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El viaje

     Una vez que terminó de alistar todo lo que debía llevar cayó en la cuenta de lo que estaba ocurriendo. Al fin podría ir al país que tanto le emocionaba. Se encontraba tan ocupada repasando la lista de cosas que no podía olvidar bajo ningún punto de vista, que había borrado de su mente el sueño que la persiguió por días. Esa misión para la que había sido llamada sin conocer pero que parecía ser importante. Pero no había apuro para pensar en eso, era un sueño, y los mismos son creaciones del subconsciente. ¿Quién no desearía ser un héroe en su propia aventura? Pues ahí estaba su respuesta. Ella deseaba serlo, pero no contaba con las dificultades que eso le acarreaba a la protagonista. 

     Sacudió su cabeza al darse cuenta de que esos pensamientos habían vuelto. Llegada al aeropuerto y pasada "Migraciones" quedó a la espera del llamado a su vuelo. A la espera. Siempre a la espera de algo. De un vuelo, de un secreto, de una tarea por cumplir, de un cambio en su vida. A la espera. Un sonido la hizo volver a la realidad. 

"Atención a todos los pasajeros del vuelo EK-913 con destino a Egipto, última llamada para abordar." 

     Ese era su vuelo. Laila se apresuró a llegar a la puerta de embarque. La empleada de la aerolínea preguntó por su billete y ella empezó a desesperar, no lo encontraba. Recién lo tenía guardado en esa carpeta que revisaba una y otra vez. Unos pequeños golpes en su hombro la detienen de su búsqueda. Un muchacho apenas mayor que ella, casi en sus 30 le estaba sonriendo. En su mano, estaba mostrando dos boletos. Pero... si él estaba solo, ¿para que necesitaba dos? El chico señaló uno de los pasajes, se podía ver el nombre de Laila escrito en el. Le explicó que había visto como se le caía al salir corriendo y decidió levantarlo. La joven no pudo mas que ruborizarse, había algo en él que le llamaba la atención. Se comportaba como si la conociera de toda la vida y estuviera seguro de la forma correcta de actuar frente a ella. 

— Tierra llamando a la señorita. — dice con una voz ronca como si hubiera estado durmiendo durante mucho tiempo. 

     Laila extiende una mano para tomar su pasaje, pero la empleada es más rápida y tomando ambos pasajes, les da el okey para abordar. 

—Podríamos decir que soy tu ángel guardián, ¿cierto? Un poco más y te quedabas fuera del vuelo. 

     Laila agradece y pasa rumbo a la manga del avión, olvidándose de tomar el pasaje que la mujer le extendía. El caballero la sigue luego de haber tomado ambos pasajes de nuevo y la alcanza ofreciéndole el suyo de vuelto. 

—Laila, ¿cierto? Déjame ayudarte con eso. —dice él en cuanto llega a la fila de asiento que a ambos le correspondía y toma su bolso para colocarlo encima. Insiste en que ella lo llamara Ángel, a lo cual Laila se negaba. Pero en cuanto le comentó que efectivamente su nombre era Ángel y aprovechaba el juego de palabras, terminó cediendo un poco. — No sé tu, pero yo muero por llegar a Egipto. 

          Las azafatas comenzaron a dar las instrucciones de seguridad y pasaron a asegurarse de que todos estuvieran correctamente sentados y con los cinturones abrochados. Al ver a Laila luchando con su cinturón, Ángel decidió darle una pequeña mano y acomodarlo para que pudiera abrocharlo bien. 

— Lo siento, es mi forma de ser. Acostumbro a que las órdenes se cumplan a la brevedad. Por cierto, tu nombre es bello. —y tras las cara de extrañeza de su compañera añadió: — Figuraba en el pasaje que encontré, ¿recuerdas? ¿Sabes su significado?

— No, sólo sé que es árabe. 

— Sí, parece como si estuvieras viajando a tus raíces. Significa "la hermosa" y se les atribuye la característica de ser mujeres muy persuasivas. Ya descubrirás si se aplica o no en tu caso. 

     El resto del viaje fue en silencio. Y pareció ser veloz porque ya estaban aterrizando. Debía de haberse quedado dormida. Al levantarse de su asiento observó que estaba vacío. Se apuró a salir desconcertada de que nadie la hubiera despertado. Pero al salir al aeropuerto, también estaba completamente vacío. A excepción de esa mujer que estaba mirando fijamente a la puerta por la que Laila asomaba. 

     Laila creía conocerla, pero no lograba recordar de donde. Cuando empezó a observarla en detalle, cabello oscuro y largo, ojos negros atrapantes y una mirada de marcada seguridad, lo recordó. El sueño. 

— Al fin has llegado, creí que nunca lo harías — le dice acercándose a ella. Laila retrocede—  No hay tiempo para perder, ven conmigo Laila. 

— ¿Ir a donde? ¿Acaso no había llegado ya?

— Estás perdiendo el tiempo, déjame mostrarte el lugar al que necesito que vayas en cuanto pises tu destino. Sígueme por favor. 

— No iré a ningún lado, ni siquiera me has dicho quién eres y que es lo que quieres.

— No es algo que requieras saber, pero soy Amunet, igual que la diosa del misterio, pero ahora ya se hizo tarde, no comprendes. Debes despertar, te buscaré pronto.

     Tras un suave soplido, abrió los ojos y se dio cuenta de que una frazada la estaba cubriendo y una mano la estaba sacudiendo un poco. Su compañero de vuelo, Ángel, la estaba despertando. Por lo visto el sueño la había vencido y cayó dormida sobre él. 

— Creí que nunca despertarías. Ya estamos por aterrizar. 

     Una vez que aterrizaron, Ángel bajó el bolso de mano de Laila, lo dejó a su lado y partió antes de que la gente ocupara todo el pasillo para bajar sus cosas. Laila se quedó un rato esperando a que disminuyera un poco el caos para poder ponerse de pie y salir. No veía la hora de llegar al hotel para darse una refrescante ducha. Pero primero, debía pasar por todo el trámite de buscar su bolso y hacer migraciones.

     El aeropuerto estaba lleno. Laila se puso a buscar al empleado del hotel que debía ir a buscarla. En cuanto lo encontró, comprendió el motivo por el cual la mujer de su sueño dijo su nombre. Era el mismo nombre que el del hotel. El hombre sostenía un cartel para ubicarla. "Srita. Laila, bienvenida a Egipto. Esperamos que haya tenido un buen viaje. Hotel Amunet" Muy por detrás del señor, podía ver como su acompañante, Ángel, subía a un coche sin llevar bolso alguno. 


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