Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Explicaciones.

La ruta más directa para llegar a las oficinas era seguir por la ruta 56 hasta Aron City, rodear dicha ciudad y retomar la ruta 56 hasta llegar a Ciudad Alfa. Una vez aquí, rodearían dicha ciudad para tomar la ruta 33, que se conectaba a su vez con el camino Alfacity, el que los llevaría a Six City. Todo este trayecto les tomaría alrededor de 10 horas y media para solo llegar a la entrada de la ciudad.

El tiempo que tardarían desde este punto hasta las oficinas dependería del tráfico a la hora de llegada a la ciudad. Sin embargo, esta ruta los alejaría de la ciudad de Melaza, por lo que se vería truncada la idea de Maximiliano de pasar a este lugar a comprar el anillo en la joyería mencionada por Santiago. Tras cruzar el puente, se detenían en un aparcadero ubicado a escasos metros, dejando ver en aquel lugar otro servicentro más pequeño que el que se encontraba a la entrada del puente.

Tenía características similares, con la diferencia que este no contaba con una sala de juegos, seguramente por el hecho de que la mayor parte de los viajeros que salían de Ciudad Zeta, emprendían la marcha directo por la ruta 56 sin detenciones hasta llegar a Aron City. Pero dado el cansancio aún en sus cuerpos y la falta de alimento, se detuvieron en el lugar para poder tomar un buen desayuno antes de continuar el viaje, y constatar que sus aparatos celulares contaban con señal para poder realizar las llamadas que necesitaban, en especial Maximiliano.

—Por lo menos la señal volvió, —decía Maximiliano al sentir como su celular comenzaba a sonar repetidamente, viendo con asombro la pantalla— tengo como quince mensajes ya, y contando.

—¡Creo que a uno le van a patear el culo por no contestar! —Santiago le daba unas cariñosas palmadas en la espalda, esbozando una burlesca sonrisa.

—Mejor será que llames ahora, para que no te duela tanto la pateadura Max. —Abdón se sumaba a Santiago, haciendo lo mismo que éste— ¡A lo mejor te ahorras el anillo weón!

—¡Muy graciosos! —En ese instante un sonido se dejaba escuchar entre las ropas de Santiago, lo que Maximiliano notaba de inmediato— ¿Acaso no es tu teléfono el que acaba de sonar?

—¿A ver, déjame ver?... ¡por la cresta, tempranito me van a hinchar las pelotas!

—Por suerte el mío se quedó sin batería. —Aseguraba Abdón, queriendo así escapar de algún tipo de broma por parte de sus compañeros.

—No te preocupes, mientras ustedes piden algo para desayunar, llamaré a la oficina, así te podré defender Abdón. —Le aseguraba de manera sarcástica Maximiliano.

—¡Miéntele un poco weón, dile que la amo y que la extraño!

—Haré el intento mi amigo, aunque dudo mucho que crea lo que le digo, ya todos saben que no le prestas mucha atención a Rafaela. —Justo en ese minuto, el celular de Maximiliano comenzaba a sonar, y al ver de quién se trataba, una sonrisa de satisfacción se apoderaba de él, posando su mirada sobre Abdón— ¡Mira que es mala tu suerte, justo me está llamando!

—¡Dile que ando en el baño weón!

—Mejor saldré afuera a contestar.

Mientras Maximiliano salía del lugar a contestar la llamada, Abdón pedía algo para desayunar, mientras veía cómo Santiago se desgajaba en explicaciones con su mujer al teléfono, y no podía parar de reír ante aquella escena. Afuera mientras tanto, Maximiliano también debía comenzar a dar explicaciones.

—Hola Rafaela, buenos días.

—¡Hasta que por fin contestan! —La voz alterada de Rafaela se escuchaba con claridad, y muy fuerte— ¿Qué les pasó? Todos tienen sus aparatos apagados. ¿Están bien?

—Sí, no te preocupes, —éste sin embargo, y con toda calma comenzaba a darle las explicaciones pertinentes— no contábamos con todo lo que nos pasó por acá. Nadie nos informó que las marejadas que se producen inhabilitan la señal en los aparatos celulares, y tampoco encontramos un teléfono fijo, por eso no pudimos comunicarnos para avisar. Por suerte ya nos encontramos del otro lado del puente y la señal volvió. Tomaremos algo de desayunar y nos iremos.

—Esa información tampoco la sabía, de lo contrario les hubiese avisado antes de que partieran.

—Descuida, y no te preocupes, estamos bien. Creo que a más tardar en una hora y media estaremos en camino ya. La ruta que tomaremos nos llevará un poco más de diez horas.

—Pues a la hora que lleguen ya no estaré en la oficina. Te llamo en unos minutos, voy a consultar si tienen alguna ruta que cubrir o si les darán el día libre.

—Esperaré tu llamada entonces. Pero hazme un favor, en unos cinco minutos vuelve a llamarme para que hables con Abdón, el muy chistoso tiene el teléfono si batería, así aprovechas de molestarlo un rato.

—Apenas pueda te llamo, primero déjame averiguar lo que te dije, y no lo dudes, claro que lo fastidiaré.

Colgada la llamada, Maximiliano no perdió tiempo y se dispuso a llamar a Sandy, puesto que tenía varios mensajes y llamadas de ella una vez que este recobró la señal en su celular.

—Hola mi amor.

—¡Hasta que por fin llamas, nos tenías a todos preocupados! ¿Qué pasó que tu teléfono mandaba a buzón todas las llamadas?— Y como era de esperar, Sandy comenzaba a interrogarlo por lo preocupada que estaba.

—Disculpa mi amor, no fue mi intención, es una historia un tanto larga. —Y una vez más, éste debía dar las explicaciones del caso, pero esta vez a su amada— Al cruzar el puente hacia Ciudad Zeta, todos nos quedamos sin señal en los celulares. El lago produce unas marejadas que impiden que llegue la señal, por desgracia nos dimos por enterado una vez que nos encontrábamos en la ciudad. Pero ya cruzamos de vuelta y ahora nos detuvimos para comer algo antes de continuar el viaje.

—¿Y nadie les avisó que pasaba eso? Lo de las marejadas lo sabía, ya lo había escuchado acá, pero eso de que cortaba la señal, no tenía idea. —Tras las excusas del caso, la voz de Sandy sonaba más tranquila.

—Pues yo menos lo sabía mi amor. Por lo menos ya salimos de la isla, y como te dije, comeremos algo y tomaremos el camino de vuelta. Creo que llegaremos durante la noche, por lo que no creo que nos podamos ver hoy. Tengo que esperar una llamada de la oficina para saber qué haremos mañana.

—Bueno, por lo menos ya sé que te encuentras bien, estaba muy asustada. Apenas sepas algo me avisas por favor.

—Apenas tenga noticias te lo haré saber mi amor, solo espero que no estés enojada conmigo.

—¿Enojada? Preocupada me tenías, al igual que a todos acá. Por lo menos ya sé que nada malo te pasó, les llamaré a mis padres antes de entrar a clases para avisarles que estás bien, así tu podrás desayunar tranquilo.

—Gracias mi amor. Bueno, ahora te dejo, apenas tenga noticias te enviaré un mensaje para no interrumpir tus clases.

—Bueno mi amor, cuídate mucho en el camino de vuelta. Te amo mucho.

—Yo también te amo mi amor, hasta pronto.

Finalizada la llamada, Maximiliano se dirigía al interior del servicentro, y al ingresar se encontraba a Abdón riendo a carcajadas, mientras que Santiago aún se encontraba al teléfono dando a su mujer las excusas pertinentes del caso. El desayuno solicitado por los hombres ya se encontraba en la mesa, pero ninguno de los dos había tocado algo, dada la situación tragicómica en la que se encontraban. Maximiliano se sentó junto a la mesa, y se dispuso a comer sin preguntar nada, mientras Abdón ya lograba controlar sus risas para poder comer también. Suerte diferente corría Santiago, quien optó por cortar la llamada y apagar su teléfono para poder desayunar al igual que sus compañeros.

—Te tocó feo por lo que veo. —Expresó con serenidad Maximiliano, luego de probar su taza de café, intentando no reír.

—¡Qué feo weón, espera a que llegue a la casa, la muy simpática de mi mujer cree que anoche estuve de fiesta y que apagué el celular a propósito, más dura de cabeza la vieja! Por más que le expliqué no hubo caso, y anda a sacarle su loca idea de la cabeza.

—¡No podía parar de reír weón! —Exclamaba Abdón, mientras sobaba su estómago, producto del dolor provocado por tanta risa.

—Todo porque tienes descargado tu teléfono.

—¡Con mayor razón, te tocará peor que a mí, y ya estoy preparando la risa! —Le gritaba un tanto molesto Santiago— ¿A todo esto, qué te dijeron en la oficina?

—Que luego me llamarán. Van a consultar si tenemos ruta mañana o si nos darán el día libre.

—¡Por la cresta, —eso de que llamarían a Maximiliano para darle instrucciones no le agradaba a Santiago, y menos si cabía la posibilidad de que tuviesen el día libre— con el numerito de la vieja por teléfono, y para rematar tener que quedarme en la casa mañana, prefiero trabajar! Invento algo por último para salir.

—Lo único que puedo ofrecerte, si es el caso, es que mañana nos juntemos temprano para que me lleves a ver lo del anillo, —le decía éste, dándole una excusa perfecta para salir en caso de que tuviesen el día libre— como dijiste que conocías un buen lugar donde comprarlo. ¡Pero no sueñes que estaré todo el día en ese trámite para librarte de tu señora!

—¡Me conformo con librarme en la mañana!

—¡Ah claro! ¿Y yo? —Abdón tampoco compartía la idea de tener el día libre, aunque en su caso en particular, y por ser el esposo de Rafaela, podría ser más un beneficio que un problema.

—Tu mujer va a estar trabajando mañana, imbécil, —Santiago le recordaba ese pequeño detalle— la mía no.

—En eso tienes razón. Podré dormir hasta tarde.

En ese instante el teléfono de Maximiliano comenzó a sonar, y éste al ver la pantalla notó que era Rafaela al otro lado de la línea. En el acto los ojos de Abdón se desorbitaron, pues deducía lo que a continuación pasaría. Tendría que tomar ese celular y dar las explicaciones del caso, lo que para nada le causaba gracia.

—Es Rafaela. —Decía éste antes de contestar— Ahora sabremos qué nos espera para mañana amigos. Hola Rafaela, dime… sí… de acuerdo… no hay problema… yo les comunico ahora… Emmm… está aquí, te comunico con él. Abdón, Rafaela quiere hablar contigo ahora.

—¡Por la cresta, me llegó mi hora!

—¡No te gustó reírte de mí weón, ahora me toca a mí reírme un rato! —Le gritaba Santiago, preparándose a reír.

—¿Te he dicho lo mal que me caes? —Abdón no tenía más alternativa que tomar el celular de Maximiliano, y contestar aquella llamada— Hola mi amor… digo, jefa. Sí, sí, sí, lo que pasa es que me quedé sin batería y… sí mi amor… como digas… sí, no hay problema… ¡pero!… sí mi amor. Nos vemos a la noche… también te amo…adiós… ¡Toma tu teléfono weón!

—¿Y eso fue todo? ¡No alcancé ni a reírme! —Se quejaba Santiago.

—Bueno, como ya te diste por enterado, —decía Maximiliano al recibir su celular, y de paso mirar la cara de tragedia que cargaba su amigo— nos darán el día libre mañana.

—¡Hubiera preferido salir a trabajar, ya me tienen un montón de trabajo en la casa, y por hacerlo no me van a dar ni un centavo partido a la mitad!

—Qué pena por ti mi amigo… ¿a qué hora nos juntamos mañana Max? —Santiago celebraba el hecho de tener el día libre y tener una excusa perfecta para no tener que quedarse en casa.

—¿Te parece si te paso a buscar a las diez? Al fin y al cabo vivimos relativamente cerca ahora.

—¿Y no puede ser como a las siete? Digo, para que mi señora no me joda tanto en la mañana.

—Mientras más temprano te pase a buscar, más temprano volverás a tu casa.

—¡Mierda, tienes razón! —La treta para salir temprano de casa no le funcionaba a Santiago como quería— Como a las diez entonces. Así aprovecho de hacer unos trámites también.

—Yo pensaba llevarte de vuelta a tu casa. —Le aseguraba Maximiliano, pues no pretendía cubrirle las espaldas durante todo el día.

—¡Estás loco o te pegaste en la cabeza, mientras más tarde llegue a mi casa, mejor para mí!

—¡Yo no sé cómo tu señora te aguanta tanto weón! —Abdón, quien permanecía silente, dedicado solo a saciar el hambre que tenía, finalmente se unía a la conversación, pero para molestar a Santiago.

—Eso pasa cuando uno tiene buena herramienta amigo mío, con eso la tranquilizo. —Las declaraciones tan íntimas y burlescas por parte de Santiago causaban las risas descontroladas por parte de todos en la mesa.

Minutos más tarde cancelaban la cuenta y se disponían a retornar su camino hacia Six City. El reloj marcaba las diez de la mañana, por lo que sacando cuentas, y considerando la escala que harían en Aron City para poder almorzar, llegarían a la ciudad cerca de la media noche. Ya en la ciudad, Maximiliano pasaría a dejar a Abdón a su casa, para luego dejar a Santiago, lo que haría que Maximiliano por fin terminara su ruta a eso de las dos de la madrugada, si nada fuera de los planes sucedía.

Antes de abandonar el servicentro, Maximiliano le mandaba a Sandy un mensaje para que ésta estuviera al tanto de la hora aproximada en la que estaría por fin en casa, diciéndole además, que una vez que pararan a almorzar la llamaría para poder hablar con ella.

—Ya, entonces, ¿Cuál va a ser la ruta de vuelta? —Si fuese por Abdón, dado el panorama que le esperaba en casa, la ruta más larga sería la mejor para él.

—Cuando lleguemos a Aron City seguiremos por la ruta 56 hasta Ciudad Alfa, —comenzaba diciéndole Maximiliano, dándole arranque al camión y echando por tierra sus aspiraciones de tardanza con sus primeras frases— de ahí tomaremos la ruta 33 y el camino Alfacity para llegar a Six City, es la ruta más directa que tenemos. Llegando allá te pasaré a dejar a tu casa, y de ahí paso a dejar a Santiago.

—¿Supongo entonces que pasaremos a Aron City para almorzar? —Por su parte, Santiago tenía otra cosa en mente, no quedarse sin su sagrado almuerzo— Por la hora en la que llegaremos ahí.

—Así es, pasaremos al lugar de siempre. Con que nos detengamos un par de horas ahí, podremos llegar a casa cerca de la media noche. —Las cuentas que sacaba Maximiliano no estaban muy lejanas a la realidad, eso siempre y cuando no tuviesen un inconveniente en el camino.

—¿Y no tienes una cama disponible en tu casa? —Otra cosa que tenía intranquilo a Santiago, era el hecho de tener aquel bendito día libre, y aunque su pregunta era en son de broma, no dejaba de ser una pregunta capciosa— Así como para no llegar a la mía.

—¡Tanto miedo le tienes a tu mujer weón! —Abdón no perdía el tiempo ante la pregunta de su compañero.

—¡Cállate mierda! Mejor voy a dormir un rato.

—¡Para variar, ya luego comenzarás con tu concierto de tripas!

—¡Y te lo doy de gratis weón! —Le aseguraba éste entre risas.

—¡Mejor abriré la ventana, no quiero morir intoxicado! —Exclamaba al volante Maximiliano, mirando de reojo a Santiago.

—¿Y si lo mandamos a dormir atrás mejor a este weón?

—¡Puta si tuviéramos colchoneta atrás weón, yo feliz!

—¡Así te intoxicas solo! —Le gritaba Abdón, quien fantaseaba con la idea de hacerlo dormir en la parte de carga del camión.

—Y de paso pon el volumen del radio alto, —le respondía éste— para que no escuches mi concierto.

—¡Créeme que lo haré! —Maximiliano de inmediato subía el volumen de la radio, para así evitar escuchar el sonido de los gases que Santiago tendía a dejar escapar cuando dormía, sin embargo, el olor sería inevitable de eludir.

Horas más tarde se encontraban ingresando a Aron City. El viaje hasta ese momento había sido tranquilo, salvo un embotellamiento en el trayecto a causa de un accidente de tránsito, por lo que demoraron un poco más de lo previsto en llegar a la ciudad. Una vez aquí, buscaron el lugar habitual para pasar a comer algo antes de continuar su viaje. Contando con la suerte que aún disponían de menú para que los hombres pudiesen comer algo. Momento preciso para que Maximiliano realizara su llamada a Sandy, más que nada para decirle que hasta ese momento se encontraba bien en su viaje.

Luego que los hombres terminaron de comer, cancelaron lo consumido y continuaron su viaje de retorno a casa. Para tal efecto, debían primero llegar a Ciudad Alfa, bordear dicha ciudad, y tomar el camino que los llevaría a Six City. Producto del tiempo perdido en el embotellamiento en el camino de Ciudad Zeta hacia Aron City, y el tiempo en que estuvieron detenidos en esta ciudad, llegaron a las afueras de Six City a eso de la una treinta de la mañana.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro