Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Cambio.

De estar por un año en el departamento de “Mudanzas y traslados menores” pasaba al siguiente nivel dentro de la empresa, el cual correspondía a “traslados de valor nivel 1”. En su corta juventud, jamás se le pasó por la mente que tardaría tan poco tiempo para llegar a dicho departamento. Muchos en su posición tardaban años en llegar, unos porque simplemente no querían, otros porque se conformaban solamente con ser peonetas dentro de la empresa, y una minoría, porque perdían la oportunidad de escalar, aunque la empresa les daba la facilidad y la confianza para hacerlo.

Pero en el fondo, sus aspiraciones lo empujaban a llegar más allá dentro de la empresa, quería llegar al departamento de “Traslado de valores Elite”. Aunque para ello, antes debía llegar al departamento de “Traslado de valores mayores”. Aún quedaba mucho camino por recorrer, pero mientras no defraudara a sus jefes y demostrara sus capacidades, aquel sueño no era un imposible. Mientras degustaba aquella taza de café, tomó su teléfono celular para mandarle un mensaje a Sandy, contándole la nueva noticia. Y aunque estaba desesperado por llamarla y oír su voz, también sabía que no debía interrumpirla en sus labores. Segundos más tarde su teléfono sonaba. Era Sandy quien lo llamaba.

—¿Es en serio mi amor lo que me dijiste en tu mensaje? —Al otro lado de la línea se podía escuchar la dulce voz de Sandy, la que reflejaba felicidad por la buena nueva.

—Así es mi amor, ¿qué te parece? —Le preguntaba un emocionado Maximiliano, quien aún no creía lo que estaba pasando.

—¿Qué me parece? Pues me parece genial, —replicaba ésta— felicitaciones por ello. Aquí están todos vueltos locos con tu noticia. Están desesperados porque aparezcas por aquí.

—Ya en un rato más sabré qué ruta tendré hoy, y si el tiempo me lo permite pasaré a verlos.

—Saludos te mandan todos por acá. Ah, y Clarita dice que tendrás que darle un paseo en tu nuevo camión.

—Pues dile que así lo haré. Como voy a despreciar la invitación de mi niña consentida. Bueno mi amor, te dejo, —Maximiliano se despedía de Sandy, al tiempo que terminaba su café— tengo que ir a hacer el papeleo por el nuevo camión y los trabajos que hicimos anoche.

—Bueno mi amor, apenas tengas nuevas noticias me avisas… te amo. Que tengas un buen día.

—También te amo, y que tengas un buen día igual. Saludos a mi gente por allá.

—En tu nombre mi amor.

Ya realizados los trámites de rigor, Maximiliano le explicaba a Rafaela sus motivos para esperar con respecto a su decisión sobre sus futuros acompañantes en esta nueva aventura. Consciente de ello, Rafaela le daba el tiempo suficiente para tomar la decisión que más le acomodara, aún a sabiendas que las políticas de la empresa dictaminaban lo contrario. No obstante, la amistad que entre ambos había, y también empujado por el hecho de que Rafaela fuese pareja de Abdón, hacían que ella pasara por alto aquello. Aprovechando la instancia, Maximiliano también le hacía saber que necesitaría tomarse un día, dado los trámites que debía hacer para la compra de la casa que pretendía adquirir.

Ante dicha petición, Rafaela debía organizar la agenda de Maximiliano para no entorpecer sus trámites personales, y sobre todo las rutas designadas. Las políticas de la empresa eran claras, mientras los trabajadores se sintieran a gusto y apoyados por la empresa, éstos rendirían más en su labor, y aquella política no estaba tan errada, muy por el contrario, hacía sentir a sus trabajadores parte de la empresa, y no solo un objeto productor de riqueza. Si la empresa ganaba, de igual forma lo hacía el trabajador. No por nada era una de las más grandes a nivel nacional, a pesar de los duros momentos que todas las ciudades atravesaban.

Llegado el día, Maximiliano en compañía de Sandy por fin se hacía propietario de aquel inmueble. Y como lo había dicho, se tomaba un fin de semana para ayudar a aquellos ancianos a trasladar sus enceres a su futuro hogar. En principio había considerado hacer dos viajes, dada la cantidad de cosas que los ancianos habían decidido llevarse, pero con el nuevo camión solo bastaría un viaje, por lo que los ancianos estaban más que felices con ello.

—Bueno doña Aurora, don Heriberto, por fin están en su nuevo hogar. Bonita casa la que se consiguieron. —Expresaba Maximiliano, una vez que terminaron de bajar todo lo del camión, observando la nueva casa de los ancianos.

—¡Si mi niño, es preciosa, —exclamaba la señora Aurora, quien estaba feliz— muchas gracias por ayudarnos con el traslado de nuestras cosas!

—No tiene para qué darlas, me comprometí con ayudarlos en esto, y mi palabra vale.

—¿Y vas a viajar de vuelta ahora? —Le preguntaba por su parte don Heriberto, dado lo entrada de la noche ya— Ya es muy tarde, si quieres puedes pasar la noche aquí y viajar por la mañana.

—De ninguna manera mi amigo, no los quiero incomodar.

—¡Pero si no eres ninguna incomodidad! —Exclamaba la anciana, tomándolo del brazo.

—De todas formas muchas gracias por la invitación, pero prefiero volver enseguida, además, quiero comenzar a cambiarme lo antes posible, y no se preocupen, estoy acostumbrado a viajar de noche, eso no es problema para mí.

—Pues si así lo quieres, ni modo. Ten, —don Heriberto se llevaba la mano al bolsillo para sacar un manojo de llaves, extendiéndoselas— te entrego las llaves de tu nueva casa.

—¡Muchas gracias don Heriberto, —expresaba feliz éste, tomando aquel manojo— pero no es mi nueva casa, es mi nuevo hogar.

—¿Y crees que alcances a cambiarte en un día? —La señora Aurora tomaba asiento en uno de los sillones que habían trasladado, y miraba a Maximiliano como una madre mira a un hijo.

—¡Claro, no son muchas las cosas que tengo en el departamento! Además, debo pasar a buscar a mi suegro que se ofreció en ayudarme con el cambio. Ahora tendré espacio de sobra para comenzar a comprar todo lo que necesite.

—Qué bueno mi niño. —Replicaba la anciana— Ojalá todos tus planes te resulten, que te salga todo bien, sobre todo con esa niña tan linda y amorosa con la que estás.

—¡Esa es la mejor parte mi dama, que no estaré solo en esta nueva aventura! —Maximiliano se acercaba a la anciana para darle un beso en la mejilla y un fuerte abrazo— Bueno, me despido, espero que nos podamos ver pronto.

—Las puertas de esta casa estarán siempre abiertas para ti y tu señora. —Le aseguraba don Heriberto, quien le daba un apretón de manos, seguido de un fuerte abrazo.

—Muchas gracias don Heriberto. Pueblo Chiquito, no olvidaré este nombre. Si se me da la oportunidad de andar cerca de aquí, no dudaré en pasarlos a visitar.

—Toma mi niño, —la señora Aurora tomaba su bolso y lo hurgueteaba, sacando de éste un trozo de papel, extendiéndoselo— en caso de que no puedas comunicarte con nosotros a nuestros celulares, este es el número fijo que tenemos en la casa.

—Muchas gracias doña Aurora.

Maximiliano se despedía de manera muy fraterna de aquellos ancianos, y emprendía la marcha rumbo al servicentro. Llegaría en horas de la madrugada al lugar, ya que debía salir de Pueblo Chiquito y tomar la Ruta 77 en dirección a Ciudad Dramática, atravesar dicha ciudad para retomar la extensa Ruta 77 nuevamente, solo para encontrar en su camino la ciudad de Melaza antes de llegar a su destino final.

Había acordado con don Eugenio en llamarlo una vez que llegara, para partir de inmediato a Six City, para en lo posible, con los primeros rayos de sol comenzar con las tareas de traslado, aprovechar aquel día domingo de manera óptima, puesto que después debía llevar de vuelta a don Eugenio al servicentro y retornar a su nuevo hogar, esto sumado a que el día lunes debía volver a sus labores.

Su carga de cansancio sería grande, por ende debía intentar hacer las labores lo más rápido posible para poder tomar un descanso, aunque fuese pequeño, sería un alivio para él. Con los primeros rayos de sol de aquel domingo, los hombres ya se encontraban cargando en el camión los pocos enseres con los que contaba Maximiliano, no sin antes partir la mañana con una buena taza de café. Maximiliano, en los días previos ya se había encargado de guardar en cajas sus enseres más pequeños, dejando a la mano solo lo esencial.

Horas más tarde, los hombres ya se encontraban a las afueras del nuevo hogar, dispuestos a descargar las pocas cosas que trasladaban en el camión. Por primera vez, don Eugenio conocía aquella casa, por lo que antes de comenzar las labores de descarga, éste debía hacerle a su suegro el recorrido de rigor.

—De modo que ésta es la casa que te compraste.

—Así es don Eugenio, ¿qué le parece?

—Me parece muy linda tu casa, buena inversión hiciste con esto, te felicito muchacho, en verdad te felicito, no cualquiera a tu edad se preocupa de algo tan importante como esto, asegurar un techo propio para estar tranquilo en lo que te resta de vida, eso habla muy bien de ti.

—Gracias por sus palabras. Aquí pretendo echar raíces, en lo posible con Sandy a mi lado. Y si las cosas marchan como hasta ahora entre nosotros, quizás pensar en expandir lo que somos hoy.

—¿Cómo es eso de expandir? —Preguntaba don Eugenio, aunque ya sabía a lo que se refería.

—¡Pero si usted tiene más edad que yo! —Exclamaba entre risas éste— ¿Cómo no va a saber a qué me refiero?

—Supongo que te refieres a hacerme abuelo.

—Si mi relación con su hija prospera, qué mejor manera de sellar ese amor que con la llegada del fruto de aquello. Claro, eso es a futuro, ya que ni siquiera hemos hablado de ello con Sandy.

—Pero sería lindo. —Expresaba don Eugenio, demostrando satisfacción en sus palabras— Veo que la relación que tienen es muy fuerte, a pesar del poco tiempo que llevan juntos. Ambos son muy parecidos en muchos aspectos, y tienen una mentalidad muy similar, y por sobre todo, tienen el apoyo en su relación, tanto de mi parte, como de parte de mi mujer.

—Eso para nosotros es súper importante, contar con el apoyo de ustedes. Nuestra aventura apenas comienza, y espero que esta casa sea solo el comienzo de una relación que nos mantenga juntos por el resto de nuestras vidas. Amo a su hija por sobre todo lo que tengo. Esto es solo algo material, y aunque es algo importante para mí, no lo es tanto como lo que siento por ella, nuestra relación está por sobre todas las cosas.

—Yo también lo veo así, veo una relación fuerte entre ustedes, —le aseguraba éste, mientras recorrían la casa a paso lento— a pesar del poco tiempo que llevan juntos se complementan el uno con el otro. Están cimentando algo maravilloso que puede derivar en una de las cosas más importantes que un ser humano puede aspirar en su vida.

—Una familia. —Decía Maximiliano, dando un largo suspiro.

—Así es, tú lo has dicho, una familia. Y lo que un día ustedes comenzaron, con sus deseos, sus sueños y metas, sus convicciones y por sobre todo, ese amor que se tienen de manera mutua, eso mi amigo, los hará llegar lejos en esta vida. El tiempo les dará la razón.

—Hablando de tiempo, como que ya va siendo tiempo de ponernos a descargar lo que traemos, no vaya a ser cosa que después nos terminen regañando por demorarnos tanto, digo, las cosas que tengo no son tantas.

—Bueno ya, tienes razón. Además, has tenido un fin de semana muy ajetreado, necesitas descansar un poco. De milagro que los teléfonos no han sonado.

No pasó un minuto después de aquel comentario, y el celular de don Eugenio comenzó a sonar. Al mirar el número llamante, notó que no era otro que el del servicentro.

—¿Qué decía? —Le preguntaba risueño Maximiliano.

—La patrona llama. —Le decía éste, contestando en el acto la llamada— Hola querida, ¿algún problema por allá?

—Hola papá, —decía la voz de Clarita al otro lado de la línea— mamá está un tanto ocupada, pero me pidió que te llamara para saber cómo van con la mudanza.

—Bien mi niña, hace unos minutos llegamos a la nueva casa, Max me la estaba mostrando, y es muy linda y espaciosa.

—¡Qué bueno, espero que me lleven pronto a conocerla! —Exclamaba ésta.

—No me cabe la menor duda que así será hijita. Bueno, te dejo, comenzaremos a descargar las cosas, apenas estemos listos para volver llamaré para avisarles.

—Bueno papá, que les vaya bien, y no demoren para que podamos almorzar juntos.

—No te preocupes. No es mucho lo que traemos, demoraremos más en llegar que en descargar, así que tranquila que almorzaremos juntos.

—Bueno papá, le diré a mamá entonces. Saludos a mi cuñado.

—En tu nombre mi niña.

Don Eugenio cortaba la llamada y miraba a su yerno, esperando la pregunta de rigor.

—¿Ya nos están apurando?

—Algo así. Quieren saber si llegaremos a la hora de almuerzo. A todo esto, Clarita te manda saludos, y quiere conocer pronto la casa nueva.

—¡Mi Clarita, pequeña consentida! Expresaba feliz Maximiliano, pues el cariño que le tenía era enorme— apenas pueda la traeré. Y claro que llegaremos a la hora de almuerzo, como dijo, no es mucho lo que traemos. Ya después tendré tiempo de ordenar, lo importante es tener las cosas aquí. Mientras dejemos la cama lista para poder dormir a la noche, con el resto me arreglo de a poco.

—Pues entonces manos a la obra, antes de que vuelva a sonar el bendito teléfono y descubran que seguimos aquí. —Ambos largaban a reír con el comentario de don Eugenio.

Solo un par de horas bastaron para finalizar la tarea, incluido el dejar la cama lista para que Maximiliano pudiese descansar a su regreso. Antes de salir hacia el servicentro, don Eugenio realizaba la llamada solicitada para avisar de que estaban próximos a salir, así las mujeres tendrían noción de la hora cercana en que llegarían, y poder preparar la mesa para compartir juntos un buen almuerzo.

Que por lo demás, les caería muy bien para recobrar las fuerzas perdidas, no tanto por el trabajo realizado, pues más agotador era el trasladarse de un lado a otro arriba de aquel camión. El tiempo invertido era mucho, y mermaba más las fuerzas que lo realizado, en especial en el cuerpo de Maximiliano, quien no solo llevaba horas al volante, sino que también horas de insomnio.

—Creo que necesitas una taza de café antes de partir, —le decía don Eugenio a Maximiliano, pues lo veía agotado— ya se te nota mucho el cansancio muchacho.

—No se preocupe, si estoy bien, cansado, pero bien. —Le aseguraba éste, a pesar de que era evidente su cansancio y falta de sueño.

—Yo solo digo. No sería bueno que tengamos un accidente camino de vuelta.

—Para nada. Pero como le digo, no se preocupe. —Decía éste mirando en primer lugar la cocina, y luego a don Eugenio— El único problema es que tendrá que acompañarme, para no tomar café yo solo.

—Pues pondré a calentar agua, mientras preparas las tazas.

—De acuerdo, pero avise eso sí, para que no nos regañen por la demora.

—Descuida, comprenderán la demora. No creo que te demores horas en tomar una taza de café, por el contrario.

—Depende, —expresaba éste— de cuánto nos demoremos en sacar las cosas de las cajas y calentar el agua. Por lo menos ya tenemos donde sentarnos.

—Eso es lo importante, tenemos la mitad del trabajo hecho. —Ambos reían mientras buscaban en las cajas lo necesario para degustar una necesaria taza de café, antes de emprender el camino hacia el servicentro.

Tras tomar un par de tazas de café, los hombres se disponían a volver al servicentro, donde las mujeres aguardaban su llegada con un rico almuerzo, dispuestas a realizar una pequeña celebración por el acontecimiento. Finalmente Maximiliano estaba instalado en su nuevo hogar, y no solo eso, había logrado un importante ascenso en su empresa, lo que alimentaba aún más sus aspiraciones de llegar lo más alto posible. No había duda alguna que la perseverancia y el compromiso con sus jefes estaba rindiendo los frutos que tanto deseaba.

Pues no solo le habían entregado la confianza para dejar en sus manos un camión cero kilómetros, sino además, lo habían ayudado económicamente para concretar el gran sueño que tenía, hacerse dueño de aquella hermosa casa. Las cosas marchaban muy bien en todo sentido para la joven pareja, quienes con el correr de los meses afianzaban más el amor que sentía el uno por el otro, y lo más importante para Maximiliano, después de tanto tiempo compartiendo sus días y sus noches solo con la soledad, hoy podía decir con orgullo que era parte de una hermosa familia.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro