Junta de la Ley Mágica, Wizengamot
Lucius Malfoy se encontraba en la sala de estar de la Mansión Malfoy mirando con enfado la carta que se encontraba en las llamas de la chimenea, pero no se consumía (supuso que por un hechizo). Dicha carta era una denuncia en su contra realizado por Eileen Prince, recién nombrada nueva cabeza de la familia, por el intento de agresión sexual hacia la menor de edad Alexandra Jones y le solicitaban que se presentara el próximo jueves y a primera hora en el Ministerio de Magia para el juicio.
¡Esa maldita Sangre Sucia y desgraciado Mestizo! Lucius sabía que la madre de Snape era la última del largo y respetado linaje de Sangre Pura de la prestigiosa familia Prince, así que el mocoso fue a llorarle a su mami sobre lo ocurrido a su amiguita Sangre Sucia y con eso decidió reclamar sus derechos familiares. Bueno, dos pueden jugar a ver qué familia Sangre Pura tiene más poder. Había sido acusado de crímenes iguales o menos malos que ese, fácilmente podría librarse de esta también. Con ese exceso de confianza ordenó a Dobby, que acaba de entrar a dejarle una copa de vino de elfo, que metiera la mano y sacara la carta del fuego. El elfo, sin tener más opción que obedecer y tragándose el miedo, así lo hizo y rápidamente dejó la carta junto a la copa de vino y se retiró de ahí casi corriendo. Lucius vio a la desagradable criatura y después a la carta esta con una sonrisa sádica; imaginaba las caras de desconcierto y decepción al ver que sus "falsas acusaciones" fueron desbaratadas.
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Alex y Metstli se dirigían a la oficina de Dumbledore para su traslado al Hospital San Mungo de Enfermedades y Heridas Mágicas; la loba se quería en Hogwarts bajo el cuidado de Lily ya que el hospital prohibía el acceso a animales, aun siendo mágicos, pero iría a despedirse de su humana. Su prima, Severus, Regulus y Tex se despidieron de Alex antes del desayuno; el azabache trató de saltarse la primera clase para acompañarla, pero sus amigos le recordaron que al ser prefecto no podía hacer eso, era un mal ejemplo para los alumnos menores, además de que apenas regresaba al castillo de su suspensión y lo que menos debería hacer era meterse en más problemas. Alex se sonrojó ante la insistencia de Severus de cuidarla y recordó su actuar el día anterior cuando abrazó a Tex y este la abrazó por la cintura; si sus sospechas eran correctas respecto a que el chico empezaba a enamorarse de ella entonces tendría que actuar rápido para evitar que esos sentimientos continuaran creciendo y matar los que se estaban formando.
—Sigue pareciéndome loco que Snape sienta algo por alguien —comentó la brije—. Pero creo que esta es la prueba de que los milagros existen, lo imposible se vuelve posible, como le quieras decir —Metstli esperaba el regaño de Alex, pero este nunca llegó. Se volvió hacia ella y la vio cabizbaja—. Ahorita que lleguemos con Dumbledore le preguntamos qué podemos hacer, porque se está volviendo peligroso el acercamiento con los demás
—Lo sé —respondió la castaña sin ánimos—. Y por nuestra cuenta investigaremos sobre la familia materna de Tex para así saber mi parentesco con ellos y Voldemort
Llegaron a la gárgola, dijeron la contraseña y subieron a la oficina del director. Tocaron la puerta y escucharon un «adelante». Entraron encontrándose que Dumbledore no estaba solo, sino que lo acompañaban McGonagall, Slughorn y una bruja de aspecto maternal vistiendo una túnica de color verde lima con el emblema de una varita mágica y un hueso cruzados cosido en el pecho.
—Srta. Jones, buenos días —saludó el viejo director
—Buenos días —respondió Alex acercándose a los adultos—. Entonces ¿iremos por la Red Flu?
—Así es, corderito —confirmó la desconocida—. Soy la sanadora Miriam Strout
«¿Corderito? ¿Qué edad piensa que tienes? ¿Cinco?»
«Xóchitl, cállate»
—Mucho gusto. Yo soy...
—Alexandra Jones —interrumpió la sanadora Strout. Se acercó a Alex y la abrazó sin más, sobre el hombro de la mujer la castaña miró confundida a los adultos. Dumbledore sonrió y McGonagall se encogió de hombros al igual que Slughorn. La sanadora se apartó sujetando a la joven de los hombros—. ¡Pobre criatura! ¿Cómo es posible que alguien tan linda y adorable como tú sufra algo así? —al hablar Strout pellizcó las mejillas de Alex haciendo que la chica se incomodara por el trato infantil que la mujer le estaba dando. Tampoco ayudaba que su brije estuviera aguantándose la risa.
—Miriam, creo que ya deberíamos llevar a la Srta. Jones a San Mungo —dijo el director
—¡Oh, cierto! —exclamó la sanadora liberando las mejillas de Alex—. Entre más pronto lleguemos y te ayudemos, más pronto olvidaras ese horrible suceso
—No creo que lo que Lucius Malfoy me hizo se pueda olvidar fácilmente, pero al menos podré superarlo y seguir adelante —dijo Alex
—¡Oh! ¡Eres una jovencita tan fuerte y madura! —chillo Strout pellizcando de nuevo las mejillas de Alex
«¡¿Me las quiere arrancar o qué?!»
«Ni idea. Pero agradece que son los cachetes de la cara.»
«Xóchitl. De nuevo, cállate.»
Dumbledore le recordó de nuevo a la sanadora el asunto que la trajo a Hogwarts por lo que la mujer soltó las mejillas de Alex de nuevo (que empezaban a dolerle) y todos se fueron al hospital San Mungo por Red Flu y Metstli salió del despacho. En el hospital, cerca de la recepción, los recibió una bruja bajita, rechoncha, con cara de sapo... Alex de inmediato la reconoció y sintió que se desmayaría en cualquier momento.
«¡Por favor dime que es una maldita broma!» exclamó Xóchitl en la mente de su humana
«Desafortunadamente no»
Dolores Umbridge se encontraba en San Mungo y su apariencia no había cambiado en nada: cara ancha y fofa, poco cuello y una boca muy ancha y flácida. Ojos grandes, redondo y un poco saltones. Cabello corto y rizado con su lazo de terciopelo negro y vestida de color rosa de pies a cabeza.
—Madame Umbridge, que sorpresa verla aquí —dijo Dumbledore
—Buenos días, profesor Dumbledore —saludó la mujer—. Profesora McGonagall. Profesor Slughorn. Y esta debe ser la señorita Alexandra Jones
La castaña estaba demasiado pálida; de todos los funcionarios del Ministerio de Magia ¿por qué tenía que encontrarse con la Cara de Sapo?
—Bu... buenos días —saludó como pudo Alex. Recordaba perfectamente el mal carácter de la mujer y lo mejor sería no provocarla en el pasado.
«Seguramente me recuerda y eso explicaría porque en mi época me trata así.»
«No puedes estar segura de eso. De ser así hubiera hecho alguna mención, ese trato era por intentar decir la verdad sobre Voldemort.»
«Eso sí.»
—¡Oh, pobre criatura! —chilló Umbridge en un tono infantil que le provocó escalofrío a Alex, además de darse cuenta de la falsa preocupación de la mujer—. Sé que esta asustada y confundida...
—¿Por qué cree que esté confundida la Srta. Jones, Madame Umbridge? —preguntó McGonagall. La latina notó el tono de enfado de la subdirectora
«Esto se pondrá feo, como en mi época.»
—Se ve perdida en el hospital, además de que después de ese horrible incidente traumático que altero su mente
—Repito ¿por qué dice eso?
—¿Qué no obvio? ¡Acusar de una agresión así a una persona de gran importancia como Lucius Malfoy!
«Ya salió el peine*»
—Madame Umbridge —dijo Dumbledore—. La Srta. Jones no está confundida. Mis colegas y yo llegamos al lugar y vimos claramente al señor Lucius Malfoy agredir a nuestra estudiante. No obstante, aquí no es el lugar ni el momento para hablar del caso, estamos aquí para que la Srta. Jones reciba atención médica y psicológica
—Claro, claro —respondió Umbridge—. Me alegra decirle que yo misma le asigne...
—Eileen Prince ya habló con la sanadora Miriam Strout y ella será quien atienda a Alexandra Jones
—¿Eileen Prince? —Alex sonrió con disimulo al ver a la Cara de Sapo ponerse extremadamente pálida y el miedo reflejado en su rostro. Al parecer la familia Prince era más importante que la Malfoy—. Pero ¿cómo es que una hija de muggles...?
—La Srta. Jones es la mejor amiga de Severus Snape, hijo de Eileen Prince —respondió orgulloso Slughorn—. ¡Y ambos son los alumnos más brillantes de la casa Slytherin!
—¡¿Qué dice?! ¡¿Una impura...?!
—¿Algún problema, Madame Umbridge? —preguntó desafiante McGonagall
—No, claro que no
«Sí, esto se puso tan intenso como en mi época. O podría decirse que más.»
La sanadora Strout se dio cuenta de que la situación se estaba tensando, así que intervino diciendo que llevaría a Alex a la Sala de Pacientes para su revisión a lo que los profesores agradecieron de antemano a la sanadora por su atención; McGonagall las acompañó mientras que Dumbledore y Slughorn se quedaron en la recepción conversando con Umbridge.
—Lamento mucho eso, Jones —se disculpó la subdirectora en cuanto perdieron de vista la recepción—. Aunque siendo honesta no esperaba ver a Dolores Umbridge aquí; Dumbledore fue notificado que en el hospital encontraríamos a un funcionario del ministerio que podría estar a cargo del caso contra Lucius Malfoy, pero nunca me imaginé que sería la Subsecretaría de la ministra de Magia, sin mencionar que no me esperaba que adulara tanto al Sr. Malfoy
—Eso solo indica que ella es de las personas que solo les importa el estatus de sangre y la gente con poder—comentó Alex
—Y eso que siempre alega de firme lealtad al ministerio y siendo Malfoy...
—Disculpen la interrupción, pero llegamos —dijo la sanadora Strout
Alex y McGonagall guardaron silencio y entraron a la sala, la cual era un consultorio médico.
«O deberías decir "sanación".»
«Xóchitl, sino quieres que me internen aquí de manera permanente por "demencia" ¡ya deja de meterte en mi mente!»
«Perdón» y la brije terminó la conexión
—Bueno, creo que esto sería todo de mi parte —dijo la subdirectora al ver que su estudiante estaba en buenas manos—. Recupérese pronto, Jones. Sus tíos vendrán pronto a visitarla en compañía de la Sra. Prince.
—¿Mis amigos?
—Me temo que será más complicado en especial para la Srta. Evans y el joven Snape ya que están cerca los T.I.M.O.'s. Y respecto al joven Regulus se necesitaría la autorización de sus padres. Puede que el joven Kogane venga a verla, pero también necesitará autorización de su familia.
—Está bien
Alex mentiría si dijera que no le dolía el no poder ver a sus amigos, pero lo entendía por lo que no dijo nada más. La profesora posó su mano sobre el hombro de su alumna en un gesto de ánimo.
—No estará mucho tiempo aquí, así que tenga paciencia.
—Lo sé
—Nos vemos, Jones
McGonagall se despidió de Strout y salió del consultorio. La sanadora le pidió a Alex que se colocará un pijama que estaba sobre la cama y se recostara en esta. La revisión fue más compleja y larga que la realizada por Madame Pomfrey, pero era de esperarse ya que estaba en un hospital y no en la enfermería escolar. Strout sonrió complacida ante las atenciones de la sanadora de Hogwarts por lo que para el final del día Alex ya tenía un chequeo completo de su salud física. La sanadora estaba anotando el diagnóstico cuando tocaron a la puerta y ella dio permiso para entrar.
—¿Cómo se encuentra nuestra linda sobrina? —preguntó a modo de saludo la Sra. Evans entrando al consultorio
—Su sobrina está en perfecto estado físico —respondió con una gran sonrisa la sanadora Strout—. Mañana empezaremos con el tratamiento psicológico
—Entonces ¿mi sobrina...? —preguntó el Sr. Evans entre aliviado y preocupado
—La salvaron justo a tiempo
El matrimonio muggle se abrazó felices ante la noticia. Eileen igualmente estaba feliz y orgullosa de su hijo. La sanadora recogió sus papeles y salió del cuarto dándole privacidad a la familia. Deborah y Eileen se sentaron a cada lado de la cama y Jake se quedó parado junto a la puerta.
—¿El Sr. Rickman y la Srta. Horton no pudieron venir? —preguntó la latina al ver que el actor y su pareja no estaban
—Pensaron que lo mejor era que solo la familia viniera a verte, querida —contestó su tía—. Leen tuvo la gentileza de traernos porque, honestamente, nosotros solos nunca hubiéramos podido llegar y mucho menos entrar. Eileen quiso esperar afuera, pero le dijimos que también entrara a verte
—Muchas gracias por todo, Sra. Eileen
—La que debería darte las gracias soy yo, querida. Y lo sabes
Alex sonrió a la madre de Severus a pesar de que en su interior se sentía culpable porque las consecuencias que trajo su intervención al pasado. Tocaron de nuevo a la puerta, el Sr. Evans abrió dejando pasar al director de Hogwarts.
—Profesor Dumbledore ¿todo está bien? —preguntó Eileen poniéndose de pie
—Sí, dentro de lo que cabe. Después de dejar a la Srta. Jones tuve que ir al ministerio a una reunión del Wizengamot...
—¿Wizengamot? —preguntó curioso el Sr. Evans, ganándose un regaño de su esposa por interrumpir al director
—No se preocupe, Sra. Evans —tranquilizó Dumbledore. Luego se volvió hacia el muggle—. El Wizengamot, también conocido como la Junta de la Ley Mágica, es el más alto tribunal mágico de Gran Bretaña. Se encarga de los que violen la ley mágica.
—Interesante nombre
—¿Qué dijeron respecto al caso contra Lucius Malfoy? —preguntó Eileen Prince
—Pues, como sospechamos, Lucius soborno a varios magos y brujas para hablar a su favor —Eileen iba a decir algo, pero el viejo director le pidió silencio con un gesto de la mano a lo que ella accedió—. Sin embargo, cuando Lucius se fue les dije a esos colegas que quien hacía la demanda contra él era nada más y nada menos que la recién nombrada cabeza de la familia Prince. Todos se sorprendieron y asustaron a partes iguales, provocando que naciera la duda entre ellos respecto a apoyar a Lucius o no y hacer el juicio como se debe. Lo más probable es que hagan lo segundo
—Realmente eres importante ahora, Eileen —comentó impresionada Deborah—. Gracias al cielo el momento en que Lily y Severus se conocieron
—Y a Alex —añadió la bruja
Siguieron hablando hasta que la sanadora Strout regresó y anunció triste que la hora de visita había terminado. Eileen y los Evans se despidieron de Alex y Dumbledore prometiéndole a la adolescente visitarla al día siguiente lo más pronto posible; los tres se retiraron dejando a solas a alumna y director. Strout le dijo al profesor Dumbledore que también debía retirarse, pero el viejo director le pidió unos minutos más ya que era importante a lo que la sanadora le dio cinco minutos y se retiró.
—¿Se siente mejor gracias a todo el cariño que sus familiares y amigos le han dado? —preguntó Dumbledore sentándose en la silla junto a la cama
—Sí. Gracias, profesor —respondió Alex con una sonrisa triste
—No obstante, hay algo que le preocupa y no tiene nada que ver con el caso de Lucius ¿cierto?
Alex miró sus manos por un momento antes de volverse hacia el director.
—Me siento culpable y por lo mismo estoy preocupada
—¿Por qué? Usted no ha hecho nada malo. ¡Al contrario! Ha hecho cosas buenas desde que llegó...
—¡Ese es el problema! ¡Mi llegada ha alterado el curso de las cosas!
—¿Qué quiere decir?
—No puedo decirle, profesor. Ya he perjudicado el pasado con mis acciones y lo empeoraré diciéndole cosas del futuro. Necesito que me diga cómo va todo para que regrese a mi época, no puedo seguir por más tiempo aquí, estoy arruinando todo aun siendo para bien ¡porque no debería de pasar! ¡No debería alterar el pasado!
Dumbledore escuchaba a su angustiada alumna en silencio. Él también conocía los riesgos al permitir que alguien del futuro interactuara con personas del pasado, pero dejo que ocurriera ya que algunos de sus estudiantes estaban siendo arrastrados al lado tenebroso y no sabía cómo evitarlo sin interferir directamente, así que cuando Alex y Xóchitl aparecieron el viejo director lo vio como una gran oportunidad.
—Comprendo que esto es difícil ya que pone en peligro su presente...
—¡Por supuesto que pone en peligro mi presente! Quien sabe que pasara ahora que... ¡Agh!
La castaña se percató a tiempo de que estuvo a punto de revelar algo del futuro. Dumbledore suspiró; necesitaba calmar a la joven y hacerla ver que su intervención no era tan mala como ella pensaba, aunque no tenía modo de probarlo.
—Alejandra —la latina miró de reojo a Dumbledore. Se había acostumbrado tanto a que le dijeran Alex que comenzaba a olvidar su verdadero nombre—. Creo que los muggles tienen un dicho que dice «las cosas pasan por algo», y una prueba de ello es que te convirtieran en una viajera el tiempo, involuntaria claro está, por lo que tu viaje a esta época debió ser por algo. No te preocupes por los cambios que se están haciendo por tu intervención, puede que sean para bien y cuando regreses todo estará mejor de como lo dejaste
A la latina le parecieron bonitas las palabras del viejo director, pero aún no estaba segura de que, realmente, su intromisión en el pasado fuera buena. Dumbledore vio las dudas de su alumna, las cuales no eran para menos; necesitaba pensar en algo que le hiciera ver que su presencia en ese tiempo no era mala.
—Debo añadir que el encontrarse aquí también es beneficioso para usted
—¿Por qué lo dice?
—Descubrió que tiene un bloqueo mágico y que la identidad con la que ha crecido no es la verdadera. Podrá descubrir quién es en verdad
Eso Alex debía admitir que era lo único bueno en todo esto. Ya sabía que era nieta de Voldemort, pero de ahí no estaba segura de quienes eran sus familiares, incluso haciéndola dudar que sus padres no fueran sus padres biológicos. De ser eso cierto ¿Quiénes eran? Una opción era precisamente Tex Kogane.
Bueno, las dudas sobre su vida familiar la búsqueda de su identidad podía seguir esperando; ahora el problema principal era dejar de meter la pata en el pasado y resolver lo de Lucius Malfoy.
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En Hogwarts, como se temía, se corrió la voz de la agresión del aristócrata Lucius Malfoy contra la estudiante de Slytherin Alexandra Jones. Tres de las cuatro casas estaban en shock y maldecían al rubio por hacerle algo así a una menor de edad, además de preguntarse cómo fue que pudo entrar sin que Dumbledore o cualquiera de los profesores lo notara. La única casa que parecía estar del lado del aristócrata (y no era ninguna sorpresa) eran los de Slytherin alegando que debió ser un malentendido y que Jones solo exageraba las cosas.
—No puedo creerlo —murmuró enfadado Sirius en la mesa de Gryffindor mirando con odio la mesa de las serpientes—. Es su compañera de casa y no son capaces de defenderla siquiera
—Es la desventaja de que Alex sea hija de muggles —comentó Remus—. De ser Sangre Pura o al menos mestiza las cosas serían diferentes
—¿Y luego se preguntan por qué odian esa casa? —preguntó irónico James—. Solo espero que ese oxigenado no se salga con la suya
—Ten por seguro que eso no ocurrirá, Potter
Los Merodeadores miraron detrás de ellos y al de lentes le apareció un brillo en sus ojos al ver quien era.
—Evans
Remus puso los ojos en blanco al ver que su amigo volvía a irse a las nubes. Sirius se levantó y encaró a la pelirroja.
—¿Cómo estás tan seguirá, Evans?
Como respuesta, Lily le entregó un ejemplar de El Profeta. Sirius lo tomó y vio en primera plana el titular «Nueva cabeza de la Familia Prince» y debajo de esta la fotografía de una mujer que, por alguna extraña razón, le recordaba a alguien.
James y Remus miraron sobre los hombros de Sirius el periódico.
—Un momento ¿familia Prince? —el de lentes tomó el periódico para verlo mejor, creyendo que había leído mal—. Eso es imposible. Mis padres me dijeron que el apellido Prince estaba extinto con la muerte de Lord Prince ya que el anciano no tenía descendientes...
—Descendientes masculinos —aclaró Lily—. Se sabe que tuvo una hija y es precisamente la mujer de la fotografía
—¿Y desde cuando estas al corriente de las familias de Sangre Pura, Evans? —preguntó Sirius con una ceja arqueada—. Creí que odiabas esos temas
—Sí lo hago. Pero ella fue la única que logro hacer que el ministerio tomara enserio el caso de Alex y por ende ya está en proceso
—¡¿Qué?!
Los Merodeadores pusieron más atención al periódico descubriendo que, efectivamente, Eileen Prince denunció a Lucius Malfoy por agresión sexual a una de las mejores amigas de su hijo. Antes de que alguno de ellos preguntara quién era su hijo, Remus soltó un jadeo y señaló en El Profeta un nombre que nunca se imaginaron ver ahí: Severus Snape. James y Sirius gritaron de asombró y prestaron más atención al artículo confirmando que Eileen Prince era la madre de Quejicus.
Lily estaba disfrutando de las reacciones de Potter y Black ante el artículo, esperaba que eso fuera suficiente para que dejaran a su hermano en paz de una buena vez. Los vio pasmados y boqueando como pez fuera del agua, les quitó el periódico y al fin los tres reaccionaron.
—¡¿Cómo es posible que Quejicus sea...?!
—¿Que yo sea qué, Potter?
Los Gryffindors miraron sobre el hombro de Lily encontrándose con la persona que menos querían ver en ese momento. ¿Hacía cuánto tiempo que estaba ahí? Nunca lo vieron cuando la pelirroja apareció. El primero en reaccionar fue Sirius y encaró a Snape.
—No creas que solo porque tu mami revivió una de las familias más importantes del mundo mágico te hace especial, Quejicus
—Lo dice el que todo el tiempo deshonra su apellido actuando como un imbécil inmaduro mujeriego —el ojigris iba a abalanzársele, pero sus amigos lo agarraron de los brazos deteniéndolo a tiempo—. Y para tu información, mi madre no está haciendo esto por lucirse. Alex es muy importante para nosotros y por eso hará todo lo que esté a su alcance para que Lucius pague por lo que le hizo.
Sirius se soltó del agarre de sus amigos y miró desafiante a su némesis. Odiaba admitirlo, pero esa era una buena jugada; la familia Prince era una de las más importantes y respetadas del mundo mágico ya que, desde la época medieval, formaron parte de la realeza y una prueba de eso era el apellido. Eso tenía que ser más que suficiente para que Malfoy recibiera su merecido.
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Por fin llegó el día del juicio contra Lucius Malfoy. El rubio llegó al Ministerio de Magia demasiado confiado de que saldría limpio de esas "infames acusaciones" aun viniendo de la familia Prince; tal vez era la más antigua de todas las familias Sangre Pura, pero con la reputación que se ganó Eileen Prince al desposarse con un muggle bueno para nada no había posibilidad de que ganaran. Vio en las puertas del tribunal a Prince, Snape, los dos squibs y la Sangre Sucia acompañada de sus familiares muggles.
—Que desconsiderados son —los presentes se volvieron hacia Lucius—. Ensuciando los pasillos del ministerio con sus inmundas presencias
En cuanto Alex vio al rubio se estremeció y a su mente vinieron las imágenes de ese horrible día. Severus sintió la sangre hervir y estaba por sacar su varita, pero se percató de que la castaña temblaba por lo que se la abrazó bloqueando su vista del oxigenado. En cambio, los adultos fulminaron con la mirada al recién llegado.
—¿Por qué dice eso, Malfoy? —preguntó Jake, respetuoso, pero frío
Lucius Malfoy lo ignoró. No perdería su tiempo hablando con un muggle.
—Lo que dijo es con respecto a los estatutos de sangre de cada uno —explicó Severus. Al ver la confusión en el rostro de los Evans, continuó—: En el mundo de la magia existe el Estatuto de Sangre. Y estos se dividen en...
—No deberías hablarles a unos muggles sobre el mundo mágico. —intervino Malfoy—. Estas violando el Estatuto Internacional del Secreto Mágico
—Su hija y su sobrina son brujas, por lo tanto, tienen derecho a saberlo.
—Como sea. Solo espero que haya otra entrada a la sala del tribunal porque no pienso pisar por donde lo hicieron los squib, la Sangre Su...
—Sr. Malfoy, le pido de la manera más atenta que no use ese lenguaje. —Albus Dumbledore salía de la sala del tribunal usando una túnica color morado con una ornamentada «W» de plata en el lado izquierdo del pecho. El rubio fulminó con la mirada al jefe de Magos del Wizengamot, la cual el anciano ignoró—. El juicio dará inicio. Pasen, por favor. Y solo hay una entrada
Enfadado, Lucius pasó junto a la comitiva sin disimular su asco y desprecio al tener que pasar al lado de muggles e impuros.
—¿Cuál es su problema? —preguntó sin dirigirse a alguien en específico el Sr. Evans
—Lo que pasa es que los Malfoy son una familia con un largo linaje de magos y brujas, que nunca se han relacionado con muggles (amistad y/o amor) y consideran a los squib (magos y brujas nacidos de familias mágicas, pero sin poderes mágicos), mestizos e hijos de muggles como seres inferiores. Y a los muggles como meros animales —explicó Eileen
—Eso suena a la aristocracia de la Edad Media —opinó la Sra. Evans
—Básicamente
—Y supongo que por eso ese tipo cree que podrá salir impune de lo que le hizo a mi sobrina —dijo Jake—. Creí que porque era adinerado
—También por eso —añadió la Prince—. Dejemos esa molesta conversación, está por comenzar el juicio.
Entraron a la sala del tribunal número diez y los Evans, junto con Alex y Severus, no pudieron contener un grito de asombro. Era una enorme mazmorra; las paredes eran de piedra oscura, las antorchas apenas las iluminaban. Había gradas vacías a ambos lados, pero enfrente, en los bancos más altos, había muchas figuras entre sombras, las cuales estaban hablando en voz baja, pero cuando la gruesa puerta se cerró detrás de ellos se hizo un tremendo silencio.
Eran cincuenta personas que llevaban la misma túnica que Dumbledore. Hablando del anciano, este se encontraba sentado en la primera fila, a su derecha se encontraba la ministra de Magia, Millicent Bagnold, y a su izquierda Amelia Susan Bones. El viejo director les pidió a todos que tomarán asiento en las gradas a excepción de Lucius a quien le dijo que se sentara en la silla _____ y así lo hizo, dando comienzo al juicio.
Lucius, Alex y Severus fueron llamados uno por uno para dar su testimonio. Como los adolescentes imaginaron el rubio mintió descaradamente respecto a lo ocurrido, alegando que solo era un malentendido, que solo había hablado con Jones para que convenciera a Snape de unirse a él en sus negocios. Sin embargo, después de las respectivas declaraciones, Dumbledore pidió a dos aurores que trajeran tres botellas de Veritaserum; Lucius conocía bien ese protocolo, por lo que pudo preverlo y traer un antídoto para la poción de la verdad; se la tomaría fingiendo que era medicinal. Sin embargo, al meter la mano en el bolsillo de su levita no encontró la botella y palideció. La había guardado antes de salir ¿dónde...?
—¿Buscas esto, Malfoy?
El rubio se volvió hacia Snape y lo fulminó con la mirada al ver al mocoso mestizo mostrándole su frasco con el antídoto contra la poción de la verdad. ¿Cómo fue que...? El azabache llamó a uno de los aurores, le entregó la botella y delató a Lucius de que trató de evadir el Veritaserum. El auror recibió el antídoto y se encargó él mismo del rubio asegurándose de que bebiera las tres gotas del Veritaserum.
Interrogaron de nuevo a los tres; con los testimonios (sin y con poción) Dumbledore silencio la parte de las mazmorras donde se encontraba el Wizengamot y todos los magos y brujas del tribunal conversaron para dar su veredicto. Lucius fulminaba a los magos y brujas que sobornó para que lo sacaran de este deshonroso desastre. Dumbledore quitó el hechizo silenciador y se aclaró la garganta; anunció a Malfoy culpable y dicto como sentencia de veinte a cincuenta años en Azkaban. Sin embargo, los miembros del Wizengamot sobornados se opusieron argumentando que era demasiado para un caso menor...
—¡¿Caso menor?!
Severus se levantó de su asiento llamando la atención de todos. Algunos magos del jurado se atemorizaron al ver la expresión fría y oscura del adolescente; nunca habían visto una mirada tan gélida en un adulto y mucho menos en un niño.
—Jovencito —una de las brujas del Wizengamot se inclinó sobre su asiento y Alex palideció al ver que se trataba de Umbridge—. Compórtense, se encuentra ante la Junta de la Ley Mágica. Debe mostrar respeto y no hablar fuera de lugar
—Siento mucho la reacción de mi hijo —dijo Eileen, poniéndose de pie—. Pero estoy de acuerdo con él. Y creo que los presentes, que no fueron sobornados por el Sr. Malfoy, tienen la misma opinión
La mitad del jurado se removió incómodos en sus lugares desviando la mirada. Dumbledore prestó atención a esos magos y brujas, hablaría seriamente con ellos, aunque eso no garantizaría que conservarían su puesto en el Wizengamot. Pidió orden y habló a todos.
—Madame Umbridge, tome asiento, por favor —la mujer obedeció mirando mal al viejo jefe de magos—. Madame Prince y joven Snape, ustedes también por favor —madre e hijo obedecieron—. Aunque no fue correcto el modo de hablar del joven Snape, tiene razón. Este caso no es menor; fue una agresión sexual a una menor de edad en los pasillos del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, y recalcemos que el Sr. Malfoy entró sin autorización a la escuela.
»Envista de que hay desacuerdo con la condena en Azkaban, la sentencia será cambiada. Por favor, joven Snape, no me interrumpa o tendré que echarlo de la sala —el azabache se cruzó de brazos refunfuñando. Alex puso una mano sobre su brazo y bastó para que el chico se tranquilizara—. Lucius Malfoy, será sentenciado a arresto domiciliario y no podrá acercarse al Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería por...
—Hasta que el Sr. Malfoy tenga un heredero —interrumpió Umbridge. Todos los presentes miraron sorprendidos y confundidos a la Cara de Sapo, quien solo sonrió de manera infantil—. Todos están al corriente que en cuanto la Srta. Narcisa Black se gradué de Hogwarts se casará con el Sr. Malfoy y esta familia siempre ha tenido, al menos, un hijo. Y lo más seguro es que ese niño irá a Hogwarts, por lo que no me parece justo que Lucius siga encerrado en la Mansión Malfoy.
Los magos y brujas del Wizengamot murmuraron entre ellos. Dumbledore suspiró pellizcándose el puente de la nariz teniendo cuidado de no tirar sus lentes de medialuna. El anciano estaba seguro de que el rubio no sobornó a Madame Umbridge, sino que ella lo defendía por voluntad propia y eso podía deberse a que ella era de las personas que creían en la supremacía de sangre y querían quedar bien con las familias más poderosas e influyentes del mundo mágico.
Por fin la sala quedó en silencio, así que Dumbledore procedió a hacer los votos: Enviar a Lucius Malfoy a Azkaban o Arresto Domiciliario hasta que tuviera un hijo y este fuera a Hogwarts.
Para desconcierto de todos, excepto de Alex obviamente, la mayoría del Wizengamot votó por el arresto domiciliario. Al menos en el tiempo que siguiera en el pasado la latina estaría tranquila, aunque pensándolo bien el hecho de que el rubio oxigenado estuviera confinado a su mansión no garantizaba que estuviera por completo a salvo ya que había más mortífagos por ahí.
Severus estaba molesto por la mediocre condena que le dieron a Malfoy; sin embargo, eso era mejor que dejarlo en libertad. No obstante, el azabache sabía que Lucius era solo el principio de los problemas con los partidarios del Señor... de Lord Voldemort.
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Salir el peine: Sacar a la luz , revelar una verdad
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