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¿Qué le ocurre a Alex?

Después de lo ocurrido, uno creería que Snape y Jones sería más unidos que nunca; pero, lamentablemente, era todo lo contrario y estaba volviendo loco al chico puesto que no entendía qué ocurrió con la latina para que, de la nada, eso pasara.

El día del juicio contra Lucius Malfoy, Severus y Eileen pasaron por Alex a San Mungo. La sanadora Strout le dio el alta y le recordó los días que tendría que volver al hospital para el tratamiento psicológico. A la salida de San Mungos los dos adolescentes estuvieron conversando, en su mayoría Severus asegurándole a Alex que todo estaría bien, que Malfoy no se saldría con la suya; eso último no alentaba mucho a la castaña debido a la gran influencia que el rubio tenia sobre casi todos los funcionarios del Ministerio de Magia, pero siendo el profesor Dumbledore el Jefe Supremo del Wizengamot entonces tendrían oportunidad de ganar; y gracias al cielo así fue, aunque el rubio estaría bajo arresto domiciliario por un tiempo.

Terminado el juicio, Severus y Alex se despidieron de los adultos y regresaron con el director a Hogwarts. Después de que Dumbledore les limpio la ceniza de la chimenea con un simple pase de varita el azabache tomó la mano de la latina para  irse, pero de pronto el viejo director pidió hablar con la chica a solas. Eso llamó la atención del chico, acababan de regresar del ministerio y él quería hablar con ella ¿por qué? Obviamente no era porque estuviera metida en problemas. Severus esperó junto a la puerta del despacho impacientándose con cada minuto que pasaba y no era para menos, llevaban encerrados en la estúpida oficina por casi una hora. Estaba luchando contra el impulso de interrumpir la conversación cuando de repente la puerta se abrió y Alex salió corriendo de ahí sin mirar atrás. Eso puso en alerta a Severus, entró al despacho y encaró a Dumbledore.

—¿Qué ocurrió? ¿Qué le pasó a Alex?

El anciano director no respondió sino que apartó la mirada de su estudiante hacia la ventana sin ver realmente el cielo despejado que ofrecía. El silencio de Dumbledore molestó a Severus, y sin despedirse salió corriendo de la oficina a buscar a la castaña. Afortunadamente, un alumno de Ravenclaw que conocía a Alex, según recordaba su nombre era Xenophilius Lovegood, le dijo que la vio correr hacia la puerta principal suponiendo que iría a los jardines; pero su amiga, Pandora Stewart o como se llamara (de ella no recordaba bien) dijo que la vio dirigirse hacia las mazmorras. Severus no quería perder más el tiempo, le hizo caso a la chica Ravenclaw y se dirigió a la Sala Común.

—Severus ¿qué pasó en el juicio? —preguntó inquieto Regulus en cuanto vio a su mejor amigo entrar—. ¿Perdieron el caso?

—Ganamos. Lucius solo fue sentenciado a arresto domiciliario ¿por qué...?

—¡Gracias a Salazar! Como Alex entró corriendo sin decir una palabra pensé que Lucius salió impune

—No, Alex está así por... —Severus se calló al percatarse que el resto de los Slytherins los veían, con discreción, y agudizando el odio. Seguían enfadado por lo que no estaba de humor para lidiar con sus compañeros de casa entretometidos por lo que agarró a Regulus de la muñeca y lo llevó a su habitación, una vez solos lo soltó y le contó lo ocurrido en la oficina de Dumbledore—. Sabemos que el director a veces se porta de una manera extraña, pero hacer que una estudiante salga corriendo de su despacho no es algo que él haga. Quien sabe que le habrá dicho para que reaccionara así.

Regulus bajó la mirada, él sí tenía una idea de lo que Dumbledore le pudo decir a Alex, pero no podía decírselo sin revelar el secreto de la latina. Seguramente el viejo director le dijo que encontró el modo de devolverla a su época o le dijo que su intervención en el pasado estaba siendo muy peligroso y debía irse de Hogwarts de inmediato. Cualquiera que fuera la razón era el mismo resultado: Alex se marcharía del castillo para siempre.

—¡Regulus!

El menor Black levantó la mirada; Severus lo miraba con una ceja arqueada, le estaba expresando su preocupación por Alex y su amigo estaba callado, lo vio y se dio cuenta de que Regulus en realidad no lo estaba escuchando.

—Lo siento

—Reg, tú tienes una idea de lo que Dumbledore pudo decirle a Alex ¿cierto? —El ojigris se puso nervioso, pero gracias a la dura educación de su madre sabía ocultar muy bien sus emociones. O se creía—. Por lo visto se te olvidó que no puedes engañarme.

«Rayos, Alex va a matarme por esto.» Bueno, yo...

Por fortuna, alguien tocó la puerta. Severus abrió encontrándose con Avery y Mulciber; Regulus se levantó de un salto de la cama y fue hacia su mejor amigo, el azabache los fulminó con la mirada a los recién llegados.

—¿Qué quieren?

—Solo confirmar si las noticias de El Profeta son ciertas —respondió Avery

—Es sobre el caso contra Lucius Malfoy —añadió Mulciber—. Dice que fue sentenciado a arresto domiciliario y que no podrá acercarse a Hogwarts, a menos que este tenga un hijo, lo cual sí sucederá porque los Malfoy no pueden quedarse sin un heredero

—Sí, es cierto —confirmó el azabache

—Vaya, vaya. Así que esa Sangre Sucia se salió con la suya

Severus apretó sus puños con fuerza, tanto que estos estaban temblando; quería darles un fuerte puñetazo en el rostro a cada uno, pero una mano se poso sobre la suya pidiéndole en silencio que se tranquilizara, agradecía tener a Regulus a su lado porque sino no podría contenerse.

—Si es a lo único que vinieron, lárguense —y les cerró la puerta en la cara.

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«Alex ¿qué te sucede?»

Pasaron tres días desde que la latina ignoraba por completo a Severus, y lo que aumentó su preocupación hacia ella fue que también hizo lo mismo con Regulus, Tex y Lily. Esa actitud llamó la atención de toda la escuela ya que esos cuatro se habían vuelto inseparables y ahora de la nada la castaña se alejó, no solo de ellos, sino de todos los estudiantes.

—¿Pasó algo antes, durante o después del juicio? —preguntó Lily estando ella y Severus sentados bajo la sombre del haya que había a orillas del lago.

—No lo sé. Ahora más que nunca estoy seguro que fue esa conversación en privado que tuvo con Dumbledore cuando regresamos.

Los dos se quedaron en silencio. Lily estaba igual o más confundida que Severus; Alex estaba enamorada de él ¿por qué de repente lo ignoraba? Y lo más extraño ¿por qué a ella, Regulus y Tex también?

—¿Que te parece si mañana hablo con ella? —sugirió Lily—. Sé que suena a cliché, pero podría ser algo que solo entre las chicas nos decimos

—Lo que sea con tal de saber qué le sucedió a Alex —dijo Severus, con la mirada clavada en el Lago Negro—. No lo entender por qué su actitud me dolió más de lo que pensé

Eso tomó por sorpresa a Lily y una idea se formó en su cabeza a la vez que trataba de contener una sonrisa picara que amenazaba con salir. ¿Acaso Severus comenzaba a sentir algo por Alex? De ser así, entonces ayudaría a esos dos a estar por fin juntos.

Mientras en la Sala Común de Slytherin, Regulus le pidió a una alumna de primer año que fuera a buscar a Jones y que hiciera todo lo posible por hacer que la chica saliera. A la niña no le hizo gracia que le mandaran como una lechuza, pero el chico mayor al ser un Black no tuvo más opción que hacerlo por la reputación que tenía esa familia. Diez minutos, Alex entró a la Sala Común mirando con cautela su entorno.

—Tranquila, Jones. Severus no está, estará por ahí hablando con Evans —explicó Regulus al verla hacer eso

—Más te vale

—No entiendo, desde que lo conoces has hecho todo lo posible para estar junto a él, y ahora que él te busca lo evitas ¿tú estas loca o qué?

—Busquemos a Tex y después te contesto

Regulus hundió los hombros resignados y ambos fueron a buscar al Hufflepuff, lo cual fue más sencillo ya que, por suerte, los tejones eran más amigables; no pasaron ni tres minutos cuando Tex salió de su Sala Común.

—Hola amigos. Alex ¿qué...?

La latina agarró al japonés sin cuidado de la muñeca, como traía al menor Black, y se llevó a ambos a la Sala de los Menesteres, teniendo cuidado de que nadie los vieran y mucho menos los siguieran. Una vez adentro, los soltó y se dejó caer en un sofá individual que la sala hizo aparecer ya que adopto el diseño de una sala de estar.

—¿Ahora qué demonios...?

—Por favor, ayúdenme a cortar todo contacto con Severus, Lily y todo el mundo —soltó sin más Alex

Ambos chicos se miraron sorprendidos y después a ella a la vez que tomaban asiento en un sillón para tres personas.

—¿Qué?

—¿Tienes mugre en los oídos o qué, Black? ¡Dije que...!

—¡Sí te escuche! Lo qué pasa es que no entiendo por qué...

—¡PORQUE ESTOY ARRUINANDO EL PASADO!

Los tres se quedaron en silencio. Alex se levantó y caminó con el lugar con impaciencia; Tex de inmediato entendió todo, por lo que se levantó y detuvo el andar de la chica.

—¿Qué te hace pensar que arruinaste el pasado? ¿De algún modo sabes...?

—No. No sé cómo están las cosas en mi época, pero el ver todo lo que ha ocurrido en este tiempo me hizo darme cuenta de que he estado metiendo la pata

—¿Por ejemplo? —preguntó Regulus

Alex se tensó ante esa petición. Hasta ahora la única prueba de ese cambio era que Severus ya no quería unirse a los mortífagos y el terminar su amistad (o lo que fuera que en realidad tuvo) con el rubio. Eso era algo que, por lo que ella recordaba, Regulus quería evitar también y decirle que era fundamental que el chico que ambos amaban se uniera a Lord Voldemort podría hacer que el menor Black pensara que en realidad no amaba a Severus y solo quería llevarlo por el camino tenebroso.

—No deberías preguntarle eso, Regulus —dijo Tex—. Sabes que es muy peligroso intervenir con el curso del tiempo. Y creo que ese ejemplo que quieres es, precisamente, el haber revelado su identidad y, de un modo sutil, los cambios comenzaron

Por esas cosas era que los amigos del Hufflepuff creían que él era un Legeremante, pero Alex agradecía la ayuda de Tex. Regulus ya no insistió, las palabras del japonés fueron suficientes para convencerlo.

—Bien, lo haremos —dijo por fin el menor—. Pero si eres consiente de que no será sencillo ¿cierto? Empezando porque Severus y tú están en la misma casa, y pedirle a Dumbledore que te vuelva a seleccionar a otra casa tampoco es opción porque el Sombrero Seleccionador podría enviarte a Gryffindor y sería el mismo problema, pero ahora con Evans. Lo mismo en Hufflepuff por Tex y en Ravenclaw, creo que también tienes amigos ahí, por lo que también...

—Por eso le dije a Dumbledore que en cuanto me dieran de alta en San Mungo no me dejara regresar a Hogwarts y él trató de convencerme de que mi intromisión estaba siendo para bien. Sin embargo ¿quién puede asegurarme que, en verdad, mi intervención en el pasado esta mejorando las cosas en el futuro? Mi presente.

—No me gusta esto —dijo Tex—, y por lo mismo no puedo creer lo que voy a decir...

—¿Pero? —preguntaron a la vez los Slytherins

—Pero debes romperle el corazón a Severus

—¡NO! —Alex se apartó del japonés, retrocediendo unos pasos—. ¡Desde que llegue es lo que he querido evitar!

—Debiste pensarlo...

—¡Ahora no, Regulus! ¡Y sí, ya lo sé! No necesitas restregármelo en la cara, gracias

—Por eso dije que tampoco me agrada. —repitió Tex—. Y si no haces eso ¿entonces qué?

—¡NO LO SÉ!

Alex se llevó las manos a la cabeza, cayó de rodillas y rompió en llanto. Su viaje en el tiempo era un accidente provocado por una misión de rescate al Ministerio de Magia, pero aun así ¿quién se hubiera imaginado que eso crearía ese caos que ahora debía arreglar? Por mucho que le doliera admitirlo, Tex tenía razón; si quería alejar a Severus debía lastimarlo y al hacer eso podría alejar también a Lily, los Merodeadores... a cualquiera con quien tuvo contacto. Las vacaciones de Semana Santa estaban a la vuelta de la esquina y sabía que los alumnos de quinto y séptimo no se iban a casa porque aprovecharían estas para estudiar. Convencería a Dumbledore para que la ayudara a desaparecer de una vez por todas. Podían poner de excusa que sus padres aparecieron, se la llevarían de vacaciones y durante le viaje desaparecerían "misteriosamente".

«Y si Dumbledore no quiere ayudarme, lo haré yo misma. Ya después averiguare como regresar a mi tiempo.»

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«¡Merlín! ¡Salazar Slytherin! ¡Quién sea! ¡Pero, por favor, ayúdenme a entender a las mujeres!»

Por una semana Seveus siguió tratando de hablar con Alex, pero la chica simplemente lo ignoraba.

—Seguramente todavía tiene secuelas del ataque de Malfoy —le dijo Lily estando los dos, de nuevo, bajo la sombra del haya

—Lo dudo —dijo él, con la mirada clavada en las aguas del lago—. Si así fuera, entonces ¿por qué se sigue alejada de ti también? Se supone que eso solo era con los hombres gracias a Malfoy

Lily se quedó en silencio. En eso su hermano tenía razón; ella intentó varias veces hablar con Alex cuando la encontraba en la biblioteca o en los pasillos, pero la latina pasaba junto a ella como si fuera invisible y no quiso decirle nada a Severus para no lastimarlo, aunque de eso Alex ya se estaba encargando.

Todo esto de Alex se estaba volviendo más confuso: Ella amaba a Severus y ahora que el chico quiere estar cerca de ella de pronto se aleja y eso al principio podía atribuirlo al ataque de Malfoy contra ella, entonces ¿por qué...? De pronto Lily dio un sobresaltó asustando a su hermano.

—Lily ¿qué...?

—¡Sev! ¿Crees que Malfoy tenga algún espía en Hogwarts?

El azabache se quedó mudo ante eso y también comenzó a formularse en su cabeza la misma idea loca que su hermana.

—Lily ¿no estarás pensando...?

—¿Qué Malfoy amenazara a Alex haciendo que se aleje de todos nosotros...?

—¡Diciéndole que si no lo hacía nos herirían o peor...!

—¡Matarnos! —concluyeron a la vez

—¡Por Merlín! Esa sería la única explicación para el actual comportamiento de Alex y saliera corriendo de ese modo de la oficina de Dumbledore. Aunque el director este enterado y contemos con su protección, si Malfoy pudo colarse al castillo alguien más podría hacerlo —dijo Lily, mirando asustada al azabache—. De ser cierto ¿qué hacemos?

—No dejar a Alex sola, obviamente —respondió Severus, poniéndose de pie, le tendió una mano a la pelirroja, ella la aceptó y él la ayudo a levantarse—. Busquemos a Reg y Tex

—Sí

Encontraron a Regulus en un rincón de la biblioteca acompañado de alumnos aspirantes a mortífagos. Estos molestaron a Severus y Lily, pero ambos los ignoraron y se llevaron de ahí al menor; el chico les preguntó qué sucedía, pero el mayor solo le dijo que se lo explicarían hasta que encontraran a Tex porque necesitaban hablar seriamente con ambos. Al japonés lo encontraron en el campo de Quidditch jugando con una quaffle en una de las porterías con otros compañeros de casa; los tejones no fueron hostiles como los Slytherin, pero se mostraron curiosos ante ese peculiar grupo.

—¿Ya van a explicar qué rayos están tramando? —preguntó de nuevo Regulus, soltándose de un tirón del agarre del mayor en cuanto salieron del campo de Quidditch—. No es normal que actúen con tanto secretismo ustedes dos

—Preferiría que lo habláramos en un lugar más privado —respondió Severus

—Tiene que ver con Alex ¿cierto? —afirmó Tex

Severus y Lily se miraron asombrados ¿acaso fueron tan obvios? Aunque, pensándolo bien, últimamente la latina era el principal tema de conversación de todos. Con ese silencio de confirmación, Tex añadió:

—¿Y? ¿Descubrieron por qué ha estado actuando así?

—Lily y yo creemos que Alex nos esta evitando porque Lucius, por medio algún aliado infiltrado en Hogwarts, la amenazó de mantenerse alejado de nosotros y ella aceptó solo para protegernos —respondió Severus

Regulus y Tex se miraron incrédulos y después a Severus y Lily. El ojigris iba a reírse, pero el japonés lo calló a tiempo pellizcándolo sutilmente del brazo.

—¿Hablaron con ella? —preguntó el mayor del grupo—. ¿Tienen alguna prueba de esas amenazas? Porque eso es muy grave

—Su conversación con Dumbledore

—¿Tú la escuchaste? Nos dijiste que Alex salió corriendo de ahí, pero ni tú sabias por qué, Severus. ¿Tienes alguna evidencia solida que confirme sus sospechas?

Lily miró de reojo a Severus, no habían pensado en eso; Tex tenía razón, solo eran suposiciones y como el azabache no escuchó la conversación de Alex y Dumbledore tampoco debía hacer esas afirmaciones sin pruebas. Era confuso, actuaba de un modo impulsivo, digno de un Gryffindor. ¿Qué le pasaba?

—¿Sev?

El aludido levantó la cabeza encontrándose con sus amigos mirándolo preocupados, a excepción de Tex; el Hufflepuff le sonreía con discreción, como si se hubiera dado cuenta de algo que ni él mismo lo hubiera hecho.

—Lily, Regulus —los mencionados se volvieron hacia el japonés—. Regresen al castillo, debo hablar con Severus a solas —El menor de Slytherin miró nervioso al Hufflepuff ¿él iba a...? Una vez más dejando a la luz la duda de si era un Legeremante, el Hufflepuff añadió—. Creo que Severus necesita poner sus ideas y sentimientos en orden

Lo mencionado respecto a los sentimientos llamó la atención de Lily y Regulus, a la chica le sacó una sonrisa soñadora, el menor se mostró confundido. Regulus iba a preguntarle a Tex sobre eso, pero Lily lo tomó de la mano y se lo llevó de ahí ignorando sus quejas. Mientras la pelirroja y el menor Black se alejaban, Tex le indicó a Severus que lo siguiera, yendo los dos hacia la orilla del Lago Negro en una parte donde el japonés sabía que nadie los verían. Tomaron asiento y permanecieron en silencio unos momentos, viendo las tranquilas aguas del lago moverse.

—Entonces ¿de dónde sacaste esa idea de que Alex esta siendo chantajeada por Malfoy para mantenerla alejada de sus amigos? Que no sea por la platica entre ella y el director —preguntó Tex

—Bueno... sabes que Lily y yo estamos preocupados por la actitud de Alex, así que empezamos a sacar conjeturas respecto a ese drástico cambio, la cual comenzó después del juicio. Creo que por eso pensamos que era culpa de Lucius. ¡Agh! —Severus se levantó y empezó a caminar enfrente de Tex con frustración—. ¡No sé qué demonios me pasa últimamente con respecto a Alex! No puedo sacármela de la cabeza. Es como si...

—¿Cómo si te hubieras enamorado de ella? —Severus se detuvo de golpe y miró atónito a Tex, quien solo sonreía. El japonés se levantó, se acercó al azabache y lo sujetó por los hombros—. Severus, ya lo hemos hablado, además de que tus acciones dicen lo que tú no haces. ¿Recuerdas tu reacción con ella en la enfermería cuando la abrace?

—Sí, te empuje y eso hizo que Madame Pomfrey nos echara.

—¿También dices que no puedes dejar de pensar en ella?

—¿Y cómo no hacerlo? Después de todo lo que ha hecho por mí... ¡nosotros! —Severus se soltó del agarre de Tex y retrocedió un par de pasos—. Sin mencionar que es lista, valiente, curiosa, inteligente, bonita...

Severus se calló de golpe a la vez que sus mejillas se tornaban rojas resaltando ante su piel blanca. Escuchó a Tex reírse y lo fulminó con la mirada a pesar de que el sonrojo seguía en su rostro. El Hufflepuff al ver su reacción tosió para disimular su risa, aunque si era honesto, le encantaba ver al azabache reaccionar así. Después de un rato, el japonés se calmó y sonrió a su amigo.

—¿Y bien? ¿vas a seguir negando que te gusta Alex?

El rubor en las mejillas de Severus disminuyó, apenas siendo unos manchones rosas, regresó su mirada al Lago Negro. Estaba feliz de contar con un amigo como Tex ya que podía hablar de estas cosas sin problemas con él; no es que Lily y Regulus fueran malos amigos, ellos eran sus mejores amigos, pero por alguna razón, cuando se trataba de los sentimientos, solo con Tex podía hablarlo.

Meditando todo lo que había pasado desde que Alex entró a su vida se daba cuenta de lo mucho que había cambiado: ya no se mostraba tan cerrado, estaba de buen humor; podría decirse que ahora era feliz y todo gracias a la latina y nunca pensó que podría querer a alguien aun más de lo que quiso a Lily... ese pensamiento lo sobresaltó, pero ahora lo reconocía:

Sí, se había enamorado de Alex Jones.

Ahora que sus sentimientos estaban aclarados ¿qué haría? Le daba miedo que la castaña le dijera que no lo quería de ese modo como Lily lo hizo. Sin embargo, recordando y analizando el actuar de la chica ante él y esa historia en la cual lo reflejaba como un príncipe, quizás fueran las señales de que Alex sí lo amaba; el único problema era que la chica se alejaba de todos. ¿Cómo hablaría con ella?

—Creo que puedo ayudarte con eso —dijo de pronto Tex

—¿Seguro que no eres Legeremante? —preguntó con sarcasmo Severus—. Siempre sabes lo que uno piensa

—Más bien sé leer muy bien a las personas. Pero volviendo a tu problema, tal vez pueda ayudarte con Alex

—¿En serio? ¿Y cómo exactamente? Según recuerdo ella también te evita

—No por mucho

Severus miró con suspicacia al japonés, a pesar de ser amigos aún no lo conocía del todo por lo que tenía dudas respecto a su plan.

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Llegó la hora de la cena y todos los estudiantes se dirigían al Gran Comedor. Alex y Metstli estaban en la habitación esperando a que la Sala Común se vaciara y así poder escabullirse a las cocinas a cenar; si iban a evitar a Severus y los demás debían hacerlo lo máximo posible y eso incluía las comidas ya que las clases y la Sala Común no eran una opción.

En cuanto dejaron de oír pasos en el pasillo de los dormitorios, humana y brije salieron de la habitación con cautela. La Sala Común estaba desierta, era su oportunidad. Salieron y fueron a las cocinas teniendo cuidado de no toparse con ningún Hufflepuff ya que la casa de los tejones estaba cerca de ahí.

No había moros en la costa, salieron del pasaje subterráneo que llevaba a las mazmorras y entraron a un amplio corredor de piedra, brillantemente iluminado con antorchas y decorado con alegres pinturas, la mayoría bodegones. Al fondo había una pintura que representaba un gigantesco frutero de plata. Alex y Metstli se acercaron a la pintura, la joven alargó una mano y con el dedo índice le hizo cosquillas a una enorme pera, que comenzó a retorcerse entre risitas, y de repente se convirtió en un gran pomo verde. La castaña lo accionó, abrió la puerta y ambas entraron.

Era una sala enorme con el techo muy alto, tan grande como el Gran Comedor que había encima, llena de montones de relucientes ollas de metal y sartenes colgadas a lo largo de los muros de piedra, y una gran chimenea de ladrillo al otro extremo. Apenas Alex puso un pie en la cocina varios elfos domésticos la rodearon para servirla apartando de un empujón a Metstli.

—¡Eso es maltrato animal!

Los elfos la ignoraron. Alex pidió cenar, de nuevo, en las cocinas en compañía de su brije; a los elfos domésticos no les agradaba tener animales en la cocina en especial esta que parecía ser un barril sin fondo, pero no se quejaron ni desobedecieron.

—Sabes que no puedes esconderte para siempre ¿cierto? —le recordó Metstli—. Tomas clases con ellos y estas en la misma casa que dos de ellos

—¿Por qué esa manía de recalcar lo obvio? —Alex bajó su tenedor fijando su mirada en su plato sin verlo en realidad—. Solo hay que resistir hasta las vacaciones de Semana Santa para "desaparecer"

—Me preocupa que eso cause consecuencias peores de lo que podríamos imaginar

—¡¿Tienes una mejor idea?! ¡Porque lo único que haces es criticarme!

Metstli y los elfos miraron anonadados a Alex. La castaña se dio cuenta de lo que hizo, gruñó con enfado dejando caer la cabeza sobre la mesa, a un lado de su plato. La brije no dijo nada; su intención no era hacer enojar a su humana, pero a veces le parecía que ella no media las consecuencias de sus actos y por lo mismo ponía en duda sus planes y soluciones a sus problemas.

Las latinas perdieron el apetito, se despidieron de los elfos y salieron de las cocinas sin darse cuenta de que un pequeño elfo desaparecía a buscar a alguien al Gran Comedor; faltaban diez minutos para que la cena terminara lo cual les daba el tiempo suficiente para regresar a la Sala Común...

—¿Se puede saber por qué nos evitas?

Demonios, esa voz. Alex miró sobre su hombro y sintió una opresión en su pecho al ver a Severus parado en la puerta que daba a las mazmorras. Por impulso la castaña corrió hacia el vestíbulo. La loba la llamó y el chico fue detrás de ella. Varios alumnos salían del Gran Comedor y se sorprendieron al ver a Jones siendo perseguida por Snape, entre ellos se encontraban Lily, Regulus y Tex. La pelirroja los llamó, pero ninguno la escuchó; solo había dado un paso hacia ellos cuando una mano la agarró de la muñeca deteniéndola.

—Tex ¿qué...?

—Esto es algo que deben resolver ellos solos —el japonés la soltó y le dio una cálida sonrisa—. Estarán bien

Quien sabe qué clase de magia poseía ese chico porque sus palabras fueron suficientes para calmar a Lily y de paso a Regulus también.

Entretanto, Alex corría por los pasillo de Hogwarts huyendo de Severus. ¿Por qué? ¿Por qué? ¿POR QUÉ? Ese alejamiento que estaba haciendo con él y los demás debía hacerlos enojar, que ya no quisieran saber nada de ella ¡no lo contrario! Lo que más la desconcertaba era ese cambio de actitud de Severus; en su época él era frío, sarcástico y, lo reconocía, grosero con la gente ¿por qué ahora era todo lo opuesto?

«Gracias por entrar en vida.»

Esas palabras del azabache golpearon con fuerza en su mente. Por supuesto, desde que llegó fue muy amable con él, lo salvó de un padre violento, de las malas influencias... eso sonaba bien, pero estaba alterando el curso del tiempo y desconocía las consecuencias de sus actos en el futuro, su presente.

—¡Alex! ¡Tenemos que hablar! —gritaba Severus, sin disminuir su paso ya que de hacerlo perdería de vista a la castaña—. ¡Alex!

Con cada grito del azabache, la opresión en el pecho de la latina creía. ¿Cómo carajos fue que todo se complicó?

Tan desesperaba estaba Alex de alejarse de Severus que no se dio cuenta por donde iba sino hasta que vio a lo lejos el tapiz de Barnabás el Chiflado intentando enseñarle bailar ballet a los trols. ¡La Sala de los Menesteres! Podría resguardarse ahí y la sala le brindaría otra salida. El único problema era que guio a Severus a la sala, pero no era el momento de preocuparse por eso... y tampoco tenía tiempo de pasar tres veces ante la pared. Inconscientemente cerró los ojos dirigiéndose hacia la sala.

«¡Por favor! Déjame entrar. ¡Déjame entrar! ¡DÉJAME ENTRAR!»

—¿Qué rayos...?

Alex abrió los ojos y se alegró y sorprendió al ver una puerta aparecer de la nada. Solo un poco más...

Extendió la mano hacia la puerta, preparada para abrirla, pero de repente su otra mano fue sujetada y tirada hacia atrás. Por el jalón, Alex dio media vuelta siendo apresada por unos brazos delgados, pero fuertes, y su rostro mirando hacia el pasillo sobre un hombro. Levantó sus manos y trató de liberarse del abrazo del chico; sin embargo, Severus la sujetaba con firmeza sin llegar a lastimarla.

—¡Suéltame!

—No

Alex forcejeó con más fuerza. Severus sabía que la castaña era fuerte, pero no pensó que tanto. El rechazó de la latina provocaba una opresión en el pecho del chico; él nunca se dejaba llevar por sus emociones, pero se apartó un poco de Alex, sin soltarla, con una mano seguía abrazándola por la cintura y la otra la colocó en su mejilla y la besó.

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