Las consecuencias de nuestros actos
En la Sala Común de Slytherin, Regulus trataba de distraerse leyendo un poco, pero no podía, seguía pensando en lo que Metstli le dijo: después del T.I.M.O. De DCAO Severus y Alex romperían gracias a Sirius. Sabía que su hermano era un cretino que actuaba antes de pensar y cuando se trataba de Severus se ponía peor. Pero ¿qué demonios sucedería para que la ruptura ocurra?
—¡Regulus!
El mencionado se sobresaltó y volteó hacia la entrada de la Sala Común. El asombro y preocupación se reflejo en su rostro al ver el estado alterado en el que se encontraba su mejor amigo. Dejó a un lado su libro y se levantó del sofá.
—Severus ¿qué...?
—¿Has visto a Alex? —preguntó Severus agitado, mirando ansioso la Sala Común
«Al parecer ya ocurrió» —No ¿por qué...?
Severus soltó una palabrota y salió corriendo de ahí. El miedo de Regulus se transformó en pánico, eran muy raras las veces que veía al mayor tan angustiado. Salió de inmediato detrás de él. Corrieron por las mazmorras, dirigiéndose hacia la salida; el menor le preguntaba al azabache qué ocurría, pero este no le respondía.
—¡Severus, basta! —Regulus logró alcanzarlo y detenerlo agarrándolo por la túnica—. ¿Qué sucedió? ¿Por qué estas así?
El mayor se pasó las manos por el cabello en un acto de frustración.
—Regulus. Lo hice
—¿Qué? ¿Qué hiciste?
—¡Actúe con la chica que amo como juré que nunca lo haría!
—Me estas asustando. ¿Qué le hiciste a Jones?
—Yo...
—¡SEVERUS SNAPE!
Los dos Slytherins voltearon hacia donde escucharon el grito. Se acercaba a ellos Tex Kogane, pero lo que llamo la atención de ambas serpientes era que el tejón se veía molesto, y Severus jamás lo había visto así. Tex llegó a ellos y sin decir palabra alguna agarró al azabache del cuello y lo llevó arrastras hacia el primer salón vacío que encontró y lo arrojó dentro con fuerza haciendo que Snape se estrellara contra una de las mesas.
—Tex ¿qué...?
¡ZAS!
Severus se estrelló de nuevo contra la mesa, pero esta vez derribándola y cayéndose al suelo debido a la fuerza del puñetazo que Tex le propinó.
—¡Kogane! ¿Por qué...?
Una fría mirada de parte del Hufflepuff fue suficiente para callar al Slytherin menor, además de aterrarlo. Solo había visto a su madre usar esa clase de mirada, incluso a su prima Bellatrix cuando Andrómeda se casó con un hijo de muggles; pero la Kogane... solo había visto una vez al Señor Tenebroso y esa mirada era parecida a la de él: te helaba la sangre.
Tex pasó su atención de Black a Snape. Severus seguía en el suelo, tenía una mano sobre su mejilla y en su rostro estaba impregnado la sorpresa y confusión a partes iguales. Levantó la mirada hacia el japonés y, al igual que Regulus, se le heló la sangre ante su mirada. Despacio se puso en pie.
—¿Tex?
—Dime una cosa Snape ¿acaso tus compañeros aspirantes a mortífagos son más importante que tus seres queridos?
—¿Qué?
—¡¿Acaso sus ideas sobre la primacía de sangre fueron tan convincentes que te hicieron olvidar a las personas que más te importan?!
—Tex ¿por qué me dices todo esto?
—¡Ah! ¡¿Ahora te harás el inocente, Snape?! ¿CÓMO SIQUIERA PUEDAS PENSAR EN ACTUAR ASÍ DESPUÉS DE LLAMAR A TU NOVIA SANGRE SUCIA?
—¡¿Qué?! —exclamaron los Slytherins
«No puede ser. ¿Ese era el método para separarlos? ¿Llamar a Alex «sangre sucia»? ¡Por Salazar! ¡Sirius ¿qué hiciste para que Severus empleara era palabra con ella?!»
Severus apartó la mirada de sus amigos. Eso explicaba por qué no encontró a Alex en la Sala Común; la chica estuvo con Tex y, probablemente, con Lily. Ignoraba si ella fue a buscarlo o si de casualidad se encontraron, pero el punto era que al ver a la castaña llorando el japonés no la dejaría en ese estado.
—Tex... de verdad lo siento. No fue mi intención, solo se...
—¿Qué? ¿«Se te salió»? ¡Ha! Si vas a dar excusas al menos di una creíble
—¡Es la verdad! Tú no estabas ahí, así que no sabes lo que...
—Potter y Black volvieron a molestarte, Alex salió en tu defensa, pero gracias a la humillación se te "escapó" la palabra contra ella —Severus miró incrédulo a Tex, mientras que Regulus veía a ambos confundidos. Eso no era nuevo, ¿entonces...?—. Potter y tu hermano atacaron a Severus y después lo colgaron de cabeza en el aire dejando expuesta su ropa interior —explicó Tex a la pregunta silenciosa del menor. Después regresó su atención al azabache—. Comprendo que la humillación fue grande, y seguramente no ayudo a que una chica te defendiera porque te hacía ver débil...
—¡No es eso!
—¡Claro que sí! Por mucho que quieras esconderlo, por desgracia los hombres tenemos una postura machista y el que una mujer salga a pelear nuestras batallas es un golpe bajo para nuestra masculinidad. Lo sé porque un par de veces mi madre me defendió y no pude evitar enojarme y gritarle a pensar de solo me estaba ayudando.
Los dos Slytherins se quedaron callados. Severus apartó la mirada avergonzado y Regulus miraba a los mayores; las cosas entre el azabache y los Merodeadores, esta vez, fue muy lejos ya que cuando Evans defendía a Severus este jamás le había dicho sangre sucia ¿cómo es que con Jones sí ocurrió?
—Kogane ¿dónde está Jones?
—Con Lily
—Bien, pero ¿dónde...?
—Por ahora lo mejor es que Severus se mantenga alejado de Alex —Severus iba a replicar, pero el mayor lo calló con un gesto de la mano—. Le dijiste el peor insulto que existe en el mundo mágico a quien fue tu novia, así que lo último que ella quiere es hablar con quien le rompió el corazón. Espera a hablar con ella hasta la noche; tampoco te le acerques en el Gran Comedor.
—Eso será difícil —dijo Severus, aun sin mirar a Tex—. Regulus y yo somos los únicos con quienes se sienta ya que los demás la repudian por ser hija de muggles —Tex resopló—. ¿Qué?
—Que esta vez no dijiste...
—¡¿Me vas a restregar mi error en la cara todo el tiempo o qué?!
—Sí, y espero que eso ayude a que comprendas que de todos los errores que una persona puede hacer, el insultar a la persona quien dice amar es la peor. Y gracias a eso te será muy difícil obtener su perdón.
Severus gritó de frustración con las manos en la cabeza. Ya había entendido, desde el momento que las palabras salieron de sus labios, que lo que hizo estaba mal, no era necesario que Tex se lo enfatizará. Y al parecer el regaño de su amigo Hufflepuff no fue suficiente escarmiento.
En Hogwarts no podía faltar el chismorreo y antes de la hora del almuerzo todos se enteraron de lo ocurrido en los terrenos del castillo: el raro Snape llamó sangre sucia a su novia Jones solo por defenderlo de los Merodeadores.
«Vaya manera del universo de decirme que esta será una penitencia que pagaré el resto de mi vida.»
El azabache, en cuanto entró al Gran Comedor, buscó con la mirada a Alex en la mesa de Slytherin, pero no la vio por ningún lado; incluso miró a la mesa de Gryffindor pensando que estaría con Lily, pero tampoco fue así. De hecho, ni la pelirroja estaba en el Gran Comedor. Triste, Severus fue a su mesa y se sentó lo más apartado posible del resto de sus compañeros. Tenía la mirada clavada en su plato y jugaba con su comida, no tenía hambre.
—¡Snape!
«No puede ser, lo que me faltaba.»
El chico levantó la mirada, ante él estaban Avery y Mulciber.
—Hasta que entraste en razón —dijo el primero con una sonrisa triunfante—. Sabíamos que ese "romance" con Jones solo era un capricho. Como si realmente alguien quisiera estar con una sangre sucia
—Para lo único que sirven esos impuros es para divertirnos. —dijo el segundo—. Y se ve que Jones da ese tiempo de diversión
Ambos chicos soltaron una carcajada, pero no les duro mucho ya que de repente un plato con comida se estrelló contra la cara de Mulciber. El silencio reinó la mesa de las serpientes llamando la atención del resto de las casas. El plato cayó al suelo y Mulciber se quitó restos de comida de los ojos.
—¿Qué demonios...?
—Snape ¿qué te pasa? —preguntó molesto Avery—. ¿Estas en primer año o qué?
—Eso se gana por hablar así de Alex
—Pues tú no eres un santo tampoco, mestizo. Te recuerdo que llamaste sangre sucia a tu "novia". Que en realidad le dijiste la verdad, lo cual no es...
Severus le arrojó a Avery jugo de calabaza a la cara. Ambos chicos miraron con odio a Snape y estaban por sacar sus varitas, pero fueron detenidos por Narcisa Black antes de que los hechizos y los alimentos inundaran, no solo la mesa de Slytherin sino todo el Gran Comedor. Después de recibir el sermón de Narcisa respecto a su responsabilidades como prefecto y dar un mejor ejemplo, Severus salió del Gran Comedor. Necesitaba hablar con Alex ya, mandaría al carajo el consejo de Tex sabiendo que la chica no querría verlo, pero debía arreglar las cosas con la latina ahora mismo. Recordó que cuando los estaba evitando había ido a comer a las cocinas, así que probablemente ella estuviera ahí con Lily.
Llegó al pasillo que lo llevaría ahí, pero un tirón del cuello de su túnica lo detuvo bruscamente.
—¿Por qué tienes esa fijación de empeorar las cosas?
—¡Tex! ¿Qué...?
—Después de ese espectáculo con Avery y Mulciber supuse que irías a buscar a Alex
Severus se soltó de su agarre y encaró al japonés.
—¿Cómo supiste que vendría aquí?
—Es el almuerzo y las cocinas es el único lugar donde uno vendría a buscar comida sin tener que entrar al Gran Comedor
—Por favor, Tex. Debo hablar con Alex
—Te dije que la dejes en paz por el resto del día. En la noche puedes intentar hablar con ella en su Sala Común
—¿Qué te hace pensar que eso funcionara? ¿Y si esto no hace que empeoren las cosas?
—¿Se puede?
—Tex
El japonés levantó las manos en señal de rendición y fue a su Sala Común. Intentó ayudar a Severus, pero si él prefería ignorarlo, pues era su problema.
En cuanto tuvo el camino libre, Severus corrió a las cocinas. Llegó al final del pasillo donde solo había una pintura de un gigantesco frutero de plata.
—Pero ¿qué...?
Miró el corredor de piedra, brillantemente iluminado con antorchas y decorado con alegres pinturas, la mayoría bodegones. No había ninguna puerta. Regresó su atención a la pintura del frutero y una idea apareció en su mente: el cuadro debía ser la entrada a las cocinas como el cuadro de la Dama Gorda lo era para la Sala Común de Gryffindor. De ser eso ahora tenía otro problema ¿cómo hacer que el cuadro lo deje pasar? Solo era un frutero, no había personas o animales, por lo que decir una contraseña no era una opción. Tocó la pintura y pasó las manos por cada una de las frutas, pero nada pasaba. Ahora probaría con la pera.
—¡Snape! ¿Qué está haciendo aquí?
«Rayos.»
—Profesora Sprout —se apartó del cuadro volviéndose hacia la Jefa de Hufflepuff—. Yo solo...
—Los alumnos no tienen permitido entrar a las cocinas, aun si son prefectos. Mejor en lugar de tratar de colarse mejor vaya a estudiar para sus T.I.M.O.'s.
Maldiciendo su mala suerte, Severus se fue del corredor. Al parecer, terminaría siguiendo el consejo de Tex, aunque fuera contra su voluntad. El resto del día se fue en repasos para el examen de Runas Antiguas. De no ser por Regulus, el azabache no hubiera podido estudiar, ya que en lo único que pensaba era en Alex y como obtener su perdón.
Por fin tuvo tiempo libre y fue a buscar a Alex de nuevo, ya que (como era de esperarse) estuvo el resto del día evitándolo. No la encontró en el castillo, así que iría a los jardines a probar suerte. Sin embargo, ni siquiera pudo llegar al vestíbulo cuando una voz lo mando llamar. Era ¿Dumbledore?
—¿Profesor? ¿Qué se le ofrece?
—Necesito hablar contigo, muchacho. Vayamos a mi despacho.
«¡Ay, por favor! ¡Esto es el colmo!»
Incrédulo ante su suerte, Severus siguió al viejo director. De camino al despacho, el azabache se perdió en sus pensamientos tratando de adivinar por qué Dumbledore querría hablar con él.
«En Hogwarts no se puede guardar ni un solo secreto por lo que los chismes se esparcen por la escuela como pólvora. Seguramente es por lo de Alex. Pero, nunca había escuchado que alguien se metiera en problemas por decir... eso; ha de ser porque los profesores nunca se enteraban... hasta ahora. ¿Qué clase de castigo se impondrá ante una falta tan seria como esa? ¿Será que sí se aplicarán los castigos que Filch siempre sugiere? Sí, el insulto es grave, pero no creo que...»
—En lugar de agobiarse con ideas descabelladas, espere a que lleguemos a mi despacho para conversar ¿le parece, joven Snape?
Severus se detuvo y miró al director. Dumbledore lo miraba por encima de las gafas de media luna haciendo que el chico sintiera que lo estaba examinando con ese aparato muggle llamado rayos X.
—Sí, profesor
Sonriendo, Dumbledore reanudó su andar hacia su oficina. Severus no pudo evitar soltar un suspiro de alivio, nunca pensó que la mirada del director pudiera provocarle escalofríos.
Llegaron al despacho y Dumbledore invitó a Severus a sentarse.
—¿Un caramelo de limón? —ofreció el director acercándole el recipiente donde los guardaba
—No, gracias —declinó el chico con gentileza
Dumbledore sí se comió un dulce. Severus contenía el impulso de arquear una ceja ¿para eso lo mandó llamar el director? ¿Para comer dulces muggles?
«Por eso la gente piensa que Dumbledore esta más loco que una cabra.»
—Mi hermano Aberforth es quien tiene afición a las cabras, yo no —Severus dio un brinco. ¿Acaso el profesor Dumbledore era un Legeremante?—. Hablar de mis habilidades me harían ver como un engreído, joven Snape. Sin embargo, no es por eso por lo que lo traje aquí sino por un... lamentable incidente ocurrido en los terrenos de Hogwarts después de su T.I.M.O. De Defensa Contra las Artes Oscuras.
Severus se encogió en su asiento avergonzado. Perfecto, simplemente perfecto. Su escasa suerte se desvaneció en el momento en que entró a la oficina ¿qué pasaría ahora? Dumbledore se inclinó sobre su escritorio, recargando los codos y juntando las yemas de sus dedos, y de nuevo miró a su estudiante por encima de las gafas de media luna.
—Severus, ¿serías tan amable de contarme qué fue exactamente lo que ocurrió en los terrenos?
El azabache se acomodó en su asiento, pero evitando mirar al director; le daba mucha vergüenza decirlo, no quería recordar el rostro de Alex después de llamarla... así. El dolor, la incredulidad... lo que más le partió el alma fue ver la decepción en sus ojos y no era para menos. Dumbledore de nuevo le pidió que le relata los hechos. Severus respiró profundo para darse valor y le contó todo, haciendo énfasis que el nunca provocó a Potter y Black sino que ellos fueron quienes los atacaron a él sin razón alguna.
Terminó su relato y ambos se quedaron en silencio, lo único que se escuchaba eran los aleteos de Fawkes. Severus no supo si fueron segundos o minutos, ya que ese silencio le pareció eterno, y fue Dumbledore quien rompió el silencio:
—Entiendo que lo sucedido con sus compañeros Potter y Black fue grave; esa clase de humillación no puede ser pasada por alto y de eso nos encargaremos la profesora McGonagall y yo.
«¡Aleluya!» pensó Severus.
—Sin embargo, dice que no es la primera vez que la Srta. Jones lo defiende y por lo mismo no comprende por qué le hizo esa horrenda falta de respecto; pero yo veo lo ocurrido.
Severus ahora sí miró al director.
—¿En serio?
—Sí. Fue porque las veces anteriores que Jones lo defendió de los Merodeadores solo se encontraban usted, ella y los integrantes del grupo, nadie más. Ni siquiera un fantasma. Así que como ahora tenían una audiencia eso hizo que la humillación fuera peor para usted, ya que las burlas empeoraron cuando una mujer salió a su defensa. Y eso para los hombres es un símbolo de debilidad. Después de lo que tuvo que pasar, sin lograr defenderse dignamente, la intervención de Jones, que era con buenas intenciones, fue la gota que colmo el vaso para su estado de ánimo y se desahogo con ella inconscientemente.
»Sé que quiere volverse un mago poderoso para así callar a las personas que lo menospreciaban y humillaban. Sin embargo, que su novia diera la cara por usted en sus batallas dañaría esa reputación que ha intentado forjar desde su primer año.
»Todos queremos ser alguien importante en nuestra vida, pero estos no tiene valor si dañamos a las personas en el proceso, en especial a las que amamos. —el director se levantó, rodeo su escritorio y se paró enfrente de su alumno—. Estoy seguro que, a estas alturas, la Srta. Jones le avisó que no permanecerá por más tiempo en Hogwarts. No sabemos si podrá cursar un poco del próximo año o si se irá durante el verano, pero no deje que este suceso sea lo último que ella recuerde de usted. No será sencillo obtener su perdón, pero que al menos ella vea que realmente lo siente.
Severus no sabía qué decir. Dumbledore tenía mucha razón, Alex podía irse en cualquier momento y lo último que quería era que ella se marchara dolida; por eso haría todo lo posible por que ella viera su arrepentimiento. No obstante, no pudo evitar notar que las palabras del director tenían un trasfondo; mas que un consejo ante un problema, era como si Dumbledore hubiera hablado a través de la experiencia. Lo que sea, seguiría su consejo.
—Gracias profesor
—Eso sí, joven Snape. Debe aprender a controlar su mal genio y ser paciente. Su falta es grave así que no espere que el corazón de la Srta. Jones sane pronto
—Lo sé
Las campanadas de un reloj de piso se escuchó dentro del despacho. Dumbledore revisó la hora en su reloj de oro de bolsillo. El viejo director estaba en una posición que le permitió a Severus ver el reloj, el cual era el más extraño que jamás hubiera visto. Tenía doce manecillas y ningún número y pequeños planetas se movían por el perímetro del círculo.
—¡Vaya! ¿Quién lo diría? Ya es hora de la cena. —guardó el reloj y miró a su estudiante—. El tiempo vuela cuando se tiene una amena conversación —ahora sí Severus arqueó una ceja ¿hablar de su tragedia era "ameno"? Esperaba que el viejo director se refiriera a los consejos—. Bien, vayamos a cenar. Y debería escuchar a su amigo Kogane y hablar con Jones después de la cena ¿de acuerdo?
«¡¿Cómo rayos sabe eso?!»
—Creo que los muggles tienen un dicho que dice así: "Un buen mago jamás revela sus secretas". Y siendo director de Hogwarts estos ayudan a que las cosas en el castillo vayan bien.
El azabache iba a pensar en otra cosa, pero recordando que Dumbledore estaba demostrando ser un gran Legeremante se abstuvo. Se levantó y ambos se dirigieron al Gran Comedor. Al entrar el chico buscó de inmediato a Alex y suspiro aliviado al ver a la chica en la mesa de Slytherin, aunque estaba sola y alejada de los demás. Caminó a su mesa e iba a sentarse a su lado, pero la chica le lanzó una mirada gélida que lo hizo detenerse a medio camino. Tragó saliva nervioso, eran grandes sus ganas de estar junto a ella que por lo mismo olvidaba el consejo de hablar con ella después de la cena.
Alex notó el debate interno que estaba teniendo el azabache. Bueno, ese no era su problema. El chico ya no era nada para ella. Tomó unos sándwiches, los envolvió en una servilleta, bebió jugo de calabaza y se puso de pie; comería en su habitación ya que Lily no la dejo volver a las cocinas porque en el almuerzo comió demasiado, aunque fuera para desahogarse, y su prima no quería que su salud se alterara por un corazón roto. Pasó junto a Snape y salió del Gran Comedor. El chico quería ir detrás de ella, pero recordó las palabras del director: aprender a controlar su mal genio y ser paciente.
«Son de esas veces que es más fácil decirlo que hacerlo.»
En la cena tampoco comió nada, sentía un fuerte nudo en el estómago que le impedía probar alimento alguno; estaba nervioso, pensaba sobre qué podía hacer para que, en primer lugar, Alex quisiera escucharlo.
—¿Estás bien, Severus?
El mencionado contuvo las ganas de poner los ojos en blanco ante la pregunta.
—¿Tú qué crees, Regulus?
—Lo siento, fuera de lugar. —el menor se sentó junto a él—. En fin ¿qué piensas hacer? Porque al parecer hablar con ella no es una opción por como te miró
—Pues es la única que tengo. No me perdonará fácilmente, pero al menos quiero que entienda que me arrepiento muchísimo de decírselo. Aunque no me crea que, en verdad, solo se me salió.
«Buena suerte con eso.»
La cena terminó y Severus salió casi corriendo del Gran Comedor a su Sala Común. Entró y se desanimó al ver la estancia vacía, Alex debía estar en su habitación.
—Genial. A esperar que alguna chica llegue para pedirle que vaya por Alex
No sabía si era buena o mala suerte que esa chica fuera Narcisa Black. Se acercó a la rubia y ya iba a decirle cuando la joven Black lo interrumpió con un gesto de la mano.
—Ni siquiera lo pienses, Snape
—Pero si no...
—Sé que me vas a pedir que busque a Jones a su dormitorio para que venga a hablar contigo. Pero te lo digo ahora mismo: no soy una lechuza. Si quieres que la sangre sucia...
—¡No la llames así!
—Bien. Si quieres que Jones salga a hablar contigo pídeselo a alguien más —y con una actitud altanera se fue a su dormitorio
—Gracias a Salazar que Regulus no es así
La Sala Común fue llenándose poco a poco. El azabache le pedía el favor a cada chica que se le atravesaba, pero, al igual que Narcisa, ninguna quizo ir por Alex ya que también eran de las que educaron con la idea de la supremacía de sangre
—¿Y si lo intentas mañana a primera hora? —sugirió Regulus, al ver a su mejor amigo derrotado echado en el sillón
—Es increíble que estemos en la misma casa y no pueda hablar con ella por las restricciones de las habitaciones
—Bueno, eso es para evitar...
—¡Ya lo sé! —Severus se acomodó en el sillón y cubrió su rostro con las manos. De pronto una idea cruzó su mente—. Necesito ayuda
Se levantó y salió de su Sala Común ignorando los llamados de Regulus.
«Ahora que estás planeando.»
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—Lo siento.
—No es a mí a quien debes dárselas.
—¡Lo siento!
—Puedes ahorrártelas.
Era de noche. Lily, que llevaba puesta una bata, estaba de pie con los brazos cruzados frente al retrato de la Señora Gorda, junto a la entrada de la torre de Gryffindor.
—Si he salido es porque Mary me ha dicho que amenazabas con quedarte a dormir aquí.
—Es verdad. Pensaba hacerlo. Por favor, ayúdame a recuperar a Alex. No quería llamarla «sangre sucia», pero se...
—¿Se te escapó? —No había ni pizca de compasión en la voz de la chica—. Es demasiado tarde. Llevo años justificando tu actitud. Mis amigos no entienden siquiera que te dirija la palabra. Tú y tus valiosísimos amigos mortífagos... ¿Lo ves? ¡Ni siquiera lo niegas! ¡Ni siquiera niegas que eso es lo que todos aspiran a ser! Están deseando unirse a Quien-Tú-Sabes, ¿verdad? —Snape abrió la boca, pero volvió a cerrarla—. Creí que habías cambiado para bien. Alex, desde que llegó, se esforzó por ayudarte a no seguir ese tenebroso camino porque, al igual que yo, vimos algo bueno en ti. Es increíble ver que tus ansias de poder y amor por las Artes Oscuras sean más fuertes que por las personas que te aman y se preocupan por ti. —Lily soltó un superior de cansancio—. No puedo seguir fingiendo. Tú has elegido tu camino, y yo he elegido el mío. Y por lo visto, Alex también.
La pelirroja dio media vuelta.
—No... Espera, yo no quería...
—¿No querías llamar a Alex «sangre sucia»? Pero si llamas así a todos los que son como nosotras, Severus. ¿Dónde está la diferencia? Y lo digo porque estoy seguirá de que si yo hubiera estado en su lugar seguramente me lo habrías dicho a mí. O a las dos.
El chico no encontraba palabras, y ella, con una mirada de desprecio, se metió por el hueco del retrato.
Esta pesadilla estaba empeorando. Ahora no solo había perdido a novia, sino también a su mejor amiga, su hermana.
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