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Callejón Diagon y Regreso a Hogwarts

El verano estaba llegando a su fin y con este llegaron a Cokeworth dos lechuzas del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Alex y Lily las recibieron en la habitación de la pelirroja, ya que ambas estaban pensando en darles un regalo de agradecimiento al Sr. Rickman y a la Srta. Horton por su amabilidad durante las vacaciones.

Alex ya sabía cuáles serían los útiles que les pedirían para ese año, pero decidió fingir que no revisando con detalle la lista de útiles de su carta. De pronto, la latina casi se caía de la cama debido a que Lily gritó de repente.

—¡Oye! ¿Qué te pasa? —preguntó molesta la latina, pero Lily no respondió

Vio a su prima parada en medio de la habitación y dándole la espalda. Alex se levantó y se acercó a Lily para saber qué le pasaba, miró sobre su hombro y vio que tenía una insignia color escarlata y dorada con una  gran «P» superpuesta en el león de Gryffindor. Ahora que Alex lo pensaba, cuando en su época nombraron a Ron y Hermione prefectos, Remus les había dicho que lo habían nombrado a él prefecto, pero nunca dijeron que la perfecta de su época fue la Sra. Potter.

«Supongo que eso era obvio» pensó Alex

Miró a su prima y vio que todavía no se movía. Se paró frente a ella y pasó la mano enfrente de su cara, pero seguía sin reaccionar.

—Ok, plan B... —se hizo para atrás inhalando con fuerza—. ¡LILY!

La pelirroja gritó y cayó de espaldas dejando caer al suelo la insignia de prefecto.

—¡Oye! ¿Qué te pasa? —preguntó molesta la ojiverde desde el suelo

—No reaccionabas, además de que me la debías. Viste lo que venía en la carta y también gritaste y me asustaste.

Lily la miró mal. Alex le tendió una mano y la ayudó a levantarse. Se escucharon pasos subiendo rápido la escalera y de pronto se abrió la puerta de la habitación.

—¡Niñas! ¿Qué pasa? ¿Están bien? —preguntó alterado el Sr. Evans

—Sí, papá. Estamos bien —respondió Lily

—¿Entonces por qué los gritos?

Como respuesta, Lily recogió la insignia y la puso en la mano de su padre. El Sr. Evans tardó unos segundos en entender lo que significaba; cerró el puño aún con la insignia y abrazó orgulloso a su hija menor.

—¡Cariño, muchas felicidades! ¡Mi pequeñita se convirtió en prefecta!

—¡Gracias, papá!

—¿Qué sucede aquí?

Alex miró sobre el hombro de su tío y prima y vio a su tía y a Petunia.

—No es nada grave, tía Deborah —respondió la latina con tranquilidad—, solamente que a Lily la nombraron prefecta

La Sra. Evans y Petunia tardaron unos segundos en procesar la información, hasta que finalmente la matriarca Evans se acercó a su segunda hija a felicitarla y Petunia se iba molesta y ofendida de la habitación de su hermana a la suya. Una hora después, sonó el teléfono de la casa y al ver a su familia "ocupada", Alex bajó a contestar.

¿Bueno? —respondió Alex al teléfono en español—. ¡Digo! Residencia Evans

Se escuchó una risa al otro lado de la línea antes de contestar.

Parece que todavía se te escapa un poco de español

La latina sintió un vuelco al corazón al reconocer la voz.

—Bueno, sí... —odiaba ponerse nerviosa cuando hablaba con Severus— no es algo que se me quite de un día para otro. He...

«Y tampoco cinco años estudiando en el extranjero lograron hacer que olvide mi idioma natal»

¿Ya les llegaron las cartas de Hogwarts?

—Sí ¿y a ti?

También. De hecho ¡me nombraron prefecto de Slytherin!

—¿En serio? ¡Que padre! ¡Digo! ¡Genial, muchas felicidades!

Gracias Alex. Déjame adivinar, a Lily también la nombraron prefecta

—¿Qué tan bien conoces a tu gente?

Ambos adolescentes rieron por la ocurrencia de la latina. Siguieron hablando, ya fuera de cosas triviales o de vez en cuando de cosas que a ambos les interesara. Alex estaba tan concentrada en el teléfono que no se dio cuenta de que Lily bajó y al verla hablar animada y con un leve sonrojo supuso con quien estaba hablando. Con una sonrisa traviesa, la pelirroja se acercó a su prima con cautela y por detrás.

—Suena interesante, podríamos ir a ese museo un día los tres... ¡Ora! —a la latina le habían quitado el auricular. Pensando que se trataba de Petunia, Alex estuvo a punto de decirle una palabrota, pero se contuvo al ver a la pelirroja—. ¡Lily! ¿Qué haces? ¡Dámelo!

¿Alex? ¿Alex?

—¡Hola Sev!

¡Oh! ¡Hola Lily!

—Perdón por interrumpir tu conversación con mi prima, Sev. Pero yo también quiero hablar con mi mejor amigo

¡Pues te esperas a que acabe! —reclamó Alex en español, tratando de recuperar el auricular

Uh... está bien —dijo el chico no muy convencido, porque alcanzaba a escuchar el jaleo de las primas al otro lado de la línea—. Por cierto, felicidades por tu nombramiento de prefecta. Yo también lo soy

—¿En serio? ¡Que emoción! ¡Felicidades! Que cruel mi prima, yo te quería dar la noticia

Te gano. Aunque también era bastante obvio que te nombrarían prefecta

—Lo mismo digo

—¡Dámelo! ¡Dámelo! ¡Dámelo!

Alex seguía gritándole a Lily para que le devolviera el teléfono, pero la pelirroja fingía no escuchar y se concentró en la conversación con su mejor amigo. Después de unos minutos Alex se cansó y se sentó en el suelo enfrente de Lily a esperar a que terminara de hablar y poder seguir su conversación con Severus.

Lily reía por dentro al ver la expresión de enfado e impaciencia de su prima, pero igualmente le hacía feliz verla tan interesada en Severus. No obstante, la pelirroja disfrutaba más hacerla enojar, por lo que cuando terminó de hablar con su mejor amigo colgó el teléfono y Alex se puso de pie tan rápido que parecía que se sentó en un resorte.

—¡Oye! ¿Por qué colgaste? ¡No termine de hablar con él!

—¿En serio? Ups... se me olvidó

—¡Ahora veras!

Y Alex comenzó a perseguir a Lily por toda la casa. La pelirroja no estaba asustada, al contrario, disfrutaba de la situación. Media hora después los señores Evans calmaron a las chicas y les pidieron que fueran a cambiarse, al parecer esa noche, toda la familia saldría a cenar para celebrar el nombramiento de Lily y la incorporación de Alex a Hogwarts. Las primas se alegraron y fueron a sus respectivos cuartos a arreglarse.

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—¡Te va a encantar el Callejón Diagon, Alex! ¡De verdad es lo más mágico que verás en tu vida, además de Hogwarts, claro!

—¡Ya entendí, Lily! ¡Ya córtale!

Era fin de semana y finalmente el viaje al Callejón Diagon para comprar los útiles escolares del nuevo año. Los padres de Lily no pudieron por debido a que llevaron a Petunia a Liverpool a buscar algunas cosas para su nuevo año escolar. Originalmente estaba pensado en hacer ese viaje al día siguiente, pero como la rubia no quería acercarse "más de lo debido" al mundo de los "fenómenos" hizo un escándalo hasta que finalmente sus padres accedieron a llevarla. Lily y Alex no se molestaron en ocultar su molestia, ya que era el colmo que a la edad que tenía la rubia hiciera ese tipo de "berrinche" para obtener lo que quería.

Pensaron que no podrían ir a comprar sus útiles escolares y ya estaban cerca de acabar las vacaciones y por ende el regreso a Hogwarts; pero no contaban con que el Sr. Rickman se ofreciera a acompañarlos al callejón. Ambas chicas inundaron de preguntas a Severus, quien solamente se defendió diciendo que, al parecer, su madre había "escuchado por accidente" su última conversación por teléfono con ellas.

—Yo también traté de negarme, diciéndole que ya eran muchas molestias, pero él insistió. —dijo Severus, con las manos levantadas en son de paz. Estaban en la casa de los Evans y los tres adolescentes estaban hablando en la cocina—. Y tampoco ayuda que mi madre se ponga de su lado.

—Me da mucha pena tanta molestia que le hemos dado al Sr. Rickman —dijo Alex

—Esto es más que nada para, según él, recompensar a mi madre —dijo Severus

—¿Por qué lo dices? —preguntó Lily

Severus les contó lo que su madre y el Sr. Rickman le habían dicho, desde su infancia hasta el arreglo matrimonial que los señores Prince y Rickman hicieron y el rechazo de Alan y Eileen ha dicho compromiso.

—Y a pesar de que nunca se casaron, el Sr. Rickman siempre ha amado a mi madre como una hermana. Cuando mi madre se casó con... mi padre —dijo Severus esa palabra con mucha dificultad—, nunca le dijo a nadie donde vivíamos, ni siquiera al Sr. Rickman. Hasta que finalmente el año pasado nos encontró y más de una vez trató de convencer a mi madre de que nos fuéramos con él, pero ella se rehusaba. —permaneció un momento en silencio antes de continuar. Alex vio en los ojos del chico vida y felicidad, algo que no había visto desde el día que lo conoció hasta que finalmente Tobías Snape fue encarcelado—. Es cierto que mi vida dio un gran giro, pero fue para bien y espero que eso nunca cambie.

La latina se tensó y miró hacia otro lado. El trauma del pasado familiar que cargaba su amado futuro profesor de pociones solamente era una parte; además de que le vino una gran duda ¿qué fue lo que sucedió en la vida de Severus que lo orillo a unirse a los mortífagos cuando salió de Hogwarts?

«Supongo que tendré que esperar... eso si no regreso a mi época antes de que eso pase» pensó Alex con seriedad

Con toda esa información que el azabache les dio, las primas estaban sorprendidas, pero a la vez conmovidas. Ninguno de los adolescentes se percató que Eileen y Alan habían escuchado toda la conversación detrás de la puerta.

Por fin al mediodía los dos adultos y los tres adolescentes fueron al Callejón Diagon. El trayecto hasta el Caldero Chorreante fue tranquilo, aunque cuando entraron al bar las miradas se posaron enseguida en los adultos, haciendo que Eileen y Alan se incomodaran. Los tres adolescentes no entendían el comportamiento de los clientes del lugar, pero decidieron ignorarlos; no obstante, antes de llegar al patio donde estaba la entrada al Callejón Diagon alcanzaron a escuchar unos murmullos que les dieron la respuesta ante tanta observación.

—No cabe duda, si es la hija de los Prince que rechazó su compromiso con uno de los chicos Rickman para casarse con un simple muggle

—¡Es cierto! ¿Pero qué hace aquí y con su ex prometido? ¿Acaso intentará cortejarlo y restablecer el compromiso?

—¡Pues que tonta! Perdió su oportunidad hace años, no podrá recobrarlo de la noche a la mañana

—¿Lo tendrá bajo los efectos de una Amortentia o un hechizo? Recuerda que el chico con quien se comprometió es un squib y el pobre no podría contrarrestar los efectos

—O a lo mejor le ofreció otra cosa. No me sorprendería que terminará siendo una pu...

Se escuchó el estallido provocado por un hechizo seguido del ruido de muebles y cuerpos cayendo. El tabernero Tom y todas las personas en el bar miraron hacia las personas en el suelo y luego a quien los atacó. Severus todavía tenía levantada la varita, apuntando a las personas que estaban hablando mal de su madre, y una expresión de enfado que a más de uno hizo que retrocediera por el miedo que les profesaba.

—Lo más sensato sería que se quedaran callados, pero si alguien tiene algo que decir en contra de mi madre, quiero ver que se atreva hacerlo —dijo Severus con calma, pero logrando percibirse el enfado y el veneno impregnado en sus palabras

Todos en el Caldero Chorreante, sin excepción, volvieron la cabeza con miedo y regresaron a sus asuntos. Severus guardó la varita en la manga de su camisa, dio media vuelta y tomó a su madre de la mano con delicadeza de camino al Callejón. Las primas y el Sr. Rickman miraron el bar una última vez y fueron detrás de los Snape, los tres tenían diferentes expresiones: tanto Alex como Alan estaban furiosos por lo que acababan de escuchar y también habían querido darle su merecido a las personas que hablaron mal de Eileen, pero Severus se adelantó y eso calmó un poco su furia; no obstante, les preocupaba que el chico se metiera en problemas legales al haber usado magia fuera de la escuela, pero después pensaron que al estar en un establecimiento mágico los del ministerio no podrían detectar al causante.

En el caso de Lily, estaba entre asustada y sorprendida. Solo había visto así de molesto a su mejor amigo y eso era en Hogwarts a causa de los Merodeadores.

Pasaron el muro y entraron al Callejón Diagon. Al igual que en el Caldero Chorreante, la gente los miraba al pasar y murmuraban; por lo que la Sra. Snape afianzó el agarre de la mano de su hijo y aceleró el paso directo a Gringotts, casi dejando atrás a las primas y al Sr. Rickman.

Llegaron al banco y fueron atendidos por uno de los duendes más ancianos. Alex y Lily cambiaron las libras esterlinas que el padre de la pelirroja les dio mientras que el Sr. Rickman y los Snape iban a las bóvedas a sacar dinero. Primero fueron a la bóveda de los Rickman y después a la Eileen, pero la mujer se sorprendió al ver que no iban a la que ella había abierto tiempo después de que se casó y su familia la borró de los lazos familiares debido a su matrimonio con un muggle, sino que iban más abajo y eso solo significaba...

—Alan —el hombre sólo respondió con un mohín—, ¿acaso vamos...?

—Sí, Leen

—¿Pero cómo...?

—Después de que te casaras y te renegaran de la familia, hable con ellos y les dije que no podían dejarte a tu suerte... que no me daba buena espina ese muggle —Severus gruñó en señal de estar de acuerdo con Alan—. También les dije que al "no contar con un heredero de sangre" su fortuna pasaría a manos del ministerio. Eso fue más que suficiente para que tus padres cambiaran de opinión; no obstante, como no sabían cómo ponerse en contacto contigo y tú ya no volviste a escribirles, me dieron poder sobre la bóveda de los Prince hasta que te encontrara. Lo cual, como sabes, me tomó mucho tiempo dar con ustedes.

Eileen estaba sorprendida con la noticia. Severus también, pero él estaba molesto; no le molestaba el hecho de que todo ese tiempo pudieron haber tenido una vida económica mejor, sino que sus "abuelos" le dejaron su herencia a su madre solamente porque no querían que fuera a parar a esos cretinos convenencieros del ministerio.

El vehículo comenzó a descender la velocidad, hasta que poco a poco se detuvo enfrente de un pasillo. El duende salió primero cargando una bolsa de piel que hacía mucho ruido, suponiendo Severus que contenía objetos metálicos. Anduvieron por el pasillo y cuando dieron la vuelta, Severus se detuvo en seco y tanto él como los adultos soltaron un jadeo de asombro: En medio del pasillo había un gigantesco dragón que impedía el acceso a las cuatro o cinco cámaras de los niveles más profundos de la banca mágica. Tenía las escamas pálidas y resecas debido a su prolongado encarcelamiento bajo tierra, y sus ojos eran de un rosa lechoso. En las patas traseras llevaba unas gruesas argollas cogidas a unas cadenas sujetas, a su vez, a unos enormes ganchos clavados en el suelo rocoso. Las grandes alas con púas, dobladas y pegadas al cuerpo, habrían ocupado todo el espacio si las hubiera desplegado. Cuando giró la fea cabeza hacia ellos, rugió de tal forma que hizo temblar la roca, y luego abrió la boca y escupió una llamarada que los obligó a retroceder a toda prisa por el pasillo.

—No se preocupen, está medio ciego —aseguró el duende, aunque por el tono de voz que utilizó no fue con la intención de calmarlos—, y por eso es más violento aún. Sin embargo, tenemos los medios para controlarlo. Sabe lo que le espera cuando oye los cachivaches. —el duende metió una mano a la bolsa y sacó unos pequeños objetos metálicos que, al agitarlos, producían un fuerte y resonante ruido, similar al golpeteo de diminutos martillos contra yunques. El duende los repartió a Severus y al Sr. Rickman—. Cuando el dragón oiga el ruido de los cachivaches, creerá que vamos a hacerle daño y se apartará; entonces apoyaré la palma de la mano en la puerta de la bóveda.

Volvieron a doblar la esquina, pero esta vez agitando aquellos objetos, que resonaban amplificados en las paredes de roca. Severus tuvo la impresión de que el sonido vibraba dentro de su propio cráneo. El dragón soltó otro ronco rugido, pero se retiró. El chico se dio cuenta de que la bestia temblaba, y cuando se acercaron un poco más comprobó que tenía unas tremendas cicatrices de cuchilladas en la cara, y dedujo que el dragón había aprendido a temer las espadas al rojo cuando oía resonar los cachivaches.

El duende puso la palma sobre la madera y la puerta de la cámara desapareció, revelando de inmediato una abertura cavernosa, llena hasta el techo de monedas y copas de oro, armaduras de plata, estantes llenos de libros y pergaminos que llegaban al techo, pociones en frascos con joyas incrustadas y equipos para preparar pociones y artículos tenebrosos.

Severus mentiría si decía que no estaba impresionado con lo que veía, podría decir que la fortuna de los Prince era igual incluso más que la de los Malfoy.

«Si Lucius viera esto, de seguro le daría envidia» pensó Severus con malicia, a pesar de que el rubio era su amigo

Eileen miró todos los objetos de la bóveda, más de uno lo reconoció porque lo había visto en su casa y otros no. Igualmente reconoció varios artefactos de magia oscura y no pudo evitar mirar de reojo a su hijo, quien miraba con interés (tratando de disimularlo) todo lo de la bóveda haciendo énfasis en las de Artes Oscuras, con preocupación. Admitía que en parte tenía la culpa de que a su hijo le interesara las Artes Oscuras, pero gracias a las cartas que Lily le enviaba, sin que Severus se enterara, le advirtió que sabía más sobre la materia que cualquier alumno superior e incluso más que los profesores y lo que empeoraba las cosas eran las "amistades" que tenía en Slytherin. Eileen más de una vez había tratado de hablar con su hijo respecto a su vida en Hogwarts para tratar de ayudarlo, pero él siempre lo evitaba a toda costa.

Se acercó a la parte de la bóveda donde estaban las monedas y tomó un buen puñado, llegando por completo los dos saquitos que llevaba. También tomó los libros de pociones y DCAO.

—Listo, ya podemos irnos —anunció Eileen

—Bien, vamos —dijo Alan e hizo un ademán con la mano para que su mejor amiga saliera primero

—Severus, vámonos

—Ya voy

Eileen volteó y se asustó al ver a su hijo hojeando un libro de Artes Oscuras. Caminó hacia él, le arrebató el libro y lo dejó en su lugar.

—¡Oye! —exclamó molesto el adolescente—. ¿Por qué...?

—Vámonos, nos están esperando tus amigas —contestó cortante Eileen y tomándolo de la muñeca con fuerza lo sacó a rastras del lugar

Severus se molestó por la conducta de su madre, pero se dejó llevar fuera de la bóveda. El Sr. Rickman observó con atención la interacción entre madre e hijo y pudo notar la preocupación de su mejor amiga y el interés del chico con respecto a las Artes Oscuras.

«Espero que no vaya por el mal camino debido a la vida que ha tenido» pensó Alan al salir de la bóveda

El duende cerró la puerta, pasaron junto al dragón haciendo ruido con los objetos metálicos y regresaron al carrito. Regresaron al vestíbulo, donde las primas los esperaban y finalmente salieron de Gringotts al Callejón.

Las compras en el Callejón fueron tranquilas, los chicos compraron plumas nuevas, pergaminos y tintas, finalmente Severus pudo comprarse ropa nueva y no de segunda mano; y entre su madre y Lily tuvieron que moderar sus compras en la boticaria, ya que al tener un poco más de ingresos, el chico quería comprarse más ingredientes de pociones de las que realmente necesitaba para las clases en Hogwarts, mientras que Alex y el Sr. Rickman se reían.

Hicieron una pausa en su recorrido para almorzar y de postre degustaron un helado de la Heladería Florean Fortescue. Al final fueron a la Librería Flourish y Blotts, primero vieron los libros que usarían durante el curso y al final vieron libros aparte solo por gusto. Alex estaba viendo las novelas del mundo mágico cuando vio que Severus se dirigía a una parte más apartada de la librería, lo siguió y se preocupó al ver que el chico curioseaba libros de Artes Oscuras. Sabía que no debía de interferir en las elecciones de las personas del pasado, pero no le agradaba el ver a su futuro profesor de pociones interesado en ellas, ya que eso fue lo que lo orilló a convertirse en mortífago.

«Aunque después tomó el camino correcto y se convirtió en la persona que amo en mi tiempo»

—Sí sabes que es descortés espiar a las personas ¿verdad?

—¡AH! ¡Severus!

El chico estaba parado detrás de la latina, había sentido que alguien lo mirada, volteó y encontró a Alex de pie casi oculta detrás de un librero, pero con la mirada hacia el suelo y pérdida por lo que no le fue difícil sorprenderla infraganti. Severus sonreía con superioridad mientras que Alex trataba de calmarse por el susto recibido.

—Y tú sabes que es grosero asustar a la gente ¿no? —dijo Alex molesta

—Espiar es peor que asustar a la gente —respondió Severus

Alex se sonrojó y desvió la mirada. El azabache sonrió, no sabía por qué, pero se sentía bien al lado de la latina, además de Lily, claro. Ya que se hubo calmado la chica, los dos pasearon con calma por la librería buscando algún libro de su interés por simple entretenimiento; aunque esa tranquilidad no duró mucho. Pasaron junto a la sección de transformaciones y de pronto se escuchó movimiento en el librero; Severus volteó y lo revisó, pero no encontró nada extraño. Tocó los libros y al hacerlo todos los del librero le cayeron encima, dejándolo sepultado.

—¡Severus! —exclamó Alex preocupada y comenzó a mover los libros para sacar al chico

El azabache logró sacar la cabeza y en ese momento se escucharon risas. Ambos adolescentes miraron por donde proveía la risa y fruncieron el ceño al ver quiénes eran.

—Ya sabíamos que eras un come libros, Quejicus. Pero deberías tomarlo con calma

—¡Largo de aquí, Potter!

—Oblíganos, Quejicus —contestó James con arrogancia

—No creo que pueda hacer mucho sepultado ahí, Cornamenta —dijo Sirius, recargándose en el hombro de su amigo

Alex terminó de quitar los libros y ayudó a Severus a ponerse de pie.

—Mejor váyanse a comprar sus libros y lárguense —dijo la latina enojada

—¡Vaya! Como si no fuera suficiente que Evans defienda a este ahora su prima también lo hace —dijo Sirius con fastidio

Severus gruñó por lo bajo, sabía que Lily y Alex lo ayudaban porque lo querían, pero al verse defendido todo el tiempo por chicas hacía que pareciera débil y le hería su orgullo. Sin mirar a los tres Gryffindors, el azabache se fue de ahí.

—¡Severus, espera! —le llamó la latina

—¡Ja ja ja! ¡Es lo que siempre digo de Quejicus! ¡Es un cobarde! —dijo Sirius entre risas

Pero la risa del primogénito Black se cortó al ser derribado de espaldas por una ¿corriente de aire?

—¡Sirius!

James se acercó a ayudar a mi mejor amigo, pero tampoco entendía lo que sucedió. Los dos miraron al frente y vieron a Jones con el puño levantado como si de un golpe hubiera derribado a Sirius, pero ella nunca tocó al chico.

—¿Qué fue...?

—¿Qué, Black? ¿Acaso creíste que solamente con agua puedo darles su merecido? Y el hecho de que una mujer defienda un hombre no lo hace menos, pero con la mentalidad que tienen no me extraña que no lo sepan. Así que solo les diré esto una vez: dejen en paz a Severus de una buena vez —y se fue dejando sorprendidos y confundidos a los Merodeadores, otra vez.

James miró molesto a Alex cuando se fue, pero Sirius no y no sabía por qué.

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Finalmente había llegado, el tan esperado 1 de septiembre llegó, regresarían a Hogwarts, a su hogar. Severus estaba feliz de volver al castillo como cada año, pero la sensación agridulce de dejar a su madre sola no apareció como cada año, sino que esta vez sentía que un peso sobre sus hombros se había ido y sentía que podía abordar el Expreso de Hogwarts sin culpa ni remordimiento, y no era para menos: Tobías Snape ya no estaba en sus vidas para seguir arruinándolas, ya no tenía miedo de dejar a su madre sola, porque sabía que se quedaría con buena compañía.

—Severus, hijo —escuchó la voz de su madre a la vez que sentía que lo movían con delicadeza del hombro—. Levántate o se hará tarde y perderás el tren

—Ya voy —contestó el chico, aun somnoliento

Eileen rio al ver a su hijo medio dormido. Le dio un beso en la frente y salió de su habitación para dejar que se arreglara.

A las diez en punto salieron de casa. Alan y Rima acompañaron a los Snape a la estación de King's Cross; llegaron, acomodaron las cosas de Severus en un carrito y se dirigieron al andén 9 ¾. Una vez cruzaron la barrera, viendo de frente el Expreso de Hogwarts, caminaron por el andén en busca de la familia Evans.

Los encontraron en los compartimentos de en medio, las primas bajaban de este, al parecer habían subido sus cosas. Severus y los adultos llegaron con los Evans, quienes al verlos los saludaron.

—Te ves muy contento, Severus —comentó Alex, ayudando al azabache con sus cosas—. ¿Emocionado por regresar?

—Claro que sí. —contestó el chico, acomodando sus cosas en el compartimento de las primas—. Además de que me siento más tranquilo

—¿Más tranquilo? ¿Por qué?

—Porque a pesar de que mi madre se quedará solo, como cada año, esta vez sé que no le pasará nada malo, porque estará muy bien acompañada

Alex sonrió al escuchar eso. Tal parece que, a pesar de anhelar siempre regresar a Hogwarts para alejarse de su abusivo padre, Severus se quedaba preocupado por su madre ya que ese hombre era la única compañía que la mujer tenía.

Salieron del compartimento y regresaron con Lily y los adultos para despedirse.

—Que tengas un excelente año, querida —deseó la Sra. Evans a su hija mientras la abrazaba

—Gracias, mamá

—Que tengas un excelente primer año en Hogwarts, Alex. A pesar de estar en quinto año —dijo el Sr. Evans, alborotándole el cabello a la latina

—Ja ja, que gracioso, tío. Pero gracias por tus buenos deseos —contestó la latina con una sonrisa, acomodándose el cabello

—Y asegúrate de que Metstli no haga travesuras

—Ya lo sé, tío

La brije puso ojitos de cachorro triste. Alex rodó los ojos a la vez que sonreía y le acariciaba la cabeza a la loba

—Pórtate bien, mi pequeño príncipe —dijo Eileen abrazando a Severus

—¡Mamá! ¡No me digas así! —dijo Severus con un ligero rubor en sus mejillas. Su madre empezó a poner cara triste, por lo que el chico se apresuró a decir en un susurro—. Ya no soy pequeño. Además de que acordamos de que no me dirías así en lugares públicos

—Ya sé que ya no eres pequeño, pero no puedo evitarlo, hijo. Estoy feliz

Severus sonrió. Hacía mucho tiempo que deseaba escuchar a su madre decir eso.

Se escuchó un silbido seguido de un grito «¡Todos a bordo!». Las primas se despidieron de los señores Evans con un abrazo y subieron corriendo al tren, seguidos por Metstli. Severus miró al tren y después a Alan y Rima.

—Muchas gracias por todo y por favor cuiden mucho a mi madre

—Claro que sí, querido —dijo Rima abrazando al chico

—Nos veremos en navidad, Severus —dijo Alan, despidiéndose del azabache con un apretón de manos

—Delo por hecho

—¡Hijo, apresúrate o el tren te dejará! —exclamó Eileen al ver que el tren comenzaba a avanzar

Severus besó a su madre en la mejilla y corrió hacia la puerta abierta del vagón donde lo esperaba la latina con el brazo extendido. El Slytherin tomó la mano de Alex y la chica con un tirón subió a Severus al tren y cerró la puerta.

—Otro poco y te quedas —dijo Alex

—No creas que te libraras de mi tan fácilmente —dijo Severus con una sonrisa arrogante

«¿Y quién dijo que quería alejarme de ti?» pensó Alex con una sonrisa

Los dos caminaron hacia su compartimento, donde los esperaban Alex y Metstli. El viaje estaba siendo tranquilo, revivían lo que habían hecho en el verano, el cual fue el mejor de sus vidas: conocieron actores de teatro/cine, directores de películas, visitaron otros países incluso en otro continente...

—¡Esto fue una de las mejores cosas del verano! —exclamó Alex feliz mostrando un dibujo de ella misma que el mismo Tim Burton le había hecho a ella y a Severus el último día que fueron a ver la filmación de «Beetlejuice»

—Son algo siniestros, pero a la vez geniales —comenzó Severus sacando también su dibujo y mostrándolo

Lily y Metstli decidieron ahorrarse sus comentarios.

Al mediodía llegó la señora del carrito y compraron algunos bocadillos y jugos de calabaza, ya que a esa hora empezó a darles hambre. Un par de horas después escucharon que alguien tocaba a su puerta, voltearon y vieron a un chico de cabello negro y ojos grises; su primera impresión sería que fuera Sirius Black, pero enseguida se dieron cuenta de que era Regulus Black al verlo serio y con un broche de serpiente en la solapa de su saco. Severus puso expresión seria y se levantó a abrirle a su mejor amigo de su casa.

—Regulus, que gusto verte —dijo Severus a modo de saludo

—Lo mismo digo, Severus

—Hola Black —saludo Lily con formalidad

—Evans. Jones —saludo igualmente formal Regulus

—Hola —saludo Alex

—Disculpen ¿les molestaría que me lleve a Severus por un momento?

Las primas se miraron por un momento, luego Lily miró al menor de los Black y le hizo un asentimiento de cabeza. Regulus sonrió disimuladamente y se hizo a un lado para que su mejor amigo pasara.

—No tardo —dijo Severus

Salió del compartimento y cerró la puerta al salir. Alex miró a la pelirroja con la intención de preguntarle porque tanta formalidad, pero no dijo nada al ver la expresión seria y preocupada de su prima, quien seguía mirando la puerta por donde salió su mejor amigo.

—Lily ¿qué sucede? —preguntó Alex preocupada—. ¿Acaso no te agrada Regulus Black?

—No es eso —contestó Lily y ahora sí miró a su prima—. De hecho es el único de Slytherin que me agrada, aparte de Sev, obviamente

—¿Entonces?

—Me preocupa que lo lleve con los demás chicos de su casa

—¿Por qué?

Lily bajó la mirada y la castaña se dio cuenta de que la latina media sus palabras.

—El año pasado, antes de que llegaras, escuche a los Merodeadores hablando acerca de los Slytherin

—Seguramente prejuicios como siempre

—No, esto parecía diferente —al ver la expresión de sorpresa de su prima, Lily continuo—. A esos cuatro les da por pasearse por el castillo de noche y esa ocasión tal parece que siguieron a tres alumnos de séptimo que se dirigían al séptimo piso, a un tramo vacío de pared frente a un enorme tapiz de Barnabás el Chiflado intentando enseñarle  ballet a los trolls.

Alex sintió un brinco en su pecho al escuchar esa descripción: la Sala de Menesteres. Se inclinó más hacia adelante debido a la curiosidad.

—Como era de esperarse, los Merodeadores no entendieron lo que pasaba y más cuando los vieron caminar por ese tramo de pared tres veces, pero sus dudas se disiparon cuando de pronto apareció una inmensa puerta negra de madera con una serpiente de plata grabada. La abrieron y entraron. —ambas latinas escuchaban con atención todo lo que Lily les decía—. Poco a poco fueron llegando más alumnos, entre ellos Avery, Mulciber, Notts, Zabini... —la pelirroja se quedó callada, no sintiéndose capaz de continuar, haciendo que Alex adivinara cuál era el otro nombre que iba a mencionar— Severus y Regulus

—¿¡Qué!? Pero... ¿qué hacía Severus con esos alumnos fuera de su Sala Común? —preguntó Alex confundida—. Si iban a hablar podían hacerlo ahí ¿no?

—Tal parece que no era solo hablar

—¿A qué te refieres?

—De los alumnos que se acercaron a esa sala, dos de ellos pasaron junto a donde los Merodeadores se escondían y escucharon que les molestaba tener que hacer sus reuniones tan lejos de su Sala Común, pero que no tenían opción, era el lugar más seguro para hacerlo. Al parecer, los de Slytherin tienen una Secta Secreta o algo así, porque después dijeron que tenían que hacerlos ahí ya que no cualquiera podía entrar a los Caballeros de Walpurgis.

—¿Los Caballeros de Walpurgis?

—Sí. No sé quiénes son ni cuáles son sus intenciones, pero al parecer a los Merodeadores les da la impresión de que practican Artes Oscuras y... y... —a la pelirroja se le hizo un nudo en la garganta y se aguaron sus ojos

—¿Lily? —Alex se asustó al ver a su prima así—. ¿Lily, qué pasa? ¿Y qué más?

—Creen que son aspirantes a mortífagos

Eso último hizo que Alex sintiera que su corazón se detuviera por un segundo. No podía ser... no era posible... ¿desde hace cuando tiempo Severus se reunía con esos dichosos Caballeros?

«Tal vez fueron ellos quienes convencieron a Severus para que se uniera a Voldemort» pensó Alex preocupada

«Podría ser» contestó Metstli por medio de su conexión «Ya que a pesar de que vimos que su situación familiar mejoró mucho, a lo mejor le prometieron vengarse de Tobías Snape y los Merodeadores»

«¡No puede ser!»

—¿Alex?

La latina levantó la mirada al escuchar a su prima. Lily la veía con preocupación y lágrimas en los ojos, ella también estaba preocupada por el camino que estaba tomando Severus.

—¿De verdad escuchaste todo esto de los Merodeadores? —preguntó Alex

—Bueno, solamente lo de los Caballeros de Walpurgis. Al día siguiente Remus me lo contó todo, más que nada por Severus y Regulus. Esa noche vi muy preocupado a Sirius por su hermano, a pesar de llevar años sin hablarse.

—Eso es obvio, a pesar de estar distanciados siguen siendo hermanos. Se quieren y se preocupan uno del otro... —Alex se cortó al ver la expresión triste de Lily y adivinó que la pelirroja pensaba que le gustaría estar igual con Petunia: a pesar de la distancia, quererse todavía

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—¿Estás seguro en querer seguir con esto, Severus?

El azabache y Regulus hablaban a solas en el compartimento del segundo. Habían corrido las cortinas e insonorizado la puerta para que no los escucharan. Severus le dio un trago a su cerveza de mantequilla antes de hablar.

—Claro que sí

—Pero me escribiste que ese muggle fue arrestado y enviado a prisión ¡ya no tiene sentido que quieras seguir con los Caballeros!

—Me deshice de Tobías, pero aún tengo cuatro dolores más de cabeza de los cuales encargarme

Regulus no tuvo que preguntar para saber qué se refería a su hermano y sus amigos. Él también estaba molesto con Sirius, pero a la vez lo envidiaba; su hermano tuvo el valor de revelarse a su familia, siguiendo sus ideales y siendo él mismo. Él, Regulus, no tuvo ese valor y siguió con las enseñanzas de su madre Walpurga y toda la familia Black; y a pesar de que solamente su prima Bellatrix se había unido a las filas del Señor Tenebroso, sabía que si él también se unía a los mortífagos su madre y su familia estarían orgullosos de él... excepto Sirius.

«Tal vez sea tarde para mí, pero no para Severus»

—Severus, sigo pensando que no es necesario que te unas al Señor Tenebroso solamente para vengarte de los Merodeadores

—No solamente es eso —el menor Black miró sorprendido a su amigo—. Quiero demostrarles a todos los idiotas que se burlaron de mí que un mestizo puede ser igual o mejor que un tonto Sangre Limpia

A pesar de que ambos Slytherin pusieron hechizos insonoros a la puerta, una persona logro escucharlos perfectamente.

Después de lo que Lily le contó, Alex se preocupó. Salió rápido del compartimento, sin escuchar a Lily y Metstli, y fue a buscar a Severus. Llegó al último vagón y busco hasta casi llegar a los compartimentos del fondo y al ver uno con las cortinas corridas y sin poder escuchar nada supuso que era ese. Miró ambos lados del pasillo y al verse libre, sacó una ojera extensible de su bolsillo y lo paso por la puerta.

«Mujer precavida vale por dos» pensó Alex «Que bueno que lleve conmigo al ministerio una bolsa de los artículos de bromas que les compre a los gemelos»

Siguió escuchando detrás de la puerta y a cada palabra que escuchaba su preocupación aumentaba. Sabía que Severus guardaba mucho rencor en su corazón, pero nunca pensó que fuera tanto. En el compartimento se quedaron en silencio, de pronto se escuchó que alguien se ponía de pie; Alex guardó la oreja extensible y se alejó de la puerta lo suficiente para aparentar que buscaba a alguien.

—¿Alex?

—¡Severus! Al fin te encuentro

El chico estaba parado en la puerta del compartimiento. Había quitado los hechizos de la puerta y escuchó pasos cerca de donde estaba él y Regulus, así que salió a ver.

—Te dije que regresaría con ustedes  —dijo algo molesto el azabache, saliendo del compartimento y cerrando la puerta

—Lo sé, pero...

—¿Pero?

—¡Vi a los Merodeadores en el corredor y creí que los irían a molestar!

Alex pensó que fue una excelente excusa, pero no contó con que Severus se enfadara.

—¿Qué estás insinuando? ¿Qué no me puedo defender solo? ¿Qué necesito a una chica que me defienda?

—¿Qué? ¡No! ¡Yo solo me preocupo por ti!

—¡Pues no lo hagas! ¡Yo puedo defenderme solo!

—¡Yo nunca dije que no!

—¡Pues por tus acciones demuestras lo contrario!

—¡Solo me preocupo por mis amigos! ¿¡Eso es malo!?

—¡Sí!

Alex se sobresaltó al escucharlo. Sintió una punzada en su pecho a la vez que un nudo en la garganta y picor en los ojos. Sin decir nada más dio media vuelta y se fue de ahí, dejando solo a Severus en el pasillo del vagón.

El resto del viaje ni Severus ni Alex regresaron a donde Lily y Metstli, sino hasta que empezó a oscurecer y tuvieron que ir a cambiarse. Los dos iban cabizbajos, por lo que no se dieron cuenta del otro, sino hasta que sus manos se rozaron al momento de querer abrir la puerta del compartimento.

—Perdón —dijeron ambos a la vez—. Pasa tú, yo me cambió después. No, pasa tú

—¡Primero Alex y después Snape! —Ambos adolescentes voltearon y vieron a la loba en la puerta, detrás de ella Lily miraba todo con su túnica en las manos—. Siguen con eso de "Primero tú. No, primero tu" ¡no acabamos!"

Alex y Severus se sonrojaron levemente. El chico le dio un pequeño empujón a la latina para que entrara al compartimento y cerró la puerta tras ella, se recargó en esta y soltó un suspiro.

«Algo me dice que este año va a ser muy extraño» pensó Severus, deslizándose por la puerta hasta sentarse

—Se puede saber ¿dónde rayos estuvieron ustedes dos? —preguntó Lily mientras se cambiaban

Alex no contestó, no quería decirle respecto a la discusión que tuvo con el azabache, descubriendo que no le gustaba que lo ayudaran.

«Interpone todo con su orgullo y termina creando malos entendidos» pensó la latina con tristeza

Al no recibir respuesta, Lily volteó hacia su prima y le iba a volver a preguntar, pero se calló al ver su semblante triste y supuso que algo malo pasó entre los dos, por lo que decidió ya no decir nada. Las primas terminaron de cambiarse y Alex se acercó a la puerta para que ellas salieran y Severus entrara a cambiarse, pero al abrir la puerta, el chico se fue de espaldas y chocó con las pierna de la latina.

—¡Severus! ¡Perdón, no sabía que estás ahí! —se hincó al lado de Severus y lo ayudó a levantarse—. ¿Estás bien?

—Sí, tranquila. No fue nada grave —contestó Severus, moviendo la mano en gesto de quitarle importancia

Ni Lily ni Metstli entendieron que pasaba entre esos dos.

Finalmente el tren se detuvo y los alumnos bajaron del tren.

—¡Los de primer año, por aquí!

Los tres voltearon y vieron a un hombretón dos veces más alto que un hombre normal y al menos cinco veces más ancho. Tenía cabello negro, largo y revuelto, y una barba que le cubría casi toda la cara. Sus manos, en una de ellas llevaban una lámpara de aceite, tenían el mismo tamaño que las tapas del cubo de la basura y sus pies, calzados con botas de cuero, parecían crías de delfín.

—-Bueno, te veremos más tarde en el castillo, Alex —se despedía Lily, tomando la mano de Severus y caminando hacia unos carruajes sin caballo

—¿Eh? ¿Por qué? No soy de primero año, soy...

—De quinto, pero es tu primer año en Hogwarts y por lo tanto tendrás que hacer lo mismo que los de primero

Alex se puso roja por la vergüenza debido a ser la única persona de quince años entre puro niño de once años. Se cubrió la cabeza con la capucha de la túnica y fue hacia Hagrid y niños de primero seguida por Metstli.

—Algo me dice que disfrutaste ponerla incomoda —comentó Severus, ayudando a Lily a subir a uno de los carruajes

—¿Se notó? —preguntó Lily con voz inocente

—Bastante

Ambos amigos rieron. Debido a que en su carruaje todavía había lugares, Regulus subió y detrás de él una chica de cabello rubio y lacio abajo los hombros, ojos grises y mirada soñadora.

—Hola a todos, soy Pandora Stewart de Ravenclaw. Mucho gusto —se presentó la chica y miró hacia la ventana sin decir nada más.

Lily, Severus y Regulus se miraron sin comprender lo que pasó. El carruaje se sacudió y emprendió el camino hacia el castillo. Pasaron por unas suntuosas verjas de hierro flanqueadas por columnas de piedra coronadas por estatuas de cerdos alados. El carruaje cogió velocidad por el largo y empinado camino que llevaba al castillo. Finalmente se detuvo y bajaron del carruaje. Subieron por una escalinata de piedra y pasaron a través de las gigantescas puertas de roble, y en el interior del vestíbulo, que estaba iluminado con antorchas y acogía una magnífica escalera de mármol que conducía a los pisos superiores.

A la derecha, abierta, estaba la puerta que daba al Gran Comedor, decorado para el banquete de comienzo de curso. Tenía un aspecto tan espléndido como de costumbre, y el ambiente era cálido. A la luz de cientos y cientos de velas que flotaban en el aire sobre las mesas, brillaban las copas y los platos de oro. Las cuatro largas mesas pertenecientes a las casas estaban abarrotadas de alumnos que charlaban. Al fondo del comedor, los profesores se hallaban sentados a lo largo de uno de los lados de la quinta mesa, de cara a sus alumnos.

—Un placer conocerlos —se despidió la chica Pandora y entró al Comedor, directo a la mesa de Ravenclaw

—Que rara es —comentó Severus

—Estoy de acuerdo —concordó Regulus

—No deberían de juzgarla. Solamente dijo dos oraciones y ya, con eso no pueden saber cómo es una persona —dijo Lily

—Como digas, Evans —dijo Regulus, poniendo los ojos en blanco

Tomó a Severus del antebrazo y el chico entendió que debían ir a su mesa.

—Nos vemos después, Lily —se despidió el azabache

—Nos vemos, Sev. —se despidió la pelirroja—. No importa en qué casa esté Alex, los tres seguiremos siendo amigos —y con esto último se fue a la mesa de Gryffindor y se sentó entre Mary McDonald y Marlene McKinnon.

Severus se dejó llevar por Regulus y los dos se sentaron en la mesa de Slytherin. Pasaron unos minutos para que los alumnos tomaran asiento en sus respectivas mesas y enseguida se abrieron las puertas del Gran Comedor y se hizo el silencio. La profesora McGonagall marchaba a la cabeza de una larga fila de alumnos de primero, a los que condujo hasta la parte superior del Gran Comedor, donde se encontraba la mesa de los profesores.

Los alumnos de primero miraban todo el lugar con asombro y emoción. Lo normal sería que los demás alumnos de Hogwarts miraran a los pequeños de primero, pero todas las miradas estaban posadas sobre Alex, quien estaba roja a más no poder y con la cabeza baja. Iba al final de la fila.

Llegaron a la altura de la mesa de los profesores y se detuvieron, puestos en fila, de cara al resto de los estudiantes. Entonces la profesora McGonagall colocó un taburete de cuatro patas en el suelo ante los alumnos de primero y, encima de él, un sombrero extremadamente viejo, sucio y remendado. Los de primero lo miraban, y también el resto de la concurrencia. Por un momento el Gran Comedor quedó en silencio. Entonces se abrió un desgarrón que el sombrero tenía cerca del ala, formando como una boca, y empezó a cantar. Los alumnos de primero estaban impresionados de ver a un sombrero cantar. En el Gran Comedor resonaron los aplausos cuando terminó de cantar el Sombrero Seleccionador.

La profesora McGonagall desplegaba en aquel momento un rollo grande de pergamino.

—Cuando pronuncie su nombre, les pondré el sombrero y se sentarán en el taburete —dijo dirigiéndose a los de primero—. Cuando el sombrero anuncie la casa a la que pertenecen, irán a sentarse en la mesa correspondiente. —y así comenzó la selección.

La selección sucedió con tranquilidad, algunos alumnos eran seleccionados enseguida a su casa y otros tardaban un poco más. Cuando la profesora McGonagall llegó a la "J", Alex se sorprendió de que no la mencionara y eso la inquietó.

«¿Acaso seré la última solo por ser la mayor?»

Y lo que pensó se cumplió cuando la profesora McGonagall llamó al último alumno de primero.

—Jones, Alexandra —la llamó la profesora

Alex estaba más nerviosa que cuando estuvo en primero para la selección y no era para menos: la única de quince años y la última. Tratando de controlar los nervios, Alex caminó hacia el taburete y se sentó, enseguida la profesora McGonagall le colocó el Sombrero Seleccionador.

—Mmm... difícil, muy difícil... —decía el Sombrero en la mente de la latina— además de interesante, no eres de este tiempo, vienes del futuro y en tu época eres una Gryffindor. Así que ¿quieres estar en esa casa?

—La primera vez me pareció que fui seleccionada ahí más que nada porque lo estaba pidiendo de manera inconsciente, pero esta vez lo dejaré a tu disposición. —respondió Alex, igual por la mente

—Está bien. Veamos... —el Sombrero comenzó a ver en la mente de Alex—. Lealtad... Valentía... Buen corazón... y cuando te lo propones también puedes ser astuta, fría y calculadora... Mh... realmente difícil.

A pesar de no ver nada debido al sombrero, Alex sentía la mirada de todos en el Gran Comedor y no era para menos, rara vez el Sombrero se tardaba en seleccionar a los alumnos.

—Bien, te pondré en...

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