「ღ」Capítulo 2.
La luz proveniente de la cortina mal cerrada impacta en mi rostro. Me remuevo incómoda sobre la cama, tomo la cobija, la subo hasta que me tapa por completo la cabeza, pero la luz logra filtrar por la tela y provoca que me levante con desgano.
Veo hacia abajo, Caroline duerme profundamente en el colchón inflable que armamos cada vez que viene a dormir. Envidio aquella facilidad que tiene para no levantarse por cosas tan pequeñas como estas.
Luego de cerrar la cortina observo el reloj, son apenas las ocho de la mañana. Genial, lo que más odio es levantarme temprano un sábado.
Vuelvo a echarme, giro mi cuerpo y veo mi celular, la luz de notificación está parpadeando y elevo una ceja con curiosidad. Lo tomo, me acomodo mirando al techo, y coloco el patrón de desbloqueo.
El brillo de la pantalla provoca que entrecierre los ojos ligeramente, pero en cuanto logro ver la notificación, parpadeo con rapidez y mis ojos se adaptan. Me quedé completamente en blanco, sentía como si alguien me hubiera dado un golpe en el estómago.
Ivan White te acaba de enviar un mensaje.
Respiro y cuento hasta diez. Siento que en ese punto mis manos están temblando violentamente. Mi corazón late con fuerza. Pulso la notificación y el celular me lleva hasta aquel mensaje privado.
Me puse de pie y comencé a gritar, Caro pegó un brinco y producto del susto terminó parada al lado de la puerta. Oí las pisadas de mis padres por todo el pasadizo, y como si fuera un escuadrón del FBI, mi papá entró pateando la puerta sosteniendo un bate de metal, que no se de donde sacó, entre sus manos, mi madre estaba un poco más atrás de él con el jarrón que mi abuela le regaló en su boda entre sus manos.
—¿¡Chicas, están bien!? —preguntó mi papá mientras observaba en todas las direcciones.
—¿Qué pasó? —pregunta mi madre al ver que lo único dentro del cuarto éramos Caro y yo.
—Lo siento, es que... vi una araña.
Caro me observó con unas evidentes ganas de matarme, mis padres blanquearon los ojos. Mi papá dejó su postura de soldado medieval y mientras cerraba los ojos comenzó a caminar en dirección a su habitación.
—Jovencita, te hemos dicho que no grites así por las mañanas —me reprende mi madre mientras rio nerviosamente.
—Perdón, no se volverá a repetir.
Ambos se marchan, y Caroline, que parecía un poster más pegado a la pared, cierra la puerta. Bosteza, se tira de nuevo al colchón mientras se tapa hasta la cabeza con la manta que le di.
—Caro.
—Zoey, son las ocho de la mañana —responde con desgano—. La araña no te va a hacer nada.
—No había ni una araña...
—¿Entonces qué te hizo gritar así?
—Ivan me respondió el mensaje...
Y diciendo esto ella inmediatamente se sentó sobre el colchón, se frotó el rostro para asegurarse de que no estaba todavía dormida, y me observó con los ojos muy abiertos.
—¿Me estás jodiendo?
—Lenguaje —le digo, ella blanquea los ojos.
—¿De verdad te respondió? —asiento mientras se pone de pie y se tira a mi lado en la cama— ¿Qué te dijo?
Tendí el celular en su dirección y ella comenzó a leer el mensaje, en cuanto terminó elevó las cejas con picardía y comenzó a hincar mi vientre con uno de sus dedos. Mis mejillas me ardían de una forma completamente inexplicable.
—¡Dulce y santa mierda! —chilla mientras mueve las manos nerviosamente, la observo con reproche—. Y tú decías que no respondería.
—Es la primera vez que un artista me responde un mensaje.
—Te dije que sería más fácil ahora que no es tan conocido —diciendo esto ella entró a su perfil— ¿¡Qué carajos!? ¡Un millón de seguidores!
Ambas nos quedamos mirando la pantalla y nos dimos cuenta de que Ivan incluso había borrado los tweets que tenía antes, y había subido una foto donde salía sonriendo en el escenario de La nueva estrella junto al jurado.
—Mira, Zoey —dijo mientras señalaba un punto específico del perfil—. Desactivó la opción de enviarle mensajes.
—Era de esperarse, debe tener la bandeja llena.
—¿Qué esperas? ¡Respóndele! Tu mensaje debe ser lo primero que vea cuando abra los ojos.
—¿Estás loca mujer, cómo voy a escribirle ahora?
—Vamos, Zoey, no seas maleducada, te ha hecho una pregunta, lo que menos puedes hacer es responderle.
—Lo preguntó por cortesía.
—Cortesía se devuelve con cortesía —me dice, y yo sonrío.
—¿No me dejarás en paz hasta que le responda, no es verdad?
—Que bien me conoces —añade mientras desordena mi cabello.
En cuanto terminé de escribir Caro asintió como si fuera una madre orgullosa. Trató de arrebatarme el celular como la noche anterior, pero ya teniendo aquella experiencia, simplemente no podía arriesgarme a que le escribiera algo desubicado. Era capaz de pedirle matrimonio en mi nombre y eso me aseguraría que Ivan me baneara de por vida.
—Bien, Zoey, esto es un gran avance.
—No es lo mismo, Caro, esto es internet.
—Da igual, que te hayas animado a escribirle a alguien que captó tu interés ya es un gran avance —me dijo a medida que sujetaba mis brazos con fuerza, ella sonrió y no pude evitar hacer lo mismo—. No minimices tus logros, siéntete feliz por las cosas pequeñas que estás logrando.
—No sé qué haría sin ti, Caro —y es que era verdad, la adoraba con toda mi alma.
—Tu vida sería muy aburrida querida amiga, dalo por hecho.
Ambas comenzamos a reír. Caro era en cierta forma uno de los pilares de mi vida, era la persona en la que más podía confiar, aparte de mis padres, y pasar tiempo con ella siempre me venía bien.
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La maestra de química empieza a explicar el procedimiento para realizar el experimento del día de hoy. Por millonésima vez, sin que ella se de cuenta, saco mi celular de mi mochila y observo la pantalla.
Aún no he tenido respuesta.
Suspiro con resignación, Caro me observa y dibuja una carita feliz en mi cuaderno. La observo y le sonrío.
Era más que obvio que no iba a obtener una respuesta. Pero una pequeña luz de esperanza dentro de mi corazón quería creer que, Ivan White, iba a responderme. Es decir, lo veía compartiendo artículos donde aparecía, pero mi bandeja seguía completamente vacía.
Ivan White, está grabando su primer demo.
Ivan White, estrella novata, haría una aparición especial en el capítulo cuatro de la segunda temporada de The Umbrella Academy.
Ivan White, conoce estos diez secretos de esta sexy estrella.
Claramente había leído todos los artículos, en especial el último.
Mi twitter se había llenado de post referentes a Ivan. Algunas chicas, que eran de otros estados, que también estaban interesadas en él habían llegado a entablar comunicación conmigo, y en cuestión de días todo esto se volvió tan grande, que aún no se como había pasado a ser una especie de presidenta de un club de fans acerca de él.
—Pequeña whiver —ese era el nombre con el que las fanáticas de Ivan nos hacíamos llamar—. Si no prestas atención haremos explotar el laboratorio —me susurra Caro mientras despego la vista del celular.
—Lo siento, es solo que...
—Sí, lo sé, estabas viendo si te respondió.
Caro sabía a la perfección que cuando me lograba obsesionar con un artista, o banda, daba todo de mí con tal de apoyarlo. Me había pasado en su momento con One Direction, 30 Seconds to Mars, y Lady gaga.
Dándome por vencida, decidí dejar la mochila en el suelo y presté verdadera atención a la clase. Por suerte el experimento no resultó ser tan complicado, así que al menos por esa vez, ni Caro ni yo incendiamos el laboratorio.
El resto del día transcurrió con normalidad, salvo algunos momentos puntuales en donde me cruzaba con mis némesis, Drake y Amber, que no podían evitar buscar alguna manera de molestarme, pero en cuanto llegó la hora de la salida Caro y yo nos dirigimos hasta nuestros respectivos hogares.
Al llegar escuché a mi madre, ella me saludó desde la cocina. El exquisito olor del pollo al horno llegó hasta mi nariz e hizo que mi boca se hiciera agua. La saludé como siempre, y mientras ambas conversábamos, el tenue sonido del rasgueo de una guitarra llegó hasta mis oídos.
—¿Papá ya llegó?
—Sí, vino hace poco, está en la biblioteca.
—¿Necesitas que te ayude?
—No, la cena ya está casi lista, ve y pasa tiempo con él.
Asentí y me dirigí inmediatamente a la biblioteca. Nuestra casa no era demasiado grande, pero estaba lo suficientemente bien distribuida como para tener varias habitaciones.
Mientras me dirigía a ver a mi papá, comencé a ver las paredes del pasadizo. Mis padres prácticamente habían llenado la casa con fotografías mías a lo largo de mi vida. Había momentos donde me avergonzaba un poco esto, pero los entendía. Cuando mi mamá era joven había sido diagnosticada con un problema en los ovarios que le impediría tener hijos, pero luego de un tratamiento, y varios intentos fallidos, por fin llegué a sus vidas.
Me asomé por la habitación de donde provenía la música, y vi a mi padre sentado frente a un atril que tenía unas partituras puestas encima.
El sueño que había tenido de ser cantante se lo debía a él. Mi padre fue una de las principales personas que me inculcó ese enorme amor por la música.
Cuando él era joven había sido parte de una banda que había ganado cierta popularidad, había aparecido en varias revistas de la época, fue en una de estas giras que logró conocer a mi mamá, y ella logró encarrilar su vida y lo ayudó finalmente a sentar cabeza luego de algunos años de excesos.
Nadie estuvo más feliz que el abuelo cuando tomó esa decisión.
—Hola, mi cielo —escuché que dijo mi padre.
—Hola papá.
—Ven, acércate.
Fui hasta donde estaba y deposité un beso en su mejilla, él sonrió y me dio uno en la frente. Tomé asiento a su lado y él devolvió la vista al atril. Volvió a rasgar la guitarra mientras observaba las partituras desgastadas, y en cuanto llegó a la parte donde la voz ingresaba, comenzó a cantar.
Pese a que hace mucho tiempo él ya no había vuelto a pisar un escenario, aún poseía muchísimo talento.
Esperé por ti, era la canción que en ese momento se encontraba practicando. Era una melodía que él había compuesto a los pocos meses de que había comenzado a salir oficialmente con mi mamá.
Corro hacía ti.
No te alejes.
Prometo no volver a apartarme de tu camino.
A partir de hoy caminaré contigo.
Oh mi amor,
¿Sabes cuánto te amo?
Mientras lo escuchaba comencé a tararear. Esta era una de mis canciones favoritas. Si bien podía tener muchos artistas que amaba, y admiraba, mi papá siempre iba a ser el número uno. O bueno, el dos porque el uno era mi mamá.
En cuanto él llegó al coro ambos comenzamos a cantar juntos. Él sonrió mientras me escuchaba, yo sentí aquellos escalofríos recorrer mi cuerpo. Amaba cantar. Nunca dejó de gustarme hacerlo, pero me daba tanto miedo atravesar por algo similar a lo que me pasó de niña que, simplemente terminé silenciando mi propia voz.
Deseo estar contigo
Tú eres la razón.
No te perderé ni un solo instante.
Nuestros deslumbrantes nombres.
Deseo siempre verlos escritos juntos.
Oh mi amor,
¿Sabes cuánto te amo?
Mi padre y yo seguimos cantando, él rasgaba las cuerdas e improvisaba por momentos, pero la conexión que los dos teníamos era mágica y sabía siempre cuál era el momento en que yo debía volver a entrar. Al terminar, ambos nos observamos, yo reí, él revolvió mi cabello mientras sonreía con orgullo, y el sonido de un llanto reprimido nos hizo voltear a ambos hacia la puerta. Era mi mamá, ella estaba llorando mientras sonreía.
—Lo siento, siempre que los escucho cantar juntos no puedo evitarlo.
Tanto mi padre como yo nos pusimos de pie y caminamos hasta donde ella estaba. La abrazamos con fuerza. Mi padre se separó levemente de su cuerpo y depositó un beso sobre sus labios, mi madre lo observó embelesada.
Pese al tiempo, ellos aún parecían dos adolescentes enamorados.
Hice una mueca de desagrado solo por molestarlos, ellos rieron, mi mamá nos dijo que la cena ya estaba lista, nos dirigimos al comedor, nos ubicamos en nuestras sillas y comenzamos a degustar de los exquisitos platillos que había preparado.
Al terminar mi padre trajo de nuevo su guitarra y seguimos cantando, pero llegó un punto donde él se puso de pie, me pidió que tocara una canción y se puso a bailar con mi madre.
Amaba con locura a mis padres, y lo que más deseaba en esta vida, era encontrar alguna vez un amor tan puro como el que se tenían ellos.
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