La nueva heredera
Nilka había llevado a Henry hasta el día en que construyeron el ropero con forma de árbol; el plan original era que Blancanieves y su bebé entraran ahí, pero el hechizo oscuro avanzó hasta el reino.
—Por eso mi madre biológica no estuvo con sus verdaderos padres; ¿tú dices que yo ya sabía todo esto?
—Obvio, por eso le buscaste a ella en su cumpleaños número 28...
Regina había hechizado a todo Storybrooke; muchos de sus habitantes sufrieron por aquel acto malevolo.
—Ella en el primer momento no te cree, así que te dejo en casa de Regina.
Henry frunció el ceño al escuchar lo último.
—Lo siento pero me perdí, habla más despacio.
Lo que decia aquella hada le asustaba y confundia cada vez mas y mas
—Lo que te puedo decir es que desde ese primer momento la rivalidad entre ellas comenzó a crecer. Sin embargo, Emma se quedó para saber que te encontrarás bien.
—Ah, claro, luego de que ella me dé en ¡adopción! ¡Qué lindo regalo de su parte!
Porque ese es el sentimiento que se le cruzaba de forma interna cada dos por tres.
—Me das a entender que no la perdonaste del todo.
«Quisiera poder decir que sí y que ahora la busco cuando tengo dudas, pero hasta de ella me he alejado.»
Se instaló un silencio muy incomodo entre ambos; aquella hada no quiso incomodarlo, pero el mayor defecto que tenía es muchas veces ser imprudente con la boca.
—Mira... yo lo siento; muchas veces no me controlo y... termino perdiendo amigos.
—No te preocupes, no es tu culpa, tú solo me estás ayudando.
Esa simple palabra provocó una inesperada y bonita sonrisa por parte de Nilka.
Tal vez toda esa maravillosa aventura que vivían los dos chicos no iba a ser tan mala después de todo.
Y el alivio en Henry, ya que no quería portarse tan pesado con ella.
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