, tomándola y amenazándola—. Parece que todo está conectado..., esto es... increíble —confesó asombrada.

Decidida por lo que vio, comenzó a dirigirse con aquella chica que tanto había visto, apretando sus ojos en el proceso para ver si ya podía volver a la normalidad. En su caminar, cambiaba una y otra vez de dimensiones sin que ella lo supiera (aunque su cuerpo físico seguía residiendo allí), azul cielo, verde lima, púrpura, rojo, naranja, gris, café y, a veces, volvía a entrar en los mismos colores.

Cuando por fin pudo regresar a la dimensión física normal, volteó al frente sonriente, aunque para entonces estaba ya impactando a aquella chica tan maleducada.

—¡Hey! ¡Qué te sucede? ¡Qué acaso hoy todos andan distraídos o qué? ¡Nadie puede...! —la mujer de cabellera castaña estaba explotando en ira, mas su furia se vio opacada en cuanto se percató de quién se trataba—. ¿Luna? ¿Qué diablos haces aquí? Y..., ¿cómo es que te ves tan joven? —destanteada ante tantas preguntas a las que no supo cómo contestar, optó por salir corriendo de allí—. ¡Oye! ¡Vuelve aquí!

Luna otra vez se había quedado limitada en cuanto a sus visiones, jamás se dio cuenta del enrollo en el que se vería metida, por otro lado, agradecía poder haber salvado a aquella chica de quien, ella creía, se trataba de su hermana más ruda y temperamental: Lynn.

—¡No puedes huir de mí! —apresuró el paso, Luna tragó gordo, Lynn parecía un toro combinado con un leopardo, el cual no tenía pensado en dejar escapar a su presa.

—¡Carajo! —musitó muy asustada corriendo entre los pasillos.

Observó a todos lados tratando de encontrar una puerta, pero lo único que podía distinguir eran estudiantes que estorbaban en su camino. Haciéndolos a un lado levemente, Luna seguía tratando de escapar. Afortunadamente para ella, había una puerta grande justo en frente de ella.

—Perfecto —sonrió con alivio mientras se acercaba con rapidez hacia dicha salida, se detuvo unos instantes y reposó—. Por fin... —exhaló y miró a su alrededor, mas seguía en la escuela. Rodó los ojos y suspiró con pesadez—, no sé por qué no me sorprende ya —negó con la cabeza y siguió con la carrera.

Lynn, por su lado, hacía a un lado a los demás estudiantes, teniendo una actitud bruta. Nadie decía nada ni se quejaba por el temor que ella influía en todos, por lo que solo dejaban que continuara su camino.

Como si de una tortura se tratase, tanto Luna como Lynn se hallaban en un pasillo que tenía una gran cantidad de puertas grandes, en las cuales pasaban los alumnos de ida y vuelta. La rockera solo podía rogar que una de esas puertas la condujera a un sitio diferente para ya salir de ese ruedo, Lynn no desistía en su persecución, pues la tenía muy bien ubicada.

—¡Vuelve aquí! ¡Necesito saber si eres quien creo que eres! —exclamó con bastante energía mientras seguía embistiendo a los demás.

En la trayectoria, Luna pasaba puerta tras puerta, pero ninguna la daba lo que ella quería.

—¡Ya, por favor! —gritó como súplica mientras sus piernas comenzaban a cansarse..., sin embargo, una extraña energía dentro de ella parecía estarle dando fuerzas para continuar, su cuerpo se renovaba cada segundo y su velocidad incrementaba—. ¡Vamos, vamos! —extendió sus manos al frente con mucha determinación.

Lynn no se quedaba atrás y también apretó el paso. La velocidad de Lynn se igualaba a la de Luna y hasta la llegó a sobrepasar, bastante inédito tomando en cuenta los extraños dotes que la rockera poseía; la distancia entre ambas era cada vez menor y la deportista había extendido su mano.

—Ya casi te tengo... —musitó por lo bajo mientras entrecerraba los ojos; sin embargo, al pasar una última puerta, Luna se había esfumado. Lynn, en un segundo en el cual creyó que ya la había capturado, tomó a alguien más de improviso—. ¡Ajá! —era un muchacho de cabello negro—. ¡Hey! ¡Tú no eres la chica! —lo soltó con molestia y vio a todos los demás—. ¡Alguien vio por dónde se fue? —todos estaban asustados de su pregunta y más porque no sabían de quien hablaba. Lynn soltó un azote en contra del suelo y suspiró con resignación—. Bola de inútiles... —negó con la cabeza—, la buscaré yo misma —así, Lynn tomó un rumbo indefinido.

Mientras tanto, Luna cruzó aquella puerta sin saber que ya había viajado a otro Universo. Cada vez que cruzaba una puerta, apretaba los ojos con fuerza, creyendo que aquello le resultaría... y funcionó, aunque seguía con los ojos cerrados. Al abrirlos, siguió corriendo y se dio cuenta de que estaba en un callejón oscuro.

Luna se detuvo justo a unos metros después de la salida de aquel callejón. Estaba muy agotada, mas el ambiente no se dio a esperar, pues detrás de ella había una gran multitud de personas ovacionando. Visualizó una cinta que estaba pegada a dos postes y encima había una lona que dictaba "Meta". Entre tanto ruido, no pudo distinguir a un señor que le estaba gritando.

—¡Quítate de ahí! ¡Quítate de ahí! —Luna, ofuscada por las luces de la multitud, el ruido y el cansancio, no lo pudo escuchar con claridad.

—¿Qué? —habló por lo bajo mientras volteaba hacia quien le había hablado.

—¡Sal de ahí, muchacha! —replicó el hombre, ahora señalando al lado contrario.

Luna volteó y se llevó el susto de su vida: un automóvil azulado se acercaba peligrosamente hacia ella con una velocidad amenazante.

—¡Ahhhhh! —gritó con todas sus fuerzas mientras cerraba los ojos con fuerza y extendía sus manos hacia el frente, lo último que pudo escuchar, fue el freno total que había hecho el conductor para no atropellarla.

Los segundos pasaron y lo único que había era silencio. Luna temblaba y estaba estática en el sitio..., no podía concebir nada de lo que estaba sintiendo.

—¿Estoy muerta? —preguntó abriendo los ojos lentamente. Ya no había nada, todo era blanco. Miró a su alrededor y se percató de que ella también era de ese color, lo único que podía distinguir eran puntos negros, puntos azules, un punto naranja, un punto azul rey y un par de puntos rojos.

—Yo escucho que sigues con vida —habló Sam.

—¡Sam! ¡Gracias a Dios! ¡Todo esto ha sido un martirio! —soltó un gran resoplido y se arrodilló llena de cansancio, incluso se acostó—. Carajo, Sam..., casi me atropella un auto.

—¡En serio? —se escuchó muy asustada—. Pe-pero estás bien, ¿verdad?

—Sí, gracias al cielo... —sopló al aire de nuevo—, ay, Sam..., ya quiero que esto termine, ¿cuánto falta? —cuestionó con una clara frustración.

—Tranquila, Luna —un calor agradable rodeó el cuerpo de Luna, se sentía muy real—. Ya estás muy cerca. ¡Sigue así! Estaremos juntas muy pronto.

—Yo espero que sí —rechistó—, ay, Sam..., ya quiero contarte todo lo que me ha pasado, es todo una locura. ¡No lo creerás, pero hasta tengo poderes! —hizo un además con su mano que denotaba explosión mental.

—Bueno, sabiendo en donde estás, puedo darme una idea de que eso es totalmente cierto —soltó una pequeña risilla.

—¿Eh? ¿A qué te refieres? —un resueño se oyó del otro lado.

—Y-yo... —silenció.

—¿Sam? —no contestó—. ¡Sam! —el silencio reinó—. Maldición...

Envuelta en una situación de confusión y molestia por enésima vez, Luna se levantó. Suspiró con tristeza y se limitó a recargarse, al hacer dicha acción, se despegó y se dio cuenta de que, a pesar de que todo era blanco, se podía apreciar que las estructuras que la rodeaban seguían ahí; de hecho, el callejón del que salió estaba ahí y un punto rojo estaba situado exactamente en el sitio de donde salió. Viendo más cerca de ella, otro punto rojo se encontraba en la misma posición en la que estaba antes de sentir que era atropellada.

Llena de curiosidad, Luna se acercó a los puntos, brillaban con intensidad. Acercó su mano para poder tocarlo, mas lo único que hizo fue traspasarlo: eran intangibles, aquello hizo que alejara su mano. No hizo más que admirar el punto que no paraba de emitir destellos, recalcando su importancia.

—¿Qué significarán estos puntos? —se apartó de él y miró a su alrededor. A diferencia de los puntos rojos, los puntos negros se movían, al igual que el naranja y el azul. Cerca del punto naranja se hallaba otro punto rojo.

Tratando de entender el significado de los puntos móviles, se acercó a ellos. Probablemente representaban a las personas, pues se movían y, además, Luna había observado a una multitud antes de desvanecerse. Así mismo, había una gran cantidad de puntos negros en el sitio en donde se suponía que habría personas. Sin embargo, se cuestionó por qué el punto naranja y el azul no eran negros como el resto. Muchas preguntas, pero ninguna respuesta.

—Bueno, creo que ahora lo primordial sería salir de aquí —colocó sus manos sobre su cintura y miró a su alrededor, no sabía exactamente a donde ir, solo sabía que quería irse. Sin embargo, no se hallaba ninguna puerta a la cual dirigirse—, ¿y ahora?

Algo resignada, se limitó a sentarse y recargarse sobre una de las paredes que había allí. Suspiró con pesadez.

—¿Será esto real o no? —miró su mano derecha, tratando de asimilar la situación, pero ella ya no sabía qué creer. ¿En dónde estaba? ¿Por qué todo era tan confuso y misterioso? Tan solo quería que todo finalizara, a pesar de ya haberlo repetido mil veces, ella sentía que algo malo pasaría..., un mal presentimiento.

Cerró los ojos, enfocándose en salir de ahí.

Al abrir sus ojos, lo único que envolvía a la castaña era la oscuridad. Había salido de la dimensión blanca..., pero ella no sabía que había entrado a otra dimensión: una dimensión peligrosa y malévola.

Luna se levantó y miró a su alrededor. Todo era negro, mas todo también era rodeado por una delgada línea gris, apenas perceptible, el cual detallaba la forma de las cosas. Visualizó entonces a una gran cantidad de seres extraños..., le causaron escalofríos: eran oscuros y tenían ojos rojizos en su totalidad mientras denotaban una expresión de enojo; sus dientes eran colmillos afilados.

Algo asustada, retrocedió. Sin darse cuenta, impactó con alguien.

—¡Hey! Fíjate por donde vas —encaró un ser de manera grosera a Luna, dejándola con la palabra en la boca al retirarse de allí sin perder su tiempo.

Luna quedó destanteada por un segundo, miró a la multitud de seres obscuros y ellos, a diferencia de los demás, se veían más agradables. Tratando de averiguar en donde estaba, se encaminó hacia ellos, pero otro ser la detuvo.

—¿Qué haces? —cuestionó otro ser idéntico al anterior, aunque con un cuerpo diferente: la delgada línea grisácea le daba una complexión distinta.

—Y-yo... no sé dónde estoy —comentó nerviosa.

—Ahhh, así que eres nueva, ¿huh? Extraño para alguien de tu edad. De seguro te tuvieron recluida en tu casa o algo así —rio—. Ya, en serio, no es normal —denotó seriedad al instante—. Por otra parte, seguro que eres de aquellos casos "especiales" —recalcó las comillas—. Sígueme, te refrescaré la memoria.

El ser se alejó de ella, por instinto, Luna lo siguió por detrás. El ser inició a explicarle la situación.

—Verás, estamos en una dimensión paralela, la cual está unida a la dimensión original de este Universo —trató de explicar. Luna escuchaba atentamente—. Nosotros estamos debajo de ellos y ellos están debajo de nosotros: sí, es algo confuso, pero se entiende —hizo un ademán.

—¿Quiénes están debajo de nosotros? —preguntó confundida.

—Vaya, sí que tienes frita la memoria —sonrió burlesco—. Debajo de nosotros están los seres conscientes, en nuestro caso, los humanos.

Luna mostró una expresión de asombro. Entonces, miró hacia el suelo.

Entonces..., si yo estoy aquí..., ¿dónde está mi contraparte?

—Veo que aún luces confundida. Te seguiré platicando —la tomó del hombro—. Al principio, todos nos preguntamos de donde vinimos o cómo es que existimos —suspiró—, el único indicio que tenemos son los mitos y leyendas que se cuentan desde hace generaciones acerca de un ser malévolo ancestral, quien se encarga de que esta dimensión exista en cada Universo existente.

—¿Y por qué él querría eso?

—Muchos dicen que es para mantener el equilibrio, otros dicen que es por ambición y otros cuantos dicen que es por nostalgia. Nadie sabe con exactitud por qué existe esta dimensión, lo único que sabemos es que cada ser consciente que nace en la dimensión original tiene por inherencia una contraparte de esta dimensión.

—¿Dices que todos tenemos contraparte?

—En efecto, si no, no existiríamos. Somos la esencia "malvada", por llamarlo de alguna manera, de nuestra contraparte.

—¿Y eso cómo funciona? No lo entiendo.

—Es bastante sencillo, de hecho, hasta es algo que ocurre por inercia: nuestras contrapartes tienen una tentación y toman una decisión, si aceptan la tentación, nosotros nos apoderamos de sus cuerpos y generamos el pecado, de esta manera, nos alimentamos y crecemos, haciéndonos más fuertes y obteniendo mayor control sobre nuestra contraparte, es por eso por lo que a veces una tentación tan simple puede volverse irresistible para una persona.

—Vaya..., pero... no entiendo algo. ¿Por qué dominar a la contraparte?

—Es ahí donde entra la parte triste de nuestra especie —cerró los ojos con resignación—. ¿Ves a la multitud de ahí que se ve tan agradable? —abrió los ojos y señaló a la multitud—. Ellos son como nosotros, pero como sus contrapartes están conscientes, entonces están ligados y encadenados a ellos, haciendo cada acción que sus contrapartes hagan.

—Eso significa que... —medio confundida, Luna seguía tratando de entender.

—Eso significa que no son ellos mismos, sino que sus contrapartes están moviéndolos como títeres sin pensamiento. Es que así funciona, estamos destinados a estar pegados a nuestra contraparte..., la única manera de tener movilidad propia es que acepten la tentación y podamos estar afuera un rato, siendo nosotros —suspiró.

—¿Eso significa que tú estás dominando a tu contraparte ahora mismo?

—Esta dimensión tiene muchas facetas —hizo otro ademán—. Cuando nuestras contrapartes duermen nos liberan, pues no están siendo conscientes de sus actos; pero, del mismo modo, nosotros no podemos salir al otro lado. Así que divagamos en nuestra dimensión y hacemos nuestra propia vida..., es como si fuéramos animales nocturnos.

—Oh, eso tiene sentido.

—Así es —colocó sus manos sobre su cintura—. A todo esto, ¿cómo te llamas?

—Luna —aseguró sin pensar.

—¿Luna? —en menos de un segundo, el ser inició a estallar en carcajadas—. ¡No puede ser cierto! —continuó riendo.

La castaña quedó un poco confundida por la reacción que el ser había expuesto.

—¿Por qué es tan gracioso?

—Por tu contraparte —las risas no cesaban—. Pobrecita, le pusieron un nombre rarísimo y extraño..., ¡incluso suena ofensivo! —tratando de contenerse, el ser fue disminuyendo sus risas.

—¿Cómo?

—¡Sí! Si en verdad te llamas Luna, eso quiere decir que tu contraparte humana se llama Anul —le señaló con la mano extendida.

—¿Contraparte humana? —al oír esas palabras, se observó a sí misma y pudo percatarse que ella era igual que los de esa dimensión, llevándose un susto en el proceso.

—Vaya, te ves más consternada que antes. No has tenido un buen día, aparentemente —se cruzó de brazos—. En fin, mi nombre es Egroeg —le extendió la mano.

La rockera respiró profundo y trató de no verse afligida ante el ser, quien le estaba siendo de gran utilidad para aprender. Lo miró a los ojos.

—Ehm..., gracias, Egroeg —pronunció con dificultad.

—Tranquila, los nombres aquí son bastante difíciles, pero con el tiempo te acostumbras —sonrió—. Al menos tuviste la fortuna de tener un nombre "normal".

—Supongo —rechistó nerviosa.

—En fin, Luna. Espero que puedas comenzar a recuperar tu memoria. Te deseo buena suerte —le palmeó la espalda.

Luna quedó algo confundida respecto a la dimensión en la que se encontraba y toda la información que Egroeg le había soltado picó su curiosidad.

—¡Egroeg, espera! —se acercó a él y tomó su hombro.

—¿Qué sucede? —volteó confundido.

—Dijiste que esta dimensión la creó un ser malévolo..., pero tú pareces ser alguien muy amable. ¿Cómo es eso posible?

—Oh, eso —sonrió nervioso y se rascó la nuca—. Verás, hay contrapartes humanas que tienen un corazón bondadoso infranqueable, pero eso no significa que no estén expuestos a las tentaciones. Los humanos que toman la tentación, tienen contrapartes malévolas y fuertes, del mismo modo que son más insensibles y rudos..., por otro lado, están los humanos que están siempre tomando las decisiones correctas..., sus contrapartes, pues, son mayormente menos malévolas y, por ende, llegan hasta a ser neutrales.

—Entonces tu contraparte debe ser alguien de fiar.

—Sin duda alguna.

—A todo esto, ¿cómo está eso de los nombres?

—Es fácil, tomas el nombre de tu contraparte y lo volteas. Eso es todo.

—Oh... —desvió la mirada—, entonces yo en verdad me llamo Anul..., eso creo.

—Oh, eso tendría mucho más sentido —sonrió con confianza—. Bueno, Anul, estoy seguro de que podemos ser amigos.

—Debilucho —se burló otro ser que escuchó lo último.

—¿Por qué dijo eso?

—Aquí solo los de mi tipo tenemos amigos. Es algo extraño, pero te digo que así funciona esta dimensión.

—Vaya, vivir aquí debe ser desgastante.

—Por algo existimos, Anul. Te acostumbras con el tiempo.

—Es bastante triste, ¿no hay forma de que sean libres todo el tiempo?

—Solo si llegamos a dominar a nuestra contraparte en su totalidad, pero eso solo lo logran los asesinos, secuestradores, pedófilos, etcétera, etcétera, etcétera.

Luna mostró una expresión de horror, algo que no pasó desapercibido por Egroeg.

—¿Lo ves? A veces es mejor que los de mi especie estemos aquí, por el bien de la dimensión original. Al menos eso pensamos los que somos como yo —rio nervioso.

—Es un arma de doble filo —suspiró—. Quien creó esta dimensión sí que debía ser realmente malévolo.

—De hecho, por ello mismo, esta dimensión se llama "D-side".

—¿"D-side"?

—Significa "Lado Destrucción" o en inglés "Destruction Side". En conclusión, nuestro deber es extender la maldad a la dimensión original; no funciona con todos, pero todo pasa por algo.

—¿Eso quiere decir... que esta dimensión es el origen de todos los males del mundo?

—Si quieres verlo de esa manera, pues sí. Es por nosotros que una persona puede actuar con tanto odio, es por nosotros que a veces una persona puede verse cegada por la ambición y la avaricia, es por nosotros que una persona puede convertirse en alguien totalmente diferente..., somos la malicia del ser humano.

Luna retrocedió impactada.

—¡Cómo es que nadie se ha enterado de esta dimensión? ¿Cómo es posible que nadie sienta cuando uno es dominado por su contraparte?

—Porque nosotros somos nuestras contrapartes, tenemos los mismos pensamientos y sentimientos, conocemos, inherentemente, todo acerca de nuestra contraparte; somos indetectables porque somos ellos mismos.

Luna se sentó en el suelo, digiriendo todo lo que había aprendido de aquella dimensión. Negaba con la cabeza y muchos recuerdos regresaron a ella, momentos en donde se salía de sus cabales y actuaba de forma desagradable..., comprendía, por primera vez, que no se trataba de ella..., nunca se trató de nadie en sus ratos de enojo y tentación, siempre fueron dominados en contra de su voluntad.

Ahora todo tiene sentido... —negaba con la cabeza.

—¿Anul? No te ves muy bien.

Cerró los ojos con fuerza. Una gran molestia se cernió sobre su corazón.

—¡Cómo puedo estar bien? —exclamó con fuerza, denotando una gran frustración en el proceso..., mas al abrir los ojos había vuelto a la dimensión original.

Parte de la multitud volteó a ver a la castaña, percatándose de que se trataba de la misma chica que había interrumpido la carrera.

—¿Lo ves? Sí fue real, ella apareció y por eso no gané la carrera —una joven rubia señalaba a Luna mientras volteaba a verla en el acto—..., espera, yo la reconozco.

Todos me están mirando, ¿qué hago?

—Pssst..., por acá —una voz familiar hizo que volteara al callejón.

Sin pensarlo mucho, Luna corrió al callejón por el cual había salido inicialmente. Algunas personas se acercaron para ver a dónde se dirigía, entre ellas la rubia. Sin embargo, al llegar al callejón, ya no encontraron a nada ni a nadie: Luna se había desvanecido en un callejón sin salida. Muchos murmullos y especulaciones se originaron esa noche.

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—Has descubierto muchas cosas a lo largo de tu travesía, ¿no es verdad? —El Errante había hecho aparición una vez más con el propósito de salvar a Luna del aprieto en el que se había involucrado.

Ella, por su lado, estaba hecha un mar de emociones. Mucha información había entrado en su sistema y todavía no podía procesarlo del todo. Suspiraba con frecuencia y mantenía una expresión de tristeza; se había sentado en el suelo, abrazando sus piernas y recargando su cabeza sobre ellas. El Errante se limitó a acercarse a ella y a tomarla del hombro.

—Veo que no tienes ganas de hablar, ¿eh? Lo entiendo. De hecho, llegué a tener la misma reacción que tú alguna vez —se sentó junto a ella, cruzando sus piernas y colocando sus manos sobre las mismas—. No somos tan diferentes, Luna —volteó a verla.

Al escuchar eso, Luna despegó un poco su cabeza de sus piernas para escucharlo. El Errante se acercó un poco más, rodeándola por el hombro con su brazo izquierdo; por alguna razón, aquel contacto se le hizo bastante familiar a Luna, por lo que no se lo impidió y dejó que hablara.

—Hubo un tiempo en el que yo era normal, una persona común y corriente..., como tú —pausó—. Tenía una familia, amigos y experiencias similares a las tuyas. Yo solía pensar que la vida era estupenda y perfecta, sentía que nada me faltaría jamás —su semblante se ensombreció—..., hasta que descubrí la verdad —comentó con un toque de dolor.

Luna expresó un poco de intriga y confusión al escuchar aquello.

—¿Cuál fue esa verdad?

El Errante se levantó y su mirada se quedó fija en el vacío.

—¿En dónde crees que estamos? —preguntó nostálgico.

Luna miró a su alrededor, sin saber qué responder con exactitud.

—Yo... no lo sé —confesó un poco apenada.

—Quizá yo no nací aquí, pero ver esto siempre me entristece porque sé que esto le pasó a mi vida... —volteó a verla con una expresión llena de tristeza.

Luna dejó a un lado sus pensamientos para prestarle atención a El Errante y poder comprender lo que decía. Por su parte, el hombre de cabello blanco emitió un suspiro pesado, desviando su mirada hacia el suelo. Introdujo sus manos adentro de sus bolsillos del pantalón que traía puesto.

—Es inevitable no recordar el cómo terminé aquí —denotaba nostalgia—, esta vestimenta tan fina y costosa me lleva de nuevo al día en que lo supe todo. Creí que despertaría y continuaría con mi vida, creí que podría ser "libre" — sacó sus manos de los bolsillos y remarcó las comillas—..., creí que llegaría a ser feliz de nuevo, pero no —frotó sus ojos con sus dedos—. Es irónico saber la verdad y ser el títere de la misma, repetir lo mismo una y otra vez, estamos en un bucle sin fin en el cual ya ni sé si lo que siento es verdadero..., aunque es verdad que es la primera vez que hago esto, no es la primera vez que digo estas palabras..., al menos tú deberías saber eso

Luna estaba desconcertada, no concebía nada de lo que el hombre le comentaba.

—¿Cuántas veces no habrás ya oído esta misma cantaleta? —soltó una ligera risa, mas su mirada estaba llena de curiosidad. Se enserió—. ¿Cuántas veces más tendré que repetirte los mismos diálogos? ¿Cuántas veces más tendré que fingir que lo que digo no lo has escuchado antes? —cerró sus ojos y otra vez le dio la espalda—. Fue un poco complicado percatarme, a fin de cuentas, la línea espacio-tiempo en la que residimos es única en su especie, pues estamos en una línea general la cual abarca a toda la —pausó mientras hacía un ademán con su mano, chasqueó los labios—... existencia, aun así, la sensación de esta repetición se generó dentro de mi ser y ahogó mis pensamientos —se detuvo por un momento para voltear y observarla a detalle— , y, a pesar de todo, no estamos generando nuevas versiones de nosotros —la señaló y se señaló a sí mismo—, sino que somos nosotros mismos, solo que viajamos en un punto inicial al haber llegado hasta nuestro punto final..., al menos ese es tu caso, porque si fuere el mío, entonces estaría consciente de... las circunstancias.

Al haber dicho aquello, El Errante adoptó una posición pensante, las ideas fluían y las teorías se formaban dentro de su mente. Luego de un largo silencio, el peliblanco retomó la palabra.

—Esto es un círculo vicioso que termina e inicia una y otra vez, se supone que tú sales y yo también, pero... tú regresas..., no tengo ni idea de cuantas veces se ha repetido esto —se acercó a Luna con lentitud—, quiero decir —se posó en una pierna junto a la castaña y sacó a relucir su dedo índice, el cual colocó en el suelo y dibujó una línea—, es la primera vez que yo transcurro por la línea de tiempo —puso un punto blanco en la línea—, pero tú... —colocó un punto morado y trazó una línea encima de la otra. En un determinado momento de la línea, se sale y empieza a trazar una trayectoria aleatoria, la cual regresa, finalmente, al punto inicial en donde puso el punto morado—, en un determinado momento vuelves aquí otra vez.

Luna quedó en shock.

—Pe-pero ¿cómo es posible? —nuevamente, su corazón palpitaba con fuerza—. Sí lo que dices es cierto, ¿cómo es que no recuerdo nada? ¿Por qué entonces estaba en ese concierto de rock? No tiene sentido lo que dices.

—Yo sé que no, Luna, pero todo tiene una explicación..., yo también lo estoy asimilando porque, créeme, son mis primeras interacciones contigo. Sé quién eres y de donde provienes porque se me fue dicho y revelado, pero lo que no se me comentó fue el hecho de que no era tu primera vez pasando por la línea de tiempo...

—¿Qué? ¿Me estás diciendo que sabes quién soy? —la rockera sintió una punzada dentro de su mente—. ¡Por Dios! ¡Qué es todo esto? Universos diferentes, mundos diferentes, líneas espacio-temporales..., ¡por qué soy la única que no sabe la verdad? —el enojo llenó a Luna, dejándola a merced de su iniquidad.

Un aire tenso y pesado abundó en el ambiente oscuro y sin vida. La mirada de Luna se volvió fría y seria; se acercó a "El Errante" y lo tomó del cuello de su camisa, una fuerza descomunal envolvió a la castaña, denotando su verdadera naturaleza.

—¡Dime quién soy! ¡Dejen de ocultarme la verdad! ¡Por qué no puedo ver a Sam? ¡Por qué puedo ver cosas tan raras y extrañas? ¡Qué significa todo esto de las líneas del tiempo y el espacio? ¡Por qué soy la única que no sabe nada? ¡Por qué? ¡Por qué? —sus ojos empezaban a pintarse de un particular color morado oscuro.

Una energía desconocida iniciaba a emerger de ella, a pesar de que no hubiera nada, se comenzó a sentir como todo temblaba con fiereza.

—¡T-tienes que verlo por ti misma! —trataba de zafarse de su agarre, pero le era imposible.

—¡No! ¡Dime ahora!

—¡Estamos en un Universo autodestruido! —Luna quedó ofuscada, tanto, que soltó al hombre, quien sentía algo de miedo.

—¿Qué?

—¡Sí! —exclamó con cierta tristeza—. Es un vertedero oscuro que antes solía albergar vida —respiraba de forma agitada por la actitud anterior de la rockera, estaba asustado porque sabía el potencial de aquella mujer.

Luna estaba pensante acerca de lo que había dicho el hombre, sentía que nada lo que estaba viviendo tenía sentido; sin embargo, la tenía al mismo tiempo y eso era lo que la tenía consternada y confundida.

—Tú tienes el poder de verlo todo, Luna..., tienes un poder inmenso y temible. Tan solo debes recordar..., solo debes verlo toda una vez más —explicaba El Errante mientras retrocedía—. No solo se trata de viajar entre mundos y Universos, no solo se trata de pasar de una dimensión a otra..., no..., es mucho más que eso.

Luna seguía concentrada en su entorno.

—Una vez..., aquel que me puso en este lugar, me dijo que alguien muy sabio le había dicho: "Deja todo fluir y, en el momento preciso, será lo que deba ser" —comentó con nostalgia—. Honestamente, yo sigo esperando aquello que deberá ser, aunque me gustaría que me dijeras que es lo que me depara —Luna lo miró confundida.

—¿Perdona?

—Volveré, en serio lo haré, por ahora tienes que calmarte y seguir tu propia ruta —concluyó haciéndose uno con la oscuridad.

—¿Quién soy? —se preguntó a sí misma, ya sin importarle que El Errante se haya esfumado, dejándola sola—. ¿Sam sabrá? ¿Sam será real para empezar? —las dudas la carcomían.

Se sentó en el infinito de la oscuridad mientras se recostaba y extendía sus brazos a los costados. Nunca pensó que, tras el fin de las cosas, lo único que quedaría sería oscuridad, ¿pasará en verdad así con todo Universo que se vea en las garras de la destrucción? Aunque El Errante mencionó algo interesante: "Universo autodestruido"

—¿Cómo se destruye un Universo a sí mismo? —levantó su espalda mientras posaba su mano derecha a un costado de ella, arqueó una ceja—. ¿Qué sucedió aquí realmente? —con ayuda de su mano, se paró y miró a su alrededor.

Observó sus manos.

—¿Qué puedo hacer para salir de aquí?

Luna se puso a meditar. Las palabras del peliblanco cruzaron por su mente.

—Fluir..., ¿cómo será fluir? —cerró sus ojos y respiró con tranquilidad.

La confusión y la intriga la llenaban por completo, quería saber todo, quería averiguar la verdad. Necesitaba saber quién era en realidad y de lo que era capaz. Luna abrió los ojos y estos se pintaron de un color rojizo intenso. La energía desprendía con fuerza de ella. Debajo de sus pies, una onda del mismo color fue pintando el vacío oscuro.

El fin de aquel Universo pintado de un negro temible, empezaba a ser coloreado de un rojo lleno de vida. Luna podía sentir como todo fluía dentro de ella; podía sentir como el Universo tenía movimiento otra vez; sentía como a través de ella era todo posible.

"No solo se trata de pasar a una dimensión a otra..."

El Universo parecía recobrar su esencia, el Universo volvía a regenerarse, el Universo resurgía de la destrucción. Los sistemas solares regresaban, los planetas se reconstruían, las galaxias surcaban por todo el cosmos nuevamente..., todo esto mientras el color rojizo regía sobre todo lo que existía en ese Universo; sin embargo, había algo peculiar y era que todo sucedía al revés.

"..., no..., es mucho más que eso."

Mientras tanto, Luna seguía sintiendo como un poder inconcebible salía de todo su ser, podía sentir como el Universo fluía a través de su organismo. Luna no podía sentirse más viva, pero del mismo modo, sus fuerzas fueron decayendo, estaba haciendo un esfuerzo descomunal sin saberlo; sin embargo, de alguna manera, una esencia dentro de ella la hacía recuperarse de su fatiga y recobrara los sentidos para continuar con lo que estaba haciendo.

Fue entonces que justo debajo de sus pies, se empezó a formar la Tierra. A su alrededor había tormentas, maremotos, varios desastres naturales que azotaban ferozmente al planeta. Gente huía con desesperación, varios lucían bastante enfermos y una gran cantidad de desgracias abundaba sobre la humanidad.

Llegó un momento en que a su alrededor se fue construyendo una inmensa mansión, un hogar que denotaba bastantes lujos y riquezas. En ese instante, Luna se detuvo y tomó su pecho: su corazón latía con rapidez y su respiración era bastante agitada. Se observó a sí misma y, posteriormente, a su alrededor. Estaba impactada por todo lo que acababa de hacer.

—¿Qué soy? —preguntó viéndose con algo de temor, además de un notable sentimiento de extrañeza hacia su persona.

El color del Universo y de los ojos de Luna regresaron a la normalidad, aunque ella seguía viendo todo de color rojo. Observando su entorno, se percató de la silueta de un hombre que caminaba hacia atrás, parecía pensante por la expresión que traía en el rostro.

La castaña apretó los ojos, retornando a la dimensión original.

—¿Dónde estaré? —inició a caminar sobre el inmenso pasillo, viendo que en las paredes había colgadas pinturas excéntricas. El diseño de la mansión era único, era un ambiente fresco y relajado, era como si el dueño o dueña de aquel recinto supiera sobre estilo.

Había mesas con pequeñas flores y ocasionalmente se encontraba con unos cuantos maniquíes con vestidos hermosos. Aun así, hubo algo que llamó su atención y eso fue una pila de revistas que había sobre una de aquellas mesitas. Luna se acercó y observó que en las portadas se encontraba una hermosa rubia con vestido turquesa, usando lentes oscuros y un sombrero bastante elegante, aunque tenía poses extravagantes que denotaban egocentrismo. Tras analizarlo, Luna se dio cuenta de que se trataba de Leni.

—Nunca creí que Leni podía ser así —comentó un poco extrañada, viendo las revistas. En eso, unas voces provenientes de un cuarto cercano llamaron su atención.

Luna se acercó a una inmensa habitación que parecía ser un comedor bastante grande. Se asomó por la entrada sin hacer ruido y así no ser descubierta.

—Tal vez sea bueno para todos que podamos arreglar esto de una vez..., no sabes cuánto te he extrañado —una voz muy parecida a la de El Errante habló. Aquello le picó la curiosidad a la rockera, haciendo que aproximara más su oreja.

—Quizá..., pero por eso fue que te llamé —hubo una pausa—. Tengo que pedirte un pequeño favor.

—¿Después de todo me pides un favor? —cuestionó extrañado—. No lo sé..., yo... no estoy seguro.

—Claro que tú estás seguro —hubo otra pausa. Luna tuvo un mal presentimiento—. Tú estás conmigo, quieras o no, me perteneces —rio.

—Sí..., es cierto... —la voz del hombre sonaba algo extraña—, ¿qué necesitas?

—Te necesito..., necesito a toda la familia aquí. Nadie puede faltar, ellos son... muy importantes para lo que tengo en mente; se lo debo a quien me puso aquí.

—Como tú digas..., Leni —se escuchó como la silla se movió y unos pasos se alejaron de allí.

Luna no podía entender mucho del asunto, aunque parecía que lo iba a descubrir más pronto de lo que pensaba.

—Sé que estás ahí, puedo sentirte —habló Leni, levantándose de la silla—. ¿Quién eres?

Luna entró en pánico, así que salió corriendo de donde estaba, mas una energía pesada la recubrió por completo, haciendo que se arrodillara.

—No eres como los demás —afirmó la rubia con un tono curioso—, ¿quién eres?

La mujer llegó hasta donde estaba y pudo visualizar con exactitud de quien se trataba, aunque a diferencia de todos, ella no se mostró sorprendida en lo absoluto.

—¿Qué haces aquí? —cuestionó con desdén.

—Me trajeron aquí —dijo Luna mientras trataba de zafarse de la energía que la envolvía.

—Es raro, Luna..., me dijeron que podía llegar a tener visitas inesperadas, pero nunca creí que se trataría de ti. Te ves bastante joven, como si nunca hubieras envejecido —su voz denotaba un poco de envidia—, ¿también te encontraste con uno de ellos?

—No sé de quiénes me hablas —Luna trataba de levantarse con todas sus fuerzas, pero le era imposible.

—No entiendo cómo es que has podido resistirte ante mí, es algo imposible —la actitud de Leni era algo arrogante, actitud que Luna no pasó por alto.

—¿Qué sucede contigo? —la miró con confusión.

—¿Acaso no recuerdas nada de lo que sucedió? —dejó que se levantara.

Luna se levantó con terquedad, pero aventó a Leni con un impulso de energía morada, acción que tomó desprevenida a la rubia.

—¿Cómo hiciste eso? —cuestionó algo adolorida. Se reincorporó, aunque ya estaba más molesta.

—N-no lo sé, solo pasa, ¿está bien? Sigo tratando de saber quién soy —negó con la cabeza mientras sentía una punzada dentro de su cabeza.

—¿Qué quieres decir con eso? ¿Qué acaso no sabes quién eres? ¿Cómo es que alguien no sabe quién es? —la actitud de Leni comenzaba a fastidiar a Luna.

—Mejor dime quién eres tú, Leni no actuaría de esa manera.

Al escuchar eso, la rubia supo que algo andaba mal.

—Y Luna sabría porque soy así —entrecerró los ojos—, dime quién eres tú.

—Ya te lo dije, no lo sé. Ni siquiera sé si esto es real —señaló su entorno.

—Oh, créeme que es bastante real.

Una vez más, aquella energía sometió a Luna. La castaña sentía como algo quería introducirse dentro de su mente, pero la esencia dentro de ella impedía que la rubia consiguiera su propósito.

—Es claro que formas parte de ellos, ¿serás de quienes me hablaron? —arqueó la ceja—. Sería demasiada coincidencia, ni siquiera tendría sentido que estuvieras en el momento clave en el que todo desaparecerá.

—¿Qué?

—Lo que escuchaste, pronto este Universo dejará de existir. Antes de que se desmorone por sí mismo, escaparé y me reuniré con el legado que ellos están reuniendo.

—¿Entonces tú eres quien causa la autodestrucción del Universo? ¿Cómo es eso posible?

Leni rio ante el cuestionamiento de la joven.

—Se nota que no sabes nada en lo absoluto. Se ve que tu memoria está muy atrofiada, envidio quien eres, pero al menos me calma que yo sí sé quién soy y qué es lo que me espera.

—Solo sé que eres alguien bastante detestable —gruñó.

—Fui formada de este modo, el destino y la coincidencia me llevaron a este punto —desvió su mirada y suspiro—. Yo... en serio hubiera hecho hasta lo imposible con tal de que todo hubiera sido más ameno y feliz, pero me hicieron percatarme de que ese no era mi propósito —volteó a verla con una mirada sumamente seria—. Estoy aquí por su causa, ellos arruinaron mi historia, ellos tomaron las riendas de mi vida..., quiero vengarme de ellos, pero sé que no puedo... así que, si no puedo desquitarme con ellos, lo haré con todo lo demás —apretó el puño con ira y desdén.

—Tú no eres Leni... —sus ojos se agrandaron, demostrando su sorpresa. De pronto, susurró otro nombre—, tú..., tú eres Inel —confesó con una sensación angustiante cerniéndose sobre su corazón.

—¿Qué...? —Leni lucía desconcertada. Su rostro mostraba mucha confusión.

Luna frunció el ceño.

—¡No te hagas! Sé que eres tú, Inel. Tomaste su consciencia, te aprovechas de su dolor y su sufrimiento —seguía tratando de zafarse del poder de la rubia.

—Aparte de padecer pérdida de memoria, también estás loca —rechistó—. Sigo sin creer tu cuentito, "Luna" —remarcó las comillas—. Será mejor que vayas soltando la sopa —aumentó el poder que estaba suprimiendo a Luna, provocando que ella se sintiera más debilitada.

Su mente sufría en gran manera, mas aquella esencia desconocida que residía en ella, le impedía caer bajo el control y el dominio que Leni estaba tratando de ejercer sobre ella.

Debo escaparme de aquí —apretó los ojos.

Al abrirlos, se había transportado a la D-Side; aunque, la presión de aquella misteriosa energía seguía suprimiéndola. Sin embargo, esta vez se percató que en frente de ella no se encontraba nadie, confirmando así que era la contraparte de Leni quien la controlaba actualmente.

—Ya decía yo que no podías ser tú..., pero —confundida y algo adolorida, seguía tratando de mantenerse—, ¿cómo ocurrió?

Cerró los ojos nuevamente, viajando a la dimensión en blanco.

Leni pudo ver como Luna había desaparecido de un segundo para otro. Frunció y expresó molestia apretando sus dientes.

—Más vale que no me interrumpa..., ya sabré quién eres —concluyó retirándose del sitio.

Luna, por su parte, dejó de sentirse suprimida por aquella energía tan pesada, la cual invadía su mente y trataba de perforar su consciencia; por fortuna, pudo mantenerse al margen.

—¿Qué diablos era ella? —se levantó algo adolorida. Al ver hacia donde se suponía que estaba Leni, solo pudo ver un punto de coloro turquesa que se alejaba de ella.

Regresó su vista al comedor y pudo presenciar un punto rojo combinado con negro, el cual brillaba con mucha intensidad.

—¿Qué significarán esos puntos? —cuestionó con intriga, mas la respuesta no la obtendría todavía.

Retiró su mirada de allí y cerró los ojos, reapareciendo en la dimensión original.

—Todo es muy raro —negó con la cabeza—, sigo sin entender nada. Tengo que salir de aquí.

Inició a caminar entre los pasillos de nueva cuenta, encontrándose a su compañero recurrente.

—Ahora ya lo sabes —suspiró El Errante—. Sabes una parte de mí. Mi Universo cayó en garras de la autodestrucción —se sentó y se recargó sobre la pared.

—Sigo sin entender ese punto..., ¿cómo se destruye un Universo a sí mismo? — se sentó junto a él mientras lo miraba con mucha confusión.

—Luna, has hecho lo imposible —sonrió—. De tener tu poder, salvaría a mi familia —suspiró de nuevo—. Tener ese poder de hacer que el tiempo vaya en reversa, regresar todo a la normalidad —la miró al rostro y se veía desanimado—, podría decirse que te envidio, pero al mismo tiempo no —volvió a suspirar.

—¿Por qué no me puedes decir quién eres?

—Prefiero que sea así. Aun así, siento que a este punto ya es muy obvio saber quién soy, pero la desdicha está de dónde vengo —se levantó—. Vivir en la perfección sonaría realmente bello..., si nunca me hubiera tenido que enterar que eso afectaba a demasiados.

Luna también se levantó. Se encaminó al hombre y tomó su hombro.

—Ya han pasado muchos años —su vista estaba fija en un punto perdido—, más o menos como unos veinte o veinticinco años; honestamente, no quiero ni recordarlo. Uno de ellos me encontró, pero parecía diferente a los demás, él si parecía preocuparse por mi bienestar —agachó la mirada—. Él me dijo algo mucho más aberrante, me dijo que no era el único. Me dijo que había más como yo..., eso solo traería desgracia —suspiró—. Desde entonces que decidí dejar mi Universo..., solo que no me advirtieron que a causa de mi ausencia dejaría de existir.

Por fin volteó y el hombre parecía estar llorando, al menos, la lágrima que salía de su ojo derecho le indiciaba eso.

—Desde entonces soy El Errante, trato de ayudar a todos los que puedo. La verdad, no quiero saber lo que puede suceder sin intervenciones. Los que son superiores a nosotros toman todo a juego, solo buscan divertirse —su mirada se ensombreció—. Si hubiera una manera de cambiarlos, de deshacernos de ellos —negó con la cabeza y apretó el puño con fuerza—..., este Multiverso está condenado al sufrimiento, pocos son los que viven algo realmente feliz.

Tomó el rostro de Luna.

—Quizá y es por ello que tomaron esta decisión, tal vez ellos tienen esa visión porque es su naturaleza, pero quien me puso aquí..., él parecía de acuerdo con ello —sin previo aviso, le dio un fuerte abrazo—. Tú eres nuestra más grande esperanza, tan solo espero que en el futuro lo hayas logrado. Ya no vale la pena seguir viviendo en esta miseria, nadie lo merece; tal vez..., solo tal vez, aunque sea un fin malévolo..., tenga un hermoso epílogo en el que todos dejaremos de ser, pero al menos..., no sufriremos —sonrió.

—¿Qué quieres decir? —Luna se apartó, anonada.

—Creo..., que es tiempo de que veas todo de nuevo—puso su pulgar en la frente de Luna y apretó con mucha fuerza.

—¡Ay, duele! ¿Qué te suce...? Ohh.., wooow —de repente, experimentó un pequeño mareo.

—Te veré del otro lado —la empujó, haciendo que cayera en dirección al suelo.

...

...

...

Sin embargo, Luna jamás tocó el piso.

La castaña se hallaba flotando, tenía los ojos cerrados. Muchas voces comenzaron a hablar a su alrededor. A veces oía risas, también oía quejas, había gritos, había mucho ruido de diversas procedencias. Todo era un mar de sonidos.

—Oh, linky...

—¡Rápido, corran!

—Jamás nos van a aceptar.

—¡No, Lori!

—Todo estará bien.

—Vivo en la tristeza y en la soledad, ¿quién podría amarme?

—Eres la única dentro de mi corazón.

—Eres un ser despreciable; un monstruo.

—Sino salimos ahora, moriremos.

—Los he perdido a todos.

—¿Por qué no me querrán? ¿Qué hice para estar aquí?

Abrió los ojos y pudo visualizar un sinfín de portales sin una forma definida, los cuales parecían estar interconectados en forma de rompecabezas. Dentro de ellas, observaba a su familia, en diferentes circunstancias y diferentes edades; había desgracias, desdicha, guerras, amores prohibidos (algunos le generaron repulsión), descuidos, maltratos..., aunque también podía observar aventuras, alegrías, competencias, unión... A pesar de todo lo malo, también había cosas muy buenas; sin embargo, eso no quitaba que había más gente sufriendo de la que disfrutaba en verdad.

—Así que esto es el Multiverso —se acomodó para estar de "pie" y observar todo con mayor claridad.

—Luna... —la voz de Sam reapareció después de tanto tiempo, solo para hacerla voltear hacia uno de los millones de portales que la rodeaban.

Se encontró a una joven de cabellera castaña, dentro de un callejón. Tenía la ropa desgastada, los ojos irritados y estaba mojada, llovía; se veía muy mal.

Un hombre de cabello blanco cruzaba por ahí. Luna al principio creyó que se trataba de El Errante, pero al observarlo mejor, se percató de que era alguien diferente.

—¿Quién eres? —habló la joven.

—Me llamo Carl —se presentó—. Yo sé que no has vivido lo que hubieras querido —suspiró—. He estado buscando a alguien que realmente necesite una oportunidad..., alguien que tuviera todo en su contra, alguien que viva en un Universo cuyo único propósito sea el sufrimiento de su centro de apoyo —se posó en una pierna—. Has perdido a tu familia, has perdido a tus amigos, has perdido tu hogar, has perdido todo lo que amas, pero aun así has decidido seguir viviendo. Me he topado con otras como tú, pero no fueron lo suficientemente valientes para continuar..., tú, a pesar de todo, sigues aquí.

Una punzada atacó de forma agresiva a Luna. Algo estaba surgiendo dentro de sus pensamientos.

—Yo... no entiendo... —sollozó—, yo solo quiero estar sola..., pero —lo miró algo asustada—, ¿cómo sabes tanto de mí?

El hombre tomó su hombro.

—Solo lo sé —afirmó así sin más—, pero no soy cualquier persona. No soy como todos los que te han rodeado —extendió su mano—. Yo estoy aquí para darte una oportunidad.

—¿Cómo sé que no quiere aprovecharse de mí?

—Porque yo no soy así —sonrió ampliamente—. ¿No te gustaría deshacerte de tanto sufrimiento? ¿No te gustaría dejar de ver el dolor? ¿No te gustaría terminar toda esta desdicha de una vez por todas?

Las memorias de Luna iniciaban a destaparse, sus ojos se volvían a poner morados.

—Yo...

Una gran energía la volvió a envolver.

...

...

...

—Yo quiero que todo esto se detenga —Luna miró a Carl a los ojos. Su voz estaba quebrada, realmente triste—. Quiero que nadie sufra lo mismo que yo, tuve que ver a mi familia morir; tuve que vivir la desaprobación de mis amigos, tuve que pasar por una fuerte ruptura. Me quedé sin techo y si no fuera por la gente que tiene misericordia, ya habría muerto de hambre —sollozaba—. ¿Por qué me pasa esto? Créeme que he querido terminar todo de una vez, pero siento en el fondo que no debería hacerlo..., siento que no sería justo.

El hombre de cabellera blanca envolvió a Luna entre sus brazos, emitiendo un calor bastante agradable. La castaña quiso separarse, pues tenía malos recuerdos de hombres que ya la habían encontrado tan desdichada; aunque, algo de él le generó mucha confianza. Ese abrazo no era como el de los demás, era uno sincero y cariñoso. La castaña no dudó en llorar encima del hombre, jamás había obtenido una muestra de cariño de esa magnitud.

—¿Qué quiere de mí? —preguntó.

—Solo quiero que cumplas tu sueño —se separó y puso su mano sobre su mejilla—. Quiero que termines con el mal que te acecha y que no solo te acecha a ti, sino a miles y millones como tú.

—¿Y cómo puedo hacer eso?

Carl tomó de las manos a Luna, levantándola.

—Yo te ayudaré.

Una inmensa luz empezó a brotar de sus manos, iluminándolo todo.

Luna volvió en sí, asustada y muy agitada.

—¿De dónde soy? —trató de volver a ver el portal en donde había visto eso—. No..., ¿dónde está? ¡Dónde está mi Universo? —entró en pánico y volteó a todas partes—. No..., tengo que encontrarlo, y-yo ya tengo el poder para recuperarlo todo... tengo el poder para que nadie más sufra lo que sufrí —frunció el ceño y apretó el puño con determinación—. Tengo que acabar con esto de una maldita vez.

Un aura púrpura cubrió a la castaña y emprendió vuelo en el Multiverso, tratando de hallar su Universo. Mientras viajaba, escuchaba muchas voces provenir de todas partes.

—Vivimos bajo su merced.

—No somos más que sus esclavos.

—Estamos destinados a terminar de este modo.

—Si tan solo tuviéramos voluntad propia, pero todo siempre depende de ellos.

—Nuestras vidas se sujetan a algo que no vemos.

—Ya no lo permitiré.

—No sé cómo lo haré, pero los recuperaré

—¡Lucharé contra ti!

—... ¡Súper Nova!

Ese último grito desconcertó a la castaña, haciéndola mirar hacia dónde provino aquel grito. Visualizó a un hombre con armadura obscura y una espada ensombrecida, había desatado una gran ráfaga de energía que era contenida dentro de un escudo, el cual terminó fragmentándose.

Luna, creyendo que era imposible que ese rayo que se escapó pudiera afectarla, se retiró de allí ignorando el suceso; sin embargo, aquel rayo apenas y rozó a Luna, sintiendo un gran ardor en su rostro por la intensidad con la cual fue lanzado.

—¿C-cómo? —asustada, volvió a voltear hacia donde se dirigió al rayo, viendo como deformaba la realidad y se desaparecía, entrando a uno de los Universos. Lo último que pudo percibir, fue como se destruyó el Universo entero en el cual impactó aquel rayo. Luna tragó gordo.

Se espabiló algo aterrada y siguió su búsqueda.

—Espero no tener que topármelo nunca en la vida —pensó continuando su camino.

En su trayectoria, más voces se escuchaban.

—No son reales...

—Solo somos diversión y entretenimiento.

—Tan solo nos usan para su placer y su complacencia.

—No somos nada frente a esa verdad.

Las frases iniciaron a confundir a Luna, se sintió fuera de lugar en esos instantes.

—Ellos son la razón de nuestro sufrimiento y tengo que estar aquí soportándolo sin poder hacer nada al respecto.

—Solo hay una solución...

—Desintegrar la inexistencia.

Al escuchar esa última frase, escuchó un grito desgarrador. Luna se sintió imponente, pues al escuchar todo eso no pudo dejar de sentirse más que confundida.

—No entiendo, no entiendo..., ¡qué está pasando? —de pronto, alguien la jaló por detrás.

...

...

...

Luna abrió los ojos, percatándose de que ahora se encontraba en el mismo Universo de antes, pero ya destruido.

—¿Qué sucedió? —se sobó la cabeza.

—Realizaste un Viaje Onírico —comentó con seriedad—. Entraste a la mitad del todo, pero la mitad del Multiverso tiene diferentes facetas, fuiste capaz de ver todo lo que existía y oír todo lo que sucedía, aunque algo me dice que solo te enfocaste en ti.

—Sí, solo me enfoqué en mi Universo... —se sobresaltó—, ¡mi Universo! ¿Quién me sacó de allí?

—Fui yo, pero lo hice porque estabas a punto de colapsar ante la verdad —caminó y abrió un portal—. Sígueme —entró.

Luna, desconcertada, siguió a El Errante.

Adentro, se encontraron dentro de otro Universo, en el cual todo era oscuro.

—¿Otro Universo autodestruido? —cuestionó mirando a su alrededor.

—No, este sigue con vida —afirmó—. Quizá no es lo que buscas, pero por fin hemos llegado.

—¿A dónde?

—Antes de enseñarte, debo hablar seriamente contigo —se alejó de ella. Colocó sus manos por detrás de su espalda—. No sé si será gracioso esto... —rechistó—, enterarte de la misma verdad una y otra vez como si fuera la primera vez, debe ser cruel; lo irónico es que yo te lo diga..., sobre todo por lo que viví antes en convertirme en quién soy hoy.

Luna se acercó a El Errante.

—¿Por fin me dirás? —asintió. Luna retrocedió.

—La verdad, Luna, seré breve —la miró a los ojos—. No tiene caso ahondar en algo que ya se volvió repetitivo, aunque la mayoría de ustedes ya sabe la verdad, tú más que nadie la ha experimentado muchas veces —la tomó de los hombros—. No somos nada ni nadie ante la existencia. Somos creados por seres superiores a nosotros, no tenemos consciencia..., no existimos —suspiró—, pero, irónicamente, estamos aquí.

—¿Q-qué? —una gran confusión se presentó en Luna.

—Estás condenada a vivir en un bucle sin fin —chasqueó los dedos y la oscuridad se disipó.

Finalmente, Luna pudo observar a quien tanto había estado buscando desde el principio, a su querida Sam. Sin embargo, ella estaba al lado de una cama de hospital en donde podía presenciar su cuerpo reposando. Detrás de la rubia se encontraba ella misma también.

—¡Qué? —la situación se había salido fuera de control; mas al verse a sí misma..., al haber visto todo de nuevo, todos sus recuerdos salieron a la luz...

"¡No me dedicaré a esto!"

"Es la única manera..."

"Me niego rotundamente a hacerlo..., yo... no me siento lista"

"Luna, sabes lo que somos y quienes somos. Sabes por qué estamos aquí, solo te niegas a algo que no te puedes negar."

"Pensarás que somos nosotros mismos, pero eso es una vil mentira. Estamos aquí por un solo ser y si seguimos el propósito que nos encomendó, entonces quizá..., solo quizá podríamos detener tanto sufrimiento, ¿no era eso lo que querías?"

...

...

...

"Por fin, he encontrado la paz."

"Si sabes que tienes que retornar al punto de inicio, ¿verdad?"

"Si quiero que todo se conserve tal y como es todo hoy..., estaré dispuesta a revivirlo todo nuevamente"

...

...

...

"Dime..., ¿sí lo logramos?"

"Eso tú ya lo sabes, ¿no es cierto?"

"Al igual que sé que no es tu primera vez"

"Sí..., hasta yo ya he perdido la cuenta"

"Sabes que es por un bien mayor"

"Tú solo buscas el mal"

...

...

...

"Estaré dispuesta a ayudarte, al menos me alivia saber que estaré por siempre contigo"

"Pero..., siento que no sería justo para ti tener que vivir en un bucle de tiempo eterno"

"Si eso significa estar contigo, entonces lo haré"

Luna volvió en sí.

Todas sus memorias habían regresado y ahora lo comprendía todo.

—Lincoln —habló ella viendo a El Errante—. Eres tú —soltó una pequeña risa—..., siempre se trató de ti, grandísimo tonto —corrió a abrazarlo.

—Sí, soy yo —correspondió el abrazo.

El Errante abrazó con fuerza a Luna. A pesar de que vivía aquello por primera vez, sentía que la conocía de toda la vida. Emitió un ligero suspiro. Ambos se separaron y se vieron a los ojos. La castaña también soltó un suspiro, viendo hacia donde estaba Sam. Aquello le generó tristeza, pero también una pizca de alegría.

—No puedo creer que en verdad siga aquí junto a mí...

—Luna..., a pesar de todo, ella lo está viviendo por primera vez.

Luna suspiró de nueva cuenta.

—No sé si eso debería ser bueno o malo..., está atada a vivir conmigo una misma aventura una y otra vez...

—Aunque... tú tienes el poder de hacerlo diferente cada vez que vuelves junto a ella —se acercó a ella con una sonrisa mientras posaba su mano sobre su hombro.

—Es cierto, cada vez que vuelvo con ella, nos aventuramos a cosas distintas —cerró los ojos mientras recordaba la vida "normal" que pudo llevar junto a ella—... ¿Cuántas veces tendré que hacer esto? —se agachó para ver a Sam de cerca.

—Tú sabes la respuesta.

—Ellos tienen razón, al final... —miró al lector—, bueno... creo que será mejor callar —desvió su mirada.

—Eres alguien muy sabia Luna, además de ya tener tus años.

—Sí, soy muy grande —negó con la cabeza—. Y sigo aquí.

—Y seguirás.

—Lo sé.

Hubo un momento de silencio. Luna se levantó y miró a Lincoln una vez más.

—Hiciste lo correcto al abandonar tu Universo..., quizá perdiste a tu familia, pero salvaste miles de ellas.

—Pero... las maté también.

—Una vez oí que la muerte suele ser más compasiva que la vida y que, además, los muertos llegan a un lugar mejor después.

—Luna..., no existimos.

—Eso es lo que ellos quieren pensar —su sonrisa era más amplia—, ¿no lo entiendes? Vivimos en una paradoja existencial, somos inexistentes, pero existimos —rio—. Sé que no tiene sentido, pero una vez que lo entiendes —lo tomó de ambos hombros—, puedes ver más allá de la realidad.

—¿Cómo?

—Una persona muy noble me enseñó eso. En uno de mis miles de regresos lo pude comprender finalmente... y es hermoso.

—Entonces..., ¿existimos o no?

—Digamos... que las dos —y dicho aquello, Luna inició su propio camino.

—Espera, ¿a dónde vas?

—Esos puntos de la dimensión estructural —volteó a verlo, refiriéndose a la dimensión de color blanco—, debo acotarlos.

—¿La dimensión estructural?

—Tienes mucho que aprender todavía —volvió a reír—. Creí que no sabía nada, pero tienes razón, soy mucho más poderosa de lo que yo creía.

—Luna —la mencionada volteó—, aunque sea dime lo que me depara.

Luna sonrió de manera compasiva mientras desviaba su mirada. Parecía un poco insegura al respecto, pero se encogió de hombros.

—Solo puedo decirte que todo valdrá la pena al final. Gracias por ser quien eres, jamás dudes de ti y de quien te puso aquí; él es un gran hombre y su sabiduría será la única guía que tengas: nunca desconfíes ni pierdas la esperanza en ningún momento.

Lincoln se limitó a asentir con una sonrisa y observó como aquella mujer se desvaneció entre las sombras.

Luna atravesaba un pasillo oscuro, uno que ella misma había creado hacía ya muchos años atrás..., aunque tratándose de lo relativo que era el tiempo en esas circunstancias, lo habría creado a penas ese día.

Ella sabía que algo se ocultaba dentro de las tinieblas, dos seres desconocidos aún para ella la acechaban y no sabía que era lo que querían..., aún.

—¿Por qué? —habló una voz femenina, relativamente familiar.

—Ya hemos tenido esta conversación varias veces, ¿no se cansan de esto?

—La verdadera cuestión que nos tiene consternadas es el por qué sigues aquí.

—Porque tengo motivos.

—¿Y si te dijéramos que hay otra manera?

—No existe otro modo, el Mundo Original nunca lo va a comprender..., ellos son egoístas, son inicuos; el mal reside en su corazón y solo buscan satisfacer el deseo y el placer de su inmundicia.

—Eso no quita el hecho de los millones de familias que perecen.

—¿Por qué insisten? No cambiarán mi postura..., es mejor que dejen de sufrir a estar condenados a una vida llena de tristeza y aflicción.

—No es el modo, Luna.

—Hemos estado estudiando esta línea temporal, la hemos estado analizando y no hemos parado de pensar en cuál es el verdadero detonante que causa el final.

—Me temo que mientras yo esté aquí, jamás lo sabrán

—No puedes estar tan segura de ello, Luna.

—Cuando menos lo esperes, estaremos un paso delante de ti.

—De hecho, siempre estaremos delante de ti.

—Te dejaremos nuestra advertencia una vez más.

—Estaremos siguiéndote hasta la causa encontrar.

—Y hasta entonces ahí nos verás...

Una brisa envolvió a Luna, quien solo frunció el ceño y se encaminó al final del túnel espacio-temporal mientras trataba de pensar en las posibles candidatas que estuvieran detrás de ella, estaba segura de algo y eso era que ambas chicas no se detendrían por nada en el MultiUniverso con tal de detener el malévolo propósito de su destino.

Al salir, estaba dentro de un hospital. Se dirigía a un cuarto en específico, estaba preparada para lo que vendría por enésima vez. Se recargó sobre la puerta mientras escuchaba unas cuantas voces.

—Doctor, ¿no sabe cuánto tiempo estará así?

—Me temo que será por tiempo indefinido, fue un gran golpe. Su cabeza sufrió una gran lesión, lo cual conllevó a un gran impacto sobre su cerebro.

—¿Quiere decirme que nunca va a despertar?

—Al contrario, no es que no vaya a despertar, solo que no sabremos cuando.

Sam suspiró.

—¿Algo más que deba saber?

—También es probable que sufra de amnesia al momento de despertar, pero será temporal.

—De acuerdo..., ¿qué hay sobre su familia?

—Ninguno sobrevivió al accidente.

—Salvo ella —comentó con un tono de tristeza.

—La vida es impredecible, sin duda alguna.

—Tan solo espero que podamos salir adelante.

El doctor, sin saber qué más decir, se limitó a consolar a Sam.

—La dejaré por un momento para que pueda reflexionar.

Luna se ocultó en cuanto escuchó lo último. El doctor salió de la habitación y se retiró; por su parte, la castaña aprovechó el momento justo para escabullirse adentro. Sam sintió como alguien se encontraba detrás de ella, volteando asustada.

—¿Quién es...? —sus ojos se abrieron de la sorpresa—. ¿L-luna?

—Hola, Sam —sonrió con calidez.

Antes de que la rubia expresara algo acerca de la incoherencia y la falta de lógica que presentaba la circunstancia, Luna comenzó a explicar todo lo que había vivido hasta ese momento. Sam seguía procesando toda la información, al principió creyó que todo era producto de su propia imaginación y que su mente solo estaba haciéndole una mala jugada, pero mientras la explicación de Luna avanzaba, la situación iba adquiriendo mayor sentido.

—Creí que no jamás iba a volverte a ver —miró a la Luna que estaba en camilla—..., bueno, despierta.

—Sé que es complicado de entender, pero te aseguro que tendremos una vida realmente bella y espectacular.

—Aún recuerdo el día en que nos conocimos..., el cómo te fuiste acercando a mí, cuando nos volvimos amigas y cuando revelaste tus verdaderos sentimientos.

Luna suspiró.

—Sí, fue realmente bello y agradezco que me hayas correspondido.

—Nunca creí que juntas también podríamos cumplir nuestros sueños, lástima que este accidente se presentó y jamás pudimos llegar al concierto de nuestros sueños.

—También me preocupa que Chunk llegará al concierto y se enterará de esto.

—Trataré de explicarme de la mejor manera —rio nerviosa—, por cierto, Luna, ¿cuántas veces has hecho esto?

—¿Eso importa? —sonrió—. Lo más importante es que estamos aquí, juntas —tomó su mano—; pero ahora debes ayudarme.

—¿Cómo?

—Tienes que guiarme a través de mi consciencia.

—¿Cómo haré eso?

—Solo háblame y yo haré el resto. Aunque estaré balbuceando palabras.

—¿Entonces estaríamos hablando? —Luna asintió— ¿Qué hago si preguntas?

—Solo dile que... "Ellos" te están diciendo qué hacer.

—Me siento nerviosa..., todo esto es muy raro y confuso.

—Sam, no es la primera vez. Yo te ayudaré.

—Lo sé, Luna —sonrió y respiró profundo—. Estoy dispuesta a ayudarte, me alivia saber que estaré siempre contigo.

Luna era consciente de lo que estaba viviendo, sabía que estaba condenada a un bucle infinito que no terminaría; pero, a pesar de eso, tendría su propia libertad y, en el fondo, se sentía agradecida de que aquel que la puso en ese lugar era consciente sobre sus deseos y sus pensamientos. De esta manera, había cosas que siempre podrían cambiar, siempre habría manera de cambiar conversaciones dentro de algo que se repetiría una y otra vez, aunque sea, podía seguir experimentando, otro motivo más para no dejar ese bucle en el que se hallaba.

—A pesar de que sea algo injusto retenerte aquí conmigo —tomó ambas de sus manos—, estoy feliz de que sea contigo con quien estaré atrapada.

—Yo también estoy muy feliz con ello.

Se dieron un fuerte abrazo.

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Nunca sabrás que te deparará en la vida, a menos de que ya la hayas vivido más de una vez. En mi caso, me encuentro en un ciclo sin fin; un ciclo que he adoptado a mi existencia y que estoy dispuesta a continuar por el bien común. No es fácil vivir con este remordimiento todos los días.

Luna se despidió de Sam, dándole un último abrazo. Posteriormente, salió de aquella habitación. Inmediatamente después, Luna había despertado del "coma".

No es fácil lidiar con los mismos problemas una y otra vez. Aunque seguro muchos de ustedes se preguntan, ¿por qué teniendo el poder no rompes el ciclo?

La castaña se desvaneció entre la multitud, hallándose en un pasillo oscuro. Al final, una puerta se abrió, revelando una habitación blanca. Ella entró y sonrió ampliamente, pues se estaba reuniendo con quien sería su nueva familia..., otra vez.

La verdad, es que la respuesta llega a ser demasiado simple cuando vives lo que yo he vivido. Desde ayudar a una pobre inocente que cree que no tiene más oportunidad más que seguir un destino que ella cree que no puede evitar, hasta un hombre sin esperanza que siente que todo lo que le rodea carece de sentido y que nada puede salvarse de su propia miseria.

En la sala, se encontraba la familia Loud reunida; aunque con aspectos extraños y diferentes atuendos.

Ellos jamás podrán adquirir el nivel de consciencia que yo poseo, quizá es por eso que él me dio este don. Él vio ese potencial en mí, él sabía que yo podría llegar a cumplir mis sueños a través de este propósito; me regaló algo que jamás creí que podría tener y eso sería mi libertad..., porque una vez que esto termina, mi verdadera historia apenas comienza.

—Luna, un gusto volverte a ver —Lori miraba a Luna de manera burlona.

Y es que todo se debe a que están ligados a pensamientos y creencias erróneos. Nosotros somos mucho más de lo que ellos creen. No somos ficción, somos personas reales, con verdaderos sentimientos; no solo somos títeres de pensamientos y acciones ajenas..., no..., somos algo mucho más grande que eso. Somos el producto de un creador, cuyas reglas nos rigen y nos permiten actuar por nuestra cuenta. Sí, puede que todo se trate de un sueño...

—Espero que no lleves la cuenta —rechistó ella dirigiéndose a su asiento.

Pero después de todo, tengo que admitir que es un espléndido viaje que estoy dispuesta a realizar todas las veces que sea necesario. No lo hago por mí, lo hago para que nadie tenga que pasar por todo lo que yo tuve que sufrir; lo peor es saber el destino de los demás y no poder hacer nada al respecto, es por ello que estoy de acuerdo con esto.

—Eso sería estúpido —rio—. En fin, ya que estamos todos, es hora de dar inicio...

Es por eso que participo en el Proyecto DMdML..., porque a pesar de saber lo que implica, al menos estoy satisfecha de que nadie más volverá a sufrir.

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Muchos "años" más tarde...

La verdad, es que hay algo de este punto que jamás consigo recordar. Un punto rojo donde todo es confuso, solo estoy consciente de que debo acotar lo que está dicho dentro de la dimensión estructural; pero siento que puede haber una manera de evitar este final.

Luna estaba en la dimensión blanca, admirando un punto rojo.

Quizá se quedaron con la duda, pero cada punto tiene su significado. Ese, por ejemplo, indica los acontecimientos importantes que deben ocurrir en cada historia, pero después de este, no recuerdo ningún otro..., quizá sea porque este punto es el único que existe, quizá sea porque remarca el inicio y el final de todo...

Nunca supe donde iniciaba el ciclo, así que me iba a la dimensión estructural para guiarme, este punto era algo que jamás conseguí descifrar y sería la gran incógnita de mi vida..., lo único que sabía era que yo era una mentira en este Universo, quizá me culpo de robarme la verdadera identidad de Luna Loud, pero Sam es la única que no permite que este Universo vea su final.

En fin..., todo debe volver a empezar.

Luna salió de la dimensión estructural. Delante de ella estaba la van familiar, la cual terminó atropellándola. Sin embargo, antes del suceso, el señor Lynn creyó que podría evadirla, haciendo una mala maniobra que terminó en un trágico accidente que le quitó la vida a toda su familia, quien se dirigía al concierto de su hija Luna...

...

...

...


"¡Luna Loud! ¡Luna Loud! ¡Luna Loud!"




El público vitoreaba con fuerza y una joven castaña estaría a punto de cumplir uno de sus más grandes sueños...

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Nos leemos la próxima ^w^

Si tienen dudas acerca de algo, no duden en preguntarme. ;)

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