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La Casa de los Gritos

—Te lo suplico, Severus. Por favor, no hagas esto

—Lo siento, Regulus. Pero tengo que hacerlo

Severus terminaba de alistarse para ir a la Casa de los Gritos. Desde esa tarde que le compartió esa información a Regulus, el menor intentó convencerlo de que no fuera, que solo era una trampa de su hermano y no cayera en sus provocaciones; pero sus esfuerzos se fueron al demonio porque en el Gran Comedor el Merodeador, en cuanto vio al azabache, lo molestó con ese asunto teniendo cuidado de que nadie los escuchara, y de hacerlo no comprendieran de qué estaban hablando.

—Severus, por favor —el menor Black se paró ante la puerta—. No vayas. Sabes bien que tratándose de Sirius es solo una trampa de una de sus estúpidas bromas.

—Tendré cuidado —aseguró el mayor, acensándose a su amigo—. Por lo mismo de que ya conozco todos sus trucos esta vez Black no me tomara por sorpresa

—Severus

El azabache alborotó el cabello del ojigris, siempre hacia eso para tranquilizarlo y animarlo. Severus retiró su mano y Regulus lo miró, el mayor le estaba sonriendo; en estos momentos odiaba que Severus supiera exactamente como calmarlo.

—Volveré enseguida —dijo Severus, paso junto a Regulus y salió de la habitación.

El menor vio al mayor dirigirse a lo que podría ser un peligro inminente y él no sabía qué hacer... o tal vez sí.

—Espero que Cissy quiera hacerme el favor

Corrió a buscar a su prima a la Sala Común, necesitaba que fuera a buscar a Alex a su habitación, ella quizá podría ser la única persona capaz de hacer  entrar en razón a Severus, además de Lily.

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—Canuto ¿Por qué estas tan sonriente? —preguntó James, sacando de su baúl su capa invisible

—Ya lo verán, en cuanto lleguemos a la Casa de los Gritos —respondió Sirius, sacando del baúl de Remus el mapa del Merodeador

—¿Por qué hasta allá? —preguntó Peter—. No le habrás dejado alguna broma de mal gusto a Remus ¿cierto? Recuerda lo que sucedió la última vez

—La broma no es para él

—¿Qué? —exclamaron James y Peter

—Sirius ¿de qué estas hablando? —preguntó Potter

Black miró sorprendido a su mejor amigo, nunca había escuchado a James hablar con un todo tan serio como ese; eso hizo que dudara si decirle la verdad o no. Abrió el mapa y estaba por sacar su varita, pero James lo detuvo sujetándolo con fuerza de la muñeca.

—¡Auch! Cornamenta ¿Qué estas...?

—Sirius ¿Qué mierda fuiste hacer a la Casa de los Gritos? —James soltó la muñeca que Sirius y lo agarró con fuerza de los hombros—. ¿Llevaste a alguien? ¡¿A quién llevaste?!

Demonios... nunca, en todos esos años James le había hablado de la manera como lo estaba haciendo ahora mismo; era como si tuviera a un mago tenebroso ante él y no a su mejor amigo. Sirius se apartó viendo estupefacto a Potter.

—Sirius Orion Black ¡habla de una maldita vez! ¡¿QUÉ CARAJOS HICISTE?!

—Yo... tal vez le haya dicho a Snape que fuera esta noche a la Casa de los Gritos a comprobar si su teoría era cierta

—¿Qué teoría?

—Que... Remus es un hombre lobo

—¡¿QUÉEE?! —gritaron James y Peter

En un rápido movimiento Potter agarró del cuello a Black y lo estrelló contra la pared. Sirius estaba atónito, James jamás actuaba así ¿por qué?

—Sirius ¿Cómo se te ocurrió hacer algo tan estúpido? ¡¿En que mierda estabas pensando?!

—En darle un susto a Quejicus para que nos deje en paz de una buena vez. Y para alejarlo de Jones

Sirius dijo lo último en voz baja, pero como tenía, prácticamente, a James encima suyo su amigo lo escuchó con claridad.

—¡¿Qué?! ¡Por el amor de...! Sirius ¡esta es la mayor idiotez que has hecho en tu vida Y TODO POR UNA CHICA!

—¡¿QUÉ?! ¡¿CÓMO QUE POR UNA...?! —a Peter le tomó unos segundos comprender lo dicho—. Sirius ¿hiciste esto solo por Jones? ¿Enloqueciste? Y lo que es peor ¿sabes cómo reaccionara ella cuando se entere de eso? ¡Remus te advirtió que no le hicieras daño a Snape y lo primero qué haces es arrojarlo a las garras de un hombre lobo QUE ES NUESTRO AMIGO!

El ojigris bajó la cabeza apenado, para que incluso Peter reaccione así es porque, en verdad, hizo una tontería ENORME. James gruñó enfadado, soltó a Sirius, le arrebató el mapa del Merodeador de la mano, tomó su capa invisible y salió corriendo del dormitorio. Por mucho que odiara a Severus Snape, no podía dejarlo a su suerte con un hombre lobo... y tampoco podía permitir que el mayor secreto de su amigo fuera revelado.

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Unos toquidos en la puerta hicieron que Alex levantara la mirada de su libreta donde seguía escribiendo su historia de fantasía. Xóchitl (Metstli) estaba recostada en su canasta leyendo El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde y levantó la mirada curiosa. La latina abrió la puerta y se sorprendió de ver a Narcisa Black ante ella.

—¿Se te ofrece algo...?

—Que fueras hombre para así no tener que ser usada como lechuza por mis primos

—¿Eh?

—Regulus quiere hablar contigo, esta en la Sala Común

Narcisa agitó su larga cabellera rubia y se fue de ahí con la cabeza en alto y una clara expresión de fastidio en el rostro, dejando confundida a Alex.

—¿Qué acaba de pasar? —preguntó la loba, igual de confundida que su humana

—Ni idea, pero estoy segura de que Regulus resolverá la duda. Enseguida vuelvo

La castaña cerró la puerta y bajó a la Sala Común encontrándose, en efecto, a Regulus. Llamó su atención que el chico caminara de un lado a otro ante la chimenea y con la preocupación grabada en su rostro. Inspeccionó el lugar buscando a Severus, pero sin éxito; eso quería decir que, lo que sea que preocupara al ojigris, tenía que ver con el azabache.

—Reg ¿Qué ocurre?

—¡Alex! ¡Gracias a Salazar! ¡Necesito tu ayuda!

—¿Qué pasa? ¿Dónde está Severus?

Regulus se mordió el labio, tomó a Alex de la mano y la sacó de ahí llevándola a un aula vacía. Una vez asegurado de que estuvieran solos le contó todo. A cada palabra el miedo crecía dentro de la latina y se veía reflejado en su rostro. Al terminar, la chica agarró por los hombros al menor y lo zarandeó.

—¿¡Por qué no me dijiste esto antes?! ¡¿Por qué esperar hasta ahora?!

—Creí que lograría persuadir a Severus a no ir, pero me equivoque

—¡Sabes que Severus es más terco que una mula! ¡Siendo los Merodeadores NO SE ECHARÍA PARA ATRÁS! —soltó a Regulus y corrió hacia la puerta del aula

—¿A dónde vas?

—¿Tú que crees? ¡A salvarlo!

—¿Pero cómo...? ¡Alex!

La latina salió del aula sin decirle nada más a Regulus. Lo sabía, sabia que Sirius (de algún modo) convenció a Severus a ir a la Casa de los Gritos a ver a Remus transformarse, pero nunca dijeron cuándo sucedió y porqué razón el Merodeador lo hizo. Ahora eso no importaba, debía llegar rápido a salvarlo.

—Dime que al menos tienes un plan

—¡Xóchitl!

Gracias a su conexión, la brije escuchó todo y sintió las emociones de su humana al recibir la noticia. Salieron de las mazmorras con cautela, no podían arriesgarse a que Filch o cualquier profesor y/o prefecto las encontraran.

Asegurada la vía libre, salieron del castillo, pero no eran las únicas; James Potter corría lo más rápido que podía debajo de la capa invisible a unos metros enfrente de ellas. Había revisado en el mapa que no hubiera moros en la costa para salir y una vez fuera lo guardó sin darse cuenta de que los puntos con los nombres de «Alejandra Macías»* y «Xóchitl»* salían de las mazmorras y lo seguían.

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Salir del castillo fue más difícil de lo que Severus creyó; bueno, salir a hurtadillas no era algo que estuviera acostumbrado hacer y por eso fue complicado, pero una vez afuera pudo caminar con calma por los terrenos hasta el Sauce Boxeador y sin ningún problema. Una voz en su mente seguía gritándole «Peligro» y quería regresar a su dormitorio e ignorar las palabras de Black. Pero la otra lo animaba a seguir su camino, siendo acompañado por las provocaciones de su némesis y la palabra «Cobarde» rondándole la cabeza. Él no era ningún cobarde y se lo probaría ese mujeriego: obtendría su evidencia de la licantropía de Lupin y regresaría a su dormitorio sin problemas. ¿Qué podía pasar?

Llegó al Sauce Boxeador. El árbol movía suavemente sus hojas y ramas a pesar de que no hacía viento, ahora tenía que inmovilizarlo; las palabras de Black aparecieron en su mente: tocar el pequeño nudo cerca de la base. Sacó su varita y conjuró Lumos. Pasó la luz por su alrededor y vio cerca del Sauce Boxeador una larga rama.

«Debe ser la que Lupin y sus amigos usan para pasar.»

Wingardium leviosa

La rama se elevó por los aires, Severus la dirigió hacia el nudo, lo tocó y de inmediato el Sauce Boxeador se quedó quieto, como si le hubiera lanzado el encantamiento de congelación. Se acercó con cautela al árbol comprobando que, en efecto, estaba inmovilizado. Rápidamente se acercó al hueco que había entre las raíces. Entró a gatas, metiendo primero la cabeza, y se deslizó por una rampa de tierra hasta la boca de un túnel de techo muy bajo.

Algo que Black no le advirtió (probablemente omitió ese "detalle" apropósito) era que el túnel era demasiado estrecho. El techo era muy bajo viéndose obligado a arrastrarse a cuatro patas. Severus entró, con la varita iluminada, temiendo encontrar algún obstáculo, pero no fue así. Avanzó en silencio; Severus mantenía la vista clavada en el oscilante rayo de la varita, que sujetaba con la mano muy fuerte. A partir de determinado punto, el túnel empezó a ascender y luego a serpentear.

Severus veía una tenue luz que penetraba por una pequeña abertura. Se detuvo jadeando, para coger aire. Avanzó con cautela hasta la abertura. Levantó la varita para ver lo que había al otro lado. Una habitación, muy desordenada y llena de polvo. El papel se despegaba de las paredes. El suelo estaba lleno de manchas. Todos los muebles estaban rotos, como si alguien los hubiera destrozado. Las ventanas estaban todas cegadas con maderas.

Severus salió por la abertura mirando a su alrededor. La habitación estaba desierta, pero a la derecha había una puerta abierta que daba a un vestíbulo en sombras. Miró a su alrededor encontrando varios muebles destrozados y con partes faltantes; estaba ante su primera evidencia: los rumores respecto a fantasmas lamentándose en la Casa de los Gritos eran en realidad aullidos de lobo acompañados de muebles siendo destrozados.

Y hablando de ruidos. En ese momento oyó un crujido en lo alto. Algo se había movido en la parte de arriba. Tan en silencio como pudo, entró en el vestíbulo y subió por la escalera, que se estaba desmoronando. Todo estaba cubierto por una gruesa e irregular capa de polvo, lo que significaba que, al menos una vez al mes, la Casa de los Gritos era utilizada.

Llegó hasta el oscuro descansillo.

Nox —susurró y se apagó la luz de la varita. No podía arriesgarse a que lo descubrieran.

Solamente había una puerta abierta. Al dirigirse despacio hacia ella, oyó  un movimiento al otro lado. Un suave gemido, y luego un feroz gruñido.

Sosteniendo la varita ante sí, Severus abrió la puerta lentamente y lo suficiente para ver el interior.

Remus Lupin estaba en el suelo, al lado de una magnifica cama con dosel y colgaduras polvorientas, retorciéndose entre quejidos y gruñidos. El chico se abrazaba a sí mismo tratando en vano de que el dolor que recorría su cuerpo aminorara. Severus oyó un terrible gruñido. La cabeza de Lupin se alargaba, igual que su cuerpo. Los hombros le sobresalían. El pelo le brotaba en el rostro y las manos, que se retorcían hasta convertirse en garras.

Severus estaba en shock desde la puerta, sabía como eran las transformaciones de los licántropos gracias a sus investigaciones, pero escucharlo... se le puso la piel de gallina el oír los gruñidos de Lupin.

El licántropo se incorporó lentamente, levantó la cabeza y olfateó el lugar. No detectaba el olor del ciervo, el perro y la rata sino que detectó un aroma desconocido, pero extrañamente familiar. El azabache se tensó al ver al hombre lobo olfatear. Con cautela se alejó de la puerta y regresó sobre sus pasos a las escaleras. Estaba cerca, solo un poco más...

Un fuerte chirrido se escuchó bajo sus pies. Severus miró al suelo y después hacia la puerta entreabierta. Vio unos feroces ojos amarillos mirándolo desde la puerta y el azabache sentía que no podía respirar. El hombre lobo aulló y salió de la habitación. Severus gritó y bajó las escaleras lo más rápido que pudo; debía regresar a la trampilla y salir de ahí antes de que...

Remus saltó desde lo alto de las escaleras aterrizando en los últimos peldaños. Severus se detuvo y retrocedió con lentitud sin apartar la mirada del lobo. El licántropo subió las escaleras con la vista fija en su presa, solo un poco más cerca...

—¡Snape!

El mencionado y el lobo voltearon hacia el origen de la voz. En la puerta de la habitación donde estaba la trampilla se encontraba James Potter respirando entrecortado a causa del cansancio. El hombro lobo olfateó, detectó el aroma del ciervo, pero este no estaba. Podría ser que ese humano le hubiera hecho algo, de ser así no lo dejaría irse tan fácilmente. Ignoró a Severus, bajó las escaleras y se volvió hacia el recién llegado.

—Potter ¿qué...?

—En cuanto veas una oportunidad sal de aquí —indicó James

—¿Estás loco? ¿Cómo vas a enfrentarte a un hombre lobo tú solo?

Remus se abalanzó sobre James.

—¡Ahora! ¡Vete!

Potter esquivó a tiempo de un salto el ataque del hombre lobo, pero en donde el chico aterrizo él ya no estaba sino un majestuoso ciervo rojo con una gran cornamenta. El hombre lobo se volvió hacia donde su presa cayó, pero de inmediato fue embestido por el ciervo llevándolo a otra habitación. Severus se quedó estático en las escaleras ¡¿James Potter era un animago?! Pero ¿cómo? ¿Desde cuándo? Un berreó lo sacó de sus pensamientos. El ciervo se le acercó corriendo, agarró la manga de su chamarra y tiró de esta con frenesí; Potter le estaba diciendo que se fuera.

Cornamenta bajó a Severus de las escaleras, se colocó tras él y, con cuidado, lo empujó con sus astas hasta la habitación donde estaba el túnel de regreso a Hogwarts.

—¡Deja de empujarme! ¡No iré a ninguna parte! —dijo el azabache al animal. Empujó con una mano el hocico del ciervo y lo encaró—. Solo viniste a hacerte el héroe porque el imbécil de Black te contó que vine aquí a descubrir el secreto de Lupin. Pero ¿qué crees? Esta vez...

Estaban un metro de la puerta cuando un aullido llamó la atención del humano y el animal. El ciervo vio correr hacia ellos al hombre lobo y lo detuvo con sus astas, pero el lobo empujaba a su rival con todas sus fuerzas haciendo que Severus, en vez de entrar a la habitación, se hiciera a un lado para evitar el ataque de los animales. El hombre lobo vio al chico, no tenía las fuerzas suficientes para derrotar al ciervo, necesitaba alimento y tenía carne fresca justo ahí. De un empujón se quitó a Cornamenta de encima y se abalanzó contra Severus. El chico retrocedió hasta que su espalda tocó la puerta y gritó. El licántropo cayó de bruces a medio metro de él. Humano y bestia miraron detrás de Lunático encontrándose a otro licántropo, pero este era extraño: los colores de su pelaje eran negro y azul en el hocico, del cuello hasta el vientre y parte de la cola, en los antebrazos tenía unos brazaletes dorados y un collar estilo Azteca del mismo color. Y sus ojos eran por completo blancos, sin pupilas.

La bestia extraña sujetaba la cola del otro licántropo, tiró de esta alejándolo por completo de Severus. El hombre lobo se volvió hacia la bestia y la atacó. La bestia colorida soltó al licántropo y se apartó de su ataque. Las bestias lobunas lucharon con ferocidad destrozando el vestíbulo. Cornamenta regresó al lugar y se detuvo de golpe al ver a Lunático contra un licántropo extraño. Los ignoró buscando a Severus encontrándolo agazapado contra la puerta. Se acercó al chico, lo tomó de la manga y tiró de esta para levantarlo, pero el azabache estaba congelado en su lugar con la mirada clavada en la lucha lobuna.

—¡Váyanse, rápido!

Esa voz... Severus salió de su estupefacción volviéndose hacia los licántropos, al igual que el ciervo. La bestia colorida sujetaba del cuello por detrás a Lunático y miraba (era la impresión que tenía ya que no tenía pupilas) fijamente al chico y al animal.

—¡No se queden ahí quietos! —gritó la bestia—. ¡LARGO!

—¿Metstli? —preguntó estupefacto Severus—. ¿Qué demonios...?

—¡Luego te explico! ¡Váyanse, YA! ¡Antes de que...!

Lunático por fin se liberó del agarre de Metstli y corrió hacia Severus y Cornamenta. El ciervo empujó a tiempo al chico del camino recibiendo él el ataque del licántropo. El impacto hizo que ambos animales atravesaran la puerta y salieran de la Casa de los Gritos.

—¿Por qué no me escuchas? —Severus se volvió hacia la inmensa loba que lo miraba molesta—. Te dije que te fueras ¿Por qué te quedaste ahí congelado? Olvídalo, ahora VE-TE —Metstli pasó junto a Severus

El chico vio a la loba salir de la casa y correr hacia la pelea a unos metros de la casa.

Cornamenta estaba malherido tendido en el suelo, Lunático se acercaba sigilosamente al pobre animal listo para darle el golpe final, pero algo lo embistió alejándolo del ciervo herido. La loba y el hombre lobo lucharon con todas sus fuerzas a diferencia de como lo hicieron en la Casa de los Gritos ya que en el exterior tenían más espacio. Cornamenta intento ponerse de pie, pero sus heridas eran graves por lo que cayó al suelo de nuevo regresando a su apariencia humana.

—¡Potter!

El Merodeador levantó la cabeza con dificultad y vio a Snape correr hacia él. El Slytherin se arrodilló a su lado mirándolo asustado.

—Oye... ¿estás... estás bien?

De inmediato Severus quiso golpearse la cabeza contra un árbol ¡por supuesto que Potter no estaba bien! Acababa de luchar contra un hombre lobo, transformado en un ciervo, y casi moría. James vio la expresión en el rostro de Snape y no pudo evitar reírse aunque paró en seguida a causa del dolor.

—Se nota que es tu primera vez en una situación peligrosa —comentó el de lentes

Severus miró molestó a su némesis e ignorando su estado lo golpeo en la cabeza.

—¡Esto no hubiera pasado si Black no me hubiera dicho que viniera a comprobar si Lupin era un monstruo lobuno o no!

—¡No vuelvas a llamar a Remus así! —explotó James. Ignorando el dolor se hincó enfrente de Snape y continuó—. Sí, es un hombre lobo ¡pero no es un monstruo! ¡EL HOMBRE LOBO QUE LO MORDIÓ CUANDO SOLO TENÍA CUATRO AÑOS LO ES! ¡Remus odia casa segundo de su existencia por su licantropía! No importa cuantas veces le digamos que no importa su "pequeño problema peludo", que él es un gran chico y cualquiera que lo quiera, a pesar de su condición, sería la persona más afortunada del mundo.

»Pero gracias a gente discriminatoria como tú, que piensan que todos los hombres lobo son bestias salvajes y que ya no los consideran humanos, es por lo que Remus cree que nunca podrá tener una vida normal, ni trabajar, ni mucho menos tener una familia.

»Y todavía te quejas de tu vida cuando hay gente que sufre peor que tú...

—¿En serio crees que tengo una buena vida? —ahora fue el turno de Severus de explotar—. Tal vez yo no sea un hombre lobo ¡pero eso no quiere decir que tenga una buena vida! ¡Desde que nací he vivido un infierno por culpa de un padre muggle que odia a la magia y por lo mismo a su familia! ¡HE SUFRIDO VIOLENCIA INTRAFAMILIAR DESDE QUE TENÍA TRES AÑOS, CUANDO HICE POR PRIMERA VEZ MAGIA ACCIDENTAL! Creí que cuando viniera a Hogwarts me alegaría de esa violencia, odio y tristeza para al fin ser feliz y sentir que tenía un hogar, un lugar al cual pertenecer ¡PERO SE ARRUINÓ GRACIAS A USTEDES! ¡ESCAPE DE UN INFIERNO PARA ENTRAR EN OTRO!

James estaba sin palabras, viendo a Severus respirar entrecortado a causa de los gritos. Es cierto que desde el día que se conocieron en el Expreso de Hogwarts él y Sirius habían tratando mal a Snape, pero solo porque él había dicho que iría a Slytherin y con el paso del tiempo fue por la fascinación de este por las Artes Oscuras y sus amistades que, además de ser familiares de mortífagos, estos planeaban unirse a Voldemort en cuanto se graduaran, pero nunca paso por sus cabezas la razón por la que Snape era así, dieron por hecho que se debía a su educación en casa.

—¡Oigan, chicos! —James y Severus se volvieron hacia Metstli, que inmovilizaba contra el suelo a Lunático, pero parecía que no resistiría por mucho tiempo—. ¿Los puedo interrumpir?

—¡Metstli! —llamó Severus

—¿Qué? ¿Es la loba de Jones? —preguntó estupefacto James

—Huida ahora. Explicación después —ordenó la loba

Severus se levantó, agarró del brazo a James ayudándolo a ponerse de pie. Pasó el brazo del Gryffindor sobre sus hombros y los dos regresaron a la Casa de los Gritos. Estaban a un metro de la puerta destrozada cuando alguien salió por esta.

—¡James! ¡Snape!

—¡Sirius!

El recién llegado miró a su hermano del alma y a su peor enemigo y después sobre las cabezas de ellos a Lupin luchando contra una bestia colorida. Sin pensarlo Sirius corrió hacia la pelea, en el camino transformándose en un gran perro negro del tamaño de un oso.

—¡Canuto, la loba que pelea contra Lunático es Metstli! —avisó James—. ¡Traten de noquear a Lunático y traerlo de vuelta!

El perro se detuvo y miró sorprendido a los humanos. De repente, un aullido lastimero se escucho detrás de él. Canuto volteó y vio a Lunático tendido en el suelo, exhausto y herido, y junto a él a la loba colorida, también con heridas, respirando entrecortadamente.

—Remus está agotado y herido, ahora sí podemos llevarlo adentro, atender sus heridas y dormirlo —dijo Metstli

Canuto fue hacia ellos y se hecho al suelo gruñendo y moviendo la cabeza varias veces de Remus a su lomo. La Guerrera Brije comprendió de inmediato el mensaje: que subiera a Lunático sobre su lomo. Con cuidado la loba subió al licántropo en el lomo de Canuto, se recargó en el perro y los tres caminaron hacia la Casa de los Gritos encontrándose en la puerta a James y Severus.

Todos entraron a la Casa de los Gritos y fueron a la habitación donde Remus se había transformado. Canuto y Metstli recostaron en la cama a Remus, que ya estaba dormido. La loba puso sus manos sobre el licántropo, estas brillaron y las pasó con delicadeza por las heridas. Terminada la curación la loba lo arropó con una manta, era mejor que cuando el chico despertara a la mañana siguiente estuviera cubierto al menos con eso.

En silencio la loba, el perro y los humanos salieron de la habitación. Bajaron a la habitación donde se encontraba el túnel del Sauce Boxeador. Canuto regresó a ser Sirius y se acercó rápido a su mejor amigo apartando de un empujó a Severus, quien seguían ayudando a James a mantener en pie.

—¿Cómo te sientes, James?

—Potter no estaría en esas condiciones sino hubieras provocado esto —dijo Severus

—¿Qué dijiste? —Sirius se volvió hacia el Slytherin, ambos fulminándose con la mirada

—Me escuchaste, Black. Potter vino aquí a salvar, no solo el pellejo de Lupin, sino el suyo, el de Pettigrew y tuyo. No quería que yo averiguara la verdad de sus escapadas nocturnas mensuales y vino a traerme de regreso. O también estaba en esto, pero al ver que tu "bromista", la cual seguramente era asustarme para que no revele nada, salió muy mal porque Lupin casi me atacó...

—¿Es en serio, Snape? —interrumpió James—. Acabo de salvar tu trasero y aun así piensas que quería hacerte daño

—¡Cómo si los últimos cuatro años no lo hubieran hecho!

—Eres un...

—¡Cállense!

Los tres chicos miraron asustados a la loba colorida. Una luz azul la envolvió, su estatura descendió, se dividió en dos y en su lugar (la luz desapareció) estaban...

—¡¿Alex?!/¡¿Jones?! ¡¿Metstli?!

Lo único que se oía en la habitación eran los balbuceos de los chicos señalando a la chica y la loba. Metstli bufó y Alex puso los ojos en blanco. Esperaban nunca tener que revelar ese importante secreto de su país, pero gracias a esos idiotas ahora debían hacerlo.

Alex se acercó a ellos y golpeó a cada uno en la cabeza para "destrabarlos".

—¿Por qué hiciste eso? —preguntó desconcertado Severus, sobándose la cabeza

—Jones ¿qué rayos está pasando? —preguntó Sirius—. ¿Cómo fue que tú y tu mascota...?

—En este momento es mejor que te mantengas con la boca cerrada, Black —amenazó Alex

—Jones —la chica se vio hacia James, el chico (a pesar de estar herido) actuaba con cautela hacia ella. Al ser la prima de Lily significaba que ambas tenían el mismo mal temperamento y no estaba de humor (ni en condición) para soportarla—. ¿Podrías explicarnos qué fue lo que pasó entre Metstli y tú? ¿Por favor?

—Yo también quisiera saberlo

La loba y los adolescentes se tensaron al escuchar esa voz. Ay no... no podía ser cierto. Temblando los cuatro miraron hacia la trampilla y creyeron que se desmayarían en cuanto vieron al recién llegado.

—Profesor Dumbledore

«No nos cayó el chahuistle... ¡nos llevó con él al infierno!»

Ni siquiera en su época Alex había tenido miedo a quebrantar las reglas por meterse en una letal aventura. Severus no sabía qué hacer o decir, es cierto que el director le había llamado la atención varías ocasiones por sus pleitos con los Merodeadores, pero esto era peor. En cuanto a James y Sirius, ellos también estaban asustados; ellos, junto con Remus y Peter, iban a parar varias veces al día a la oficina del director por sus bromas, pero esto no era ningún juego y les preocupaba que Dumbledore se enfada con Remus creyendo que el chico les reveló su condición y tomaron a la ligera semejante situación.

Dumbledore examinaba a cada uno de sus estudiantes y a la loba, provocando que estos se sintieran incómodos ante la penetrante mirada azul del anciano director, como su intentara ver sus almas. Dumbledore se hizo a un lado y les señaló la trampilla. Todos de inmediato entendieron la orden del director de salir de la Casa de los Gritos y dirigirse a su oficina.

Estaban en un problema gordo y no sabían (ni querían saber) las consecuencias que les traerían su... aventura de esa noche.

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*Que los nombres reales de Alex y Xóchitl aparezcan en el Mapa del Merodeador es porque, como recordaran en el cuarto libro, NADA puede ocultarse al mapa. Cuando Barty Crouch Jr. se hizo pasar por Ojoloco Moody aparecía su nombre real y nunca el del auror. Por lo mismo, los nombres de ellas también lo hacen.

Este detalle tal vez podría tener un impacto en la trama.

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