Primera parada
Ya no se encontraban en la cafetería. A su alrededor había bastante selva y árboles gigantescos.
Los ojos de Henry observaron una bella cascada.
—¿En donde estoy?
Al final del camino volaba muy rápido un hada.
—Al fin de te encuentro tardaste demasiado y cambiaste mucho, Henry Mills.
—Al fin de te encuentro tardaste demasiado y cambiaste mucho, Henry Mills.
«¿Cómo ella me conoce tanto?» fue el primer pensamiento que se le cruzó por su cabeza.
—Primero que todo, dime tu nombre y en donde está mi amigo porque no vine solo.
Antony no se encontraba a su alrededor y eso le asustaba.
—Está bien, contestando tu primera pregunta, tuvimos que regresarlo, ya que es peligroso; me arriesgo mucho al traerte a ti y cargar con otro niño no está en mis planes. Segundo —dijo luego, un pequeño bostezo se le escapó de su boca—. Mi nombre es Nilka y soy el hada de los recuerdos.
—Y se supone que eres tú la que me va a ayudar a recuperar mis recuerdos.
—Exactamente, ahora empecemos con la primera pregunta: ¿recuerdas dónde quedó tu libro de cuentos?
Aquel libro que le habían regalado cuando era pequeño
Donde la mente de el volo muchas veces
—Seguramente se lo regale a algún niño de la isla de los perdidos porque, osea, estoy a 5 días de cumplir 16 y ya no soy un bebé... Por si no te das cuenta.
Esa respuesta un tanto sarcástica provocó que aquella hada rodara los ojos.
—Yo creía que todavía conservabas esa magia interior, pero veo que tus inseguridades han ganado —le acarició la mejilla izquierda—. Hare que regrese ese niño de Storybrooke.
—Escucha, solo quiero ser normal y regresar a Auradon con mis hermanos, mi abuela Blancanieves y con Antony, que ellos son lo único que me importa.
Asintió levemente y ambos tomados de la mano dijeron lo siguiente.
Primera parada: la boda de Blancanieves y el príncipe encantador.
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