Red era la nueva reina de Wonderland. Con su mayoría de edad, se había convertido en lo que tanto se quejaba en el pasado. Gobernaba junto con su madre, y obviamente siempre estaban alerta de cualquier movimiento proveniente del exterior.

Henry, o mejor dicho, el rey, organizó un baile de máscaras invitando a todos los reinos, incluyendo a Wonderland. El plan era hacer una negociación con su nueva soberana, la reina Red.

Red a toda costa iba a aceptar esa invitación; era su mejor oportunidad para ver qué plan se le podría ocurrir. La idea de divertirse estaba intacta.

Entre los invitados se encontraba el Henry, viajero del tiempo. Horas antes le encerraron y logró hacer que escaparan sus mejores amigos. Se llevó una gran sorpresa al ver a Red del futuro transformada en algo que no quería.

Red observó a toda la gente y ahí lo vio a él, al que era su amigo cuando era adolescente.Se dirigió a él. 

—¿Henry?

Henry asintió y logró decirle. 

—Te ves diferente..... Red, tú no quieres ser reina; no debes ser algo que no te nasca.

Red miró con el ceño fruncido, sin entender lo que decía Henry, o mejor dicho porque habían un gemelo muy parecido al rey de Hamblet.

—Este fue mí destino; estaba totalmente equivocada.

Y antes de seguir una tercera voz (el pero de futuro) llamó la atención de sus invitados.

 —Bienvenidos al anuncio de mi compromiso con la Reina Red.

Ambos al escuchar aquello se sorprendieron bastante

Ni en sus más locas ideas se le hubiera ocurrido casarse con su mejor amiga.

— No Red....esto está mal

Pero el Henry Rey se acerca, toma la mano de su "prometida" y dice:

—Sí, queridos invitados... He tomado la decisión de casarme con la reina de Wonderland.

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Ahora, el pobre Henry viajero se encontraba encarcelado.

—¡Saquenme por favor!

El rey Henry apareció de entre las sombras, y su sonrisa sarcástica hizo que el ambiente se ponga tenso.

—Mira, forastero, yo no sé cómo hiciste para escapar e infiltrarte en la fiesta, pero no vas a dañar mis planes.

—¿Cuáles son tus motivos para casarte con Red?

Hablar con sinceridad era una de las mejores cualidades de Henry.

Quería creer que su yo del futuro no haya perdido aquello.

—Fácil, hacer un golpe de Estado y quitarle Wonderland.

—Eso es un daño horrible que harias además ella no gobierna sola... te olvidas de su majestad Bridget

Henry Rey estalla en carcajadas.

—Tienes exceso de bondad, forastero; me haces recuerdo a mi yo de adolescente.

Henry, viajero, ignoró la burla de su yo del futuro y prosiguió con las preguntas.

—¿Porque te volviste malo? ¿Qué fue lo que sucedió?

—Regina... yo no pude salvarla. —Se le corta la voz. —No quiero mantener esta conversación.

—Lo siento, pero tendrás que decirme todo... Que fue lo que pasó con Regina.

Ya comenzó a ponerse nervioso por no tener una explicación necesaria.

—Mi madre Regina murió en uno de sus viajes por barco... He ahí mi cambio... Mi hermana Evie no me perdonará lo que pasó, y se atrevió a dejarme solo...

Un nudo en la garganta se le hizo a Henry, viajero; más trato de aguantar las lágrimas.

—¿Y... Emma Swan? ¿Qué pasó con ella?

—Ella se ha quedado con la familia que formó.

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2 horas exactas han pasado en total silencio mientras los dos chicos se miraban.

—Y dime, forastero, qué ha sucedido con Melody... La hija de la reina Ariel y del rey Eric...

—Ella estaría bien si no la hubieras encerrado.

A este punto, el Henry viajero quiere confiar en que la pequeña sirena encontrará ayuda.

Henry Rey se avergonzó, ya que a la pobre niña le asustó bien feo y le mandó a uno de los calabozos más fríos de su reino.

—Debo irme, que no se te ocurra intentar salir forastero.

Se dio vuelta y comenzó a caminar en dirección hacia la salida.

Mientras que el pobre Henry viajero lo seguía con la mirada y se sentía decepcionado al ver que mal había cambiado el mismo.