「ღ」Capítulo 17.
En ese preciso instante lo único que deseaba con todas mis fuerzas era que la tierra me tragara, y de no haber sido porque Eliot estaba allí con nosotros, esto se hubiera vuelto un duelo de "a ver quien aparta primero la mirada".
—Dios, esa mierda que me inyectaron pega fuerte —escucho decir a Eliot que había comenzado a aprisionarme a su cuerpo.
Eliot estaba actuando raro. Demasiado. Si bien habíamos tenido un acercamiento las últimas semanas, esta versión de él no disfrutaba mucho de los acercamientos, pero ahora prácticamente estaba encima jugueteando con mi cabello, y por cómo me observaba Ivan, aparentemente esto no le hacía demasiada gracia.
—Ey, enana ¿me acompañas a mi cuarto? —pregunta él.
—Puedo llevarte yo —responde Ivan dando unos pasos al frente mientras coloca una mano sobre su hombro.
—No es necesario, mi alcoba queda al lado de la de ella así que anda de camino.
Eliot volvió a girar mi cuerpo y avanzó, comencé a seguirle el ritmo porque parecía que estaba apunto de caerse. Pero él era grande, MUY GRANDE, y yo era un minion a su lado, a duras penas podía mantener la estabilidad.
—Ivan ya puedes irte, ella se encargará de cuidarme —tras decir esto voltea a observarlo y luego me dedica una mirada pícara— ¿No es así, lindura?
—¿Lindura?
Una sonrisa burlona escapó de mis labios, en otras circunstancias quizás me hubiera puesto nerviosa, pero la actitud de Eliot me dejaba en blanco por completo.
—¿Te pusieron anestesia para caballos? —pregunté finalmente, él rió fuerte.
—Quien entiende a las mujeres —suspira—. Uno es amoroso con ellas y luego lo toman de loco. Puede que esté algo drogado por la medicina, pero deberías aprovechar —añade con diversión mientras mueve de arriba abajo las cejas.
Diciendo esto Eliot se acerca más hasta casi pegar nuestras frentes, pero antes de que pudiera hacer algo veo como Ivan tira de mí hacia atrás y me pone a su lado.
—Bien, creo que estás excediéndote —contesto frío y distante mientras me suelta—. Te acompañaré a tu alcoba, gracias Zoey, puedes ir con tus padres.
Antes de que sujetara a Eliot, Ivan me dedica una mirada que demostraba que estaba herido.
Desde que el teatro de Sky había acabado entre nosotros fui sincera con él en cada aspecto de mi vida, pero el único detalle que había omitido era que había un chico viviendo en mi casa, exactamente al lado de mi alcoba. No lo hice porque tuviera malas intenciones, sino porque Caro me había recomendado no hacerlo ya que podría generar malentendidos entre nosotros.
Ellos subieron las escaleras, fui hasta donde estaban mis padres, ellos se quedaron callados de golpe, mi padre me observaba molesto, no lo veía tan tenso desde que cuando fuimos a Disney un chico se acercó a pedirme una dirección porque se había perdido y él pensó que estaba coqueteándome.
—Zoey, cariño —dice mi madre con una sonrisa—. ¿Puedes ir a darle su medicina a Eliot? El doctor dijo que debía tomar algo para el dolor llegando a casa antes de que pase el efecto de la inyección.
Asentí y tomé las cosas que estaban sobre la mesa, mi padre seguía observándome atento. No entendía qué era lo que le pasaba, estaba normal hasta que volvió con Eliot y ahora actuaba como si quisiera darme una reprimenda.
Al subir las escaleras me detuve frente a la puerta, Ivan la había dejado entreabierta, lo suficiente para poder observarlos sin que ellos repararan en mi presencia. Observé dentro y vi que Eliot estaba tirado boca arriba sobre la cama, Ivan se había reposado encima del escritorio, pero lo veía con la fotografía de Samantha entre sus manos.
—Te he dicho que me llames cuando pasa algo —lo escucho que dice, Eliot gira su cuerpo y le da la espalda tras oírlo—. Por poco y los doctores alertan a la policía, tuve que darles dinero para que se quedaran callados. No puedes ir drogado en la moto, uno de estos días te vas a matar o matarás a alguien... Por suerte el padre de Zoey no se dio cuenta de tu estado...
—Cállate.
—Eliot, no puedes seguir de esta forma. Mierda, te quiero, eres como un hermano para mí...Lo que le pasó a tus padres y lo que le pasó a...
—No te atrevas a nombrarla...
—Eliot...
—¡No digas su nombre, Ivan! —grita y genera que me sobresalte—Es mi puto problema ¿Ok? —le dice sin observarlo—. Pagaré la deuda que tengo con tus padres y desapareceré de tu vida.
—Escucha, imbécil, eso no es...
—Solo lárgate, he terminado de hablar.
—Bien, como quieras —tras decir esto Ivan colocó la fotografía a un lado boca abajo—. Pero entiende de una puta vez, pedazo de imbécil, que esta conducta autodestructiva no te llevará a ningún lado.
Ivan comenzó a caminar hacia la puerta y yo corría las escaleras procurando hacer el menor ruido posible. Sin embargo, me detuvo a mitad de camino, terminé tirando un poco del agua que tenía todavía en el vaso.
—Creí que habíamos dejado las mentiras de lado —suelta de pronto y yo hundo el rostro.
—Perdón, no pensé que...
—¿Fuera importante? —completa la frase y luego suspira pesadamente— Escucha, estoy celoso, no te lo negaré, pero, mierda Zoey, debiste decírmelo al menos. Sé la situación por la que está pasando ese cabeza dura, hubiera sabido entenderte —tras decir esto Ivan sujeta suavemente mi brazo.
Entendía su punto, pero es que simplemente pensé que al no decirlo no habría problema. Es decir, quedaba poco para que la casa que compró Eliot fuera remodelada y se mudara.
—Lo lamento —respondo con sinceridad, él suspira.
—Escucha, estoy cansado —contesta y encojo el rostro—. Hablamos mañana ¿sí?
—Zoey, cielo.
Al girar nuestros cuerpos vemos a mi padre de pie en las escaleras, no se le veía demasiado contento, de hecho, si pudiera hace mucho le habría lanzado a Ivan algo en la cabeza.
Ivan, al darse cuenta de que podría parecer que me estaba intimidando por como me tenía, me suelta y vuelve a poner una de sus sonrisas en el rostro.
—Gracias nuevamente por cuidar de Eliot, Sr Walker, no sabe como lo aprecio.
—Descuida —contesta mi padre con voz neutral—, es un placer.
—Bien, debo irme... pasaré a verlo mañana, espero no ser una molestia.
—De hecho...
—¡Desde luego que no, cielo! —esta vez fue mi madre la que habló cortando lo que mi padre quería decir a la par que le lanzaba una mirada fulminante— Eres bienvenido, será un placer recibirte en nuestra casa.
Ivan no dijo nada más, tan solo le agradeció con una sonrisa y antes de desaparecer por la puerta, me dedicó una última mirada que no pasó desapercibida para mi padre.
—Zoey... —dice mi padre dando dos pasos al frente.
—Iré a ver a Eliot —contesto con prisa antes de que alguno de ellos me dijera algo.
Al llegar a la segunda planta me dirijo a la habitación de Eliot, las luces estaban apagadas, él continuaba de espaldas al escritorio y la fotografía que había dejado Ivan boca abajo aún se mantenía en la misma posición.
—Ivan, te dije que te largaras.
—Soy Zoey... —le digo a la par que cierro la puerta.
El vaso estaba prácticamente vacío, pero de igual forma lo dejé sobre el escritorio. Eliot no respondió, únicamente se mantenía allí quieto mientras observaba a la pared. Al dirigirme hasta donde se encontraba me senté justo al medio de la cama, sentí su cuerpo tensarse, pero no me importó. Mi mano se dirigió con miedo hasta su torso y comencé a acariciarlo.
—¿Qué soy tu perro? —pregunta sarcástico.
—No te obligaré a hablar —le dije, armándome de valor, aunque estaba temblando—, pero quiero que sepas... que cuando te sientas listo, estaré aquí para escucharte.
En ese instante Eliot giró su cuerpo y me obligó a recostarme sobre la cama, mi corazón comenzó a palpitar, sus manos estaban aprisionando las mías, su rostro estaba tan cerca del mío que su cálido aliento me golpeaba. Él me observaba atento. Su mirada era vacía, sin emociones, y aunque sonreía peligrosamente no me sentía en un genuino peligro.
—¿Y si te pido que me entregues tu cuerpo para aliviar este dolor, lo harías? —pregunta de golpe tomándome por sorpresa.
Eliot había comenzado a acercarse, sus labios terminaron impregnándose en mi cuello. Comenzó a depositar besos sobre la zona mientras iba bajando, al llegar a la abertura de mi escote me observa, pero yo no me inmuto.
—Sé que no harías nada que me lastimara —le dije y se detuvo en ese instante.
—No me conoces —respondió cortante.
—Tienes razón, no conozco a este Eliot, pero sé que en el fondo el Eliot que amé todavía se encuentra presente —tras decir esto sentí mis ojos arder, algunas lágrimas terminaron brotando y se perdieron en mi mata de cabello—. No estás solo Eliot...
Sus manos me soltaron, él retrocedió hasta pegar su cuerpo a la pared, agachó la cabeza y tapó el rostro con una de sus manos, comenzó a reír pero me percate de que estaba temblando. Con miedo me acerqué hasta donde estaba y lo abracé importandome poco si me rechazaba. Mi cuerpo había terminado en medio del suyo, mis manos estaban encima de su pecho y Eliot terminó depositando las suyas a la altura de mis caderas.
Mi cuello comenzó a sentirse cálido y húmedo. Eliot estaba llorando. Sin pensarlo dos veces tomé su rostro y él me observó, era la primera vez que lo veía así de vulnerable. Estaba quebrado de muchas formas. Eliot aparentaba ser un tipo sarcástico al que le daba igual la vida, pero por dentro seguía siendo el mismo Eliot que había conocido y esa versión de él pedía a gritos que alguien lo ayudara a escapar de ese abismo.
—No merezco estar vivo —soltó con dolor mientras volvía a enterrar el rostro en mi cuerpo—. Le jodí la vida a Samantha. Asesiné a mis padres. Todos tienen razón, yo fui el causante de esa masacre. Tuve que morir ese día ¿Porqué sigo aquí? ¿Con qué propósito sobreviví a ese accidente? Mierda, estarían mejor si simplemente dejara de existir.
—¡Eso no es verdad! —le dije mientras tomaba su rostro— Eliot, todavía tienes mucho por hacer, por vivir. Deja de decir que los demás estarían mejor sin ti. Eres importante. Para mis padres, para Ivan... y en especial para mí.
No sabes cuan feliz me siento que volvieras a mi vida.
Desde que nos separamos cuando éramos niños nunca dejé de pensar en ti, pero jamás se dio la oportunidad en que volviéramos a cruzar nuestros caminos. El día... El día del accidente sentí como una parte de mi vida se esfumó. Temí lo peor. No tienes idea de cuánto lloré al saber que estabas en tan mal estado, le rogué a mis padres que me llevaran a verte, pero te llevaron lejos y no pude hacer nada al respecto. Cuando nos llegó la noticia de que habías logrado despertarte y estabas estable, fui feliz... Sé que fue un pensamiento egoísta. Pero fui genuinamente feliz al saber que estabas bien, Eliot... Sé que tus padres también piensan lo mismo, sé que ellos estarían tristes de saber que hablas de esta forma. No fue tu culpa. Nada de lo que pasó fue tu culpa.
—Zoey...
—Eres alguien irremplazable para mí, Eliot... —diciendo esto deposité un beso en su mejilla, él se quedó atónito, pero no me apartó—. Ayer, hoy y siempre será de esa forma.
Por primera vez vi a Eliot sonreír sinceramente. Dirigió su mano a mi rostro y acarició mi mejilla, limpiando con su pulgar el rastro mojado de mis lágrimas.
—Hoy... fui a mi antigua casa —dijo y yo lo observé—. Tenía que firmar unos papeles que faltaban para agilizar la venta. Luego me dirigí a una cafetería a comer algo, y... ahí me encontré con los padres de Samantha. No había vuelto a verlos en mucho tiempo, Samatha no estaba con ellos y creo que eso es lo único que agradecí en ese momento, pero... las cosas no salieron bien.
Su madre todavía me culpa por lo que pasó, y entiendo perfectamente su situación. Samantha era su única hija, su máximo orgullo, y todo se derrumbó. Ellos fueron los primeros en oponerse a que me acompañara en ese viaje, y si no hubiera insistido, ella estaría bien.
Tuve que salir de la cafetería porque se estaba formando un escándalo, y a lo lejos... la vi. Estaba en su silla de ruedas, ella se detuvo al momento de verme, y yo huí como un cobarde, no pude darle la cara...
—¿Alguna vez trataste de conversar con ella?
—Después del accidente sus padres se la llevaron a otro país, creían firmemente que si acá no podían devolverle la movilidad en sus piernas habría otro lugar donde sí, pero el daño que tuvo era irreversible, nunca volvería a caminar —tras escucharlo sujeté sus manos. No me observaba, tan solo miraba a un punto lejano del cuarto—. Cuando recuperé la movilidad y regresé traté de buscarla, pero sus padres me echaron, nuestros amigos me dieron la espalda. Me culpaban por dejar en ese estado a la prodigio de la universidad, la que tenía un brillante futuro. Terminé huyendo, dejé de ir a clases. Mi vida comenzó a salirse de control. Iba a bares, probaba sustancias, lo que sea que me hiciera olvidar este dolor que siento, pero nada me llenaba.
—Eliot...
—Todo esto es una mierda, Zoey. Estoy cansado de vivir de esta manera, pero he llegado a un punto donde por más que quiera, no puedo detenerme.
—No puedo imaginar el dolor que sientes —le digo, él me observa—. Pero si me prometes que te esforzarás, puedo ayudarte. Puedo ser ese soporte que necesitas si me das la oportunidad de serlo.
Eliot no dijo nada, únicamente sonrió, pero de forma cansada. Ambos teníamos vivencias diferentes, él había pasado por mucho, pero yo entendía esa sensación que lo asfixiaba. El no sentirse suficiente, el no ver la salida al final del túnel. Era la persona menos indicada para poderlo aconsejar, pero al menos podía ser la persona que él necesitaba para comenzar a curar.
—Gracias.
Eliot sonrió y se recostó sobre la cama, cerró los ojos, cansado. Vi la puerta, pero luego volví a observarlo y terminé acostándome a su lado. Él no dijo nada, no me miró, pero uno de sus brazos rodeó mi cintura y me apegó nuevamente a él. Acaricié su cabello, él comenzó a relajarse, su respiración se volvió pausada, y tras algunos minutos ambos nos quedamos profundamente dormidos.
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