Conversación familiar
No era normal que entre Eileen y Severus hubiera silencios tensos, pero también existían las excepciones y el ejemplo era el viaje en taxi a casa de Alan y Rima.
La matriarca Prince quería hacerle muchas preguntas a su hijo, una en especial era sobre Alex; ahora que lo pensaba, cuando subió al tren a buscarlo vio que las primas estaban con los Evans y su hijo no las acompañaba, sino que lo encontró en uno de los vagones más apartados del tren junto con Regulus Black tratando de evitar que los elfos domésticos pelearan por llevarse el equipaje.
El verlo separado de ellas hizo que el nerviosismo inundara su corazón, no sabía si podría soportar la inquietud en el resto del trayecto, pero Severus le dijo que hablarían de eso en casa más por privacidad y eso era entendible; no podían mencionar a Hogwarts o la magia dentro de un trasporte muggle.
Severus también tenía su propia batalla interna ¿cómo rayos le diría a su familia que le grito a su exnovia (le dolía pensar así de Alex ahora) «sangre sucia» enfrente de varios estudiantes? Era consciente de que estaría en peores problemas porque, hablando de su estatuto de sangre, él era un mestizo y por eso no lo hacía mejor ni superior a un nacido de muggle.
Por fin llegaron a la residencia de Alan y Rima. Mientras Eileen le pagaba al conductor Severus salió del vehículo casi corriendo.
—¡Severus! Bienvenido a casa, hijo —saludó Rima en cuanto vio al adolescente cruzar la puerta
El azabache se detuvo en seco al escuchar a su tía. Miró sobre el hombro de la mujer esperando ver aparecer a su tío, pero entonces recordó que su madre le dijo que estaba en el Royal Shakespeare Company. La sonrisa de Rima desapareció al ver la expresión de su sobrino.
—¿Severus? ¿Te sientes mal, querido?
—Yo...
—Hijo —el chico se volvió hacia su madre, que iba cerrando la puerta detrás de ella—. ¿Qué ocurre? ¿Pasó algo con Alex y Lily?
—Yo... —por alguna razón Severus no podía hablar sin la presencia de su tío. Se puso nervioso y corrido hacia su habitación dejando asustadas y preocupadas a las mujeres.
—Eileen ¿qué le ocurre a mi sobrino?
—No lo sé, Rima —la azabache se cubrió la boca con la mano ante la angustia y sentía que las lágrimas saldrían.
Rima llevó a Eileen al salón, le pidió a Pam que prepara té para las dos y sentó a su cuñada en el sofá. Con gentileza le preguntó lo ocurrido en el andén 9 ¾ y ella contó sobre la invitación de Walburga Black a su "reunión" con "personas importantes", su negativa y la reacción de su hijo en cuanto mencionó a Alex y Lily.
Pam regresó con el té y le sirvió a las damas. Rima aceptó la taza y se la ofreció a Eileen, pero ella lo rechazó a lo que la mujer lo dejó en la mesa y le dijo a Pam que podía retirarse. El elfo doméstico miró preocupado a su ama y con un plop se retiró.
—Eileen, creo que debemos esperar a que Alan regrese y hable con él
—Rima, tú y Alan ya han hecho mucho por mí. No te ofendas, querida, pero yo puedo...
—Lo digo porque me pareció que Severus quería hablar con Alan o al menos tenerlo cerca. Sea cual sea su angustia ha de querer la opinión y el consejo de una figura paterna y eso lo ve en Alan desde que ambos viven con nosotros. Seguramente es de esas "cosas de hombres" ¡o yo que sé, querida!
Eileen meditó las palabras de Rima. Ella tenía razón; a pesar de tener un padre, Tobías nunca fue una figura paterna para Severus desde el día que descubrió la verdadera naturaleza de su hijo y ella. Y ese año que han vivido con Alan y Rima, el actor ha sido lo que Tobías nunca fue para su hijo: un padre. Así que tenía sentido que para algunas cosas, o como Rima las llamó "cosas de hombres", prefiriera hablar con él. Tomó la taza de té que su cuñada le había ofrecido y bebió un sorbo. Esperaba que su hermano no tardara mucho en volver a casa, no creía que pudiera aguantar mucho ese silencio de su hijo que solo la estaba preocupando horriblemente.
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Severus se encerró en su habitación y se acostó boca arriba en su cama. No tenía idea de qué le pasó. De pronto tuvo la urgencia de buscar a su tío y al no verlo (olvidando durante ese segundo que no se encontraba en casa) se puso nervioso y corrió a refugiarse a su cuarto. Por alguna extraña razón sintió una enorme urgencia de hablar primero con Alan sobre Alex antes que a su madre. La pregunta era ¿por qué? Prometió que ya no habría secretos entre ellos y prefirió hablar con su tío antes que ella.
¿Podría ser...?
Con Alan sentía y experimentaba lo que en realidad debió vivir con Tobías. Paternidad. Desde que llegaron, su tío fue muy amable con él; se divertían jugando ajedrez mágico, conversando sobre libros (muggles y mágicos), las veces que lo acompañó a su trabajo se divirtió ayudándolo en sus ensayos, incluso aprendieron esgrima, equitación... lo que fuera que necesitara practicar dependiendo de su papel. Ahora que recordaba, después de descubrir sus sentimientos hacia la castaña le escribió a Alan, casi todos los días, pidiéndole consejos para cortejarla y cuando por fin se hicieron novios fue a su tío a quien le dio primero la noticia. Así que su subconsciente quería hablar con Alan primero para explicarle lo ocurrió y pedirle consejos.
«Supongo que nunca es tarde para tener una figura paterna en tu vida. Ni muy mayor.»
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Alan regresó a casa después de la cena. Estaba agotado por el trabajo, pero después de que Rima lo llamara durante su descanso contándole lo sucedido con su sobrino sabía que lo principal ahora era hablar con él y ayudarlo.
Primero, fue al salón a ver a su novia y hermana. Cada una estaba inmersa en su lectura y en cuanto escucharon la puerta abrirse se volvieron hacia esta.
—¡Alan! —exclamaron aliviadas las dos al verlo.
Se levantaron y se acercaron al recién llegado.
—¡Gracias a Merlín! Al fin llegaste —dijo Eileen al momento de abrázalo
—¿Cómo está Severus? —preguntó el actor rompiendo el abrazo
—Callado y cabizbajo —respondió Rima—. Intentamos hablar con él en la cena, pero no ha dicho ni una sola palabra
—Ya veo —el actor se pasó una mano por el cabello. Esperaba que Eileen y Rima pudieran ilustrarlo respecto a su sobrino, pero si el chico no les dijo nada dudaba que él mismo pudiera lograr algo—. Iré a hablar con él
—Te lo encargó mucho por favor —pidió Lady Prince
Alan le sonrió a su hermana y fue a buscar a Severus.
El primer lugar que se le ocurrió fue su habitación. Llamó a la puerta, pero no obtuvo respuesta. Tocó de nuevo a la vez que lo llamaba por su nombre, pero tampoco nada. A la tercera vez que llamó y no le respondió, Alan avisó que pasaría y entró a la habitación.
El cuarto estaba en penumbras, las cortinas aún no estaban corridas por lo que luz de la luna se filtraba permitiéndole ver un poco del lugar. Severus no era una persona desordenada, pero lo que fuera que lo tuviera preocupado hizo que, por ahora, lo fuera. No era un gran desorden como cualquier adolescente tendría; solo su baúl estaba en el centro de la estancia abierto con algunas prendas de ropa salidas, la cama desecha; al parecer Severus estuvo acostado un largo rato y moviéndose mucho. Le dio un rápido vistazo a la habitación y se preocupó al no ver a su sobrino. Encendió la luz y, en efecto, Severus no estaba. Caminó a grandes zancadas al baño y tampoco lo encontró ahí.
Alan comenzaba a asustarse. ¿Dónde estaba Severus? El chico no era de los que huían de casa. Aunque, con lo que Rima le contó por teléfono y al no encontrarlo hizo que cambiara de opción. Debía conservar la calma, a lo mejor Severus estaba en algún lugar de la casa. Fue rápido a la biblioteca, no estaba. El jardín, tampoco. La cocina, solo estaban los elfos domésticos. Al salir se topó con Eileen.
—¿Hablaste con Severus? ¿Cómo te fue? ¿Qué te dijo?
—Todavía no hablo con él
—¿Viniste por té o algo? Porque Pam...
—No es eso
—¿Entonces?
–Pues...
—Alan Sidney...
—No encuentro a Severus
—¿Cómo que...?
—En su habitación no está. Lo busque también en la biblioteca, en el jardín. Por eso vine aquí —señaló la puerta de la cocina—. ¿No les dijo que saldría? ¿Que visitaría con las chicas? ¿O algo?
—¡No! ¡Ay, por Merlín!
—Disculpen, amos —Alan y Eileen se volvieron hacia Pam, que asomaba la cabeza por la puerta de la cocina. Se veía nervioso, como si fuera a desobedecer una orden y tenía miedo de las consecuencias ante sus actos—. Yo sé dónde está el joven Severus
—¿Dónde? —preguntaron los adultos a la vez
Como respuesta Pam señaló hacia el techo. Eileen no lo entendió, pero Alan sí. El actor murmuró que iría a buscar a Severus y se fue.
¿Cómo se le pudo olvidar ese lugar? Se lo había mostrado a Severus diciéndole que si un día necesitaba estar a solas para pensar podía subir ahí. Llegó a la tercera planta de su casa, camino (casi corriendo) a la puerta que se encontraba al final del pasillo y abrió la puerta revelando una escalera de caracol. Subió por esta en silencio y al llegar al final abrió lentamente la puerta.
Un invernadero repleto de flores tanto del mundo muggle como mágico cubrían cada centímetro del lugar apenas dejando ver su diseño rústico. El techo tenía un encantamiento que no solo mostraba las estrellas y la luna, sino planetas y constelaciones; algo que hubiera impactado en un planetario. Alan entró y vio en el fondo del invernadero a su sobrino mirando el cielo real a través de la ventana abierta. Hacia un poco de viento por lo que el cabello del chico se movía con suavidad.
El Sr. Rickman sonrió para sí mismo. En serio ¿cómo no pensó en este lugar primero? Simple, el cansancio. Cerró la puerta y fue hacia su sobrino.
—Hola, tío —saludó Severus sin mirarlo. Alan iba a preguntarle cómo supo que era él, pero enseguida dijo—: Tú me mostraste este lugar y nunca he visto a mamá y tía Rima por aquí, así que obviamente eras tú
—Si no fuera por el razonamiento que acabas de hacer pensaría que está despertando en ti el gran talento de Legeremante
Severus resopló, pero no porque le molestara el comentario de su tío sino con gracia, de acuerdo con su comentario; sabía que tenía una mente brillante por lo que volverse un Legeremante era uno de sus objetivos. Dejando eso le lado, por fin se volvió a mirar a su tío. Primero le sonrió, pero esta casi de inmediato desapareció y bajó la mirada avergonzado. Eso fue una mala señal para el actor. Se acercó al chico y puso una mano sobre su hombro.
—Sobrino ¿pasó algo con Alex? En tu última carta me contaste que Alex era tu novia, se notaba que estabas muy feliz y eso me alegro mucho. Pero, después de esa carta ya no supe nada más. Creí que era porque estabas ocupado con los exámenes y cuando estos terminaron pensé que querías descansar de tanto estudio y para tiempo con ella. —puso una mano bajo la barbilla del chico e hizo que lo mirara—. Severus ¿qué pasó? Si no te sientes listo de contármelo ahora, esta bien. Pero no te lo guardes, solo te sentirás peor.
El chico apartó la mano de su tío y bajo de nuevo la mirada. Estaba avergonzado ¿cómo le diría al adulto que insultó a su novia de la peor forma? Cierto que si se lo guardaba eventualmente se sentiría peor, pero no sabía cómo hacerlo.
Regresó su atención al cielo. No le parecía correcto contarle a su tío dándole la espalda, pero no tenía valor para ver su reacción —obviamente negativa— ante lo que le diría. Respiró hondo y le contó todo. Durante la historia a Severus le pareció escuchar las reacciones de su tío a modo de jadeo, gruñido y resoplido.
«Sí... estoy metido en problemas, peores que el del "duelo" en el Bosque Prohibido.»
Terminó de hablar y ambos hombres se quedaron en silencio. Severus sentía que el tiempo se había congelado y más porque ya no escuchaba a Alan, aunque sabía que seguía con él porque no escuchó pasos alejarse ni la puerta cerrándose. Con miedo, Severus dio media vuelta hacia su tío y lo que se temió encontrar ahí estaba: enojo, tristeza y... decepción.
—Tío...
Alan levantó una mano y Severus se calló. El actor se pasó una mano por el cabello todavía procesando las palabras de su sobrino ya que era difícil de creer; desde que él y Eileen vivían con él y Rima el chico había cambiado muchísimo y se veía que era para bien ¿cómo era posible que con una sola provocación de esos dichosos "Merodeadores" todo se hubiera ido al diablo? Bueno, a pesar del gran proceso algo de los viejos tiempos tenía que seguir ya que eso tomaría más tiempo.
—Tío...
Alan lo silencio de nuevo y eso puso más nervioso a Severus.
—¿Intentaste hablar con ella después de eso?
—¡Por supuesto que sí! Hasta fui a buscar a Lily a su Sala Común, pero...
—¿Pero?
—No quiso ayudarme. —también le contó a Alan la ruptura de su amistad con Lily.
El actor se paso las manos por el rostro. Esto era peor de lo que creía y no era para menos. Aún si no hubiera llamado de ese modo a Alex seguramente Severus se lo habría dicho a Lily también si la pelirroja hubiera interferido en lugar de la castaña.
Este era un problema demasiado difícil y no era para menos. "Sangre Sucia" era el peor insulto que una persona podía decir en el mundo mágico; bastante malo es cuando se lo dices a un conocido ¿pero a un ser querido? ¡Rayos! Eso dolía hasta el alma.
—Creo que lo mejor será que mantengas tu distancia con las chicas, al menos la mitad del verano —aconsejó Alan—. Aunque me parece bien que después de que cometiste ese... error fuiste a enmendarlo, lo mejor será que le des a las chicas su espacio ¿entendido?
No le agradaba a Severus no intentar hablarles a Alex y Lily, más aun que antes de regresa a casa tuvo un pequeño acercamiento con la castaña que sintió como si no hubiera arruinado las cosas al llamarla... así. Su tío tenía razón, tal vez un poco de distancia ayudaría a su situación.
Eso esperaba.
COKEWORTH
Reinaba el silencio en la residencia Evans. Nadie decía nada, solo se escuchaba el rasgar de la lima de uñas de Petunia, quien era la única persona indiferente ante la tensa atmósfera que reinaba en la sala.
Después de que los Evans recogieron a Lily y Alex de la estación, los adultos notaron la actitud triste de su hija y sobrina; les preguntaron qué sucedía, pero ambas respondieron que les contarían en casa. Los señores Evans aceptaron y estaban por irse cuando se percataron de la ausencia de Severus y preguntaron por él. Lily se tensó a la vez que Alex salía corriendo del andén 9 ¾ ante la mirada confusa de sus tíos. La pelirroja reiteró que todas sus dudas serían resueltas en la privacidad de su hogar, por lo que el matrimonio Evans no tuvo más opción que aceptar.
Una vez en casa, el señor Evans llamó a su sobrina —que trató de escabullirse a su habitación— y les pidió a todas que se reunieran en la sala.
—Lily. Alex ¿ya pueden decirnos qué les pasa? ¿Por qué no estaban con Severus cuando las recogimos de la estación? Creímos que salía con Alex
La castaña no miraba a sus tíos y tampoco se atrevía a decirles lo ocurrido, y aunque quisiera no podía por culpa del enorme nudo que sentía en la garganta. La pelirroja era consciente que le correspondía a su prima explicarle a la familia, pero al verla así —junto con las miradas insistentes de su familia (Petunia solo porque le gustaba el chisme)— no tuvo más remedio que contarles por ella.
Los señores Evans se quedaron boquiabiertos mientras que Petunia miraba con burla a su prima, disfrutando del chismorreo.
—¡Oh, cielos! —exclamó la señora Evans—. Cariño, lo siento mucho
—De todas las personas, Severus era la última a quien le creería capaz de hacer algo así —dijo el señor Evans, notándose en su voz la decepción ante el chico que aceptaron en su familia y conocían desde que este y su hija tenían diez años
—Vaya, nunca pensé que en ese mundo de fenómenos incluso hubiera gente superior a ti. —dijo Petunia—. Espero que con esto ahora entiendas que no vales nada
—¡Petunia! —regañó su madre
La rubia solo volteó los ojos y regresó su atención a sus uñas. Cierto que cuando se trataba del mundo de fenómenos al que pertenecía su hermana, prima y rarito de Snape le daba un poquito de curiosidad, pero nunca pensó que podía conseguir un chisme tan jugoso como ese. ¡Oh, cómo disfrutaría ese verano!
Alex seguía sin hablar; no obstante, no soportaba las miradas de compasión de su familia (tres de cuatro) por lo que corrió hacia su habitación seguida por Metstli. Lily también fue tras ella; llegó a la puerta del ático y trató de entrar, pero la puerta estaba trabada. Comprendió de inmediato que si prima quería estar sola así que le dio su privacidad yéndose a su propia habitación.
Metstli escuchó los pasos de Lily alejarse (gracias a su olfato sabía que era ella, además de que era lo mas lógico siendo su prima y mejor amiga) y se volvió hacia su humana. Alex estaba acostada de lado, mirando a la pared, abrazando su almohada.
—¿Qué hacemos ahora? —preguntó la loba—. ¡Y no me salgas con que "no sabes de que estoy..."!
—Sí sé de que estas hablando, gracias —respondió irritada la humana.
Odiaba cuando Metstli se ponía así ¿acaso la creía estúpida o algo así? Bueno, por el momento le daba la razón gracias a lo ingenua que fue al pensar que podría tener una relación con el Severus del pasado. Aún así, algo en su interior seguía insistiéndole que había algo importante que debía recordar, pero no podía; como si su mente estuviera bloqueada o algo así.
Forzar su memoria le causaría un fuerte dolor de cabeza y no quería eso. Se sentó en la cama aunque aún tenía la mirada perdida. Necesitaba irse de la casa de los Evans y esconderse hasta que fuera el momento de volver.
¿Dónde?
Odiaba admitirlo, pero necesitarían ayuda; el problema era que habría que involucrar a más gente del pasado y eso era lo último que...
De pronto lo recordó. Sí había una persona del pasado que podía ayudarlas a ocultarse, ya que sabía que eran del futuro. Por supuesto no estaba pensando en Regulus; la familia Black no era conocida por ser caritativa y bondadosa, mucho menos con los nacidos de muggles. Y no debía olvidar a Sirius, ese mujeriego cabeza huera seguramente iría de inmediato con el chisme a sus mejores amigos y lo último que necesitaba era empeorar su situación —si es que era posible— ya que la rata traicionera de Pettigrew contarle a algún mortífago o al mismísimo Voldemort.
«Ahora que lo pienso ¿esa rata cobarde ya se habrá unido a Voldemort?» pensó Alex
«Que, por siento, si querías hacer un cambio en el pasado y ayudar al futuro pudiste evitar que Pettigrew se uniera al Cara de Serpiente.» irrumpió en sus pensamientos Metstli «¡Pero no! Decidiste perder el tiempo y la cabeza con el murciélago grasiento.»
—¡Cállate!
Alex estrelló la almohada contra su rostro, lastimándose en el proceso con sus lentes, y se dejo caer en la cama.
Debían irse de la residencia Evans de inmediato. O mejor aun, de Londres.
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En una prisión a las afuera de Londres sonaba una alarma alertando de la fuga de un prisionero. Este había sido arrestado por problemas de alcohol y violencia intrafamiliar.
El prisionero huía lo más rápido posible hacia elpueblo de Cokeworth con un único pensamiento como motivación: vengarse de suanormal familia.
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