Eran las tres de la mañana y el sonido de unos pasos le despertó a Henry, viajero. Se sorprendió al ver a Melody y Rory con unas llaves en sus manos.

—¡Henry! —dijeron ambos chicos al unísono.

Henry se paró rápidamente y trató de sonreírles a ambos.

—Vamos, Henry, te sacaremos de aquí.

—Sí, mejor amigo, coopera por favor.

Henry, viajero, les ayuda a sus amigos a liberarse y todos juntos escapan de aquel frío y triste calabozo.

Corren lejos hasta una playa donde les esperaba Emma Swan.

Henry corrió con más velocidad para acercarse a su madre biológica y darle un fuerte abrazo.

—! Niño! Que fue lo que andabas haciendo.

—Jugar con el tiempo, mamá... Y meterme en problemas.

Emma niega y acaricia el cabello de Henry para calmar sus nervios.

—Antes de llegar una hada nos dio este frasco de polvillo mágico.

Henry lo mira atento e intenta negarse a que se lo pongan en la cabeza. Él se dio cuenta que ahora sí la hada se arriesgó mucho en ayudarlo.

—¿Donde se fue aquella hada? ¿Les dijo algo?

Sus dos amigos negaron, pero su mamá le dio una respuesta bien amarga.

—Dijo que ella desaparecería por haber incumplido reglas, pero que es la única forma de poder salvarte.

—No puedo hacerlo... yo necesito hablar con Nilka... debo saber...

Su madre le interrumpió.

— ¡Henry, hay que irnos!

Y mágicamente comenzaron a regresar a la realidad.