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「ღ」Capítulo 21.

El resto del camino de regreso cerré los ojos. Mi padre me preguntó acerca del encuentro pero le respondí muy vagamente. No tenía deseos de hablar con él de algo que ni yo misma entendía. Estaba feliz por Eliot, era una de las primeras personas que esperaba que lograra sanar sus heridas, pero esta sensación incómoda me asfixiaba.

Caro y sus ideas absurdas debían tener la culpa de todo.

Al llegar a casa escuchamos la risa de mi madre, los dos nos miramos extrañados y fuimos directos a la cocina. Al llegar vimos a Ivan cortando unas verduras y Eliot estaba a su lado tomándolas y tirándolas dentro de la olla.

—Wau, que bien huele —dice mi madre mientras se apoya encima de la encimera de la cocina.

—Gracias, hace mucho que no preparo este plato, no sabía cómo me iba a salir —responde Ivan orgulloso mientras Eliot lo observa de mala gana.

Mi padre carraspea para llamar su atención, todos voltean a observarnos, Ivan es el primero en querer acercarse para saludarme pero Eliot prácticamente lo corta y se acerca, mi padre hace prácticamente lo mismo y se pone en medio para poder ir junto a mi madre de una forma nada disimulada.

—Enana —me dice Eliot mientras me da una zanahoria, parpadeo sin entender que quiere que haga con eso—. Lávala.

—¿Perdón? —y en respuesta me muestra la férula de su brazo.

Ivan tiró la cuchara al suelo y la tomó para luego acercarse al lavabo donde estaba yo, sentir su cercanía me ponía nerviosa, más porque aunque estaba de espaldas, sentía los ojos de mi padre encima de mi nuca todo el tiempo.

—Hola, ricitos —susurra mientras abre la canilla—, te extrañé —asiento nerviosa mientras sigo puliendo la zanahoria, si seguía de esta forma se podría ver el reflejo de ambos dentro de poco.

Ivan deslizó sus dedos y sujetó cariñosamente una de mis manos, mi corazón empezó a palpitar, entrelazó nuestras manos, las pisadas que se acercaban hizo que guardemos nuevamente la distancia.

Fue la cena más incómoda de toda mi vida, Ivan trataba de buscarle una conversación a mi padre pero este se limitaba a responder con monosílabos, pero cuando Eliot le hablaba su postura cambiaba por completo, se volvía una persona parlanchín y amigable, mi madre observaba todo con diversión y únicamente intervenida para poder preguntarle a Ivan muchas cosas sobre su trabajo, estaba fascinada por tener la estrella del momento en nuestra mesa.

•----[🎵]---- •

Convencer a Eliot que me acompañara al partido de Samantha había sido sumamente sencillo, aunque claro, no le dije a quién iríamos a ver. La excusa de que debía hacer un reporte para la escuela sobre los deportes inclusivos funcionó a la perfección, y ahora nos encontrábamos en el bus que nos llevaba al punto donde se llevaría el evento.

Llevábamos media hora de camino, los edificios de la zona central del pueblo fueron apareciendo y supe que estábamos a apenas unos minutos de nuestra parada, en cuanto llegamos bajamos del bus y comenzamos a caminar al lugar de concentración. Los negocios ya estaban decorados con calabazas, esqueletos y algunas brujas, faltaban apenas unas semanas para Halloween, mi festividad favorita, y eso me ponía muy contenta.

Al llegar entregué los tickets al guardia que custodiaba la entrada y nos dejó pasar. El recinto era gigantesco, lleno de vegetación, pero tenía muchas rampas y barandas que eran usadas por las personas que tuvieran algún problema de motricidad. Por lo que había investigado el condado diseñó este lugar para que no solo las personas llevaran terapias de rehabilitación a costo social, si no también tenía una sección techada donde se podían llevar eventos para deportistas paralímpicos y los preparaban para los eventos internacionales.

La música comenzó a escucharse conforme nos íbamos acercando, cuando estuvimos lo suficientemente cerca podíamos ver los muñecos inflables y las decoraciones. Había banderolas con el símbolo de ambos equipos: Uno era un oso sobre un fondo de color verde y el equipo de Samantha eran las águilas rojas.

Mi teléfono sonó, lo tomé sin que Eliot me viera y pude ver que se trataba de Claire, me informó que los padres de Samantha ya se encontraban dentro en la zona sur, la que era para los familiares de los competidores, así que nosotros debíamos ir a la zona norte para evitar cruzarnos.

Llegamos a nuestros asientos, los organizadores que iban paseando por las tarimas nos entregaron unas banderillas de papel con el logo del equipo al que estábamos alentando. Eliot se veía triste, hasta ese momento no había dicho nada pero podía sentir que se le hacía muy difícil estar allí.

—Ey, disfrutemos del partido —le dije, Eliot me observó y sonrió de lado.

—¡Bienvenidos a la final del condado! Mi nombre es Adrien y seré el narrador de este encuentro deportivo en esta jornada maravillosa —la multitud comenzó a gritar luego de oírlo—. Veo que tenemos casa llena ¿Dónde están los seguidores de los Osos de Alana?

En cuanto dijo esto una persona disfrazada de oso corrió al centro de la pista y comenzó a saludar al equipo mientras se movía al ritmo de Shake It Off de Taylor Swift, el público eufórico alzó las banderillas en el aire en señal de apoyo.

—Creo que estamos algo apagados —comenta él con diversión, la gente reclama—. ¿Dónde están los seguidores de los Osos de Alana? —volvió a preguntar y esta vez el público gritó todavía más fuerte—. Bien, parece que ya despertaron. Ahora ¿Dónde están los seguidores de las Águilas rojas de Nortwest?

Alcé la banderilla que traía en la mano izquierda, Eliot solo observaba en silencio al frente como el público celebraba, la mascota del equipo salió al campo y comenzó a bailar provocando al rival contrario a un duelo de baile.

—¡Estupendo! Ahora con ustedes las estrellas de este magnífico evento —la música cambió de ritmo y las mascotas se fueron a cada lado de su puesto designado—. Quiero un grito para los Osos de Alana liderados por su capitana Marie Saavedra.

Las chicas entraron al campo mientras el público comenzaba gritar el nombre de lo que creí eran las jugadoras del equipo contrario, para cuando todas estuvieron allí fue el turno del rival contrario.

—Ahora quiero un fuerte grito para Las Águilas de Nortwest liderados por la estrella Samanta Anderson.

Eliot al escuchar el nombre me observó, sabía que no podría huir ya que estábamos atiborrados de gente en ambos lados y moverse ahora sería imposible para alguno de los dos.

—Solo vela —le dije, este apretó los labios en forma lineal.

Su cuerpo estaba temblando, Samantha ya se encontraba en el centro saludando al público y observó en nuestra dirección mientras alzaba el puño en el aire y realizó una señal con los dedos que aparentemente Eliot entendió.

El partido comenzó Samantha fue la primera en quitar la pelota y darle el pase a una compañera, las demás comenzaron a moverse para llegar a los pases y todo desencadenó en el primer punto que ella anotó, el público comenzó a gritar, Eliot todavía se mantenía atento al campo, pero pude ver como las lágrimas se acumularon en sus ojos.

Tomé su mano, él entrelazó nuestros dedos y mientras apoyábamos a Samantha vimos cómo continuó demostrando aquel enorme talento que tenía, llegó el punto donde una del equipo contrario chocó su silla, ella cayó al piso, ambos retuvimos el aliento, pero ella sin ayuda de los asistentes logró volver a subirse utilizando únicamente la fuerza de sus brazos.

El marcador estaba casi igualado, los Osos de Alana no se daban por vencidos con facilidad, para cuando pasaron cincuenta minutos la última jugada que hizo una de las compañeras de Samantha les dio el punto que necesitaban para poder ganar, el árbitro sopló el silbato dando finalizando el encuentro y las chicas del equipo junto al público comenzó a gritar, habían ganado la final y esto les abría paso a los juegos Paralímpicos del próximo año.

Cuando todo terminó solté la mano de Eliot, este me observó y yo le sonreí, le pedí que me siguiera, dudó, pero comenzó a caminar a mi lado hasta la parte trasera de los vestidores, al llegar Claire ya nos estaba esperando, él se sorprendió al verla, volvió a mirarme, la muchacha corrió y le dio un fuerte abrazo mientras lloraba.

—Eres un idiota —le dijo—. Ni una llamada, carta o paloma mensajera, te extrañé mucho.

—Lo siento... —respondió él apenado.

—Samantha te espera —añadió mientras lo soltaba y limpiaba las lágrimas de su rostro.

Eliot observó la puerta que lo separaba de ella, estiró la mano, esta temblaba a medida que sujetaba la perilla, caminé hasta estar detrás de él, le di un leve empujón y terminó entrando al cuarto, cuando lo hizo pude ver a Samanta en uno de las bancas con el trofeo al lado, ella lo vio y sus ojos se iluminaron, luego me observó y con profunda gratitud me dio las gracias.

—Dios, no puedo creer que finalmente puedan hablar —dice Claire mientras toma un pañuelo y limpia sus ojos.

—¿No habrá problema con los padres de ella?

—El entrenador les pidió que fueran a su despacho, como ganaron la final tienen que explicarles cuales son los requisitos para que puedan alistar los papeles para el próximo año.

—Bueno... creo que eso es todo —Claire me observa, yo sonrió con tristeza—, me adelantaré, tengo algunas cosas que hacer. Cuídate Claire, fue un gusto conocerte.

Me di la vuelta, pero al caminar algunos pasos ella me dio el alcance y sujetó mi muñeca, la observé, Claire entre abrió los labios para decirme algo pero finalmente no dijo nada.

—Gracias nuevamente por esto, Zoey.

—Descuida —le dije con sinceridad—, cuídate mucho.

Me marché sintiendo nuevamente esa opresión dentro de mi pecho, al llegar a casa me encerré directamente en mi habitación, no quise hablar con mis padres, de hecho, no quería pensar en nada más.

Sentirme de esta manera no era correcto, tenía novio, Eliot tenía a alguien que amaba, ambos únicamente éramos amigos de la infancia.

No debía gustarme, bajó ningún concepto me podía permitir volver a tener sentimientos por él.

Pensando esto me quedé profundamente dormida, deseando que al despertar dejara de sentirme de esta manera.

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