Ojos que no son.
La fiesta seguía en pie, pero Laila se sentía cansada, quería irse al hotel. El cansancio que tenía encima no era sueño, era algo más, como un agotamiento mental. No dejaba de ver imágenes en su mente, imágenes sin sentido. Iban y venían cuando notaba algo que le recordaba al pasado. Eran como pequeños recuerdos, pero los veía borrosos, como si algo los ocultara. Y eso, le producía un gran dolor de cabeza. Sin darse cuenta se apartó de la pared y caminó entre la gente. Sintió una mano sobre su brazo y lo vio a Seth, veía sus labios moverse, pero no escuchaba sonido alguno. La miraba como preocupado y a pesar de no tener ni idea de lo que le decía lo quiso tranquilizar. "Solo iré al baño un momento". La soltó y caminó entre la gente. Le resultaba difícil, entre el dolor de cabeza, la vista nublada y las luces estroboscópicas, de seguro debe de haber chocado a más de tres cuartos de la gente que se cruzó en el camino.
Finalmente encontró el baño, estaba vacío. Un gran espejo ocupaba la totalidad de la pared izquierda, bajo éste, había una serie de lavamanos. Se acercó a uno de ellos y se apoyó contra la mesada con sus manos. Veía su rostro salpicado con sucias manchas, pero no estaban sobre su piel sino sobre el espejo, estaba repleto de esas sucias salpicaduras. Detrás de ella, en el reflejo, veía los cubículos, aproximadamente unos seis o siete. No entró en ninguno, pero se veían impecables, una gran diferencia respecto al país del cual ella provenía. Abre la canilla y moja sus manos, el agua fría recorría su piel quitando el sudor que no sabía que llevaba encima. Deseaba refregar su rostro, pero no podía hacerlo, se le correría el maquillaje que tanto le había costado y no se vería nada bonito. Aún así, decidió hacerlo con cuidado. Se inclinó un poco y acercó sus manos húmedas al rostro, con pequeños toqueteos fue humedeciéndolo, refrescándolo y aclarando un poco su mente. Llevo sus manos hacia la nuca y vuelve a ponerse de pie frente al espejo.
Contiene un grito. Parada frente a su reflejo estaba Amunet. << Por favor, no de nuevo>> murmura como para mí, ella estaba solo en el espejo, fuera de este, no había nada. "Laila, ¿Cómo te sientes?" pregunta en un tono de voz como el que se emplea para tranquilizar a un niño pequeño que ha quedado con un trozo de vidrio roto aferrado en la mano. "Laila, contéstame por favor." No sabía que decirle, ni cómo. Es decir, ella no estaba realmente ahí, se sentiría tonta hablándole a la nada pero, ¿y si no podía leer su mente?. "Laila, solo piensa las palabras, yo las oiré, no te asustes, no puedo dañarte" <<Bien, entonces será una conversación en mi mente. Me escuchas ¿cierto?>> Ve que asiente sonriendo. <<Bueno, preguntaste como me siento. No lo sé, confundida, mareada y ahora extrañada por esta situación.>> "Explícame mejor lo que ocurre, me cuesta sentirte" <<¿Sentirme?>> La mira desorientada. <<¿A que te refieres con sentirme?>> "De acuerdo, te haré un resumen. Por lo general, puedo sentir lo que te ocurre, verlo y así es como puedo ayudarte. Pero ahora, es como si no te viera nítidamente, algo te ocurre y no se que es." <<¿Por eso apareces en los momentos adecuados?>> "Sí, pero Laila, ayúdame tú a mi ahora, llevo tiempo queriéndome acercar a ti y no logro conseguirlo. No podías verme, o parecía que si lo hacías algo te ocurría." <<Bueno, pues nada me ha ocurrido. No he bebido nada extraño y tampoco he comido nada fuera de lo normal. Simplemente he venido aquí con Seth.>> Le responde medio furiosa por tener que contarle que no había consumido nada extraño, tal y como uno debe asegurarle a sus padres cuando es más pequeño. Ve como su boca se abre por la sorpresa. <<¿Seth?>> Laila la mira sorprendida cubriendo su boca con la mano izquierda y señalándola con la derecha. Ahora la estupefacta era ella. <<Te he oído en mi mente>> Le murmura. A nadie le gustaba tener voces ajenas dando vueltas por su cabeza. "¿Has estado todo el tiempo con él? No lo he visto" Vuelve a decir en voz alta. <<Quizás se deba a que no hay forma de que sea el mismo Seth que tu conociste>> Le responde acusadoramente, no sabe el porqué, pero de golpe sentía una total aberración hacia ella. Su reflejo se acercó al suyo que estaba mirándola sorprendido al ver el evidente parecido. Observa como ella se superpone a su reflejo y la mira desde donde debería estar el de ella. La puerta se abre y entran dos chicas charlando para retocarse el maquillaje, la miran y sonríen. Laila no les devuelve la sonrisa, se seguía sintiendo extraña, como superior a ellas. Pero su reflejo, bueno, en realidad Amunet, si les sonreía. <<Deberías mostrarte amable>> dice dentro de su cabeza. <<No lo han notado, no han notado que en mi reflejo tengo los ojos negros, tus ojos negros, y aquí, de este lado tengo los míos, los azules.>> <<Todos ven lo que quieren ver>>
— Que bonita flor —dice amistosamente una de las chicas señalando su cabello.
— ¿Qué flor? — murmura y mira en el espejo, claro, Amunet no la lleva pero le señala un punto en el cabello. — "Ah, esta flor, la había olvidado por completo, Es lengua de buey según me han dicho".— <<ofrécesela. Despójate de esa flor.>> Le murmura en la mente, seria, y Laila no se atreve a desobedecerla. Se la quita con cuidado. — ¿La quieres? — Se la ofrece y ve como la chica da un saltito.
— Oh, muchas gracias, realmente resaltaba tus ojos negros.
Se la coloca y ella y su amiga se van. "Todos ven lo que quieren ver, No lo olvides": Dice en cuanto se percata del incrédulo rostro de su compañera de reflejo. "Laila, ¿dónde encontraste esa flor?" <<Seth me la dió, dijo que realzaría mi belleza y que opacaría a cualquier otra cosa>>. "Debí suponerlo, ahora comenzarás a sentirte mejor, pero deberías volver allí con él, yo estoy pudiendo sentirte mejor. Actúa normal" Le dice como una orden y de pronto, en su reflejo, los ojos vuelven a ser nuevamente azules.
Sale del baño y ve a Seth de pie junto a la puerta, se aparta de la pared y la mira algo nervioso. Le pasa la mano por la peluca para acomodarla, su mirada la estaba poniendo nerviosa. "¿Te encuentras bien?", le pregunta buscando sus ojos. "Sí, solo me sentía algo mareada, ya me refresqué el rostro y un poco se pasó. A propósito, ¿se me corrió el maquillaje?" Dice en tono casual para desviar su atención. Niega sonriendo, era obvio que notó que no llevaba más la flor, pero al parecer, consiguió hacer lo que Amunet le pidió, actuar con normalidad, como si no hubiera habido cambio alguno.
Le ofrece la mano y la toma sin rechistar, incluso cuando la dirige a la pista de baile. Ya había visto suficiente de su baile como para saber la teoría de como era, pero la práctica. ¡Uff!, esa parte era más difícil. Para empezar, ellos dos se movían de distinta forma, y no me refiero a que él se movía como debería de hacer hombre y ella intentaba imitar los movimientos de las damas. Me refiero a lo que notó antes en las parejas, las distintas formas de moverse. Como unos lo tomaban solo como un juego, otros como la vida que los unía y los últimos que lo hacían tímidos, apenas conociéndose. Uno pensaría que entre Seth y Laila serían del último tipo de pareja. Vamos, apenas se conocían, y sí, salió con él a una fiesta, pero eso no implica que se sintiera cómoda a su lado. No sentía ese tipo de conexión que genera la fluidez en los movimientos. Pero por su parte, él se movía como si se conociéramos desde hacía años. La hacía sentir incómoda que él la conociera tanto y para ella no fuera más que un extraño.
Bailaron durante un tiempo, y se percató de que cada vez se acercaban más al centro del salón, donde una pareja acaparaba toda la atención. La mujer, una chica bajita que llevaba el cabello corto de un tono rojizo muy hermoso y de apariencia natural, bailaba de espaldas a Laila, luciendo un hermoso vestido de una tela que intentaba parecerse a la seda. El muchacho bailaba tras ella, era mas alto, pero sólo alcanzaba a verle el cabello totalmente despeinado, cada tanto notaba algún destello de su bronceada piel, aunque era mas un bronceado por herencia que por el sol, se veía un brazo, alguna parte se la espalda o incluso las piernas bajo ese simple shenti, tan similar a una falda y tan distinto al mismo tiempo. El muchacho se parecía demasiado a Malak, pero la última vez que lo había visto, estaba contra la pared como enfurruñado, y este hombre se veía extremadamente feliz junto a la señorita.
La joven se movió un poco y por fin pudo ver que el hombre era definitivamente Malak. Se lo veía radiante, un brillo intenso en los ojos que demostraba alegría y adoración hacia esa mujer. Una sonrisa enorme le decoraba el rostro, formándole unas marcadas arrugas en las mejillas, le hacía verse más joven, siempre estaba tan serio, y ahora parecía enamorado. Ya sabes como el amor hace que brilles más que nunca. No dejaba de querer saber quien era la chica, su pareja. Comenzó a moverse por el lugar, guiando a Seth hacia una posición donde pudiera verla mejor. Y pudo hacerlo, la vio. Era la chica del baño, en este momento llevaba su flor entre sus cabellos. Se susurraban palabras, ajenos a todos los que los observaban. No entendía lo que decían, pero al ver a Seth comprendió que él tampoco, era como un lenguaje privado, uno que solo ellos entendían. Ella se giró un poco mas y sus miradas se encontraron, pudo ver unos ojos que no eran los de la chica, unos ojos negros que le eran ya tan conocidos que resultaba extraño que los conociera más que a los suyos propios. Unos ojos como dos pozos negros que la llevaron hacia el fondo de ellos, haciéndola caer en un abismo negro.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro