La oscuridad se acercaba y las estrellas adornaban el cielo.

Regina había pedido descansar y los otros chicos aceptaron.

—Bueno, agradesco que no te parezcas a ella porque es demasiado intolerable.

—Simplemente es su personalidad; hay que respetarla y saber negociar con ella.

Porque no había nada extraño, tenía su grupo de amigos y era muy conocida en la academia.

No tenía problemas.

—No creo que alguna vez se haya sentido sola o confundida

—Henry, ¿puedo hacerte una pregunta? No te enojes

—Claro, dime ¿qué es lo que pasa?

Se dio cuenta de que se había puesto nerviosa, se agarraba el cabello y jugaba con él acariciando las puntas.

—Nilka, dime que pasa.

—En el lugar de donde vienes ¿tienes alguna novia?

Frunció el ceño al escuchar; habían chicas que le llamaban la atención.

Melody y Franchesca. 

Esta última era estudiante de intercambio y era la hija de uno de los reyes aliados de Auradon.

Pero desde el primer momento la hija de Ariel llamó su atención y se quedó grabada en su corazón.

—Digamos que me gusta alguien.

Y con solo mirar aquellos ojos y escuchar esa preciosa risa le provocaba alegría y su mundo se pintaba de colores.

—Ahhh, ya veo... Espero que cuando regreses puedas estar con esa persona.

—Dudo mucho que pase, pero gracias por los deseos. Nilka

Asintió y buscó la manera de no tener contacto con los ojos de Henry.